DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece, es del genial Kishimoto-sama. A obvia excepción de Iwasawa y la chica pelirroja cuyo nombre en este capi os dejaré sin saber

Por falta de inspiración para mis otros proyectos, y dado que estoy cerca de terminar "Paternidad" he decidido comenzar este fic y…bueno, los comentarios después.

Para quienes nunca me hayan leído: ¡Bienvenidos! Y para los que ya sean habituales…¡Un placer teneros aquí de nuevo! ^^

Sin más:

Había veces que soñaba.

Y entonces gritaba, y lloraba, porque los sueños le perseguían, le acosaban interiormente, hasta hacerle querer dejar de dormir de por vida. En esos sueños veía a un chico de extraño cabello plateado que le dedicaba miradas furibundas de superioridad, y entonces le llegaba un súbito sentimiento de ira, casi como si quisiera tirarse hacia la garganta del muchacho y apretarla hasta dejarle sin aire, por el contrario, otras veces la mirada de esos ojos oscuros era amigable, casi orgullosa, y él sonreía sin despertar.

En sus sueños había, también, una chica. Era guapa, y cada vez que la veía, él juraría conocerla. Un sentimiento cálido de cariño se instalaba en su pecho, y ella sonreía de forma tranquila, con el pelo chocolate moviéndose al compás de una suave brisa inexistente y la mirada marrón fija en él, las extrañas marcas moradas en sus mejillas se le hacían terriblemente familiares, pero a la vez sabía que nunca las había visto. Era extraño el observarla y querer abrazarla sin ni siquiera saber quién era, sin conocerla de nada.

Y luego estaba él, un hombre que le inspiraba un respeto enorme, que le dirigía una mirada orgullosa y tranquila mientras sonreía levemente, y él sentía como si aquel hombre fuese…o hubiese sido importante en su vida una vez. ¿Una vez? ¿Y por qué no ahora? Simplemente, no sabía si aquella persona de cabello rubio existía de verdad, o si solo era su alocada imaginación la que le jugaba una mala pasada.

Por último, pero ni mucho menos algo carente de importancia, estaba la niña. Era pequeña, más que él, y le miraba con anhelo, mientras una suave voz salía de su garganta, "¿Juegas conmigo hoy?" Y él siempre negaba con la cabeza, y se sentía culpable al ver las lágrimas en esos ojos oscuros. Pero lo que quizá más le llamaba la atención de ella era su cabello, rojo como el fuego y llamativo, tenía aspecto de ser suave, a veces tenía ganas de acariciarlo.

Pero no eran esas imágenes las que se lo hacían pasar mal, ni mucho menos, al contrario, ellas le inspiraban una total confianza en sí mismo, como si esas cuatro personas fueran alguien a quien siempre había echado de menos, sin ni siquiera conocerles. Así pues, las miraba con cariño, aún a sabiendas de que tras la llegada de ellos, estaba la presencia de las pesadillas. Pesadillas en las que veía a un hombre de sonrisa maligna, que juntaba las manos en un sello Shinobi, y entonces las piedras caían sobre él, que no podía moverse, sus músculos estaban agarrotados por el miedo, y las rocas estaban cada vez más cerca hasta que casi las notaba rozar su desprotegida piel, gritaba incapaz de hacer nada más…

…Y despertaba.

Aquello era demasiado, los sueños dolían, era revivir una y otra vez la misma inevitable tortura. Y cuando se levantaba, sudoroso y agotado, no podía hacer más que llevarse las manos a la cabeza con un gemido. A veces, también, le llegaban fuertes jaquecas y alguna imagen desperdigada de aquellas personas, imágenes que no conocía pero que se le antojaban familiares. A sus veinticinco años, la situación no cambiaba.

Aquella vez no fue diferente.

