DESPEDIDA DE AMOR II
By Natsumi No Chiharu
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-¡Sakura!- graznó su abuela, sacándola de sus sueños. Abrió la ventana, cegándola por un momento. Se llevó las manos a los ojos, intentando adaptarse a la luz -Despierta, Sakura. Tengo una propuesta que hacerte- Echó un vistazo al despertador: poco más de las siete. Así que… había dormido cinco horas.
-¿Consiste en dejarme dormir más?- rezongo.
-No, cariño. Levántate. Tengo algo serio que discutir contigo- Se sentó en la cama, con las sábanas hechas un ovillo y el pelo enmarañado. La abuela iba dando palmadas una y otra vez, como si con aquello pudiera acelerar el proceso. -Venga, Sakura. Necesito que te despiertes-
Bostezo. Dos veces -¿Qué quieres?- preguntó.
-Quiero que empecemos a empacar tus cosas. Creo que sería bueno que te presentes hoy en la Masión Hyuga para tu alojamiento- dijo ella.
-Abuela, de verdad, acabo…- pero se detuvo y suspiró al recordar lo que le había prometido a Kakashi la noche anterior: que lo haría. No obstante, ahora, a la luz del día, no estaba segura de poder hacerlo.
-Sé que no te atrae la idea, pero he pensado que podía proponerte un trato, a ver si cambias de opinión- ofreció ella.
-Tu abuelo y yo hablamos anoche, y decidimos que puedes quedarte la mitad de lo que te den- añadió. Los ojos de Sakura se le abrieron de golpe.
-Vaya, abuela nunca me lo imagine- exclamó, sacudiendo la cabeza, aún sorprendida.
-Pues ya ves…- dijo con una especie de sonrisa forzada.
-De acuerdo, empacaremos hoy mismo. ¿Dices en serio lo del dinero?- preguntó.
-Por supuesto. Eso sí, no te olvides de tu familia, por favor. Seguimos necesitándote-
-No lo haré, abuela. ¿Cómo iba a olvidarte, con todo lo que me riñes últimamente?- Le guiño un ojo, su abuela se río y con ello quedó sellado el pacto.
Se dio una ducha mientras intentaba asimilar todo lo que había ocurrido en menos de veinticuatro horas. Tras la ducha se arregló el pelo y se puso una pizca de maquillaje; luego se fue al armario y se vistió. Se puso unos pantalones cortos color caqui y una blusa verde repaso su aspecto en el espejo antes de dirigirse a la sala a empezar a empacar.
Su abuela estaba sentada a la mesa de la cocina con su abuelo, tarareando. Ambos levantaron la vista y la miraron un par de veces, pero sus miradas no podían molestarle. Cuando cogió la carta, se sorprendió un poco. El papel era muy elegante. Nunca había tocado uno igual, grueso y con una fina textura. Por un momento su peso la impresionó y le recordó la magnitud de lo que estaba haciendo. Dos palabras le asaltaron la mente: « ¿Y si…?». Pero ahuyentó aquella idea y se puso manos a la obra. No tenía gran complicación la mudanza.
-¿Crees que los Hyugas piensen que la capacidad de dormir hasta mediodía cuente como habilidad especial?- le pregunto a su abuelo, intentando poner tono de duda existencial y haciendo ligero el ambiente mientras ella y los criados de sus abuelos empacaban sus cosas.
-Sí. Y no te olvides de decirles cuando vivas allí que puedes acabarte una comida entera en menos de cinco minutos- respondió. Se rieron. Era cierto: solía comer tan rápido que parecía que aspirase la comida no tanto como Naruto, pero sí que le podía hacer una competencia.
-¡Ya está bien, ustedes dos! Ya dispuestos, ¿por qué no les dices que vienes de una familia que está casi en la ruina?- protestó su abuela saliendo de la cocina. No podía creer que estuviera de tan mal humor; al fin y al cabo, estaba consiguiendo exactamente lo que quería. Miro con extrañeza a su abuelo.
-Chiharu solo quiere lo mejor para ti, eso es todo- dijo su abuelo. Se apoyó en el respaldo de la silla, tomándose un respiro antes de empezar a caminar a la sala.
-Tú también, pero nunca te enfadas tanto- observo.
-Es cierto- respondió, y sonrió.
-Abuelo, si decidiera no casarme y si de verdad lo quisiera, ¿me dejarías?- Él dejó su taza en la mesa y la miró fijamente. Ella intento no desvelar nada con su expresión. El suspiro que exhaló fue intenso, y estaba cargado de pena.
-Sakura, ciertamente por mucho tiempo no nos hablamos, y si no te quieres casar te apoyaría pero te recuerdo lo que está en juego. Sé muy bien que estas enamorada de otra persona y lo respeto pero deberías saber que el amor a veces se desgasta con la tensión del matrimonio. Puede que ahora quieras a alguien más que por eso no quieras casarte, pero si huyes con él, con el tiempo puedes llegar a odiarlo por no ser capaz de saber si hubieras sido feliz con alguien más. Y si no puedes cuidar bien a tus hijos, la cosa se vuelve aún peor. El amor no siempre sobrevive en esas circunstancias.- Su abuelo apoyó su mano sobre la suya, atrayendo su mirada. Intentó ocultar su preocupación. -Sea como sea, lo que deseo es que te quieran. Te lo mereces. Y espero que algún día quieras a Neji y que él te quiera como tú te mereces y no en función de un amor pasajero.- concluyo el abuelo.
