Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. y demás marcas propietarias. Yo sólo juego con ellos.

Clasificación: M

Sumary: Corre el sexto curso de Hermione, Ron y Harry. Dumbledore le propone algo a Hermione, algo que le podría cambiar completamente la vida en todos los aspectos. Quizá sea buena idea, quizá sea mala.

Pasa y descúbrelo.

Nota: Espero que les guste. Es mi primera incursión en esta pareja, así que, si te gusta, comenta, y si no... ¡También! :). Gracias por leer de antemano.


—Aún no entiendo bien. ¿Quie-quieren que vaya a una misión de la Orden? —preguntó incrédula Hermione.

Dumbledore la miró penetrantemente, a través de sus gafas de media luna, con sus ojos azules. Por primera vez Hermione pudo asegurar que había sentido ser, de alguna forma, escaneda.

Juntó sus manos lentamente, gesto común en él, y apoyó su mentón en las yemas de los dedos. Al parecer sopesaba cómo explicarle aquello a la Hermione, pues no debía ser muy explícito.

—Señorita Granger, siéntese por favor —pidió serenamente el viejo profesor.

Hermione tomó asiento lentamente sin quitar su cara de asombro, nunca se imaginó que la llamarían para formar parte de una misión de la Orden, siempre pensó que al primero que llamarían sería a Harry.

—Necesito… es decir, necesitamos, su ayuda en algo muy importante —prosiguió el anciano como si nada. Hermione intentó negar con la cabeza, pero Dumbledore no la dejó decir nada—. En verdad, señorita Granger, ¿usted cree que si no confiara en sus capacidades la hubiera llamado? —preguntó el hombre.

Para Hermione fue imposible evitar ruborizarse, lentamente bajó la cabeza e intentó fingir que se alisaba la falda.

Luego de unos segundos levantó de nuevo la cara y Dumbledore aún la miraba con su sonrisa afable, y junto con éste estaban todos los cuadros fingiendo indiferencia.

–Err… profesor Dumbledore, me siento alagada con sus palabras —habló por fin la chica, aún con las mejillas coloradas.

—Señorita Granger, no tiene porqué avergonzarse, todos aquí sabemos que es cierto —Dumbledore calló por unos minutos, dirigiéndole otra de sus miradas penetrantes—. En verdad, señorita, creo que no se puede negar sin siquiera conocer de qué tratará la misión.

Hermione no dijo nada, dándole a entender al profesor que continuase.

—Básicamente queremos que acompañe al profesor Lupin en un recorrido, pero como bien sabe Remus tiene un ligero problema —Hermione abrió los ojos—. Entonces, lo que quiere la Orden es que usted, señorita Granger, se encargue de asegurarse de que Lupin tome su poción…

—P-pero, profesor, no creo que pueda realizar una poción matalobos decente —confesó la chica, causando una leve risa del profesor.

Hermione lo miró un tanto sorprendida por la sonrisa que había aparecido en los labios del director.

—… es por esto que le he pedido al profesor Snape le dé un par de clases extras para realizar la poción —culminó Dumbledore—. Porque, aunque me cueste aceptar estas riñas, Severus nunca se iría detrás de Remus… apartando, claro, que no podría dejar la materia sin profesor —Hermione abrió los ojos como platos.

Si en clases normales Snape era insoportable, no quería imaginarse cómo se comportaría en una clase extraordinaria que el profesor Dumbledore de seguro le obligó a dar.

Hermione miró por primera vez a otro lugar que no fuera la cara del director. Miró hacia la ventana, se dio cuenta del hermoso día que había afuera, producto de la cercanía del verano.

—Y, ¿cuán-cuándo es la fecha de partida? —preguntó por fin Hermione.

—Si todo sale como lo planeado, esperamos salgan aproximadamente un mes antes de fin de año —Hermione esta vez no sólo abrió los ojos como platos, también abrió varias veces la boca—. Sé que está pensando, señorita Granger, pero no se preocupe por los exámenes finales, que podrá realizarlos a principio de año siguiente —aclaró Dumbledore.

