Señoras y Señores aquí dejando… mi primer Lemon (me da mucha pena y vergüenza así que ténganme piedad, por favor)
Aclaración: Como aun no se que ha pasado con los nuevos capitanes de las divisiones vacantes, puse a Renji como capitán del escuadrón cinco (lo aclaro porque los personajes están situados en un tiempo futuro ¿si?)
Bleach no me pertenece.
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Inocencia Perdida
Secreto
Los hechos que sucumbieron a la Sociedad de Almas habían quedado atrás. Para ser más precisos quedaron enterrados hace cien años atrás, un siglo. Si, el tiempo pasa sin ser percibido. Y durante esos cien años algunas pequeñas, pero grandes cosas habían cambiado.
–Ay, es tan mono –susurro una shinigami suspirando de amor–. Fuerte, responsable, serio, alto, con un físico que te haría arder de pasión, mirada seductora ¡Como se nota que ya es todo un hombre!
–Realmente no puedo creer que este soltero, es un desperdicio –le dijo otra segadora, mientras miraba con sus ojitos brillosos al sujeto tema de su conversación–. Quiero tirármele encima y besarlo todo.
–¿No es que ya lo habías intentado? –le cuestionaron.
–¡Jamás! Nunca me le he tirado encima, aunque… si me le he insinuado –sonrió con picardía, pero luego frunció el ceño mas que ofendida y enojada–. Hubieras visto con la cara de desprecio que me miro. Es un deleite, el soltero y capitán mas deseado, pero no es perfecto. Su mal humor y carácter podrido le quitan la magia de príncipe azul.
–Ash –se le quejo la compañera–. A ti porque al rechazarte seguramente te hirió el orgullo. Pero gruñón, amargado y todo, Hitsugaya-taicho será siempre mi capitán preferido del Gotei. Además, de que es fuerte y un ejemplo a seguir.
Si, Hitsugaya Toushiro había crecido.
Los años no vinieron solos y para el antes apodado "Niño prodigio del Seireitei" los mismos fueron pasando dejando atrás la niñez, traspasando su adolescencia y ahora estableciéndose como todo un hombre deseado por cada shinigami habitante de los Trece Escuadrones de Protección de la Corte. El paso del tiempo le otorgo estatura –casi la misma que Kuchiki-taicho– además de un cuerpo mucho mas maduro y resistente que las ropas de shinigami no dejaban entrever. Y muchos lo comparaban con el noble Byakuya Kuchiki, no solamente por el hecho que lo alcanzo en centímetros, sino por su actitud fría, seria, impenetrable y responsable de como se tomaba su posición.
Caminaba sin prestar el más mínimo de atención al cuchicheo de las shinigamis con las que se topaba en el camino. Debía admitir que, cuando su cuerpo entrada la adolescencia había comenzado a cambiar, le intimidaba y mas que avergonzaba las actitudes que habían comenzado a tener las mujeres hacia su persona. Pero ya era un hombre maduro e ignoraba por completo cada insinuación y guiño de ojo que alguna desubicada mujer shinigami podía regalarle.
Si, el paso de este siglo había traído muchos cambios.
–¿No se dan cuenta que son patéticas con esa actitud? –susurro a la vez que deslizaba la puerta de su oficina, pero al hacerlo se encontró con esa imagen desagradable que lo ponía de malas, siempre–. ¡MATSUMOTOOOO!
Bueno, digamos que… algunas cosas no habían cambiado. Seguían siempre igual, como si fueran una marca registrada.
–Ay, taicho –su teniente que estaba tirada boca abajo en el piso se puso de rodillas y lo miro–. Que bueno que llego, porque ya me estaba quedando sin respiración.
–¿N-Nani? –la miro confundido.
–Nunca me imagine que podría aguantar tanto tiempo dormida boca abajo. Usted sabe que me es imposible por mis pechos ¿Verdad? –se toco con ambas manos su senos–. Aun pasan lo años y no encuentro una posición cómoda para dormir ¡Si tan solo no fueran tan grandes!
–¡Cállate!
Hitsugaya levanto la voz exasperado a la vez que pateo una de las tantas –por no decir miles– de botellas de sake que se encontraban desparramadas por todo el suelo de la oficina, haciendo que la misma fuera a parar de lleno a la cabeza de Hisagui, quien al igual que Kira, se encontraba borracho y solo en ropa interior, a diferencia de Rangiku que estaba vestida y mas fresca que nunca. Ambos tenientes al ver al capitán albino con su mirada turquesa llena de ira y enojo, tragaron saliva nerviosos y se pusieron azul de la descompostura. Pues, ya la resaca comenzaba hacer efecto.