-Gracias, abuelo-
-Ten paciencia con tu abuela. Intenta hacer lo correcto para ti- Le besó la cabeza y se fue a descansar a la sala.
Suspiró y volvió a centrarme en lo último que quedaba de la mudanza ya que por orden de los Hyugas solo podía llevar sus objetos personales. Todo aquello le hacía sentir molesta, pero sabía que no era algo que pudiera echarles en cara. No podía permitirse el lujo de satisfacer sus deseos. Sus abuelos tenían necesidades. Terminaron de recoger las cajas que llevaba para la mansión y salió a la calle en busca de su abuela quien se encontraba en la calle dando órdenes a los criados para que llevaran sus objetos directo a los terrenos del clan.
-¿De verdad lo has hecho?- preguntó Shizuka, acercándose a ella.
-Claro-
-¿Cómo es que has cambiado de opinión?-
-La abuela puede resultar muy convincente- respondió, con intención, pero era evidente que ella no se avergonzaba en absoluto de su chantaje -Podemos irnos ya en cuanto estés lista, abuela-
Ella esbozó una sonrisa. -Esa es mi chica. Vamos. Ya quiero conocer los terrenos en donde vivirás de ahora en adelante- Obedeció y fue a buscar su bolso, pero cuando salía de su departamento se detuvo a recordar los buenos momentos que tuvo allí.
-¡Sakura!- llamó su abuela desde el otro extremo del pasillo del edificio -¿Por qué te entretienes tanto? -
-¡Ya voy!- respondió -Sé que es duro, pero debo dejarte atrás- dijo cerrando la puerta. Su abuelo se había ido a descansar acompañado de Shizuka mientras su abuela y ella se fueron a pie hasta los terrenos Hyugas mientras toda la aldea los observaba.
Se toparon con dos Hyugas que ya los miraban bastante mal de por sí. Pero hacía muy buen día, y eso no iba a opacar el resto del camino. Evidentemente, muchos miembros del clan no estaban de acuerdo que un Hyuga se casara con alguien fuera del linaje, pero si ellos supieran la verdad pensarían diferente.
-¡Sakura! —exclamó alguien. Su abuela y ella se voltearon cuando oyeron el nombre de la ojijade.
Shizune se acercaba junto con Iruka. Se habían tomado el día libre. Ellos dos se casaron al cabo de un año de haber terminado la guerra y tenían dos niñas gemelas de dos años.
Shizune le sonrió y ella le devolvió el gesto. La adoraba. Solo tenía ocasión de hablar con ella muy de vez en cuando, porque ahora ambas estaban muy ocupadas con sus deberes en la aldea y shizune con sus ninas.
-Hola, Shizune. Iruka, ¿cómo estáis?- las saludó la abuela.
-¡Bien!- respondieron alegremente ambos a la vez.
-¡Estas estupenda!- dijo
-Venimos del hospital e íbamos de paso- explicó Iruka.
-¿Hospital?- pregunto Sakura.
-Sí- susurró Shizuke -Ayer estaba limpiando en la casa cuando tuve un mareo, entonces Iruka se preocupó y pues por eso fuimos al hospital- informo –y resulta que estoy nuevamente embarazada- dijo con gran alegría.
-¡Felicidades por ustedes!- dijo la abuela –Espero que tu embarazo sea sin ningún inconveniente-
-¡Muchas gracias por sus buenos deseos!- dijo Iruka
-Felicidades Shizuke e Iruka- dijo Sakura abrazándolos a ambos.
-Gracias Sakura, veo que ya te estas dirigiendo a los terrenos Hyugas-
-Así es- dijo la abuela y prosiguieron hablando por un buen rato.
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Era martes su primer día en los terrenos Hyugas, de modo que ya se encontraba instalada en la habitación que iba a compartir con Neji, pero que él aún no iba a compartir con ella hasta que estuvieran casados. Su habitación era sorprendentemente cómoda pero muy elegante. El lugar donde estaba la habitación era enorme parecía un departamento pero con todo el lujo que podía imaginar, las paredes estaban pintadas de un blanco impoluto y hacían contraste con los muebles y el piso que eran de roble oscuro. La cama era enorme con una gran cantidad de almohadas de diferentes tamaños y con un juego de cama en blanco y azul marino con sus respectivas mesitas de noche de cada lado y con un dosel exactamente del tipo que siempre había soñado tener, una cómoda con finos detalles, un tocador con un espejo en donde se podía apreciar la fina joyería sobre el mueble que ella tendría que usar de ahora en adelante, un closet con una gran variedad de kimonos de la seda más fina, pero también ya con algunas prendas de Neji. Además tenía un pequeño cuarto que servía como una pequeña salita de color blanco para recibir invitados.
