16

En paz

- ¡SILVER! – exclamaron los tres asustados acercándose al pelirrojo. Gold volteó a Silver para que quedara bocarriba. La palidez del rostro del muchacho era simplemente tétrica; si no fuera porque aún respiraba, habrían podido asegurar que estaba muerto - ¡Silver! – lo zarandeó Gold con fuerza - ¡Silver, despierta!

- A penas tiene pulso – informó Crys con la muñeca de Silver en sus manos.

- Hay que bajar de aquí – habló Soul sentada a un lado de Silver, mirando al chico con preocupación.

- ¡Feraligatr, sube a Silver a Ho-oh! – ordenó Gold.

El pokémon de agua se agachó, cargó a Silver y lo subió al lomo de Ho-oh. Después Crys se encargó de regresar a sus pokébolas a los pokémon de Gold y de Silver, con excepción de Weavile, que rápidamente trepó al lado de su entrenador. Por último, Gold subió a Ho-oh, mientras Crys y Soul hicieron lo mismo en Lugia. En cuanto las dos aves comenzaron a batir sus alas, la superficie transparente desapareció. Descendieron hasta donde el resto de sus compañeros los esperaban con caras sonrientes, aliviados porque todo esto ya había terminado. Sin embargo, una vez que Ho-oh y Lugia tocaron tierra, las expresiones de felicidad desaparecieron.

- ¡¿Qué pasó? – inquirió Blue alarmada al ver a Silver.

- Se desmayó – respondió Gold arriba de Ho-oh, al tiempo que Crys y Soul bajaban de Lugia.

- Tenemos que llevarlo a un hospital – señaló Blue.

- Primero, bajémoslo de ahí – habló Green – Machamp.

El pokémon asintió y con ayuda de Gold tendieron sobre tierra al aún inconsciente Silver.

- El hospital más cercano está en Ciudad Espina Negra – anunció Emerald revisando su pokénav.

- Pero eso está a una hora de aquí – indicó Pearl recordando la considerable distancia que habían tenido que recorrer después de sobrevolar Espina Negra para llegar a las Ruinas Sinjoh.

- Sin contar el maldito banco de niebla – añadió Blue – Entonces, ¿qué hacemos?

- Tú Abra – propuso Gold.

- Mi Abra no alcanza tanta distancia – negó Blue.

- Jake, ¿tú Alakazam? – preguntó Green, recibiendo una negativa de parte del "chico psíquico".

- Usen a éste – intervino Sird. Todas las miradas se posaron en la Bestia del Equipo Rocket. A su lado, un imponente Alakazam los observaba con cara de pocos amigos.

- Ese es el Alakazam de Ariana – saltó Petrel – Estás loca si crees que ese pokémon te hará caso a ti.

- Lo hará porque sabe lo que le conviene – apuntó Sird dedicándole una mirada de advertencia al pokémon psíquico, el cual se teletransportó inmediatamente al lado de Gold, Blue y Silver – Llévalos a Ciudad Verde, porque supongo que eres capaz de hacerlo, ¿no es así? – el aludido asintió con la cabeza.

- Crys, Soul – las apremió Gold a que se acercaran.

Una vez que las chicas estuvieron lo suficientemente cerca, el Alakazam movió su cabeza y él, Blue, Gold, Silver, Crys y Soul desaparecieron del lugar, reapareciendo al frente del hospital de Ciudad Verde.

- Voy por ayuda – dijo Crys antes de entrar al hospital a toda velocidad.

Fue cuestión de segundos para que Crys saliera acompañada de varias enfermeras y paramédicos que llevaban una camilla. Con rapidez posaron a Silver en la camilla y lo introdujeron al edificio. Los cuatro siguieron la camilla hasta que ingresó a la sala de emergencia, donde les prohibieron el paso.

- ¿Qué fue lo que pasó? – inquirió Blue viendo a los Dex Holders de Johto y a Soul – Arceus le hizo algo.

- No – negó Gold recargándose en la pared más cercana – Él ya se sentía mal desde antes.

- ¿Por qué? – cuestionó Blue al aire.

- Cayó por un peñasco – recordó Soul recargada en la pared contraria a Gold. Su semblante parecía cansado, sin contar el evidente tono pálido en su rostro.

- ¿Te sientes bien, Soul? – preguntó Crys acercándose a la muchacha. Soul negó con la cabeza.

- Por supuesto que no – añadió Blue – Aún no estás bien y mira todo lo que hiciste hoy.

- Vamos a que te revisen – propuso Crys, mas la castaña volvió a negar con la cabeza.

- Sólo necesito acostarme un momento – expresó Soul.

- Vayan a la casa, si pasa cualquier cosa les avisamos – dijo Gold.

- No voy a moverme de aquí hasta saber que Silver está bien – indicó Soul sentándose en el suelo – Al que si deberían de revisar es a ti; no te ves muy bien.

Gold bajó su mirada para revisar su cuerpo, descubriendo un incontable número de moretones, raspones y heridas pequeñas.

- No estoy tan mal – aseguró Gold como si no se tratara de nada.

- Son un par de inconscientes – señaló Crys masajeándose su sien derecha. Gold simplemente sonrió como era su estilo.

Los minutos transcurrieron en total silencio. Crys tomó asiento al lado de Soul, mientras Blue decidió caminar de un lado al otro por el pasillo. Habían intentado comunicarse con el resto de los Dex Holders, sin embargo, tras varios intentos, parecía completamente imposible lograrlo.

De repente, la puerta de la sala de emergencias se abrió, dando paso a una enfermera alta, delgada, de cabello café corto y ojos verdes.

- ¿Cómo está Silver? – inquirió al instante Blue.

- Está en el quirófano – informó la enfermera – Su estado es muy crítico: sufrió un gran número de heridas internas que provocaron una hemorragia muy fuerte. En este momento, el doctor Sakano está haciendo todo lo posible por contenerla, pero la realidad es que ha perdido mucha sangre y, dada la extrañeza de su tipo, el hospital no tiene suficiente para la transfusión.

- ¿Qué tipo es? – preguntó Gold.

- AB- - respondió Blue antes de que la enfermera pudiera hacerlo.

- Pues no sé qué tipo sea yo, pero hágame las pruebas que necesite – saltó Gold.

- Eres B+ - señaló Crys – Ninguno de los Dex Holders es compatible.

- ¿Cómo lo sabes? – inquirió Gold.

- El profesor Oak tiene un registro de ese tipo de información – reveló Crys poniéndose de pie.

- Soul, ¿qué tipo eres? – preguntó apremiante Blue.

- O+ - respondió Soul aún sentada en el suelo.

- Demonios – maldijo Blue - ¿Ahora qué hacemos?

- Tal vez ninguno de los Dex Holders sea compatible, pero alguien debe de serlo – habló Gold. Giró para ver a Alakazam. El pokémon, sentado al final del pasillo, lo miró con interés – Alakazam, llévame con los demás. Deben de seguir en las Ruinas Sinjoh.

- Mientras tanto, nosotros veremos si hay alguien compatible en la ciudad – expuso Blue.


Green vigilaba como uno a uno los soldados del Equipo Rocket derrotado subían, esposados de manos y pies, a los dos aviones que el Alto Mando había descubierto en el interior de la base secreta. Realmente eso solucionaba la pérdida de uno de los aviones gracias a Arceus. Echó un vistazo a su alrededor. Líderes de gimnasio y Dex Holders estaban reunidos a un lado del avión que había sobrevivido, platicando animadamente.

- Ya casi están todos arriba – notificó Jake llegando a su lado.

- Bien, mientras más rápido salgamos de aquí, mejor – dijo Green dándose la vuelta para encaminarse a donde todos estaban reunidos acompañado de Jake.

Inesperadamente, Gold y Alakazam aparecieron frente a los dos, interrumpiendo su camino y casi haciendo caer a Jake de la sorpresa.

- ¡Gold! – exclamó Jake molesto.

- ¡No hagas eso! – lo reprendió Green de igual manera.

- Me disculparía, mas no tengo tiempo – dijo Gold dirigiéndose inmediatamente al grupo de entrenadores. Green y Jake se vieron entre sí, antes de ir tras el criador – Oigan, ¿alguien aquí es tipo de sangre AB-? – cuestionó Gold colocándose en medio de todos para que lo pudieran oír a la perfección – Silver necesita sangre y el hospital no tiene suficiente.

"Maldita sea" maldijo mentalmente Sird apartada del grupo, al mismo tiempo que Koga la volteaba a ver expectante. Ariana tenía el mismo tipo de sangre que su hijo. ¿Quién lo iba a decir? Si no estuviera petrificada, la mujer bien podría salvarle la vida a Silver. Éste debía ser un chiste muy cruel del destino.

- Yo soy AB- - indicó Jake ganándose la atención de todos. La cara de Gold se iluminó. Corrió hacia Jake y lo agarró del brazo con fuerza.

- Alakazam, al hospital de Ciudad Verde – exigió Gold. Con un solo movimiento de cabeza del pokémon psíquico, los dos se encontraron en el pasillo que llevaba a la sala de emergencia. Blue, Crys y la enfermera, las tres con su pokégear en mano, giraron para verlo, al igual que Soul, quien se mantenía en la misma posición, aún más pálida que hace unos minutos.

- Eso fue rápido – dijo Blue sorprendida.

- Jake es AB-, el puede donarle a Silver – manifestó Gold soltando del brazo a Jake, quien comenzó a sobarse el área.

- Si no hay ningún problema, sáquenme la sangre que necesiten – expresó Jake.

- Por favor, por aquí – le indicó la enfermera abriendo la puerta de la sección de emergencias y cediéndole el paso a Jake, quien se introdujo a la sala seguido de cerca por la enfermera.

- ¡Hoy agradezco haber obligado a Green a conseguir un asistente! – celebró Blue, causando gotas de sudor en las cabezas de Gold, Crys y Soul.

Casi una hora después, Jake emergió de la sección de emergencia con el brazo izquierdo doblado y un paquete de galletas en su mano derecha.

Las horas pasaron sin recibir ninguna noticia de lo que ocurría en el interior del quirófano. Alrededor de las cuatro de la tarde, recibieron noticias del resto de sus amigos: todos iban en los aviones con rumbo a Ciudad Verde y, a menos de que el clima se pusiera en su contra, arribarían en la madrugada. Al parecer todos estaban bien.

Gold revisó una vez más su pokégear para saber la hora. 7:26. Si sus cálculos no se equivocaban, llevaban seis horas esperando. Lanzó un bufido. ¿Acaso Sakano no podía mandar a alguien para avisar del estado de Silver? Viajó su mirada por la sala de espera, lugar al que las enfermeras prácticamente los habían obligado a ir argumentando que bloqueaban la entrada a emergencias. El lugar, como siempre, se encontraba vacío y el sepulcral silencio solamente era roto por los constantes pasos de Blue, quien era incapaz de mantenerse quieta. Miró de reojo a su izquierda, donde Crys estaba sentada con la cabeza recargada en el hombro de su novio y sus dos manos entrelazadas una con la de Gold y la otra con la de Soul. Si no estuviera tan preocupado por Silver en esos momentos, realmente celebraría tener tan cerca a Crystal. Más allá de Crys, en el asiento contiguo, Soul se encontraba dormida, su cabeza apoyada en el hombro de Jake, el cual tenía su mirada perdida en el techo de la sala de espera. Volvió a revisar su pokégear. 7:30.

- Mirar la hora no hará que el tiempo vaya más rápido – señaló Crys sin moverse – Ten paciencia.

- La paciencia y yo no tenemos una buena relación – indicó Gold.

- ¡Se acabó! – exclamó Blue causando que Soul despertara - ¡No voy a esperar ni un minuto más!

Los cuatro vieron a la chica irse por uno de los pasillos sin intentar detenerla. Seguramente volvería dentro de unos minutos escoltada por una enfermera o por un policía. Pronto, los lejanos gritos de indignación de Blue confirmaron su teoría, sin embargo, cuando entró de nuevo a la sala de espera, lo hizo acompañada por el doctor Sakano.