–¡FUERA DE MI OFICINA! –se le fue la voz en ese grito–. O se van o los congelo vivos. Y no es una advertencia, es una literal amenaza.
Hisagui y Kira no les alcanzaron los movimientos flash para tomar su ropa shinigami y salir despavoridos de las instalaciones del escuadrón diez. Rangiku estaba a punto de hacer lo mismo, pero…
–¡Tú no, Matsumoto! –la teniente freno en seco sus pasos al escuchar la voz de su capitán–. Ponte ya mismo a limpiar y ordenar la oficina. Además, ahora tendrás el doble de papeleo para hacer.
–¡Taicho no sea así de cruel conmigo! –intento hacer una escena.
–Cállate –hablo seriamente a la vez que dirigía sus pasos hacia su escritorio, en donde se sentó de lo mas tranquilo–. Una palabra mas que digas y mañana harás todas las practicas con los subordinados, y ni por casualidad veras la luz del sol.
Rangiku ante aquellas palabras no tuvo otra opción que hacer caso a la orden de su superior, y así fue que se arremangándose los puños de su uniforme comenzó a levantar las botellas de sake, tomo escobillon en mano y… miro a su capitán.
Hitsugaya parecía estar muy concentrado leyendo los papeles administrativos referidos a su escuadrón, pero en realidad no era así. El ya crecido taicho miro de reojo el reloj de pared que había en esa oficina, notando como faltaba unas cuatro horas para terminar el tiempo oficio y que se haga de noche. No podía esperar mas, ya quería que la luna se haga presente en el Seireitei y al pensar en ello no pudo evitar esbozar una ínfima y pequeña media sonrisa.
¿Por qué tanto afán?
Porque Hitsugaya Toushiro solo quería ver a la chica dueña de su corazón, quería ver a la shinigami que lo tenía suspirando de amor en silencio cuando nadie lo podía ver, quería estrecharla entre sus brazos y sentir su aroma, quería… quería estar con ella.
–¿Se encuentra bien, taicho?
Lo sacaron de sus pensamientos la voz de su teniente que –no supo en que momento, pero estaba ahí– se encontraba frente a sus narices y lo miraba con curiosidad.
–¿Pero que demonios haces tan cerca mío? ¡Quítate!
–Oh, lo siento –se alejo y lo miro estudiosa–. ¿A usted le pasa algo?
–No –le señalo el piso manchado de sake–. Y termina de una buena vez.
Rangiku bufo molesta dándole la espalda a su superior y yendo en dirección hacia la mitad de la oficina donde había grandes manchas de alcohol en el suelo y muchas botellas de sake desparramadas. Ella podría jurar por su alma que había visto a su taicho sonreír –casi de manera imperceptible e invisible– pero lo había visto. Eso era una sonrisa.
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–Awww –bostezo el capitán de cabellos colorados, tapándose con una mano la boca–. Pero que sueño tengo.
–Y eso que no has hecho nada, Abarai-kun.
A Renji se le formo una venita en la sien y miro a su teniente que estaba sentada del otro lado de la oficina con una pluma en mano firmando algunos papeles, la susodicha levanto la cabeza y le sonrió de manera burlona por sus recientes palabras.
–Primero que nada, si he trabajado hoy ¡No me trates como si fuera un vago! Siempre he sido muy responsable inclusive cuando era un fukutaicho. Y segundo recuerda que soy "Abarai-taicho" Aun no se te quita lo imprudente ¿Verdad, Hinamori?
Arremetió con diversión el capitán de la escuadra número cinco –hacia más de medio siglo que lo era– conociendo a verdad abierta lo que era su teniente y por siempre amiga Momo Hinamori.
Pues, ella podría ser la teniente más dulce, delicada y tierna de todo el Seireitei, pero que desde siempre en ocasiones especiales tenia actitudes en donde mostraba su afán. Como aquella vez que ataco al ex capitán Ichimaru, cuando le dijo sin titubeos a Byakuya Kuchiki que era una persona que trataba mal a sus subordinados cuando este no quiso brindarle atención medica a su teniente –en aquel entonces, el mismísimo Renji–, cuando levanto sus armas contra Hitsugaya o cuando no se dirigía con el debido respeto a este llamándolo "Shiro-chan" y ni siquiera con su persona que ahora era su capitán, ya que lo seguía nombrando como Abarai-kun.
–Yo no soy ninguna imprudente –lo miro enojada e inflo sus cachetes–. Y si quieres puedes irte a casa, yo termino con lo que falta.
–¡Ja! Y dejarte la oportunidad para que después andes diciendo "Mi capitán es un holgazán" ¡Ni muerto!