Todo el mundo parecía saber que ella estaba allí, como si fuera alguien famoso. Había oído susurros y risas de vez en cuando desde el otro lado de la puerta, no le gustaba ser el tema de los chismes, pero no podía hacer mucho al respecto. Se asombró al ver el baño tan lujoso y al ver que una puerta lateral de gran tamaño daba a un jardín privado que tenía para ella, al cual algunos Hyugas estaban dando mantenimiento no le gustaba que se le quedaran viendo fijamente, así que decidió cerrar las cortinas y enterrar su cabeza en una pila de almohadas. El día pasó rápidamente, y no pasó mucho tiempo antes de que alguien le llevara la cena. Aún estaba molesta de que no le hubieran avisado que tenía que quedarse en su habitación hasta que algún miembro del clan principal se presentara y le permitiera salir y poder recorrer el lugar para conocerlo.
El viernes por la tarde sus abuelos y Shizuka se presentaron a la mansión para visitarla y ella agradeció el gesto. Estaba cansada y aburrida de tantas lecciones de etiqueta y protocolo que llevaba así como cosas sin importancia que ella decía no necesitar como lo era la caligrafía, canto, música, historia, entre otros, que le impartía una Hyuga longeva que pertenecía a la rama secundaria, quien hacía llamarse Nana.
-¿Crees que Neji regresará pronto de su misión?- preguntó Shizuka al aire, metiéndose una cucharada de pastel de fresas en la boca, sus abuelos y Shizuka se encontraban compartiendo con ella un tentempié en la sala privada de la habitación.
-No, cariño. Probablemente no sepamos de él hasta dentro de una semana- respondió su abuela, con el tono de voz más tranquilo que le había oído en años. Estaba completamente serena, satisfecha de haber conseguido algo que quería de verdad –Lo sé, porque averigüe con la servidumbre- dijo después que todos la miraran raro.
-mmm… para mi es de muy mal gusto que Neji no haya recibido a Sakura como se merece, ¿acaso no es su prometida?- masculló Shizuka.
-Querida entiende que el novio anda de misión- dijo con comprensión la abuela.
-¡Jo! Qué largo se va a hacer este mes- se quejó Shizuka. Sakura solo la miró raro ¿Se le iba a hacer largo a ella? ¡Era ella quien se iba a casar!
-Tu aya nos ha dicho que has aprendido bastante aquí- intervino el abuelo. A ella le sorprendió que quisiera tomar parte en la conversación.
-Sí- respondió -No esperaba que fuera tan agotador la caligrafía- dijo -Sabes, que la he practicado un poco pero después de todo lo que paso pues ya no quise hacerlo más y ahora que la vuelvo a practicar ha sido cansado y tedioso-
-Te habrás divertido en algún momento…- afirmó su abuelo.
-Ni si quiera me han dejado descansar hasta hoy que se presentaron ustedes- respondió con sinceridad -Si no ahora estaría sentada aprendiendo la historia del todo el clan o en clases de cocina, cosa que me parece de lo más aburrido cuando claro está que sé cocinar y muy bien- dijo con orgullo ya que aprendió a cocinar con su mamá.
-Pues deberías estar agradecida que te están preparando para ser una buena ama de casa y una buena matriarca para el Clan Hyuga- dijo su abuela arruinando el momento.
-Lo sé- dijo -Pero están estresante todo esto…- dijo con aburrimiento. Cambiaron de tema. Su abuela estaba sentada en un sillón, Shizuka estaba parada a la par de ella y su abuelo estaba sentado en el sofá y la ojijade descansaba su cabeza en el hombro de su abuelo.
-Pase- dijo Sakura sentándose bien recta al escuchar que tocaban la puerta del cuarto y quien entraba al cuarto era nada más y nada menos que Neji Hyuga.
-Buenas noches- dijo educadamente.
-¡Oh! Neji pensé que estabas fuera de la aldea- dijo la abuela ya tuteándolo.
-Así era pero llego un mensaje de emergencia a la torre Hokage y se canceló la misión- dijo cortadamente, sin dar más detalles.
-Ah bueno, entonces si es así porque no nos acompañas- invitó la abuela.
-Lamento declinar a la invitación tengo asuntos pendientes que atender en la mansión, venía solo a saludarlos y de paso darle la bienvenida a Sakura e informarle que a partir de la próxima semana podrá andar por la mansión Hyuga con una doncella y con Nana para que conozca todo los lugares del clan, por el momento no te moverás ni un instante de esta habitación- informó.
-¿Por qué?- preguntó confrontando a Neji.
-Ordenes mías y de mi tío- explico dando por terminado el tema.
-Bueno siendo así creo que ustedes deben saber lo que hacen. Fue un gusto verte ¿verdad querido?- dijo la abuela dirigiéndose a su esposo.
-Así es, es un gusto verlo nuevamente, Hyuga…- afirmo el abuelo.
-Igualmente, con su permiso me retiro- dijo haciendo una reverencia a la familia de su prometida mientras se acercaba a ella y besaba su mano –Feliz noche que descanses- deseo él.
-Gracias igualmente- le expresó Sakura antes de que cerrara la puerta.
-Es todo un caballero- manifestó encantada la abuela Chiharu.