- ¡Al fin! – alzó sus brazos Gold en el aire - ¿Cómo está Silver? – inquirió poniéndose de pie.

- Su estado es delicado – informó Sakano – Logramos detener la hemorragia y cerrar las heridas internas, mas su cuerpo está muy débil. Las siguientes 72 horas son cruciales. Además tiene tres costillas y el tobillo derecho roto.

- ¿Y está consciente? – preguntó Blue.

- Lamento decirle que entró en estado de coma – indicó Sakano. Blue se llevó una mano a la boca.

- ¿Podemos verlo? – inquirió Gold con calma.

- Únicamente puede pasar una persona – respondió Sakano.

- Pasa tú – dijo Gold viendo a Blue a los ojos. Blue asintió y siguió a Sakano a la habitación de Silver. Gold suspiró.

- Creo que deberíamos de ir a la casa de Silver a descansar – habló Crys con sus ojos clavados en Soul. La castaña tenía los ojos cerrados y lucía mucho más pálida que hace unos minutos.

- Estoy de acuerdo – apoyó Gold – Vayan ustedes, si pasa cualquier cosa les avisamos.

Crys le dedicó una mirada de reprobación. No le agradaba dejar a Gold ahí. De todos, él era el que más necesitaba descansar, sin embargo, ningún poder humano lo haría moverse de ahí y eso lo sabía a la perfección.

Con ayuda de una silla de ruedas, Crys y Jake se llevaron a Soul, dejando al criador solo.


De todas las situaciones que había vivido a lo largo de su corta vida, ver a Silver ahí, postrado en una cama, inconsciente, tan blanco como las paredes del cuarto y con la mascarilla de oxigeno, era la peor imagen que había visto en toda su vida. Entrelazó su mano con la mano izquierda del muchacho, al tiempo que gruesas lágrimas recorrían sus mejillas. Sabía que si Silver estuviera despierto, la regañaría por estar llorando, mas no podía evitarlo. Le dolía ver a su amigo así. Tomó asiento en una silla colocada al lado de la cama, sin soltar la mano de Silver.

- Vas a estar bien, yo lo sé – habló Blue con determinación – Vas a estar bien.


Sintió como alguien lo zarandeaba.

- Gold – lo llamó una voz entre sus sueños – Gold.

- Cinco minutos más, Crys – pidió Gold dándose vuelta en el sillón de la sala de espera. Desafortunadamente, se le olvidó la dimensión del sillón y terminó cayendo al suelo – Demonios – maldijo entre dientes, mientras risas conocidas explotaban a su alrededor. El moreno se sentó en el suelo y miró hacia arriba. Todos los Dex Holders se hallaban ahí, con excepción de Yellow, Crys y Platinum.

- Y no soy Crys – aclaró Green con los brazos cruzados.

- ¿Cómo está Silver? – preguntó Red.

- Mal – respondió Gold levantándose del suelo – Sufrió muchas heridas internas, lo tuvieron que meter al quirófano. Sakano dice que es cuestión de esperar. ¿A qué hora llegaron?

- Hace unos minutos – respondió Emerald – fuimos a la casa de Silver y después a aquí.

- ¿Y Blue? – inquirió Green.

- Con Silver – señaló Gold – Sólo dejaron pasar a una persona. ¿Qué pasó con los generales y sus soldaditos?

- El Alto Mando y los líderes de gimnasio se están encargando de eso – informó Sapphire – De las Ruinas Sinjoh los trasladaron a una cárcel de máxima seguridad.

- Que mal, y yo que quería burlarme en la cara de Protón – se lamentó Gold – En fin, ya será en otro momento.

- Puedes irlo a visitar – apuntó Emerald.

- Y de paso le doy mis saludos a Ariana – añadió Gold. Todos se vieron entre sí.

- Creo que eso será imposible – dijo Pearl – Ariana no aparece.

- ¿Cómo? – cuestionó Gold.

- Sird asegura que se deshizo de ella para siempre y, considerando que no encontramos nada de ella, además de sus pokémon, preferimos no preguntarle que le hizo exactamente – explicó Green.

- ¿La habrá matado? – aventuró Gold.

- Eso realmente no nos importa – indicó Green – Mientras deje de ser un peligro para nosotros.

- Sobre todo para Silver – concluyó Gold - ¿Y Lance?

- Yellow lo curó y volvió a ser el mismo de siempre – comunicó Red – aunque nunca supimos exactamente qué fue lo que le hicieron.

- Usaron un suero para controlarlo – explicó Gold – Del mismo suero del que extrajeron la sustancia con la que torturaron a Soul. Espera… ¡¿Yellow puede curar personas?

- Si – asintió Red emocionado - ¿Puedes creerlo?

- Entonces podría curar a Silver – aventuró Gold.

- Cuando despierte – señaló Green.

- Desde que subimos al avión se quedó dormida y aún no despierta – añadió Red no muy contento – Y no creo que sea una buena idea que use tanto sus poderes.

- Lo mejor es esperar – expresó Green – Yellow sería la última opción.

Gold asintió en aprobación, a pesar de no estar de acuerdo.

A partir de ese momento, los Dex Holders tomaron posesión de la sala de espera, de la cual sólo salían durante las noches para descansar. Además de ellos, una vez que se sintió mejor, Soul también se estableció en el lugar. La muchacha permanecía la gran parte del tiempo callada, admirando la nueva flauta Azur. De vez en cuando hablaba con Gold sobre cuando llevarían el instrumento al santuario de Arceus, hecho que Gold prefería posponer hasta que Silver estuviera lo suficientemente bien como para acompañarlos. Otras, platicaba con Crys o con Platinum sobre cualquier cosa. Era, junto con Gold y Blue, la única que se quedaba en el hospital casi las 24 horas del día. Sin embargo, a pesar de su notable preocupación por Silver, evitaba a toda costa hablar sobre él, al punto de que rehuía la presencia de Blue, quien no tenía otro tema del que preguntarle, y se había negado incontables veces a entrar al cuarto del chico para visitarlo.

Reunidos en la sala de espera, todos aguardaban por el informe del doctor Sakano de ese día. Ya habían pasado tres días sin que se notara una mejoría importante en el Dex Holder de Johto, situación que ponía nerviosa a Blue e impacientaba a Gold.

- Buenos días – saludó el doctor Sakano ingresando a la sala, siendo rápidamente rodeado por los todos, con excepción de Soul y de Sird; la primera sentada y la segunda recargada en la pared más cercana a la salida.

- ¿Cómo está hoy? – preguntó Blue.

- Parece que al fin está respondiendo – anunció Sakano provocando muestras de alivio y de alegría – Sus signos vitales mejoraron durante la noche y en las últimos estudios se ve que sus heridas cicatrizan con rapidez. Puedo asegurar que está fuera de peligro.

Gold y Blue alzaron sus brazos al cielo, gritando emocionados, y comenzaron a bailar. Emerald, Sapphire, Pearl y Dia pronto se unieron a ellos.

- ¿Y cuándo despertará? – inquirió Sird acabando con la felicidad de los jóvenes.

- Que aguafiestas eres, Sird – le recriminó Gold.

- Fisiológicamente jamás hubo una razón para su estado de coma, así que no podría confirmar si despertara pronto o no – respondió Sakano.

- Ya despertara – afirmó Gold – Nadie puede soportar tanto tiempo lejos de mí.

Las risas de la mayoría inundaron el lugar ante el comentario de Gold. Sin duda el criador sabía cómo romper la tensión.


Observaba desde su asiento a todos los sentados a la mesa. En honor a la mejoría de Silver, Gold y Blue habían organizado una cena-fiesta en la casa del enfermo. No importaron las miradas de desaprobación de Crys y Green, tampoco el hecho de que Silver aún no despertaba y parecía no haber fecha para que eso sucediera; los dos Dex Holders simplemente querían festejar. Bajó su mirada a su plato vacio, inhaló profundamente y alzó su cabeza.

- Disculpen – habló Soul lo suficientemente alto como para llamar la atención de todos. Al instante, el silencio se apoderó del comedor y la castaña se convirtió en el centro de atención – Quería aprovechar que estamos juntos para agradecerles a todos lo que hicieron en las Ruinas Sinjoh. Sé que fue para salvar al mundo, pero quiero que sepan lo importante que fue para mí y mi familia. Muchas gracias.

- No tienes nada que agradecer – dijo Crys con una sonrisa.

- Si, al parecer nuestro trabajo es salvar al mundo siempre – añadió Gold.

- También quería despedirme de ustedes – continuó Soul. Blue, con su vaso de agua en los labios, lo regresó a la mesa lentamente – He decidido irme mañana. Deseo continuar con mi viaje.

- ¡¿Qué? – exclamó Blue incrédula.

- Pensé que vendrías con nosotros a Sinnoh – intervino Platinum no muy contenta con la noticia -, pero si eso es lo que deseas, te apoyaré.

- ¿Y por qué la decisión tan repentina? – cuestionó Gold.

- No fue repentina, lo he estado pensando en los últimos días – corrigió Soul.

- Bueno, ya habrá tiempo mañana para las despedidas – señaló Gold - ¡Hoy es día de fiesta!

La cena continuó tranquilamente, excepto para Blue. La chica no había despegado sus ojos de Soul en toda la noche. No podía explicárselo, ¿por qué se iba? Silver aún no despertaba. ¿Acaso no le importaba o estaba tan enojada con él que prefería no volverlo a ver en su vida? Había intentado saber que fue exactamente lo que Silver le dijo a la castaña para romper su conexión con ella, pero Soul era un tumba en lo que se refería al tema. ¿Tan mal la trató Silver? Debía saberlo, sólo así podría ayudar a su amigo.

- Soul – atajó Blue a la chica, quien estaba a punto de entrar a su cuarto. La pequeña fiesta continuaba en la sala y el comedor, mas la chica se retiró argumentando que debía arreglar sus cosas para el día siguiente.

- Blue – pronunció Soul con una sonrisa en los labios - ¿Qué sucede?

- No puedes irte – estableció Blue. Soul ladeó la cabeza confundida – Aún no estás bien. Deberías ir con Sakano para que te revise y te dé de alta él.

- Ya estoy bien, Blue – afirmó Soul – Me mareó a veces, pero no es gran cosa. No te preocupes.

- ¿Y Silver? – soltó Blue. Una de las cejas de Soul se levantó – Aún no despierta. No puedes irte sin verlo.

- Sé que Silver despertará pronto, por eso me voy – expuso Soul. Blue abrió la boca incrédula – No quiero estar aquí cuando lo haga.

- Pero… - tartamudeó Blue. Soul sonrió y tomó las manos de Blue entre las suyas.

- ¿Quieres un consejo? – cuestionó Soul. Blue cerró la boca y asintió – Antes de preocuparte por la vida de los demás, preocúpate por la tuya. Esa debería de ser tu prioridad. Además, tanto Silver como yo somos lo suficientemente grandes como para tomar nuestras propias decisiones – soltó a Blue y le dedicó una última sonrisa – Buenas noches, Blue.

Y sin decir nada más, entró a su cuarto, dejando a Blue en el pasillo con una rara sensación en su estomago. Se dio la media vuelta con la intención de regresar con sus amigos, mas se detuvo. Green se encontraba en el jardín, lejos del barullo causado por el resto de los Dex Holders, hablando con Jake. Antes de preocuparte por la vida de los demás, preocúpate por la tuya. Si el aparente desinterés de Soul por Silver había llamado la atención de los Dex Holders, la inexplicable acción de Blue de evitar al líder de gimnasio de Ciudad Verde había causado preocupación. Durante los últimos tres días fue casi imposible ver a los dos juntos en el mismo cuarto y, cuando llegaban a estarlo, Blue prácticamente escogía el punto más lejano a Green.

Continuó con su camino. No tenía deseos de estar cerca del chico después de lo ocurrido en el avión. Por una extraña razón inexplicable para ella, le aterraba la simple presencia de Green. Era como si el entrenador se hubiera convertido en una bomba que amenazaba con explotarle en la cara. Pero… ¿Por qué?


