Quisiera advertir que siempre mi intención fue volver este fanfic un poco más 'rudo' de lo que estamos acostumbrados a leer. Es por esto que les advierto que quizás hayan muchos giros en la historia (a partir de ahora) que no les agrade mucho. Los capítulos anteriores son un mero prologo y excusa para todo el embrollo que se viene a continuación. Espero que les guste y si tienen alguna recomendación, comentario, critica constructiva o lo que deseen; no olviden dejar un review al respecto. Además también está la opción de seguir la historia y recibir en su correo un mensaje que avise cuando actualizo. Intentaré actualizar por lo menos una vez por semana a partir de hoy. Quisiera al mismo tiempo agradecer a toda la gente que ha agregado a sus favoritos a este fanfic. En verdad me siento honrada y quisiera que supieran cuanto me alegra este hecho. Bueno, sin más preámbulos, les dejo. XOXO


En el capitulo anterior:

"¿Phoebe? ¿Qué haces en casa de Helga?" Cayó en cuenta inmediatamente de la idiotez de su pregunta. Ambas chicas eran mejores amigas. Obviamente no era extraño que Phoebe estuviera allí.

La chica levantó la vista y dejo mostrar sus ojos empapados en lágrimas.

Asustado Arnold se acercó esperando que nada le hubiese sucedido a la pequeña chica "¿Qué sucede Phoebe? ¿Estás bien? ¿Está Helga Bien?"

Phoebe sollozó al momento de escuchar el nombre de su amiga "Oh Arnold..."

"¡¿Qué sucede?!" Interrogó al borde de la histeria el rubio. Jamás había visto a Phoebe así de afectada por algo y encontrarla en ese estado frente a casa de Helga no era buena señal.

"La aerolínea tuvo problemas y cambió los pasajes" Dijo entre sollozos

Arnold asintió aún sin entender esperando a que Phoebe continuara.

"Se fue"

"¿Quién se fue?"

"Helga ya se fue"


UNA Y OTRA VEZ

Un fanfic de Hey Arnold. Por Milaxan

CAPITULO 4 | MONTECRISTO

¿En qué momento el afecto que había sentido por el cabeza de balón se había convertido en otra cosa? Algunas personas dicen que del amor al odio sólo hay un paso. Incluso una canción de esas baladas antiguas que escuchan las madres lo dice "que tan sólo se odia lo querido". Más que un paso, lo que Helga dio fueron kilómetros. Miles de ellos para ser un poco más exactos. Y desde aquel lugar lejano sus sentimientos habían mutado y vuelto otros, aunque manteniendo la misma intensidad que antes. Debía reconocer que habían sido prolongados aquellos días, semanas y meses que había pasado ahogándose en sus propias lágrimas, preguntándose que había sucedido aquél día en que ella, muy encontra de su intención, se le había confesado a Arnold y este a modo de respuesta, y para evitar que ella se marchara tan repentinamente, la había abrazado y besado en el instante. En aquel momento ella pensó que explotaría de amor. Pero la realidad volvió a tocar a su puerta y la indecisión de parte de él la hizo ver que no había sido más que 'la emoción del momento', así como ella misma habría desmerecido su pasada confesión luego de haber salvado el vecindario. Finalmente, lo que sucedió después, terminó por hacer que su corazón diera un vuelco definitivo. Haciendo que su amor se convirtiera en resentimiento.

Le era estúpido pensar ahora que en algún momento había desperdiciado tanto tiempo persiguiendo a alguien que jamás le prestó ni el mas mínimo suspiro.

"Debo haber estado loca" Pensaba cada vez que alguna de las memorias alusiva a sus viejas andanzas en basureros o en callejones, recitando poesía a un fantasma, le invadía la mente.

Lo cierto era que desde el día en que se enteró que al mes de su partida Arnold ya tenia novia, algo comenzó a cambiar en su interior. ¿Quién se creía él? ¿Besándola? No una, si no dos veces. ¿Acaso sabía quién era ella? Era Helga G Pataki matona de la P.S. 118. Ya vería él cuando ella volviese a atravesarse por su camino, la vieja Betsy y los cinco vengadores se encargarían de apagarle las luces de un solo golpe. ¿Habia jugado acaso con ella? ¿Por qué la había besado? Por más que había intentado durante ese mes en contactarse con Arnold, a pesar de la vergüenza que esto le producía, no había manera alguna de que funcionase.