-Sakura y Neji, la parejita del año…- bromeó Shizuka bruscamente. Sakura agarro un cojín y se lo tiré a la cabeza, pero la verdad es que la idea la hacía sentir rara. Neji era tan estirado que resultaba difícil imaginar que pudiera ser feliz con él. Sus abuelos cenaron con ella mientras ella evitaba las bromitas de Shizuka, hasta que por fin sus abuelos decidieron irse. La habitación se sentía tan sola. Tenía una idea que se le cruzaba en su cabeza y era que estar cerca de Neji Hyuga la ponía incómoda. Las bromas de Shizuka se le quedaron en la cabeza toda la noche, haciendo que le costara dormir.
Alrededor de la media noche un sonido la despertó, pero cuando fue plenamente consciente intentó escrutar la habitación en un silencio absoluto, por si acaso había alguien allí.
Tap, tap, tap.
Se giró un poco hacia la puerta del jardín, y allí estaba Kakashi, sonriéndole. Se levantó de la cama y fue hasta la puerta principal de puntillas, la cerró y echó el pestillo. Volvió a la cama y abrió la puerta lentamente. En el momento en que Kakashi estuvo a su lado, le invadió una oleada de calor que no tenía nada que ver con el verano que se aproximaba ni la primavera que estaba a punto de terminar. (observación: estaciones)
-¿Qué haces aquí?- susurro, sonriendo en la oscuridad.
-Necesitaba verte- dijo envolviéndola con los brazos y tirando de ella hasta que quedaron tumbados uno junto al otro en la cama. Sentía su respiración contra su mejilla.
-Tengo muchísimo que contarte, Kakashi-
-Shhh, no digas nada. Si alguien nos oye, nos matan. Deja que te mire- dijo él. La pelirrosa lo obedeció mientras ella se quedó quieta y en silencio, mientras tanto Kakashi la miraba a los ojos. Cuando al fin quedó satisfecho de verla, empezó a pasarle la nariz por el cuello y por el pelo. Y entonces sus manos se deslizaron por la curva de su cintura, arriba y abajo, una y otra vez. Oyó que se le agitaba la respiración, y aquello, de algún modo, lo atrajo hacia ella. Sus labios, ocultos en su cuello, empezaron a besarse. Se les entrecortó la respiración a ambos. No podían evitarlo. Los besos de él recorrieron su barbilla y le taparon la boca, silenciando sus jadeos. Se agarró de él, y, entre los abrazos desesperados y la humedad de la noche, ambos quedaron empapados en sudor.
Fue un momento robado al destino.
Los labios de Kakashi se detuvieron por fin, aunque ella no estaba en absoluto predispuesta a parar. Pero tenían que ser sensatos. Si iban más allá y algún día se descubría, ambos acabarían muy mal, además, que en donde estaban no era correcto.
-Debería irme- susurró.
-Pero quiero que te quedes- dijo Sakura mientras sus labios estaban junto a su oreja. Percibió de nuevo el olor de su jabón.
-Sakura, llegará el día en que te duermas entre mis brazos cada noche. El día en que te despierte con mis besos cada mañana. Eso, y mucho más- Sakura se mordió el labio de la emoción al pensar en ello -Pero ahora tengo que irme el lugar donde estamos no es correcto y además estamos tentando al destino- suspiro y lo soltó. Él tenía razón.
-Te quiero, Sakura-
-Te quiero, Kakashi-
Aquellos momentos furtivos le bastarían para soportar todo lo que se avecinaba: la decepción de su abuela cuando se enterara de que no se casaría con Neji Hyuga, todo el trabajo que tendría que hacer para escapar junto a Kakashi, el cataclismo que le esperaba cuando todo el mundo se enterara que se iba a casar con el Sexto Hokage de Konoha y que aparte de todo huirían como si fueran criminales. Nada de aquello importaba. No importaba nada, si lo tenía a él.
La semana no paso rápidamente como ella esperaba sus abuelos ya no la visitaron pero se alegraba de saber que al fin saldría de esa habitación que parecía una jaula…una jaula de oro. Era lunes cuando despertó a la mañana siguiente, gimiendo, se sentó y parpadeo. Algo no estaba bien, y no podía decir qué. Entonces, después de un largo momento, estos últimos meses empezaron a llegar a ella de nuevo y su corazón dio un vuelco. Por lo tanto, no había sido sólo un sueño después de todo.
-¿Crees que está despierta ahora?- esa voz la reconoció de inmediato.
-Si ella no lo está, sin duda lo está ahora- Se quedó helada. Los susurros venían desde el otro lado de las cortinas que colgaban de su cama, y eran voces que reconocía muy bien. La primera era brillante y burbujeante, esa voz pertenecía a Shizuka, y la segunda sonó como a alguien que preferiría estar en cualquier lugar excepto aquí. Y no podía culparla. Era Nana. Entendió porque estaba la Hyuga pero no porque estaba Shizuka en la mansión Hyuga.
-¿Cómo crees que se lo tome?- preguntó Shizuka con confianza a Nana.
-No muy bien. Ahora callase antes de que realmente la despierte- ordenó Nana.
