¡Hola! Comentarios largos, disculpadme.

El hecho de que Draco se haya dejado capturar es una actitud muy pasiva de él. Al contrario que el "Draco sueño húmedo del fandom" como dice la adorable Earwen N., encontré a Draco paralizado especialmente en el DH y me he quedado con eso. Estaba aterrorizado y sometido. Su impacto fue tan mínimo, que el propio Crabbe le recordó que ya no recibía órdenes suyas.

Por tanto, (y eso quizá no cuadra a quienes no se han leído el DH pero sí hacen demasiado caso de las fantasías fickeras), veo a Draco como un superviviente que ha sufrido. Esta especie de "sacrificio" en el fic (dejarse atrapar) es lo único que logro imaginarme y que serviría para que tenga cierta redención "personal" y que moviera alguna fibra en Hermione (esto es un dramionete POST-DH)

Por último (ya me callo…) estoy más que segura que Draco sí le tiene medio a la tortura. La ha conocido en toda su expresión y la aplicó muy a su pesar (como "visionó" Harry, compadeciéndose). No teme a los Carroñeros, tras una tortura de LV, un Carroñero no es nada. Insinúo, por lo tanto, un trauma en él y creo que Draco acabó absolutamente traumatizado.

Gracias por vuestro apoyo y por la lectura aquí y en LJ, por los PMs y por los reviews, especialmente a Nell Charentes, Sel, Nerea, EggDupont, luna-maga, yurica, Croma Potter, dra-huesos, nagiinii y Yedra Phoenix.

Abbottom y Dramione fluff a saco. Nos vemos al final :)


Wars not make one great.

"Este dolor es parte de ser humano… el hecho de que puedas sentir dolor es tu gran fuerza." - Albus Dumbledore. Harry Potter and the Order of the Phoenix.

XI.

El día que Draco temió confirmar la identidad del Indeseable Número Uno, fue el día en el que, de verdad sintió qué significaba ser un traidor a la sangre y no lo que él llamaba a Weasley y a toda su patética familia. Sintió qué era haber elegido bando y haberse equivocado.

Ese día, Draco supo que nadie le iba a dar una medalla, una Orden de Merlín, su carita en un cromo de ranas de chocolate. Nadie le iba a reconocer el mérito y posiblemente, su indecisión o su cobardía lo único que haría sería condenarle a él y a sus padres, a una muerte particularmente dolorosa.

Ser partidario de que la magia se quedara en manos de las familias mágicas más antiguas era una cosa. Torturar a quienes seguían también esos principios, era otra. Como ocurrió esos últimos meses en Hogwarts en su séptimo curso: Draco presenciaba cómo depurar y perfeccionar las Maldiciones Imperdonables, además de otros hechizos de magia oscura. Para hacer eso, tenías que poner verdadera determinación para causar daño y sufrimiento. Como decía la querida tía Bellatrix… tenías que querer de verdad causarlo.

Una vez atraparon a Longbottom, Corner y Macmillan en un pasillo cuando acababan de lanzar panfletos jaleando a Harry. Preciosa estampa de las tres Casitas Felices juntas y perfecta ocasión para dar ejemplo a todos sus alumnos al mismo tiempo. Fueron encadenados durante dos días y eso fue lo mejor que les pudo haber pasado: Longbottom tenía el ojo hinchado y el iris inyectado en sangre cuando se cruzó con él.

"¿Esto es lo que busca Quién-Tú-Ya-Sabes, no? Destruirnos a todos. No importa si tenemos sangre limpia o somos hijos de Muggles… al final todos caeremos, Malfoy. Y no tendrás a nadie a quien restregar vuestro triunfo, porque todos seremos cadáveres. Tendrás Dementores, trolls, hombres lobo a sueldo, Carroñeros como compañeros de la victoria. Que Merlin se apiade de ti, Malfoy, y de todos vosotros."

Se llevaron a los tres, pero eso volvió a restregar lo que Dumbledore le había dicho en su día. No eres un asesino, Draco.

Y no quería ser un asesino.

Y si no quieres ser un asesino, y si sientes amor y miedo por tu familia, entonces no puedes ser un Mortífago.

¿Todavía alguien se preguntaba por qué no quiso delatar a Potter? No era por una irrefrenable y repentina pasión oculta por él. Deberías haberle visto la cara hinchada y lo espantoso que veía… El estúpido de Goyle por las mañanas tenía mejor aspecto que Potter ese día.

Era porque en realidad, en el fondo, Draco sabía que si eso de que Potter era El Elegido era cierto, entonces el único que quizá podría sacarle a él y a sus padres de esa pesadilla, era precisamente colaborando con él.

Solo se lo dijo a su madre. Y lo mismo, ella tampoco se ganaría una Orden de Merlín, Primera Clase, por haberse vuelto contra el Señor Tenebroso.

La otra persona con quien había llegado a hablar de lo que le sucedía ni siquiera era humana. No era la almohada, no era una calavera, no era una estrella fugaz del cielito nocturno.

Era un fantasma. Solo en Hogwarts un mago de antigua sangre mágica, criado entre algodones y la envidia de muchos y muchas, encontraba un poco de alivio al hablar con una sangre sucia en forma de fantasma.

Había oído a sus compañeras hablar de La Llorona y de lo molesta que era, poniendo todo un baño perdido de agua, sus constantes aullidos lastimeros y su patética cara semitransparente. Posiblemente sería el lugar donde nadie iría a molestarle y tan bajo había caído Draco Malfoy, que al final claudicó al buscar autocompasión en algo como ella.

Si su padre lo supiera… pero estaba en Azkaban, ¿no?

Myrtle resultó como imaginaba que era una sangre sucia: Fea. Tenía unas gafas de pasta demasiado grandes y bastante desfasadas, que no ayudaba mucho. Dos coletas en un pelo lacio y decididamente espantoso. Rostro vulgar, el que no recordarías al salir por la puerta. Voz estridente, el que te hace apretar los dientes y con toda la educación que te han transmitido y las buenas formas… pidiendo un "cállate la boca". Flacucha, plana, ni una sola curva que la pudieras identificar mínimamente como una chica. Y en sus propias palabras, "ni siquiera buena con la magia". Normal, qué clase de sangre Muggle es capaz de hacer magia. Puta diversidad, Dumbledore y su convicción de que los hijos de Muggles saben hacer magia, y un cuerno.

Resulta que lo que siempre había entendido que era una sangre sucia sí que existía.

O más bien, no. Esa sangre sucia estaba muerta.