¿Email? No respondía. ¿Cartas? Lo mismo ¿Teléfono? Jamás estaba en casa. Con lo feliz que había estado cuando Phoebe, en el primer email que intercambiaron, le contó que Arnold había aparecido en su casa al rato de que ella se hubiese ido. Phoebe hasta había dicho que parecía, en sus propias palabras, 'deshecho'. Habia pasado ese mes entre aprender un nuevo idioma e intentar contactar al cabeza de balón, sin éxito alguno en la segunda tarea. El día en que se había enterado, jamás lo olvidaría.

"Phoebe, no me responde las cartas, ni los emails, ni nada"

'Está confundido' había dicho la semana pasada su amiga asiática 'Gerald me contó que el pobre de Arnold no sabe lo que siente' Pero hoy la respuesta era otra. Otra mucho más trágica y que cambiaria el curso de su pequeña vida de 9 años dándole un vuelco de 360º.

"Helga no sé como decirte esto" murmuró Phoebe en la videocharla, su rostro mostrando claramente el conflicto que se vivía en su interior.

"¡Pheebs! Me estás matando ¡Escupe de una buena vez!"

Phoebe soltó un suspiro "Tiene novia"

"¿Quién tiene novia?" Entendió inmediatamente a lo que su amiga se refería pero aún así se negaba a aceptarlo, necesitaba volver a oírlo.

"Arnold tiene novia"

Un silencio se apoderó de la video llamada. Helga mirando lejos de la cámara y Phoebe con los ojos clavados en la imagen de su amiga.

"¿Quién?" logró pronunciar Helga.

"Helga, por favor, hablemos de esto, sé que tenias las esperanzas puestas en que el resultado de todo fuese otro, pero toma esto como un avance, esto significa que-" Helga cortó a su amiga en seco, hablando con mayor fuerza que antes.

"¿Quién Phoebe?"

"Lila" suspiró Phoebe. Sabiendo que por mucho que su amiga fuese distinta con ella, cuando se trataba de Arnold y sobretodo cuando sufría respecto a él, era capaz de cerrarse de una manera que hacia imposible cualquier tipo de conversación.

"Tengo que irme Phoebe, mi madre llama que la cena está servida"

"Pero Helga si son apenas las 4pm allá donde estás" Soltó apresurada.

"Ya sabes como es" Respondió mecánicamente la rubia. Sin siquiera tratarse de una respuesta coherente a la afirmación de la chica asiática.

"Helga Cuídate" Dijo Phoebe presintiendo que Helga no se contactaría con ella durante un tiempo.

"Tu igual, amiga"

Con esa charla. Se despedían dos amigas que no volverían a verse ni a tener contacto durante años. La rubia había hecho lo imposible para estar inubicable, tal y como el cabeza de balón había hecho con ella durante ese mes.

Decir que Helga lloró y sufrió es subestimar el nivel de caos emocional que vivió a partir de entonces la chica. Hay catástrofes que podrían comparársele, Hiroshima, Nagasaki, Chernobyl parecían estar a la altura del nivel de desastre que causo esa ultima video llamada en su vida. La primera luego de aquello paso lentamente, casi como si se arrastrase y fuera difícil que los días siguieran avanzando. La segunda semana al menos ya había comenzado las clases en su nueva escuela en Chile y entre intentar entender el español cantado de los chilenos, los modismos y el uso exagerado de una palabra semivulgar que podía significar un sinfín de cosas, algo había podido distraerse de su miseria de existencia. Al cabo del tercer mes, ya se podía decir que había comenzado a hacer amistades. Y finalmente al año, fue cuando a todas voces podía decir que odiaba a Arnold P. Portman. No existía duda en su mente al respecto. Deseaba que alguien pisoteara su corazón como él había hecho con el de ella, le pedía a rezos a los santos de las iglesias que a Olga le encantaba visitar que le dieran un sinfín de ataques y dolores que le provocasen un agonizante sufrimiento, observaba con odio los limones de las tiendas de verduras del mercado y cada vez que se topaba con alguien que tuviese el mismo tono de ojos verdes esmeraldas que el susodicho tenia que morderse la lengua para no escupir una sarta de palabrotas bañadas en veneno.

