And you will know your invention is you (epílogo)

Imagine a man. The Who, 1975.

Harry pasea por el jardín de La Madriguera. El olor de flores es más intenso que nunca, el sol de agosto brilla en lo alto y el ambiente está lleno de música y alegría. En el centro de la fiesta, Bill y Fleur (que parece un ángel vestida de blanco) saludan a los invitados.

Molly y Arthur están allí, sonrientes y felices, tal como los recuerda de mejores tiempos. Charlie, alto y fuerte, ríe y habla de dragones con una muchacha de pelo rosa (Tonks, recuerda Harry). Los gemelos también están allí, vestidos de piel de dragón y con cara de planear algo grande. Molly les lanza una mirada de advertencia y ellos ponen una expresión tan inocente que Harry no puede evitar reír.

Es entonces, al oír su propia risa, que se da cuenta de que ya no tiene 17 años.

No necesita un espejo para descubrir los rasgos levemente endurecidos de su rostro, el mentón más firme, el cuerpo crecido, delgado pero adulto. No necesita un espejo, porque puede ver a James en un grupo cercano, casi como si viera su propio reflejo. Es un hombre todavía joven, y sin embargo, mucho mayor de lo que Harry lo ha visto jamás. Al lado de James, una pelirroja sonríe dulcemente. Lily Potter sigue siendo hermosa, pero tiene ahora una belleza distinta (las caderas levemente ensanchadas, la mirada sabia, la sonrisa comprensiva). Lily se ha convertido en una mujer preciosa.

Alguien se acerca a Lily y le habla al oído. Ella ríe divertida. Harry reconoce a Remus y sonríe intrigado. Curioso. Aunque James y Lily se ven mucho mayores de lo que Harry los vio nunca, Remus parece mucho menor que el "profesor Lupin" que conoció a los trece años.

Alguien pasa un brazo sobre los hombros de Remus y es entonces que la respiración de Harry se detiene. Porque el hombre alto de cabello azabache, con la sonrisa confiada y el brillo de malicia encendiendo los ojos grises, no tiene siquiera similitud con el ex convicto gastado por doce años en el infierno que llamó padrino un día. No. Sirius está allí, completo... tal como lo dejó esa mañana en el Gran Comedor de Hogwarts, solo que más grande. Cuando los hombres que vio sufrir tanto se besan, Harry piensa que el corazón le va a estallar.

- ¡Hey! ¡Que hay niños!- grita de pronto una voz burlona y Harry voltea para descubrir algo que no esperaba. Un pelirrojo altísimo y pecoso, de brazos gruesos y sonrisa amplia, se acerca con dos niños. El pequeño, de unos 5 años, se cuelga de su cuello con grandes rulos rojos y ojos muy azules. La mayor, alta y delgada, camina a su lado, dos trenzas oscuras balanceándose en su espalda, los ojos chocolate observándolo todo.

¿Ron?

Hermione se acerca, fuerte y decidida, y toma a la pequeña. Se ve tal como Harry hubiera esperado, de haberse puesto a pensar alguna vez en ello (exactamente igual, pero más grande). Ron la mira con cierta admiración, mientras reparte indicaciones a los niños. Ella le devuelve una sonrisa. Harry sospecha, sin embargo, que las peleas no han terminado. No podrían seguir juntos de otra manera.

Los niños corren por la fiesta y Harry los sigue con la vista.

Un poco más allá, Sirius se ha unido a Peter y Regulus en una discusión que, por los gestos, parece tratarse de quidditch. Solo reconoce a Peter a partir del muchacho bajito que conoció en Hogwarts. Todos los rasgos del mortífago se han ido de él. Levanta a la pequeña Weasley para saludarla y hace una cara divertida de ratón. Los hermanos Black ponen los ojos en blanco en un gesto idéntico.

La niña vuelve a correr y Harry vuelve a seguirla. El siguiente grupo detiene su corazón.

Allí están, tal como eran, Ron y Hermione a los 17, mirándose de reojo, resoplando y poniendo los ojos en blanco, discutiendo por alguna tontería. Y él mismo, riendo como no recuerda haber reído a los 17, pasando ambos brazos sobre sus amigos y bromeando con ellos.

¿Es este muchacho despreocupado él mismo hace 20 años?

Regresa la mirada hacia el grupo de adultos. James, Lily y Remus ríen con una broma de Ron, mientras Hermione mira con expresión extraña a una familia cercana. La mujer, de cara redonda y expresión honesta, conversa con su sonriente esposo. Sus hijos, ambos adolescentes, se parecen a ella. El mayor, Neville Longbottom, le hace una broma a su hermana. Ella le golpea el brazo y ambos corren hacia el grupo de los jóvenes.

No. Ese muchacho despreocupado no es él mismo hace 20 años. Es lo que pudo haber sido en una vida distinta. Una vida sin profecía ni guerra, con padres y padrinos protegiéndolo de un mundo que no lleva a la espalda.

Una pelirroja preciosa se acerca al grupo y abraza al joven Harry. El Harry adulto contiene la respiración. Ginny Weasley se ve más luminosa que nunca, contestando a las burlas de sus hermanos y besando al chico-que-vivió-sin-preocupaciones, quien se ruboriza furiosamente con una inevitable sonrisa. No puede apartar la vista de la escena.