Por primera vez desde que estaba en aquella oficina cayó en cuenta de lo importante que era todo lo que le ofrecían.

Miró de nuevo a la ventana y luego dirigió su vista a uno de los cuadros, y luego a otro, y otro. Quería que alguno le dijera qué debía hacer, no estaba segura.

Se moría de los nervios.

—¿Cuándo tendría que ir a la primera clase? —preguntó, entendiendo que no había vuelta atrás.

—¡Bien!… si no hay ningún inconveniente podría comenzar hoy mismo —aclaró el profesor Dumbledore.

Hermione asintió levemente, volvió a mirar al suelo y descubrió que en ese momento sus medias eran más divertidas que aceptar las clases particulares.

Por su mente pasó varias veces la idea de proponerle al profesor aprender sola… pero siempre la desechaba por las mismas razones: no era una poción cualquiera.

Después de estar unos minutos levantó la vista y Dumbledore seguía allí mirándola con la misma sonrisa de siempre, como invitándola a aceptar definitivamente.

—Está bien —dijo casi en un susurro, se levantó de la silla y fue hasta la puerta—. Hasta luego, profesor.

Y justo antes de volver a cerrar la puerta escuchó como Dumbledore decía con la misma serenidad que la cita sería luego de la cena.

Hermione caminaba por los pasillos sin saber muy bien a dónde se dirigía, sólo tenía en mente que quería despejarse de todo lo que explotaba en su cabeza. Una misión… ayudar al profesor Lupin… clases extraordinarias con Snape… no presentar los exámenes finales… definitivamente el profesor Dumbledore se había vuelto loco.

Salió a los jardines del Colegio, sintiendo el aire fresco pegarle de lleno.

Caminó lentamente hasta el lago, y cuando lo tenía a la vista buscó un árbol frondoso y se sentó bajo él. Cerró los ojos lentamente, sopesando todo lo que le había dicho Dumbledore, todo lo que aquello conllevaría.

No estaba segura de poder cumplir con las expectativas.

Una leve brisa movió sus cabellos lentamente, aclarando sus ideas y despejando sus dudas. No todo podría ser perfecto en aquella terrible guerra.

Abrió los ojos otra vez y vio como el sol se acercaba lentamente al horizonte, cada vez se acercaba más la hora de ir a la clase con Snape, por fin sabría lo que había sentido Harry en cada una de sus clases de Oclumancia.

Volvió a cerrar los ojos y esta vez vio todo más claro: era necesitada en la Orden y debía prestar su ayuda en todo lo que pudiera, debía ayudar en todo lo posible a Harry. Pues, después de todo, todas las misiones de la Orden eran para aliviar un poco el trabajo de Harry.

De pronto, estando en medio de sus cavilaciones, sintió dos manos sobre sus ojos.

Los abrió y sólo vio oscuridad, preguntó a quién quiera que fuese su nombre y no recibió respuesta alguna.

Luego de unos segundos la oscuridad despareció y pudo ver a un chico frente a ella, estaba totalmente sonrojado y su pelo era tan rojo como el fuego.

—¿Qué sucede, Ronald? —dijo con indiferencia.

—Esto… mmm, nada —contestó el chico un tanto cohibido—. Quería que habláramos —dijo por fin.

—Yo creí que estabas muy ocupado con tu "Lav-Lav", no creo que yo pueda ser interesante —habló con la misma indiferencia con la que lo hizo minutos atrás.

Ron quedó sorprendido con la indiferencia de la chica, la miró por unos segundos y se decidió a hablar de nuevo.

—Hermione… esto, yo… —sólo conseguía balbucear algunas palabras.

—Ronald, dime a lo qué viniste o te puedes ir… tengo cosas que hacer —amenazó la chica.