La otra que conocía y le obsesionaba, había sido… fea. Quizá no fea-fea, pero tenía el pelo castaño siempre espeso en unos rizos que eran como la cabeza de una esfinge. Tenía los dientes grandes. Voz mandona, de sabihonda. Normalucha, irrelevante. Pero extremadamente buena con una varita, tanto, que era la mejor.

Hasta que dejó de ser… del montón como una asquerosa sangre sucia. Sin ese pelo, sin esos dientes y sin la voz de listilla… Draco recibió el golpe de una Bludger en toda la cara. Había una chica de verdad, debajo de todos esos estereotipos bajo los que él se había agazapado. Se apartó de todos, si quería de verdad cumplir su misión, nadie podía saber que el resto del tiempo, la admiraba. Como cuando habló de la Amortentia en la clase de EXTASIS de Slughorn y deseó hacerle beber un Veritaserum para saber qué era lo que ella había olido. Tenía que ser él, tenía que ser él y quería que fuese así. Ansiaba que Hermione Granger estuviera loca por él.

El día que Potter fue a por él en el baño de Myrtle, acababa de romperse en pedazos, aunque luego Potter se encargaría de que fuese prácticamente de forma literal. Lo había conseguido… tenía cada vez más cerca la posibilidad de salvar a sus padres, a costa de convertirle a él en un Mortífago sin vuelta atrás. Donde tendría que sentir el orgullo de convertirse en el mago que había asesinado al gran Albus Dumbledore, Draco estaba aterrorizado.

"Lo estaba… yo también, Draco." Escuchó la voz de Myrtle. "Yo… vine aquí porque tenía miedo, porque se burlaban de mi… me llamaban de todo, fea, sangre sucia… y luego vino esa cosa… esos ojos… y morí. Salió de ahí, y no recuerdo más. ¡Vive, Draco!"

En ese momento, no entendió qué era, pero no se consideraba tan bajo ni tan lerdo como… Crabbe precisamente. Myrtle fue una de las víctimas del basilisco. De verdad… ¿Granger pensaría que a él le llenaría de satisfacción el hecho de que se hubiera muerto paralizada? Pensó en sus ojos cuando hablaba con Potter, la expresión hastiada cuando rodaba los ojos ante ellos… los abrazos de alivio, los gritos de ánimo en los partidos de Quidditch, su sonrisa nerviosa cuando ya no tuvo dientes grandes… su fiereza al escribir en los exámenes porque se sabía al dedillo todo. Respiraba Granger y en su clase de EXTASIS Draco había arrojado el caldero de Amortentia al suelo cuando le dio la certeza, irrefutable.

Merecía morir, ahí mismo. Pese a los gemidos de Myrtle, sus frustradas palabras de consuelo… y cuando llegó Potter, estaba vencido de antemano. Desangrarse por esa maldición suya no parecía tan mala idea…

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Desangrarse… quizá no tanto. Pero algunos cortes sí tenía.

Bush estudió la varita de Draco tras detener la tortura. Fina, delicada, y extrañamente sobria para alguien de su fama. Había imaginado una empuñadura bien labrada, hecha a la medida de su mano, de complicada filigrana y de madera importada y carísima.

"¿Cómo se siente ser torturado por tu propia varita?" preguntó salvajemente Bowen.

Draco sintió que algo tendría roto… una costilla y posiblemente estaría dañándole un pulmón. Escupió sangre y fue incapaz de contestar. Tenía una mano pegada al pecho y la otra cerca de la bota, acurrucado en el suelo y sin posibilidad de moverse.

Quizá era la culpa del superviviente, o quizá era que necesitaba limpiar su propia conciencia, recibir su castigo y terminar con todo. No pertenecía ni a uno ni a otro lado ni quería siquiera sentirse como "parte" de alguno de ellos. Había confiado que alguien iría a buscarlo, pero ¿quién iba a echarlo de menos?

Ante el grito de "¡CRUCIO!", Draco sintió esta vez que cientos de pequeñas dagas le abrían miles de cortes en la piel.

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"¡Expelliarmus!"

El hechizo de Harry lanzó por el aire la varita de Draco y que Bush tenía en la mano. Tanto él como Bowen se dieron la vuelta y contuvieron la respiración al encontrarse a dos jóvenes Aurores… los que andaban buscando precisamente.

"Potter… Longbottom…" los dientes separados y amarillentos de Bush mostraron una sonrisa repulsiva. Harry, sin embargo, no parpadeó. Sostuvo la varita de Draco en la mano izquierda y elevó la suya hasta la altura de la boca, con el brazo completamente estirado.

Neville tenía el brazo izquierdo extendido y muñeca hacia arriba, apuntando igualmente a los dos Carroñeros.

"Echad las varitas al suelo, ahora." Dijo en voz baja y engañosamente suave, como solía pasarle cuando empezaba a combatir magos oscuros. "No perdáis el tiempo ni nos lo hagáis perder a nosotros."

Bowen y Bush soltaron risas roncas y Harry puso los ojos en blanco. Todos los Mortífagos, exMortífagos, magos oscuros y demás basura tenían este mal endémico de reirse sin saber a santo de qué. O poner sonrisas torcidas, como jactándose de su propia arrogancia. Qué hartura de gente. El suelo empezó a temblar, en la oscuridad de uno de los bosques a las afueras de Hogsmeade y la batalla comenzó.

"¡Protego!" exclamó Harry. El Encantamiento Escudo protegió a Neville, Malfoy y a él mismo de infinidad de maleficios que iban destinados a hacerlos arder en llamas. Antes de arriesgarse a que ninguno de esos pudiera invocar un Avada Kedavra, Neville esquivó las ráfagas anaranjadas y entró en modo de combate, crudo, instintivo. Atacó con una sucesión de hechizos paralizadores, y fue Harry quien, controlando el escudo, hizo caer uno de los árboles hacia ambos Carroñeros con la varita de Malfoy.

"Oh… Harry…" Neville se puso en pie, apuntando a ambos y miró a Harry, simple técnica pero bastante eficaz. No obstante… "¡El árbol!"

Harry emitió un suspiro. Magos oscuros y sus sonrisas sin venir a cuento, y Neville y su extraño ecologismo mágico.

"Lo siento… la próxima vez me guardaré una gárgola de Hogwarts para arrojar a quienes batallemos…" sin embargo le sonrió a Neville. "Tendrás que ayudarme a reparar ese árbol… yo podría empeorar las cosas y tirar abajo todo el bosque de aquí a Hogwarts…"

En ese instante, entre ambos pasó silbando algo a gran velocidad. Harry apuntó a ambos lados con las dos varitas, en uno donde Draco estaba herido en el suelo y en otro, hacia los Carroñeros.