Cuando abrió los ojos, y repitió la misma rutina de llevarse las manos a la cabeza, se sorprendió al notar el Sol dándole de lleno en la espalda, se incorporó, mirando por la ventana tras él y dándose cuenta de que era de día. Increíble que Iwasawa-Sensei no le hubiera despertado, se dijo mientras se desperezaba y sonreía levemente, recorriendo su humilde cuarto con la mirada oscura, los muebles sencillos de madera eran suficientes, ni un solo lujo, Iwasawa-Sensei no se lo permitiría, para ella, cualquier capricho era innecesario. Cogió algo de ropa del armario y prácticamente corrió para darse un baño, su vitalidad era envidiable.

A penas veinte minutos después, salía a la carrera, ya vestido y con el pelo aún mojado, tiró la toalla al cesto de la ropa sucia sin parar ni un segundo, se metió en la cocina y observó, estupefacto, el desayuno preparado para él en la mesa, un simple bol de arroz y algo de té, soltó una risa a la nada. Era extraño que Iwasawa-Sensei le dejara el desayuno preparado también. Así pues, se apresuró a devorarlo, casi engullendo la comida. Quizá le hubiera dejado el desayuno hecho, pero era ella, y él llegaba muy tarde.

Iba a matarle.

Se apresuró también en lavar lo que había ensuciado y lo dejó secando mientras saltaba, literalmente, por la ventana y corría hacia el establo tras la casa, entró sin llamar, como un remolino, y nada más poner un pie dentro notó un fuerte golpe en su cabeza que le tiró al suelo de una forma casi…cómica. Se frotó la zona herida, lloriqueando dramáticamente.

-¡Llegas tarde, chico!—Chilló la voz de Iwasawa-Sensei.

-¡No me has despertado, Sensei!—Replicó él con el ceño fruncido.-¡Eres cruel!

-¡Ah, demonios, cállate y ve a ensillar al caballo!—Gruñó, cruzándose de brazos.

Él alzó la mirada oscura, observando fijamente a Iwasawa-Sensei, el cabello de color rubio de la mujer caía suavemente en rizos sobre sus hombros, la figura era suave, estilizada e indudablemente perfecta, los ojos rojizos emitían todo lo que sus malos modos no decían, amor maternal, cariño y una fuerza casi palpable. Sus rasgos eran suaves, aunque algunas arrugas comenzaban a marcarse en su rostro, pues tenía casi treinta y cinco años, al fin y al cabo. La mujer soltó un bufido y se dio la vuelta, comenzando a cepillar con furia a uno de los caballos, el chico fijó la vista en la parte trasera del hitai-ate de ella y soltó un bufido.

Tras unos segundos de silencio, en los que él se limitó a frotarse el golpe, ella habló:

-¿Te he hecho mucho daño?—Siempre lo mismo, después del dolor, la preocupación.

-No, estoy bien, Sensei.—Se rió de nada y se levantó de un salto, con una agilidad sorprendente se acercó a uno de los caballos y le acarició el hocico, el animal, un hermoso ejemplar oscuro, soltó un relincho y se frotó contra la cara de él.

-¿Te ha vuelto a molestar el ojo?—Inquirió Iwasawa-Sensei, mirándole de reojo.

-Estoy perfectamente.—Sonrió el muchacho a la mujer que ya era algo así como su madre.—Hace ya un mes que no me molesta.

-Quizá al final tu cuerpo lo esté aceptando.

Él se tocó inconscientemente el globo ocular que no le pertenecía, el caballo bufó al darse cuenta de que habían dejado de prestarle atención, y en seguida el chico cogió un cepillo y se colocó a un lado del animal.

-No lo sé, Sensei, llevo ya muchos años aquí y siempre acaba molestándome…-Era una molestia sorda, pero molestia al fin y al cabo.—Prefiero no hacerme ilusiones.

Iwasawa-Sensei sonrió levemente sin que él le viera, al fin y al cabo, había criado a ese chico como si fuera su hijo, y sabía que era duro para él componer sonrisas falsas cuando le molestaba su ojo, o la cabeza.

-¡Sensei!—Gritó entonces él, de vuelta a su actitud habitual y con una amplia sonrisa.-¿Sabe qué día es hoy?

Ella se rió, el sonido fue sencillo, como campanillas mecidas por el viento. Le asintió con la cabeza y, seguidamente, le sacó la lengua con picardía.

