Hey, ¿qué tal? Bueno, se me dio por empezar a escribir una historia. Hace mucho que no me ponía a escribir algo que no fuera un oneshot. ¿De qué se trata? Bien, ya habrán leído la descripción. Pues no voy a adelantar mucho más que eso, si quieren profundizar en la historia hay que leerla. No vale la pena ponerme a contarles la historia porque no tendría sentido xD

Sólo diré que acá Sasuke y Sakura empiezan teniendo más de veinte años. ¿Qué pasa después? Ese ya es otro tema xD

Pero bueno, sean bienvenidos a leerla. Espero que los atrape. Y como el primer capítulo es muy introductorio (creo que me pasé en la explicación, pero quería dejar en claro la situación en la que los personajes se encuentran) les dejo dos capítulos seguidos.

Sakura Uchiha.

CAPITULO 1: El distanciamiento entre Sakura y Sasuke.

Diez años habían pasado desde que todo había terminado. Diez largos y solitarios años.

…Y Sakura en verdad seguía amándolo.

En fin. La aldea fue capaz de perdonarle todos sus errores a Sasuke Uchiha luego de aquella terrible guerra entre Madara y Kabuto… y el resto del planeta.

Naruto tras pelear contra él –casi a muerte, cabe mencionar– les había asegurado a absolutamente todos los lideres de todas las naciones que Sasuke Uchiha se había arrepentido de sus errores y que merecía una oportunidad.

¡Y es que fue tan convincente! Como siempre, claro. No por nada era ahora luego de largos años, el hokage de Konoha.

De todas formas, esta "segunda oportunidad", vino de la mano de la ayuda verbal de Gaara y Tsunade. Después de una hora de disputas entre todos los lideres, con peleas, insultos y demás cosas como pedir que sin importar que Naruto consiguiera hacerlo entrar en razón o que se hubiese arrepentido, sus crímenes iban más allá de unas palabras y que mínimo debían mantenerlo encerrado en una cárcel de máxima seguridad… de por vida.

No rindiéndose y tanto Gaara como Tsunade y Naruto, creyendo en que aún existía una pequeña esperanza y un rayo de luz de lo que alguna vez Sasuke había sido, siguieron discutiendo tan dura pena alegando que Madara había utilizado a Sasuke de la peor forma sólo para conseguir sus objetivos y que el pobre Uchiha sobreviviente sólo actuaba convencido de que lo que hacía estaba bien, cegado por la traición de la misma aldea.

Finalmente, los líderes en contra cedieron un poco.

Pero no fue sencillo. Desconfiando del aliado de uno de los enemigos más poderosos del planeta que habían tenido jamás –Uchiha Madara, exterminado junto a su ejército ya–, los lideres pidieron hablar con Sasuke Uchiha sin nadie más presente que ellos.

Sakura Haruno y el resto de los ex gennin –incluido Naruto–, junto con los demás ninjas, no estuvieron presentes en dicha reunión. Todos estaban afuera a la expectativa, ansiosos algunos y otros no tanto.

Hablaron con él por largas seis horas, y luego de eso, tras comprobar del mismo Sasuke que estaba arrepentido sinceramente y que, según él, ya no intentaría vengarse ni lastimar a nadie, dieron a conocer que le perdonarían los crímenes, a cambio de ciertos sacrificios, claro.

Para empezar, estaría bajo custodia las 24 horas al día en una "casa", que más bien parecía una cárcel con mucha seguridad. Más de cincuenta eran los Anbu escondidos a los alrededores de la casa, que, de paso, estaba en las afueras de la aldea, donde no tendría interacción con nadie.

Sasuke Uchiha sólo estaba autorizado a salir de dicha casa para cumplir con la compensación de los daños generados, que consistía en realizar papeleo de misiones y organizar documentos complicados, en ocho horas diarias. En otras palabras, el trabajo aburrido y asqueroso que nadie entrenado como él hubiese deseado hacer jamás.

No se le permitiría ir en misiones hasta cumplir con el trabajo para reparar los daños hechos, lo cual sería sólo cinco años más tarde.

No recibiría paga en esos cinco años por el trabajo impuesto como condena. La comida le era proporcionada sólo la necesaria por semana. Otra necesidad podía hablarla con la hokage Tsunade –cuyo puesto sería ocupado por Naruto tres años más tarde–, y sólo de ser vital le sería proporcionada la ayuda.