- Ahora que lo recuerdo, me debes una prueba en el pokéathlon – apuntó Gold, mientras Crys y Soul se abrazaban.

- Podemos arreglar eso después de que participe en el campeonato de la Liga Pokémon – propuso Soul. Gold, Crys, Platinum, Dia y Pearl se encontraba fuera de la casa de Silver para despedirse de Soul. El resto lo había hecho durante el desayuno.

- ¿Y qué haremos con la flauta? – preguntó Gold. El instrumento reposaba en la caja de seguridad del despacho de Silver.

- También podemos encargarnos de eso después – señaló Soul antes de abrazar al criador. Éste le devolvió el abrazo.

- Recuerda que si necesitas algo, búscame en Pueblo Primavera o aquí – indicó Gold con su característica sonrisa cuando se separaron.

- Lo recordaré – respondió Soul, para después fijar sus ojos en el trío de Sinnoh – Pearl, Dia, gracias por cuidar a Plati.

- No agradezcas nada, nosotros lo hacemos gustoso, ¿o no, Dia… digo, Diamond? – expresó Pearl. Diamond movió afirmativamente la cabeza, saboreando una rosquilla glaseada.

- Nos vemos luego, Plati – se despidió Soul abrazándola. Después de varios minutos, se separaron – Bueno, adiós.

Los cinco la miraron alejarse hasta perderla de vista en la entrada de la ruta 22.


Paz. Silencio. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí acostado en el suelo, o lo que creía era el suelo. Lo que si sabía era que no tenía planeado levantarse de ahí. ¿Para qué? Por primera vez en su vida se sentía en paz, tranquilo. Por primera vez en su vida, no existía nada más que él. ¿Para qué regresar? Podría quedarse ahí eternamente, disfrutar el silencio y la paz… sobretodo la paz. Prefería ese lugar, ese cuarto blanco en el que paredes, techo y piso se confundían. Si, lo prefería mil veces más que su asquerosa vida. Aquí todo era perfecto. No había dolor, ni tristeza, tampoco felicidad, sólo paz. Una hermosa paz.

Un inesperado ruido lo hizo abrir los ojos de golpe. Vio a su alrededor. Ya no se encontraba en ese increíble cuarto blanco. Ahora se hallaba en medio de un jardín. Se sentó, sintiendo en las palmas de sus manos el dulce tacto del verde pasto. Revisó de nuevo el lugar. Había arbustos llenos de flores que marcaban el límite del extenso jardín y una zona de juegos al medio. Una sensación de nostalgia lo embargó. Le parecía conocido ese lugar, si tan sólo no fuera tan brillante y colorido…

- ¡Silver! – lo llamó una conocida voz detrás de él. Giró para ver de quien se trataba. Una mujer con cara de pocos amigos acababa de entrar al jardín. Su cabello era violeta oscuro, largo hasta su cintura y lo apartaba de su rostro una delgada diadema. Sus ojos, una tonalidad más clara que su cabello, examinaban el patio – Ahora dónde te metiste, mocoso problemático.

La mujer comenzó su búsqueda por el jardín, haciendo caso omiso a la presencia de Silver. El muchacho la siguió con la mirada hasta que un sonido cerca de él llamó su atención. Algo se movía en uno de los arbustos.

- Ahí estás – dijo la mujer notando el movimiento en los arbustos – Sal de ahí – ordenó acercándose al punto.

Un pequeño niño gateó fuera de los arbustos, lleno de tierra y con una sonrisa digna de quien ha realizado una gran travesura.

- Te encanta la tierra, ¿verdad? – lo reprendió la mujer cargándolo entre sus brazos – y hacerme enojar. Eres igualito a tu padre – le echó un vistazo molesta, mientras el niño comenzaba a reír – Eres insoportable. No quiero ni imaginarme como serás cuando crezcas. Vamos a limpiarte antes de que tu padre te vea así.

El niño asintió con su cabeza y alargó sus pequeños brazos para rodear el cuello de la mujer. Esta esbozó una diminuta sonrisa.

- Mamá – pronunció en un balbuceó el infante.

- Mamá – repitió Silver siguiendo con la vista a la mujer y el niño, los cuales entraron al interior de la casa… su casa.

En un parpadeo, la escena cambió. En lugar del hermoso jardín, se encontraba ahora en medio de un cuarto de paredes metálicas. Conocía ese lugar. Se puso de pie al tiempo que un escalofrío recorría su espalda. La guarida de Máscara de Hielo, no podía equivocarse, y si quería ser más específico, era su habitación. Se dirigió de inmediato a la puerta con toda la intención de huir del lugar, mas un ligero murmullo lo contuvo. No, no era un murmullo. Se dio la media vuelta. El cuarto estaba vacío. Entonces, ¿de dónde venía ese ruido? Caminó hacia el otro lado de la cama, descubriendo al mismo pequeño niño sentado ahí, hecho un ovillo, llorando. Un ruido lo hizo regresar su atención a la puerta. Esta se había entreabierto y por la pequeña ranura ingresaba una niña con una máscara que cubría su rostro. Con lentitud y precaución, la pequeña recorrió el tramo hasta colocarse al lado de Silver. Permaneció un rato ahí parada, con sus ojos clavados en el triste niño. Finalmente, decidió acercarse y sentarse frente a él.

- Hola – saludó la niña - ¿Cómo te llamas?

Al no recibir respuesta, la pequeña picó con su índice uno de los brazos del niño.

- Oye, no llores – dijo la niña – Todo va a estar bien.

- Quiero a mi papá y a mi mamá – sollozo el niño aún sin voltear a ver a su interlocutor.

- Yo también – expresó la niña – Pero no te preocupes, pronto volveremos a estar con ellos – la niña lo picó de nuevo – Me llamo Blue, ¿y tú?

- No sé – respondió el niño al fin levantando la cabeza, mostrando que, al igual que Blue, llevaba puesta una máscara.

- Eh… ¿qué te parece Silver? – propuso Blue con entusiasmo – Tus ojos son plateados. Si, a partir de ahora serás Silver – le extendió su mano – Mucho gusto en conocerte.

El niño estrechó su mano con la de Blue y Silver casi podía ver la sonrisa en los labios del pequeño. Blue. Si Máscara de Hielo no lo hubiera secuestrado… si Ariana no lo hubiera odiado tanto como para venderlo…

Inesperadamente, su entorno cambió de nuevo. Vio a ambos lados. A su izquierda, estaba él, unos años más joven, acompañado de Sneasel y asomándose desde el barandal hacia el piso inferior. Si no se equivocaba, estaban en el segundo piso del laboratorio del profesor Elm en Pueblo Primavera. El Silver joven admiró con una sonrisa de triunfo la pokébola recién robada de Totodile y después se dirigió a la ventana para escapar de ahí. Sin embargo, su camino se vio obstruido por otro niño de su edad. Los dos se quedaron viendo por un momento, sorprendidos por la presencia del otro. Al instante, una escena de persecución inició ante sus ojos. Recordaba ese día, lo recordaba muy bien, como también recordaba la constante persecución de Gold a través de la región Johto. Si no hubiera entrado a robar a Totodile ese día… si lo hubiera hecho el día anterior o el día siguiente…

Una vez más todo cambió. Ahora estaba en su despacho… no, en el despacho de Giovanni. El antiguo líder del Equipo Rocket revisaba papeles sentado cómodamente ante su escritorio. La puerta se abrió y entró a la oficina un soldado del Equipo Rocket.

- Señor Giovanni, en la sala hay alguien que lo busca – anunció el soldado.

- Dile que pase – ordenó Giovanni.

Fue cuestión de minutos para que la puerta se abriera de nuevo, cediendo el paso al visitante. Giovanni alzó su mirada de sus papeles para observar a un Silver dos o tres años menor y bastante nervioso. Se trataba del día en que él y Giovanni tuvieron su primera plática. Oía a lo lejos las palabras que padre e hijo intercambiaban. Una leve sonrisa comenzó a formarse en su boca, al mismo tiempo que repasaba en su cabeza cada momento, cada instante vivido al lado de Giovanni. Si Giovanni no lo hubiera encontrado… si se hubiera negado a tener alguna relación con él…

Silver ni siquiera se sorprendió cuando el despacho se esfumó ante él, aunque si se extrañó de aparecer a mitad de Pueblo Primavera. Buscó a su alrededor una razón para estar ahí. Nada.

- Que guapo – murmuró una voz detrás de él haciéndolo saltar. Se giró bruscamente, quedando cara a cara con una conocida muchacha. Esta veía con interés hacia cierto punto, mientras lamía con deleite el helado que tenía en su mano – Aunque se vería más guapo si no estuviera tan triste – añadió la chica hablándole al aire.

La muchacha sonrió con determinación e inició su marcha. Silver no necesitaba seguirla para saber hacia dónde iba. Soul se detuvo frente a una banca, en la cual estaba sentado él, un año atrás. Prácticamente podía oír la voz de Soul: Hola. No sé porque estás triste, pero la vida siempre es más fácil si sonríes. Vio a la castaña alejarse de la banca, dejando a un Silver confundido y extrañado.

Si no se hubiera acercado ese día…

Si no hubiera chocado con ella fuera de Ciudad Goldenroad…

Si sus padres nunca hubieran investigado sobre Arceus…

Si Archer y compañía nunca hubieran planeado atrapar al pokémon alfa…

Cerró los ojos.

- Son hermosas – corrigió Soul regresando su mirada al frente – Que existan cosas así de hermosas es una prueba de que la vida también lo es, ¿no lo crees?

- De todas las cosas estúpidas que he oído en mi vida, esa es la mayor – señaló Silver con burla – Creo que tú también te has dado cuenta de ello, la vida es una porquería y nada puede cambiar ese hecho.

- La vida no es una porquería – negó Soul poniéndose de pie – y si en verdad lo piensas, que lastima me das.

La vida era una porquería, su vida era una porquería. No había manera de verla positivamente.

- ¿Cómo lo haces? – inquirió Silver sin entenderlo.

- ¿Cómo hago qué? – regresó la pregunta Soul.

- Ser tan optimista – apuntó Silver recargándose en la puerta – Tus padres murieron, te secuestraron, torturaron y ahora estás estancada en este hospital. No lo entiendo.

- Pues es sencillo – dijo Soul – Eso ya pasó – Silver levantó una de sus cejas confundido – De nada me sirve lamentarme porque mis padres murieron o porque Archer y sus compinches tiene serios problemas mentales. La vida es demasiado corta como para desperdiciarla así. Además, si lo pienso bien, me han pasado más cosas buenas que cosas malas. Y si te das cuenta, a ti también te han pasado más cosas buenas que malas.

Blue. Gold. Giovanni. Los Dex Holders. Soul. No todo era malo. No todo era dolor y sufrimiento. Soul tenía razón. Si, había sufrido mucho, pero también había vivido momentos increíbles y llenos de felicidad, conocido a personas que le enseñaron lo que era el amor y la alegría. Su vida no era una completa porquería. Y no tenía por qué serlo en un futuro.

Abrió sus ojos lentamente y con dificultad, sintiendo sus parpados terriblemente pesados. Tardó unos cuantos minutos en enfocar su visión y otros más en reconocer donde estaba. Se encontraba acostado sobre una cama en una habitación de hospital, a juzgar por el color blanco de las paredes, el nauseabundo olor a medicinas y el incesante pitido de la máquina que marcaba sus signos vitales. Viajó su mirada por el cuarto, deteniéndose en dos personas. La primera, Blue, dormía tranquilamente sentada en una silla colocada al lado de su cama, su mano derecha entrelazada con la izquierda del chico; la segunda, Gold, roncaba sonoramente desde un sillón situado a un metro del pie de la cama. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Sin duda eso era mejor que el cuarto blanco de su sueño.

- ¿Silver? – lo llamó la adormilada voz de Blue. Silver despegó sus ojos de Gold y volteó a ver a la castaña, quien pausadamente despertaba.

- Hola – saludó Silver con voz ronca.

