Disclaimer: Hetalia no me pertenece es Himaruya Hidekaz.
Noveno capi wno en realidad iba a ser solo uno pero decidi dividrlo en dos para poder publicar antes y así el proximo capi lo puedo escribir mejor sin excederme mucho con el largo del capi y xq me va a costar mucho actualizar a partir de esta semana asi que van a tener que esperar un par de meses Wno varias parejas espero q las pairing que querían sean las que hayan ganado wno recibir un par de MP y los reviews y un par de personas me dijeron por msn a si que la decisión ya esta tomado espero que no hay sorpresas. Nos vemos abajo.
A través de los años.
Fiebre.
Luego de la Gran guerra los hermanos norteamericanos habían vuelto a su hogar, pero las cosas no estaban tan bien como pensaban o por lo menos para el estadounidense su economía se mecía como una torrecita de naipes, parecía que se desplomaría en cualquier momento.
En Europa las cosas no estaban mejor la guerra había destruido todo los edificios estaban derrumbados y los que aun seguían de pie se derrumbarían en cualquier momento si no se así algo en ese momento, las enfermedades y el hambre asolaba a casa país del continente europeo había una gran tensión interna en todos los países europeos; familias destrozadas, madres que nunca volverán a ver a sus hijos, espesas que perdieron a sus maridos y niños que crecerán sin un padre que les brinde su apoyo; los tratados ya no servían de nada cada país debía intentar sobrevivir al período de la posguerra como podían. Ninguna nación pudo prever que esa guerra iba a prolongarse por tanto tiempo y que se cobraría la vida de tantas personas.
Como en Alemania la deuda que tenían que pagarle a las fuerzas aliadas era millonaria, Ludwig y Gilbert no sabían de donde sacarían todo el dinero para pagarles a las naciones acreedoras. Y encima de todo tenían que fabricar armas para los aliados no alcanzaba con el dinero tenían que entregar su tecnología a sus enemigos, era imperdonable.
Gilbert no se sentía muy bien, estaba agotado la guerra lo había agotado, el ojirrojo nunca lo admitía delante de su hermano pero el rubio lo sabía, lo notaba su sonrisa no era la misma su rostro estaba más pálido de lo habitual y debajo de esos de rubíes que llevaba como ojos se alzaban unas ojeras que le quitaban ese brillo especial a la mirada de Prusia. Ludwig odiaba verlo así todos los días, quería decirle algo pero sabía que su hermano y el orgullo de su hermano no le harían caso, el ojiazul también estaba mal pero todas las mañanas se decía así mismo que tenía que ser fuerte por su pueblo, tenía que darles esperanza, no podía caer.
-Gilbert te siente bien- Preguntó el ojiazul con tono de preocupación.
-Claro que me siento bien, no se nota lo genial que me siento- Sonrió forzadamente para no preocupar a su hermano.
-No me mientas, tu no has estado bien- Se quejó el más alto.
-Que no me ves, estoy perfecto.
-Gilbert si estás mal ¿Por qué no solo me lo dices?- Lo miró de manera compresiva esperando una respuesta que contuviera en ella la verdad -No puedes estar así el pueblo nos necesita fuertes ahora más que nunca.
-Pero no quiero que te preocupes por mi, necesitas ser fuerte y yo así solo sería una carga más en tu lista- Bajó la mirada no podía ver a su hermano a los ojos.
-Nunca serías una carga para mi- Lo abrazó tan fuerte como pudo, el ojirrojo se sorprendió cuando al sentir el calor del cuerpo de su hermano -Espero que lo sepas.
-Ludwig, me estás asfixiando
-Ah… sorry bruder- Lo soltó un poco sonrojado.
Sonrió, hacía tiempo que no veía a su hermano comportarse así -No te tienes que disculpar- Esta vez fue el ojirrojo quien lo abrazó.
-Ve a casa, descansa un poco y cuando te sientas mejor regresa, esta bien- Deshizo el abrazó -Vete
-Está bien, me iré- Desapareció de la vista del ojiazul que estaba ayudado a reparar las ciudades que habían sido devastadas.
Cuando llegó a la casa el ojirrojo fue directo a su habitación. Se tiró sobre su cama sin ninguna contemplación, le dolían los huesos parecía que lo habían atropellado; intentó dormirse pero tenía una extraña sensación dentro suyo que se lo impedía, después de estar mirando el techo, el cansancio ganó la partida y se quedó profundamente dormido.