-Claro que lo sé, idiota.—Le soltó antes de señalarle con la cabeza el caballo que él cepillaba.—Ese es tu regalo.

-¿Yuki?—Preguntó con perplejidad y mirando al animal, siempre había sido su predilecto, pero también el de su maestra. El que ella se lo regalara…

-Hace ya varios años que te encontré y te salvé la vida.—Comentó, perdiéndose brevemente en sus pensamientos.—Y en este tiempo, me has dado mucho más de lo que podría desear, has sido el hijo que jamás tendré, además de mi mejor amigo…Has sido el que ha impedido que me suicidara, Obito.

Él abrió mucho los ojos, no solo por la revelación, si no porque Iwasawa-Sensei había usado su nombre. Obito. Había veces que casi lo olvidaba. Él había pasado casi un año entero tratando de recordar algo de su pasado, un nombre, una familia, algo, y durante ese periodo de tiempo, la mujer le había llamado solo "chico", hasta el punto de que pensó que ese sería su nombre a partir de entonces, pero una noche uno de sus extraños sueños le dio la clave, vio a la niña, a la pequeña pelirroja, que le miraba con una leve sonrisa y un fuerte sonrojo en las mejillas, las manos tras la espalda en un gesto avergonzado, mientras preguntaba suavemente "¿Qué tal el día, Obito-kun?" Y entonces él recordó quién era. Al menos, su nombre de pila. Sin embargo, Iwasawa-Sensei continuaba llamándole "chico", y pocas veces usaba "Obito" para nombrarle.

-Sensei, soy yo el que debería darte las gracias.—Él continuó alargando el momento porque, ¿cuándo su Sensei abría su corazón de esa forma?—Tú me acogiste aún cuando no recordaba nada, y me has permitido vivir aquí desde entonces y…

-¡Que no se te suba a la cabeza!—Le cortó ella, guiñando un ojo.—Eso es solo porque necesitaba ayuda mientras estuviera en alguna misión, ¿de acuerdo?

Obito rió, feliz. Sí, el momento de "vamos a abrir el corazón a Iwasawa-Sensei" había pasado, pero él se sentía tremendamente feliz, al fin y al cabo, estaba vivo, ¿cierto?

Iwasawa-Sensei era una Kunoichi de la aldea oculta de la Roca, según le había contado a Obito, él le cayó, literalmente, del cielo. Más bien del techo. El túnel que ella creaba en ese momento y que estaba destinado a conectar la Roca y la Hoja para un asedio a la última fue derruido cuando las rocas cayeron del techo, a duras penas pudo ella esquivarlas, y justo entre ellas vio el cuerpo prácticamente destrozado de apenas un niño. Iwasawa por ese entonces, y aunque aún solo ella lo supiera, estaba embarazada, y ver allí a apenas un niño, aunque este tuviera el símbolo de Konoha totalmente destrozado en la frente, hizo nacer en ella un espíritu maternal y de protección desconocido. Para sorpresa de muchos, el padre de Iwasawa-Sensei era jinchuuriki, y algo del chakra del hombre había pasado a ella, su madre la había abandonado al enterarse del secreto de su progenitor, y él había desaparecido sin dejar rastro, por lo cual la muchacha estaba sola, excepto por su novio y el bebé que se formaba en su vientre. Ella había aprendido técnicas médicas desde niña, pues deseaba ayudar a la gente y así redimir el hecho de ser la hija de un monstruo. Se empleó a fondo. Estuvo horas allí, en medio del túnel del que ya no quedaba nada, sentada sobre una roca y quedándose sin charka poco a poco. Por ella como si se moría. El corazón del niño aún latía lentamente y ella le salvaría la vida.

Cayó inconsciente y sin chakra tras haberle curado totalmente, sintiéndose orgullosa de sí misma, pasó un día entero inconsciente junto al muchacho, y al despertar casi no podía moverse, se las apañó para beber algo de agua y obligar al niño a tomar un poco, no fue hasta otro día después que se pudo levantar. Gracias a Dios, su charka también se recuperaba rápido.