–Eres infantil, Abarai-kun. Yo te daba el ofrecimiento de buena amiga que soy.
–No me convencerás con tu dulzura, chocolatito de durazno –al ser llamada de esa forma Momo arqueo una ceja molesta–. Lo haces al propósito para que yo acceda y después tengas una buena excusa para, para, para ¡Para lo que sea!
–¡Entonces, has lo que quieras! –volvió a inflar sus cachetes–. Quédate ahí sin hacer nada o vete y piérdete por algún lugar.
–Y eso es lo que haré –dijo firme acomodándose en la silla y cruzándose de brazos–. ¡Me quedare aquí sentado hasta que sea la hora de irme!
–Bien –Momo se encogió de hombros sin ni siquiera mirarlo ya que seguía concentrada en los papeles que firmaba y opto por ignorar al bravucón de su amigo, como lo llamaba desde sus prácticas en la Academia de Shinigamis.
Al verse ignorado de esa manera, a Renji se le formo una venita de bronca en la frente y resoplo fastidicioso. Momo no era como Rukia, pero cuando quería lo lograba sacar de quicio y es que a él aun no se le quitaba lo temperamental. En ese momento, se dio cuenta de que esa infantil discusión había sido tonta, ya que por llevarle la contra a su teniente no había aceptado irse antes. Además, como si fuera hacer el papeleo correspondiente ya que no tenia ni ganas de ello. Fue realmente tonto al no aceptar que Momo haga el resto que faltaba.
Y hablando de Momo, Renji poso sus ojos en ella notando como Hinamori hacia su parte del papeleo con esmero y dedicación como si quisiera terminar antes. Bien, Momo siempre había sido muy responsable y eficiente, pero desde hacia un buen tiempo en adelante ella… ella era aun mas aplicada y siempre terminaba con sus labores antes. Renji la observo bien, mas de lo debido como tratando de descifrar algo.
Al observarla noto como de un rápido movimiento Momo se acomodo su cabello detrás de su oreja. Desde hacia aproximadamente unos diez años –Renji sacaba la cuenta mentalmente– Hinamori había dejado de utilizar su característico moño rodete en su cabeza para dejar su cabello castaño suelto que le llegaba hasta un poco mas de la mitad de su espalda y que solo llevaba recogido en una media cola con un broche de una delicada rosa blanca. El pelo sedoso de Rangiku-san siempre había sido la envidia de muchas shinigamis, pero desde que Momo había dado a conocer el suyo, ambas tenientes eran la codicia de tener semejante cabello.
Renji tampoco paso por alto que los ojos grandes y chocolates de Hinamori –que también desde hacia una década, se mostraban brillosos y radiantes– se posaron fugazmente en el reloj de su escritorio y de inmediato sus mejillas se colorearon de un tono rojizo inocente, a la vez que sonrió levemente y con dulzura como si estuviera recordando un momento bonito. Abarai arqueo una ceja.
–¿De que sonríes, Hinamori?
–¿Eh? –la aludida pego un pequeño brinco de su asiento ya que mas que concentrada en el papeleo se encontraba profundizando sus pensamientos sobre una personita en especial.
–Dicen que los que sonríen y se ríen solos es porque se acuerdan de sus travesuras hechas –le dijo con una sonrisa burlona–. ¿Qué maldad o picardía estas recordando?
–Y-Yo no… –no pudo defenderse como correspondía porque alguien golpeo la puerta del cuartel.
–Adelante –inquirió el capitán.
En aquella oficina entro un shinigami de bajo rango perteneciente al escuadrón cinco quien traiga consigo una pequeña pila de sobres.
–Abarai-taicho, Hinamori-fukutaicho –hizo una leve reverencia–. Disculpen las molestias, es que le traigo la correspondencia para usted teniente.
–¿Para mi?
–Si –el oficial dejo la pila de sobres sobre el escritorio de Momo–. Con su permiso.
–Si, puedes retirarte –alego el colorado viendo como dicho segador se marchaba.
La chica durazno comenzó a ver el remitente de algunos sobres para luego suspirar con cansancio y cierta frustración.
–Con que mas cartas de tus admiradores ¿Eh? –Renji se burlo. Ella solo asintió con pena de cabeza.
Esa era otras de las cosas que habían aumentado con el tiempo –pues, Renji recordó como desde que Momo se había convertido en shinigami muchos chicos entraban al escuadrón cinco para estar cerca de ella– y ahora mas y mas segadores dentro del Gotei 13 se morían de amor por su teniente y no era solo de su propia división sino que de las otras también. Pues, en sus charlas de bar con Kira, Hisagui, Iba, Ikkaku y Kyoraku sus camaradas habían hecho mención mas de una vez de los lindos atributos que habían aflorado en Hinamori, convirtiéndola en una preciosa mujer y guerrera shinigami.
