Hola de nuevo después de una muy larga espera.

Aquí dejo el epilogo de esta historia. Espero les agrade.


He vuelto por ti. Te espero… regresa a mí…te amo...

Su voz llego a mi oído como un murmullo venido del más anhelado de mis sueños. Abrí los ojos para encontrar su silueta a mi lado. —Seiya— Murmure su nombre sintiéndome dichosa de poder nombrarlo mientras sus ojos zafiros le daban vida a mi mirada.

No me moví. Permanecí muy quieta temerosa de que aquel espejismo se desvaneciera al menor de mis movimientos. Mi único pensamiento era deleitarme con aquella imagen tan nítida de mi amado.

Reuní valor tras un instante, y alce mi mano sin poder contener más mis deseos de tocarlo. Este era un sueño tan real, tan hermoso… tan deseado.

Acaricie su rostro sintiendo una vez más la angustia de sentirme ajena, de saber que a pesar de mis anhelos, este sueño tristemente se desvanecería como tantos otros.

Quédate—Le pedí dispuesta a expresar todo el amor que fuera de mis sueños me era prohibido—Amor… quédate. —Le rogué recordando aquella partida que no tuve el valor de evitar. — Te amo…

Vi como un par lagrimas se desprendieron de sus ojos cayendo silenciosas por sus mejillas hasta la comisura de sus sonrientes labios.

Su mirada de torno anhelante, ansiosa, llena de amor y de ternura. Él se acerco aun más a mí y me estrecho contra su pecho. Los latidos de su corazón resonaban junto a mi oído. Y por primera vez en mucho tiempo, por primera vez desde aquel día en que reconocí amarlo, por primera vez… me sentí completa… me sentí feliz. — Ya no hay nada que te aleje de mis brazos… Te amo, mi dulce bombón… Siempre te he amado…

Mi propio corazón se acelero al escuchar aquellas palabras. Y aun más al percatarme finalmente de los sollozos que nos rodeaban. Ellas estaban allí, con los rostros húmedos por el llanto y los labios sonrientes por la dicha.

Ellas estaban allí, contemplándome entre los brazos de Seiya. No hubo objeciones, ni miradas de reproche. Sus sonrisas solo delataban alivio, alegría… y aceptación.

¿Es esto real?— Pregunte apenas audible sintiendo mi dicha crecer a cada instante.

— ¡Si, por milésima vez, sí!— Escuche un coro a mis espaldas sacándome de aquel recuerdo.

Sonreí, desde hacía meses que no podía dejar de hacerlo. — ¿Cuánto tiempo tienen allí? —Pregunte posando mi vista en mis amigas.

— ¡Oh Serena!, es increíble que me desesperes tanto estando despierta como cuando estabas dormida. ¿En qué realidad vives?—Pregunto la mas acida de mis amigas.

—En la más hermosa—Afirme sonriente.

—Ahórrate tu humor semi-amargo Rei— Le sugirió Mina en mi defensa— Ni siquiera tu, con todas tus rabietas lograras que esa sonrisa se difumine—Aseguro señalando mi rostro.

—Es verdad—Secundo Lita— Desde que despertó no ha dejado de sonreír. A veces creo que sus labios ya están paralizados —Añadió con una mueca graciosa.

—Basta chicas, sus comentarios solo la harán sonreír aun más, y dudo que sus labios puedan resistirlo— Comento Amy logrando un coro de risas tras sus palabras.

Hice un intento de fulminarlas con la mirada, pero fracase patéticamente al notar que sus risas de convertían en carcajadas.

— ¡Basta! —Su voz llego como un relámpago desde la puerta logrando un silencio que agradecí con una nueva sonrisa. Haruka entro seguida por Michiru y la pequeña Hotaru, quien de inmediato corrió hasta mis brazos. — ¿No les parece que es muy temprano para estarse riendo de ella? —Reprocho en mi defensa.

—Haruka tiene razón— Secundo Michiru —Deben guardar aliento porque el día de hoy será memorable, y sin duda nuestra princesa nos dará muchas razones para reírnos a su costa por el resto de nuestras vidas.

¿What? Y así, de la nada, las carcajadas se multiplicaron.

—Basta chicas, denle un poco de espacio—Llego Luna seguida de Artemis.

Las risas poco a poco fueron cesando. — De acuerdo, será mejor que nos adelantemos— Sugirió Lita levantándose del sillón que compartía con el resto de las inners. —Te esperamos afuera Serena— Me dijo con una sonrisa y salió seguida por Mina y Amy.

