No hay plazo que no se cumpla, y aquí dejo la parte final de finales de este fic, que se llevó más de un año en ser terminado. Este epílogo estaba planeado desde hace tiempo, y está dedicado a una artista muy especial, Rocio-Aj de Deviant Art, es mi mejor manera de reconocerle su gran trabajo, les recomiendo darle un vistazo a su galería, estoy convencido que dentro de poco la veremos animando desde algún gran estudio alguna película de Dreamworks, ya que la dedicación y la calidad de sus trabajos son excelentes. Espero te guste, Angi.


Epílogo Segundo: La Nueva Aventura

La Constructora de los sueños

—"…Y así fue como nuestros máximos, últimos héroes, terminaron aquella hazaña, trayendo la paz absoluta, la felicidad y la armonía a todos los rincones de China."

El anciano león terminó de leer aquel pergamino que venía desde Pekín, con un dibujo incluido que ilustraba al Dan Yi y la hija del emperador, recién casados.

Angii, una leona joven, escuchaba atentamente a su abuelo, era algo verdaderamente bueno el que por fin se acabara la maldad. Miró el dibujo de aquella gran pareja, y se los imaginó junto a una de sus más grandes creaciones. Angii era una soñadora, una muchacha seria que se pasaba horas de día calculando, midiendo, y desplazando su pedazo de grafito por metros y metros de pergamino. Sus hermanos a veces la fastidiaban, y sus amigos de la escuela preferían evitarla, era una personita muy extraña que se hundía en sus trazos interminables. Llevaba siempre cargando un rollo lleno de pergaminos, donde se encontraba haciendo su propia versión del Palacio de Jade, si es que alguna vez tenía el gran honor y oportunidad de comenzar alguno.

Sin embargo, en el mundo de los adultos, era reconocida, aunque no admitido ese reconocimiento. Esto debido a sus dos condiciones adversas de aquella época: era hembra, y había dejado la niñez hacía poco. Sin embargo, eso no le había impedido montar un sistema de riego en su aldea que maximizaba el flujo de agua a la mayor área posible, usando el mínimo de líquido. Gracias a sus ideas, los aldeanos pudieron almacenar sus granos para el invierno, sin que estos sufrieran daño por las bajas temperaturas. Por sus diseños, el agua se almacenó efectivamente en grandes depósitos subterráneos y en la sequía pasada funcionaron contra el lacerante sol y el calor. Pero no todo era fácil. Ella vivía en un pueblo de constructores, y abundaban las envidias, de los mayores que no aceptaban sus nuevos diseños y siempre ponían trabas a la hora de construir, argumentando que cómo era posible que la mocosa supiera más que ellos.

A pesar de todo eso, Angii se sentía vacía. Tenía dos sueños mucho más altos, desde un principio. Por medio de noticias, de ilustraciones que llegaban hasta su aldea perdida, sabía que el Guerrero Dragón había surgido en un panda, una criatura en apariencia suave y débil. Su primer sueño era conocerlo, tocarlo, y abrazarlo. Había pensado hacer un viaje hasta Valle de la Paz para lograrlo, pero sus padres no se lo permitían, y el trayecto era muy largo y costoso. Cuando pensaba en escapar sin decirle a nadie… se vio la luz verde en el cielo, atemorizante. Llegaron enseguida noticias que el Guerrero había sido derrotado y desaparecido de la faz de la tierra, y el palacio de Jade era un desastre sin los Furiosos.

El segundo sueño…

—¡Es el Guerrero Dragón!

—¡Y es…!

—¡Tigresa y Po!

—¡El Dan Yi!

Las exclamaciones de afuera sacaron de sus pensamientos a la joven felina. Parecía ser una broma lo que escuchaba de fuera: los personajes de leyenda habían llegado a su pueblo. Se escuchaban ¡UUUOOO! y ¡AAAHHH!