Después de varias horas de estar ayudando en la cuidad el rubio volvió a su casa y apenas puso en pie en su hogar se dirigió a la habitación de su hermano mayor tenía la necesidad de saber si estaba bien, si sentía mejor. Abrió la puerta lentamente para averiar hacer algún el inoportuno rechinido de la puerta, sin hacer el más mínimo ruido se dirigió hasta la cama del mayor, Gilbert estaba un poco destapado así que Ludwig lo arropó, este al sentir un poco de calor se acomodó entre las sabanas, el rubio sonrió al ver a su hermano así, se sentó sobre el colchón a esperar a que el ojirrojo despertará en algún momento lo tendría que hacer, mientras eso no sucedía Ludwig acomodó los cabellos rebeldes de su hermano mayor que se posaban sobre el rostro del ojirrojo, tomó una de las manos de Gilbert y la delineó con sus dedos varias veces, parecía que lo hacía apropósito como esperando que despertara como obligándolo a que despertara.
El ojirrojo se despertó y se encontró con la mirada azulina de su hermano -¿Qué sucede Ludwig?- tomó la mano de su hermano.
-¿Te sientes bien?
-No se, creo que sí- Incorporó en la cama.
-Como que no lo sabes te duele algo, tienes fiebre, estás mareado, fatigado, cansado tienes algunos de esos síntomas- Sin querer se fue acercando más y más a su hermano y sin querer Gilbert giró un su cabeza y sus labios se rozaron en un calido y accidental beso. El rubio se alejó totalmente rojo, mientras Gilbert se quedó estático en su lugar de la cama con una sonrisa a medio pintar en su labio.
-Creo… Que…
-Si te sientes mejor voy a preparar la cena así que baja- Se fue de la habitación un poco enojado y avergonzado por lo sucedido en la habitación de su hermano momentos antes.
El ojiazul se dirigió directamente a la cocina para preparar la cena como lo hacía habitualmente, el alemán trató de quitar de su cabeza las imágenes de él y su hermano besando, pero aquella escena se hacía más y más recurrente en su mente, sus mejillas le ardían y estaban teñidas de un tono más que rosado se podría decir que estaban rojas.
Pero porque no pudo solo dejarlo pasar como un simple malentendido, una equivocación; porque no podía sacar ese beso de su cabeza; porque no podía dejar de pensar en su hermano. Suspiró y trató de no pensar en nada, o distraer su mente en la que sea que se encontrara en la cocina. La cena estaba servida en la mesa del comedor a la misma hora de todos los días, el alemán era muy puntal, Gilbert varios minutos más tarde salió de su habitación para cenar con su hermano menor, Ludwig se enteró de la presencia de su hermano por el rechinido de los escalones, de la escalera, cuando Prusia bajaba por ella. El ojirrojo no se sentía mal por el beso, todo lo contrario del rubio de ojos azules que al ver llegar a su hermano se puso sumamente nervioso y no pudo mirarlo a los ojos.
La cena transcurrió en absoluto silencio ya que Ludwig no se atrevía a hablar cada vez que le quería decir algo a su hermano, es decir hablar del beso, la voz le temblaba o sino las palabras se ahogaban en su garganta y morían sin llegar a sus delgados labios. Gilbert estaba comiendo por lo que no le prestó mucha atención por lo fallidos intentos comunicativos de su hermano menor, tampoco dijo absolutamente nada al respecto del beso u otra cosa que hubiera sucedido hoy.
El chico de ojos color zafiro junto sus cubiertos sobre el plato provocando que chocran entre sí cortando el silencio que consumía a todo el comedor, se levantó de su silla y con su plato se dirigió a la cocina.
Gilbert notó a su hermano bastante frío, más de lo normal, su hermano no era muy expresivo y era un hombre de pocas palabras pero esa noche parecía que no quería tenerlo cerca. Cuando el ojirrojo llegó a esa conclusión frunció el entre cejo y con su plato se dirigió a la cocina donde estaba Ludwig, depositó el plato de manera brusca sobre la mesada, lo que hizo que el ojiazul se sorprendiera y quisiera regañarlo lo miró a los ojos y en su mente volvió la escena de ellos besándose, rápidamente bajó la mirada y se alejó del Gilbert sin decir ninguna palabra.