El comentario final de Rey no podía faltar —No nos hagas esperar demasiado —reprochó— La última vez te tardaste más de un año—Bromeo y después desapareció tras la puerta.

Sonreí con nostalgia y deposité mi mirada en la pequeña niña cuyos brazos aun me rodeaban. —Hotaru —la llame.

— ¡Soy feliz!—Anuncio de pronto con una gran sonrisa —Soy feliz porque tu lo eres. — Su sonrisa decayó— ¿Lo eres cierto? ¿Eres feliz? —Pregunto con una sombra de duda en su mirada.

Me incline para poder devolverle el abrazo con más firmeza, y para permitir que mi mirada respaldara mis palabras —Mucho… muy feliz. Soy tan feliz que a veces temo estar soñando.

Una pequeña punzada de dolor ataco mi brazo— ¿Te dolió?—Pregunto con inocencia. Yo asentí un poco confundida. —Entonces estas despierta. ¡Esto es real! —Aseguro con una nueva gran sonrisa

— ¡Hotaru!—la reprendió Michiru — ¿Acaso pretendes que salga en las fotografías con un morete en el brazo?— la niña solo sonrió apenada.

Luna y Artemis se acercaron a mí. Aun en sus felinas facciones era fácil distinguir el amor y el orgullo que sentían al mirarme. —Tu felicidad es lo que más deseamos —Aseguro Luna.

—Lamentamos el que tuviéramos que pasar por todo eso para darnos cuenta de la verdad. ..Aun siento que te fallamos.

—No es así Artemis, fui yo quien no fue honesta. —Reconocí por milésima vez desde mi despertar.

—Sera mejor no entrar en detalles —Sugirió Michiru — Lo importante es que todo eso ya es solo un recuerdo lejano, y estoy segura que a partir de hoy habrá muchos alegres recuerdos con los cuales remplazar aquellos. — Aseguro con una radiante sonrisa. — ¡Estoy ansiosa porque esto comience! Me uniré al resto de las chicas. ¿Me acompañan? —Invito a la niña y a los felinos, y tras unos segundos, por primera vez, me quede tan solo con la compañía de Haruka.

—Creo que… no te he pedido una disculpa— Murmuro acercándose a mí, sin que yo comprendiera el por qué de sus palabras— Por leer tu diario, por no haber conocido la verdad que se escondía en el… por todo…

—Haruka…

—Siempre me enorgullecí de ser la más fuerte de todas, quizás la más dedicada a la misión. La que era capaz de enfrentarse incluso a ti cuando creía que estabas equivocada.

Baje la mirada ante sus ojos dolidos. No pude evitar recordar lo que ella describía. Todas las veces que me hizo llorar al defender sus creencias mientras pisoteaba las mías. Todas las veces que me hizo sentir débil, aun cuando yo me empeñaba en demostrar fortaleza.

¿Qué caso tenía ya recordar todo eso? Hacía más de un año desde que deserte de aquel sueño. ¿Por qué sacar el tema justo ahora? ¿Por qué hoy?

—Ya no importa— Le asegure con sinceridad.

—Si, si importa—Rebatió ella—

— ¡No, ya no! —Arremetí yo alzando el tono de mi voz mientras fijaba en ella mi mirada. Y era verdad, ya no importaba. Ante mis ojos el pasado estaba lleno de errores, y debía admitir que yo era la responsable de la mayoría de ellos.

La vi desviar el rostro ocultando sus ojos de los míos, y fue entonces que comprendí que ella lo necesitaba esa charla. Era necesaria que se desahogara.

Me acerque a ella, y con una suave caricia, la obligué a devolver su mirada a la mía. —Ya no importa—Volví a repetirle esta vez con suavidad y dulzura— No tiene caso recordar las culpas del pasado, ambas sabemos que tanto tú como el resto de las chicas hicieron lo que creían correcto. No hubo maldad en sus actos, no hubo engaños... excepto en Setsuna—Pensé sin atreverme a decirlo en voz alta. No era necesario. Ella me entendía.

— ¡Te hicimos daño al defender una mentira!

—Pero fui yo quien les hizo creer esa mentira.

— ¡No debiste!— Me reprocho por primera vez desde el día en que mis ojos se abrieron. Se aparto de mí, y me dio la espalda. Estaba dolida y le di la razón. Era cierto, no debí, su mirada me gritaba ese reproche cada día, pero hasta hoy, sus labios jamás lo habían expresado.

