¡Hola! ¿Cómo están?, para que vean que no soy mala. He subido un nuevo Fic esperando que todos vosotros lo disfruten y le den una oportunidad. Es algo totalmente diferente a lo que he escrito y creo que se darán cuenta. Espero que les haya gustado el final del epílogo de Alquiler y que aún quieran leer de mí. Que le den una oportunidad y que me digan que les ha parecido en sus comentarios.

No los entretengo más. Y solo les prometo dos cosas. Primero, que nadie morirá en esta historia y segundo solo puedo prometerles que será muy interesante. Aunque tal vez este primer capítulo no diga mucho.

Pero ya se irán enterando…

Espero sus RR! Que me hacen tan feliz, ya saben que numero me gusta ;)

Disfruten…


"X+Y= ¿Amor?"

Capítulo I: El primer día de clases.

No lo podía creer.

Sus orbes color caramelo bailaban de izquierda a derecha mientras leía el mensaje con detenimiento. Se llevó una mano a su boca por inercia.

-No puede ser…-Susurró bajito. Incapaz de creer lo que veía y leía.

Era el último día de vacaciones y como no tenía ganas de salir había decidido quedarse en casa, aprovechando que era domingo y podría hablar cuanto quisiera con su querido novio. Lo último que esperaba encontrar era un mensaje a través de la red social a la que pertenecía de su querido Michael.

Mensaje en el cual terminaba con ella.

-Maldito…-Gruñó luego de volver a leer el mensaje.-Si todo iba bien.-Poco a poco las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.

Había pasado un año de entera dicha y felicidad siendo novia del chico más dulce que podía conocer, fuera de los tres años de amigos que llevaban. Michael era el tipo de persona perfecto para ella. Era apuesto, caballeroso, considerado y amoroso. A lo largo de los catorce meses que habían mantenido una relación seria nunca se había mostrado inconvenientes en su relación, incluso en el colegio eran considerados la pareja perfecta. Qué había pasado para que de la noche a la mañana reciba un mail en página en el cual le dice que necesita tiempo, que cree que estaban mejor como amigos y que lo mejor era cortar por lo sano.

¿Cómo puede decir eso después de todo lo que pasaron juntos?, ¡Se entregó a él! ¡Qué imbécil había sido!

Por si fuera poco había entrado a sus fotos puesto que le llegaron notificaciones recientes de nuevas imágenes. La cámara no mentía dichas fotos tomadas en la estadía del chico en Nueva York tenían fechas de hace pocos días y semanas atrás, ¿Por qué no las había subido antes?

La respuesta era sencilla, en dichas fotos el rubio salía con una hermosa americana muy, demasiado acaramelados.

Michael era el típico sueño dorado de todas las chicas, era alto, delgado, con un sedoso cabello rubio y ondulado y unos hipnotizantes ojos verde esmeralda que llevarían a la locura a muchas féminas y solo ella se llevó el premio mayor siendo su orgullosa novia. Nunca se molestó en disimular su orgullo, al contrario se vanagloriaba del mismo puesto que ahora además de ser la chica más guapa del instituto, con excelentes calificaciones, rica y la estrella del club de natación, era la novia del chico más deseado del colegio.

Y claro está que ahora sería el hazmerreír del mismo.

Trató de alejar los pensamientos acerca de una posible infidelidad por parte del rubio. Ahora se da cuente que era un falso pero no podría ser un traidor, ¿verdad?

La propia red se encargó de despejar las dudas cuando empezaron a llegar los mensajes de las personas etiquetadas en dichas fotos y todos hablaban de lo mismo.

De lo bien que se veían juntos, de lo hermosos que eran, peor lo peor fue ver el último mensaje en el cual felicitaban a la nueva pareja.

-Traidor.-Le dolía, por su orgullo, por lo humillada que se sentía y porque a pesar de eso no puede evitar el preguntarse qué tenía ella que la otra no y eso era porque le llegó a gustar mucho más de la cuenta el rubio de verde mirar.

Rápidamente cambió la información de su cuenta, volviendo a su estado de soltera y con gran orgullo escribió en las fotos de la supuesta reciente pareja que estaba feliz por ambos y que se los veía muy bien.

Estaba molesta y dolida, eso debía saberlo. Pero ella era Mimi Tachikawa y nunca haría algo que comprometiera su situación de señorita. Y aunque quería gritar, chillar, insultar, y publicar todo lo que ella había vivido con Michael para que si la chica no sabía se entere que clase de basura era y cuan insignificante era ella a su lado. Quería describir a Michael con detalles, que primero pretende ser tu amigo, luego te ilusiona, se acuesta contigo y en un viaje de intercambio te deja, por medio de un mensaje en internet.

Dios bendiga a sus amigos, al parecer también les llegó la noticia, al ver las fotos de Michael. Según lo dicho en los mensajes de texto que le enviaron Hikari y Miyako ya estaban en camino, la última con un pote de helado de chocolate y como era de esperarse Takeru ya se había enterado, seguro por medio de Hikari y también le envió un mensaje en el que prometía golpear a Michael la próxima vez que pise Japón.