Neville había hecho lo propio, apuntando con su varita cuando frunció el ceño. Bush tenía en el hombro una pequeña daga. Ambos miraron rápidamente hacia Malfoy, que estaba esta vez sentado, con los largos mechones cubriéndole la cara y la mirada, pese a la oscuridad, fríamente clavada en los Carroñeros caídos a unos metros de él.

"Uno de los trucos de la querida tía Bella." Murmuró.

Harry comprendió. Draco había puesto fuera de combate a Bush empleando la técnica poco sutil de Lestrange y la que había terminado con Dobby. Sucia técnica, en su opinión, pero no podía juzgar tampoco a Malfoy y la cantidad de enemigos que se habría generado ya solo con estar fuera de Azkaban. Otro punto de aprendizaje… no distraerse jamás aunque parezca que hubieran vencido un duelo.

Harry iba a acercarse a Malfoy para asegurarse de que no moriría ahí mismo, pero fue Malfoy quien levantó la mano y se incorporó, despacio, pero por sí mismo.

"Esperad…" murmuró Draco.

Finalmente se incorporó, con la palma en el esternón, como si temiera que los pulmones fueran a salírsele del pecho. El cabello, más largo de lo que Harry recordaba, estaba revuelto por la tortura, le llegaba hasta casi rozarle los hombros. Tomó su varita de manos de Harry y tomó aire, dificultosamente, lo necesario para ejecutar un hechizo.

"¡Legeremens!" exclamó, con la mano en el pecho y la espalda erguida y el cuello en alto y apuntando a Bush. Harry y Neville abrieron los ojos de par en par. Ese hechizo, si bien no era considerado magia oscura, ni tan siquiera un maleficio, podía ser también un arma de tortura, peligrosa en manos de quien sabía cómo manipular los recuerdos, los más personales, los más secretos, los más íntimos. Harry no era muy bueno en ese hechizo, y era bastante peor en su opuesto, la Oclumancia.

Draco era bueno en ambos, al parecer. Movía la varita lentamente, sin mover el resto del cuerpo. Solo seguía trazos de su muñeca, como Harry había visto hacer a Hermione y sus hechizos desmemorizadores. Ambos, Hermione y Draco, en opinión de Harry, tenían un control absoluto sobre la mente, y a Harry no le cabía duda de que Draco podría estar ejerciendo una venganza.

"Malfoy… basta…"

Pero Malfoy no se movía. Tenía los ojos fijos en Bush, que tenía una mueca aterrorizada. De pronto, como si hubiera tirado de una cuerda invisible que unía varita con el cuello del Carroñero, Draco hizo un movimiento brusco, un tirón hacia atrás y Bush cayó hacia adelante, como un peso muerto.

"¿Qué… qué ha pasado?" murmuró Neville, entornando los ojos.

Draco tenía el rostro ceniciento, marcadas ojeras fruto de un repentino y extremo dolor. Se pasó el dorso de la mano por el largo flequillo que le cubría los ojos y por fin pareció pestañear.

"La querida tía Bella me enseñó también esto." Dijo, aunque sin nota de cinismo o de orgullo. "Pero no me echéis a los Dementores todavía… no lo he torturado, aunque no me han faltado ganas."

Neville le lanzó una mirada oscura, pero no dijo nada, visto que Malfoy no había empleado las técnicas de Lestrange en esos dos miserables.

"Incarcerous." Dijo el joven aprendiz de Auror, apuntando a ambos con la varita y atándolos.

"Ahora…" Draco volvió a aspirar aire, como si realmente padeciera asma. "Tengo que ir a… Van a atacar a Weasley… y a…" levantó los ojos hacia Harry y cayó de rodillas. Harry se agachó y agarró a Malfoy por los hombros mientras intercambiaba una mirada de soslayo con Neville, que se había aganchado junto a ellos. "…Granger. Esto era… una… distracción."

Draco apretó los ojos, como si estuviera conteniendo un dolor en el pecho.

"¡Salvadla!"

Harry parpadeó desconcertado… una cosa era tener esa extraña obsesión suya y otra distinta era comprobar que Draco Malfoy realmente se preocupaba de Hermione. Draco entonces se apartó de él y antes de que ninguno supiera qué estaba haciendo, Draco levantó la varita.

"¡Expecto Patronum!"

De la punta surgió el familiar vapor plateado. Harry se incorporó con el ceño fruncido y observó a Draco aproximarse y susurrar el mensaje al animal. En segundos, las afueras de Hogsmeade quedaron más oscuras, más tristes, tras la marcha del hechizo más bello de todos. Harry tenía entendido que nadie en las filas de Voldemort había sido nunca capaz de conjurar un Encantamiento Patronus, salvo Snape y por razones muy particulares.

Draco cayó desplomado a continuación. Harry, antes de que pudiera hacer algo más, se acercó a Neville y le pidió que enviara refuerzos a recoger a los dos Carroñeros. Ambos Desaparecieron, cargando con ellos a Draco.

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"No te preocupes… seguro que vienen en nada. Además, si se hubieran retrasado, entonces Aparécete cerca de tu casa, y listo."

El Caldero Chorreante había cerrado ya, pero como posada debía seguir dando servicio las 24 horas. Junto a la hoguera, Hannah y Hermione estaba con sendas tazas de té entre las manos, charlando mientras esperaban a sus amigos.

"No es normal…" Hermione movió la cabeza. "Quizá han tenido algún incidente inesperado de última hora…"

Se oyó un silbido, suave, como si entrara una brisa en la habitación. Las dos chicas se pusieron de pie pero la puerta y las ventanas estaban cerradas. Entonces ambas abrieron la boca cuando un Patronus entró entre mesas y sillas hasta donde ambas estaban quietas, sin comprender.

Hannah había visto alguna vez los Patronus de Harry y Hermione. Este no lo había visto nunca.

Nunca, cuando Hermione no lo había conjurado antes.

Miró sin comprender a su amiga. Hermione parecía igual de confusa.

"¿Hermione? ¿Cómo es posible que tu Patronus esté aquí?"

El hermoso Patronus era una nutria. Y el mensaje, claramente de Draco Malfoy, advirtiendo de un ataque inminente, pero quizá tarde. En ese momento, el pub empezó a temblar y algunos vasos cayeron al suelo. Algunas velas se apagaron y el frío repentino hizo que las dos chicas se levantaran de sus asientos con las varitas en alto.

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"¡Sal de aquí, Hannah! ¡Ve a pedir ayuda, arriba a los clientes!" chilló Hermione con la varita en alto.