-Espera Ludwig- Gritó el mayor -¿Por qué me evitas?- Lo alcanzó y lo tomó del brazo.
El rubio quiso mirarlo a los ojos pero su pudor pudo más y bajó la mirada -Nada estoy bien- Se soltó del agarré del prusiano y volvió a su camino
-Ludwig Beilschmidt- Gilbert nunca tuvo la necesidad de llamarlo así, ya que el rubio era muy obediente y hacía todo lo que su hermano mayor le pedía, nunca desde que el rubio era un pequeño estado había tenido que levantar su voz con él –Dime que es lo que te pasa.
-No me pasa nada.
-Es por lo del beso ¿No?- El ojiazul no contestó, y con el silencio le dio la razón a su hermano -Fue un accidente, olvídalo- Esas palabras le dolían en el fondo de su alma pero que podía hacer era su hermano y no podía sentir nada más que orgullo y cariño fraternal por él.
-Ya se que fue un accidente pero una parte de mi creo que fue algo más- Y con esa confesión se dirigió a su cuarto.
El ojirrojo quedó muy confundido luego de que su hermano se marchara de lugar, no había entendido muy bien lo que le había intentado decir, parpadeó un par de veces y fue a buscarlo a su habitación, subió las escaleras de a dos escalones y se dirigió a la habitación del rubio. Sin cuidado abrió la pureta de la habitación de su hermano, lo buscó con la mirada primero en el escritorio allí no estaba, en la cama tampoco estaba allí por ultimó pasó su vista por la ventana estaba sentado mirando hacía el exterior. Gilbert se acercó y se puso detrás de él.
-Lo siento si dije algo que te hizo sentir mal- Se estaba disculpando, él el grande y genial Prusia se estaba disculpando, una parte de sí se sentía un tanto incomoda por hacer eso.
El ojiazul se volteó y lo miró a los ojos -No tienes que disculparte-
-¿No?- Preguntó un poco confundido -¿Pero entonces qué fue lo que hice?
-Esto- Ludwig tomó el rostro de su hermano en sus manos y lo besó tiernamente.
-¿Por qué me besaste?- El rostro de Gilbert se estaba empezando a sonrojar.
-Por que te quiero hermano- Se lo confesó así sin más, estaba decidido era su hermano y lo tenía que saber si el mayor lo correspondería o no era otro asunto pero el alemán se sentía un poco aliviado.
Gilbert no sabía que contestar, aquella declaración lo había tomado por sorpresa, nunca había pensado que su hermano podría llegar a sentir algo más que ese amor fraternal por él, una sonrisa se había dibujado en sus labios, su hermano dijo que lo quería, se sentía la persona más feliz del mundo.
Repentinamente sintió el peso del cuerpo del ojirrojo, Gilbert estaba abrazando a Ludwig –Yo también te quiero Lud.
Ya habían pasado bastantes años desde la firma del tratado de Versalles, en la cual Alemania debió pagar grandes indemnizaciones por la cruenta guerra pero a pesar de los años Feliciano seguía sintiendo remordimiento por su papel en la guerra, los italianos a pesar de formar parte de La Triple Alianza, hasta 1916 se había mantenido neutral, pero con el intento de Francia por conquistar la península Romana y Veneciano decidieron unirse a las Fuerzas Aliadas por miedo a formar parte de Francia.
Los dos hermanos italianos se estaban por acostar para dormir, había sido un día muy largo. Feliciano estaba un poco nervioso y empezó a dar vueltas en la cama, lo que molestó bastante lo tuvo que aguantar así desde hacía un largo tiempo.
-¿Qué diablos te sucede? Es molesto lo que estas haciendo- Se quejó Italia del sur tomando a su hermano menor por los hombros.
-Me siento mal.
-Si tienes ganas de vomitar ve al baño- Le dio la espalada a Veneciano para poder intentar dormir.
-No así no me siento fratello- Dijo un poco sonriente.
-Entonces como- Se para mirarlo mientras le hablaba, se había sentado en la cama.
-Me siento mal acá- Señaló su pecho -Me siento mal por lo que le hicimos a Gilbert y Ludwig- Estaba llorando.
-Que podíamos hacer no iban a destruir si seguíamos de su lado.
-Pero les fallamos mira como se encuentran ahora.
-Nosotros hubiésemos estado peor. Agradece que los aliados hayan sido buenos con nosotros y que ahora no estemos en la casa de Francia.