Rió y poco a poco su rostro se fue deformando hasta llegar a poner una mueca de dolor y enfado.

Gritó.

Un grito tan escandaloso que seguro y todos los habitantes de la cuadra la escucharon, pero como era de esperarse ni su madre ni su padre se acercaron a ver que pasaba con ella. Podía estar siendo atacada, golpeada, violada o asesinada y nadie se acercaba a ver como está.

-¿Qué pasa Mimi?-Una exaltada Miyako entró a la habitación seguida de una presurosa Hikari.

-Nada chicas.-Dijo sonriéndolas decepcionada, por un momento pensó que eran sus papás-¿Mis padres?

-Abajo, nos saludaron y siguieron con sus cosas.-Dijo como quien no quiere la cosa la joven de cabellos morados.

-No me sorprende.-Soltó la castaña imprevistamente, aunque muy en el fondo le hubiera gustado que estuvieran cerca de ella.

-¿Cómo estás Mimi?-Una tímida Hikari asomó cabeza y dejo ver como Miyako le había tirado todo lo que llevaba consigo al escuchar el grito de su amiga.-Michael…

-Bien Hikari.-Atajó a su amiga.-Mañana empieza un nuevo m año escolar y hay que dejar atrás todo lo amargo e inútil.

-¡Bien dicho!-Apoyó Miyako la mención de su amiga-¡Este año seré la número uno!, venceré a Ichijouji.-Soltó de manera decidida.

-Terminarás casada con Ken.-Repuso Mimi con burla mientras sacaba chispas al ver el helado de chocolate. No es que no le gustara, al contrario, adora lo dulce. Pero Michael no merecía que cometiera ese pecado de ingerir tanta cantidad de calorías a su cuerpo.

-¡Estás loca!, ¡Lo odio!-Dijo Miyako poniéndose morada por la repulsión-¡¿Ahora qué te hizo el helado?

-Del odio al amor…-Canturreó la castaña.-Y tú helado me está tentando a engordar.-Dijo altiva.-Y tú.-Apuntó a Hikari.-Debes de ponerte a trabajar en Takeru.

-¿Qué dices Mimi?-Preguntó la castaña ruborizada.-Takeru y yo somos los mejores amigos y así será siempre.-Dolía aceptarlo pero era la verdad.

-Entonces aunque sea dale una oportunidad a Daisuke.-Repuso Miyako acordándose del fiel admirador de su amiga.

-Ya paren chicas.-Pidió la castaña avergonzada.-Mimi tu deberías pensar en qué harás ahora que la licenciada Takenouchi no será profesora de matemáticas.

-Pues espero que nada más no sea más difícil.-Masculló mientras se ponía de pié y rebuscaba y revolvía ropa de su armario-¡Voilá!-Exclamó eufórica.-Mira este vestido Hikari, seguro que con este bebé Takeru no dejará de babear al verte pasar.-Sentenció emocionada.-Con unos tacos altos que tengo por aquí de Manolo…

-Está muy… insinuante.-Repuso avergonzada solo de imaginarse en ese soberbio Dolcce & Gabana negro de escote profundo en el pecho y alto a la altura de medio muslo. Solo loca se pondría ese vestido.

-Hikari no seas así.-Espetó Mimi mientras seguía buscando.-Pero aunque sea difícil seguro que encontramos más de una forma de llamar la atención del despistado de Takeru, primero debemos empezar con el uniforme para mañana.-Comentó decidida.-Y Miyako, en tu caso amiga la verdad no sé como ayudarte, a menos que seduzca a Ken para que baje su rendimiento académico.-Dudó por unos momentos.-Aunque creo que ni eso funcionaría con él.

-No, Ichijouji es demasiado extraño.-Bromeó Miyako, alegre de ver a Mimi con ese entusiasmo.

Aunque actuaba con normalidad y pretendiendo no molestarle nada la situación de hace unos instantes las lágrimas caían involuntariamente por su terso rostro directo a la delicada seda de las ropas que tenía en la mano para Hikari. Intenta esconder el dolor de su orgullo herido y su propia humillación, pero aún así duele. Una vez más las infidelidades volvían a convertirse en motivos de amargura en su vida.

-Mimi…-Masculló Miyako dándose cuenta de la situación de su amiga.

-¡Entonces decidido!-Ahora se animó Hikari.-Este año Miyako superará a Ken, yo… trataré de tener novio.-No pudo evitar ruborizarse.-Y Mimi aprobará matemáticas con excelencia.

-¡Amén!-Dijo solemnemente la joven de cabellos morados.

-¿Mimi?-Preguntó la menor Yagami.

La castaña se hallaba sumida en sus pensamientos, más allá de ayudar a Hikari a tener novio o de apoyar a Miyako en su afán de superar a Ken Ichijouji o en que debía aprobar matemáticas con excelencia. Pensaba en que no se dejaría humillar por Michael ya que si él pudo cambiarla por alguien que recién conoció…

-Amén.-Dijo con una sonrisa secándose las lágrimas, no tenía caso llorar por él.