Por lo demás, no podía tener interacción con nadie más que con la gente del trabajo, y debía cumplir el horario.

Por cinco años, su vida sería de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Y todo eso siendo además, custodiado por Anbus altamente especializados. La palabra "privacidad" pertenecía ahora al pasado para él.

Era como libertad condicional. Y realmente esa pena no era nada en comparación a lo que debería haber recibido, que, por sólo decir, hubiese sido una condena a muerte luego de, mínimamente, cincuenta años bajo máxima seguridad en una cárcel situada en una isla.

Gracias a la influencia de la hokage y otros más, los líderes habían sido altamente generosos con Sasuke Uchiha.

Pero a pesar de esa generosidad, su vida ya no sería la misma que una vez había llevado en esa aldea. La desconfianza por parte de los aldeanos era algo que se hacía cada vez más evidente.

Naruto, Kakashi a su manera, y especialmente Sakura eran las únicas personas capaces de ver lo que en realidad era Sasuke. Los demás le tenían miedo y se limitaban a interactuar en el trabajo por cosas extremas.

Sasuke Uchiha se había convertido en una persona prisionera del pasado y arrepentida de los errores cometidos. Lo seguían los fantasmas del pasado. Todo lo que había hecho recayó sobre sus hombros aquel día gris en que había luchado contra Naruto por última vez.

Odiaba lo que le había pasado a su familia, en especial a su hermano, pero ahora también se odiaba a sí mismo por lo que una vez hizo contra quienes no eran los culpables.

Con pesar aceptaba su condena a vivir una vida de soledad y melancolía, sin importar la presencia de su gran amigo Naruto, que a pesar de todo, lo apoyaba incondicionalmente.

…Y Sakura. Ella también lo apoyaba… en silencio.

Inmediatamente de su primer día en aquella oficina de papeleo que le asignaron, Sakura Haruno fue la primera y única en solicitar voluntariamente un puesto cercano al de él.

Por su insistencia en el puesto y por su peso en la aldea de Konoha, consiguió un puesto como secretaria del correo internacional. ¿Aburrido, eh? Pero ella estaba dispuesta a sacrificar su tiempo libre en ese trabajo complicado y nada placentero que nada tenía que ver con su especialidad en el campo medico y experiencia en misiones de alto rango.

Todo por él. Por estar cerca de él y por volver a aquel vinculo de amistad que una vez tuvieron.

Sin embargo, todo fue en vano. Durante esos cinco años en las oficinas, ella, haciendo caso a lo de la "no interacción con nadie" que Sasuke tenía que respetar, intentó bajo todos los medios posibles, buscar excusas para estar con él y tener que hablarle, aunque fuese de trabajo y sólo de eso.

…No hubo caso. Él la ignoraba totalmente. Pasaba de ella incluso cuando eran cosas de papeleo que debían hablar. No quería ni que se le acerque. Era frio, cruel e indiferente a sus sentimientos. Incluso con todo el daño que le había provocado, durante esos cinco años, no había sido capaz de demostrarle ni una pizca de arrepentimiento hacia ella que le hiciera perdonarlo. Y a pesar de todo eso, ella lo había perdonado sin que él se lo pidiera. Y es que estaba condenada a él. Su alma estaba en él. No tenía opción. Por alguna razón, no podía dejar de amarlo, y el hecho de que él no sintiera ni por asomo algo por ella, era algo que la enfermaba y envenenaba lentamente cada día, hasta el punto de sentir un vacio en sí misma tan grande que le era imposible sentir algo por otro hombre.

No pensaba en nadie más que en él. Lo amaba desde pequeña y su destino estaba encadenado al de él.

A veces se sentía como una masoquista por amarlo tanto sin razones, sin recibir nada a cambio. Pero era algo que simplemente no podía evitar. Y lo peor es que lo quería tal y como era. No esperaba más de él.

Más allá de Naruto y compañía, quizás Sakura era la única persona capaz de realmente entenderlo y aceptarlo. Sería capaz de soportarlo con esa personalidad pedante toda su vida. Y la verdadera razón a esto es que ella simplemente era de tal forma… que era la única con el corazón lo suficientemente blanco como para iluminar la oscuridad de Sasuke. Su carácter era el único con la forma suficiente de que se amoldara perfectamente al de él y a su pasado, y lo controlara y achicara hasta hacerlo desaparecer, dejándolos sólo a ellos en el mundo.