¿Era eso posible? ¡Los Últimos Héroes estaban aquí! Angii estaba pasmada, en su silla, mirando sus líneas interminables que formaban sueños en el pergamino, y no podía moverse. Su héroe Po, su esposa Tigresa, y ella como tonta en su habitación…

Corrió sin siquiera sentir sus piernas. Casi tropieza con una mesa que ni vio por ir a toda velocidad, pero no le importó. Agarró su rollo de pergaminos con sus mejores diseños, aquel rollo del que nunca se apartaba, y al salir a la calle, vio que todo el pueblo iba en una procesión, compacta, caminando. Hasta los más niños y ancianos exclamaban emocionados que habían tocado a Po, a Tigresa, y…

—¡Li Lian! —coreaban sus amigos y parientes. Era una algarabía total lo que circulaba en la calle en esos momentos.

¿Li Lian?

¿Quién era Li Lian? ¿Otro de los héroes? Se preguntaba nuestra amiga Angii. Trataba de llegar hasta el centro de la multitud, pero no lo conseguía, era prácticamente imposible siquiera pensar en acercarse al centro donde seguramente caminaban Po, Tigresa, y ese tal Li Lian.

No se dio por vencida, siguió a las personas, pero cada vez se sentía más lejos la posibilidad de llegar a ellos. Era una locura, todos los aldeanos estaban volcados en emociones a aquella distinguida visita.

Aun no podía comprender como la gente formaba una barrera impasable. Estaba a punto de colarse cuando una mano fuerte como un garfio la jaló tan rápido que nadie se percató, con toda la algarabía sobre los invitados. Cuando se dio cuenta, Angii ya estaba en un oscuro callejón, y quien le había jalado eran Chin, Chan y Pu, aquellos leones que siempre se oponían a sus diseños. La miraban con una sonrisa malsana, rodeándola. Eran más grandes que ella, en edad y tamaño.

—¿Qué… qué quieren? —balbuceó Angii—Solo quiero…

—Jamás te acercarás a ellos, niña.

Uno de ellos le arrancó el rollo de pergaminos de la mano, y la empujó. Cayó de bruces en el lodo. Todos aquellos leones rieron.

—Devuélveme mi…

—¡Cállate! —una patada la mandó de nuevo al suelo. Más risas.

—Mira Chan, dibujos tontos de una niña tonta. —diciendo esto, uno de los leones, de mechas raídas y colmillos torcidos, rompió aquellos pergaminos, que contenían los sueños de muchas horas de trazos y cálculos. Era su versión del Templo de Jade. Angii sintió que también le rompían el corazón con aquellos pedazos cayendo como nieve sobre el lodo. Las lágrimas salieron más por instinto que por el sentimiento de saber perdido aquel trabajo tan detallado.

—¡NO! ¡Mis dibujos!

Un bofetón la puso a dormir, y no supo más que de la negrura que cubrió todo a su alrededor.

Cuando alguien la sacudió y comenzó a abrir los ojos, era ya de noche, y lo primero que pudo comprobar era que sus pergaminos estaban hechos trizas, algunos enterrados en el barro. Quien la despertaba era su hermano mayor. Tenía el semblante preocupado, pero a medida que Angii reaccionaba éste se iba tranquilizando.

—Por Dios, Angii, ¿qué te pasó?

—Mis… dibujos…

—¿Tú estás bien?

—Sí… fueron Chin, Chan, Pu y su pandilla…

Su hermano crispó los puños. Estaba furioso.

—Esta vez se pasaron de la raya. Los iré a enfrentar…

—No, por favor, Jin. Déjalos. Sólo nos meteremos en problemas, ellos controlan la mayor parte del pueblo.

Su hermano bajó la vista, con semblante impotente. Entonces le puso una mano en el hombro.

—Ven, vamos a que te laves este barro en el arroyo.

—Pero mamá y papá…

—No te preocupes. Les explicaremos más tarde. —Jin la tomó de la mano y bajo la luz de la luna se dirigieron a un arroyuelo que corría en las afueras de la aldea. Al llegar y ver el agua tan limpia, Angii se olvidó un poco de la tragedia de sus rollos, mientras se lavaba la cara enlodada. El reflejo de la luna creciente le ayudó a verse la cara y descubrir un pequeño moretón del golpe que le habían dado esos rufianes.