Los dos eran Mortífagos. Los Carroñeros no tenían el característico halo negro cuando Aparecían. Uno de ellos lanzó un Silencio a las escaleras y aisló el ruido, que ya estaba aislado de por sí para dar mayor tranquilidad a los clientes en sus respectivas habitaciones.

Ambos Mortífagos (o "ex" Mortífagos), tenían la cabeza rapada y ambos tenían las manos con tatuajes. Hermione sabía que la Marca Tenebrosa estaba desapareciendo con la muerte de Voldemort, pero supuso que para evitar sospechas, muchos de sus antiguos seguidores habían cubierto sus brazos con tatuajes para así camuflar cualquier vinculación a Voldemort y su pasado como Mortífagos.

Surgió el intercambio de maleficios y hechizos. Hannah y Hermione saltaron cada una a un lado distinto, ocultándose tras las mesas. Hannah se agazapó tras una butaca, aferrando la varita como si fuese lo más preciado que tenía. Lanzó tres maleficios seguidos pero el Mortífago se hizo humo y antes de poder moverse, se Apareció a su lado y le clavó la varita en la mejilla.

"Quieta, guapa. O la marca que te dejaré en la cara hará que nadie quiera volver a besarte en la vida."

Hannah no se movió. Maldijo su limitada capacidad para el duelo y se mordió el labio. El Mortífago le retiró la varita de la mano.

"Bien hecho… chica lista…" la sujetó con la mano libre y observó a la muchacha de cabello castaño y largo que estaba cubriéndose de dos ráfagas de hechizos. "Granger… Te sugiero que entregues la varita, o tu amiga puede acabar pagando tu imprudencia."

La puerta se abrió de par en par y la batalla comenzó en el momento en el que Neville arrojó un potente Reducto sobre el Mortífago que había atrapado a Hannah. El Mortífago cayó al suelo y movió la varita y provocando un corte en el brazo de Hannah.

"¡HANNAH!" exclamó, en un grito furioso y que solo la batalla habría provocado.

Neville volvió a mover la suya y la varita del Mortífago resbaló, en el momento en el que Neville Desapareció y Apareció al lado del Mortífago, aferró la varita en el aire y lo paralizó de medio lado.

"¡Cuidado, Neville!"

Una ráfaga azul pasó junto a ellos y Neville se arrojó sobre Hannah, tapándola completamente. La furia se apoderó de él, y empezó a lanzar maleficios en una espiral de ira que solo se avivaba cuando tenía delante a un mago oscuro. El Mortífago se quedó rígido, y cayó finalmente con un golpe seco, tirando las sillas en las que se había intentado apoyar.

Hannah tosió a su lado, y todavía protegiéndola, Neville la miró inmediatamente, la ira fue reemplazada por la preocupación.

"¿Estás bien?"

Ella sangraba del brazo, se encontraba aplastada bajo el peso de Neville pero nunca se había sentido mejor. Era igual que esas veces en las que entrenaban, en las que caían exhaustos, magullados y asustados, pero les daba una razón más para ser más fuertes, más dedicados cada día. Y eso, lo provocaba Neville.

"Nunca me he sentido más viva, Neville." Le dijo ella.

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Harry combatía al Mortífago que había atacado a Hermione con su propia varita. Draco estaba inconsciente a la entrada de El Caldero Chorreante y Harry, temiendo por la seguridad de todos, decidió posponer su atención médica y tratar de evitar una carnicería en el Callejón Diagón.

Hermione sonrió cuando vio que Harry era verdaderamente un experto en duelo. Intuía el ataque de su adversario, lo evitaba. Tenía unos reflejos naturales que habían demostrado únicos para atrapar Snitchs que apenas nadie podía ver. Esquivar y bloquear maleficios y hechizos desmayadores no era gran cosa para él, al parecer.

Harry era simplemente letal.

El Mortífago cayó desmayado en el momento en el que un peligroso rayo verde rozó a Harry, pero estalló junto al cuerpo inerte de Malfoy. Abriendo los ojos de par en par, e ignorando al resto. Hermione arrojó al Mortífago un Impedimenta y salió corriendo hacia la sala y se arrodilló bruscamente al lado de Malfoy. Dejó la varita junto a ellos y puso las palmas sobre el pecho de Malfoy, esperando encontrar su cuerpo frío, víctima del rayo verde de la Maldición Asesina. Detrás de ellos, el Mortífago cayó entonces bajo otro hechizo desmayador incontestable de Harry.

"No le ha dado… no le ha dado…" aseguró él.

Draco emitió un gemido, pero siguió semiconsciente. Hermione entonces sonrió aliviada, casi a punto de estallar en lágrimas. Apartó el pelo que tenía más largo y entonces vio las marcas de la tortura. Con delicadeza, Hermione colocó la cabeza de Draco en su regazo y recogiendo otra vez la varita, pasó los hechizos curativos que conocía, para evitar las hemorragias internas, para ponerlo al menos fuera de un peligro de muerte.

El color regresó a su cara y los ojos grises se abrieron despacio.

"¿Qué ha… pasado?" murmuró con la voz ronca.

"Malfoy es tan idiota que se ofreció voluntario para hacer de cebo y que atrapáramos a dos Carroñeros y de paso, evitar… o 'casi' evitar… lo que estos dos iban a hacer aquí." Respondió Harry mientras comprobaba y desarmaba a los dos adversarios caidos.

Hermione pusó la mano en la cabeza, sonriendo, casi como si acunara a Draco. Habría hecho eso con cualquiera, pero se tenía que admitir que el hecho de que fuera alguien cuyo Patronus era idéntico al suyo propio, había despertado algo que ya estaba bullendo desde hacía tiempo y no sabía identificar. Quizá no significaba nada, pero era demasiado vulnerable a las historias de amores perdidos como Tonks y su Patronus, como Snape y su Patronus… los propios James y Lily Potter. Sintió temor.

Temor de perder a Draco Malfoy.

Temor de no haber sabido leer sus sentimientos, los de él y los propios.

"No pasa nada… tendré unas cicatrices muy masculinas que… todas adoraréis…" murmuró Malfoy. "¿Han caído, los Mortífagos?"

"Sí. Gracias a ti…" Hermione miró encima del hombro y vio que Harry había inmovilizado a los dos Mortífagos. En un rincón, Hannah y Neville estaban hechos un ovillo y sonrió. Entonces intercambió una mirada con Harry y éste se acercó.

"Voy a llevarme a estos dos indeseables al Ministerio. Después vuelvo para ver que esté todo en orden. Neville…" rodó los ojos. "Espero que esté en algún momento en la tierra como para localizar magia oscura, no sea que haya alguno más." Entonces se paró y señaló a Draco con la barbilla. "¿Cómo está?"