- Hola – regresó el saludó Blue con una pequeña sonrisa aún un poco dormida. De repente, Blue abrió los ojos como platos - ¡SILVER! – gritó Blue causando que Gold se despertara intempestivamente y cayera al suelo.

- ¡¿Qué pasó? – exclamó Gold blandiendo su palo de billar como si se tratara de una espada.

- ¡Despertó! ¡Despertó! – festejó Blue – Tengo que ir por Sakano.

Blue salió del cuarto sin que nadie pudiera detenerla.

- Buena siesta, ¿eh? – bromeó Gold poniendo su palo de billar sobre sus hombros.

- Supongo – pronunció Silver - ¿Qué pasó?

- Te caíste de un precipicio – respondió Gold.

- Eso lo sé – dijo Silver.

- Ah, te refieres a después de que te desmayaste – habló Gold. Silver rodó los ojos – Te trajimos a aquí con ayuda del Alakazam de Ariana; Sird se lo robó o al menos eso creemos. Estuviste muy mal, casi mueres.

- Buenas noches, señor Silver – saludó Sakano ingresando a la habitación junto con Blue, una enfermera y Sird. Al ver a Sird, Silver no pudo evitar recordar a la mujer de su sueño, si es que eso había sido un sueño – Si me permiten, necesito revisarlo.

- Con mucho gusto – aceptó Gold - ¿Quieres que te traiga algo de la cafetería? – cuestionó el criador a Silver.

- El señor Silver sólo puede comer ciertos alimentos – aclaró Sakano con semblante duro.

- Oiga, acaba de despertar de un coma de dos semanas, merece un premio – señaló Gold.

- ¡Dos semanas! – exclamó Silver incrédulo.

- Y la mitad de una – especificó Gold.

- ¡Gold! – lo regañó Blue.

- Háganme el favor de salir de aquí – pidió Sakano en un tono que más bien parecía orden.

Silver observó a Blue y Gold salir de la habitación, mientras la muchacha reprendía a Gold por su falta de tacto.

- Cualquier cosa que necesite, señor, hábleme – indicó Sird para después seguir a Blue y Gold. Sakano lanzó un suspiro.

- ¿Cómo se siente? – preguntó Sakano acercándose a la cama.

- Desconcertado – respondió Silver intentándose sentar, mas la enfermera se lo impidió sujetándolo del hombro - ¿Dos semanas y media? ¿Qué me pasó exactamente?

- Sufrió un gran número de lesiones internas que fueron curadas y prácticamente han cicatrizado por completo – informó Sakano – Tiene tres costillas y el tobillo derecho rotos, pero en una semana o dos estarán en perfectas condiciones y podremos quitarle el yeso del tobillo. En cuanto a las costillas, espero que no sea necesario pedirle que evite cualquier movimiento brusco.

- ¿Y por qué estuve en coma? – inquirió Silver viendo a la enfermera que en ese momento le tomaba la presión.

- Tengo la teoría de que en su caída se golpeó la cabeza, sin embargo, fisiológicamente no había ninguna razón para ello – explicó el doctor mientras sacaba una pequeña lamparita de su bolsillo. La encendió y la puso ante los ojos de Silver – Siga la luz, por favor.

- ¿Y cuándo me puedo ir de aquí? – preguntó Silver siguiendo con sus ojos la brillante luz. Sakano apartó la lámpara y le dedicó una mirada aprehensiva.

- Mañana a primera hora le harán algunos estudios y si salen positivos, podrá irse pasado mañana – respondió Sakano poniéndose su estetoscopio.

- ¿Habrá alguna manera de hacerlo antes? – inquirió Silver. El doctor movió negativamente la cabeza en son de derrota.

- No – negó Sakano – a menos de que quiera darse de alta usted solo, como solía hacerlo el señor Giovanni.

Después de escuchar su corazón, instante en el que Silver se dio cuenta de que todo su torso estaba vendado, y revisar por última vez la máquina que marcaba sus signos vitales, Sakano y la enfermera se retiraron del cuarto, dejando solo a Silver. No podía negar el cansancio que sentía, mas no pensaba dormirse. Había pasado dos semanas, casi tres, postrado en esa cama. No podía perder más tiempo. Intentó una vez más sentarse, acción que le provocó una fuerte punzada de dolor en el pecho, la cual ignoró. Se sentó al borde de la cama, viendo por primera vez el yeso que abarcaba desde sus dedos del pie hasta unos centímetros abajo de su rodilla. La puerta se abrió y entró al lugar Gold con dos latas en la mano.

- ¿Qué? ¿Ya te vas? – preguntó Gold sentándose en la silla que Blue ocupara hace unos minutos. Acto seguido, le ofreció una de las latas al pelirrojo.

- Eso quisiera – dijo Silver agarrando la lata de manos de Gold. La revisó. Jugo de manzana.

- Fue lo único medianamente saludable que encontré – indicó Gold abriendo su lata, al parecer, también de jugo de manzana – Sakano nos dijo que te darán de alta hasta pasado mañana, así que debemos vigilar que no huyas. Sird ya apostó pokémon y soldados alrededor de todo el hospital.

- Eso no es necesario, ¿a dónde huiría?, ¿a mi casa que está a unas calles de aquí? – cuestionó Silver tratando de abrir la lata.

- Es lo mismo que yo dije – apoyó Gold arrebatándole la lata para abrirla.

- Gracias – masculló Silver cuando Gold le regresó la lata abierta.

- Vaya, el golpe te dio un poco de modales – bromeó Gold.

- No, lo digo sinceramente – expresó Silver viendo fijamente a los ojos del criador – Muchas gracias, Gold.

Gold lo miró por un momento, percatándose de que realmente no le agradecía por haberle abierto la lata de jugo.

- Muchas gracias a ti también – agradeció Gold con una sonrisa sincera, que pronto desapareció para convertirse en una mueca burlona – por ponerme en tu testamento.

- ¿Cómo te enteraste? – inquirió Silver con fastidio. Gold tenía la capacidad de arruinar cualquier momento, aunque en cierto modo lo agradecía. A pesar de la gran diferencia en sus formas de ser, eran similares en una cosa: ambos eran terribles con las demostraciones de afecto.

- Blue me lo contó – respondió Gold – Así que el 50% de tu fortuna, ¿eh?

- No te emociones, lo voy a cambiar – aseveró Silver – Además, no planeo morirme pronto.

- Eso espero – apuntó Gold – Esto de entrar y salir de los hospitales no es lo mío.

- Sakano ya me contó lo que ocurrió – señaló Silver.

- La verdad no fue gran cosa – minimizó Gold – aunque debo de admitir que si me asusté cuando nos dijeron que no tenían suficiente sangre para ti. Por suerte, Jake es del mismo tipo que tú.

- ¿Jake? – repitió Silver confundido.

- Si, el chico psíquico tuvo que donarte de su sangre – informó Gold - ¿Eso no te lo contó el doctor estricto?

- No – negó Silver un tanto sorprendido – Tendré que agradecérselo.

- Sird quiso darle una remuneración económica, pero Jake no la aceptó – comunicó Gold – Supongo que un simple gracias es más que suficiente.

- ¿Y Archer y compañía? – preguntó Silver.

- En una prisión de máxima seguridad – respondió Gold – Ahora que ya despertaste, podré ir a visitar a Protón para burlarme de él.

- Te acompañaré – apuntó Silver – Quiero decirle algunas cosas a Ariana.

- Eso va a ser un poco imposible – indicó Gold. Silver levantó una ceja extrañado – Nadie sabe que fue exactamente lo que Sird le hizo, tampoco es que alguien le haya preguntado, pero el punto es que desapareció. Sólo quedaron sus pokémon, que ahora son de Sird. ¿Y qué crees? El plan fue todo suyo. Usó a Archer, Petrel y Protón como piezas; al final ella era quien se quedaría con Arceus.

- Interesante – murmuró Silver haciendo una nota mental de preguntarle a Sird sobre el destino de la mujer - ¿Y Lance?

- De maravilla – respondió Gold – Tal vez venga a verte. Nos pidió que le avisáramos cuando despertaras.

- ¿Cómo le quitaron el suero? – inquirió Silver.

- No lo vas a creer – comenzó Gold emocionado - ¡Yellow puede curar humanos! Ella fue la que curó a Lance y le regresó la cordura.

- ¿Y cómo fue que terminó en manos del Equipo Rocket? – preguntó Silver curioso.

- Pues al parecer se dio cuenta de que había ciertos movimientos extraños al norte de Ciudad Espina Negra y fue a investigar – relató Gold – Estando en las Ruinas Sinjoh, descubrió que el Equipo Rocket planeaba aparecer en la inauguración del Pokéathlon. Como no quiso dejar su puesto de vigilante, optó por mandarnos a nosotros con el fin de que detuviéramos el desastre que iba a ocurrir.

- Por eso envió los volantes del Pokéathlon – resumió Silver. Gold asintió mientras tomaba un trago de su jugo de manzana.

- El problema es que lo atraparon y lo convirtieron en zombie – concluyó Gold – Él dice que no se acuerda muy bien de nada.

Los dos se quedaron en silencio, bebiendo sus jugos.

- ¿Y la flauta? – rompió el silencio Silver. La flauta le importaba muy poco, pero suponía que la respuesta llevaría a lo que realmente le importaba: Soul.

- En la caja fuerte de tu despacho – respondió con simpleza Gold. Silver se golpeó mentalmente la frente.

- ¿Y Soul? ¿Cómo está? – inquirió Silver tras lanzar un suspiro.

- Bien – respondió Gold.

- ¿Cómo tomó lo de su flauta? – cuestionó Silver.

- Bastante bien – aseguró Gold – Crys y ella se quedaron con los medallones como recuerdo.

Otro silencio. Quería ver a Soul, hablar con ella, pedirle disculpas, pero, sobre todo, agradecerle. Lo malo es que tendría que soportar las miradas picaras y las palabras burlonas de Gold para conseguirlo.

- ¿Podrías pedirle a Soul que venga? – pidió Silver.

- De que puedo, puedo – asintió Gold – Ahora, de eso a que lo haga es otra cosa. Soul se fue hace dos semanas – la palabra sorpresa se dibujó en la cara de Silver – A penas supo que estabas fuera de peligro continuó con su viaje. Si quieres, le llamamos…

- No – zanjó Silver bajando la mirada. Por supuesto, ¿qué esperaba? ¿Que Soul lo esperara ahí, al pie de su cama, después de cómo la trató? La muchacha tenía todo el derecho de haberse ido. Cualquier persona con sentido común lo habría hecho.

- Alcánzala – exhortó Gold notando el cambio de humor de su amigo – Cuando te den de alta. Nos dijo que iría a Ciudad Iris para enfrentar a Morty, puedes partir de ahí.

- Si no esperó a que despertara fue porque no quería verme, Gold – especificó Silver con sus ojos clavados en el liso suelo blanco – No pienso buscar a alguien que no le agrada mi presencia. Además, es mejor así.

- Si tú lo dices – habló Gold antes de bostezar – Oye, no sé tú, pero yo me estoy cayendo de sueño. Volveré al sillón.

- Mejor vete a la casa – aseveró Silver – Tus ronquidos me molestan.

- Ese es el Silver que tanto extrañé – expresó Gold secando imaginarias lágrimas de su rostro. Silver rodó los ojos – En fin, nos vemos en la mañana – se despidió el criador regresando a la normalidad.

- ¿Qué hora es? – preguntó Silver. Gold se detuvo en su camino hacia la puerta, sacó su pokégear y vio la pantalla.

- Es casi la una de la mañana – informó Gold.

- Si ves a Blue por ahí, dile que vaya a descansar – solicitó Silver dejando su ahora vacía lata de jugo sobre su mesita de noche. Gold alzó su dedo pulgar en señal de haberlo escuchado.

- Hablando de Blue – comentó Gold con medio cuerpo fuera del cuarto – Si aún te interesa, aprovecha ahorita. No sabemos los detalles, pero parece que tuvo una fuerte pelea con Green y ya no se hablan. Buenas noches.

