Las primeras luces del día entraron por la ventana y despertaron a Merlin. Abrió los ojos y comprobó que no se trataba de un sueño, Elizabeth seguía estando allí, apoyada sobre él, desnuda, notaba sus pechos contra su piel y su cabello haciéndole cosquillas en la nariz; pero estaba allí, habían pasado la noche juntos, habían hecho el amor y se habían quedado dormidos en brazos del otro.

La miró más detenidamente, había algo tan familiar en ella, pero todavía no había conseguido averiguar lo que era. Conocía el aroma de su piel y de su cabello; en el fondo de su mente conocía la tersura de su piel y ese color azul de sus ojos. Todo era conocido para Merlin, pero estaba seguro que no había visto anteriormente a la chica.

"Merlin es hora de levantar."

Antes de que el muchacho pudiera reaccionar, la puerta del dormitorio se abrió y Gaius apareció allí, mirando a los dos jóvenes, que al menos, para suerte de Merlin, todavía estaban cubiertos por la sábana.

El médico se quedó parado, la boca abierta y las manos en el marco de la puerta para no caerse. Elizabeth seguía durmiendo, su pequeño cuerpo apoyado en Merlin y el mago, con su rostro totalmente enrojecido, con ganas de esconderse debajo del colchón.

"Decía que es hora de levantar." Gaius se dio la vuelta, sin decir más y los dejó solos.

Merlin se cubrió el rostro con una mano, intentando no moverse demasiado para no sobresaltar a Elizabeth, pero la chica comenzó a removerse y suspirar. El muchacho la miró y sonrió porque le recordaba a uno de esos gatos que merodeaban por la ciudad, estirándose lentamente al despertarse. Bostezó y se frotó los ojos.

Un rayó de sol llegó directamente hasta sus ojos y le obligó a moverse. Protestó y se removió y finalmente se vio obligaba a abrir los ojos.

"Buenos días." Dijo a Merlin, pero el muchacho no le contestó. "¿Va todo bien? ¿Qué ocurre?"

"Gaius acaba de entrar."

Elizabeth palideció de repente y se levantó, pero al darse cuenta que estaba desnuda, se cubrió con la manta, pero entonces descubrió que Merlin estaba desnudo, se volvió a tumbar y se cubrió con toda la manta.

"Gaius me va a echar de su casa. Acabo de llegar a su casa y me encuentra aquí, contigo, como si fuera una… una cualquiera."

Merlin le besó.

"No digas eso, no eres una cualquiera y tampoco me obligaste a hacer nada, porque cuado… bueno cuando hicimos… ya sabes, no tuviste que forzarme a hacer nada." Los dos se miraron ruborizados, habían sido las horas más increíbles de sus vidas, aunque en el caso de Elizabeth no era decir mucho. "Será mejor que nos vistamos y salgamos."

"Merlin…"

"No pasa nada, supongo que Giaus sabía que este momento llegaría, lo que pasa es que nunca había pensado…" para evitar que siguiera hablando, Elizabeth le besó en los labios. "Mejor salimos a ver como se comporta Gaius."

Se vistieron rápidamente y salieron de la habitación. Gaius ya había preparado el desayuno para los tres y estaba sentado esperándoles.

"¿habéis dormido bien? Ha sido una noche muy fría."

Los chicos se miraron, aquello no era propio de Gaius, pero tampoco lo era encontrar a Merlin con una chica en la cama. "Si, muy bien. ¿Qué hay hoy para desayunar?"

"Lo mismo de todos los días, leche y un poco de pan."

El médico empezó a comer tranquilamente, Merlin lo miró un momento, pero lo cierto era que estaba muerto de hambre, también comió. Pero Elizabeth no lo hizo, miró a los dos hombres, ¿realmente iban a pasar del tema sin hablarlo? Pero ninguno parecía tener mucha intención de decir absolutamente nada. Así que empezó a comer.

Media hora más tarde, todos habían terminado y la mesa estaba recogida. Merlin dijo que tenía que ir al castillo para averiguar si tenían noticia de Arthur y Elizabeth se ofreció para acompañarle. No quería quedarse a solas con Gaius y saber que le iba a preguntar sobre la noche anterior.

Al salir de casa, Merlin se echó a reír.

"Creo que Gaius pensaba que nunca me vería con una chica."

"¿Habías estado antes con una chica?" El rubor en las mejillas de Merlin le dio la respuesta. "Para mi… no se si era la primera aunque que hacía algo así, aunque me sentí como si fuera la primera vez que estaba con un chico."

"¿Quieres decir que has estado con alguna chica?"

Elizabeth bajó la mirada. Deseaba tanto poder contestar a esa pregunta o a todo lo que tuviera que ver con su vida. Pero no había vida o al menos no la recordaba antes de la aparición de Merlin. Habían llegado a la conclusión de que los hombres que la habían asaltado, habían hecho que se golpeara la cabeza.

"No pasa nada, seguro que con el tiempo terminas por acordarte."

"Ahora vamos al castillo, seguro que ya tienen noticias de Arthur o tal vez ha vuelto por si mismo y puedo volver al trabajo. Hablaré con Gwen, seguro que tiene un sitio para que puedas trabajar tu también allí, siempre hay hueco para una nueva sirvienta."

Elizabeth se detuvo y estiró la mano para detener también a Merlin, aunque fuera en mitad de la calle.

"¿Qué ocurre?"