- ¿Debería estar celoso?- pregunta una voz densa en su oído.

Harry se gira para encontrar una sonrisa leve en el rostro de Severus Snape. Al igual que con Sirius y Remus, el efecto de una vida distinta es notable en él. Los ojos negros no se han cerrado y siguen irradiando esa maravillosa intensidad. Las facciones son menos duras sin la experiencia de servir a Riddle. El traje negro (recordado de 6 largos años de maltrato) no ha cambiado. Tampoco las manos, alargadas y hábiles. Ni los labios (menos mal, piensa Harry). Conoce también la sonrisa. Pero la descubrió en otra vida. La vida que le robó al tiempo.

- ¿Celoso? ¿De una niña de 16 años? Severus… ¿qué clase de persona crees que soy?

Dos brazos fuertes lo rodean.

- Celoso de la vida que te hubiera gustado llevar,- susurra la voz en su oído.

Harry responde sin apartar la vista de los muchachos.

- ¿Te acuerdas de mí cuando me conociste?

- Por supuesto.

- Me alegro de que este Harry haya podido llevar una vida más simple. De verdad me alegro. Y me alegro de verlo con una persona que quise tanto.- Hace una pausa.- Pero yo nunca fui ese niño despreocupado y tú lo sabes bien.

Neville dice algo que pone como tomates a Ron y Hermione, y Ginny se echa a reír en los brazos del joven Harry.

- No cambiaría mi vida por la suya,- continúa.- He sufrido. También tú. Todos sufrimos. Me alegra saber que gracias a los riesgos que decidimos correr, las personas que amo han sufrido menos. Pero me alegra también por razones egoístas.- Se acomoda contra el calor del cuerpo que lo sostiene.- Por muy feliz que ese niño pueda ser, con toda la felicidad que pueda llegar a conocer en la vida... no se roba ni un instante de esta felicidad.

Todos están aquella tarde en el jardín de La Madriguera. Todas las personas que alguna vez le importaron. Dumbledore (aún vivo) conversa con McGonagall junto a la mesa de los dulces. Sirius y Remus se besan en una esquina. Ron y Hermione discuten, en todas sus versiones. Incluso los miembros de la Orden beben y se divierten (aunque es probable que los más jóvenes nunca hayan oído hablar de la Orden del Fénix).

Cuando despierta en el dormitorio de Slytherin, ha olvidado la broma magistral de los gemelos, el brindis de Charlie, las canciones cantadas a coro por Sirius y James. Recuerda olores y risas, como en un collage surrealista… el sabor del vino en los labios de Severus… el joven Harry abrazando a Ginny… Ron y Hermione bailando con un pequeño pelirrojo en brazos… Regulus gritándole a Sirius y Remus que consigan un cuarto… los hermanos Prewett aleccionando a los gemelos… Se pregunta si será un sueño profético, aunque sabe que no ha tenido un sueño profético en la vida. Una parte suya quiere creer que sí. Otra, se estira y abraza la incertidumbre. La sensación de plenitud, de esperanza, es tan grande que se le olvida que tiene otras cosas en qué pensar, hasta que Severus lo sacude para que "se levante de una maldita vez si no quiere llegar tarde al último EXTASIS."

(La sensación no lo abandona durante el examen, ni luego, mientras camina hacia el lago con sus amigos, el estrés olvidado, contándoles el sueño a grandes rasgos, discutiendo el próximo paso, avanzando hacia el futuro.)


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Notas de la autora: Ha sido un viaje maravilloso. Me he enamorado de los Zabini, que empezaron siendo personajes de relleno. He aprendido más de rock británico de lo que esperaba. He sentido crecer mi esperanza, no solo en este mundo (que aprende a tomar las riendas de su destino, que aprende a pelear no contra personas "malas", sino contra ideas injustas), sino también en el nuestro. He dicho lo que quería decir sobre tomar decisiones "correctas" en un mundo en el que lo correcto es mucho más complejo de lo que nos enseñaron, sobre aprender a ver al otro como es (y no como nos dijeron que era), sobre guerras que no pueden ganarse con un fusil. He dicho casi todo lo que quería con esta historia. Y aunque el plan original ha cambiado una y otra vez, éste siempre fue el final. Sí, es un final abierto. Pero de ningún modo es una historia incompleta. No sé qué pasará con este universo el día de mañana, como no sé qué pasará con el nuestro. La incertidumbre, Fandomium, es el precio del cambio.

Dicho esto, hay muchas (muchísimas) cosas que me quedé sin decir. Cada día se me ocurren más. No he hablado de la navidad que el trío pasó con los Weasley (invitados por Gideon), de Molly y Arthur, jóvenes y revolucionarios, llenos de sueños, lidiando con Bill y Charlie. No he hablado de la primera conversación real de los hermanos Black en años, de lo que pasó cuando Harry le contó a James sobre Severus, de Ginny haciéndose a la idea de que Harry Potter no va a salvarla. Todos los días se me ocurren timestamps, cachitos de este universo que quiero contar. Hoy publico el primero y espero que pronto vengan más.