Poco después, descubrió que, si a ella el proceso de curación de Obito la había dejado casi muerta, a su hijo no nato lo había matado totalmente. Se sintió la peor de las escorias, lloró, chilló y pataleó. El joven chico acababa de despertar por aquel entonces, y ni siquiera podía hablar, por lo que Iwasawa no centró su ira en él, al contrario, lo cuidó aún mejor de ser posible. Su prometido la dejó al enterarse de la noticia, sus palabras textuales fueron "Has matado a nuestro hijo por salvar a un cabrón de Konoha, ¿qué clase de mujer eres tú?" Y ella había llorado. Mucho. Para su sorpresa, el mismo día que llegó a casa echa un mar de lágrimas, Obito se levantó y se acercó a ella tambaleante y esquelético como estaba, le colocó un brazo en el hombro y con sinceridad pronunció un simple "Lo siento", que a ella le valió más que cualquier otra cosa, se lanzó sobre él, llorando, y en ese momento se dio cuenta de algo. Una vida por otra no es justo, pero así es el mundo, y al fin y al cabo, su bebé había muerto por aquel valiente muchacho.

No se arrepentía tanto, al final, porque había ganado un hijo.

Obito no recordaba nada de su pasado, le costó mucho tiempo poder descubrir cuál era su nombre, ¿pero qué más daba? Él era un chico dulce y valiente, un hijo del que se sentía orgullosa. Incluso aunque solo tuviera unos diez años menos que ella.

-¡Iwasawa-Sensei, voy a montar a Yuki un rato!—Escuchó el grito del chico, que aprovechando que ella estaba metida en sus pensamientos, había salido ya del establo.

-¡No tardes mucho…!—Respondió con una sonrisa enternecida.

¿El por qué de ese "Sensei" tras su nombre? Ella sabía que el muchacho era Shinobi de Konoha, no se lo había ocultado a él, aunque fue solo cuando recordó su nombre. Pero Obito se había negado a volver, decía que allí ya no le quedaba nada, que ahora su vida estaba allí, con su maestra. Sí, maestra, ella había decidido enseñar al chico desde el inicio, él tenía una habilidad sorprendente para el Katon, y no era mal Ninja, después de todo, aunque tampoco un genio. Pero no le habían vuelto Shinobi de la Roca, porque ninguno quería, en realidad.

Sin embargo, sabía de los sueños de Obito, sabía que algún día él recordaría y se iría, dejándola sola de nuevo, y eso dolía más que nada. Pero, también sabía que el chico se merecía volver con su antigua familia, debía haber una mujer por ahí, su madre de verdad que le echara de menos. Pero una voz en su cabeza, egoísta, le preguntaba una y otra vez dónde había estado la madre del chico cuando él estuvo a punto de morir.

Ella negó con la cabeza con casi desesperación. Ya arreglaría eso otro día, por ahora, Obito era su hijo. Punto.

Por su parte, el chico dejó que el viento le revolviera los cabellos mientras notaba los músculos del animal tensarse bajo él, subió a uno de los muchos montes rocosos del lugar, desde el que podía ver el pequeño valle en el que se alzaba la casa, el establo y el jardín de Iwasawa-Sensei, la mujer se dedicaba a ello mientras el Kage de su villa no le ordenara nada, cosa que sucedía a menudo, al fin y al cabo, muchos creían que la hija de un Jinchuuriki no merecía ser Ninja, que podía ser peligroso. ¡Joder! Eso era una tontería.

Suspiró mientras tiraba de las riendas de Yuki, haciéndole detenerse y mirando fijamente hacia ninguna parte, notó un breve pinchazo en el ojo y se llevó los dedos a éste de forma mecánica, ¿por qué aún le molestaba tanto?