Sí. Helga lo odiaba y con la misma pasión que alguna vez lo amó. Perdía horas pensando en las atrocidades que haría pasar al muchacho en el caso de volverlo a ver. Pero en el entretanto aprendía a mezclarse con la gente. A pasar como una persona normal y no como una consumida por el odio. Comenzó a preocuparse de su aspecto, más por el hecho de no destacar de entre las chicas de su edad que por gusto personal e hizo un esfuerzo voluntario y sobrehumano por atenuar su mal carácter, terminando por conseguir todo lo contrario a lo que había sido originalmente su objetivo, sobresalir de entre la multitud. Su altura, ojos, piel y cabello resaltaba en el país sudamericano y luego de su cambio de actitud la convirtieron en popular, terminando por curtirla en las artes de la manipulación, engaño y actuación, herramientas que utilizaba para conseguir lo que quisiera frente a sus amigos. ¿Y qué quería? Quería más. Quería jamás volverse a sentir tan humillada como se sintió aquella vez hace tantos años. Sus piernas se alargaron, su busto creció, su rostro comenzó a mostrar más de los genes de Myriam en ellos y hasta ella misma se sorprendió cuando un día mientras se observaba al espejo pudo notar su parecido con su madre y hermana, antes casi inexistente y en aquel momento totalmente dominante por sobre la herencia del gran Bob Pataki.

Se deleitaba escribiendo historias donde el personaje principal, curiosamente una chica de personalidad fuerte, elucubraba una serie de enredados planes para lograr su objetivo final de ver humillado al antagonista de la historia. Es posible que desde ese entonces se anidara en su mente la posibilidad de cobrar venganza, en realidad jamás había buscado entre sus pensamientos el ¿desde cuando?, pero el punto es que luego de pasados varios años, cuando Miriam entró con una cacerola al comedor y simplemente anunció.

"En unos meses nos mudamos de vuelta a Hillwood"

Helga no pudo más que sonreír. Y pensar.


"¿Alguien puede decirme de que trata el libro?" Preguntó la profesora de Inglés de la secundaria de Hillwood.

Alguien levanta la mano de entre la multitud de estudiantes.

"No sabía que teníamos que leer un libro" A pesar de los años pasados, Stinky Peterson no había cambiado mucho. Aún poseía una nariz que parecía estar sobre dimensionada para su rostro, los brazos y piernas muy largos y delgados para el resto de su cuerpo y aquel timbre de voz sureño al hablar. No era mal parecido, pero tampoco un galán como otros en la clase.

"Sr Peterson, les fue entregados a cada uno de ustedes antes de finalizar el año anterior la lista de trabajos a realizar durante el verano. Uno de esos era leer esta novela 'El conde de Montecristo'" suspiró y negó la cabeza, cansada a pesar de ser el primer día de clases "¿Alguien que pueda ilustrar a la clase respecto al libro?"

Phoebe, aún siendo de las más inteligentes de la clase levantó la mano por entre su chaleco claramente unas tallas más grandes a las que necesitaba. Ya no utilizaba lentes si no lentillas de contacto, lo que dejaba entre ver sus facciones delicadas y femeninas. Gerald la miraba desde su banco, embelezado.

"Si quisiéramos realizar un análisis burdo respecto al libro podríamos decir, que trata respecto a un hombre tratando de ganar de vuelta su vida usurpada"

Gerald había crecido para convertirse en todo un galán, acompañado de un buen físico producto del deporte y un rostro masculino y bien parecido. Si bien él y Phoebe han tenido una relación ON y OFF de 5to de primaria, el chico jamás ha hecho el intento de formalizar en mayor medida su relación con la pequeña asiática. Era un chico de las muchachas, todas reían encantadas cuando él les dirigía la palabra y aún más cuando les coqueteaba.

"Excelente Phoebe, Excelente. Pero aún falta el análisis principal respecto a la novela ¿Alguien ma-" La profesora fue interrumpida por el director de la escuela que ingresó a la sala de manera brusca.

"Lo siento profesora Simmons" Sí, se trataba de la esposa del ex profesor de primaria de la pandilla "Pero necesito tener una palabra con usted"

La mujer arqueo una de sus cejas "¿Y para qué seria director Goldstein?"

