Los personajes pertenecen a la maravillosa Stephenie Meyer nosotras solo dejamos fluir nuestra imaginación, como compañeras en el crimen.


Canción del fic: Let me go – Three doors down.

Canción del capítulo: Iris – The Goo Goo Dolls.


Prólogo


"Y no quiero que el mundo me vea. Porque no creo que ellos entiendan. Cuando todo está hecho para ser roto. Yo sólo quiero que tu sepas quién soy"


Le dolía la cabeza.

Un vacío en su pecho se calaba poco a poco, sus piernas y brazos temblaban por el frío del agua y la baja temperatura de la vacía habitación. Recogió su desnudo cuerpo una vez más en busca de calor, sus rodillas chocaron una contra otra y sus dientes castañearon como resultado de la acción. Los párpados le pesaban y las comisuras de sus ojos, colaborando con la tarea, mantenían a las lágrimas dentro de su ser impidiendo que escaparan. Cómo si eso fuera a evitar que ella llorase, seguramente en esos momentos nada podría detener la lluvia de recuerdos y dolores que pesaban sobre su espalda.

Sus hombros helados chocaron contra la baldosa de la pared, se miró los pies por unos segundos disfrutando de algunos segundos con la mente en blanco. El agua de la ducha caía incesantemente sobre su cuerpo bañando a la tina conjuntamente, sin embargo ella apenas y podía respirar, le dolía el pecho, el cuerpo, la cabeza. Le dolía el alma.

Haberlo perdido -se recriminó-. Haberlo perdido fue lo peor que pudiste haber hecho durante toda tu vida.

Echó hacia atrás el torso y mantuvo los pies a raya, observó el techo tratando de perderse allí. Aquel rosa pálido que combinaba con el piso blanco mármol no tenía sentido sin él, últimamente nada tenía sentido sin él.

Un sollozo desgarrador escapó de sus labios en cuanto una imagen mental la embargó, aguantó el dolor como pudo, y apenas contuvo las lágrimas mordiendo su labio inferior, tratando así de contener más agudos sonidos que clamaban por salir y empapar al aire de dolor.

En realidad ella estaba sufriendo y no sabía cómo sellar aquel pasado que tanto daño había causado en una de las mejores cosas que la habían maravillado. Tantos secretos que decidió guardarse para sí misma esperando que él jamás los descubriese. Y aquí estaba ahora, llorando por él, aguantando con ansias el deseo punzante de lanzarse a sus brazos y marcarlo como suyo frente al mundo.

Le había dado todo de ella, cada parte de su corazón, de su alma, eran solo de él, lo amaba con locura, con desesperación incluso. Y nunca llegó a pensar en el profundo sufrimiento que se apoderaría de su cuerpo si le fallaba a ese amor que ambos sentían el uno por el otro. Ya no queda nada de aquellos seres perfectos; dos bosquejos de personas rondan la tierra, deambulan como humanos llenos de amargura insatisfecha.

Clavó su vista vacía en la pared contraria de la ducha, el agua fría golpeaba contra su espalda sin dar tregua y ella lo recibía como un castigo al daño tremendo que le había causado a su alma gemela. Al menos eso sosegaba en cierto punto el dolor que la marcaba, ese dolor tan certero y capaz de ser palpado. Esa amargura hiriente, sanguinolenta.

Tantos sentimientos dentro de un solo cuerpo no podían sobrevivir y, sin embargo, lo habían hecho; todos ellos en conjunto se habían apropiado del corazón de ella transformándola en una muñeca desolada y congelada, sin calidez recorriendo su pecho, sin armonía sanando su alma, sin nada. Lo que quedó era un saco vacío, un precipicio sin salida en el que tarde o temprano caería aniquilando cualquier resquicio de cordura dentro de su mente.

Se rió amargamente mientras una lágrima surcaba su mejilla derecha confundiéndose con las gotas de agua.

Era culpable de su propia desgracia y tenía que aceptarlo.

Él no podía reaccionar de otra manera, ella había matado a la causa de su existencia, a la razón de su vida, a su hijo.