¿Por qué no puede ella hacer lo mismo?


Inhaló profundamente y exhaló de manera lenta y pausada, no es que le afanara el olor a smog y la contaminación es solo que llevaba tantos años fuera de la ciudad que incluso el olor del aire le resultaba un agente externo y totalmente desconocido.

Después de todo, ¿Cuánto tiempo llevaba fuera del país?, ¿Cinco?, ¿Diez años? Si tomaba en cuenta que salió de Odaiba a los diecisiete para irse a vivir a Francia con su abuelo entonces quería decir que hacía ya nueve años desde la última vez que pisó suelo nipón.

Había cambiado tanto… o tal vez fuera él quien cambió. Era lo más seguro puesto que desde ella ya nada volvería a ser igual.

Sacudió su cabeza con fuerza, ya habían pasado tres años desde ese día. Ya debía de haberlo superado o por lo menos estar en vías de recuperación. Pero no, ahora que vuelve a su lugar natal es como si los recuerdos que había querido dejar enterrados en París se volvieran en su contra y lo obligaran a recordar.

A recordarla a ella…

-¡Ishida!-Una alegre y sonora voz lo sacó de sus pensamientos obligándole a pestañear y volver a concentrarse en lo que miraba-¡Lamento la tardanza!-Un hombre cuyos alborotados cabellos castaños destacaban entre la multitud a la par con su fornido cuerpo.

Yamato Ishida solamente pudo fruncir el ceño, señal de falso enfado que había perfeccionado a lo largo de sus veintiséis años de vida y dirigió sus felinas orbes azules observando directamente a su recién llegado amigo de la infancia.

-O te quedaste dormido o se te olvidó Yagami, ¿Cuál de las dos?-Preguntó acomodándose su largo cabello rubio con una mano mientras con la otra apretaba la mano de su mejor amigo y lo acercaba para golpear su espalda en señal de saludo.

-¿Te sorprendería si te digo que ambas?-Preguntó el castaño con una inmensa y despreocupada sonrisa mientras imitaba al rubio en el gesto de alborotarse los ya de por si rebeldes castaños que habitan en su cabeza.

-Sinceramente no.-Contestó el rubio con simpleza dejando que su amigo le contagiara la sonrisa y algo parecido a una.-Supongo que entonces debo de agradecerte que hayas recordado recogerme.

-Para eso están los amigos hombre.-Soltó Taichi despreocupado mientras le arrebataba una de sus maletas al rubio.-Me alegro que hayas decidido venir.-Dijo cambiando su semblante de repente, de uno despreocupado a uno más serio.-Te hará bien salir del claustro al que te auto sometiste.

-Si, después de todo algunas veces tienes razón.-Bromeó el rubio mientras empezaba a caminar jalando su otra maleta.

-Si, claro algunas…-Taichi cayó en cuenta de lo dicho por el rubio-¡¿Cómo que algunas? ¡Siempre Ishida!

Yamato volteó a ver a Taichi que iba refunfuñando mientras enumeraba con ambas manos las veces en las que había acertado en la vida y el rubio como todo buen amigo se encargaba de refutarle sus gloriosos momentos. Después de todo no llevaba conociéndolo unas semanas, era su amigo de toda la vida, el único al que puede llamar invaluable puesto que ha estado a su lado en las buenas, las malas y las terribles.

-¿Seguro que estará bien?-Preguntó Yamato interrumpiendo la lista de logros que Taichi enumeraba-¿Nadie se molestará por esto?

-Por supuesto que no hermano.-Le tranquilizó el castaño.-Genai es el mejor padrino que podría pedir, ni bien le hablé de ti y de tus logros me dijo que podías entrar a la institución cuando quieras.-Contó recordando la conversación que tuvo con su padrino y también el dueño del colegio en el que trabajaba.

-Creí que ya tenían un profesor de matemáticas en tu colegio.-Repuso el rubio.

-Si pero soy una excelente persona que no dejó de pensar en sus semejantes y le conseguí a la señorita Takenouchi un aumento.-Dijo feliz por su buena obra.

-Creí que me habías dicho que ella era muy poco… tratable.-Recordó el Ishida.

-Y lo es, el favor se lo hice a los estudiantes.-Dijo con una sonrisa.-Además estoy seguro que con ella como inspectora general este año nadie desacatará las reglas.

-En pocas palabras quieres que alguien haga tú parte del trabajo como instructor de educación física.-Dedujo rápidamente el rubio.

-Bingo.-Contestó sonriéndole a su amigo de manera cómplice-¿Vienes a mi casa?

-No, compré un piso en el centro, cerca del colegio.-Informó tranquilo.

-¿Esta bien que estés solo?

-Por supuesto que si Taichi, ya no soy un niño.-Espetó un poco molesto por el comentario de su amigo.