—No entiendo por qué hicieron eso, Jin. Es cierto que me odian por mis diseños, pero no había motivo…

—Creo saber cuál es el motivo, hermana —dijo Jin, mientras miraba fijamente la luna. —La visita de Po y Tigresa.

—¿La visita del Dan Yi?

—Ellos están buscando alguien que pueda construirles una casa. Están recorriendo el imperio para encontrar el lugar y quien pueda diseñar y construir el palacio donde vivirán. Supongo que eso sería el honor más grande para cualquier Maestro constructor. Esos estúpidos te querían quitar de en medio para sobresalir. Este es un pueblo de constructores y seguro el Guerrero Dragón lo sabe.

—¿Entonces la banda de Chin Chan Pu…?

—Sí, estoy casi seguro que ellos ya entregaron alguno de sus pergaminos al señor Po. Y por eso destruyeron los tuyos. Te dejaron sin oportunidad siquiera de competir por aquello que sueñas. Malditos bastardos.

Angii se sentía verdaderamente mal. Si eso era cierto, el Guerrero Dragón ya debía tener alguna decisión para construir su casa a su amada Tigresa. Si tan solo pudiera verlos…

—Tengo que ver al señor Po y a Dama Tigresa. —Angii terminó de enjuagarse la cara, y se sacudió para quitarse las gotas que mojaban su pelaje.

—Nadie sabe donde pernoctan. El Dan Yi se va volando siempre. —Jin la miró, aunque su actitud era de ayudarla. ¿Y qué harás cuando los veas? Ya no tienes los diseños.

La pequeña leona se irguió, y se encaminó de regreso a la aldea. Su hermano la siguió en silencio. Llegaron a la casa de aquellos maestros constructores, con cuidado atisbó entre las rendijas de la puerta. Necesitaba saber si se iban a ver con el gran Guerrero. Se escuchaban voces ebrias dentro de la casa.

—Así es, te digo que al Guerrero Dragón le gustó mucho, vi que a Tigresa también. Seremos los ganadores del honor, y cuando eso pase, ¡nos haremos de riquezas inimaginables, lo sé, amigos, es algo que nos toca!

Los leones chocaban sus copas en una de las casas de la aldea de los constructores. Angii miraba por una de las rendijas, esperando que dijeran donde iban a ver a Po y Tigresa aquellos para hacer el trato para construir.

—¿Entonces mañana al mediodía, Chan?

—Sí, eso me dijo el Dan Yi. Fue emocionante estar delante del él. Se siente bien, no se puede saber qué es realmente, pero el tipo impone. Y más si nos va a hacer ricos con este trabajo, je je.

Angii se ponía roja de coraje. Era lo más bajo que esos leones buscaran fama y fortuna más que ninguna otra cosa. Ella solo quería conocer a Po, abrazarlo… y construirle algo. La oportunidad que ahora tenía delante estaba segura que no se repetiría jamás. Mañana al mediodía seguiría a aquellos leones y como fuera, llegaría hasta el gran guerrero y su dama.

No pudo dormir en toda la noche. Sus trabajos estaban destruidos en su mayor parte, jamás le alcanzaría el tiempo para hacer siquiera un bosquejo de todo lo que ya tenía. Tenía que llegar al Salvador de China, pero lo haría con las manos vacías, solo podría decirles que ella haría la casa más bonita jamás vista, pero que lo planearía con un poco de tiempo para poder dibujar todas las líneas.

En alguna parte de la madrugada, al fin el sueño venció a Angii. Cuando el gallo cantó ella ya estaba lavándose la cara y su mente trabajando a miles de revoluciones por segundo.

Se puso su mejor quimono, se peinó y se perfumó lo mejor que pudo, el nervio de poder ver a su guerrero favorito y a su dama la tenía muy agitada. "Tal vez tenga una oportunidad, si llego a acercarme mientras la banda Chin Chan Pu está distraída, podré verlos y saludarlos, y decirles que yo puedo ser su constructora". Aun albergaba esas esperanzas, aunque otra parte de su cerebro le decía que igual y nunca podría llegar a mostrarles lo que era capaz de hacer.