En otras palabras, se necesitaban mutuamente. Como el ying y el yang. Como la oscuridad y la luz. Se acoplaban y se amoldaban en un ser perfecto.

Se necesitaban para sostener el equilibrio y la balanza entre ambas almas. Eran los únicos capaces de hacerse esto mutuamente. Solos no tenían mucho sentido. Ella, una melancólica de la vida, y él, un amargado del camino. Pero juntos eran diferentes.

Hechos el uno para el otro…

Lástima. Lástima que Sasuke Uchiha no fuese capaz de percibir esto con esta claridad. Lástima que estuviese tan hundido en el pasado y en sus errores, en el arrepentimiento y la oscuridad pasada, que no se sintiera lo suficiente como para volver a vivir.

No. Él sólo se limitaba a cumplir su trabajo como pago por sus errores. Pero no lo consideraba suficiente, así que pasados los cinco años y renovada la confianza en la aldea de que no volvería a traicionar, él siguió haciendo como si aún estuviese cumpliendo su condena.

Pasados esos cinco años, siguió actuando de manera solitaria, negándose a sí mismo a interactuar con cualquier persona, a establecer cualquier vínculo. Para él, eso estaba prohibido. No se consideraba apto para adquirir y gozar del derecho a ser feliz. Se consideraba una cosa que no se merecía nada más que la soledad y el sufrimiento de por vida.

Por diez años se aisló tanto que la gente ya no le tenía miedo por lo que había hecho antes; le tenía miedo por lo que era ahora. Un ermitaño que no dejaba entrar ni salir nada de su pecho.

Naruto le asignaba misiones con sus compañeros anteriores. Con Neji, Tenten, Hinata, Kiba, Lee… pero nada era lo mismo. Se limitaba a la misión, los intentos de Naruto por hacer que volviera a ser como antes y que se hiciera de nuevo amigo de ellos, eran en vano. Sus intentos por hacerlo feliz de nuevo eran imposibles.

Sasuke se cerraba a todo y a todos.

Se castigaba a sí mismo por toda la eternidad. Incluso no consideraba a la eternidad suficiente por todo el mal causado.

¿Y Sakura? Está claro que su corazón estaba con él, aunque ella no lo admitiera en el presente, pues, se rindió con Sasuke pasados esos cinco años, cuando se dio cuenta que era imposible volver a tener al lado al antiguo Uchiha.

Ella había decidido "madurar", y dejar de intentar hablarle. Pensaba que él la odiaba, y ella no quería sufrir más por él.

Los cinco años restantes los pasó entrenando, haciendo misiones, lo que fuese, todo para no pensar en él, lo cual era imposible, cabe mencionar. Cada vez que se lo cruzaba, cada vez que lo veía incluso a kilómetros de distancia, no podía evitar que su corazón latiera como el aleteo de un picaflor. Pero dejaba de latir cuando notaba la fría indiferencia de su parte, como si la evitara todo el tiempo. Nunca cruzaban palabra, ni siquiera la saludaba.

Incluso parecía como si la evadiera. Cuando tenían una misión juntos, él mandaba un suplente en su lugar, o ponía alguna buena excusa para prescindir de su puesto como Anbu.

Naruto a veces le mencionaba a propósito su antigua compañera, pero era como si le estuviese hablando de una persona que una vez se había cruzado por ahí.

El equipo siete estaba decididamente roto.

Naruto Uzumaki tenía intenciones de que todo volviese a ser como antes. No se rendía… pero eso era un sueño que parecía cada vez más lejano.

…Tan lejano.

Él ya había madurado. Tenía toda una aldea a su cargo. Siempre había creído que ser hokage seria asombroso, pero había más responsabilidades de las que alguna vez imaginó.

Sakura Haruno se mantenía distante y perdida en misiones de alto rango, en el cuerpo médico, en entrenamientos.

Kakashi ya tenía otro grupo 7 que entrenar. Las cosas eran diferentes ahora.

Sasuke Uchiha… era simplemente él. Un condenado por sus crímenes.