"¿Qué es lo que sientes por mi? No se mucho sobre esto, ni sobre nada, pero de alguna forma se que algunos hombres dejan tiradas a las chicas después de… de lo de anoche, pero yo lo hice porque me gustas." Estaba tan colorada, que parecía a punto de estallar. "¿Yo te gusto?"

Merlin desanduvo los pasos dados y sostuvo a Elizabeth entre sus brazos, mirándola a los ojos.

"No creas que acabo en la cama con todas las chicas que conozco, en realidad… tu has sido la primera y ha sido lo más hermoso que he hecho en toda mi vida. He sentido que éramos realmente especiales, como si te conociera de siempre, como si supiera lo que estabas pensando."

"A mi me ha pasado lo mismo. Te miraba a los ojos y veía… no eres como los demás chicos Merlin, bueno al menos no creo."

"Tu si que no eres como las demás chicas. En la ciudad las chicas creen que no soy más que un bicho raro, sólo tienen ojos para Arthur, como todo el mundo supongo."

Suspiró, era la primera vez que era tan sincero con alguien… si no pensaba en Arthur, que pese a ser su señor, siempre habían sido completamente sinceros con el otro; incluso Arthur lo había sido con él, hablándole de su padre, de los miedos de ser el futuro rey, de querer casarse por amor, de mil cosas que nadie más le había contado nunca.

Elizabeth se agarró a su brazo y apoyó la cabeza sobre el hombro del joven brujo, como si de una pareja normal y corriente se tratara. Merlin rodeó sin cintura y de nuevo, volvió a embriagarse con el aroma de su cabello. Seguía siendo conocido, pero no había forma de saber porque.

Caminaron tranquilamente de nuevo hacia el castillo, pero las malas noticias, Arthur seguía desaparecido y después de todo el tiempo que había pasado, las posibilidades de encontrarlo con vida, eran demasiado pequeñas para tenerlas en cuenta.

Se declaró el luto en le reino, las banderas se bajaron y las fiestas para los siguientes meses fueron anuladas y Uther, destrozado por la casi segura muerte de su hijo dejó en manos de su consejo el control del reino.

La gente comenzó a llorar, el reino se había quedado sin heredero y los enemigos de Uther no tardarían en intentar atacarlo y conquistarlo. El miedo se adentró en todos sus corazones.

Merlin se dirigió hacia los aposentos de Arthur. "No puede ser, no puede ser." Repetía sin parar. Abrió la puerta de golpe, con la baja esperanza de encontrarlo allí, cambiándose de ropa, protestando por lo incómoda que era la armadura o el calor que hacía.

"Merlin." Elizabeth intentó detenerle, pero fue demasiado tarde.

Pero el cuarto estaba vacío igual que los tres días anteriores, frío, silencioso y muerto. Sintió que se le doblaban las piernas, se apoyó en la pared y respiró profundamente para no quedarse sin aire.

"Merlin, lo siento mucho."

"No está aquí. Arthur no está." Le temblaba todo el cuerpo.

dio unos pasos hasta la cama y se dejó caer en ella, ahora no había nadie que pudiera decir que era un bajo por sentarse y no estar trabajando; porque Arthur no estaba allí, no estaba en todo el reino, porque lo más probable era que estuviera muerto.

"Al menos tengo que encontrar su cuerpo. Si realmente está muerto, tengo que encontrarle, debe tener el funeral que se merece y si todavía está con vida… tal vez está herido y no puede volver. Solo han pasado tres días."

"Merlin." Elizabeth se arrodilló frente al brujo y le acarició la mejilla. "Se lo que sientes. Bueno no lo se, porque nunca he perdido a nadie o por lo menos no me acuerdo. Pero tu lo has dicho, han pasado tres días."

"Eso no es nada para Arthur, ha pasado por cosas peores, lo se porque estaba con él, le he cuidado y siempre ha salido adelante." Los ojos se le rasgaron por las lágrimas y sin poder evitarlo y sin importar si alguien le veía, se tumbó en la cama de su amigo. se abrazó a la almohada y comenzó a llorar desconsoladamente.

Elizabeth no dijo nada, no había mucho que pudiera decir, aunque sentía el corazón igual de roto que él. Por eso se recostó en la cama junto a él y rodeó su cuerpo entre sus brazos. Le acarició el cabello y la mejilla y le dio pequeños besos en el rostro y el cuello.

"Arthur no puede morir." Dijo en voz baja y entre sollozos el brujo. "Arthur no puede morir."

"Lo siento, Merlin, mi amor lo siento."

De repente Merlin lo sintió, el mismo aroma, el dulce aroma de Elizabeth, solo que ahora provenía de la cama, de los cojines, de las mantas, toda la cama estaba impregnada. Levantó la cabeza respirando con dificultad y se volvió hacia la chica.

"¿Qué ocurre?"

"Ese olor… tu olor."

"¿Mi olor? ¿Crees que huelo?"

"No, no… es tu aroma natural, estaba seguro que lo conocía, pero sabía de donde y de repente… toda la cama huele a ti; la cama de Arthur."

"Dios mío, ¿estás diciendo que me he acostado con Arthur?"

Merlin negó con la cabeza, no podía ser que toda la cama oliera a la chica. No tenía sentido. Se levantó y fue al armario del príncipe, lo abrió de golpe y comenzó a oler la ropa de su amigo. toda olía exactamente igual.

"No puede ser."

"¿Qué pasa Merlin?" El muchacho se dio la vuelta, con una de las camisas de su amigo en la mano. "¿Merlin?"

"Creo… no se como, no tengo una explicación; pero…"

"¡Merlin!"

"Creo que tu eres Arthur."