—¡No!, espera… —Ron suspiró un par de veces, sintiendo como el aire entraba y salía de sus pulmones, le tomó otro par de minutos abrir completamente los ojos y mirar a Hermione fijamente—. Hermione… yo-te-quería pedir-perdón-por-todo —Hermione contrajo la cara, intentando descifrar lo que el chico había dicho.

—¿Podrías repetirlo un poco más lento? —pidió ella.

—Hermione… yo te, eh… quería pedir perdón… —repitió— por todo —culminó el chico, y segundos después lanzó un suspiro, su cara se relajó y le dedicó una leve sonrisa.

—¿Qué se supone que debo perdonarte? —preguntó Hermione volviendo a su semblante de indiferencia.

—Yo sé que… actué como un… bruto, ¿sí?

—Al fin lo notaste…

—Lo sé, y estoy muy a-apenado —se disculpó el chico—. Sé que te he hecho mucho daño… con todo —Ron inconscientemente tomó la mano de la chica—. Hermione, en verdad que lo lamento…

Hermione lo miró por unos segundos, detallando la expresión afligida del chico.

Sí, estaba muy dolida por todo, pero aún así no podía negar que aquel chico siempre había sido su amigo, una amistad extraña, pero siempre estuvieron allí para apoyarse mutuamente.

Sería injusto ahora separarse por culpa de una chica que al parecer ya era parte del pasado.

—¿Me estás hablando en serio? —preguntó indecisa.

—¡Muy en serio! —Contestó Ron—. Mira, sé que no soy el mejor chico de todos, soy muy torpe, lo sé… pero eso no quiere decir que no te quiera —el chico paró por unos segundos—. Hermione, lamento todo lo que te hice —repitió su disculpa, y luego de eso hizo algo que ninguno se esperaba.

Lentamente acercó su cara a la de Hermione, hasta que ambos estuvieron a milímetros el uno del otro, Ron sintió el aroma de la chica por unos segundos y luego culminó el trayecto.

Sus labios se tocaron por primera vez.

Ambos sintieron como una corriente eléctrica los recorría, desde la punta de los dedos hasta sus cabezas. Nada se comparaba con aquello.

Hermione sólo estaba sentada sin moverse, no sabía cómo reaccionar. Una parte de ella pedía a gritos que continuara allí, pero la otra le decía que debía separar a ese chico de sus labios.

Y mientras ella se debatía sobre qué hacer, Ron pasó su mano por detrás el cabello de la chica y la atrajo más, sintiendo ahora sus piernas rozar levemente con cada movimiento.

—N-no, no… —Hermione separó a Ron de sus labios, mirándolo sorprendida—. N-no, Ron… e-es mejor que esto no pase…

—¿Por qué, Hermione? —preguntó un tanto ofendido Ron.

—Porque… porque… ay, Ron, porque me voy lejos —dijo sin pensar en las consecuencias de aquello.

—¿Có-cómo?, ¿te vas lejos?

La chica lo miró por unos segundos, dándose cuenta de su gran error.

Miró detrás de Ron y vio que ya el sol se había ocultado, no llegaría a tiempo con Snape.

Le devolvió la mirada a Ron y se entristeció al pensar que cuando el chico por fin se decidía, ella no podía decir que sí.

—Lo siento, Ron… de verdad que lo siento —dijo Hermione parándose y sin dejar a que Ron respondiera salió corriendo al interior del Castillo.

Corrió lo más rápido que pudo, esquivó chicos de primero, de tercero, de sexto… todo lo que se le atravesaba lograba esquivarlo con gran destreza, supuso que sólo sería el destino que la ayudaba.

Pero aún con todas las maniobras que hizo no pudo llegar al aula de pociones a tiempo.

Cuando estuvo frente a la puerta respiró hondo varias veces, tocó levemente y abrió…

—Tarde, señorita Granger. Veo que su amiguito, Potter, le enseñó a ser puntual —dijo Snape volteándose. Ambos quedaron frente a frente.