Las internas del G8

mucho ruido y pocas nueces

Prusia – Alemania del Este: Cosas lindas

Las agujas del reloj dieron otra vuelta y otro minuto perdido.

¿Cuál era el punto de venir a estas reuniones?

No era que él hiciera nada productivo.

Era imposible hacer algo productivo con Ludwig haciéndose cargo de todo.

La verdad era que sólo asistía porque su hermano insistía en que empezara a tomar más participación en los temas que ocupaban a su país. El de ambos.

Hasta donde él sabía, no había nada que pudiera aportar. Pero si Ludwig así lo quería (más bien ordenaba), no se lo negaría a su hermano menor.

Así que ahí estaba. Esperando a que el resto llegara para comenzar con la reunión del G8. Dio un golpecito con su lápiz en la mesa. Ni si quiera sabía que cosas se hacían en estas reuniones, aunque no le preocupaba porque seguro Ludwig podría manejarlo. Ludwig siempre lo manejaba todo, mientras él se dedicaba a ser absolutamente genial.

Escuchó la puerta abrirse y se giró a mirar en medio de un bostezo. Oh, perfecto, ya estaban todos, podrían comenzar.

-Sentimos la tardanza, tuvimos algunos inconvenientes en el tráfico-informó Arthur.

-No hay problema, creería que ya estamos todos, ¿no?-dijo Ludwig

-Oh, sí-respondió Kiku, Prusia pudo ver como contaba una vez más disimuladamente.

Del lado frente a él en la mesa redonda se sentaron los recién llegados, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Canadá.

.

…¿Canadá?

¿Era parte del G8?

Oh, cierto, sí lo era. Ludwig tuvo algunos problemas para recordarlo cuando le nombró los miembros pero al final logró hacerlo, con nombre y apellido por si él tampoco se acordaba quién era.

Oh, sí que sabía quién era.

Jamás se olvidaba de él.

Ok, si Matthew estaba aquí quizás esto no fuera tan aburrido. Siempre tuvo una pequeña preferencia por el canadiense. Alguna vez incluso, en una noche de alcohol, intentó llegar a algo…

Scheiße, recuerdo doloroso.

Matthew fue muy amable rechazándolo, demasiado para su propio bien.

Sin embargo, amable o no, fue un rechazo. Un error.

Y él era demasiado genial para permitirse errores.

Oh, cierto, desde ese entonces había decidido ignorarlo. Porque tenía miedo de que si se acercaba demasiado, en algún momento bajaría la guardia y lo intentaría de nuevo. Y sería rechazado de nuevo. Lo que sería otro error.

Aunque ignorarlo no significaba no poder mirarlo (bueno, técnicamente sí, pero no importaba porque él era genial)

Mirarlo y mirarlo hasta que esa aburrida reunión terminara.

Escuchó como Ludwig daba la orden de tomar un receso para almorzar.

¿Ya era mediodía?

Oh, como pasa el tiempo cuando se miran cosas lindas.

-¿¡Pastaa!-preguntó Feliciano con emoción

-Sí, Italia, puedes traer la pasta-permitió Alemania.

-Oh, ¿hoy nos invitarás pastas caseras? Suena delicioso-musitó Matthew, su voz siempre más baja de lo normal.

-¡Sì! Esta es nuestra última reunión antes del receso de fin de año, por lo que, como el anfitrión, pensé en hacer algo para celebrar.

-C´est magnifique! ¿Quieres ayuda para servir?-ofreció el canadiense

Prusia estaba listo para desarmarse en suspiros.

-Oh, no, son mis invitados, yo puedo.-respondió Feliciano levantándose

-Insisto, no me cuesta nada-continuó Matthew levantándose con él

Los dos se fueron a la cocina hablando sobre el plato en cuestión.

En un costado pudo ver como Francis, a diferencia de él, no retenía sus suspiros viendo al dúo. Él solo sonrió de costado, deseando podes estar a solas con el francés para poder reírsele en la cara.

Francis tenía tantas bajas chances como él.

Era obvio, por la escena de recién, que Matthew tenía una inclinación por el italiano.

Oh, Gott, ¿por qué de pronto tenía ganas de salir corriendo?

Odiaba esos momentos en que no se sentía para nada genial.


Scheiße: mierda

C´est magnifique!: Es magnífico!