Renji pasaba siempre por alto esos comentarios, aunque si admitía que en Momo sus contornos físicos se hacían notar mas a comparación de antes, pero que se escondían bien bajo el uniforme shinigami. Él siempre la vería como amiga antes que como otra cosa. Abarai noto como Hinamori guardaba aquellas cartas de amor en uno de los cajones del escritorio, Renji estaba más que seguro que ella no los leería ya que era su manera de no ilusionar ni romper el corazón de nadie.
–Bien –suspiro rendido–. Has ganado, me iré antes. Mañana yo me hago cargo del papeleo que deje pendiente, apenas termines vete a casa.
–Hai, que te vaya bien, Abarai-kun –le dijo sonriente y contenta–. Si vas al bar salúdame a Rangiku-san de mi parte.
–¿Qué haré contigo? No me llamas con propiedad y encima me tomas de mensajero –la miro con decepción.
–No vayas a tomar mucho, Abarai-kun –le dijo más que satisfecha.
–Ay, no cambias más.
Su amigo se fue de aquella oficina y eso es lo que buscaba Hinamori que Renji partiera lo antes posible ya que le faltaba muy poco para terminar con sus labores de teniente, y si era así se podría ir antes de que termine la hora oficio.
¿Por qué tanto apuro?
Porque quería ver al hombre dueño de sus sentimientos y amor, quería tenerlo cerca, quería abrazarlo y sentir sus fríos labios rozar los suyos. Quería estar con él.
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Las estrellas y una luna en forma de uña iluminaban, y se presentaban en el oscuro cielo del Seireitei escondiendo con ellas los rayos del sol, dándole paso a una esplendida noche que tiene todas las intenciones de abrazar los corazones de los shinigamis –sin hacer diferencia a las almas del Rungonkai–.
El capitán Hitsugaya caminaba a pasos largos, apresurados y con su típica expresión seria hacia lo que era su pequeño hogar en aquellas instalaciones del escuadrón diez. Iba de brazos cruzados ocultando sus manos en las mangas de su uniforme y concentrado en el camino que forjaba y que lo llevaba directamente hacia donde se encontraba en esos precisos momentos, la puerta de su hospedaje. Se concentro y no sintió ninguna presencia por lo que sonrió levemente… ella era una experta en ocultar su reaitsu.
Deslizo con lentitud la puerta y entro cerrando detrás de si dicha puerta corrediza. Levanto la mirada y camino hasta llegar al marco de la pared que daba al espacio determinado para lo que era su pequeña y a la vez reconfortante habitación, al llegar… ahí la vio.
Sentada en el pequeño escritorio que el albino capitán tenía en su posada, estaba dándole la espalda aquella mujer de cabellera castaña y sedosa, que parecía estar muy concentrada en algo que escribía –en realidad dibujaba–. Hitsugaya se acerco lentamente y noto como ella esbozaba una linda sonrisa ¿Lo noto?
–Shiro-chan –susurro y se volteo con delicadeza para que sus ojos chocolates se cruzaron con sus orbes verde agua.
–Hinamori. Recuerda que es…
La nombro sintiendo como la chica se lanzaba a sus brazos para estar cerca de él y se vio nacer porque necesitaba tenerla y sentirla así de cerca. A Momo le vibraba el pecho con el mismo sentimiento.
–¿Cómo estas? ¿Cómo te ha ido? –poso sus brazos sobre el cuello del capitán y levanto la cabeza para poder mirarlo directamente a los ojos. Si, pasado un siglo era Hitsugaya quien le llevaba una cabeza arriba–. ¿Te has hecho daño? Porque si es así yo puedo…
Hinamori no pudo seguir hablando porque los labios de Hitsugaya se hundieron sobre los suyos a la vez que con una de sus manos posándola sobre la cintura de Momo hizo que ella se pegara más a su cuerpo. Lo necesitaban, ambos. Sentir el contacto de sus labios, el tacto de sus bocas.
Comenzaron a profundizar el beso cuando Toushiro paso suavemente su lengua sobre los labios de la fémina pidiéndole más pasión en aquella unión, cosa que Hinamori le concedió abriendo levemente su boca. Sus lenguas se encontraron en un compás parejo y acorde saboreándose la una a la otra, a la vez que una de las manos de Hinamori se aferro a los cabellos blancos de Hitsugaya, dando a entender que lo estaba disfrutando. Disfrutando de tanto amor que se profesaban en un solo gesto.
