Bueno este fic es una adaptacion de una de las historias de Michelle Reid asi que ni la trma ni los personajes me pertenecen
espero que les guste y dejemen RRs
dedicado especialmente a la loca de SOL MEYER
te quiero mucho
Una cuestión de orgullo
Profundamente enamorada, Bella le dio a Edward todo lo que le pidió, dentro y fuera del trabajo. Como secretaria de él, conocía la regla de oro de la compañía: nunca permitir que un alto ejecutivo tuviera relacionese sentimentales con el personal. Como a Edward no le importó romper la norma, Bella creyó que la amaba de verdad.
Sin embargo, surgieron dos terribles problemas que cambiarían su vida drásticamente. La única pregunta que quedaba por contestar era: ¿Cómo reaccionaría Edward?
Capitulo 1
Edward acababa de salir del baño con sólo una toalla enrollada en la cintura. Regresando al cuarto, no pudo creer que Bella aún estuviera en la cama.
-Por el amor de Dios, Bella, despierta. Ya es muy tarde... -Edward la llamó, visiblemente preocupado por la hora. Agitado, andaba por el cuarto, intentando coger las ropas que había dejado esparcidas por el suelo la noche anterior.
-¡Bella, vamos! -repitió, impaciente.
Bella podía verlo, no estaba durmiendo cómo él pensaba. Sólo observaba: sí, aquel era Edward... alto, fuerte, pálido, y por encima de todo irresistible. A los treinta y cuatro años de edad, era dueño de una empresa de equipamientos y servicios de informática, y considerado el mejor profesional en el área de la computación. Inteligente y aplicado, había alcanzado pronto el éxito en la vida.
-Puedo dormir un poco más hoy. Mi jefe me dio esta mañana para compensar algunas horas extras que he hecho últimamente -explicó Bella con una sonrisa en los labios.
-No me acuerdo de haberte dado la mañana de hoy, querida, voy a necesitarte... Debemos terminar el contrato de la Stanwell antes de mi almuerzo con la dirección de la empresa. ¡Se buena y levántate inmediatamente! -exclamó Edward, apresurado- ya estoy saliendo... necesito ir a mi apartamento a cambiarme de ropa.
La noche se había ido y el hombre atractivo y lleno de pasión ya no estaba más presente, había dado lugar al profesional frío y calculador.
-Edward, estoy hablando en serio, no iré hoy por la mañana -explicó.
-¿Por qué no? -él preguntó, irritado.
-Porque... Voy a salir con una amiga. Ya te lo había dicho antes -mintió Bella, pues tenía la seguridad de que Edward no se acordaría, aunque fuera verdad.
-Tendré que pedirle a Alice que te sustituya -concluyó. Edward ya estaba totalmente absorto en los problemas y negocios del día.
-No será necesario, Alice ya lo sabe y me sustituirá. Estaré de vuelta a las dos de la tarde -informó Bella, asumiendo su papel de secretaria eficiente.
-Perfecto -dijo Edward dirigiéndose a la puerta.
-¡Edward! -Bella lo llamó tímidamente.
-¿Qué pasa ahora? -preguntó, sin mirarla.
-Pienso que merezco un beso antes de irte, ¿no? -Bella habló en voz baja.
-¡Oh! Por Dios, Bella. Apenas acabo de salir de la cama donde hicimos el amor casi toda la noche y ya te sientes necesitada! -Edward exclamó con frialdad.
-No es eso... Sólo me siento un poco insegura.
Edward sólo sonrió hacia ella y salió.
Sólo permaneció acostada por algunos minutos más y pensó para si misma:
¡Ah! Edward ¿Por qué te cuesta tanto ser un poco cariñoso? La diferencia entre los dos era prácticamente una sola: Edward sólo tenía sexo, mientras que Bella hacía el amor.
Edward siempre era una persona metódica y no admitía mezclar su vida particular y la profesional. Bella había conseguido romper esta barrera, haciéndose su amante. La relación, sin embargo, era secreta. Sólo Emmett, el gerente de recursos humanos de la empresa y mejor amigo de Edward, sabía al respeto.
Cuando acababa el trabajo, Bella dejaba de ser sólo la secretaria de Edward. De tres a cuatro veces por semana salían a cenar y bailar. Durante la noche, Edward era un amante gentil y apasionado, pero a la mañana siguiente se transformaba en otra persona. Asumía el papel del ejecutivo frío y serio y salía hacia el trabajo sin ofrecer siquiera una caricia a Bella.
Aquella mañana parecía no terminar para Bella. Mintió a Edward: no iría a encontrarse con ninguna amiga. No era verdad, tenía una consulta fijada con su ginecólogo.
-¡Felicidades, estás embarazada, Bella! -dijo el médico sonriendo.
Hacia semanas que intentaba convencerse de lo contrario, pero en el fondo, sabía que estaba embarazada. Sólo fue al médico para confirmar sus sospechas.
Bella no conseguía razonar. No conseguía definirse entre sentirse feliz por llevar al hijo de Edward o infeliz por saber que esto podría causar el fin de su relación.
Fueron cinco meses inolvidables, pensó, nostálgica.
Desde el principio Edward había dejado bien claro que no quería ningún compromiso, pues apreciaba demasiado su libertad. Bella, apasionada, había aceptado todas las condiciones que el hombre le había impuesto.