Se sentó allí durante un largo rato, tratando de asimilar lo que estaba escuchando. Antes de que pudiera hablar, su estómago gruñó. En voz alta. El tipo de ruido fuerte que hace que todos volteen a ver y se rían.
-¡Esta despierta!- Se abrieron las cortinas, y protegió sus ojos de la luz de la mañana –¡Buenos días, bella durmiente!- hablo Shizuka con alegría.
-Buenos días, supongo- murmuro con el sol brillando en sus ojos -¿Qué haces aquí?- pregunto
-¡Pues seré tu doncella a partir de ahora!- Ella forzó sus párpados abiertos lo suficiente para conseguir una mirada decente de Shizuka y la vio vestida sencillamente pero con ropa muy bella y elegante para ser una doncella. Su cabello pasaba la cintura y se le miraba una cara redonda sonrosada con felicidad. Ella se veía tan emocionada que tenía miedo de que se cayera.
-¿Por qué?- pregunto Sakura.
-Tus abuelos se lo propusieron a Hiashi Hyuga para que tú te sintieras más cómoda aquí con alguien conocido que te acompañara a todos lados ¿Qué te parece?- concluyo.
-Muchas gracias-
-¡No es nada, todo para que tú te sientas bien!- dijo con mucha felicidad - ¿Tienes hambre?-
-Shizuka, para, la estás asustando.- dijo la Hyuga al salir del baño -Ella tiene que arreglarse en primer lugar- dijo Nana, avanzando hacia el armario.
-Oh. Lo siento.- dijo Shizuka tomando un paso atrás, sonrojándose en el acto.
-Señorita Haruno, ¿cuál es su color favorito?- preguntó Nana.
-Sakura. Llámame Sakura, por favor, ya hablamos sobre eso la semana pasada- explicó –Mi color favorito es el rojo- dijo mientras miraba como Shizuka se movía para ayudar a Nana. Ambas estaban paradas frente al armario -Hoy me puedo vestir sola- dijo irritada al ver el propósito de ellas dos. Miraba como Nana y Shizuka luchaban con algo largo, rojo, y suave al sacarlo del armario. Ambas se volvieron hacia ella sosteniendo un kimono.
-A menos que tengas algún tipo de habilidad inhumana para atarte tú misma el obi, vestirse no es una opción- dijo Nana, sus ojos brillaban. Sakura no sabía si de diversión o de malevolencia. Posiblemente ambas.
Ellas levantaron un Kimono rojo de mangas más largas de lo normal definitivamente muy elegante para su gusto.
Sus ojos se abrieron.
-¿No pueden ir en serio?-
-¿No te gusta?- Shizuka frunció el ceño y pasó una mano por la suave tela -¿Qué tal algo en verde? Te verías bien en verde por tus ojos-
-Yo no me pongo kimonos- les dijo a través de una mandíbula apretada – Jamás y mucho menos los que parecen ceremoniales- Nana soltó un bufido.
-No me importa, porque lo haces ahora. Estoy a cargo de todo lo referente a ti y vas a usar esto, hoy, mañana, pasado, y todos los días de tu vida mientras vivas con un Hyuga- expresó.
Sakura se quedó mirando la monstruosidad roja -No soy tu muñeca. No puedes hacerme jugar a disfrazarme-
-Sí, sí puedo- dijo Nana -Y lo haré. Tengo muchos más años que tú y que te vayas a casar con el heredero de la casa Hyuga no quiere decir que me vallas a faltar el respeto, estaré a tus ordenes hasta que te cases mientras tanto tienes que seguir las mías o puedo hacer de tu vida una pesadilla si intentas luchar contra eso- Ella le dio una mirada fija -Compórtate, y yo podría considerar darte un día libre de vez en cuando. Pero esta es mi elección, no la tuya. Lo es desde que accediste a quedarte aquí-
-Además, todas las mujeres llevamos kimonos aquí —dijo Shizuka intensamente- No puedes decir que no te gusta hasta que le des una oportunidad- dijo ofreciéndole una toalla.
Dejando escapar un gruñido de su garganta, le arrebató la toalla de las manos y se apresuró al baño. Ellas podían hacer que se lo pusiera, pero eso no significaba que le tuviera que gustar. Atar el obi les llevó casi veinte minutos. El kimono le quedaba bien, y eso era suficientemente bueno. Una vez que la terminaron de vestir, Nana la sentó frente al tocador y prestó atención a su pelo enredado por unos minutos. Tan pronto como empezó a preguntar si alguna vez terminaría, anunció que ya había terminado y que el desayuno estaba listo. Realmente había quedado hermosa, como una princesa.
Desayuno. Ella estaba tan hambrienta que ni siquiera objetó mientras la obligaban a ponerse los zapatos más incomodos que había visto. (No sé cómo se llaman las sandalias). Mientras hubiera una promesa de comida, estaba de acuerdo en eso. Todavía sintiéndome perdida, las siguió fuera de la habitación, deseando entender más acerca de lo que estaba pasando. ¿Era así como iban a ser todas las mañanas o eventualmente me dejarían vestirme por mi cuenta? ¿Se suponía que iban a ser sus doncellas.