Me sentí culpable. De todas mis guerreras, Haruka era a la que peor se le daba el quedarse callada. Sin embargo, hasta el día de hoy, lo había hecho por mí. Se había tragado sus reproches y había intentado simplemente sonreír ante mi presencia. Pero obviamente necesitaba desahogarse, así era ella, como el viento, imposible de contener…

Suspire profundo y le di la razón. —No, no debí, aun a pesar del miedo que sentía, no debí mentirles.

La vi girar una vez más quedando de frente. En sus facciones se notaba una mezcla de molestia y confusión— ¿Miedo? ¿De nosotras?

—De perderlas—confesé. Ella permaneció callada y yo intuí que los recuerdos de lo que había leído en mi diario estaban regresando a su memoria.

Sus facciones se suavizaron — ¡Jamás te daríamos la espalda, no de manera consiente! ¿Acaso no sabes que sin ti no tenemos propósito en la vida? ¡Eres todo para nosotras!

— ¡Y es por eso que tenía tanto miedo de defraudarlas! —Reconocí con la voz quebrada al recordar aquellos momentos en que mi corazón se debatía entre serle fiel a ellas, o a mis sentimientos por Seiya.

Ella permaneció en silencio por un par de segundos, observándome. —Tienes razón… eso ya no importa. Solo espero que ahora sepas que nada es más importante para nosotras que tu felicidad. —Se acerco, y me estrecho entre sus brazos

—Sí, ahora lo sé.

Unos ligeros golpes se dejaron escuchar en la puerta. Haruka dio el pase al tiempo que sus brazos me liberaban. Ella entro y de inmediato sentí a mi compañera tensarse a mi lado. Aun no la perdonaba, pero ambas sabíamos que tarde o temprano lo haría, al igual que el resto. —Está bien, déjanos solas. —Le pedí con una media sonrisa conciliadora. Ella asintió no muy convencida y después salió de la habitación no sin antes lanzarle una feroz mirada a la recién llegada.

Tras el ligero ruido que hizo la puerta al cerrarse, lo único que quedo fue silencio.

Mi mirada estaba sobre ella, y la suya fija en sus propios pies. La observe con detenimiento, lucia pálida y marchita. Su imagen y su expresión corporal tan solo trasmitían una cosa… culpa.

Sentí pena por ella, se había exiliado a si misma pocas horas después de que yo despertara. No tuve tiempo de hacerle reproches, ni pedir explicaciones, y hoy, cualquier reclamo en mí para ella se había extinguido. Con el paso del tiempo llegue a comprender el porqué de sus acciones, la razón de sus mentiras, y finalmente una pregunta hizo eco en mi conciencia: ¿Quién era yo para juzgarla tras haber cometido errores semejantes? El amor y el miedo habían dado fundamento a nuestras acciones, a nuestras mentiras… y tras ser consciente de ello, finalmente pude perdonarla.

—Comprenderé si me pide que me marche. — Murmuro finalmente después de unos minutos.

Culpa, todo en ella era culpa y remordimientos. No quería ni imaginar lo difícil que había sido su existencia el último año. Exiliada en las puertas del tiempo, sin mas compañía que los reclamos de su conciencia.

—Por el contrario… me alegra que estés aquí. —Mi voz fue alegre y sincera. Y quizás fue eso lo que le causo asombro obligándola a levantar la mirada. — Ya te he perdonado—le asegure logrando que sus lagrimas se derramaran— Se porque lo hiciste. Conozco tus razones. Te aferraste a lo que creías correcto. Te aferraste a ella porque la amabas. ¿Cómo puedo culparte por amar a mi hija, quizás incluso… —No me atreví a decirlo, pero era obvio, mi amor por Seiya había superado incluso la ilusión de tener a Rini, mi propia hija… ¿Acaso me había convertido en un ser sin corazón? —Te he perdonado. Aunque quizás sea yo quien debería pedir disculpas. —La confusión en sus facciones fue notoria tras mis palabras—Yo te la quite, te quite a la niña a la que tu llegarías a amar como a una hija propia. — Su mirada volvió a decaer. Mis palabras eran ciertas, y ambas lo sabíamos. —Yo te he perdonado por mentirme, pero… ¿Podrás tú perdonarme por quitarte a Rini?