Eso fue lo último que comentaron respecto al delicado tema de antaño. No es que aún no haya hablado de eso con alguien, de hecho fue el mismo Taichi quien viajó a la capital francesa hace ya tres años para acompañarlo en los peores momentos sin embargo a pesar de la casi hermandad que mantenía con el castaño no pudo desahogarse completamente. Por lo que tardó tres años en decidirse a abandonar su doloroso pasado y empezar de nuevo en su ciudad de origen.

Consiguió el trabajo de profesor por medio de Taichi y sus influencias con el director del colegio. Por fin podría ejercer su labor como docente de instrucción superior, un sueño que había dejado de lado desde que…

-De acuerdo, no te enfades.-Pidió el castaño pasando sorpresivamente pasó su brazo por sobre los hombros de Yamato, había permanecido todo el trayecto a la dirección que le indicó en silencio, por lo que asumió su molestia.-Te extrañé idiota, tardaste en volver.-Le dijo con una sonrisa.

-Gracias Taichi.-Dijo el rubio sorprendiendo al castaño.-De verdad.

-No agradezcas idiota.-Soltó despreocupadamente.-Solamente quita esa cara de perro mojado, recuerda que Kasumi hubiera querido…

-Estoy cansado, me voy a dormir.-Atajó al castaño mientras dejaba el equipaje en la sala.-Después de todo mañana empiezan las clases y quiero estar listo, gracias de nuevo Taichi, sabes donde está la puerta.

¿Con qué motivo iba a terminar de escuchar algo que ya se sabía de memoria?

"Ella no querría que estuvieras así"

Como si no lo supiera, pensó con fastidio mientras hundía su cabeza en su almohada y se daba media vuelta para quedar con la mirada fija en el techo y se incorporó de la cama quedando frente a un espejo de cuerpo entero que yacía en su amoblada residencia.

No le gustó lo que vio, porque a pesar de tener una apariencia física atractiva al mirar humano se lo ve cansado, da lástima y se ponía así cada vez que alguien la mencionaba. Pero se supone que por eso había viajado a Japón.

Tenía que superarlo, tenía que cambiar.

Debía empezar una nueva vida, por ella, pero sobre todo...

Por él…


-Menuda coincidencia que nos ha tocado a todos juntos este año.-Un joven de cabellos azabaches le comentó al rubio que iba junto a él bostezando.

-Si, nunca nos había pasado algo parecido.-Se refregó los ojos.-Pero bueno es el último año.-Comentó cansado-¿Por qué hay que venir el primer día de clases Ichijouji?

-Porque sino solo te dejan con el asiento frente a la mesa del profesor.-Explicó Ken Ichijouji a su amigo y compañero de clases.-Y eso no te conviene Takeru.-Se burló.

-Me muero de sueño.-Comentó volviendo a bostezar.

-Sabías que la licenciada Takenouchi ya no será la profesora de matemáticas.-Sonrió al ver que la actitud de su amigo era la esperada puesto que abrió los ojos desmesuradamente y sonreía de manera infantil y emocionado.

-¡Si!-Exclamó eufórico-¡No más problemas con la bruja esa psicópata de los números! Vieja solterona, haber si así se consigue un mar…

-¿Un qué señor Takaishi?-Esa molesta voz femenina los obligó a voltearse para encontrarse con el mismísimo verdugo del instituto.

-Buenos días licenciada Takenouchi.-Saludó educadamente Ken.

-Buenos días señor Ichijouji, tan impecable como siempre.-Lo felicitó.-Y usted Takaishi, ¿Qué espera para arreglarse?-Cuestionó molesta.-La camisa por dentro, corte o meta las bastas del pantalón, las medias no son tobilleras y la corbata va en el cuello, no en la cabeza.

Cual general a soldado, Takeru se empezó a arreglar rápidamente mientras veía aterrado la estoica postura de la pelirroja que lo miraba ceñuda conforme torpemente el rubio se arreglaba su uniforme, todo normal hasta que llegó a la corbata la misma que por el apuro desanudó y ahora no sabía como anudar.

-La corbata señor Takaishi.-Indicó al rubio, el cual empezó a jugar con el pedazo de tela como si fuese un niño pequeño.-Debería darle vergüenza que estando en su último año aún no pueda anudar su corbata.

-Es que…-No sabía que decirle, él nunca anudaba su corbata y cuando era estrictamente necesario siempre había alguien que la anudaba por él-¡Hikari!

Divisó a lo lejos a su salvadora, la cual regresó a verlo y tenuemente ruborizada le saludó con una sonrisa, no dudó y corrió hacía su mejor amiga que iba acompañada de Miyako y Mimi. Cuando llegó a su lado la estrechó fuertemente entre sus brazos ruborizando más a la castaña.

-¿Qué pasa Takeru?-Preguntó Hikari sorprendida por el repentino abrazo de su amigo.

-La vieja…

-¡Takaishi!-Le regañó la pelirroja llamando la atención de las jóvenes recién llegadas.