Y ahí se encontraban después de diez años de la nueva llegada del Uchiha, hablando Sakura y Naruto dentro de la oficina del Hokage.

Ambos adultos ya, de unos 26 años cada uno, aproximadamente. El cabello de Sakura ya no era tan corto como antes. Ahora le llegaba casi hasta la cintura, aunque su protector frontal seguía allí, adornando su cabeza.

Su cuerpo había madurado también. Tenía la misma estatura de siempre, pero se veía más adulta y madura, con un brillo desafiante en los ojos. Su cintura estaba más definida, de tanto entrenamiento, que cuando tenía quince años, aunque su talle de corpiño seguía igual que siempre.

Podría parecer gracioso, pero la ropa que usaba era de los mismos colores que siempre: rojo y blanco. Ese día estaba de franco, así que tenia puesto un vestido rojo oscuro común con el blanco símbolo Haruno en el pecho. Un vestido cómodo y bonito, sin mangas, y largo hasta las rodillas. Usaba el mismo calzado de siempre; unas botas negras.

Naruto seguía casi como siempre, sólo que ahora sus rasgos masculinos eran más notorios y firmes. Se parecía más a su padre ahora que tenía unos 26 años. Tenía el cabello largo como lo tenía su padre, y la cabeza más marcada y cuadrada, pero no tanto. También era más alto y sus músculos estaban mucho más definidos; incluso se podía decir esto al verlo usando la túnica del hokage.

Cualquiera que lo viese diría que era la viva imagen de su padre. Sin embargo, su esposa Hinata, por el contrario, le dijo en cierta ocasión tras ver un retrato de su madre, que era igual a ella.

Sakura observaba con cierta calidez en sus ojos el lugar. Nada había cambiado allí.

–Este lugar me trae recuerdos cada vez que entro –dijo sonriendo, recordando a Tsunade reprendiéndola u ordenándole tareas.

–Lo sé, igual a mí –respondió Naruto.

Mientras sonreían juntos, el picaporte de la puerta se movió y se abrió paso a una preciosa mujer de cabello azulado y largo: Hinata. Sakura la observó detenidamente.

La joven no había cambiado mucho. Seguía como siempre, con el cabello más largo. Aunque ahora usaba vestidos más grandes… iba a ser madre. Su estomago era redondo y grande, pues en su vientre dormía un pequeño y futuro Uzumaki.

La Haruno sentía una inmensa ternura por aquel pequeño y por la nueva madre. En esos diez años ambas se habían hecho amigas muy intimas, y Sakura le tenía mucho afecto a la chica de ojos blancos.

Sin embargo, muy en el fondo de su corazón, ella sentía cierta… envidia. ¿Alguna vez sería capaz de sentir lo que ella sentía? Tener una vida en su interior. Amar a un ser que ni siquiera había nacido… y lo mejor: disfrutar cada mes del embarazo con aquel compañero del alma fiel de por vida.

Hinata se acercó y saludó a Sakura sonriente, como siempre. Luego caminó unos pasos más y le dio un tierno beso a Naruto en los labios. Él la miró de una forma tal que parecía que el mundo era sólo para ellos en esos momentos. Con suavidad acarició el delicado vientre de siete meses de Hinata, y la miró a los ojos.

–¿Necesitas algo? –le preguntó.

–Sólo pasaba para avisarte que iba a hacerme unos estudios al hospital, Naruto-kun –ella a pesar de todos los años de matrimonio con él, no podía evitar seguir llamándolo como hacía cuando era una niña tímida y enamorada en secreto -hasta que se lo confesó aquella vez en peligro- de él.

–¿Pasa algo? ¿Te acompaño?

–No, Naruto-kun, sólo son de chequeo. Te avisaba por si me necesitabas y no me encontrabas –le respondió sonriéndole tiernamente.

–Más tarde iré a ver qué tal los resultados, y te los mando a casa lo más rápido posible. De seguro está todo bien, Hinata –le dijo Sakura apresuradamente.

–Sí, gracias, Sakura-chan. Bueno, llegaré tarde… mejor me voy al hospital. Adiós, Naruto-kun, adiós Sakura-chan.

–Adiós, Hinata –dijo Naruto, pero antes de que ella se fuera y cerrara la puerta, la llamó haciendo que se detenga–. No olvides que te amo.