La falta de aire hizo que de a poco fueran deshaciendo aquel húmedo beso. Hitsugaya al separarse levemente de ella abrió sus ojos notando las mejillas sonrojadas y los labios entre abiertos de Momo.
–… si estas herido yo podría… yo podría curarte con mi Kid… –la teniente intento volver a vociferar, pero el capitán volvió a besarla.
Con su mano libre la tomo de la nuca haciendo mas profundo aquel beso, haciéndolo de manera lenta, pero apasionada. Un hormigueo florecía desde el vientre de Momo que se sentía feliz y plena de estar así junto a él. La emoción la hacia vivir de nuevo al saber que se correspondían de esa forma, que después de tanto tiempo podían amarse aunque fuera de esta manera… a ciegas de los demás.
Hitsugaya deslizo sus labios haciendo un camino de besos desde el rostro de Hinamori hasta su cuello y viceversa.
–Mucho tiempo sin tocarte –susurro mientras besaba el cuello de su chica.
–Diez días desde que te has ido de misión –Momo tomo con ambas manos el rostro de Toushiro y lo miro–. Te extrañe.
–Yo más.
–No, yo te extrañe mas –ella se separo de él y lo miro cruzándose de brazos–. Además, ten en cuenta de que estaba muy, pero muy preocupada por ti por el hecho de que tú estabas arriesgando tu vida. Así que yo te pensé más y te extrañe más.
El capitán albino sonrió de medio lado gracioso al ver el semi berrinche que aun se le daban por hacer a Momo, quien se le acerco y lo volvió a abrazar con ternura apoyando su cabeza en el pecho de Hitsugaya.
–Pero me alegra tanto ver que estas con bien.
Toushiro correspondió el abrazo y con una de sus manos comenzó a acariciar el largo cabello de Hinamori sintiendo como del mismo emanaba el olor a melocotón, a durazno, ese que tanto a su persona le fascinaba.
–¿Abarai te hizo trabajar mucho? –cuestiono el capitán.
–Durante estos días no –sonrió la teniente–. Igual hoy logre que se fuera temprano e hice parte de lo que le correspondía a él.
–No debes hacer eso. Ya lo mal acostumbraste, ahora se la pasa más tiempo en el bar con Kyoraku y Matsumoto.
–No me importa, porque si Renji se va temprano, yo puedo terminar más rápido y así podré verte antes.
–Mucho mejor –le susurro al oído, mientras deslizaba sus manos hacia la cintura de la joven–. Diez días… fue un infierno.
–Shiro-chan…
–Es Hitsugaya, Hinamori –le dijo a la vez que besaba con devoción su cuello de la manera en que sabia que a ella le encantaba.
–Sabes que es mi manera de llamarte y de saber que solo yo te llamo así… –sus palabras se mezclaron con un leve gemido al sentir como Toushiro le daba un leve mordisco en el cuello.
Ella exigió sus labios y él se los entrego por completo haciendo que sus lenguas se volvieran a tocar en un apasionado y osado beso, explorando la cabida bucal el uno del otro. Hitsugaya fue empujando el cuerpo de Hinamori hacia la dirección en donde se encontraba su futón, mientras sin dejarse de besar ella enredaba sus dedos en el cabello revoltoso del capitán.
Separaron sus labios por un segundo para que Toushiro acomodara el cuerpo de Momo sobre el futón –que conocía más que nadie de esos encuentros clandestinos–. Hinamori lo miro con una pequeña sonrisa, esperaba y deseaba estar así con él. Muchas veces una ebria Rangiku en alguna de sus resacas se ponía a contarle las aventuras sexuales que había tenido con algún que otro hombre y ella siempre se escandalizaba por ello, sin poder creer que las personas fueran tan osadas de hacer ese tipo de cosas, inclusive después de la muerte.
Pero desde que hacia el amor con Hitsugaya y ahora que se encontraba en el futón del capitán de la décima y debajo de su cuerpo solo podía sentir que estaba en el camino correcto, no por un tacto carnal, sino porque después de tanto tiempo se podía entregar al hombre al cual amaba.
Hinamori comenzó a sentir los besos de Hitsugaya sobre su cuello a la vez que con una de sus manos el capitán recorría y acariciaba por encima de su ropa su cintura hasta llegar a uno de sus muslos. Ella, por su parte, suspiraba rápidamente y con suavidad iba quitándole el haori blanco.
Hitsugaya la volvió a besar en los labios, mientras que con su mano libre le iba desabrochando el cinturón blanco que lleva el traje shinigami, al desatar el nudo tiro fuerte del mismo y lanzo el cinturón hacia el suelo para luego abrir con rapidez la parte de arriba de la ropa segadora de la fémina.
