¡Hola!

He regresado con la segunda parte y final de este Fic, que se suponía sería para navidad, pero en fin, a mí siempre me llega todo tarde.

Sé que nadie a comentado aún, pero no importa, sé que me leeís, eso es suficiente por ahora.

Nota Importante: Chicas y chicos, no sé si sabrán, si no pues se enteran, Re y Yo estamos en un proyecto ambicioso, es un Blog donde pondremos tonterías, cosas serias, hablaremos de Fics buenos, Fics malos, más o menos, ya tenemos a nuestra primera víctima, digo, autora, entra y averigua quién es http:/ con-olor-a-pergamino. blogspot. com/ (Sin espacios)

Ahora, a leer.

Go.


¿Qué podría darle que ya no tuviera él? ¿Una colonia? ¿Una camisa? ¿Una costosa escoba, que de seguro ni con vender todas sus cosas pagaría?

Los últimos días para Hermione estaban siendo más tortuosos de lo que alguna vez imaginó, no dormía tranquila, comer era agotador y pensar en qué podría interesarle era frustrante. Pasar año nuevo así no era nada alentador.

Estaba en blanco, sin ideas, sin una mísera idea que pudiera renovar su cansado cerebro, su palidez estaba llegando al extremo que parecía una segunda Malfoy, sus sonrosadas mejillas habían dado a parar en el baúl de los recuerdos, juntos con su energía y confianza.

Se sentía devastada.

Mil veces se preguntó la razón de porqué se tomaba la molestia de hacer lo que hacía, pero bastaba con una pequeña y sutil mirada a sus guantes bordados con sus iniciales para recordarse que su motivo no era estúpido, mucho menos descabellado, sólo quería retribuir el bonito gesto que había tenido para con ella, nada más.

El cuatro de Enero y después de que Luna no aguantó más, la misma había secuestrado a Hermione a una sala de clases vacía, habían charlado por alrededor de una hora, siendo él el tema principal.

- No tengo idea de qué obsequiarle Luna – se quejaba mientras como leona daba vueltas en el salón – Qué puedo ofrecerle que no tenga ya.

- Hay muchas cosas que ellos necesitan y no saben – susurró la rubia, meciendo los pies.

- ¿Cómo cuáles? –

- Oh, si ellos no lo saben, menos yo – sonrió con naturalidad, Hermione sólo suspiró.

- Por cierto Luna, ¿Tus zapatos? –

- Se extraviaron otra vez – dijo con simpleza al encogerse de hombros – Ya volverán.

Luego de eso, estuvo tan desesperada que hasta se planteó la idea de preguntarle a Lavender o a Parvati, pero como quería que le hicieran tantas preguntas, decidió callar.

Seis de Enero.

Seguía sin ideas para el obsequio de Malfoy, pero algo en el ambiente había de pronto cambiado. Hermione podía sentir la persistente mirada del muchacho clavada en su nuca, sentía la tensión cuando pasaba a su lado y palpaba con claridad su molestia. Algo le molestaba al rubio y ella no sabía qué.

Fue ese mismo día en la tarde, que se topó con él a solas camino al Gran Comedor.

- Granger – dijo él con brusquedad, haciendo que la muchacha saltara de miedo – Detente.

- ¿Sí? – preguntó tímida, sin averiguar que él acababa de darle una orden.

- ¿Qué demonios te pasa? – procuró modular la voz, a pesar de lo apartado del pasillo, a esa hora era algo concurrido.

- Nada, ¿debiera pasarme algo? – sus manos temblaban.

- Ese nada ni Merlín se la cree – bufó – estás pálida, delgada y bastante ojerosa.

Hermione abrió los ojos con sorpresa y un impulso instintivo de largarse de ahí se apoderó de ella, estaba a punto de hacerlo cuando recordó quién era ella y quién era el que le hablaba con demasiada confianza.

- Gracias Malfoy – soltó con ironía – por recalcar mis bellas virtudes.

- No te hagas la tonta –

- No puede hacerme pasar por algo que no soy – replicó – y, sin ánimo de responder tu pregunta pero haciéndolo de todos modos, mi estado deriva del agotador estudio y de mis muchas otras obligaciones.

- Hace años que estás llena de conocimiento como un mosquito chupa sangre – picó con malicia – pero jamás te habías visto tan deplorable.

- Genial, de pálida pasé a deplorable – gruñó.

- Sabes a lo que me refiero –

- No, no lo sé, ¿Te molestaría explicarme? – casi chilló de manos en las caderas.

- Yo lo sé – dijo de pronto una voz a la espalda de Malfoy.

- Luna – gimió Hermione, tratando de que se marchara.