Aunque faltaba mucho para el mediodía, con prisas y apenas con escuetas explicaciones, Angii salió de su casa, y cuando pasaba la primera esquina, una voz la llamó.

—¡Angii, espera! ¡Se te olvida esto!

Era Jin. Su hermano mayor, aquel que ya tenía una melena más o menos respetable adornando su cabeza, la alcanzaba, jadeando, como si hubiera corrido con mucho esfuerzo. Angii no lo creía: le ofrecía unos rollos de pergamino en blanco, y un frasco de tinta negra con algunos pinceles de madera.

—Los… uff… conseguí, para ti, no preguntes. Vamos a seguir a los Chin Chan Pu.

—Gra-gracias, hermano —Angii tomó los pergaminos y los pinceles, mirando a Jin con profundo agradecimiento. Al menos ya no llegaría sin nada.

Seguir a los constructores no fue fácil. Miraban con recelo a todos lados mientras caminaban con sigilo y rápidamente hacia las afueras de la aldea. Tomaron senderos torcidos, subidas empinadas, y la caminata se prolongó por unas dos o tres horas. Angii y Jin se estaban arrepintiendo de haber seguido a los constructores tan lejos de su aldea, hasta que por fin escucharon el rumor de una cascada, poco a poco, mientras se quedaban tras los árboles, descubrieron un claro en lo más alto de unas montañas, era un paisaje de lo más hermoso. El agua caía incesante en esa enorme cascada, provocando que los rayos del sol hicieran un efecto de arcoíris entre la vegetación. El clima era templado, perfecto, a pesar de que el sol y el calor de mediodía estaban en su apogeo.

Angii enseguida se dio cuenta de lo que era aquello.

—Es el lugar que escogieron para la casa… —aunque hablaba para sí misma, Jin la escuchó y entendió. Angii hacía complejos cálculos observando el terreno, la ubicación y la altura. Hizo estimaciones, ventajas y complicaciones. Todo estaba en su cabeza.

La pandilla de constructores estaba esperando seguro al Dan Yi, se sentaron a disfrutar de la frescura de aquel ambiente.

Pasados unos minutos, del cielo descendió el Guerrero Dragón, con su amada Tigresa en brazos. Era impresionante verlo bajar de esa manera, cual arcángel o semidiós que paralizaba a la gente. Los mismos constructores estaban pasmados. El Dan Yi era el único ser vivo que podía volar sin tener alas como el Maestro Grulla.

El primer impulso de Angii fue correr hacia ellos, pero Jin la detuvo.

—Espera un poco, no te precipites hermana.

—Gran Guerrero, mi Señor. —Dijo Chin, haciendo una exagerada reverencia. Chan y Pu lo imitaron. —Veo que el lugar que habéis elegido para vivir es de lo más hermoso

Po sonrió y miró a Tigresa, quien le devolvió la sonrisa. Angii se desconcertó bastante al ver a la felina con el vientre más grande que de costumbre. Llevaba un quipao blanco un poco holgado, y una flor de cerezo en su cabeza. Se veía hermosa, radiante y más feliz que nunca.

—¿Cuánto se tardaría en construir aquí? —preguntó el Guerrero Dragón.

—De acuerdo a los planos, y los cálculos, unos tres o cuatro años estándar.

Po se rascó la cabeza, mirando a su alrededor, con cara de ansiedad.

—Mi hija nacerá en pocos meses, y me gustaría que al menos estuviera terminada una habitación.

—No le aseguramos que quede terminada, pero haremos lo posible, mi Señor. Considere el lugar tan alejado, y hacer el aplanado, y…

—¡Se puede hacer en ese tiempo!

Todos voltearon, como si salieran de algún trance. Una joven leona, con quipao azul, se acercaba con paso decidido a donde se encontraban platicando el panda con aquellos leones constructores. Jin la acompañaba, y a cada paso que daba, la pequeña leona sentía como el valor se le iba escapando mientras se acercaba al imponente Guerrero de Blanco y Negro y la Dama Tigresa.

—¡Hola! —dijo Po con una sonrisa. Esto tranquilizó a Angii, pero los constructores bufaron por lo bajo, contrariados de ver ahí a la mocosa. ¿Qué podría hacer sin los trabajos que le habían destruido? —¿Vienes con ellos?