Ella sólo sonrió y lo miró con aquella expresión que Sakura desde hacía mucho no ponía en su rostro.

–Yo también –le respondió antes de salir y cerrar la puerta.

–Realmente son el uno para el otro –le dijo Sakura a Naruto una vez Hinata desapareció.

Naruto la miró arqueando la ceja.

–¿Sabes? –le preguntó.

–¿Qué? –volvió a preguntar Sakura.

–Es gracioso, pero ahora que lo pienso, quizás si me hubiese enterado antes de que me amaba así, no te hubiese molestado tanto a ti durante nuestra adolescencia.

Sakura se sorprendió, pero luego sonrió como si nada.

–De todas formas nunca te quise de esa forma, lo sabes… –le respondió riendo sutilmente.

–Lo sé, porque tú siempre quisiste a Sasuke –le dijo en un tono mucho más serio y fulminante.

Sakura dejó de reír al instante. Su rostro puso una expresión seria y fría ante el comentario. Lo miró con la frente arrugada y no dijo nada por unos segundos.

–Si me llamaste para hablarme de esto, será mejor que me vaya –le dijo cortante mientras se daba media vuelta.

–Tú no te vas a ningún lado. Porque soy tu amigo, pero también tu hokage. Me debes obediencia y respeto –le dijo en un tono más grave Naruto. Él había madurado bastante. Ya no era un niño. Ahora era el hokage.

Sakura paró en seco y volvió a mirar a Naruto fríamente.

–No abuses de tu poder, Naruto Uzumaki –le respondió desafiante.

–Y tú mejor me escuchas.

Sakura abrió la boca para hablar, pero sólo se quedó con un pobre suspiro en sus adentros. Naruto la hizo callar.

–¿Qué es lo que pasa entre Sasuke y tú, que ya no se hablan? –le preguntó firmemente.

–No es de tu incumbencia –contestó dándose la vuelta para irse. Naruto le lanzo un kunai a la puerta que le rozó la cabeza. Eso la hizo volver a mirarlo.

–Te hice una pregunta –ordenó el hokage.

Sakura se echó un suspiro para sí misma y se resignó a contestarle.

–Él no quiere siquiera verme ni hablarme. Hace años dejé de intentarlo. Él jamás volverá a ser el mismo que fue una vez. No importa cuán arrepentido esté.

–Verás, Sakura-chan… ese es el problema. Está tan arrepentido, tanto, que pareciera que se condena en silencio a una vida sin amor ni amistad –dijo Naruto cerrando los ojos con pesar.

–¿De qué hablas? ¿Me tomas el pelo? ¿Dices que no tiene amistad, amor? ¡Ustedes son los mejores amigos! –gritó Sakura enfurecida–. Si está tan solo, es porque así lo desea… –finalizó en un suspiro.

Naruto inclinó su cabeza pensando, y luego cerró sus ojos arrugando la frente.

–Es diferente, soy el único en quien realmente confía, porque soy el único que ha vivido en la soledad tanto como él. La única diferencia es que en el pasado, yo escogí otro camino que el odio –le respondió sereno, para que ella no se alterara.

–No lo entiendo –replicó la pelirosa–. ¿Por qué es diferente conmigo? ¿Crees que yo no lo entiendo? He sufrido tanto por él, tanto… y me lo devuelve con su indiferencia, como si nunca me hubiese conocido. He sacrificado tanto por él… y aunque yo no le repliqué nada, aunque yo no lo juzgué cuando regresó… él no quiere ni siquiera hablarme, y es que, maldición, incluso intentó matarme hace diez años, y yo lo he perdonado… –susurró la última frase mientras agachaba su cabeza y una lágrima se derramaba de sus ojos.

–Sakura, yo creo que él no entiende todo esto. Él sólo piensa en lo que hizo, el mal hecho, sus crímenes. Vive en el pasado, como si estuviese condenado de por vida. Creo que no sabe cuánto sufres tú. Sólo sabe todo lo que él sufrió. Se cierra a todos porque para él, su vida terminó hace años. Su mente no llega a comprender todo con tu claridad… y detesto el hecho de que lo ames tanto, y que él no se dé cuenta. ¿Dónde quedó todo ese amor? Pasaron tantas cosas, sufrieron tanto, que me da bronca pensar que después de tantos años, los dos van a terminar muriendo de viejos como dos cascarrabias, solos, sin nadie en quien apoyarse.