–H-Hitsugaya-kun… –dijo pausadamente cuando separaron sus labios.
Toushiro sonrió levemente para abrir sus propias piernas acomodando sus rodillas a los costados de las caderas de Momo para así tomarla desde la espalda, levantarla y dejarla sentada debajo de si. Se miraron por un segundo, casi eterno, en donde el brillo de los orbes turquesas del capitán se acrecentó al sentir que podía llegar a ver el interior del corazón de Momo, sintiendo como ella lo deseaba igual que él. La amaba desde siempre y las palabras sobraban en ese momento.
Ella cerró sus ojos al sentir la boca de Hitsugaya rozando su oreja a la vez que con una de sus manos el albino fue corriendo el kimono negro para poder tener un mejor acceso a los hombros de Momo. Lentamente la parte superior de aquel uniforme se fue deslizando hacia abajo por efecto de la gravedad dejando al descubierto aquella piel melocotón en donde Hitsugaya no dudo en depositar nuevos besos haciéndola suspirar y disfrutar de aquellas caricias.
Volvieron a juntar sus bocas de manera lenta, precisa y excitante, y Toushiro de un movimiento rápido –tanto así que cualquiera podría decir que era un experto– le desabrocho el brasier y se lo saco para poder tener un mejor acceso hacia aquellos finos, redondos y bien formados senos. Se la quedo mirando fascinado de aquello que solo a él le pertenecía.
–Hitsugaya-kun no me mires así… me avergüenzas –dijo con sus mejillas tornadas de un tono carmesí.
–Me gustas y quiero apreciarte. Si eres preciosa, Hinamori.
Luego de pronunciar aquellas palabras fue directo nuevamente hacia su cuello y lo beso con desenfreno pasando por sus hombros, clavícula y la entrada de sus pechos, hasta que Hinamori sintió un golpe eléctrico cuando la boca de Hitsugaya se poso en uno de sus senos, besándolo con devoción y maestría, mientras que con una mano masajeaba aquel que quedaba libre. Momo no pudo reprimir un gemido y con sus manos comenzó a desabrochar el cinturón blanco del uniforme de Toushiro, ella también quería sentir su piel.
Hitsugaya sintiendo como las manos de Momo desprendían su cinturón se separo levemente de ella y la miro casi divertido apreciando la mirada tierna que ella le regalaba. En el momento en que Hinamori logro abrir el uniforme shinigami del capitán en donde sus orbes chocolates admiraron con deseo aquel tan bien formado pecho varonil, bajo aquellas ropas para dejarlo con el torso desnudo. Momo acerco su boca hacia el cuello de Hitsugaya, ahora era ella quien lo besaba y luego bajaba con húmedos besos hacia el pecho, mientras que con sus manos recorría la espalda descubierta del albino, quien aprovecho para quitarle el broche de pelo que la teniente poseía, soltando así la parte de aquel cabello largo que faltaba.
Sintiendo las caricias y besos de la chica durazno, Hitsugaya con sus manos recorrió y empezó a acariciar los muslos de la fémina para llevar una de sus manos a la entrepierna de la teniente en donde deposito circulares caricias por encima de la hakama, provocando que a Momo se le comenzara a acelerar la respiración.
Toushiro volvió a recostar a Hinamori sobre el futón para luego sacarle la parte del uniforme que ya estaba estorbando y solo dejando a la joven con sus bragas puestas y a mereced de su persona, volvió a besarla con delicadeza haciendo que sus lenguas se volvieran a unir.
Una de sus manos se fue adentrando en el interior de las bragas de Momo tocando con picardía la zona intima femenina haciendo suspirar de placer a Hinamori, a la vez que con su mano libre acaricia uno de los pechos. Adentro un dedo en la intimidad de la teniente haciendo que las yemas de sus dedos ardieran en su interior, así lo sintió Momo quien no pudo reprimir más de un gemido de aquel disfrute que el capitán le estaba brindando haciendo entrar y salir aquel juguetón dedo.
Hitsugaya no apartaba su boca del cuello de Hinamori, quien mientras sentía las caricias en su parte intima, no apartaba sus propias manos de la espalda de Toushiro haciéndolas subir hasta el blanco cabello revuelto para volverlas a bajar y así sucesivamente. El capitán de la décima alejo su mano de la feminidad de mujer y apoyo ambas manos sobre el futón separándose levemente de Momo para poder mirarla. Hinamori pudo sentir un gran bulto desde la hakama de Toushiro haciendo presión sobre su entrepierna, la sensación de sentirlo adentro suyo la invadió.