Habían acordado que Bella tomaría las precauciones necesarias para no embarazarse. Pero, frecuentemente, se olvidaba de tomar sus anticonceptivos. Siempre fue olvidadiza en relación a los remedios. A veces pasaban días sin tomarse las píldoras y, cuando se daba cuenta, se tomaba dos de una vez. Había tenido suerte de no haberse embarazado antes.
Con seguridad su amante consideraría ese descuido como una traición, pues había confiado en su palabra.
Bella salió del consultorio médico bastante confusa. Sabía que necesitaba de algún tiempo para poner las ideas en orden. Comenzó a caminar por las calles sin rumbo fijo. No conseguía detener las lágrimas que le corrían por el rostro, atrayendo la atención de las personas que pasaban a su lado.
Mi Dios, ¿qué hago ahora?, se preguntó Bella desesperada
Sin saber por cierto como había conseguido llegar a la oficina, fue directo al baño y se arreglo el maquillaje, intentando disfrazar la palidez de su rostro.
Todo parecía haber ocurrido normalmente por la mañana durante su ausencia. Edward ni la había saludado cuando pasó junto a ella en dirección a su propia oficina, pero Bella lo había notado, como siempre. Vestía un traje azul marino con camisa de seda blanca que además de muy bonita, le realzaba aún más su piel pálida. La corbata era de un azul claro que le había regalado en su último aniversario. Estaba muy elegante, pues procuraba estar siempre bien vestido.
-Bella, ven a mi oficina, por favor -la llamó por el interfono.
-Voy, Edward -respondió rápidamente.
Bella, con bloc y bolígrafo en la mano, se arregló la ropa e inmediatamente se dirigió a la oficina de Edward.
Después que sentó en la silla de al lado de la mesa del jefe, éste preguntó, sin siquiera levantar el rostro de los papeles que consultaba:
-¿Cómo fue el encuentro con tu amiga?
-Muy bien -mintió Bella-. Almorzamos juntas y recordamos los viejos tiempos.
Sabía que Edward no estaba ni siquiera escuchando. Estaba atento a una pila de papeles y documentos. Todo indicaba que el contrato de la Stanwell había sido cerrado por la mañana.
Bella estaba muy confundida, se sentía culpable y con miedo. No podría esconder aquella situación por mucho tiempo, pero de una cosa estaba segura: la reacción de Edward sería terrible. Había confiado en ella, y lo había traicionado.
-¿Puedo empezar? -preguntó Edward, notando que su secretaria estaba distraída.
-Claro, Edward, puedes -respondió inmediatamente.
Trabajaron toda la tarde y Bella consiguió incluso olvidarse de los problemas que tanto la afligían.
Al final del día, se encontraba exhausta. Como ya no había nadie más en la oficina, Edward se aproximó con mucha delicadeza a Bella y tocándole la barbilla cariñosamente levantó su rostro para mirarla a los ojos.
-¿Estás bien? -preguntó, revelando preocupación.
-Sí. Sólo un poco cansada, no veo la hora de llegar a casa, tomar un baño, y descansar -respondió Bella, sonriendo y tratando de esconder su nerviosismo.
En otros tiempos, el simple hecho de que Edward se preocupase sería bastante para que se sintiera la más feliz de las mujeres. Pero ahora todo era diferente.
-Es que... estaba pensando en qué cenáramos juntos, tal vez bailar un poco, y entonces quien sabe... -propuso Edward, asumiendo una expresión traviesa.
-Hoy no, Edward. Discúlpame. Estoy en uno de aquellos días... tú sabes -respondió Bella.
Conocía bien a Edward y sabía que cuando se mostraba cariñoso, era porque tenía una sola cosa en mente: llevarla a la cama.
-Está bien, está bien. No voy a insistir más -dijo Edward, pasando delicadamente las manos por los cabellos de Bella.
Le gustaba cuando sus largos cabellos castaños estaban sueltos, pues embellecían aún más el rostro delicado y femenino de Bella. Su piel clara y muy suave realzaba los grandes ojos marrones. Era una mujer atractiva, y dondequiera que fuese, su cuerpo bien formado y sensual llamaba la atención de los hombres.
Bella bajó la cabeza para continuar trabajando y Edward percibió que realmente no adelantaría nada con insistir.
-¿Vas a tardar mucho todavía? -preguntó, mirando su reloj.
-Unos diez minutos más y me voy a casa, Edward.
-Muy bien, Bella, buenas noches. Nos veremos mañana -él habló en un tono de voz preocupado-. ¿Estás segura de que está todo bien? Creo que estás muy extraña hoy. ¿No quieres decirme lo que sucede? -Edward colocó su mano sobre la de Bella y comenzó a acariciarla tiernamente.
-Yo debería preguntarte lo que está sucediendo a ti... ¡Nunca te preocupas por mí! ¿Por qué lo haces ahora? -un poco nerviosa lo miró a los ojos.
-¡Quien te escuche pensaría que soy un libertino! -exclamó nervioso.
-Y a veces lo eres. Nosotros dos lo sabemos -replicó Bella, mientras volvía a mecanografiar, visiblemente irritada.
Bella era siempre muy tierna, delicada y, cuando actuaba así, tan impulsivamente, Edward no sabía como reaccionar. Confuso, retrocedió y la miró por algunos segundos sin decir nada. Se dirigió a la puerta y, nervioso, salió sin siquiera despedirse.
Bueno aqui esta el primer capi de esta historia
me encanta esta historia por eso quic adapatarla espero que les guste tanto como a mi
besos
Nessa