- Es más que obvio – dijo de pronto la rubia, sin hacer casos a los tirones de Hermione por sacarla del lugar – Malfoy está preocupado por tu aspecto y tu aspecto Hermione recae en que no sabes qué regalarle por Navidad, para retribuirle el obsequio.

Tanto Draco como Hermione enrojecieron, Hermione doblemente al ver el suave rubor en la piel pálida y lisa de Malfoy, comenzó a toser con algo de escándalo al no saber qué más hacer. La rubia los dejó solos mientras ellos miraban en distintas direcciones y cuando el rubio e increíblemente liso cabello de Luna dobló la siguiente esquina, el muchacho se atrevió a hablar.

- ¿Es cierto lo que dijo la lunática? –

- No le digas así – gruñó olvidándose de lo extraño de la situación – Es una hermosa persona.

- Que dice locuras…-

- La mayoría de las veces ella tiene razón, está algo salida, pero es inteligente y sagaz – defendió.

- Entonces… ¿Tiene razón? ¿Has estado así pensando en qué regalarme de vuelta? –

Hermione tuvo que odiar su sentido de la amistad por algunos segundos, no le respondió con un alto y claro "Sí" pero en cambio suspiró rendida, era lo único que le daría y eso era lo único que él necesitaba como confirmación.

No le dijo nada más, al contrario, se dio media vuelta y con las manos en los bolsillos se marchó como cuando le obsequio aquel par de guantes en la noche previa a Navidad, y mientras caminaba aristocráticamente, levantó la frente y dijo:

- Pensé que eras un poco más inteligente Granger – arrastró las palabras – no hay ningún bien material que tú puedas darme y me interese, al contrario, sé que eres incapaz de poder siquiera adivinar la clase de fragancia que uso.

- Engreído – le gritó.

- Gracias – sonrió sin que ella lo viese – pero nunca he tenido algo intangible, por cierto.

Hermione no pudo procesar nada más después de la palabra "Incapaz", cuando volvió a su habitación de noche aún estaba enfadada y hecha una furia, sus amigos no se atrevieron a molestarla en el trayecto a su sala común aunque Luna fue la única valiente en abrazarla y desearle unas buenas noches, a lo que la castaña respondió con un descortés "Sí, sí, tú también, como si fuera posible".

Poder conciliar el sueño fue lo peor que le pasó, escuchaba claramente los indeseables ronquidos de Parvati y el insistente movimiento de Lavender entre sus sábanas, nunca antes le había molestado, pero al parecer esa noche todos los sonidos estaban a mil.

- Claro que sé el nombre de tu fragancia idiota – susurró con agresividad.

Se volteó una vez más implorándole a Morfeo que se apiadara de ella y la llevara entre sus brazos, al parecer, y muy en el fondo, Morfeo sólo jugaba por algunos minutos con sus víctimas, ya que tenía aún mucho trabajo que realizar. En cinco minutos Hermione estaba profundamente dormida.

Pero despertó tan rápido como se durmió.

Hermione era de esas personas que se dedican a escuchar a la gente, pero que también escuchan lo que quieren escuchar. Intangible, eso había salido de los labios de Malfoy luego de que él se marchara sin siquiera brindarle una mirada.

Estaba a mitad de la noche, con un pie en el suelo y el resto del cuerpo sentado en la cama, indecisa de sus pensamientos, algo turbada ante la enorme idea de algo intangible para Malfoy, es que era una bruja, cómo no lo había pensado antes.

Decidió salir de la cama de todas formas, el frío la inundó de inmediato, se calzó sus zapatillas de levantar y puso precariamente la capa del colegio sobre sus hombros, que fue lo primero que encontró, con su varita bien firme salió sigilosa de la torre de los leones, despertando en el trayecto solamente a la señora gorda.

- Estas no son horas de salir – le gruñó.

- Esa no es manera de trabajar – le gruñó de vuelta.

Supuso que había caminado por el desierto castillo por alrededor de una hora, serían las una y media de la madrugada y ni rastro de aquel ser albino que era objeto de sus desvelos y malos humores. Rió una vez más ante su insistencia en encontrarlo ya que de seguro, y como persona casi normal que era, estaría en su cama felizmente dormido.

Agradeció con gran cariño al castillo encantado por el que transitaba, hasta el momento, sólo se había topado dos veces con la gata de Filch y ésta ni siquiera había maullado. Parecía que el animal estaba realmente interesado en saber cuál sería su paradero que de curiosa no avisó a su amo.

En más de una ocasión se vio tentada a descender a aquel lugar llamado mazmorras y aporrear la puerta Slytherin para ver si él dejaba aparecer su albino trasero de una buena vez.

Pero no necesitó aporrear ni amenazar a nadie para lograrlo.