Silver vio salir al criador extrañado. Suspiró y volvió a acostarse. Mañana le preguntaría a Blue de que hablaba Gold. Por ahora, únicamente podía pensar en Soul. El hecho de que se hubiera ido significaba que la muchacha se encontraba perfectamente de salud, situación que lo tranquilizaba y alegraba. Por otra parte, sentía un vacío en su pecho. Esto significaba el fin, el fin de algo que, guiado por sus miedos, jamás permitió que comenzara. Cerró sus ojos. De nada le servía lamentarse, lo hecho hecho estaba y era imposible dar marcha atrás. No se amargaría, ni se preguntaría "¿y si…". No, ya no más. A partir de ahora, aprovecharía su vida y la disfrutaría. A partir de ahora, iba a vivir.


A la mañana siguiente, Silver fue despertado a las nueve de la mañana por un par de enfermeras que venían por él con el fin de llevarlo a hacer algunos estudios. Dos horas más tarde, cuando regresó a su cuarto, Blue se encontraba ahí, sentada cómodamente en el sillón leyendo una revista.

- Buenos días, enfermito – lo saludó Blue mientras Silver pasaba de la silla de ruedas a su cama sin ayuda de las enfermeras, quienes fruncieron el ceño.

- Buenos días – regresó el saludo Silver.

- ¿Cómo te sientes? – inquirió Blue después de que las enfermeras se retiraran de la habitación.

- Bien y es la última vez que aceptó que me hagan esa pregunta – respondió Silver.

- Está bien – aceptó Blue poniéndose de pie – Todos están muy felices por qué ya despertaste. Van a venir más tarde a verte.

- No es necesario – aclaró Silver acomodando sus almohadas de tal manera que pudiera sentarse en la cama con su espalda recargada en ellas.

- Que pena, porque ya los organicé – estableció Blue volviendo a colocar la silla a lado de la cama y sentándose en ella después – Y también ya está listo todo para tu fiesta de mañana.

- ¿Fiesta? – repitió Silver temiendo lo peor.

- Por supuesto – sonrió Blue – Creías que iba a dejar pasar esto sin celebrarlo.

- Tenía la esperanza – soltó Silver recostándose en las almohadas - ¿Cómo estás tú?

- De maravilla ahora que despertaste – respondió Blue.

- ¿Y Green? – cuestionó Silver. La sonrisa de Blue desapareció al instante.

- ¿Qué con Green? – regresó la pregunta Blue nerviosa.

- Gold me contó que pelearon – señaló Silver.

- No peleamos – aclaró Blue jugando con un mechón de su cabello – De hecho, aún no sé precisamente que fue lo que ocurrió – Silver arqueó una ceja – Me besó – reveló Blue. Silver abrió la boca levemente asombrado – Al parecer se dio cuenta de que llevó un año jugando con él y fue su manera de regresármela.

- ¿Entonces fue venganza o le interesas? – preguntó Silver.

- ¿Sabías que Platinum quiere enfrentarse a los gimnasios pokémon de Kanto y Johto? – cambió el tema Blue – Ella, Dia y Pearl van a comenzar su viaje pasado mañana, justo después de que…

- Blue – la interrumpió Silver.

- …el barco de Sapphire, Ruby y Rald se vaya – continuó Blue haciendo caso omiso a la interrupción del pelirrojo – Es triste que nos tengamos que separar, pero invitaré a todos a mi fiesta de cumpleaños el próximo año. También podría invitar a los nuevos Dex Holders. ¿Sabías que hay Dex Holders en la región de Unova? No sé mucho de ellos, pero sería…

- ¡Blue! – exclamó Silver deteniendo a la chica – Ve, arregla tus asuntos con Green y no vuelvas hasta que lo hayas hecho.

- ¿Qué? – fue lo único que Blue consiguió pronunciar.

- ¡Fuera! – exigió Silver señalando la puerta con su dedo índice.

- Pero… - comenzó Blue.

- ¡Fuera! – repitió Silver.

Blue hizo un puchero, se puso de pie y salió del cuarto dando un portazo. Silver lanzó un bufido, se acomodó en sus almohadas y, considerando que no había nada mejor que hacer, cerró sus ojos y se preparó para dormir.


Salió del hospital estrangulando entre sus manos la revista que minutos atrás estaba leyendo. ¿Quién se creía Silver para echarla de su cuarto? Era su mejor amiga, casi una hermana, la persona que mejor lo conocía en el mundo y la trataba así. ¿Cómo se atrevía a obligarla a arreglar sus problemas? Caminó furiosa sin prestar atención, despotricando en voz baja contra Silver, hasta que se detuvo ante la puerta del cuarto trasero del Gimnasio Pokémon de Ciudad Verde. La muchacha abrió los ojos como platos. Volteó a ver la puerta del Gimnasio abierta de par en par. ¿En qué punto había cambiado su ruta de la casa de Silver al Gimnasio Pokémon?

- Maldito subconsciente – maldijo Blue. Hizo el ademán de darse la media vuelta, sin embargo, ya fuera por mala o buena suerte, la puerta se abrió en ese momento, emergiendo del cuarto Green. Los dos se vieron a los ojos por un largo y silencioso tiempo.

- Y así terminan las dos semanas y media más tranquilas que he tenido en los últimos 8 años – rompió el silencio Green reingresando a su nombrado santuario. Blue volvió su mirada a la puerta doble del Gimnasio. Podría correr, mas ese no era su estilo y ya había pospuesto esto por mucho tiempo. Inhaló y soltó todo el aire en un suspiro, para después entrar al lugar, donde Green ya había tomado asiento en el sillón y la observaba con los brazos cruzados sobre su pecho.

- Creo que tenemos que hablar de algo – comenzó Blue tratando por todos los medios posibles que su voz sonara normal. Green permaneció inmutable – Lo que pasó en el avión – especificó Blue sin lograr alguna reacción del líder de gimnasio - ¿Por qué me besaste?

- Porque me cansé de tus juegos – respondió Green.

- De los cuales te diste cuenta desde… - inició Blue haciendo un movimiento con su mano para que el muchacho concluyera su oración.

- El principio – aclaró Green.

- ¡¿Qué? ¿Y por qué no me dijiste nada? – cuestionó Blue incrédula.

- Tenía curiosidad de saber cuánto duraría – admitió Green -, pero un año es demasiado, incluso para ti.

- Interesante – masculló Blue.

- Entonces, ¿fue juego o en verdad te intereso? – inquirió Green sin ninguna emoción presente en su rostro.

- ¿Cómo crees? Claro que fue un juego – se rió Blue – Quería ver cuánto aguantabas.

- ¿Y por qué llevas dos semanas y media evitándome? – preguntó Green.

- Estaba esperando que se te bajara el enojo – mintió Blue magistralmente. Green la observó por un momento en silencio, provocando nerviosismo en Blue.

- Cierra la puerta – pidió Green descruzando sus brazos. Blue cerró la puerta lentamente. Una vez cerrada, Green suspiró – Mira, Blue, lo diré una vez y sólo una vez. Esto de jugar el uno con el otro me parece muy estúpido y una pérdida de tiempo. Ya no aceptaré más juegos, insinuaciones o coqueteos de tu parte y tampoco me interesa seguir siendo tu amigo – Blue sintió como si su corazón se rompiera en mil pedazos. Green se puso de pie y dio unos cuantos pasos hasta quedar frente a Blue – Estoy enamorado de ti y sólo me interesa que seas mi novia, así que, ¿quieres ser mi novia, Blue?

La aludida pestañeó varias veces tratando de procesar la última oración en su cabeza. ¿Había oído bien? ¿Acaso Green le acaba de pedir ser su novia? ¿Estaba soñando o alucinando? ¿Por qué demonios se hacía estúpidas preguntas en su cabeza en lugar de besar a Green?

- ¡SI! – gritó Blue lanzándose encima de Green, quien, tomado por sorpresa, no pudo evitar la inminente caída, terminando los dos en el suelo, Blue arriba de Green.

- ¡¿Eso era necesario? – inquirió Green molesto.

- Yo que tú me iría acostumbrando, querido – indicó Blue en tono seductor antes de unir sus labios con los de Green. El muchacho rodó los ojos, para después cerrarlos y disfrutar el momento. Más tarde tendría mucho tiempo para establecer algunos límites.


La pequeña reunión de Dex Holders en la habitación de Silver esa tarde se centró en la nueva noticia que Blue esparció como pólvora gritándola a toda voz por las calles de Ciudad Verde: su noviazgo con Green. Ver la cara de pocos amigos de Green fue suficiente para que Gold empezara con una tabla de apuestas (a la que únicamente Yellow, Crys y Silver se abstuvieron a participar) sobre cuánto duraría la pareja antes de que Green enloqueciera o terminara matando a Blue. Había que decir que los plazos no eran muy alentadores.

Acabada la reunión y solo de nuevo en su cuarto, Silver emprendió la tarea de contar una a una las lozas del techo. Definitivamente le pediría a la siguiente persona que entrara a su cuarto que le trajera un libro o al menos una televisión. La puerta se abrió, ganándose la atención de Silver. Koga entró al cuarto, cerrando la puerta tras él.

- Vine más temprano, pero estabas dormido – señaló Koga aproximándose a la cama - ¿Te molestaría si me siento? – preguntó apuntando con su índice a la vacía silla junto a su cama. Silver negó con la cabeza.

- ¿Qué quieres? – inquirió Silver curioso - ¿Advertirme sobre otro ataque?

- No, venía a hablar sobre otro tema – negó Koga -, sobre tu madre.

- Sinceramente, no me importa saber nada de Ariana – zanjó Silver – A menos de que sepas que ocurrió con ella.

- No tengo la menor idea – confesó Koga – Pero no quiero hablar sobre Ariana, sino de Sird.

- ¿Sird? – repitió Silver confundido.

- Pensé que ya que conoces la verdad, no habría problema en que la conocieras completa – apuntó Koga.

- ¿Y exactamente cuál es la historia completa? – preguntó Silver.

- Bueno, podría empezar desde la primera vez que Sird y Ariana se vieron y se juraron odio eterno, sin embargo eso te aburriría a ti y a mí también – inició Koga – Lo único importante que debes de saber es que las dos se odian y siempre compitieron por la atención de Madame Boss y más tarde la de Giovanni.

- ¿Y eso qué tiene que ver conmigo? – inquirió Silver cruzándose de brazos.

- Cierto día, alguien escuchó una conversación entre Ariana y Archer, gracias a la cual se enteró de que la mujer estaba esperando al futuro hijo del jefe y que planeaba deshacerse de él – relató Koga – El chismoso fue con Sird y se lo contó. Por esos días, Ariana se había convertido en la favorita de Giovanni debido a su ingenio científico, algo de lo que Sird siempre ha carecido. Sird buscaba un medio para hacer quedar mal a Ariana y se le presentó la oportunidad perfecta: conseguiría pruebas del embarazo y, una vez que Ariana se hubiera desecho del bebe, se lo informaría a Giovanni. Para nadie era un secreto que Giovanni deseaba un hijo más que ninguna otra cosa en el mundo. En fin, tantos días de preparación no sirvieron de nada, pues al final Sird le contó todo a Giovanni un día antes de que sucediera. Supondré que estás enterado del resto – se acomodó en su silla y continuó – Unos días antes de la boda, le llegó la información a Sird de que Ariana mantenía sus planes en pie y que sólo esperaba ser la esposa de Giovanni para realizarlos. Otra vez la oportunidad se le dio en bandeja de plata: pondría cámaras en el cuarto de Ariana, ordenaría que la siguieran y la desenmascararía frente a Giovanni después de que tú ya no existieras. Era un plan perfecto.

- Pero mi padre se enteró antes – aventuró Silver. Koga negó con la cabeza.

- Sird abrió la boca de nuevo – develó Koga.

- ¿Por qué? – preguntó Silver sin comprender. El miembro del Alto Mando se encogió de hombros.