-¿Cuándo… uh, naciste?- preguntó Sakura pensando que si iban ser sus doncellas o amigas por lo menos le gustaría tener algo de que hablar.
Nana inhaló.
-Una mujer nunca revela su edad- Shizuka resopló, y Nana la fulminó con la mirada.
No dijeron nada más durante el camino. Luego de un rato se abrió otra puerta, revelando una gran habitación con una mesa de tamaño promedio en donde supuso que se sentaba la rama principal. Se dio cuenta que la habitación ya estaba llena de personas, pero ninguno pertenecía a la rama principal.
-Tu comité- dijo Nana secamente -Criados, tutores, cualquier persona con la cual alguna vez tendrás contacto. Todos querían conocerte- Se detuve en seco en la entrada, sintiendo que la sangre desaparecía de su rostro. Había media docena de pares de ojos mirándola y, de repente, estuvo dolorosamente consciente de sí misma.
-¿Se quedarán aquí mientras cómo?- susurró. No podía pensar en una mejor forma de hacerle perder el apetito.
-Solo cuando coma sola. Puedo despacharlos, si lo deseas —dijo Nana, y asintió. Saltó hacia adelante y, con dos palmadas de sus manos, la mayor parte de ellos comenzaron a salir en fila. Uno que manejaba los alimentos permaneció, junto con dos hombres que estaban a un lado, cada uno equipado con armas formidables. El alto y rubio estaba tan quieto que podría haber sido una estatua, y el moreno estaba inquieto, como si estar quieto y silencioso era algo en lo cual no era muy bueno. Él no podía tener más de veinte años.
-Siempre serás protegida, aunque seas una ninja- dijo Nana, y ella la miró, sorprendida y con rencor. Shizuka siguió adelante con la gracia de un ciervo e hizo un gesto a un lugar al pie de la mesa - Tu asiento, será este de ahora en delante de lado derecho, como debe de ser a la par de tu esposo- La siguió tratando de no tropezar por el largo del kimono.
-Su desayuno, su alteza- dijo un hombre, dando un paso adelante para colocar un plato tapado delante de ella. Nana levantó la tapa, sin darle la oportunidad de hacerlo por ella misma.
-Um, gracias- dijo desconcertada. Tomó el tenedor, preparada para atravesar un pedazo de fruta y comerlo, pero una mano pálida le arrebató el tenedor. Ella alzo la vista, sorprendida de ver a Shizuka sobre ella.
-La probaré primero- dijo –Es lo que se supone que debo de hacer- insistió.
-¿Pruebas mi comida?- preguntó sorprendida.
-Cuando decidas comer, si – dijo tímidamente –Probé tu cena anoche, también, y la de toda la semana. Sin embargo, si deseas comer debo hacerlo, tengo que…-
-No- dijo, empujando su silla hacia atrás con tal fuerza que chilló contra el suelo de mármol. El estrés de los últimos días y la confusión de aquella mañana cayeron sobre ella, destrozando hasta el último pedazo de auto-control que tenía -No, eso no sucederá. Es ridículo… ¿probadores de comida? ¿Ninjas armados? ¿Su Alteza? ¿Por qué? ¿Qué se supone que debo estar haciendo aquí?- Todos parecían sorprendidos por su arrebato de cólera, y pasó un buen rato antes de que alguien hablara. Cuando lo hicieron, fue Nana.
-Te recuerdo que accediste a casarte ¿No?-
-Sí- dijo, frustrada. Ellos no la entendían -Pero no estuve de acuerdo con probadores de comida ni… ni nada de esto ni mucho menos arriesgar la vida de Shizuka-
-Lo hiciste —dijo con calma la anciana -Es parte de la vida dentro del clan-
-¿Por qué?- Nadie le contestó. Apretó la tela del kimono con tanta fuerza que pensó que se desgarraría.
-Déjenme ver a Neji- dijo -Quiero hablar con él- El silencio era ensordecedor, y algo dentro de ella se rompió. -¡Déjenme hablar con él!- gritó.
-Estoy aquí- El sonido de su voz, baja y suave pero imponente, la sobresaltó. Girando alrededor, logró perder el equilibrio, apenas alcanzando a sostenerse de la silla. Neji se detuvo frente a ella, mucho más cerca de lo que esperaba. Su joven y perfecto rostro estaba en blanco, y su corazón dio un vuelco. Cuando logró recuperar su voz, salió más bien como un bramido, pero no le importo. Quería respuestas y las quería ahora.
-¿Por qué?-dijo pero al ver que no le entendió volvió a hablar – ¿Por qué? ¿Por qué está pasando esto? No soy tu princesa, y no me inscribí para nada de esto, ¿Por qué está sucediendo esto?-
-Retírense todos- ordenó él y de inmediato todos desaparecieron. Neji le ofreció su y vaciló, pero finalmente la aceptó. –Siéntate por favor- dijo ofreciéndole asiento. Su piel se sintió sorprendentemente cálida contra la de ella. No sé lo esperaba.
-Gracias- dijo Sakura.
