El gato que está triste y azul


La lluvia caía con fuerza por las vacías, oscuras y estrechas calles de aquella ciudad en ese frió mes de octubre. La gran cantidad de agua que caía creaba numerosos charcos que aquel chico trataba de esquivar , no con mucho éxito , en su apresurada carrera. Corriendo bajo aquella tormenta se encontraba un joven muchacho italiano, que rondaba los veinte años, ojos dorados como el oro, y el pelo castaño rojizo de donde sobresalía un curioso rulito ligeramente curvado.

Él trabajaba en una pizzería de la que era el dueño y que heredó de su abuelo. Sin duda las pizzas que él hacía eran una delicia. Tal vez por esa razón su restaurante se había llenado con gran cantidad de clientela, y no había podido cerrar antes de que la lluvia hiciera aparición con tal fuerza.

Maldecía sin cesar a la lluvia, a la gente, e incluso a cualquier objeto inanimado que se le cruzaba por su camino, lamentando no haber traído un paraguas. A ese paso no llegaría a casa sin una buena pulmonía, maldición. ¡ Estaba empapado!

Había decidido tomar un atajo por aquel estrecho callejón para ahorrar tiempo , pero en estos momentos le daba la ligera impresión de que no había sido una buena idea. El aspecto de esas calles abandonadas no era muy agradable, para ser sinceros. Estaba demasiado oscuro y todo parecía siniestro bajo esa tempestad.

Cualquier ruido le ponía los pelos de punta. Y más al escuchar el sonido potente de un trueno, con el que llegó a soltar un sonoro "Chigiiii", hasta que finalmente se detuvo mirando sobresaltado al cielo, para después apoyarse contra la pared y recuperar el aliento.

Necesitaba un descanso. Estaba agotado.

Fue entonces cuando escuchó un extraño sonido entre los jadeos de su agitada respiración y contuvo el aliento. Aquel sonido provenía de detrás de aquel cubo de basura.

"¿Q-Quien está ahí? ¡L-Lo advierto! Voy armado. T-Tengo un … eeh" – rebusco en sus bolsillos para finalmente encontrar un …

"U-Un chicle … "

¡Mierda!

Bueno, la última vez que Francis, (un compañero de trabajo) le había intentado molestar, él le había amenazado con pegarle un cicle en su hermoso pelo … y la verdad es que nunca había visto a una persona poniendo tal expresión de puro espanto … que tipo más raro …

Pero ahora, algo le decía que ese truco no iba a funcionar esta vez. Pero tampoco serviría de mucho quedarse ahí quieto sin hacer nada, asi que decidió averiguar lo que se escondía tras las sombras.

No había de que temer. Seguramente sería obra de su imaginación.

Tragó saliva y caminó lentamente hacia el cubo de basura. Muy despacio, intentando armarse de valor por el camino. Casi se sentía como si de repente estuviera participando en alguna patética escena de alguna película de terror.

"¿H-Hay alguien ahí?" – interiormente se maldijo por esa estúpida pregunta. ¿Habría alguien tan imbécil como para responder: 'Si, estoy yo. Pero no quiero que me descubras ' ?

Se acercó, paso a paso. Todo había quedado en silencio. Un escalofriante silencio.

De repente, aquel sonido que escuchó antes reapareció con más fuerza e hizo que diera un salto hacia atrás sobresaltado. Fue en ese momento cuando identificó ese sonido. Era … ¿un maullido?

Con más determinación, se acercó al cubo y lo rodeo, para encontrarse con una escena que hizo que su corazón diera un vuelco.

Allí, en una maloliente caja de cartón, a medio deshacer debido a la lluvia, se encontraba un pequeño gatito, temblando violentamente por el frio helador. Su pelaje estaba totalmente empapado y sus orejitas caídas, visiblemente temblorosas por los constantes escalofríos que recorrían su pequeño y frágil cuerpo. Se había acurrucado contra si mismo en un desesperado intento de obtener algo de calor. Se veía triste y desolado.

"Miauuu" - maullaba débilmente, como sollozando desconsolado. Alzó su mirada y fijó sus dos hermosos ojos verde esmeralda, vidriosos y cristalinos, en aquellos bellos ojos ambar.

Maldita sea. Era difícil separar su mirada de la de esos ojos verdes. Eran tan atrayentes.

Aquel chico sintió la necesidad de acariciar a aquel gato y extendió su mano hacia él. Se detuvo cuando el minino le devolvió una mirada oscura, llena de dolor y desconfianza. Una mirada que encerraba puro odio hacia la crueldad de la humanidad. Interiormente se preguntó si alguien le habría hecho algun daño a esa criatura. Sin poder resistirse, se atrevió a tocarlo a pesar de que había una alta posibilidad de que se llevara un buen mordisco. Sin embargo, lo que ocurrió fue lo contrario. Le acarició gentilmente y el gato se relajó ante su suave caricia. Se movió levemente hacia él, necesitado de su ayuda. De alguna muestra de comprensión y cariño, por leve que sea.

Se veía tan solo y vulnerable.

Necesitaba un hogar ...

"¡Pero no tengo espacio para una mascota!"

"Miauu" – sollozó.

"¡Y-Y los animales son molestos!"

"Miau" – sollozó poniendo ojitos tiernos.

"Y-Yo … y-yo … "

"Miauuuu"

"¡Maldición! ¡He dicho que no y es que no!"

Echo a correr, ignorando los maullidos del pequeño animalito y volteó la esquina rumbo a casa. No podía adoptar a un animal, por mucho que quisiera. ¡Además, él no quería! La culpa era del gato por mirarle así …

A él nunca le gustaron los animales. No tenía tiempo ni recursos para ocuparse de él. Definitivamente ese bicho no era su problema.

Y así, aquel chico desapareció. Aquel pobre gatito se quedo allí, destinado a morir, solo e indefenso, demasiado paralizado por el frio para buscar refugio frente a aquella tormenta.

Aunque no por mucho tiempo … porque a los diez segundos volvió a reaparecer aquel chico italiano corriendo desesperado como alma que lleva el diablo. Se arrodillo frente a él, alterado y muy preocupado, murmurando gran cantidad de palabras que se reducían en muchos: 'Lo siento' y 'Maldita sea'

Colocó el gato en sus brazos y lo cubrió con su chaqueta, mientras comenzaba a correr de camino a su hogar.


¿Por qué acabe escribiendo esto? La idea original era escribir un fic sobre lo del April's fool 2011 ... o.O

En fin, espero les guste. Actualizaré dos veces por semana o al menos una.