- Ni siquiera Orm logró sacarle esa respuesta – apuntó Koga, para después proseguir con su relato – Meses después, cuando naciste, debido al trabajo que implicaba ser el líder del Equipo Rocket, Giovanni no podía cuidarte de tiempo completo, razón por la cual te dejaba al cuidado de su más confiable soldado: Sird – una mueca de burla se formó en los labios del ex comandante del Equipo Rocket -. Al principio era divertido verla cuidarte y maldecirte, sin embargo, con el paso del tiempo, dejaste de ser una imposición para ella. Nos dimos cuenta de ello la primera vez que la llamaste mamá y ella no te corrigió, así como las múltiples ocasiones en las que la abrazabas y ella te regresaba el abrazo – la foto en la que Sird lo cargaba siendo él un bebe apareció en su mente – Después de que desapareciste, ayudó a Giovanni a buscarte durante un largo tiempo hasta que un día pidió ser asignada a otras tareas. Tuvimos de vuelta a la Sird de antes, tal vez un poco más cruel y fría.

- ¿Por qué me cuentas esto? – inquirió Silver abrumado. Una media sonrisa apareció en el rostro de Koga, al tiempo que el hombre se ponía de pie.

- Para que entiendas – respondió con simpleza Koga.

Silver solamente escuchó el sonido de la puerta al cerrarse. "¿Para qué entienda?" repitió en su cabeza Silver "¿Para qué entienda qué?"

- Sird, ¿por qué sigues aquí? - preguntó Silver mirando a la mujer a su lado. Sird tomó un poco de su café y sonrió levemente -. Pensé que tú serías la primera en irte en cuanto muriera mi padre.

- Su padre me pidió protegerlo – señaló Sird sorprendiendo a Silver. No se esperaba esa respuesta.

- Yo nunca he necesitado protección de ningún tipo – expresó Silver abriendo su gelatina – Además, seguir las ordenes de alguien muerto es bastante ridículo.

- No fue orden, fue una petición. La diferencia está en que las ordenes deben de realizarse sin dudarlo y las peticiones uno tiene la decisión de hacerlas o no – corrigió Sird – Yo sigo aquí porque quiero estarlo. Todo lo que he hecho en mi vida lo hago por propia elección, no por los demás. Soy una persona naturalmente egoísta.

"Para que entienda". ¿Por qué seguía ahí? ¿Por qué obedecía sin chistar las órdenes de un mocoso que además era un Dex Holder? ¿Por qué soportó ver como desmantelaba al Equipo Rocket sin decir nada? ¿Por qué? Su padre me pidió protegerlo. ¿Realmente Giovanni le pidió eso? Yo sigo aquí porque quiero estarlo.

Hizo a un lado sus cobijas y saltó de la cama. Cojeó hasta la puerta de su habitación, la abrió y se asomó al pasillo. Ahí, sentada en una silla, se encontraba Sird leyendo lo que parecía ser un informe del Equipo Rocket. La mujer levantó la vista de los papeles y lo volteó a ver.

- ¿Desea algo, señor? – inquirió Sird sin moverse de su lugar.

- Quería saber dónde dejaron la ropa que llevaba puesta el día que me ingresaron – manifestó Silver tratando de sonar y actuar normal.

- Mandé que la quemaran – informó Sird.

- ¡¿Qué? ¡¿Por qué? – saltó Silver alarmado. En ese pantalón no sólo iban los pedazos de la destruida foto de él en brazos de Sird, sino también el pañuelo con su nombre que su padre le había regalado.

- Porqué estaban en pésimas condiciones: raídas, llenas de tierra y con manchas de sangre – explicó Sird volviendo su atención al informe.

- Pero llevaba cosas importantes ahí – señaló Silver.

- No se preocupe, le dejé su pañuelo en la mesita de noche de su cuarto – indicó Sird.

- ¿Y la foto? – preguntó Silver.

- Así que era una foto – habló Sird – También está en el mismo lugar.

- Bien – pronunció Silver.

Observó por unos minutos a Sird, antes de cerrar la puerta y apoyarse en ella. Podría preguntarle y aclarar de una vez por todas este asunto, sin embargo, algo le decía que Sird no iba a responder a sus preguntas con tanta facilidad. Suspiró cansado.


Esa misma tarde, con los resultados de los estudios en mano, Sakano le anunció a Silver que al día siguiente podría retirarse del hospital a medio día. Inmediatamente, Blue y Gold comenzaron con los preparativos de la fiesta que no sólo sería en honor a la recuperación del pelirrojo, sino también con el objeto de despedirse de los Dex Holders de Hoenn y los de Sinnoh.

- ¿Y cuánto tiempo usaras las muletas? – inquirió una conocida voz delante de él. Silver terminó de cerrar su chaqueta y alzó la cabeza. En el marco de la puerta, se encontraba Lance con los brazos cruzados.

- Una o dos semanas – respondió Silver – Aunque, pensándolo mejor, dejaré que me cures el pie y que me quiten el yeso de una vez.

- ¿Y por qué no se lo pides a Yellow? – preguntó Lance acercándose a la cama.

- Ella no me debe favores – puntualizó Silver colocando su pie enyesado sobre la inamovible silla ubicada a un lado de su cama. Lance sonrió con ironía.

- Si de favores hablamos, tú también me debes varios – señaló Lance posando su mano derecha sobre el yeso de Silver. Al momento, el muchacho percibió un extraño calor traspasando el yeso y envolviendo toda su pierna.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó Silver.

- Vine a ver cómo estabas – respondió Lance quitando su mano del yeso – y disculparme por mi mensaje tan críptico.

- No hay problema – aseguró Silver alargando su brazo hacia un botón empotrado en la pared arriba de la cabecera de la cama. Oprimió el botón – Ya estoy acostumbrado a ese tipo de mensajes de tu parte. El problema es que simplemente no me interesó hacerle caso esta vez.

- ¿Listo para irnos? – inquirió la melódica voz de Blue al ingresar en la habitación. La chica se detuvo en el marco de la puerta, sorprendida con la inesperada presencia de Lance – Lance, ¿cuándo llegaste? Bueno, eso no importa. Lo que importa es que llegaste justo a tiempo para la fiesta.

- No, gracias, yo ya me voy – negó Lance sin deseos de asistir a ninguna fiesta.

- Pero… - inició Blue.

- ¿Desea algo, señor? – cuestionó una enfermera interrumpiendo a Blue.

- Dígale a Sakano que venga – respondió Silver. La enfermera asintió con la cabeza y se fue del lugar.

- Nos vemos – se despidió Lance. Acto seguido, salió del cuarto velozmente impidiendo que Blue pudiera detenerlo.

- ¿Para qué quieres ver a Sakano? Pensé que ya nos íbamos – cuestionó Blue.

- No voy a salir con esta cosa en mi pie si no la necesito – indicó Silver.

Una vez que el pie de Silver se vio libre, hecho que no alegró en nada a Sakano, Silver y Blue abandonaron el hospital con dirección a la casa del pelirrojo, en la cual todos los Dex Holders los aguardaban para dar inició a la fiesta que se prolongó hasta las nueve de la noche, hora en que el dueño de la casa apagó el sistema de sonido.

Recostado en el sillón más largo de su sala, Silver contemplaba a los inquilinos de su casa que, desprovistos de música, habían decidido dedicarse a otra cosa. En la mesa del comedor, Gold y Jake jugaban póker, mientras Rald y Sapphire los observaban tratando de entender el juego. En la puerta de la cocina, Crys vigilaba el juego, recordándole la hora de vez en cuando a su novio. Más cerca de él, en uno de los sillones, Ruby y Platinum hablaban animadamente sobre concursos. Afuera, en el jardín, cuya iluminación exterior estaba encendida por primera vez desde que Giovanni murió, Red, Green y Pearl entrenaban. Los únicos que faltaban eran Blue, Yellow y Dia, a quienes había visto entrar a la cocina minutos atrás. Cerró los ojos, respirando pausadamente. Le dolía su pecho, mas se negaba a tomar los analgésicos que Sakano le había recetado; eran los mismos que tuvo que tomar cuando Soul casi le rompe el brazo y detestaba su efecto adormecedor. Soul. No podía creerlo, hasta las medicinas le recordaban a la castaña.

- ¿Silver? – lo llamó la voz de Blue. El aludido abrió sus ojos, hallando a Blue hincada en el suelo sujetando un paquete en sus manos – Tengo un regalo para ti – Blue le ofreció el paquete envuelto con un papel azul grisáceo. Silver se sentó en el sillón, tomó el paquete y lo desenvolvió, al tiempo que Blue se sentaba a su lado. Admiró por un momento aturdido el contenido del empaque: una fotografía enmarcada. En ella, Giovanni lo cargaba entre sus brazos, pero eso no era lo relevante. Había visto cientos de fotos iguales en los álbumes fotográficos del fallecido líder del Equipo Rocket. Lo curioso era la presencia de una mujer parada a lado de ellos sonriendo: Sird.

- ¿De dónde sacaste esta foto, Blue? – preguntó Silver aún sin poder creer lo que veían sus ojos. Era como una foto familiar, como esas fotos en las que los padres se retratan con sus hijos.

- ¿Recuerdas que me hablaste de una foto en la que estás con Sird? – empezó Blue algo avergonzada – Bueno, me dio tanta curiosidad que me metí al cuarto de Sird a investigar.

- ¿Qué hiciste qué? – inquirió Silver incrédulo.

- Busqué entre sus cosas y encontré una memoria USB con información oculta en una caja fuerte – continuó Blue – En esa memoria, había un informe médico tuyo, desde antes de que nacieras hasta que… tú sabes.

- Así que tú fuiste quien le contó a Gold lo de Ariana – aventuró Silver.

- Necesitaba hablar con alguien y el único que se me ocurrió fue Gold – explicó Blue – Entre los dos nos pusimos de acuerdo en no decirte nada.

- Luego hablamos de eso – señaló Silver no muy contento con que sus mejores amigos le hubieran guardado información tan importante, en especial porque pudo haberse enterado de la verdad de una mejor manera – La foto…

- En la misma memoria había una carpeta con fotos – reveló Blue – En todas estabas tú, a veces solo, otras con Giovanni y en muy pocas con Sird. Esa me gustó mucho – señaló la foto con su cabeza – Parecen una familia.

- Si – murmuró Silver viendo la fotografía.

- Aunque sigo sin entender que tiene que ver Sird contigo – añadió Blue - ¿Alguna idea?

- No realmente – mintió Silver quitando su ojos del marco y fijándolos en los azules ojos de su amiga – Muchas gracias, Blue. Muchas gracias por todo.

- No tienes nada que agradecerme – aseguró Blue – Para eso son los amigos.

Sin previo aviso y tomando por sorpresa a Blue, Silver abrazó a la muchacha. Desconcertada, Blue respondió el abrazo con igual o más efusividad. No era la primera vez que se abrazaban, pero si la primera vez que Silver lo propiciaba. Cuando se separaron, Blue pudo notar que algunas lágrimas habían recorrido sus mejillas sin darse cuenta.

- Regresaré a la cocina antes de que Diamond se acabe toda la comida – indicó Blue secándose las lágrimas. Silver asintió y siguió con la mirada a la chica hasta que entró a la cocina. El pelirrojo regresó su vista a la imagen. No importaba cuantas veces la viera, le costaba mucho trabajo creer lo que tenía en sus manos.

- Linda foto – opinó Gold a su lado. Silver lo volteó a ver preguntándose en qué momento el criador había abandonado la mesa para sentarse junto a él en el sillón. Los ojos de Gold se abrieron como platos - ¡¿Esa es Sird? – Silver rodó los ojos - ¿Cómo… Nah, olvídalo – metió su mano en uno de los bolsillos de su chamarra y sacó de él una pequeña caja – En vista de que Blue decidió darte un regalo, yo no me iba a quedar atrás. Toma – le ofreció la caja, la cual Silver agarró y abrió.

- ¿Qué es esto? – preguntó Silver sacando de la cajita una pelota verde con una gigantesca carita feliz dibujada en su superficie.

- Es una pelota anti estrés – respondió Gold – Dicen que sirve para disminuir el estrés. Pensé que te ayudaría para no ser tan amargado.