-Tú me amas ¿No Romano?- Preguntó con la respiración agitada por el llanto
-Eeeh yo…
-Romano yo te quiero mucho y tuve mucho miedo de perderte- Lo abrazó -¿Me amas Romano?
El italiano mayor estaba todo rojo su hermano siempre hablaba sin pensar, debía confesarse como lo hizo su hermano o seguir negando todo como venían haciendo desde su unificación -Veneciano… Si yo también ti amo- Correspondió al abrazo de su hermano mientras estrujaba muy fuerte al menor.
-Nunca me vas a dejar ¿No?
-Certo che no fratello, tu sei la mia vita- Lo besó en los labios, como había pasado antes y ambos habían llegado al común acuerdo de que fueron besos accidentales, pero este beso no era ningún accidente con este beso se demostraron su puro amor.
-Crees que el abuelo Roma, este decepcionado de nosotros.
-¿Por qué?
-Porque abandonamos a nuestros aliados.
-No lo sé fratello, no lo sé- Lo volvió a abrazar y besó sus cabellos.
En el otro extremo de Europa, Rusia se había quedado sin zares, antes de firmar el tratado con Alemania su pueblo los había asesinado, había empezado una revolución en su casa todo era un desastre, no tenía control de nada en ella, su pueblo no le hacía caso, sus nuevos jefes querían aislarlo de todo el mundo, ya que creían que los Aliados y mucho más Estados Unidos eran una muy mala influencia para el nuevo Iván. Él ahora vivía con sus hermanas.
Sus jefes cambiaron todo en su casa ahora era comunista todo era vigilado y controlado pro el estado, el estado lo sabía todo y si alguien estaba en contra de eso era llevado a campamentos para trabajo forzoso o para su ejecución. Pero a pesar de eso la Rusia Soviética impulsó la industria, gracias al comunismo de guerra no existían los descansos ni los fines de semana, solo había que producir, producir y producir había que hacer crecer a la industria que en la era zarista no había sido impulsada ya que su economía era se basada en la agricultura y ganadería.
A Iván le costó mucho poder adaptarse a ese nuevo tipo de política ver a su pueblo asustado por el poder ilimitado que tenía el gobierno, era mucho poder que la monarquía absolutista de los zares, de sentirse vigilado todo el tiempo. El ojilila fue cambiando su personalidad al haber estado aislado por tanto tiempo, se había convertido en un chico muy callado, siempre parecía estar feliz una sonrisita infantil le adornaba el rostro todos los días, pero su mente había sufrido mucho como para estar feliz.
En América las cosas no estaban mejores en la década del treinta, la economía de Estados Unidos había caído por el suelto. Alfred dejó de visitar a su hermano, ya no podía estaba repletó de problemas y eso afectaba su salud, el norteamericano de ojos azules se había enfermado estaba muy grave. Cuando Canadá se enteró lo primero que hizo fue ir a Estados Unidos y ver como se sentía su hermano y lo segundo luego de eso fue instalarse en la casa de estadounidense para cuidarlo.
-Matty estas bien, lamento no haberte ido a visitar, un héroe tiene que salvar al mundo, tuve mucho trabajo- Intentó sonar normal, pero sus palabras salían con mucha dificultad de sus labios, casi con dolor.
Matthew lo veía estaba mal, estaba sufriendo -No digas nada Al- El ojilila lo abrazó, Alfred con el abrazo se estremeció estaba muy débil y al sentir como sus músculos eran estrujados por los brazos de su hermano no pudo evitar que una mueca de dolor se formara en su rostro -Yo cuidaré de ti de ahora en adelante.
-Tú serás mi héroe, Matty- Trató de incorporarse en la cama.
-Alfred no te esfuerces- Matthew puso al lado del ojiazul a su os de peluche ese que había tenido desde su nacimiento.
El ojilila pasaba día y noche junto a su gemelo, no se alejaba mucho de su lado siempre estaba pendiente de lo que le sucediera a Alfred, tomándole la fiebre, llevándole la comida la cama. Esa aquella otra vez que el estadounidense se había enfermando. Pero aquella gripe no se comparaba con lo que le sucedía ahora, esto era mucho peor, ya que la fiebre no bajaba ni los síntomas mejoraban todo seguía igual a pesar de todo lo que Canadá hiciese Alfred no mejoraba pero a pesar de todos los malos pronósticos, las cosas no empeoraban y eso era algo de lo que se tenía que agradecer.