—Princesa…— Su mirada busco la mía y esta vez fui yo quien aparto la vista. Culpa, era yo quien actualmente sentía culpa hacia ella. Setsuna se acerco y con su mano en mi barbilla, dulcemente me obligo a levantar el rostro— Encontrare consuelo en sus sonrisas, en la felicidad que usted tenga a partir del día de hoy — Sus labios embozaron una sonrisa a pesar de que sus ojos seguían vertiendo lagrimas.— La veré a ella cada vez que la vea a usted, y la amare aun mas a usted al dedicarle el amor que alguna vez tuve para ella —Me dijo al acercarse aun mas, y rodearme con sus brazos.

No me opuse, ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que había tenido esta cercanía con la señora del tiempo… desde mi boda con Darién.

Una vez más llamaron a la puerta, Setsuna se separo de mí y me sonrió con ternura —Gracias por dejarme estar a su lado de nuevo.

Devolví la sonrisa —Gracias a ti por volver.

Ella se dirigió a la puerta y salió tras darle paso a quien esperaba. El recién llegado sonrió al observarme —Todo está listo señorita—Anuncio para después retirarse.

Y así, una vez más quede sola frente al espejo, y la mujer que observe en el, era por mucho muy distante a la imagen de la que fui, tras más de un año inconsciente. Mi cabello había vuelto a crecer, aun no era tan largo como antes, tan solo me llegaba a la cintura, pero me gustaba. Mi piel tenía mejor color y un más saludable aspecto. Ya no había ojeras, ni labios resecos, ya no se notaban mis huesos debajo de mi piel. Una vez mas era yo misma, al menos en imagen…

Hacía ya más de un año desde que había despertado, desde que me contaron aquella historia que parecía irreal.

Aun hoy, todos me miran con ilusión, como si yo representara el milagro que por tanto tiempo rogaron a la vida.

A veces me ha sido difícil comprender los relatos de aquellos días. Los recuerdos son tan claros y dolorosos para todos a mí alrededor, y en cambio para mí, aquel tiempo fue solo un sueño placentero. Un sueño del que la suave voz de Seiya logro despertarme.

He pedido que me cuenten la historia miles de veces. Cada quien lo ha hecho desde su propio punto de vista, desde su propio dolor, su propia agonía...

Y aun a pesar de la tristeza que inunda sus miradas ante aquellos recuerdo, todo se difumina en el instante en que mencionan mi resurgimiento.

Me siento como el fénix. Y más de uno me ve como si lo fuera.

Suspire por última vez ante aquella imagen, y en especial, ante los recuerdos. Camine hacia la puerta dispuesta a salir, pero unos ligeros golpes en ella detuvieron mis pasos. —Adelante— Di permiso y fue mi padre quien entro.

—Te ves hermosa— Me aseguro con una gran sonrisa, y no pude evitar que la sensación de Déjà vu me invadiera. Sin embargo, los sentimientos que experimentaba en esta ocasión, eran muy distintos a los que me carcomían el interior aquella vez.

—Aun me cuesta creer que perdimos la esperanza de recuperarte. Si Darien y tus amigas no te hubieran raptado aquella noche… —Su voz se quebró. Yo ya conocía la historia. Sin embargo, él parecía necesitar repetirla constantemente. Ignoro la razón, yo simplemente lo dejaba desahogarse— Me avergüenza pensar que su amor por ti fue más fuerte que el nuestro. Renunciaron a todo para cuidar de ti. Sus trabajos, sus estudios, sus familias… Nadie supo nada de ellos por casi un año. No hubo rastro que la policía pudiera seguir. Nada….

— Ellos siempre supieron que tú despertarías y estuvieron dispuestos a esperar el tiempo necesario. Lo hicieron… esperaron, y un día, simplemente volvieron trayéndote de vuelta. ¿Cómo podre pagarles el haberme devuelto a mi niñita? ¿Como podre perdonarme a mí mismo el haber perdido la esperanza?—Pregunto ya con lagrimas en sus mejillas.

—Eso ya no importa papa. Estoy aquí. Ya todo pasó. — Le asegure abrazándolo y permitiendo que él me sintiera entre sus brazos.

—Lo sé, y me alegra tanto que así sea. Tu madre y yo por poco morimos de tristeza. Tu regreso nos devolvió la vida. —Se aparto de mí y rápidamente limpio el rastro de sus lágrimas tratando de recuperar la compostura. —Pues bien señorita —reverencio de forma alegre, los invitados la esperan ¿Me brindaría el honor de acompañarla?— Pregunto de manera coqueta mientras me guiñaba un ojo. Así era mi padre… casi… bipolar, podía pasar del completo sufrimiento a la sonrisa juguetona en cuestión de un segundo.