-Lamento que te sientas abrumada por el cambio tan abrupto a tu vida- dijo el sentándose a la cabeza de la mesa. –Sé que no estás de acuerdo con este matrimonio y que no estás de acuerdo con esto, y no te culpo. Sin embargo, ahora que estamos a días de casarnos esto ya no se puede deshacer, por más que tú y yo queramos. Mostrasteis gran coraje cuando aceptaste a pesar de que tienes miedo pero ahora te pido que ese coraje que tienes dentro de ti se muestre una vez más.
Suspiró, tratando de encontrar un poco de aquel supuesto coraje que él estaba convencido que ella tenía. Todo lo que podía encontrar ella en ese momento era miedo y eso no era lo que quería demostrar.
-Aún me cuesta entender porque quieres casarte conmigo teniendo muchas opciones fiables a tu alrededor, incluso en tu propio clan. Sabes que yo no te amo y tú a mí tampoco, y no sé si algún día pueda quererte como tú te mereces- expuso.
-Tal vez tengas razón- dijo, con una mirada distante –Pero si esto está pasando, ¿Quién puede decir, qué es posible y qué no lo es?-
-La lógica- dijo – Las leyes de la naturaleza. La racionalidad. Algunas cosas son imposibles y lo nuestro lo es…- determino con gran coraje.
-Entonces dime Sakura… ¿Cómo salimos de este embrollo?- pregunto Neji.
-No lo sé, yo lo único que quiero es no causarte a ti un daño por algo que nunca se va a dar. ¿Por qué dejas que ellos manden en tu vida?-
-Cuando tienes toda tu vida viviendo con ellos, el mundo se convierte en un lugar pequeño…- dijo él – y lo único que deseas es escapar, cambiar y ser diferente pero cuando ves el sufrimiento de algunos miembros de tu familia no puedes dejarlos solos, por eso acepte lo que ellos me pidieron para que otros fueran felices-
-¿Como Hinata y Hanabi?- pregunta.
-Exacto, lamento atarte a algo que tú no deseas pero créeme que en cuanto logre un cambio dentro del clan te dejare libre, si es lo que deseas… solo pido tu ayuda- Se quedó muy quieta, sin saber qué decir a eso -¿Podrías tratar de creerme?- Dijo Neji – Sólo por ahora, Incluso si esto significa apartar todo lo que has aprendido y lo que eres, ¿Podrías hacerme el favor de tratar de aceptar lo que te estoy pidiendo, sin importar lo improbable que pueda parecer?- dijo esperando la respuesta de la pelirrosa.
-Bien- dijo –Pretendamos que esto es real que nuestro amor es posible y que nosotros podemos ser diferentes-
-No pretendo ser alguien salvo yo- dijo, con la comisura de su boca tirándose hacia arriba.
Ella hizo una mueca –Bien, entonces pretendamos que todo nuestro amor es real, que este matrimonio es posible, que nos amaremos para toda la vida y que en este mundo hay alguien mucho más poderoso que Kaguya- finalizo.
Neji se quedó en silencio un buen rato observando a Sakura mientras ella miraba hacia otro lado, pero lo que no vio ella en él fue su expresión de dolor.
-Estoy de acuerdo con eso- hubo una nota de tristeza en su voz que Sakura no pudo entender.
-Muy bien- dijo Sakura tratando de empezar a desayunar pero su mano se vio interrumpida por la de Neji.
-Una cosa más- le dijo él –Tu seguridad en esta mansión se ha hecho extrema debido que hemos recibido amenazas dirigidas para ti, y a pesar de que eres una ninja anbu entrenada el clan y Kakashi han decidido tomar medidas ya que ahora eres mi prometida. Pero pediré que tu comida no sea probada, si es lo que tu deseas…- Sakura asintió con su cabeza afirmativamente –Me retiró, buen provecho…- dijo levantándose de la silla.
-Neji- llamó y este paro sin voltear a verla –Gracias- él solo asintió.
-¿Sakura?- dijo el ya en el marco de la puerta viéndola directamente a los ojos.
-…- Se congeló al escuchar su nombre en los labios de él
-Te pido que me perdones por lo que paso en el ascensor, pero recuerda que todo es posible si le das una oportunidad- dijo Neji centrándose en algo sobre el hombro de ella.
Luego de que sostuvo esa conversación con su prometido su día fue tan ajetreado como nunca lo había sido, incluso deseaba mejor las largas jornadas del cuartel y del hospital. Durante la mañana tuvo clases de ortografía, caligrafía, y cocina. En la tarde estuvo conociendo a los demás miembros Hyugas y ya en la noche tuvo una cena en donde estuvieron presentes todo los ancianos, Hiashi, Hinata, Hanabi y Neji, realmente muy agotador para su gusto. Casi pasado de la medianoche llego a su habitación a descansar.
-Sakura- dijo alguien detrás de ella.
-¡Kakashi!- soltó muy animada –Te he extrañado enormemente-
-…- no hubo respuesta.
-Kakashi, ¿pasa algo?-
-Esto no está bien- Sacudió la cabeza y apartó la mirada de ella.
-¿Qué quieres decir?-
-Lo nuestro es un error, ya no puedo seguir con esto-
-Pero… ¿Qué es lo que dices?- dijo
-¡Tú necesitas alguien que te quiera como Neji, que te pueda llenar de lujos y seguridad! ¡Yo no te lo puedo dar!- manifestó.