-Hazme el nudo por favor.-Pidió resignado el rubio.

-Que vamos a hacer contigo.-Suspiró resignada la castaña mientras se pasaba su bolso atrás y ponía manos a la obra en el nudo de la corbata de su amado amigo.-Ya está.-Sonrió complacida.

-Muy bien, ahora si parece una persona decente.-Sentenció Sora dando su aprobación.-Más le vale empezar a acostumbrarse, no permitiré faltas a las reglas de la institución.-Anunció solemnemente.-Como por ejemplo, Tachikawa ¿Qué son esas argollas?

-¿Le gustan?-Preguntó con una sonrisa.-Son mi última adquisición de la casa de Gucci.-Fingió no entender por donde iba la cosa a pesar de saberlo muy bien.

-El tamaño y el color están fuera del reglamento.-Explicó al borde de su paciencia.-Pero eso es algo que usted ya sabe señorita, los aretes y accesorios para el cabello son de colores neutros.

-Pero miré tiene apliques cuadriculados que van geniales con la falda del instituto.-Dio su fundamento la joven Tachikawa.

-¡No me importa!-Exclamó con vehemencia.

-Licenciada, no se enfade.-Animó Mimi. No pudo evitar recorrer con la mirada a la pelirroja, aunque no había nada que no haya visto ya. Llevaba una falda larga oscura que le llegaba por debajo de las rodillas. Un suéter tejido en color blanco, medias negras y zapatos mocasines que debería ser penalizado de vender a mujeres que hayan terminado la secundaria. Su cabello el cual siempre ha envidiado por su exótico color natural, está enroscado y amarrado en una pinza.-Mire que si sigue así no encontrará un marido que le regale argollas tan bonitas.

-¡Suficiente entrégueme los aretes Tachikawa a partir de hoy hasta el fin del año escolar quedan confiscados!-Extendió la mano exasperada y esperó que la castaña le entregara refunfuñando las dichosas argollas-¡Los demás quedan advertidos, no seré condescendiente con ninguno!

Dejó a los muchachos perplejos mientras la veían marcharse a lo lejos.

-Está loca…-Murmuró Takeru aún abrazando a una atónita Hikari.

-Si…-Susurró Mimi.

-¡Takaishi a un metro de Yagami!-Gritó luego de voltearse y verlos abrazados.

-Takaishi esto, Takaishi aquello…-Bufó molesto el rubio.-Ni que fueras mi novia, ¡Es Hikari!-Soltó sin tener la más mínima idea de los sentimientos de su amiga-¿Verdad Hikari?

-Si.-Susurró decepcionada la castaña.

-Ichijouji me dijiste que ella ya no era profesora.-Reclamó a su amigo.

-Ya no es profesora.-Confirmó lo antes dicho el azabache.

-Ahora es la inspectora general.-Terminó la frase Miyako por inercia.

-Segunda como siempre Inoue.-Se burló Ken de la joven de lentes.

-Disfruta mientras puedes Ichijouji que este año sin lugar a dudas seré la mejor egresada.-Le advirtió Miyako decidida.

-Admítelo Inoue, siempre irás detrás de mí.

-Mis argollas…-Se lamentó Mimi ignorando las disputas de sus amigos y caminaba involuntariamente por donde la profesora había desaparecido.-Mis hermosas…

Se vio interrumpida cuando de repente sintió como alguien la empujaba y perdía el equilibrio. La gravedad estaba a punto de ganar una batalla contra ella, cerró los ojos esperando el impacto que pocos segundos llegaría según sus cálculos.

¡¿Quién pudo ser tan tonto para empujarla?

-Lo siento.-Una gruesa voz masculina habló a la vez que sentía como una fuerte mano apretaba su delgado brazo evitando la caída. Abrió los ojos y alzó la cabeza para ver a su agresor que a la vez era su rescatista, no esperó encontrar al hombre en frente suyo.-Kasumi.-Susurró la persona que la sostenía.

-No… te preocupes.-Estaba sorprendida, anonadada y… ¡ruborizada! Solo por ver ese par de zafiros que la miraban entre sorprendidos y anhelantes tras unos elegantes y delicados lentes. Su salvador era un rubio de un mirar más profundo que el mismísimo océano.

-Kasumi…-Repitió ese nombre femenino mientras comenzaba a hiperventilar, los ojos se le agrandaban y su boca se abría a manera de sorpresa.

Era Kasumi, ese era el rostro de Kasumi. Los mismos grandes ojos acaramelados, el mismo cabello largo, color café claro, brillante, lacio a lo largo y al final unas puntas que se revelaban y formaban hermosos bucles al final, nariz remilgada, gruesas pestañas, mejillas naturalmente rosadas, labios finos, delicados… apetecibles; no medía más de uno cincuenta y cinco y su cuerpo…

Esa chica llevaba el uniforme del instituto para el que trabajaba ahora.

Cayó en cuenta de la realidad y delicadamente esperó a que la chica en sus brazos se incorporara para soltarla como si quemase. Observó el rostro confuso de la menor que acababa de ayudar y le sonrió para tranquilizarla, sus expresiones eran similares.