—No —dijo Angii inmediatamente— No, Gran Guerrero. Vengo con mi hermano, y traigo otra idea para su casa.

—Vaya, ¿cómo te llamas? —Po parecía estar de mejor humor que al principio, mientras evaluaba a la niña de arriba abajo.

—A-Angii. Soy constructora de la aldea Dan Shuo.

—¡Esa niña ha dado problemas a la aldea, mi Señor! —se apresuró a intervenir Chin. Los demás de la pandilla le secundaron.

—Sí, cree que puede construir cosas mejores, pero sus diseños han provocado que la aldea corra grave peligro con construcciones nunca antes probadas. —dijo Chan.

—¡Es apenas una mocosa! —completó Pu.

Angii hervía de coraje. Aquellos estúpidos no tenían vergüenza para admitir que sus diseños, nuevos sí, les habían servido a los aldeanos para optimizar las cosechas y el riego. No pudo crispar los puños debido a que llevaba el rollo de pergamino en la mano y los pinceles y la tinta en la otra.

Po dejó de sonreír, pero continuaba viendo a aquella pareja de jóvenes leones.

—¿Por qué dices que sí se puede construir la casa aquí en poco tiempo, Angii?

La niña leona sintió un cosquilleo en la espalda. ¡El Gran Guerrero le había llamado por su nombre! Esto tampoco pasó inadvertido para Jin, el cual sonrió discretamente, pero no dijo ni una palabra. Era turno de que su hermana demostrara su valía.

—El modelo de casa que yo tengo planeado lo permitirá, y con la cantidad de trabajadores adecuados, se puede sentar el basamento en unas dos semanas.

Po y Tigresa parecían impresionados. Por unos segundos la pandilla rival no pudo argumentar nada.

—¡No, no le haga caso, mi Señor, ella no puede…!

—Ella me asegura que sí se puede construir. —Po levantó un brazo en señal que se callaran. —Eso me parece perfecto, Angii, ¿puedo ver la casa que tienes planeada?

Un balde de agua fría cayó sobre la pequeña felina, y los constructores hicieron una mueca burlona de triunfo. Aquella mocosa no tenía nada para mostrarle al Guerrero.

—Yo… este… —los nervios amenazaban con hacerle huir. Pero Jin apoyó su garra en su hombro, mirándola con convicción. En ese instante amó a su hermano más que nunca, y le agradeció en silencio aquel apoyo sin palabras.

—¿Lo ve, Gran Guerrero? No tiene ni la vergüenza de presentarse ante usted con algún bosquejo o plano de lo según pretende hacer, es lo más tonto… —gruñó Chin.

Po frunció el ceño, como si no comprendiera.

—¿Y cómo puedo ver lo que quieres construir? — preguntó el panda. Tigresa se acercó a él, y le susurró algo al oído, sin dejar de ver a Angii.

—No… no tengo un plano. —Tampoco quería verse como una acusona, una niña débil, de decirle que aquellos constructores le habían roto sus diseños. Sin embargo, lo tenía tan claro…

—Creo que perdemos el tiempo, mi señor, sería bueno que…

—¡Yo sé como hacerlo! ¡No necesito PLANOS, maldita sea, porque todo está en mi cabeza, y CREO en lo que hago!

Angii se avergonzó inmediatamente. ¿Cómo había dicho eso? Po y Tigresa no parecían sorprendidos, pero los constructores abrían los ojos como platos.

—Yo… perdón…

Po la miró directo a los ojos, y Angii enseguida se sintió como si una mano invisible le jalara de la cabeza, elevándola. Miró entonces aquel paisaje, con todo y la catarata, y como si fuera magia, los niveles de una preciosa pagoda fueron ensamblándose a gran velocidad, piedra a piedra, pasillo a pasillo y habitación por habitación. Un hermoso jardín quedó al pie de aquella cascada, lleno de preciosas flores y enredaderas. Un nuevo árbol de melocotón florecía en una saliente, muy parecido al que hubiera en el Palacio de Jade, hoy extinto.