–¿Y qué mierda crees que puedo hacer yo? Ya lo intenté, pero no hay caso, él es otro Sasuke ahora. Yo lo amaba –Naruto la interrumpió.

–Lo amas –le corrigió.

Ella lo miró con los ojos abiertos y los labios semi cerrados.

–Ya te lo dije una vez, Sakura-chan… odio a la gente que se miente a sí misma. Deja de negártelo, puede que incluso tú te creas eso de que ya no lo quieres ni un poco, pero no vas a engañarme a mí.

Sakura lo miró sorprendida y habló en su defensa sólo luego de unos segundos, sin saber muy bien qué decir.

–Eso… eso no lo sabes, no creas saberlo todo. Han pasado muchos años, ya no es como antes, ya no tengo quince años, soy una mujer adulta y los cuentos de hadas se terminaron hace mucho para mí –echó un leve suspiro en sus adentros y siguió hablando, tranquila–. Estoy cansada de llorar por él, y yo no puedo obligarlo a cambiar. Debí darme cuenta de eso hace muchos años, cuando se fue de la aldea a los doce años, pero seguía teniendo una fe ciega en alguien que no valía la pena. Me doy cuenta de eso ahora, pero me di cuenta tarde, hace cinco años. No vale la pena. Siempre será un insensible, y no le interesan los sentimientos ajenos. Él cree que es el único que ha sufrido en toda esta historia, y no es tan así. Quizás yo he derramado más lágrimas que tú, Naruto… y lo peor es que pareciera que le es dificultoso establecer vínculos con otras personas. En especial cuando se trata conmigo. Eso me da ganas de golpear una pared sin razones.

Naruto se quedó callado, pensante. No decía nada, así que Sakura habló por él.

–Dime una cosa, Naruto –mandó.

–¿Qué?

–¿Me llamaste sólo para esto? Tengo cosas que hacer, sabes… ser la encargada del cuerpo médico no es cosa sencilla, además tengo que buscar los estudios de Hinata… –decía Sakura, hasta que él la interrumpió.

–No te he llamado para remover el pasado y hacerte gritar. Bueno, no sólo para eso –dijo mientras se reía como el niño que una vez fue. Alguna cosas simplemente no cambian–. Tengo una tarea para ti, y si te niegas yo mismo me encargaré de que te subleven a gennin –dijo en tono de chiste, aunque iba en serio.

Sakura se sintió curiosa, aunque presentía lo que iba a pedirle.

–Continua –le pidió la chica.

–Es sobre Sasuke.

Sakura revoleó sus ojos y echó su cabeza hacia atrás maldiciendo, con una expresión de asco y cansancio en todo el rostro.

–Oh Dios… lo sabía, nunca te rindes, ¿cierto?

Naruto tiró unas carcajadas pero paró al instante e hizo el mayor esfuerzo que pudo para mantenerse lo más serio posible.

–Ya, es importante, así que escucha. Necesito que le pidas los reportes de unas misiones que él lideró, porque los necesito para mañana –ordenó con una sonrisa nerviosa en el rostro, como si estuviese mintiendo.

–¿Crees que soy idiota, que no sé que estás mintiendo como siempre? Además, ¿no puede ir otro? ¿Por qué justo yo? Además, oh vamos, ¿desde cuándo alguien más que Hinata se encarga de cosas como reportes de misiones? ¡Tú nunca haces esas cosas! –le replicaba sin parar con angustia en la voz.

–Uff, mira la hora que es… tengo una reunión muy importante –le dijo como si no la escuchara.

Se dirigió rápidamente a la puerta para irse.

–¡Momento, Naruto, yo no iré a ningún lado, estoy de franco hoy! –le gritó enfurecida.

–Sí, sí, claro, pero tráeme esos reportes antes de mañana, por favor, si no quieres volver a ser gennin –le dijo ignorándola con una inmensa sonrisa en la cara mientras se iba rápidamente, antes que ella lo alcanzara y asesinara.

Sakura gruñó enojada y le dio una fuerte pisada al piso, haciéndole un agujero.