Sonreí sintiéndome dichosa, y colocándome a su costado, tome su brazo —Se lo brindo gentil caballero—bromee, y ambos sonreímos.

Salimos de la habitación, bajamos la escalera en silencio y nos dirigimos al jardín trasero donde ya todos me esperaban.

Una suave música comenzó a sonar cuando el cuarteto de cuerdas noto mi presencia. Todos giraron a observarnos mientras caminábamos por aquella alfombra roja cubierta de pétalos de rosa. Las personas más importantes en mi vida estaban allí; las chicas, mis padres, mi hermano, y algunos amigos cercanos. Era casi perfecto… tan solo un espacio vacío…

Y al final de aquel camino de rosas estaba él, Seiya, como en mi más anhelado sueño, esperándome frente al altar, con una radiante sonrisa y una expresión de infinito amor en la mirada.

Papa me llevo hasta él, y entrego mi mano a la suya—Hazla feliz…—Escuche un susurro y después se retiro para ocupar un asiento al constado de mi madre.

La ceremonia comenzó, y a cada instante sentí que la dicha dentro de mi pecho aumentaba. La tan ansiada frase del sacerdote llego a mis oídos—Puede besar a la novia— Mi sonrisa se amplío al observar el alegre rostro de mi ahora esposo.

Seiya me tomo entre sus brazos y sus labios se unen a los míos con dulzura. Dicha. A eso me supo aquel beso. Una dicha infinita.

El flash de las cámaras no se hizo esperar, así como tampoco los aplausos y las felicitaciones. Uno a uno todos se fueron acercando para desearnos lo mejor, y así, las horas trascurrían en aquel festejo. La mansión Tenou fue la lujosa sede. La música suave y las luces tenues eran el complemento perfecto para aquella hermosa tarde.

La lujosa pista de baile instalada en aquel amplio jardín era disfrutada por algunas alegres parejas. Haruka y Michiru, Andrew y Lita, Taiki y Amy, Nicolás y Rey, nada que me sorprenda, a excepción de la pareja más joven, conformada por Hotaru y mí hermano Sammy. Sonreí al observar como todos ellos disfrutaban de aquel baile, mientras en mi interior les deseaba una dicha semejante a la mía.

Seiya me guiaba gentilmente al compas de la música, mientras mi mirada seguía buscando indicios de amor en aquel espacio. Un poco apartados del resto encuentre a Kevin y Molly tomados de la mano. Mis padres cerca de ellos me vieron observándolo todo, y me sonrieron a la distancia. Devolví la sonrisa y seguí buscando más destellos de amor entre los invitados. Fue así que encontré al profesor Tomoe conversando alegremente con Setsuna, y no pude evitar pensar que quizás, y solo quizás, la soledad que envuelve a la señora del tiempo pudiera ser remplazada por aquel buen hombre.

El hermoso tema que bailábamos terminó en acordes suaves. Seiya y yo nos dirigimos a nuestra mesa para descansar un poco — ¿Eres feliz?— pregunto de pronto, mientras que su mano acerco la mía a sus labios para besarla.

Sonreí al observarlo. Me parecía tan perfecto. Mi sueño hecho realidad. — Mucho… demasiado feliz— confesé acercándome a él para unir nuestros labios.

—No se puede ser demasiado feliz— Aseguro Mina al sentarse a mi lado.

— ¿Segura? Porque yo así lo siento—Defendí mi punto.

Ella nos observo en silencio por un instante— Quizás tengas razón—Concedió — La felicidad puede parecer demasiada teniendo a la persona correcta a tu lado. —Aseguro con una sonrisa que no contagio su mirada.

Yaten. Ese era el nombre que la disimulada tristeza en sus ojos gritaba.

—Quizás algún día… —Intente darle esperanzas.

—El amor no siempre es correspondido Serena — Ella sonrió con nostalgia, y la tristeza en su voz me dejo sin palabras.