"Necesito que venga un segundo a mi oficina para poder explicarle" La mujer pelirroja suspiró. "¡Atención clase! Iré a la oficina del director por unos minutos-"

Hubo un alboroto en la sala, gritos de hurra y abucheo.

"¡YA CALMENSE!" Gritó la profesora, lejos de parecerse a su esposo la Sra. Simmons tenia reputación de no tener paciencia con las payasadas "Saldré un minuto de la sala, Arnold como representante de curso del año anterior quedará a cargo de que no hagan algún desastre mientras no estoy"

Arnold se levantó de su banco y caminó hacia el pizarrón. Los años habían sido amables con él. Su cuerpo había crecido y ya sólo era posible llamarle 'hombre pequeño' en referencia a su apellido 'Shortman' mas que a su altura. Su cabello se mantenía rebelde como siempre, su porte era más muscular debido al basketball pero aún mantenía aquella mirada de pupilas verdes amables. Si bien era popular, al igual que todos los integrantes del equipo de básquet y el estar en ultimo año de secundaria solo aumentaba esta característica jamás había dejado que se le subiese a la cabeza e intentaba mantenerse igual de amistoso y abierto que siempre.

La profesora Simmons miró a Stinky y sin necesidad de apuntarle o nombrarle agregó "mientras tanto podrían aprovechar el tiempo para leer algo del libro asignado" El chico sólo se hundió en su asiento avergonzado.

Harold, aún robusto como en sus años de primaria, pero también mas musculoso debido a al deporte de lucha, rió desde el fondo del salón

"También lo estoy viendo a usted Sr. Bergman, no crea que he olvidado que el año pasado estuvo a punto de fallar mi clase"

Stinky y Harold se miraron a través de la sala, tragaron saliva y asintieron "Sí profesora Simmonds" Y con eso, la Sra. Simmons, más conocida como la Dictadora, salió de la sala acompañada del director Goldstein.

Arnold alzó los brazos previendo el desorden inmediatamente luego de cerrarse la puerta del salón. "¡Chicos, Chicos! Aprovechemos este rato para conversar entre nosotros respecto al libro"

Un montón de silbidos y abucheos en desaprobación se dejaron sentir.

Arnold sonrió de manera picara "Claro que no haremos eso, pero por lo menos pretendamos que si. Hablemos entre nosotros pero mantengámoslo en un nivel de ruido que la Sra. Simmons no lo note cuando vuelva" El resto de la clase comenzó a hacer exactamente como Arnold había dicho, conversar entre ellos pero de manera calmada.

Lila se acercó a su novio, ahora sentado en el puesto del profesor, besándole la mejilla.

"Hola Arnold" Dijo casi en ronroneo

"Ho-Hola Lila" Desde hace algún tiempo Lila estaba teniendo un nuevo efecto en él. Si bien llevaban un par de años de noviazgo, habiendo terminado un par de veces y retomando su relación durante el año anterior de secundaria, jamás se había sentido así con ella anteriormente. Era como si tuviera un nuevo poder hipnótico. En ocasiones se encontraba embelezado viéndola mientras caminaba y como sus caderas se movían al ritmo de los pasos de daba. 'Son las hormonas' pensaba. Pero aún, a pesar de su racionalización de la situación, le era imposible superar como se sentía. Y realmente no ayudaba que Lila hubiese crecido tan bien.

Lila definitivamente tenia un cuerpo que cualquier chica de su edad envidiaría, era delgada pero se compensaba con el tambaleo que había aprendido a realizar mientras caminaba y con su rostro de muñeca de porcelana. Si bien no había heredado los genes exuberantes de su madre, tenia aquel aire dulce y candido que su padre dice le acompañaba. Definitivamente era una de las chicas mas lindas de la secundaria y lo hacia notar. O al menos se lo hacia notar a su novio, Arnold.

"Arnie, estoy completamente segura de que…" se acercó al oído de su novio y susurró "me gustaría estar haciendo otras cosas en este momento"

Arnold se preguntaba porque a la chica le gustaba torturarlo así. A pesar de ya llevar de novios más años de lo que era posible recordar, Lila jamás había accedido a tomar su relación al siguiente nivel. Si entienden a que me refiero. Algo respecto a la religión y dios que Arnold siempre olvidaba pero que ella estaba sumamente dispuesta a recordarle, sobretodo luego de torturarlo como hacia unos segundos y provocarle con sesiones de besos en la habitación de la pelirroja.

