Disclaimer: KHR no me pertenece.
Advertencias: Por los personajes, spoilers del Arco del Futuro. Insinuaciones de yaoi. Posible OoC (pero al menos puedo decir que no tengo mucho material en lo que basarme de estos dos).
Claim: Giotto/G.
Notas: Nunca pensé que escribiría este pairing, porque... son tan complicados los guardianes de la primera generación (es decir, se parecen un poco a los de la décima, pero no tanto como aparentan, en especial Giotto. Y... man, son complicados *gota*). Pero ah, se me escapó un hint de este pairing en otro fic y me terminé quedando con las ganas de desarrollar esto :'D. Mi Musa se aprovechó TANTO de mí.
Lo estaré esperando.
Ese hombre era un constante dolor de cabeza para él. ¿Cómo era que había terminado juntándose (casi viviendo, demonios) con esa persona? Debía tener una vena masoquista de la que no se había dado cuenta antes.
De acuerdo, G podía ser algo temperamental, a veces hasta podía dejar que su carácter se llevara lo mejor de él, pero era inteligente y bastante perceptivo. Las cosas que la híper-intuición de su Jefe no podía decirle, en general era el Guardián quien las descifraba con sus propios métodos. Lo cual daría a pensar que, entonces, ellos dos tendrían que hacer un buen equipo. Deberían complementarse de alguna forma.
O eso ocurriría si Giotto alguna vez se molestara en escucharlo.
—Te dije que era una trampa —gruñó G de forma que sólo su Jefe pudiera oírlo.
—Ahora que lo mencionas…
Giotto parecía divertido. Si bien acababan de ser emboscados por un grupo de mafiosos a los que pretendían ellos mismos engañar, no se veía en lo más mínimo consternado por la situación. Parecía tener plena confianza en que las cosas resultarían como quería, a pesar de todo.
—Podemos improvisar. Todo saldrá bien, G.
El Guardián intentó lanzarle una mirada asesina, pero nunca lograba que se vieran convincentes cuando iban dirigidas a su amigo.
—Lo haces a propósito. No creas que no me he dado cuenta —murmuró, tratando de sonar lo más molesto posible. Al menos eso sí se escuchaba creíble.
Giotto sólo sonrió de lado, sin decir nada. Desde luego que lo hacía a propósito. Era la forma en que funcionaba su relación. G intentaba ayudarlo, y él terminaba haciendo lo que se le daba la gana, generalmente ignorando el consejo del otro. En un principio no había sido así, desde luego. Giotto sencillamente era de esa forma. Pero luego de descubrir lo mucho que le molestaba eso a su amigo de la infancia, ignorarlo había comenzado a volverse una costumbre intencional.
Y cómo la disfrutaba. Su sonrisa se ensanchó.
—Vamos a hablar de esto luego —amenazó G. Pero Giotto sabía que eso no ocurriría. Siempre que intentaba tener una de esas conversaciones con él, las cosas terminaban de otra manera (y honestamente, así lo prefería él, sin duda alguna).
—Definitivamente estaré esperando esa conversación.