—Yo… espero que el mío si lo sea. —Escuché a nuestras espaldas. El recién llegado rápidamente se coloco frente a nosotros y arrodillándose, fijo su mirada en los celestes e impresionados ojos de mí amiga que lo veían con asombro. Su imagen, a pesar de ser la misma, carecía de la arrogancia y el orgullo con que yo lo recordaba, y en su lugar había una expresión temerosa y suplicante. — Fui un estúpido. —Confeso mientras tomaba con gentileza la mano de Mina —Yo… supuse que mantenerte alejada de mis sentimientos era lo mejor para ambos. Creí que te protegía de un amor que no tendría futuro. Y estúpidamente pensé que sería capaz de continuar con mi vida después de dejarte. ¡Pero no fue así! Me he desgarrado el interior intentando superarte. Intentando negar lo que cada poro de mi piel me grita… Te amo Mina Aino…. siempre te he amado, y espero que tu aun me ames un poco porque…

Y aquella hermosa declaración de amor fue silenciada cuando Mina se lanzo a sus brazos, y reclamo sin ningún recato los labios del chico que por tantas noches lloro a las estrellas.

—Supongo que eso es un Sí, aun te amo —bromeo Seiya.

Yo me reí con ganas mientras sentía que varias lágrimas se escapaban de mis ojos. Esto era perfecto. Me alegraba ver que el sueño de Mina también se cumpliría.

—Iré a verificar mi maquillaje, seguro que se me corrió un poco con las lagrimas y ahora parezco mapache— Le anuncie a Seiya mientras me levantaba de su lado.

—Sigues siendo hermosa… una hermosa mapache. —Se soltó a reír alegremente. Yo le mostré la lengua y entre a la mansión aun con una sonrisa en los labios.

Subí a la habitación que "siempre seria mía" según las propias palabras de Haruka y con un pañuelo corregí las manchas negras que se habían formado bajo mis ojos.

La imagen en el espejo me hipnotizó por un instante. Esta era yo, Serena Tsukino, esposa de Seiya Kuo. Sonreí ante el titulo. Su esposa.

Me dirigí a la cama y tome el bolso que se encontraba sobre ella, lo abrí y extraje el pequeño cuaderno en cuyas páginas se encontraban expresados todos mis sentimientos. Mi diario. Lo abrí y tome la hoja doblada que hacía meses había ocultado en el. La extendí y ley su contenido. Bla bla bla Anulación del matrimonio del Señor Darien Chiba y la señorita Serena Tsukino.

Darien… él me había hecho llegar a través de Andrew la anulación de nuestro matrimonio. No hubo nota dirigida a mí. No hubo mensaje expresado por Andrew, tan solo este papel que ponía fin a la ilusión que nos mantuvo unidos por mucho tiempo.

Al principio pregunte por él muchas veces, la culpa me obligaba. Necesitaba verlo y pedirle perdón. Explicarle que jamás fue mi intención herirlo. Las chicas tan solo dijeron que tras comprender la verdad, él decidió dejarme libre. Se lo agradezco, pero me apena la idea de no tenerlo en mi vida. Por mucho tiempo él fue la razón de mi existencia, y ahora su ausencia había dejado un gran vacío. Y lo extrañaba…

Doble una vez más aquel papel y lo deje en el mismo sitio del que lo había tomado. Me acerque nuevamente al espejo y pase mis manos sobre las invisibles arrugas de mi vestido blanco. Era hora de volver a la fiesta antes de que alguien viniera a buscarme.

Sonreí al escuchar que tocaban la puerta. —Pasa— Invite suponiendo que se trataría de alguna de las chicas.

Su imagen se dibujo en el espejo mientras yo quede muda al observarlo. El sonrió con gentileza y se acerco quedando a tan solo un paso a mis espaldas. Yo aun sin moverme.

—Te ves hermosa—Escuche su suave voz, mientras mis ojos se encontraban inmersos en la imagen de los suyos.

Mi mirada comenzó a nublarse y un segundo después mi rostro estaba cubierto de lágrimas.

Lo mire indeciso ante mi llanto. Retroceder, o acercarse. —Serena…—Escuche mi nombre proferido por sus labios… y no lo soporte más…

—Oh Darien—Llore su nombre mientras me lanzaba contra su pecho— Lo siento, jamás quise lastimarte…

El me cobijo entre sus brazos brindándome la calidez que por tanto tiempo había extrañado. Yo aun lo amaba, no como antes, no como a Seiya... pero lo amaba. Mi amor por el simplemente había cambiado, ahora era un amor fraterno, lo amaba como se ama al mejor de los amigos. El ocupaba una parte importante de mi existencia, y yo sentía que mi vida no estaba completa sin tenerlo cerca, sin saber de él.