'Supongo que la religión es importante' suspiró pensando.

"Arnie, ¿Por qué no me respondes?" susurró la pelirroja.

"¿Responder Qué?" lanzó en un tono más pesado de lo que pretendía.

Lila le miró con sorpresa y un poco de enojo "Qué si me acompañarás a la fiesta de inicio de clases que Ronda dará en su casa"

"Claro Lila, pasaré a recogerte a las 8"

La pelirroja sonrió complacida.

Pocos minutos habían pasado cuando la profesora Simmons volvió a ingresar a la sala de clases, con un trozo de papel en la mano, cada alumno retornó a su banco tranquilamente esperando continuar con la asignatura.

"Clase" comenzó alzando el papel para poder leerlo "Les tengo interesantes noticias" un par de las chicas se acomodaron en su asiento, interesadas en lo que podría estar por contarles la profesora. "Tenemos una nueva alumna en la clase" La profesora hizo un gesto hacia la puerta "Pasa, por favor"

La chica que ingresó a la sala causo silbidos y hasta aplausos de parte de los varones de la sala de clases. Su cabello rubio caía como cascada en su espalda y al notar la pequeña conmoción que causó su llegada aprovechó el dramatismo para, con una mano, echar su cabello hacia atrás, mostrando sus grandes ojos turquesa. Sus piernas al descubierto de una minifalda y una camisa que dejaba entrever su basto busto.

"¡Hubiese dicho que se trataba de una lindura, Sra. Simmons!" Exclamó Sid sentado casi al borde de su silla.

La profesora rodó sus ojos, acostumbrada al desplante de hormonas de sus alumnos que a pesar de la normalidad del asunto, no dejaba de molestarle.

"Rostro precioso, venga a sentarse con su papi" ronroneo Curly, quién al parecer los años sólo habían servido para mejorar su altura. La locura seguía igual que siempre.

Ronda bufó desde otro extremo de la sala.

La Sra. Simmons tosió intentando recapturar la atención de la clase "Cof, cof. Como decía, este año tendremos una nueva alumna, su nombre es-"

Arnold por primera vez habia decidido levantar la mirada para observar a la nueva alumna. Esmeralda se encontró con turquesa.

'No' Pensó. El destino no era capaz de estarle haciendo esto.

"-su nombre es Helga Pataki" Ella sonrió.

Arnold palideció y un grito ahogado escapó los labios de varios estudiantes. Luego el silencio se apodero de la sala.

La profesora sin entender lo que habia sucedido, habia asignado a Helga un asiento al lado de Arnold quién no hallaba donde esconderse. Si Helga continuaba siendo lo mitad de lo que él recordaba de pequeño, claramente lo encararía por haberla evitado todos esos años atrás. Y estaba seguro que no seria bonito.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la profesora que pretendía continuar con la lectura. "Bien clase, nuevamente, ¿Alguien podría responderme…" suspiró exhausta, previendo que nadie contestaría a su pregunta "de qué trata el libro 'El conde de Montecristo'"

Una mano se levanto al lado de Arnold. El la miró. Helga se veía radiante y una sonrisa comenzó a curvarse en los labios de la chica.

"¿Señorita Pataki?" preguntó un tanto sorprendida de que la nueva alumna intentase contestar la pregunta.

"El libro 'el conde de Montecristo'…" Respondió Helga, en un tono de voz demasiado dulce para lo que diría a continuación. "…trata el tema de la…" Miró a Arnold directamente a los ojos, quién sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo.

"…Venganza" Concluyó la rubia.

…Continuará


NDLA: Espero que les haya gustado esta nueva forma de escribir que estoy probando, quería ser un poco más descriptiva y olvidarme un poco respecto a los diálogos, esperando a que se dieran solos, no forzarlos como para continuar la historia.

Muchas gracias por leer. Nos vemos la próxima semana. Besos. AH y no olviden dejar sus comentarios en los reviews, se los agradeceré de todo corazón.

Milaxan