–Te necesito, ya no puedo más.
–S-Soy tuya, Hitsugaya-kun –le respondió con la respiración agitada.
Él sonrió levemente haciendo que ella ampliara su sonrisa con creces, Hitsugaya se quito la parte de abajo de su uniforme seguido de su ropa interior, para luego quitar las bragas de Hinamori y quedar los dos completamente desnudos.
Se acerco con lentitud y la beso dulcemente sintiendo como era correspondido con la misma ternura. Hinamori abrió sus piernas para que Hitsugaya tuviera una mejor entrada. Así fue que mientras la besaba, lentamente se fue adentrando en ella, la fue penetrando de manera suave y calmada. Un calor intenso los invadió a ambos en cada poro de su piel.
Él era el mandamás del hielo, pero cuando estaba en estas situaciones con ella sintiendo tanto fuego interno podría llegar a decir que estaba tocando el cielo con la punta de sus dedos. Cada vez que la pensaba, el calor le era agradable, simplemente ella era esa pequeñita flama de fuego que su corazón de hielo cuidaba como oro. Miles de vibraciones lo invadían haciendo mas apasionadas sus penetraciones y movimientos sobre Momo.
Ella no podía contener su respiración agitada y las expresiones placenteras que él, solamente él, lograba sacarle. Su corazón quería salirse del alma de manera desesperada cuando sus cuerpos se friccionaban de manera perfecta como una pieza de rompecabezas completa, mientras la transpiración de su desnudez hacia mas fácil el movimiento. Estando debajo de su cuerpo de esta manera, se sentía como un pequeña niña indefensa a mereced de lo que él estuviera dispuesto a hacerle, y no importaba, se entregaría en cuerpo y alma.
Las envestidas de Hitsugaya se hacían cada vez más prolongadas y lujuriosas, arrancándole más y más gemidos a Hinamori de los labios a la vez que él respiraba rápidamente sintiendo su corazón al mil por hora por cada penetración de su miembro en el interior de Momo, un ronco gemido salio de su boca que pronto silencio al unir sus labios junto a los de Hinamori.
Mientras se besaban con desesperación cambiaron de posición haciendo que ahora Toushiro quedara sentado sobre el futón y Momo lo aprisionara debajo de ella con sus piernas a la vez que se movía al compás de la situación de arriba hacia abajo. La teniente se abrazo al capitán haciendo que sus senos se pegaran con lujuria al pecho del albino, quien poso sus manos con fuerza en la cintura de la fémina sintiendo como ella subía y baja con rapidez a la vez que gemía sobre su oído haciéndolo excitar de manera desesperante.
La posada del décimo capitán se llenaba cada vez más de los gritos placenteros de la teniente de la quinta, quien con su dulce voz pedía más y más, el capitán se lo complacía moviendo sus propias caderas aumentando la profundidad de las penetraciones cuando Hinamori baja y subía con desenfreno gritando de placer. Hitsugaya lo notaba, estaba por llegar a su orgasmo, tener a Momo de esa manera le nublaba la razón. Hinamori contenía un calor intenso, amar a Hitsugaya de esa forma era la sensación mas grata que le daba la muerte. Ambos sintieron una descarga eléctrica en todo su cuerpo y diciendo uno el nombre del otro, los dos llegaron al clímax al mismo tiempo.
Momo sintió como Toushiro saco rápidamente su miembro de su interior para derramar afuera. No había tomado una precaución antes, entonces debía tomarla ahora. Aunque sabia que eso no era totalmente seguro ya que ambos habían llegado al clímax juntos. Ella sonrió levemente, si bien eso no era algo estéticamente bonito y le hubiera gustado que él termine dentro suyo, sabia que lo hacia para protegerla.
Momo se abrazo con ternura a ese cuerpo fuerte y resistente que tenia Toushiro, quería decirle cuanto lo amaba, cuanto lo quería y cuanto estar así con él la hacia tan feliz. Pero sentía su cuerpo extremadamente cansado y aun debía regular la respiración. No podía entender como ni siquiera una misión de alto riesgo o un arduo entrenamiento llegaban a quitarle las energías como si le sucedía cada vez que hacia el amor con Hitsugaya.
–¿Estas bien? –le pregunto el capitán en su oído.
–Si –le respondió con dulzura a la vez que tomaba el mentón de Hitsugaya para depositarle un casto beso en los labios–. Te amo, Shiro-chan.
–Yo a ti, Momo-moja-camas.