"Viviré, Potter. Mi misión en la vida es hacerte la tuya lo más inaguantable posible."

Harry apretó los labios hacia afuera y asintió bruscamente con la cabeza.

"Vivirá." Repitió él también, haciendo especial énfasis. Hermione cerró los ojos para no evitar rodar los ojos pero se sonrió. Harry se agachó a su lado y le puso la mano en el hombro. "Eh… ¿estarás bien?"

"Creo que no hará falta que vaya a San Mungo." Contestó Hermione. "Le pediré a Hannah una habitación libre y me quedaré con él, por si acaso."

Draco emitió un gemido quizá demasiado teatral. Harry elevó una ceja, escépticamente y movió sus ojos verdes a su amiga.

"Tiene cuento. Ahora ya sabes, empleará el viejo truco para que no hagas más que ponerle las manos encima."

"¿No tenías que llevarte a esos dos, Potter?" preguntó Draco con los ojos cerrados. "Pesado…"

En ese momento, un Patronus hizo su aparición. Siempre oportuno, Ron. Hermione sonrió ampliamente cuando el mensaje de Ron era que ellos estaban bien y que en Sortilegios Weasley habían estado durmiendo plácidamente hasta que un "jodido ciervo plateado" los había despertado a George y a él.

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XII.

Hermione ayudó a Draco a entrar en la habitación. Cerró la puerta suavemente y él siguió apoyándose casi innecesariamente en ella.

"Creo que estás un poco exagerando tu estado, Malfoy…" le dijo ella.

Draco le sacaba media cabeza pero la había bajado hasta básicamente estar a la misma altura. No dejó de mirarla, ni siquiera cuando ella encendió las llamas de la chimenea y entonces, él la aferró por la cintura. Fue incapaz de mirarle a los ojos al principio, pero finalmente lo hizo.

Draco tenía el pelo revuelto, más largo. Y la miraba intensamente, como si con la mirada estuviera haciendo el Beso del Dementor, arrancándole el alma. O Hermione estaba claramente confundida, veía en él lo que…

Lo que en el fondo ella quería ver.

"Valió la pena. Sabía que irían a por ti, a por Potter… a por mi, tarde o temprano. Si ejecutaban una Imperdonable, el Ministerio y super Potter irían a darles caza. Era un riesgo que quise asumir. Un Cruciatus de ellos ya no es nada, comparado con… los suyos."

Hermione palideció. Recordó que ella también había recibido su dosis de tortura, en manos de la Mortífaga favorita de Voldemort. Si Draco había sufrido su parte con él como torturador, no podía imaginar cómo él estaba, de hecho, vivo. Se derritió otro poco cuando comprendió que, como había dicho Harry, el muy idiota se había puesto como cebo.

Sintió unos deseos enormes de abrazarlo, de prometerle que ya nada iba a hacerles daño. Quienes solo podían insultarse eran ellos. Y aun así, llamarse "fea" y "hurón" ni siquiera era un insulto.

"Habían capturado y asesinado a niños en la guerra, Granger." Dijo él, poniendo los labios en la frente de Hermione. Ella tragó saliva, demasiado turbada y demasiado conmovida. "Si no colaboraba, irían por mis padres, irían por ti. Además, su Cruciatus lo hizo mi propia varita… y eso previene mucho su daño."

Hermione sonrió. Malfoy no sería nunca Auror ni sería quien rescatara gatitos indefensos… bueno, quizá en esto sí lo haría. Pero tenía un extraño código ético personal. Tenía capacidad de amar, (había amado demasiado a sus padres para hacer el trabajo de un Mortífago), tenía conciencia y por eso, Draco Malfoy era uno de los peores Mortífagos de la historia.

"No valías para Mortífago. Dumbledore tenía razón."

Sintió el aliento suave de él en la piel de su frente y Hermione cerró los ojos, en una sala apenas iluminada por unas llamas que crujían.

"Otros antes que yo intentaron salir, Granger. Pero cuando llevas la Marca, tu vida se liga… o se ligaba… a la del Señor Tenebroso. Otros intentan recordártelo continuamente, y soy considerado traidor y marcado por los que quedan. Créeme, no hay nadie que no quiera que Potter y su panda de Aurores atrape a todos los que quedan más que yo. Solo quien está preparado para destrozar vidas puede hacerlo, pero también debe afrontar sus consecuencias."

"Es la primera ley fundamental…" empezó a decir Hermione.

"…de la magia." Concluyó él en su lugar. Hermione le sintió sonreir al notar el movimiento de sus labios rozándole la frente. "¿Cómo sabes todo eso?"

Ella encogió un hombro, como si no fuera un gran secreto.

"Leo. ¿Cómo lo sabes tú?"

"Yo leo también." Contestó él. Ambos se apartaron y se sonrieron, casi por primera vez en su vida.

"Me refiero…" continuó él. "Tú te has criado entre… Muggles. No has tenido contacto con la magia hasta que básicamente no recibiste la carta de Hogwarts. Hay cosas que no son… automáticas, en ti, instintivas… y que sí lo son en quienes procedemos de familias mágicas. ¿O es quizá otra de las mentiras sobre los hijos de Muggles que me inculcaron?"

Ella se inclinó un poco, para decirle algo que llevaba años queriéndole decirle a él y a cualquiera que defendiera la limpieza de la sangre mágica. Aferró la nuca de Malfoy y le agachó la cabeza, hablándole al oído de forma innecesaria al estar solos, pero a Draco le pareció extraordinariamente sensual.

"Te contaré un secreto sobre esas cosas Muggles que te han contado... Para mi, fue el mejor día de mi vida, el día en el que una lechuza dejó una carta con letras verdes y el remite de un colegio de Magia y Hechicería. Los Muggles… ven la magia como algo que no existe, o algo que solo existe en los libros para niños. Todo rodeado de leyenda y de mito… a veces duro y tenebroso, pero generalmente algo bello y especial. Fue un regalo… fue como si de pronto todos esos cuentos, esos libros, esas leyendas, fueran realidad, cobrara vida. ¿Y qué encuentras? Que ese mundo es cerrado, te es hostil… que aunque yo no hubiera elegido ese mundo, tampoco podía pertenecer a él. Soy sangre sucia. De pronto lo que yo soy no es suficiente, es asqueroso, es el mal. Según eso, yo tenía que regresar y negar que yo también tengo sangre mágica. Regresar y ser tratada de chiflada o de peligrosa por el mundo Muggle. O quedarme y ser condenada a muerte por el mundo Mágico. Esas son las opciones que… los seguidores de Voldemort me ofrecían. ¿Tan indigna crees que soy? Indignos son quienes, a pesar de tener la sangre 'limpia', asesinan y torturan en nombre de una idea. O quienes utilizan su poder para sus propios fines, quienes esclavizan a otros seres. Quienes aprovechan el fanatismo y la ignorancia para subir en el poder… no me mires así."