- Ah – dijo Silver observando la diminuta pelota. A continuación, la lanzó con todas sus fuerzas a la cabeza de Gold. La pelota golpeó al criador, quien al instante profirió un alarido de dolor y se llevó sus manos al lugar afectado, y rebotó a las manos de Silver – Tienen razón, esto es perfecto para quitar el estrés – apoyó Silver con una sonrisa malévola en sus labios y rebotando la pelota en la palma de su mano.

- Que malo eres – le espetó Gold sobándose la cabeza.


Miraba tranquilamente como el pequeño barco con rumbo a Isla Canela se alejaba de la costa de Pueblo Paleta. Hace tan sólo unos minutos, Ruby, Sapphire y Emerald habían subido a él después de una larga y nostálgica despedida, que comenzó a primeras horas de la mañana con la partida de Platinum, Diamond y Pearl, quienes recorrerían Kanto. Suspiró. Eran pocas las veces en que todos los Dex Holders se reunían y la mayoría de las veces era para luchar contra algún enemigo; sólo deseaba que la próxima vez fuera por una razón más alegre. Sintió como unos brazos la rodeaban por atrás y una cabeza reposaba su mentón en su hombro derecho.

- Vámonos de vacaciones – propuso Gold murmurando en la oreja de Crys. La muchacha, obviando el escalofrío que el aliento de Gold le había provocado, dio la media vuelta para encarar al muchacho.

- ¿Qué? – inquirió Crys.

- Vámonos de vacaciones – repitió Gold soltando a Crystal – Soul me contó sobre un pueblo en Sinnoh donde venden la miel más deliciosa del mundo. O podemos ir a cualquier parte, a donde tú escojas. Anda, ¿qué dices?

- Tú estás loco – estableció Crys – Hay mucho trabajo en el laboratorio, no puedo dejar al profesor Oak solo.

- A ver, corrígeme si me equivoco – habló Gold – Tú estabas en medio de tus vacaciones cuando todo esto comenzó, ¿no?

- Pues sí, pero… - asintió Crystal.

- Entonces lo justo es que las continúes, ¿no lo crees? – indicó Gold con su característica sonrisa en los labios.

- Supongo – aceptó Crys recordando los planes que había hecho con su madre y que fueron abruptamente interrumpidos por el falso Equipo Rocket – Tenía planes con mi mamá

- Bien, invítala también – apuntó Gold.

- ¡¿Qué? – saltó Crys.

- Y yo invitaré a mi mamá – prosiguió Gold – Hace mucho que no sale de la casa – se rascó la nuca – A decir verdad, no recuerdo alguna vez que lo haya hecho.

- Espera, ¿iríamos los cuatro? – cuestionó Crys. Gold acercó su cara peligrosamente a la de Crys.

- A menos de que quieras que sólo vayamos tú y yo – aventuró Gold en tono seductor.

- No, mejor los cuatro – puntualizó Crys nerviosa.

- En ese caso – dijo Gold tomando cierta distancia de su novia – iré a casa de Silver a pedirle un avión o algo por el estilo para recoger a nuestras mamás, mientras tú hablas con el profesor Oak y compras los boletas a cualquier parte de mundo. ¿De acuerdo?

- De acuerdo – asintió Crys con gotas de sudor en su cabeza. Gold se inclinó y le plantó un dulce beso en los labios a Crys.

- No me tardo – aseguró Gold antes de marcharse.

Crys se recargó en el barandal del muelle sonriendo. Esas iban a ser las vacaciones más alocadas de toda su vida.


Entró a su despacho y cerró la puerta detrás de él. Echó un vistazo al lugar. Sin contar que el cesto de basura estaba lleno, todo se encontraba tal y como lo había dejado la última vez que estuvo ahí. Caminó hasta su silla, se sentó en ella, cerró los ojos e inhaló profundamente. La vida volvía a la normalidad: los Dex Holders de Hoenn y los de Sinnoh se habían ido; Gold no tardaría en recoger sus cosas y marcharse a su casa; sólo existía un Equipo Rocket y estaba bajo su mando. La vida volvía a la normalidad. Su vida volvía a la normalidad.

Abrió sus ojos y se dispuso a prender la computadora, mas se detuvo en el acto. Pegado a la pantalla de la computadora se hallaba una hoja de papel doblada a la mitad. Silver alargó una mano, despegó la hoja y la desdobló.

Silver:

Voy a ir a Ciudad Iris para enfrentar a Morty. Probablemente me quedé uno o dos días en la ciudad porque quiero conocer la Torre Campana, la Torre Quemada y ver un espectáculo en el Teatro de danza. De ahí iré a Ciudad Olivo por mi quinta medalla y después a Ciudad Orquídea. Ahí me tardaré más tiempo porque visitaré las Islas Remolino. Buscaré a Lugia, quiero agradecerle por su ayuda. También iré a la nueva Zona Safari; Crys dice que es increíble y que puedes encontrar pokémon de todo el mundo. Luego me dirigiré a Pueblo Caoba y al Lago de la Furia. Por último, pienso ir a Ciudad Espina Negra, ganar mi última medalla y participar en el campeonato de la Liga Pokémon en la Meseta Añil. Sin importar como me vaya, regresaré a Sinnoh para pasar unos días en mi casa.

Soul.

Silver releyó la carta cinco veces más, tratando de encontrar una explicación a ella. No entendía porque la muchacha le había escrito su itinerario completo después de que, con su partida, dejó muy en claro que no deseaba volver a verlo. ¿Acaso… lo estaba invitando?

Sin buscar más explicaciones, dobló la hoja de papel, la metió a su bolsillo, se puso en pie y salió de su oficina. Dio algunos pasos hasta el comedor de la casa, donde Sird revisaba unos papeles y tomaba un café.

- Sird, voy a salir de viaje – anunció Silver. La mujer posó su atención en su jefe – Quedas a cargo de todo.

- Como usted ordene, señor – asintió Sird. Silver hizo el ademán de marcharse – Disculpe, señor, antes de que se vaya me gustaría hablar con usted sobre un asunto muy importante.

Silver se detuvo con la esperanza de que Sird al fin le confesara que había ocurrido con Ariana. A pesar de las numerosas veces que le preguntó, la Bestia del Equipo Rocket siempre respondía con la misma monótona respuesta: "Ya no será un problema para usted". De lo único que podía estar seguro es que su madre biológica seguía viva y eso gracias a que Sird negó haberla matado.

- ¿De qué se trata? – preguntó Silver.

- Investigué a Jake, el chico que le donó sangre – reveló Sird.

- ¿Por qué? – inquirió Silver incrédulo.

- Necesitaba saber que tan confiable era – respondió Sird. Silver se golpeó la frente mentalmente.

- Es el asistente de Green y uno de los mejores amigos de Yellow – enumeró Silver exasperado – Es confiable. Sin contar el hecho de que no dudo en donarme su sangre.

- Aún así, tenía que estar segura de eso – señaló Sird, causando que Silver rodara los ojos – La investigación arrojó datos muy interesantes. Su madre es una comandante del desaparecido Equipo Galáctico: Mars.

- ¿Equipo Galáctico? – repitió Silver cruzándose de brazos.

- Una organización delictiva de Sinnoh a la que pertenecí hace dos años – indicó Sird –, tiempo durante el que conocí a Mars. La mujer es originaría de Ciudad Verde. Sus padres, dos respetables pescadores que manejan una tienda en el centro de la ciudad, son los que han criado a su hijo desde bebe.

- Eso cualquiera lo sabe – señaló Silver impaciente.

- ¿Y también sabe que, antes de Mars, el matrimonio tuvo otra hija? – cuestionó Sird – La mujer en cuestión es varios años mayor que Mars por lo cual pasaron muy pocos años juntas, sin embargo, eso no evitó que ambas compartieran el gusto por lo prohibido y, aparentemente, por su jefes.

- Podrías ir al grano, Sird, tengo prisa – apresuró Silver.

- Ariana y Mars son hermanas, lo cual significa que usted y el tal Jake son primos – lanzó Sird. Silver descruzó sus brazos lentamente – Para estar segura de ello, mandé que les hicieran un examen de ADN a los dos y resultaron compatibles.

- ¿Qué? – masculló Silver incapaz de pronunciar otra palabra.

- Consideré que tenía derecho a saberlo – expresó Sird cogiendo un folder de la mesa y ofreciéndoselo a Silver – Aquí están los registros de la investigación, así como los resultados del examen.

- Por eso tenemos el mismo tipo de sangre – murmuró Silver aún en estado de shock.

- Su abuelo le heredó ese tipo de sangre a sus hijas y ellas a ustedes – explicó Sird dejando el folder de nuevo sobre la mesa.

Silver se recargó en la pared más cercana. No podía creerlo. Jake era su primo y no sólo eso. Los abuelos de Jake eran… sus abuelos. ¿Qué iba a hacer con esa información? ¿Decírselo a Jake? ¿Acercarse a la familia como si nada? No. No estaba preparado para eso. Sin embargo se encontraba ante una nueva oportunidad de tener una familia. Aunque también cabía la posibilidad de que a los abuelos de Jake y al mismo Jake no les interesará añadir un nuevo miembro a su familia. Cerró sus ojos, inhaló y exhaló lentamente. Necesitaba pensarlo bien y no comenzar a fabricar historias en su cabeza. Por ahora lo único claro era que debía alcanzar a Soul. El resto… ya sabría cómo manejarlo en el futuro. Reabrió sus ojos. Sird lo miraba con cierta, casi imperceptible, preocupación en sus ojos.

- Gracias por la información, Sird – agradeció Silver – Por favor, no se lo cuentes a nadie.

- Por su puesto, señor – asintió Sird regresando su mirada a los papeles que minutos atrás estaba revisando. Silver admiró a la mujer por unos minutos. Familia. Su padre estaba muerto y su madre biológica simplemente lo odiaba. Tenía un primo y unos abuelos que no sabían de su existencia.

- ¿Por qué me cuentas esto? – inquirió Silver abrumado. Una media sonrisa apareció en el rostro de Koga, al tiempo que el hombre se ponía de pie.

- Para que entiendas – respondió con simpleza Koga.

¿Por qué no había renunciado? ¿Por qué seguía sus órdenes sin chistar? ¿Por qué se preocupaba por él?

- Si hay algún problema, llámame – pidió Silver dándole la espalda a la mujer.

- Si, señor – asintió Sird sin despegar sus ojos de los papeles.

- Nos vemos,… mamá – se despidió Silver dudoso, para después marcharse del lugar velozmente.

Sird levantó la mirada lentamente, fijándola en el punto que Silver había dejado vacío. O estaba enloqueciendo o claramente había escuchado que Silver la llamó "mamá". Volvió a bajar su cabeza, al tiempo que una leve y extraña sonrisa de felicidad se formaba en sus labios. Locura o realidad, era imposible negar que esperó 14 largos años para escuchar eso… una vez más.


Jaló la manija de la puerta con la intención de salir de la casa, sin embargo chocó de lleno contra Gold.

- ¿Por qué nunca te fijas por dónde vas? – regañó Silver a Gold. El criador cruzó sus brazos detrás de su cabeza.

- Tú deberías de fijarte por donde voy – señaló Gold. Silver rodó los ojos exasperado.

- Me voy de viaje, no destruyas mi casa – amenazó Silver pasando al lado de Gold.

- Yo también me voy de viaje – anunció Gold siguiendo al pelirrojo – Con Crys, mi mamá y la mamá de Crys. Serán vacaciones familiares. ¿Qué te parece?

- Pobre Crys – se lamentó Silver.

- ¡Oye! – se quejó Gold para después con su carácter normal preguntar - ¿Me puedes prestar un avión, avioneta, helicóptero o lo que quieras para recoger a mi mamá y a la de Crys?

- Claro – asintió Silver – Pídeselo a Sird.

- Genial – celebró Gold deteniéndose – Luego nos vemos y salúdame a Soul.

