Antes de nada, este fic es para RozenAnn, que me pidió un PoloniaxSuiza, en ese orden xD Por ello quizás, he hecho a un Polonia un poco más descarado de lo normal. Espero que os guste :)

En principio, iba a ser un one-shot pero me estaba quedando muy largo y decidi dividirlo.

Disclaimer: Hetalia no me pertenece, yo solo toruro un poquito a los personajes.

Advertencias: Yaoi


Suiza POV

Recuerdo perfectamente la tarde en la que comenzó todo. Estaba muerto, vacío, inmóvil en la solitaria sala de reuniones. Todos se habían marchado ya, pero yo continué sentado en mi sitio, completamente retraído del mundo exterior. Me sentía ciego, pero entonces, atisbé un rayo de luz.

-O sea, tipo, ¿estás bien? – unos brillantes orbes verdes escrutaban mi pálida tez.

No pude emitir sonido alguno, quizás tampoco quería.

-Ey, ¿necesitas algo? – probó suerte de nuevo.

-Una copa. – conseguí decir.

Y así acabamos en el tugurio más cercano, con dos vasos llenos sobre la barra y una botella de vodka medio vacía.

-La vida es una ¡hip! gran, gran mierda. –lloriqueé antes de vaciar el vaso número "perdí la cuenta hace rato" de la noche.

-¡Jajaja! Sííí… y es la… eh – miró un momento a la vieja lámpara rodeada de polillas que colgaba del techo del bar, pensativo - ¡dieciquinceava vez que dices eso!

Volvió a estallar en risas, estaba claro que yo no era el único que se había excedido con el alcohol.

-¡Pero es verdad! – hundí la cabeza entre los brazos apoyado en la madera pegajosa.

-Eh, tipo… ¿cómo te llamas?

-¿Ehn? ¿Tan borracho estás que no te acuerdas? Soy Suiza.

-¡Noooo! – rió de nuevo – Me refiero a tu nombre humano, yo soy Feliks Łukasiewicz.

-Ah, yo soy Basch Zwingli.

-O sea, ¡tienes un apellido muy difícil de pronunciar! "Stwui…" – intentó reproducirlo.

-¡Eso es porque estás borracho! El tuyo también es raro – me defendí.

Por unos minutos, nos quedamos en silencio, el único sonido dentro de la habitación era la tos de alguno de los borrachos y el repiqueteo del hielo contra el cristal del vaso con el que jugueteaba Feliks.

-Jajajaja ¡Este sitio no tiene estilo ninguno! ¡Yo podría decorarlo como mil veces mejor! – lo dijo demasiado alto, ganándose una mira de animadversión por parte del tabernero.

De pronto paró de reír y se puso serio.

-¿Por qué no me cuentas qué te pasa?

Ya lo había preguntado varias veces esa noche, pero mi nivel de alcohol en vena no era lo suficientemente alto como para remover el tema.

-Un gilipollas, eso me pasa… bueno, no ¡el gilipollas soy yo! – bufé.

-Se trata de Austria, ¿no?

-¿Cómo lo sabes?

-Es como que… súper obvio y tal.

-Vaya mierda. – Me serví otro vaso, que vacié casi al instante – ¡Me ha rechazado por un tío que ya no es ni una nación!

-Prusia. –adivinó.

-¡Sí! Y lo que más me jode era su mirada de compasión mientras me decía que solo me quería como amigo… ¿como un amigo? ¡Já! Hace años que nuestra amistad terminó, nunca – hice especial énfasis en la palabra – volveremos a ser amigos. ¡Lo último que quiero es darle lástima a ese esnob relamido!

-Sí, te entiendo súper bien. – de algún modo, sentí el dolor de aquellas palabras.

-¿Mmh? – intenté volver a servirme, pero la botella se estaba poniendo borrosa.

-Yo realmente quería a Liet, pero a él le gusta esa niñata escalofriante, ¿qué tiene ella que yo no tenga?