Él la miraba casi sin pestañear como si estuviese escuchando y por su cabeza estuviera pasando otras muchas ideas, seguro que ninguna de fiar.

"También yo tengo que mostrarte otro secreto." Le dijo, con el rostro inclinado hacia ella, que lo había acercado a su lado para hablarle al oído.

Una mano subió a su cabeza y Draco acarició por primera vez el cabello de Granger. Jugueteó con esos rizos castaños que siempre habían aparentado ser tan suaves como las ramas de su Nimbus 2001.

Rizos imposibles… sí. Pero suaves… también. Hermione entonces se separó de él y sacó de su bolsillo una fotografía y se la entregó a Malfoy.

Era la foto que habían recibido de Dennis y que tomó Colin durante el Baile de Navidad de 1994. Hacía ya cuatro años, exactamente.

"¿Esta es la famosa foto?" preguntó Draco, innecesariamente. "Wow. La verdad es que menuda cara que se me quedó."

Contemplaba el bucle de ese pequeño instante en el que, con Pansy de su brazo, él observaba absolutamente ensimismado la entrada de la chica que tanto creía detestar. Pansy no era tan discreta, su expresión incrédula era bastante evidente por la mandíbula casi desencajada que llevaba.

"Estabas… preciosa."

Hermione bajó los ojos y esa sonrisa nerviosa que llevaba ese día volvió a aparecer.

"Gracias."

Draco dejó la foto sobre la mesa de la habitación y estiró la mano hacia ella. Hermione volvió a levantar la vista, pasando de haber recibido un inesperado cumplido a la confusión. Sin entender del todo bien, aceptó la mano y sintió que Draco ponía la otra en la parte baja de la espalda. ¿Estaba pidiéndole bailar con él? Sin soltarse las manos enlazadas, ella puso su otra mano en el hombro y acercó los labios a su túnica.

"No hay música." Comentó ella, aclarándolo por si acaso.

"Cierra los ojos." Respondió él, que ya había hecho eso hacia unos segundos. "Estoy haciendo lo que debí haber hecho ese día, Granger. Mandar al infierno a todos y simplemente, sacarte a bailar." Añadió, reviviendo mentalmente el momento como si hubiera sucedido en realidad. "Odié a Krum. Yo finalmente conseguí eliminar el tamaño de tus dientes…"

"No lo hiciste tú, lo hizo Pomf…"

"…Y él se llevó a la chica." Continuó él. "Apuesto a que nadie se dio cuenta."

"No. Quizá Neville." Contestó ella, con los labios en su hombro, como si estuviera besándolo y al tiempo, evitando elevar el rostro hacia él. Siguieron meciéndose al ritmo de una melodía imaginaria.

"Pues yo sí lo hice."

Ella sonrió, alegrándose de ocultarle la sonrisa. Sintió que Draco soltaba la mano que ella tenía enlazada con él, y por tanto la puso en la cintura del joven. Los dedos de Draco rozaron su barbilla, obligándola a subir la cara hacia él.

Tenía los ojos grises a apenas centímetros y él apoyó la frente en la de ella. Los dedos continuaron acariciándole el mentón, haciendo que Hermione sintiera la piel de gallina. Hermione ya sabía a qué olía ahora su Amortentia. A la madera de antiguas librerías, el olor a madera ardiendo en una chimenea.

"Esa noche me sentí especial, me sentí realmente como si saliera de la imagen de la sabelotodo empollona, fea y marimandona. Y sangre sucia. Era mi cuento de hadas, me sentí como Cenicienta."

"Desde luego que lo hiciste. Ya lo creo que sí…" le contestó él, tocándole las facciones delicadas. Granger tenía un rostro fino, suave. Era imposible que alguien pudiera creerse que era "fea". Era preciosa. Desde ese día, Draco Malfoy era incapaz de insultarla sin que se le cruzara por delante un vaporoso vestido azul y ese cabello castaño alisado, perfecto. Le miró los ojos grandes y marrones, las pestañas negras y largas. "Espera. ¿Quién demonios es 'Cenicienta'?"

Ella le sonrió, había olvidado que cosas que eran tan naturales para ella, a cualquier mago le sonaban rarísimas, y él bajó los ojos a esa boca que se había relajado ante su pregunta. Se olvidó de hecho, de esa pregunta. Nada de dientes grandes. Eran blancos, perfectos y los labios que se habían abierto en una sonrisa eran demasiado incitantes.

Los dedos levantaron un poco más el rostro de Hermione y ella apartó la mano de la cintura de él para ponerla en su brazo, como si evitara así que él fuera a quitar la mano que le estaba sujetando la cara. Draco entonces bajó la cabeza y besó a Hermione. Esta vez, no era un beso casi producto de la curiosidad y del arrepentimiento, como en el Callejón Diagón. Esta vez, sí estaba seguro de lo que quería y seguro de que era correspondido. Había querido besarla, tocarla, hasta el punto que la frustración por haberse contenido la había hecho dolorosa. Y como siempre que había imaginado cómo sería besarla, estaba dispuesto a apartarse a los dos segundos y admitirse que efectivamente, ella besaba mal, ella sabía peor y que solo estaba teniendo fantasías producto de la curiosidad y la atracción física.

Pero no era así. Ella le respondió al beso y Draco entregó la varita, rendido. Se habría marcado no el brazo, sino todo el jodido cuerpo con la Marca que le vincularía a Hermione Granger para siempre. El saboreó despacio el labio inferior de ella y la mano que tenía en su cintura la aplastó contra él mismo, sintiendo así los senos de Hermione contra su pecho. La mano abandonó el rostro y se colocó en la nuca, enterrada en los rizos castaños y haciendo que tuviera pleno acceso a ella. La lengua comprobó la boca, saboreándola, dulce, buscando todo lo que ella podía ofrecer.

Ella soltó aire y un gemido y Draco sonrió. Era recíproco y no había, precisamente, nada parecido al rechazo.

"Shh… Hermione." Susurró él, abandonando la boca y buscando la piel debajo de la oreja, bajando hasta la fina clavícula. La mano había pasado de la barbilla a la nuca y ahora estaba apartando la blusa para descubrirle el hombro. Bajó la tira del sujetador y dejó al descubierto suficiente piel como para que certificara que Hermione Granger era exquisita.