—Gooao. —Una voz jovial llegó atrás de ella.

—Es hermoso mi amor, hasta parece que leyó nuestros pensamientos.

Angii se volvió y descubrió que Po y Tigresa podían ver lo mismo que ella, y en sus caras se veía una sorpresa genuina, estaban contentos. ¿Qué, cómo era posible? ¿Estaban dentro de su mente?

—Mi Señor, mi Dama…

—No nos digas así, Angii —interrumpió Po, riendo— soy un panda ordinario, y ella, mi Tigresa, ya no es más parte de los Furiosos. China ya no necesita protectores, eso se lo dejamos al Imperio. Queremos vivir una vida tranquila, con mi hija Li Lian que viene en camino, y con los que Dios quiera darnos. Es mi deseo de ahora en adelante. Veo, y el sexto sentido de Tigresa también me lo dijo, que eres la Constructora que había visto en alguna de mis visiones difusas, aquella que construiría nuestro nuevo hogar, aquel que representa esa paz que buscamos durante mucho tiempo. Tú eres quien construirás ese símbolo del nuevo tiempo, Angii.

—Desde que te vi, supe que eras tú, pequeña —Tigresa se acercó, contemplando el árbol de durazno y aquella construcción que estaba alojada en la mente de Angii—Sabemos que esos torpes destruyeron tus planos, y que desde siempre has tenido un sueño.

—Eh, yo…

—Conocerme a mí. Sin embargo has creado para mí algo increíble, y más increíble aun que todo esté dentro de ti, como dijiste. Regresemos.

Como si nada hubiera pasado, Angii estaba de nuevo junto a su hermano, la casa había desaparecido, y Po y Tigresa los miraban intensamente. ¿Todo había sido real?

—Lo siento, amigos constructores. El proyecto de Angii ganó, y ella construirá nuestra nueva casa. La decisión está hecha—Tigresa habló con tranquilidad pero también con toda la convicción a los leones que estaban blancos como los pergaminos que llevaban bajo el brazo.

—No… no es posible… ¿Por qué, mi señor?

—Porque ella CREE en algo. Y esa creencia nos la ha dejado ver apenas entramos a su conciencia, tan limpia como las aguas de esta cascada. A diferencia de ustedes, que le rompieron sus papeles, mas no su voluntad y espíritu. —completó Po.

Los leones constructores estaban boquiabiertos. Angii también estaba muda de sorpresa. Ése era en verdad el Dan Yi, el que todo lo ve, el que está en diferentes lugares al mismo tiempo. Había sido testigo de su poder, y de sus deseos de vivir tranquilamente lo que quedara de vida.

Los constructores, no supieron si por miedo o vergüenza, se alejaron lo más rápido posible de ahí. Angii no sabía que hacer, ella y su hermano Jin estaban pasmados.

—¿No quieres cumplir ese sueño? —Po abrió sus brazos, dirigiéndose a la pequeña arquitecta. Angii tenía los ojos anegados de lágrimas, y su cuerpo fue tomando inercia, hasta soltar los pergaminos en blanco, los pinceles y el tintero, y correr hacia el Salvador de China.

Abrazarlo fue algo intenso. Sintió su sedoso pelaje, esa suavidad pero sobre todo ese calor que nunca antes había sentido en un ser, parecía que rebosaba paz y tranquilidad. Había esperado toda una vida para este momento, que se daba en las circunstancias más extrañas. Lloró en su pecho, descargando toda la tensión y sueños de mucho tiempo. Jin también estaba conmovido por la escena, y Tigresa no pudo menos que sonreír.

—Señor Po… señor Po… gracias —decía Angii entre sollozos.

—Jo, jo, mi niña, no me digas "señor", no soy tan viejo.

Todos rieron, esa risa tan natural como todo lo que les rodeaba en aquel mundo verde y tranquilo, el lugar de la casa de nuestros grandes, Últimos Héroes que tendría China.