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Entre penumbras y oscuridad un hombre de cabellos cobrizos corría, huía de su pasado y del horrible presente que le había cambiado por completo.

Su cuerpo temblaba por los sollozos que se negaban a escapar, sus manos en forma de puños dejaban entrever aquellos nudillos con heridas abiertas, muestra perfecta de la lucha que había terminado hacía algunos instantes.

Tenía los músculos de sus brazos marcados y el ceño fruncido. Corría tan rápido como sus extremidades se lo permitían a sabiendas de las consecuencias de su acto.

Si tan solo supiera -suspiró observando como el cielo caía a pedazos-. Si ella supiera.

Continuó su camino atravesando el suelo hediondo, sus pisadas eran cada vez más fuertes acompañadas de aquella tintineante voz que clamaba el nombre de su mujer a gritos proferidos.

La necesitaba y solo Dios sabe cómo la necesitaba. Sin embargo no podía pedir más de lo que tenía: ella había cambiado por él y él por ella, pero ni el pasado ni el destino habían canjeado sus órdenes por deseo de ambos. Deseó con todas las fuerzas de su alma cambiar su presente, transformarlo en algo mejor para ambos, pero su vida, su propia familia no se lo permitió.

Y ahora, sin importarle el pasado o la corriente que los perseguía, se había decidido a luchar contra viento y marea por ella, por sentir su calidez una vez más, por escuchar su risa después de robarle un beso o simplemente por verla. Por ver sus ojos brillar en medio de la noche después de declararle su amor de la manera más sutil del planeta; solo verla.

Respiró profundo al llegar completamente empapado al portón de aquella casa donde la había amado con tanto fervor, negó con la cabeza ahuyentando sus miedos y atravesó la puerta principal buscándola, rogando poder verla por última vez, al menos para descubrir qué había cambiado en ella, qué la había hecho perder los ánimos y los estribos.

Entró de golpe, sin siquiera pedir permiso. Se abrió paso entre la soledad exorbitante del lugar y ascendió las escaleras. La adrenalina corría por su cuerpo mientras azotaba puertas suplicando verla por última vez, y toda su búsqueda terminó en cuanto escuchó un llanto lastimero proveniente de una última y oscura puerta al final del corredor.

Apresuró el paso y azotó la puerta para verla; justo ahí la encontró, empapada y temblando. Desnuda y amoratada por los golpes del agua en contra de su espalda, con la mirada perdida en algún lugar del mundo.

Su corazón se contrajo de dolor y desesperanza, y con voz apenas audible la llamó, ya sin fuerzas.

-Bella.

Ella despertó de aquella triste ensoñación y le regresó la mirada.

Y fue entonces cuando él lo entendió todo.


Hola!

Valhe:Esta vez, empezamos está historia la izzy y yo, con ganas de que les guste, y les quite el aburrimiento, que a veces es un ¡Horror!

Itzeel:Hemos decidido animarlas con un poco de nuestras locuras, llenas de sentimientos que abundan, pero son escasamente representados.

V:Esteee...No queremos hacerlas llorar, pero puede que necesiten uno que otro kleenex para esta nueva aventura. No se preocupen, les enviamos los pañuelitos por correo.

I:Promete ser interesante y poco usual, al menos para nosotras, así lo ha sido. Disfruten leyéndola, como nosotras disfrutamos escribiéndola. XD.

Ambas: Queremos agradecer, con todo el almita a nuestra maravillosa beta"Erised Black" y pronto les tendremos noticias de una colaboradora ¡cítrica!. . Sabemos que les brillan los ojos. Todas las canciones mencionadas al inicio de los capítulos están en nuestro perfil. !Y también tenemos formspring! Así que ahí tienen la información extra.

¿Qué tal si nos dejan unos lindos reviews? *Puchero con ojos aguados* Expresen sus opiniones, gustos y demás. De premio, les entregamos un adelantito de lo que será el primer capítulo.

Muchos besos mexicanos y ecuatorianos.

V&I