Era Kasumi, pero a la vez no lo era.

-Perdóname, te he confundido.-Se disculpó forzando una sonrisa y siguiendo su camino.

Mimi regresó a ver el lugar por donde se había ido ese rubio pero no vio a nadie además de sus amigos. Sintió su cara arder y la sacudió rápidamente. Ella no se ruboriza o avergüenza por nada ni por nadie, menos por un hombre. Por lo que regresó de sus talones y se dirigió hacía donde sus amigos.

-¿Dónde estabas Mimi?-Preguntó Hikari dándose cuenta que recién llegaba su amiga.

-Fui a ver si Takenouchi me devolvía mis argollas.-Mintió sagazmente aprovechando el despiste de sus amigos.

-Pero la amargada esa no te los devolvió, ¿verdad?-Preguntó Takeru poniendo su codo sobre el hombro de Hikari de manera desinteresada.

-Así es.-Dijo forzándose a sonreír-¿Miyako no ha asesinado a Ken?

-No todavía.-Informó Hikari.-Ya pasaron a la etapa en la que se ignoran.

-Pero si es el primer día de clases.-Bufó frustrada la castaña.

Hikari, Takeru y Mimi rieron al verlos ignorarse hasta que Ken se dio vuelta y empezó a caminar en dirección al salón de clases haciendo reaccionar a sus compañeros que los siguieron presurosos.

Finalmente llegaron al salón y con desgano observaron como la mayoría de los asientos se encontraban ocupados.

-Ven.-Takeru tomó la mano de Hikari y literalmente la arrastró hasta los únicos dos asientos contiguos que quedaban libres.-Sino, Miyako y Mimi nos los ganan.-Guiñó un ojo a su mejor amiga una vez que llegaron a los dichosos asientos.

-¡Takeru!-El rubio sacó la lengua a su amiga de lentes gritaba molesta al verlos en los asientos contiguos que además de eso eran perfectos, se encontraban en la esquina posterior del salón, el mejor lugar para cotilleos y para soplar exámenes.

-Me he sentado a tú lado desde el primer día de primaria, no va a cambiar en el último año de secundaria.-Explicó firmemente el rubio mientras subía los pies a la mesa-¿No crees?

-Si, además que es nuestro último año juntos.-Contestó la castaña con nostalgia-¿Ya sabes que estudiarás en la universidad?

-No.-Contestó Takeru con simpleza.-Pero por el momento no me preocupo de ella, presiento que este año será muy interesante.

La castaña junto al rubio se quedó perpleja por sus palabras, aunque si es sincera consigo mismo ella también presiente que algo diferente pasará, en su vida y en la de sus amigos. Observó a Ken dirigirse sin pesar al segundo asiento de la tercera fila mientras saludaba con un par de amigos. Mientras que a Miyako y Mimi no les quedaba más opción que sentarse en las dos sillas libres al frente de la clase. No habían contiguas pero Mimi usó sus sutiles métodos para conseguir el asiento junto a Miyako.

Mimi se acomodó en su asiento desganada por no haber conseguido los lugares en la parte posterior que tanto quería. Recorrió el lugar con la mirada, la mayoría no eran compañeros de años anteriores, solo unos que otros. Parece que la inspectora Takenouchi no perdió tiempo en mezclar a los estudiantes de todos los paralelos, se sentía bendita de haber sido puesta con sus amigos. Además solo había un par de arpías que la miraban y murmuraban entre ellas, seguramente de su rompimiento a través de la red social.

¿Casualidad o Destino?

-La inspectora Takenouchi ya viene.-Anunció uno de sus compañeros que miraba por la ventana del edificio. Suspiró resignada.

Sea como sea las clases estaban a punto de comenzar.


Eso no estaba bien, definitivamente. Había ido a Japón con el único afán de empezar de nuevo y cuando cree que está por hacerlo.

¡BOOM!

Su subconsciente le juega una mala pasada y por unos instantes creyó que Kasumi estaba con él, a su lado, ¡entre sus brazos!

-Esa niña…-Alzó la vista al techo del edificio.-Se le parece demasiado.

De hecho, si es que hubiera estado con ropa del diario seguro y confundido por su mente se dejaba llevar y como menos la abrazaba, eso por alejar los pensamientos que tenía de sus labios.

-¡Yamato!-Aquella conocida voz volvió a sacarlo de sus pensamientos haciéndolo voltear para encontrar a su carismático amigo envuelto en calentadores y chaqueta en tonalidad azul marino y rojo, todo un profesor de gimnasia llegó corriendo hacía él.-Pero ¿Dónde vas?-Preguntó sorprendido viéndolo de pies a cabeza.

-¿Muy formal?-Preguntó revisando su atuendo.