Unos metros más adelante estaba él, con la cabeza mirando al negro techo que no alcanzaba a iluminarse por la precaria luz que desprendía la luna. Se volteó cuando sintió la presencia de Hermione, la vio ahí, parada con su varita bien firme, creyó que le atacaría o algo así, pero desistió de la idea, no conocía a la leona muy bien pero sí lo suficiente como saber que ella no haría algo así.

Se volteó con lentitud hacia ella, esperando que hiciera o dijera algo.

Hermione lo veía como en una película en blanco y negro, sólo faltaba que ella corriera a sus brazos y que él la girara en el aire cursimente. Sonrió ante tal pensamiento y comenzó a caminar con tranquilidad. Llegó hasta él y ladeó la cabeza, algo confundida al no estar gritándose ni insultándose.

- ¿Qué haces despierto hasta ahora? – inquirió ella.

- Lo mismo podría preguntarte – atajó él, con brusquedad.

- No podía dormir – respondió – Me acordé de que aún te debo tu regalo de Navidad.

- Navidad fue hace semanas, Granger – se burló – creo que eres demasiado lenta.

- Quizás – aceptó sin chistar a lo que el rubio frunció el ceño – es que no te escuché con claridad, tienes todo lo que quieres, pero…

- ¿Pero? –

- ¿Y lo que necesitas? –

- Y según tú, qué es eso que necesito –

- Algo intangible – sonrió levantando la varita, el muchacho retrocedió un paso.

- ¿Qué pretendes?

- Sólo darte un obsequio –

La varita de Hermione brilló un segundo en la oscuridad, de pronto, todo lo demás se comenzó a ver borroso a los ojos de los dos, gradualmente una capa semi-transparente de niebla los cubría, dejándolos en medio de una especie de escudo.

Hermione vio como Malfoy iba a comenzar a graznar y a despotricar, así que decidió actuar primero, se acercó los pasos que los separaban, tomó sus frías mejillas con las manos y de puntillas lo alcanzó.

El primer contacto fue frío ya que la temperatura del cuerpo del rubio distaba mucho de ser normal, Hermione se estremeció al juntar sus labios con los de él, pero no se apartó ningún milímetro. Ella no sabía besar, lo había hecho en cuarto con Viktor pero él era demasiado caballero como para decirle la verdad, así que permaneció ahí, con sus labrios presionando los de él, implorando que él la guiase o la apartase.

Draco no lo podía creer, seguía con los ojos abiertos, podía sentir el calor de la chica en tres partes diferentes de su cuerpo, en sus dos mejillas y sus labios, sobre todo ahí. Miró sus largas pestañas muy de cerca, se percató de la uniformidad del color de su piel, descubrió que su pelo era un arbusto mucho peor de lo que imaginó, pudo oler el delicioso perfume que de seguro era natural y se alarmó al sentir el calor invadir su piel.

Quiso apartarse de inmediato.

Pero no lo hizo.

Hermione estaba a un segundo de rendirse en su mal planeada idea de un obsequio intangible cuando las manos de Draco capturaron su cintura, sintió el mentolado respiro de su acompañante en la boca, inhaló cuanto pudo de aquel embriagante aroma, olvidándose por un minuto quién era ella.

Draco le abrió sus labios con algo de sorpresa, capturó entre sus dientes una porción de su delicada piel mientras su lengua humedecía los lugares que tocaba. Sus manos sintieron cuando el cuerpo de la castaña se estremecía, la apretó contra sí para impedir que se alejara, ella afirmó sus hombros con tal fuerza que alcanzaba a hacerlo un poco de daño. Y siguió, se adentró en su boca con el permiso precario de ella, recorrió su espalda unas cuantas veces deteniéndose en el lugar justo para no asustarla.

Pronto no tuvo que hacer mucho esfuerzo en guiarla ya que ella aprendía rápido, pronto se dejó llevar por el suave beso que compartía con aquella odiosa niña, pronto, así como pronto comenzó fue que el beso terminó.

- Que tengas una feliz Navidad atrasada, Malfoy – dijo Hermione sacando el hechizo con el cual no les descubrirían y marchándose muy hiperventilada.

Draco no le dijo nada, solo sacó su varita de su pantalón y apuntando al techo recitó un hechizo.

El desayuno transcurrió normalmente para muchos en el salón, Hermione intentaba con todas sus fuerzas el no mirar a la mesa de las serpientes con poco resultado, sus mejillas se teñían de rojo color cada vez que su mirada chocaba imperceptiblemente con la del rubio, dejando a sus amigos más que confundidos.

En la mesa de Ravenclaw, Luna observaba con gran alegría sus recuperados zapatos, al parecer en la noche, habían entrado mágicamente a través de su ventana.

Fin.


Espero que les haya gustado, ando algo sutil, la verdad es que estoy escribiendo NNCCLCHM, así que ando Light, ja.

Besos,

Aniia, la chica Blogera.