–¡No es justo que me llames así! –se separo de él e inflo sus cachetes y viendo que Toushiro iba a refutar algo a su favor se le adelanto–. Shiro-chan es un apodo realmente tierno, pero Moja-camas no, es feo porque me hace quedar como una incapaz de retener.
Hitsugaya intento contener una leve risita que se le estaba a punto de escapar.
–¡Shiro…! –quiso protestar, pero Hitsugaya silencio sus labios con un beso.
La tomo con una mano de la nuca profundizando el beso y con su mano libre la tomo de la cintura, la pego a su cuerpo a la vez que se fue recostando en el futón junto a ella. En el momento de romper el beso, Hinamori lo miro con ternura para luego apoyar su cabeza en el pecho del capitán, quien tomo una sabana y cubrió sus cuerpos desnudos.
El silencio y solo el sonido de sus respiraciones –ahora tranquilas y normales– era lo único que lograba escucharse. Momo comenzó hacer pequeños círculos en el pecho de Toushiro con su dedo índice a la vez que a su memoria volvía cada uno de los momentos que había pasado a su lado desde que mantenía esta relación en secreto.
Habían decidido que era lo mejor, Hitsugaya un capitán, Hinamori una teniente. Sentían que aun no estaban preparados para enfrentar a todo el Seireitei y esposarse. No era que no lo deseaban, más de una vez lo habían hablado, pero aunque les costaba admitirlo –especialmente al capitán de la décima– les invadía el miedo de no ser lo suficientemente maduros en ello. Otra de las razones era la relación de amistad que ambos mantenían desde que se habían conocido junto a todas las cosas que habían pasado entre ellos y que eran de puro conocimiento en cada shinigami perteneciente al Gotei 13.
Se amaban, no había ninguna duda de ello, pero si lo hacían público sabían a la perfección que más de una persona se metería en su relación y todo podría complicarse, y hasta arruinarse entre ellos. Rumores, comentarios fuera de lugar, miradas perpicazes, los comentarios y metidas de Matsumoto –la apreciaban, pero sabían como era la teniente de la décima–, las preguntas e interrogantes de Renji y los amigos de Momo, entre tantas y tantas otras cosas mas, que los llevaron a decidir en tener su amor en secreto durante ya diez años, una década.
Además, era su secreto, elsecreto de ambos. Y se sentían plenos de saber eso el uno del otro, que se aman con locura y pasión, en cuerpo y alma frente a las miradas ciegas de toda la Sociedad de Almas. Era su amor, su amor secreto.
Porque después de unir sus labios en apasionados besos, de rozar sus pieles en un mismo compás, de entregarse mutuamente para unirse como dos piezas completamente diferentes, pero que juntas encajan a la perfección entre las sabanas blancas ¿Quién los podría juzgar? ¿Quién se atrevería a criticar? Nadie, porque nadie lo sabia. Porque todos estaban completamente ciegos del amor que ellos se profesaban y se tenían desde que se habían conocido.
Aunque tampoco los culpaban, ellos mismo habían tardado muchos años en darse cuenta, siempre habían sido muy inocentes. Y tal vez el único que había visto ese amor puro nacido desde la infancia entre ellos, había sido Aizen, quizá por ese motivo había utilizado a Momo para quebrar en mas de una ocasión a Toushiro, quizá por eso que solo ese traidor había sido capaz de ver, los había hecho sufrir de la manera en que lo hizo.
Es así que Hinamori y Hitsugaya no juzgaban a nadie y hasta estaban agradecidos de que nadie fuera lo suficientemente vivo para darse cuenta de lo que pasaba entre ellos. Porque ambos amaban amarse en secreto. Era su tesoro.
–Vamos a dormir, Hinamori, que mañana será un nuevo día –dijo mientras con uno de sus brazos la tomaba de la cintura.
Otro nuevo día de mantener ese amor en secreto.
Momo se abrazo mas fuerte al cuerpo de Toushiro, le dio un pequeño beso en el cuello para luego esconder su rostro en el mismo y cerrar lentamente sus ojos.
Ambos luego de unos segundos se adentraron en el sueño de Morfeo.
Si, amar a alguien no es ningún pecado.
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¿Continuara…?
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Por favor, no me maten, se lo suplico, es mi primer Lemon y me siento súper avergonzada. Como verán fue osado por ese motivo fue que situé a los personajes pasado un siglo ¿Qué les pareció? ¿Estuvo pasable?
¿Quieren que haya continuación? ¿Quieren saber como fue su primera vez? Ustedes deciden, porque lo puedo dejar como un Oneshot y listo. Eso si absténganse de lo que yo vaya a escribir (aunque me da pena ponerlo por escrito)
Gracias por leer.
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