Silver se detuvo en seco. Giró para ver a Gold, mas el moreno ya iba de regreso a la casa. ¿Cómo sabía que alcanzaría a Soul? Negó con la cabeza y continuó con su camino rumbo al Gimnasio Pokémon de Ciudad Verde. Al llegar, sintió alivio de que Jake no se hallara en el recinto, ni en sus alrededores. Ingresó al lugar y se dirigió al cuarto trasero del gimnasio. Tocó tres veces la puerta y aguardó.

- Pasen – dijo la voz de Green a través de la puerta. Silver abrió la puerta y entró al cuarto, hallándose con una escena bastante sospechosa. Green y Blue estaban sentados en el sillón, cada uno en uno de los extremos; el primero sujetaba un libro entre sus manos, aparentemente leyéndolo, y la segunda arreglaba su desordenado cabello.

- Silver – lo recibió alegre Blue.

- Hola – saludó Silver – Quería despedirme, me voy de viaje.

- Ya te habías tardado – opinó Blue pícaramente. Silver la miró sin entender a que se refería.

- Green, quería devolverte a Rhyperior – señaló Silver sacando una pokébola de uno de sus bolsillos. Acto seguido, se la arrojó al líder de gimnasio, que la atrapó en el aire – No pude entrenarlo mucho, pero enfrentó a Arceus. Creo que eso es suficiente para cualquier pokémon.

- No te preocupes – pronunció Green lanzándole otra pokébola a Silver – Ursaring me fue útil. Lo tienes muy bien entrenado – Silver movió afirmativamente la cabeza en señal de agradecimiento.

- Me voy – se despidió Silver – Nos vemos después, Blue.

- Claro – sonrió Blue – Salúdame a Soul.

Silver le dedicó una mirada confusa, antes de marcharse del cuarto, dejando solos una vez más a los dos Dex Holders de Kanto.

- ¿Cómo sabes que va a buscar a Soul? – inquirió Green. Blue se acercó seductoramente al muchacho, apartó el libro colocándolo sobre la mesita de centro y se abrazó al cuello de Green.

- Blue lo sabe todo – declaró Blue juntando su nariz con la de Green - ¿En qué estábamos?


Recorrió la distancia entre Ciudad Verde y Ciudad Iris en dos días, ciertamente abusando de Honchkrow, a pesar de que el pokémon no emitiera queja alguna. Una vez allí, Morty le informó que Soul lo había vencido cuatro días atrás y que se había ido de la ciudad el día anterior. Se alegró de la inexplicable lentitud de la chica y, después de una noche de descanso muy merecida para Honchkrow, se encaminó a Ciudad Olivo. Debía atajarla ahí, puesto que sería mucho más difícil encontrarla más tarde en su viaje. Llegó al Centro Pokémon de Ciudad Olivo al medio día y, a partir de ese momento, se instaló en la entrada de la ciudad. No sabía si estaba actuando de manera correcta, pero deseaba ver a la castaña, aunque fuera únicamente para disculparse por las terribles palabras que le dijo. El día transcurrió pausadamente para disgusto de Silver, quien abandonó su puesto en cuanto la noche cayó sobre Ciudad Olivo.

A la mañana siguiente, apenas el sol apareció por el horizonte, volvió a colocarse a las afueras de la ciudad. Esperó hasta el atardecer, cuando desanimado decidió continuar al siguiente día. Comenzó a caminar hacia el Centro Pokémon, mas Weavile lo paró sujetándolo del pantalón. Volteó a ver al pequeño pokémon, quien le señaló a la ruta 39. Alzó la mirada. Soul se acercaba platicando animadamente con Cici. Permaneció estático en su lugar esperando que Soul notara su presencia, hecho que ocurrió cuando le faltaban pocos metros para llegar hasta él. Silver pudo notar la pequeña sonrisa que se formó en el rostro de Soul.

- Silver, hola – saludó Soul en cuanto estuvo a unos pasos del pelirrojo – Me sorprende que estés aquí.

- Encontré tu nota – indicó Silver - ¿Cómo estás?

- Bien, a pesar de que me dejaron arruinada de por vida – respondió Soul secamente citando las palabras de Silver. El muchacho volteó a ver a otra parte avergonzado, pero sobre todo furioso con el mismo - ¿Por qué estás aquí, Silver? Pensé que no querías volver a verme en tu vida.

- Lo lamento – se disculpó Silver fijando sus ojos en los de Soul – Todo lo que te dije lo dije para evitar que la flauta sonara. Jamás haría algo que te lastimara.

- Pero si me mentirías, me ocultarías cosas y me usarías a tu conveniencia, ¿no? – recriminó Soul cruzándose de brazos - ¿Por qué estás aquí, Silver?

- Sé que te lastimé y no te traté de la mejor manera – admitió Silver – Por eso quiero pedirte perdón.

- ¿Por qué estás aquí, Silver? – repitió Soul.

- ¡¿Qué te parece que hago aquí? – explotó Silver - ¡¿Por qué demonios crees que volé durante tres días hasta acá o por qué llevó casi dos días esperándote aquí?

- No lo sé, por eso te lo pregunto – respondió Soul calmada - ¿Por qué estás aquí, Silver?

- ¡Quiero pedirte perdón! – exclamó Silver exasperado - ¡¿Acaso no es obvio?

- Pudiste haberme hablado o esperar hasta que lleváramos los cuatro juntos la flauta al recinto de Arceus – indicó Soul – Sin embargo estás aquí. ¿Por qué estás aquí, Silver?

- ¡¿Por qué dejaste esa estúpida nota en mi despacho? – preguntó Silver - ¡Si tanto te molesta mi presencia, ¿por qué demonios escribiste esa nota?

- Porque me gustas – pronunció Soul sorprendiendo a Silver – Además, hasta donde recuerdo, el que dijo que le molestaba mi presencia fuiste tú.

- ¡NO ERA VERDAD! – exclamó Silver.

- Pues tus acciones no dicen lo mismo – puntualizó Soul y antes de que Silver pudiera decir algo, continuó - Entiendo que las palabras que me dijiste en las Ruinas Sinjoh fueron para cortar el vínculo entre nosotros y te lo agradezco mucho, Silver. Sin embargo, por más que trató no puedo explicarme como, considerando que me amas, me tratas con tanta frialdad, te inventaste un noviazgo con Blue, me ocultaste información importante y obligaste a todos a ocultármela. No puedo explicármelo.

Los dos se mantuvieron en silencio un largo rato, en especial porque Silver no sabía que decir. Finalmente, Soul lanzó un suspiro de cansancio y sonrió con tristeza.

- Te perdono, Silver – expresó Soul – Te perdoné desde hace mucho tiempo. Ahora, si me disculpas, estoy muy cansada y quiero llegar al Centro Pokémon pronto.

Pasó al lado del muchacho y dio algunos pasos.

- Tenía miedo – confesó Silver con la mirada fija en el suelo. Soul se detuvo, sin voltear a ver a Silver – Tenía miedo de que te convirtieras en alguien importante para mí. Por eso actuaba frío contigo. Por eso le prohibí a todos que te contaran cómo funcionaba la flauta. Por eso inventé que era novio de Blue. Quería alejarte de mí. Quería que cuando todo esto terminara no significarás nada para mí, que los dos pudiéramos continuar nuestra vida normal – Soul se dio la media vuelta para ver a Silver, mas el chico le daba la espalda impidiéndole que Soul pudiera ver su rostro – No quería sentir lo que siento ahora por ti – el pelirrojo se volteó encarando a Soul con los ojos vidriosos – No quería enamorarme de ti.

- Pues no te funcionó mucho la estrategia, ¿o si? – indicó Soul divertida. Silver sonrió ante el cambio de humor de Soul. Si, Gold tenía razón, Soul era bipolar.

- No funcionó para nada – anotó Silver.

- Si, porque al final tú terminaste enamorado de mí y yo de ti – añadió Soul con el mismo tono – Erraste la táctica. Si realmente querías evitar todo esto, debiste acuchillarme.

- No vuelvas a repetir eso – declaró Silver sombríamente, asustando un poco a Soul.

- Está bien, no lo haré – aseguró Soul – Aunque te advierto que debes acostumbrarte. Mi humor es un poco negro.

- ¿Acostumbrarme? – repitió Silver confundido.

- Mira, los dos estamos enamorados el uno del otro, pero nos conocemos muy poco – planteó Soul – así que, ¿qué te parece si comenzamos siendo amigos?

- Me parece bien – aceptó Silver sonriendo levemente. La sonrisa de Soul se acentuó.

- Entonces, amigos – estableció Soul ofreciéndole su mano a Silver, quien la estrechó - ¿Quieres viajar conmigo?

- ¿Qué? – saltó Silver soltando la mano de Soul. No se esperaba esa propuesta. Es más, había planeado regresar a su casa después de hablar con Soul.

- Si tienes otros planes, lo entiendo – señaló Soul sin que su sonrisa desapareciera – Sólo es una posibilidad.

Silver lo consideró por un momento. Viajar con Soul a lo largo de una región que conocía como la palma de su mano o encerrarse en su casa tal y como lo había hecho los últimos dos años. Hacía mucho que no viajaba o, mejor dicho, hacia mucho que no sentía el impulso de hacerlo.

- Está bien – aceptó Silver. La sonrisa de Soul se hizo aún más grande, si es que eso era posible.

- Bueno, pero antes hay que establecer una regla – señaló Soul.

- ¿Cuál? – inquirió Silver rodando los ojos. Era justo, él había impuesto sus condiciones la primera vez que viajaron juntos.

- No vuelvas a intentar alejarme de ti, Silver – advirtió Soul repentinamente seria – porque si lo haces, podrás olvidarte definitivamente de mí.

- Te lo prometo – aseveró Silver igualmente serio.

En menos de un segundo, la alegría volvió al semblante de Soul.

- Ahora vamos al Centro Pokémon, porque me estoy cayendo de sueño – apremió Soul empezando a caminar. Silver fue detrás de ella, alcanzándola, mientras Weavile y Cici iban detrás de ellos a corta distancia.

- ¿Por qué te fuiste? – preguntó Silver viendo de reojo a Soul.

- No quería forzarte a nada – expresó Soul – Por eso deje todo bajo tu decisión. La verdad, tu coma me ayudó mucho – Silver sonrió levemente – Por cierto, me alegra que ya estés bien.

- Gracias – agradeció Silver.

- No hay de que – dijo Soul.

- Gracias por acercarte ese día en Pueblo Primavera – expresó Silver con la mirada al frente y un muy visible sonrojo en sus mejillas.

Soul lo volteó a ver extrañada. Acto seguido, sonrió de nuevo y entrelazó su mano con la de Silver. El muchacho hizo caso omiso a la acción de Soul, del mismo modo que ignoró olímpicamente a la maldita voz en su cabeza que le gritaba que la abrazara y la besara. Ya habría tiempo para eso… cuando se sintiera más seguro… cuando al fin pudiera deshacerse del todo de los fantasmas que lo perseguían a diario. Apretó suavemente la mano de Soul, recibiendo a cambio un apretón de su parte. Traspasaron el enorme arco que daba la bienvenida a los visitantes de Ciudad Olivo, al tiempo que Soul comenzaba a hablar sobre su visita a Ciudad Iris.

Con la melodiosa voz de Soul inundando su mente, respiró tranquilo, sintiéndose, por primera vez en su vida, completamente en paz.


Y aquí está el último capítulo que espero les haya gustado tanto como a mí. Quiero agradecerle a todos aquellos que leyeron y que comentaron este ficc desde el principio y a los que se fueron sumando conforme el paso de los capítulos. También quiero darle un agradecimiento especial a mi hermana (que ya empezó a leer este ficc) y a su pelota de ansiedad.

Realmente me alegra que haya tantas personas que les guste como escribo y prometo en el futuro mejorar para traerles más historias de este manga que simplemente adoro. Aunque debo advertir que eso no ocurrirá muy pronto, pues primero quiero terminar con otras dos historias que he dejado abandonadas en los últimos meses. No sé a cuantos les agraden los finales abiertos, pero debo admitir que son mis favoritos.

Agradezco por última vez a todos y les deseo lo mejor. Todos y cada uno de ustedes ya tienen un lugar muy especial en mi corazón.

Hasta pronto ;)