-¿Bielorrusia? Que es mujer, supongo. – Polonia bufó ante tal comentario – Has dicho que le querías, ¿conseguiste olvidarlo?

-Bueno, o sea, eso pertenece al pasado, yo lo pasé súper mal y no podía con los celos, cuando Liet me rechazó me quedé como destrozado, pero poco a poco me he hecho a la idea y me alegro de que siga siendo mi amigo y tal.

-Un momento… ¿por eso te vistes de mujer de vez en cuando? ¿Para intentar ser como Bielorrusia?

-Jejeje… quizás en parte, pero principalmente lo hago porque me veo súper genial con vestidos – tomó ambos vasos y vertió el contenido de la botella en ellos –. Brindemos.

-¿Crees que tengo ganas de celebrar nada? – me quejé.

-¡Siempre hay algo que celebrar! ¡Por el rechazo! Y por todas aquellas personas desafortunadas en el amor. – chocó ambos vasos.

-A tu salud. – musitaron algunos de los parroquianos del local, sintiéndose aludidos.

Polonia rió ante el gesto de los otros hombres y su risa consiguió animarme un poco. Yo también quería volver a reír así, de forma tan desenfadada y sincera. Si aquel tipo de resplandeciente sonrisa y relucientes dientes blancos lo había superado, yo también lo haría.

Si bien recuerdo sin problemas lo que pasó aquella tarde, lo que aconteció pasado la medianoche aún me resulta borroso y confuso.

Lo siguiente que mi memoria conserva es una habitación desconocida y una resaca de mil demonios.

Con dificultad abrí los ojos, pero la luz del día intensificó mi dolor de cabeza. Esperé unos segundos antes de volver a intentarlo. Aún con los párpados medio cerrados me incorporé sobre la cama y examiné el cuarto.

-Hmpf… ¿Liechtenstein? ¿Qué haces aquí? – dije a la figura de mi derecha.

Y entonces me di cuenta de que estaba observando un espejo.

-¡AAAAAAAAAAAAAARGHH! – Mi propio gritó estalló en mi cerebro como un millón de bombas atómicas.

-Eh tipo, habla más bajo – dijo una somnolienta voz a mi espalda.

Allí estaba Polonia desnudo de cintura para arriba, luchando por ponerse de pie al otro lado de la cama.

Lo agarré por los hombros y le sacudí con fuerza.

-¡¿Qué me has hecho?

-¿De qué hablas? Oye, ese vestido te queda súper genial.

-¡No te hagas el inocente! Yo nunca habría pensado en travestirme, esto es cosa tuya.

"Vale, relajación no destroces la casa a tiros" – pensé – "Podría ser peor, podría haber despertado con este tío desnudo"

-Creo que ya me voy acordando – susurró el polaco – Te dije que con la ropa y el maquillaje adecuado podía dejarte igualito a tu hermana. Y tenía razón, ¡qué mono! Sabía que a ti también te favorecía el rosa.

Deseé con todas mis fuerzas tener un revólver cerca. Temeroso volví a mirar mi reflejo. Llevaba un vestido rosa bastante clásico por encima de las rodillas, parecidos a los que suele llevar Liechtenstein. Tengo que estar soñando, debe ser una pesadilla.

-Bueno, ¿y te apetece desayunar? – me sacó de mis pensamientos.

-¡Idiota! ¡No te quedes como si nada! – le puse el puño muy ceca de la cara. – ¡Eres un maldito degenerado!

-Tipo, tienes muy mal despertar, ¿sabes? – contestó mientras depositaba un pequeño beso en mis nudillos con una sonrisa coqueta.

Mi puño aterrizó en su cara en el acto.

-¡Auch! ¿Y eso por qué?

-¿Tú qué crees? – me exasperé –. Dame rápido algo de ropa decente y me largo de aquí.

Él se encogió de hombros y señaló el armario.