-Matthew ¿Crees que me voy a mejorar?- El ojiazul preguntó esa mañana con un ápice de esperanza a su hermano por una mejoría en su cuerpo.
-Claro que si- Le regaló una sonrisa a su hermano -Eres un héroe si no te mejoras quien podrá salvar al mundo- Lo besó como nunca lo había hecho antes, provocando que las mejillas del ojilila se tronaran rosaditas.
-Sabes tienes razón, hasta creo que me siento un poco mejor- Dijo el héroe sentándose sobre su cama, con una sonrisa radiante -Y sabes que no me vendría mal un poco de aire fresco- Se destapó y quiso levantarse, con toda su fuerza lo intentó y lo logró como todo lo que a lo largo de su vida se había propuesto.
-¿Estas seguro? No sería mejor que esperaras un poco más antes de salir de aquí- Matthew lo ayudó a mantenerse de pie.
-Claro que estoy seguro, me siento bien, me siento fuerte- Se acomodó su gafas.
-Pero…
-Pero nada. Vamos a pasear por Nueva York- El ojiazul se había dirigido a su guardarropa y se empezó a cambiar.
-Pero Alfred abrígate bien, no quiero que empeores.
-No empeoraré- Alfred besó rápidamente los labios de su gemelo y luego lo tomó por el brazo para sacarlo de su habitación y luego de la casa.
Alfred parecía que estaba bien de verdad que mágicamente se había mejorado de un minuto a otro, los dos hermanos se encontraba en el centro de Nueva York, el ojiazul se veía fuerte como hacía tiempo Canadá no lo veía, claramente se notaba una mejoría aunque la fiebre no bajaba el parecía más fuerte de cómo había amanecido. Canadá no lo podía creer, pero estaba muy contento de que su hermano se encontrara bien.
-Matthew…- Jadeó el ojiazul, no se sentía bien, estaba mareado, Alfred se recargó sobre su gemelo para no perder el equilibrio.
-¿Alfred estás bien?- Matthew lo tuvo que sostener en su brazos el estadounidense se había desmayado.
Canadá como pudo tomó un taxi y subió a su hermano, rápidamente llegaron a la casa de Estados Unidos. El taxista se ofreció a ayudar a Matthew con el cuerpo inmóvil de su gemelo, pero el canadiense cortésmente agradeció la ayuda y luego cargó dificultosamente en brazos el cuerpo de su hermano hasta la habitación.
Las cosas después de aquel incidente fueron más o menos iguales Alfred había sufrido varias recaídas luego de su desmayó en el centro de Nueva York. Pero con el tiempo y la incondicional ayuda de Canadá el ojiazul pudo volver a ser el que siempre había sido.
En Estados Unidos la economía se había estabilizado la bolsa de valores había vuelto a sus índices normales de cotizaciones y las cosas en los demás países afectados habían vuelto a su curso normal de estabilidad económica.
En Europa se acercaba el ocho de abril y Francia tenía planeado hacer algo especial para esa fecha, hacía treinta y tres años que él y el Reino Unido habían dejado su rivalidad, en ese momento Francia le había dado un añillo a su querido Arthur, pero nunca le había hecho una propuesta formal de matrimonio, Francis quería casarse y hacer una fiesta e invitar a todo el mundo a esa celebración y para los treinta aniversarios de la unión no pudo hacerle la propuesta porque Inglaterra había viajado a América más específicamente el sur de América por temas económicos. Francia se había enojado como pudo irse para esa fecha, la había olvidado seguro; el ojiazul estuvo un mes sin hablarle y al no ver ningún tipo de respuesta por parte del inglés tuvo que ir a visitarlo y terminar con esa absurda "Ley del hielo".
Había llegado a la casa del inglés y toco insistentemente la puerta, el inglés de unos instantes apreció y lo dejó pasar. Cuando Arthur lo vio detrás de la puerta se sorprendió ya que hacía tiempo que no lo veía, no era que lo estaba extrañando o algo parecido, pero no sucedía algo que pudiera forzarlo cruzar el canal de la Mancha y aparecerse en su casa.
-¿Qué haces aquí?-
-Esperaba una bienvenida más calida pero bueno no puedo esperar eso de ti vine a visitarte, hace tiempo que no nos vemos- Quiso acercarse más al inglés pero este lo empujó.