Nada más recuperar fuerzas, Iwasawa-Sensei había subido a Obito a su espalda y le había llevado hasta la Roca, incluso débil como estaba, pero cuando estaban cerca de la frontera del país, encontraron una pelea entre dos shinobis del mismo bando, el primero le gritaba algo al segundo sobre haber dejado morir a alguien, que tenía nombre de chica, el segundo le decía que por culpa de aquella muchacha casi había fracasado la misión, y aunque no recordaba nada de su pasado, aquello se le hizo tremendamente familiar. Iwasawa-Sensei le escondió junto a ella misma tras unos arbustos, y seguidamente se limitó a esperar a que terminaran, no sin antes revisar la venda que cubría el ojo faltante del chico. Escucharon un grito, y alzaron una mirada sorprendida, Iwasawa-Sensei le hizo un gesto para que se quedara allí, Obito se preguntó dónde iba a ir tan débil, si ni siquiera podía moverse, y la mujer usó un Jutsu de tierra para sumergirse en ésta y poder espiar libremente. Resultó que uno de los muchachos había matado al otro en un arrebato de ira, y después se había ido.

La mujer miró fijamente el cuerpo inerte del chico, y finalmente suspiró. Estaba claro que, si había alguien allí arriba, estaba de parte de aquel muchacho que ella había salvado, porque ya no era solo que ella le encontrara, si no que le acababan de brindar un ojo.

Sí, decidido, alguien ahí arriba estaba de acuerdo con la felicidad del chico.

Así pues, ella había transplantado el ojo en ese mismo momento, volviendo a terminar tremendamente cansada, pero se sintió feliz, él lo supo cuando la miró a los ojos. Estaba orgullosa de sí misma y de él por seguir vivo. Y ahora tenía dos ojos, aunque uno fuera de un tono más claro que el otro, esto prácticamente no lo notaba nadie, por ahora, solo Iwasawa-Sensei sabía esto, aunque tampoco era que fuera mucho a la villa.

Poca gente quería estar cerca del niño salvado por la hija del Jinchuuriki, un niño de Konoha, además.

Obito soltó un grito cuando el caballo se alzó sobre las patas traseras de golpe, haciéndole caer. Le miró de mal humor, y él juraría que la mirada del animal era divertida.

¿Cómo puede un caballo tener una mirada divertida?

-Puñetero Yuki.—Masculló el chico, levantándose mientras se sobaba el trasero.

Al fin y al cabo, él era feliz allí, y no creía que nunca nada de eso cambiara. ¡Qué equivocado estaba!

El destino tenía planes hechos para él.

¡Ya! Bien, antes de nada, quiero explicar un poquito sobre este fic:

Para empezar, tiene, en cierto modo, ALGO de AU, para empezar porque Kushina y Minato NO han muerto, y Rin tampoco, síp, como lo oís, ellos se salvaron, ¿la causa? No me la preguntéis, es algo que aún tengo que pensar XD

Ahora, otra cosa mariposa (?) Estamos en el tiempo del Naruto normal, cuando Sasuke aún no era un loco vengador y Naruto era el loco hiperactivo (aunque aquí era más respetado al inicio, esencialmente porque es hijo del Hokage)

Sobre la amnesia de Obito…no soy médico, no sé cómo es la amnesia, así que si algo está mal…duh, no me echéis la culpa D:

Este fic será un ObitoXOC (Es decir, un personaje inventado) a la cual conoceréis en el próximo capítulo. Ella no es solo de mi propiedad, también es de Bella Scullw ^^

Y hablando de eso… Bella-chan, si lees esto, quiero que sepas que necesito preguntarte algo sobre Miku =S ¿La vamos a hacer Ninja? OwO

Sobre lo del bebé de Iwasawa, bien, todos sabemos que para salvar una vida hay que dar otra a cambio (¿recordáis lo de Gaara en el Shippuden?) Pues bien, Obito no estaba muerto del todo, pero el bebé no pudo soportarlo, es normal.

Y…¡Otra cosa! (La última) No sé cuánto tardaré en actualizar, ¿nee? Porque esto lo he hecho por falta de inspiración, o sea que intentaré tardar lo menos posible pero no tengo claro cuánto lo haré

Y ahora sí…¿Algún review, porfis? *O* Quiero opiniones, ya sean positivas o críticas (constructivas)

¡Nos leemos!