-Coge lo que quieras.

-¿Y mi ropa?

-Tipo, ese aire militar no era nada cool, tuve que deshacerme de ese atentado a la moda.

Con la cabeza dándome vueltas abrí la puerta del enorme ropero, para observar una descomunal cantidad de prendas rosa, por no hablar de su poca masculinidad.

Escogí a única camisa blanca que encontré sin chorreras y demás adornos y unos vaqueros oscuros, demasiado ajustados para mi gusto.

Dirigí mi mirada a Polonia, que sin motivo aparente se encontraba bocarriba en el colchón con la cabeza y brazos colgando cabeza abajo. Intenté ignorar ese hecho.

-¿Qué haces? – pero la curiosidad me pudo.

-No sé, es relajante. ¿Quieres probar?

Sacudí la cabeza, Polonia era demasiado raro. Traté de indicarle con una "no muy amistosa" mirada que se largara para poder vestirme, no obstante, el polaco no pilló la indirecta y me ignoró, manteniendo la mente perdida en Dios sabe qué.

Respiré profundamente manteniendo a raya el instinto asesino.

-¿Dónde está el baño? – pregunté con voz ronca.

-Al final del pasillo. – contestó mientras bajaba de la cama dando una extraña voltereta.

"Muy, muy raro" pensé.

Abrí la puerta de un enorme cuarto de baño, encima del lavabo, así como en las numerosas estanterías y cajones había una inmensa cantidad de perfumes y productos para la piel. ¿Ese idiota no se paraba a pensar en lo que gasta en estupideces?

Abrí el grifo y puse el tapón. Una vez que estuvo lleno, hundí la cara, mojándome varios mechones de pelo y dejándome llevar por la tranquilidad del agua para olvidar todo lo que sucedió el día anterior.

Cuando comenzó a faltar el oxígeno alcé la cabeza, dejando los últimos restos de maquillaje en el agua que se iba por el desagüe. La sala estaba llena de espejos, al igual que toda la casa de Feliks. Me sentí incómodo al ver mi nada varonil atuendo reflejado en tantas paredes y me apresuré a cambiarme de ropa.

Al salir, casi me da un paro cardiaco al encontrarme de frente la luminosa mirada polaca.

-¿Sabes, tipo? Me lo he pasado muy bien, deberíamos salir más a menudo.

-Ni loco. – bufé mientras bajaba las escaleras para salir cuanto antes de la casa.

El otro me siguió alegremente hasta la entrada.

-Bueno, ya te llamaré. – me sonrió intensamente, con su sonrisa sincera. No pude evitar un escalofrío en la espina dorsal al ver esos labios perfectos.

-Muérete.

Justo antes de atravesar el umbral, Polonia me agarró del brazo. Me disponía a gritarle mil barbaridades cuando, sin previo aviso, tiró de mí y tomó mi rostro, dándome un tierno beso en la boca con sus suaves labios que apenas duró un segundo, ya que le empujé fuertemente con el rostro completamente rojo.

-¿QUÉ MIERDA HACES, IMBÉCIL? – cerré la puerta con un sonoro portazo.

Dentro, un polaco con las mejillas ruborizabas, amplió aún más su sonrisa.

Continuará…


Tadá! (8) ¿Qué pasó exactamente aquella noche? ¿A qué se debe el repentino interés del polaco por Suiza? ¿Qué hará ahora Bash? ¿Y qué ha sido del poni de Polonia?

Todas las respuestas en el próximo capítulo, creo que habrá uno o dos más. xD

Por cierto, e el próximo capítulo aparecerá Francia 3, adoro la combinación que hace con Polonia, ellos dos de amigos son simplemente awesome ^^

Y a continuación, lo más importante... ¿reviews? *pone cara de cachorrito abandonado* Necesito vuestras opiniones, sean cuales sean.

Intentaré actualizar muy pronto :)

¡Un saludo!