-Para eso viniste, bueno creo que ya me visitaste lo suficiente como para saber que sigo vivo y que nunca estas tierras van a ser tuyas ya te puedes marchar, estoy ocupado.
-¿Por qué eres así?
-¿Así cómo?
-Frío, siempre me tratas mal, quiero que me correspondas- Se quejó en voz baja.
-Yo no voy a ser una diversión más en tu vida, eso vas a tener que entenderlo de una buena vez-
-Lo entiendo, tu eres especial para mi- Se acercó al ojiverde sigilosamente.
-Si lo entiendes es hora de que te vayas.
-No sin antes un beso- El galo se señaló los labios.
-Vete- Gritó el británico.
El francés se acercó más aun a Gran Bretaña y besó fugazmente su labios, casi los rozó y riendo se fue de la casa de Inglaterra.
Francia lo estuvo meticulosamente planeando el encuentro para que nada fallase, hacía dos semanas que había llamado a Arthur para citarlo en la dicha fecha a y hora en un restaurante parisino muy elegante y caro, ese mismo día había reservado una mesa con vista a la Torre Eiffel, para dos, el ocho de abril no quería que nadie ocupase esa mesa en esa fecha tan particular y especial.
Inglaterra sabía exactamente que había sucedido en esa fecha, como para no olvidarlo, pensó cuando recibió la llamada del francés invitndolo a una cena en un restaurante en Paris. Para esa noche se había puesto el mejor traje para la reunión con el francés, su mirada relucía, parecía emocionado.
Había llegado puntual al restaurante pensó que el otro lo estaría esperando allí pero se equivocó, desde que había llegado al lugar hasta que el francés se había dignado a aparecer había pasado ya tres cuartos de hora, estaba sentado en la terraza de aquel restaurante, cuando se estaba a punto de ir del lugar ve que en la esquina apareció el galo con una señorita, Francis hizo una seña para que el taxi que circulaba por la calle parara y la mujer pudiera subir. Francia se acomodó la ropa como todo un galán y se dirigió al restaurante. Cuando Inglaterra vio toda la escena frunció el ceño y estrujó entre sus manos una servilleta que se encontraba sobre la mesa.
Francia saludó cariñosamente a Gran Bretaña –Feliz aniversario.
-Llegas tarde- Se acomodó sobre su asiento.
-¿Qué sucede?
-Realmente quieres saber- Estaba furioso.
-Creo…- Dudo un par de minutos -Mejor ordenamos.
Los dos países estaban por ordenar cuando una vieja conocida de Francis se apareció por el restaurante, Francia se excusó supuestamente por unos minutos que se convirtieron rápidamente en una hora, el inglés se había cansado, el galo lo había planto no solo era un descortesía lo que había acabado de hacer sino que también, lo había abandonado por una fulana el día de su aniversario. Bruscamente dejó la servilleta sobre la mesa y se fue del restaurante guardando aun lo poco que le quedaba de orgullo, porque con esa cena sino lo había perdido todo la gran parte de él lo había dejado en aquella mesa.
El inglés se hospedó en el hotel Rizt por esa noche y luego partiría hacía Alemania al día siguiente. Francia había regresado y vio que su mesa estaba ocupada por otras personas, como el inglés se hospedaría en Paris y galo sabía absolutamente donde lo haría y donde no lo haría; cuando llegó al hotel pidió el número de habitación de Arthur Kirkland y lo fue a buscar. Llamó a la pureta del británico el inglés había abierto la puerta vio al francés arrodillado delante él.
-¿Qué haces aquí?
-Viene a proponerte matrimonio como es debido, quiero que nos casemos y hacer una fiesta e invitar a todos.
-No tienes vergüenza Francia después de todo lo que vi hoy te a te atreves a venir con esto a mi habitación. Vete no quiero saber nada de ti, yo no voy a romper la alianza pero no quiero que me llames más, por que te odio- Le cerró la puerta en la cara.
El francés no se iba a ir de allí, así que se quedó haciendo guardia detrás de la puerta. Cuando en la mañana salió el inglés rumbo a Berlín vio que al lado de la puerta estaba Francia recostado sobre la pared totalmente dormido.
Gracias por leer wno lo dibidí en dos capis xq quería actulizar esto ya que pr un largo tiempo no voy a poder actualizar nada más
Wno gracias or leer
Ja ne!