—Tranquila… todo está bien. Fue fácil comprenderlo después de leer tu diario, pero no fue tan fácil superarlo. Necesitaba tiempo…

—Perdóname yo…

—No hace falta, no tengo reproches para ti. Comprendo el porqué de todo lo que hiciste y te lo agradezco. Agradezco el que estuvieras dispuesta a sacrificar tu propio corazón por hacerme feliz, pero agradezco aun más el haber conocido la verdad cuando aún estaba a tiempo de liberarte. Te llevo tatuada en el corazón Serena, en cada poro de mi piel. Pero he aprendido a mirarte con otros ojos, de una manera en que pueda recuperar un lugar a tu lado. ¿Lo comprendes? He superado el dolor de perderte como la esposa que tiempo atrás estaba destinada a mis brazos. Y en lugar he encontrado el consuelo que me brinda la posibilidad de recuperarte como una amiga sin la que mi existencia no estaría completa. ¿Podrías brindarme ese lugar en tu vida?

—Oh Darien… te extrañe tanto, tu siempre tendrás un lugar a mi lado. Gracias por volver.

—Yo también te extrañe pequeña, y te aseguro que he vuelto para quedarme, después de todo, este es mi hogar. Tú y las chicas son la única familia que tengo. Además….

Alce una ceja al notar que se sonrojaba— ¿Además…?—inquirí casi divertida ante la apenada expresión de su rostro.

—Como dije… lo he superado, y al igual que tu lo has hecho, yo ahora busco encontrar mi propio final feliz… así que… quiero que conozcas a alguien.

Me aparte un par de pasos y limpie torpemente mis lágrimas con el dorso de mi mano— ¿Una chica?— Pregunte con voz burlona. Mientras sentía que el nudo que había habitado en mi interior por mucho tiempo finalmente se desvanecía.

—Sí, es una chica —Sonrió alegremente — ¿Puedo hacerla pasar?

— ¡Claro!—Exclame mientras corría al espejo para arreglar una vez más mi maquillaje. El salió de la habitación y un minuto después volvió acompañado de una hermosa chica castaña.

—Te presento a Sayuri Kato—Me dijo señalando cortésmente a su acompañante— Ella es Serena Tsukino—Le informo esta vez a la castaña.

Los verdes ojos de la recién llegada me miraron con sorpresa— ¿Serena? ¿Ella es tu…

—Es mi mejor amiga—Afirmo Darien con una sonrisa y un dejo de orgullo que hizo hinchar mi corazón.

—Sí, lo soy—Asegure yo, sintiéndome dichosa. —Es un gusto conocerte Sayuri, gracias por acompañarme en este día, ¡Vamos! Te presentare a todos—Afirme jalándolos a ambos fuera de la habitación—Hemos extrañado mucho a Darien, a todos les alegrara saber que regresa muy bien acompañado— Afirme logrando que se sonrojara.

Parecía una chica dulce, tenía un minuto de conocerla y ya me agradaba. Seguramente seriamos buenas amigas.

—Oh, olvide algo… solo tardare un minuto, vallan al jardín, allí encontraran a todos.—Los deje al filo de la escalera y volví a mi habitación.

El corazón me latía a mil por hora. ¡Mi felicidad estaba completa! El había vuelto. Todo estaba bien entre nosotros. Ya no había espacios vacios.

Corrí a la cama, y tomando mi diario, hice una breve anotación.

— ¿Estás bien bombón?—Pregunto Seiya asomándose por la puerta. —He visto a Darien y pensé que…

— ¡Estoy bien! Mejor que bien. ¡Soy muy feliz!—Asegure lanzándome a sus brazos—

— ¿Y yo tengo algo que ver con esa felicidad?—Pregunto coqueto mientras sus brazos me rodeaban

—Sí, tu simple presencia me hace feliz. ¿Te quedaras a mi lado?

—Por siempre bombón, me quedare a tu lado por siempre…

Querido Diario:

Soy feliz, soy más feliz que en cualquier otro día en que he visitado tus paginas.

¿Se puede morir de dicha?

Espero que no, porque pretendo disfrutar este hermoso cuento de hadas por la eternidad…

Bueno, aquí termina esta historia que en lo particular me enamoro.

Mil gracias por el apoyo recibido. Esta historia representa un sueño más que he podido compartir con ustedes.

Besos y abrazos.

Con amor,

Vinisa