Hermione olvidó de qué habían hablado… olvidó qué tenían qué hacer y qué no… volvió la cabeza y volvió a besar a Draco, esta vez rodeando los brazos en su cuello. Sin dejar de besarse, cayeron juntos en la cama. Ella levantó la camisa que él llevaba debajo del pantalón y sin desabrocharla, él se la quitó pasándola por cuello y arrojándola al suelo. Bajó hacia Hermione y levantó la camisa de ella, desabrochándole el pantalón y recorriendo con sus labios hasta el ombligo.

Ella jadeó, sintiendo que los labios de Draco estaban recorriendo su vientre hasta la curva de las costillas y la piel finísima debajo de los senos. Con la camisa subida, el deseo y la borrachera, no acertó a pensar claramente… pero sabía que no podían dejarse llevar… ¿verdad?

"Espera… no… no podemos…" jadeó, sin querer pensar que tenía prácticamente encima a Draco Malfoy descamisado, con el pantalón negro desabrochado y recorriéndole la boca por el cuerpo.

El abandonó su abdomen, de mala gana y subió hasta su boca, rozándola en la comisura.

"También quieres esto, Hermione."

"Pero…" jadeó ella, con los ojos cerrados y poniéndole ambas manos en el cuello, en teoría para apartarlo. "Es… esa… Astoria… tu compromiso…"

Él empezó a darle pequeños besos por la comisura del labio, la sien, los párpados.

"¿Quién es Astoria?"

Hermione soltó una risa. Esa pregunta se la había hecho, por lo visto, media humanidad.

"Ella… me recordaba vagamente…"

beso,

"a ti… la vi en Hogwarts… en el día de la batalla… tirada en el suelo…"

beso,

"…la salvé… porque…"

beso,

"creía que…"

beso,

"eras tú…"

Hermione abrió los ojos de par en par y sujetó la cara de Draco, a pocos centímetros, pero lo suficiente para verle los ojos.

"¿De verdad?"

Nunca le había visto los ojos mirándola así. Así.

"Tiene dieciséis años. Se ha enamorado de una imagen mía, la del rescatador. Cuando pensé que no podía tenerte a ti… ella era la Granger que a ojos del mundo debería tener… Slytherin, sangre pura… razonablemente guapa…" acarició la frente donde empezaba a nacer el cabello castaño. "Morena…" sonrió. "Me gustan las morenas…" murmuró sonriente, como si acabara de darse cuenta de eso, observando sus propios dedos juguetear con el cabello fino de Hermione. Su sonrisa se evaporó y bajó los ojos grises a los de Hermione. "Pero Astoria Greengrass no eres tú. Mis padres han visto una oportunidad y tratan de aprovecharla. Mis padres saben que yo no pienso renunciar a ti y… tienen la esperanza de que pueda cambiar de idea."

"Pero… ¿por qué? ¿Cambiar de idea respecto a mi?"

Él movió la cabeza y la bajó, apoyándola en la frente de Hermione, unos segundos.

"La bruja más brillante de tu generación… y un cuerno…" murmuró frustrado, y levantó la cabeza. "¿Acaso no lo sabes? Te quiero, Hermione Granger, desde el día en el que me batías en todos los exámenes, por tu talento, por tu fiereza, tu lealtad y tu dedicación. Me obligué a verte fea y asquerosa, hasta que te presentaste como la pareja del admirado campeón de Durmstrang y vi que encima eras la chica más guapa del puto baile. Reventaste todo lo que yo era y en lo que tenía que convertirme, pero no quise creerlo. Cuando Vol… Voldemort me arrebató lo que era mío, entonces supe cuál era mi prioridad: Mi vida, y tenerte a ti en ella."

Ella le acarició la mejilla con el dorso de la mano, sin saber qué decir. Qué se dice en esos casos… ¿gracias? ¿lo mismo digo? ¿igualmente? ¿calla, tonto, que me haces sonrojar? Solo sabía que quizá valía la pena arriesgarse, quizá podían tener un futuro y quizá era también parte de una nueva era donde estaban cayendo prejuicios y barreras. Subió la cara para besar a Draco y definitivamente, olvidó lo que había dicho de que no podían hacer nada que no sintieran de verdad.

-o0O0o-oOo-o0O0o-

El señor Abbott fue quien curó a Hannah del corte en el brazo y permitió que Neville la acompañara arriba, al principio más preocupado por el hecho de que podría haber perdido a su única hija, como había perdido a su querida esposa hacía ya más de un año. Tocó el brazo de Neville, antes de que él y Hannah se marcharan, y le pidió que cuidara de su niña.

"Estoy entrenando para ser Auror con ese fin, señor Abbott."

Hannah abrió los ojos mucho y enlazó sus dedos con los de Neville y no los separó hasta que no hubieron entrado en el dormitorio.

Neville nunca había estado allí. Hannah tenía fotos en la pared, una bufanda atada a una estantería, una gran bandera de Hufflepuff y recuerdos variados… la insignia de Prefecta, el galeón falso del ED… la vieja chapa que decía "Apoyad a Cedric". Era un pequeño mausoleo donde tenía las pequeñas cosas que le importaban.

"Vaya…" murmuró él. "Esto… todo esto habla de mi…"

En un lado de la pared, había recortes de El Profeta Diario. Había fotos de su estancia en el ED, pero la mayoría eran clippings que hablaban de su hazaña en la Batalla de Hogwarts. Como sintió que Hannah no respondía, se volvió hacia ella y vio que había agachado la cabeza, con las manos enlazadas delante, casi avergonzada.

Neville olvidó las fotos y los recortes y se acercó a ella, poniéndole dos dedos bajo la barbilla.

"Eh… ¿qué pasa?"

Ella le miró un segundo y a continuación volvió a bajar los ojos.

"Pensarás que soy una idiota… como esas que llevaban fotos y perseguían a Viktor Krum y lo único que conseguían era asustarlo y alejarlo más…"

Neville puso una mueca, pero se sonrió, pensando que Hannah Abbott tenía más inseguridad en sí misma que lo que él nunca había sentido. ¿Asustarse? ¿Alejarse?

"Hannah… mírame…"

Ella levantó los ojos verdes y se mordió el labio, temiendo lo que iba a escuchar.