-No si vas a un funeral.-Contestó el castaño con simpleza mientras observaba la camisa de cuello y mangas largas, el pantalón de tela negro y los mocasines de igual color además que sobre su camisa lleva una leva que por consecuente era de igual tonalidad.-Ni siquiera Sora se viste con tanto negro y eso que Sora tiene quien sabe cuántos años tenga.

-Taichi sabes que yo…

-¿Qué hacen aquí?-Una voz femenina interrumpió al rubio que solo observó como el rostro de Taichi palidecía-¿Por qué no están trabajando?

-Sora…-Trató de decir el castaño…

-Señorita Takenouchi.-Corrigió inmediatamente.

-Pero Sora nos conocemos desde hace años…

-Y que yo sepa no tenemos le he dado la confianza para tutearme, señor Yagami.-Estoica como siempre se mantuvo la pulcra inspectora.-Tengan, sus horarios.-Les entregó unos papeles.

-Tercero A.-Leyó Yamato esperando que le digan donde era, el castaño y la pelirroja indicaron a la derecha.-Entendido, un placer señorita Takenouchi.

-Igualmente.-Respondió educada, regresando a ver al castaño que no se había movido de su lugar-¿Y usted?

-Tengo libre la primera hora.-Exclamó con una sonrisa de victoria.

-Primero D no tiene profesor en estos momentos, vaya con ellos.-Ordenó mientras revisaba sus apuntes.

-Pero Sora, no me…

-¡Señorita Takenouchi!-Gritó perdiendo los estribos-¡No te quiero ver holgazaneando Yagami así que ve a trabajar!

-Pero…

-¡Es una orden!-Gritó molesta, cuando era profesora de matemáticas no trataba mucho con el despreocupado ahijado del director. Le enervaba el solo hecho de verlo sin hacer nada por lo que lo evitaba pero parece que ahora que será inspectora eso tendrá que cambiar.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar luego de soberano gritó, ningún ser humano cuerdo se quedaría con alguien que le gritara de esa forma. Si que tenía buenos pulmones.

-Vieja amargada.-Masculló antes de entrar al terror de todos los maestros, el terrible primer año que ya desde afuera se podían escuchar los gritos y la bulla de los estudiantes.

Dios bendiga este año.


Entró sin vacilaciones, empujó la puerta de madera y se encontró con lo habitual, nada que no esperase con antelación. Un grupo de tercer año relativamente tranquilo si se comparaba con los novatos. Uno que otro sentado en la mesa, chicas cotilleando que al verlo dejaron de hacerlo mientras otros apenas y alzaban la cabeza del pupitre.

-Buenos días.-Saludó con todos, sin embargo pocos lo regresaron a ver. Carraspeó conforme se sentaba en su propio escritorio.-Buenos día jóvenes.-Repitió el saludo esta vez más alto ahora si atrayendo la atención de sus pupilos, además esbozó una pequeña sonrisa que ruborizó a las chicas del salón.

-Buenos días.-Respondieron los estudiantes más desganados.

-Está guapísimo.-Susurró Miyako-¿Verdad Mimi?-Regresó a ver a su amiga que mantenía la cabeza pegada contra el pupitre, la empujó para que reaccionara-¡Mimi!

La castaña alzó la vista para ver a Miyako con el ceño fruncido, justo cuando pensaba en las escusas que daría por su repentino rompimiento con Michael, además de cómo se las ingeniaría para vengarse de él por dicha humillación ésta le saca de sus cavilaciones. Miyako le hizo señas de que mirara al frente y así lo hizo.

-No puede ser…-Susurró anonadada.

-¿Qué ocurre Takeru?-Preguntó la castaña sentada junto al rubio que había abierto los ojos desmesuradamente.

-Creo que lo conozco.-Contestó sorprendido, no podría ser él, ¿verdad?

Por su parte Ken solo analizaba al sujeto frente a ellos, pensando acerca de sus motivos para estar con ellos. ¿No sería…?

Era él, el rubio con el se topó hace unos minutos. El que la empujó y casi la hizo caer, pero al mismo tiempo la detuvo entre sus brazos. ¿Qué hacía en su salón de clases?

-Para evitar las presentaciones, primero tomaré lista.-Dijo serio. No pretendía ser el profesor más estricto que tuvieran esos muchachos, para eso ya habían tenido que soportar a la inspectora Takenouchi según Taichi, por eso se sentó en la mesa, para no dar la impresión de mandamás sin embargo tampoco iba a darles muchas confianzas, por lo que tenía que ser serio y directo.-Akira, Chiba…-Empezó a dictar lista y poco a poco escuchaba las respuestas de los alumnos.-Ichijouji, Inoue.-El joven que respondía al nombre de Ichijouji apenas y alzó el brazo mientras que Inoue Miyako contestó con un eufórico "¡Presente!".-Taka…ishi, ¿Takaishi Takeru?-Preguntó deteniéndose en ese nombre familiar.

-Presente.-Se puso de pie y contestó a la lista observando fijamente a la persona vestida de negro frente a él, no cabía dudas, era él.