-¡Yo no necesito nada de eso!- dijo ella tratando de respirar profundamente -¡no tendrías que darme nada en absoluto!¡Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío!- Ella sabía que tenía que ir con cuidado de no levantar la voz. Pero en aquel momento no le importaba.
-No quiero que tu sufras, menos ahora con las amenazas de muerte que recibimos, debemos protegerte y yo no puedo Sakura, debo velar por la aldea. Soy Hokage y debo poner a la aldea de primero antes de una mujer- Kakashi se llevó las manos a la cabeza. Respiraba aceleradamente. Como siempre, estaba reconsiderando su postura. Pero esta vez había algo diferente en su mirada. En lugar de irse centrando, se le veía más y más confundido.
Mientras la rabia de Sakura fue desvaneciéndose al verlo ahí, tan perdido. Se sentí culpable -Yo te quiero- susurró. Él meneó la cabeza.
-Yo también te quiero, Sakura- dijo pero no la miraba a los ojos.
-No quería ponerte en esta situación, Lo siento tanto- murmuró.
-No es eso, Sakura; me encantas. No me puedo creer que te hayas fijado en mí. Es solo que… no sabes cuánto me molesta que no podamos mostrar nuestro amor en público, me molesta que seas una mujer comprometida con otro hombre que no sea yo, me molesta que yo no te pueda dar las riquezas que te mereces y me molesta que yo no sea quien pueda protegerte-
-Tienes que dejar de pensar de ese modo. Cuando estamos juntos, yo no soy una niña y tu hombre mayor, yo no soy una subordinada y tú no eres Hokage. Somos simplemente Kakashi y Sakura. No quiero nada más, solo estar contigo-
-Pero es que no puedo cambiar mi modo de pensar- La miró -Así es como nos han educado, así es como la aldea nos vería si mostramos nuestro amor a ellos. Toda mi vida, he aprendido a ser invisible, a no escuchar los murmullos a mi alrededor- Le agarró la mano con la fuerza de una tenaza -Si estás conmigo, tú también tendrás que aprender a ser invisible y hacer de oídos sordos, y sé que no podrías soportar los chismes que se levantaría alrededor de nosotros. Ya has sufrido suficiente. Y yo no quiero eso para ti.-
-Kakashi, ya hemos hablado de eso. Sé que las cosas serán de otro modo, y estoy preparada. No sé cómo decírtelo más claro- Le pusó la mano sobre el corazón -Estoy preparada para darte el sí en el momento en que me lo pidas-
Resultaba aterrador exponerse de aquel modo como ella lo estaba haciendo, dejar absolutamente claro hasta dónde llegaban sus sentimientos. Él sabía lo que le estaba diciendo. Los ojos de Kakashi buscaron los de ella. Si buscaba la sombra de una duda en ella, estaba perdiendo el tiempo. Kakashi era lo único de lo que estaba segura en su vida.
-No-
-¿Qué?-
-No- repitió, y aquella palabra le cayó como una bofetada.
-¿Kakashi?-
-No sé cómo he podido engañarme y pensar que esto podría funcionar- Se pasó los dedos por entre el cabello otra vez, como si estuviera intentando recopilar todos los pensamientos que tenía sobre la cabeza.
-Pero si acabas de decirme que me quieres…-
-Y te quiero, Sakura. De eso se trata. No puedo convertirte en alguien como yo. No soporto la idea de que llegue a verte pasar vergüenza, inseguridad. No puedo convertirte en alguien que no eres-
Sakura sintió que estaba a punto de llorar. Pensaba que estaba imaginando que él no querría decir eso. No podía ser cierto. Pero antes de que pudiera pedir que retirara lo dicho, él se encaminó hacia la salida de la puerta del jardín.
-¿Adónde…, adónde vas?- preguntó.
-Me voy. Me voy a casa. Siento haberte hecho esto, Sakura. Hemos acabado-
-¿Qué?-
-Hemos acabado. No volveré por aquí nunca más. No nos volveremos a ver de este modo, cuando nos miremos nuevamente solo seremos excompañeros de equipo, Sra. Hyuga-
-Kakashi, por favor- insistió, con lágrimas en los ojos -Hablemos del tema. Sé que estás confundido solo si…-
-…Estoy más confundido de lo que te imaginas, pero no estoy enfadado contigo. Es simplemente que no puedo hacerlo, Sakura. No puedo. Pronto te vas a casar, pronto yo te voy a casar con Neji- suspiro –Créeme que será doloroso cuando eso pase pero necesitas ser feliz con Neji, ya no podemos hacerle esto a él, no se lo merece y tú no te lo mereces. Ambos merecen ser felices y formar una familia que yo no te puedo dar- manifestó.
—Kakashi, por favor…- rogó.
Él la agarró con fuerza y la besó por última vez. Luego desapareció entre la oscuridad. Y como vivían en un lugar en donde tenían que ocultarse, no pudo ni siquiera llamarlo, no pudo gritarle, aunque fuera por última vez y decirle que lo quería.
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Atte.
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Chiharuno No Natsumi