–"Volverás a ser gennin", sí, claro, ¡eso es lo que le decía Tsunade cuando era un niño! ¿¡Quién se cree! –inhaló y exhaló aire para serenarse un poco–. Ya, ya, calma Sakura. Sólo son unos reportes, me los da y al diablo...

Dicho lo dicho, salió de la oficina y se dirigió lo más lento posible hacia la casa de Sasuke. Estaba bastante lejos –afuera de la aldea, decisión de quedarse que tomó al no querer volver a la mansión que una vez le perteneció a su clan– y al paso que iba, era obvio que llegaría al anochecer. Mientras se dirigía allí, recordaba aquel día que lo vio por última vez, cuando era una niña. Pasó por al lado de aquella banca deteriorada por los años, y no pudo evitar sonreír ante la idea de lo que pudo haber sido si no hubiese sido corrompido por el odio de tan niño. Quizás, quién sabe… él se hubiese fijado en ella. Cuando le dijo "gracias" por última vez, supo que él en verdad la apreciaba, pero luego todo cambió para ellos, en especial para él…

–Me pregunto cómo hubiesen sido las cosas si nos hubiese tocado otra vida, una diferente. ¿O será que no podemos escapar de nuestro destino? –dijo mientras se alejaba de la banca–. Me gustaría, que al menos por una vez, él entendiera todo lo que yo he sufrido por él durante mi vida, que se pusiera en mi lugar, y que sintiera esa sensación devastadora y lenta de que el corazón se te empieza a partir en mil pedazos cuando te das cuenta de como esa persona que amas se envenena cada día en la soledad y la oscuridad a cambio de nada más que de sufrimiento y dolor. Tan sólo por un día, me gustaría que se diera cuenta de que él no ha sido el único protagonista del dolor en esta historia, y realizara todo lo que ha desperdiciado y desperdicia por su orgullo y por creerse que no merece nada más que angustia después de lo que ha hecho. Que sintiera la impotencia que alguna vez yo he sentido tan efusivamente, tan fuerte –suspiró lentamente, mientras contemplaba el salir de la media luna con una triste sonrisa en los labios–. De todas formas, eso es imposible, para qué soñar… –concluyó.

Entonces sintió una fría brisa que le erizo los pelos y la hizo abrazarse a sí misma para protegerse del helada y repentina ola de viento. Pero de repente la brisa se detuvo, como si hubiese sido algo momentáneo y nada más, y el calor volvió de la nada. Algo raro en verano, "una brisa peculiar y extraña", pensó, pero no le dio más importancia y se dirigió hacia aquella frívola morada.

Sasuke Uchiha estaba por darse un baño luego de aquella ardua misión con Neji y Lee.

No sabía que Sakura iba a ir hacia allí, de otra forma no estaría en casa. Realmente no quería ni siquiera verle la cara.

Él había cambiado bastante desde que era un joven de quince, dieciséis años. No sólo mental, si no también físicamente. Su rostro, más allá del cansancio, se había vuelto más… "duro" o al menos esa era la impresión que daba al verlo. Como dureza o frialdad. Su pasado le había otorgado dicha frialdad… sus ojos seguían ahí, negros como dos pozos sin fondo, pero rojos como la sangre a veces.

Y al igual que Naruto, sus rasgos masculinos también estaban más acentuados, con un rostro más varonil que antes, lo cual no le quedaba tan mal, cabe mencionar. Después de todo, seguía siendo el mismo sexy de siempre.

Su cuerpo, más alto, también tenía una musculatura más desarrollada, aunque no tanto, sólo la normal después de tantos años de misiones complicadas y entrenamientos mortales.

Se estaba por despojar de aquellas ropas sucias de Anbu y entrar al baño, cuando escuchó que golpeaban la puerta. A esas horas de la noche no era normal, pero de todas formas fue a abrir.

Dos golpes secos y nada más fue lo que oyó.

Fue a buscar la llave con paciencia, sin apresurarse, como si no le importara que del otro lado pudiese haber alguien muriéndose.

Golpearon de nuevo, pero esta vez con más entusiasmo, y cuatro veces.

Sin muchas ganas, abrió la puerta, pero no del todo. Sólo un poco, para ver quién era.

–¿Tú…? –dijo, frunciendo el entrecejo y mirando a aquella muchacha de arriba abajo.