Una tarde preciosa, se dejaba caer en aquel lugar mágico, que se había convertido en algo aún más increíble. Habían pasado varios meses desde la decisión de construir un pequeño palacio para la familia del Guerrero Dragón ahí. Como si todo se hubiera dado con exactitud, la casa estuvo terminada el día que Tigresa sintió verdaderos dolores de parto. Y además, era todo un acontecimiento, ya que habían venido muchos personajes que solo conocía de las leyendas. Los Furiosos restantes, Víbora, Grulla, Mantis y Mono, que no dejaban de hacer bromas de cómo luciría la pequeña Li Lian, mezcla de un panda y una tigresa. También el Emperador acompañado de dos ancianas adivinas, que presidirían el nacimiento de la pequeña. El Maestro Shifu, el padre de Po, Shao Fan y un tigre llamado Biao también estaban reunidos ahí, en los amplios jardines, esperando el momento final, acompañando a Po en todo momento, que increíblemente, parecía un niño muriéndose de nervios.

Angii estaba sentada al borde de una enorme piedra que daba a la gran caída de aquella cascada que por momentos proyectaba arcoíris con los reflejos del sol. Dejaba que sus piernas colgaran libremente en el vacío, disfrutando del clima, a pesar de que el verano apenas terminaba y el calor en China era a veces sofocante. Ahí se gozaba de un frescor envidiable.

Jin se sentó junto a ella.

—Me gustó mucho la casa, hermana. Estoy muy orgulloso de ti, lo lograste.

Angii sonrió, sin dejar de ver la caída de agua.

—No solo yo lo logré. Gracias por tu ayuda, Jin.

—¿Cómo crees que sea la hija de los guerreros?

—No lo sé. Lo que sí sé, es que es el inicio de una gran aventura para todos nosotros. Una aventura de Paz que va a durar mucho tiempo, lo sé. El Dan Yi, su familia y amigos se lo merecen, mucho más que cualquiera de nosotros como aldeanos.

Jin meditó las palabras de su hermana, y asintió. Era increíble ver la madurez que había adquirido mientras maniobraba con Po y los constructores las piedras y el moldeado de las mismas para ensamblarlas en tiempos muy cortos. Con el poder del Guerrero Dragón, se aceleró el transporte de las materias primas para todo, y sus amigos Furiosos, junto con un nutrido contingente de constructores imperiales, siguieron sus órdenes para terminar aquel día con el trabajo. No le importaban los reconocimientos de todos, incluido el del Emperador, que pensaba darle un trabajo honorario en Pekín. Solo le importaba que Po fuera feliz, que disfrutara su casa, y que recordara por siempre que ella dejó la huella en el lugar donde sería feliz toda su vida, con su familia. Eso la tenía más contenta que cualquier otra cosa.

Gritos de excitación llegaron a ellos. ¡Li Lian había nacido! Angii aguzó el oído y efectivamente, el llanto de una pequeña recién nacida sonaba y sonaría en todo el imperio como el nacimiento de la Nueva Esperanza, de la promesa de un mundo mejor en el que la utopía dejaba de lado su irrealidad, adaptándose a los deseos de cientos de años de sufrimiento.

—¡Vamos, hermano, que hoy es un día de regocijo para todos!

Angii y Jin corrieron junto con los demás presentes, ansiosos por ver a la hija de Po y Tigresa. Ni la imaginación podía ayudar a configurar cómo sería aquella pequeña. El llanto de la recién llegada al Mundo se confundía con la cascada, mientras el sol formaba un hermoso arcoíris, y los pájaros de alrededor cantaron, como si confirmaran en una señal la mejor noticia de la Historia.

Una nueva aventura de paz, comenzaba.


Esto no es un adiós, sino un hasta luego queridos amigos de Fanfiction. Reitero mi enorme cariño a todos ustedes que leyeron hasta el final, emocionándose y comentando... en sus reviews me llevo la gran satisfacción de haberles llevado una historia que les haya motivado a leer y emocionarse en cada capítulo. Ya veremos qué grandes aventuras les deparan a nuestros amigos en Kung Fu Panda 3, mientras tanto, nunca dejen de soñar, escribir lo que les agrade, nunca se den por vencidos. Un gran abrazo, y pueden seguirme en facebook en el "Rincon de Ninguna Parte". Ahí tengo más historias. Su amigo, Feliks.