Sus demás compañeros voltearon a verlos notando el parecido entre ellos, el cabello semi alborotado, rubios y de ojos azules.

-Has crecido.-Susurró al ver al alto rubio que se volvía a sentar. Le costaba creer que ese era su alegre hermanito, ese que siempre lo seguía a todas partes y sonreía por nada. Ya luego hablará con él.-Tachikawa.-Llamó, pero no obtuvo respuesta-¿Está Tachikawa?

-Presente.-Susurró una fina vocecilla obligándolo a ver hacía su lado derecho en el cual se encontró con unos ojos ámbares que lo miraban con insistencia. Era ella… sacudió su cabeza levemente. Era Tachikawa… revisó el nombre de la alumna. Tachikawa Mimi, nada que ver con Kasumi. Siguió leyendo la lista.

Mimi sonrió complacida, nuevamente se había quedado prendado viéndola y eso le gustaba. Aunque no sabe quien es, es apuesto y se ve joven. ¿Quién será?

-Disculpe pero, ¿Quién es usted?-Preguntó Ken finalmente.

-Lamento no haberme presentado primero, error de mi parte.-Se disculpó sacándoles suspiros a las féminas.-Soy Yamato Ishida, y seré su profesor de matemáticas en este, su último año de clases.

Se escuchó una ovación por parte de los estudiantes al saberse libres de Takenouchi.

Yamato Ishida…

-Hermano…-Susurró Takeru bajito.

-¿Qué?-Takeru había hablado tan bajo que apenas y pudo oírlo ella. ¿Había escuchado bien?, ¿Ese era el famoso hermano de Takeru?

-¿Cualquier pregunta…?-No pudo terminar de hacer la oferta puesto que varias manos femeninas ya se encontraban alzadas para cuando dijo la última palabra.-Si.-Dio pauta a que preguntasen.

-¿Cuántos años tiene?-Cuestionó una de las chicas del salón.

-¿De dónde es?-Preguntó otra.

-¿Cuál es su color favorito?-Otra cuestión.

-¿Qué clase de comida le gusta más?

-¿Cuál es su música favorita?

-Tengo veinticinco años.-Escuchó las exclamaciones de sorpresa de las estudiantes.-Nací aquí en Japón pero he vivido la última década en París, Francia y azul.-No dejó que las jóvenes siguieran y empezó a contestar.-Tengo debilidad por las pastas italianas y escucho toda clase de música.

Mimi escuchaba atentamente el perfil que su nuevo profesor estaba dando. Conforme se ponía de pie y empezaba a caminar para escribir su nombre en la pizarra. Alto, buenmozo, mayor, mucho mayor. Sin duda lo mejor para recuperar su orgullo y darle una bofeteada a Michael era saberla con alguien así

Solo quedaba una interrogante al aire…

-Si Tachikawa.-Ya se había aprendido su nombre, no podía evitarlo.

-¿Cuál es su estado civil?-Preguntó con voz inocente mientras hacía contacto visual con él-¿Soltero, casado, viudo, divorciado?

No esperaba esa, imaginaba que las estudiantes preguntarían si tenía alguna novia y él les contestaría que no. Pero no esperaba tener que dar detalles de su vida personal. Siempre podía contestar que era parte de su vida privada, pero eso sonaría algo de alguna estrella de cine.

Además se supone que él debe irlo superando. Y no lo superará a menos empiece a hacerle frente como se debe.

-Viudo.-Contestó finalmente con una melancólica sonrisa.

Mimi sonrió para sus adentros, entonces, estaba disponible.

Será algo fácil para ella seducirlo.

-Ya que me preguntó algo relacionado a mi vida privada señorita.-Dijo rápidamente.-Ahora usted contésteme una pregunta de la materia.

-Si…

-¿Cuánto es X más Y?

Tal vez… no sería tan fácil.

¿Continuará…?


Notas de la Autora:

¿Qué les pareció?, ¿Le sigo?, ¿Lo dejo?, ¿Me largo a estudiar matemáticas y dejo de escribir? Espero ansiosa, como no se lo imaginan sus comentarios al respecto.

Digo son varias cosas… el amor no correspondido de Hikari, la rivalidad de Miyako y Ken. La repulsión entre Taichi y Sora y por último un Yamato con un amor difícil de superar y una caprichosa Mimi con el orgullo herido que planea seducirlo.

Pero a la final… ¿Quién seducirá a quien?, ¿Quién llorará?, ¿Quién reirá?, ¿Quién cambiará?, ¿Quién cederá? Él que quiere pero no puede olvidar a su difunto amor y ella que quiere vengarse de la humillación además de estar falta de cariño.

¿Cómo llegará el amor a sus vidas?

Dudas que poco a poco se irán despejando, les prometo entretenerlos con otra historia de amor.

Espero su apoyo queridos lectores y sobretodo sus RR, espero recibirlos para poder seguir la historia, para saber si les gustó.

No los entretengo más, agradezco a quienes leen.

Se despide con un beso y recordándoles que dejen RR…

Sakura Tachikawa.