"Estoy loco por ti. Desde el momento en el que te marchaste de Hogwarts y pensé que no volvería a verte. He entrenado, he sacado fuerza y todo, porque quería que te fijaras en mi, y no en el chico que hacía saltar su propia varita cuando lanzaba un Expelliarmus. Fue el día en el que escuché a Amycus reirse de tu madre, cuando la usó de ejemplo de quienes se habían opuesto a Voldemort. Y se rio de ti, cuando lloraste en clase. Ese día quise matar a Carrow. Nunca imaginé que iba a odiar a alguien más que a Bellatrix Lestrange. Y fue una revelación: no iba a ser yo quien lo ejecutara, él caería solo. No había que cortar la cabeza de una hidra, sino que había que acabar con todas las cabezas, al mismo tiempo. Fue simbólico que descabezara a Nagini… y entonces no sabía tampoco por qué Harry me lo pidió." Neville se interrumpió, pensando que se estaba yendo por las ramas. "Quiero ser Auror, por mis padres, pero quiero serlo para encontrar a quien asesinó a tu madre. Y cuando lo consiga, dejaré de ser Auror."

Bajó la cabeza hacia Hannah, más menuda y más frágil. Besó los labios de la chica que le miraba con devoción desde antes incluso que él se diera cuenta. Hannah aferró la camisa de Neville por la cintura, como si no quisiera permitirte escaparse y ella le mordisqueó el labio inferior, que tanto adoraba cuando sonreía de medio lado. Sintió las manos de él acariciarle la espalda, la cintura por debajo de la camisa y la piel de Hannah se erizó por la emoción.

Con los ojos cerrados, notó los besos de Neville por la sien y la mejilla y exhaló un suspiro satisfecho.

"Espera… Neville…"

El paró el recorrido de su boca por la piel fina de Hannah y se apartó unos centímetros para mirarla.

"Mi… padre…" se sonrojó. "Se preocupará y… no sabe nada… de nosotros…"

Neville esbozó la sonrisa ladeada que la desarmaba y alzó la ceja izquierda, como quien sabe que lo que iba a pasar sería cuestión de tiempo. Sacó la varita y movió las mantas y cojines para ponerlos delante de la chimenea y se sentó delante del fuego, sobre la gran alfombra que tenía Hannah. Entonces le ofreció a Hannah la mano para que la acompañara y ella, de pie, tomó la mano y se arrodilló a su lado.

Él señaló con la barbilla hacia el brazo.

"¿Estás bien?"

Hannah se desabrochó la blusa y quedó con una pequeña camiseta de tirantes y le mostró el brazo. Tenía todavía una pequeña marca, pero su padre había hecho un trabajo excelente. Pasándole el brazo por el hombro, Neville hizo que se tumbara a su lado y colocó las mantas para taparse, acurrucándose delante de la chimenea.

"Todos los meses, en el día de hoy, te traeré una flor y una nota que explica sus propiedades mágicas y sus usos. Te la pondré en una bandeja, con una taza de té y un trozo de tarta y una vela, así siempre recordarás este día. Todos los meses será nuestro aniversario."

"Me acuerdo de todos los días en los que estoy contigo, Neville." Hannah apoyó la cabeza en el hombro, con la mano pegada a la boca. "No necesitas hacer eso… pero si lo haces, no seré yo la que se queje…" añadió con una sonrisa.

Sintió un beso en el cabello y Hannah cerró los ojos, deleitándose solo con estar en los brazos de Neville, al calor del fuego y cubiertos por unas mantas.

"Bueno, pues lo haré por mi. Para no olvidarme."

Hannah le besó, besó la cicatriz que tenía encima de la ceja y bajó para besarle el mentón que tenía una barba incipiente. Besó la cicatriz que tenía en la clavícula y se preguntó cuántas cicatrices tenía Neville en el cuerpo, porque podría pasar la vida besándoselas.

"Hannah…" dijo Neville al sentir los labios de Hannah por los hombros. "Si haces eso, no creo que me vaya a importar mucho qué piense tu padre en el piso de abajo…"

Ella soltó una risa. Volvió a besarle en la boca y se acurrucó a su lado.

"Neville… ¿le caeré bien a tu abuela? Por lo que siempre habías dicho… me da un poco de… miedo."

Neville le acarició el cabello rubio y largo y soltó una risa floja.

"La abuela asusta, no es ninguna leyenda urbana. Pero no te preocupes: te adorará."

"¿Por qué?"

"Porque luchaste en la Batalla de Hogwarts, porque eres hija de una víctima directa de los Mortífagos, porque yo te quiero."

Hannah se alegró de que Neville no pudiera verle la sonrisa inmensa que se había quedado pintada en su cara y que le duraría básicamente toda la vida.

"Yo también te quiero Neville." Suspiró ella, como si hubiera dicho algo que llevaba años queriendo confesar. Cerró los ojos cuando sintió de nuevo un beso en el cabello y ella le besó el hombro donde estaba apoyando la mejilla.

"También te adorará por otra cosa."

"¿Sí? ¿Cuál?"

"No eres Slytherin."

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Draco no se quedó dormido inmediatamente. Ella sí. La cabeza la tenía apoyada en el hombro y la mano cerca de la boca y la postura era lo bastante cómoda para él como para que hubiera podido dormirse también. Pero no quería. El brazo libre lo tenía rodeándola, como si estuvieran compartiendo la última noche antes del apocalipsis que en teoría era que un Malfoy, el primero que se supiera, hubiera hecho el amor a una hija de Muggles. La alternativa habría sido pudrirse en Azkaban si hubiera seguido la lógica de su padre, seguidor de un mestizo asesino. Básicamente, sí, Draco Malfoy era un egoísta por preferir estar en los amorosos brazos de la chica que amaba, antes que convertirse en un chalado como la querida tía Bella.

Eso era ya lo de menos. La quería. Y él esperaba que fuera recíproco, a menos que Granger pasara por ser más afectuosa de lo que uno imaginaba con la gente que "le caía bien". Le apartó unos mechones del rostro y a pesar de la escasa luz del fuego de la chimenea, se admiraba de las largas pestañas y de unas pecas que habían sido más visibles cuando ella era niña. Esa nariz pequeña, ese aspecto frágil, esos hombros, la curva de sus senos, su cintura, su cadera, su piel, su talento, su inteligencia, su calor… ¿cómo podía no amarla alguien?

Notó que si no se cubrían bien con las mantas, la habitación estaba quedándose fría. De mala gana, se levantó, tratando de no mover demasiado bruscamente el brazo que ella usaba como almohada y se puso de pie y con la varita, volvió a prender las llamas.

"¿Draco?"

Draco se giró y se sonrió cuando ella sentada en la cama, apartó la cabeza casi infantilmente al darse cuenta de que él estaba desnudo delante de las llamas, pero a contraluz no daba muchas más pistas de hasta qué punto. Probablemente al completo, dado lo que habían hecho en las últimas horas…

"¿Te he despertado?"

"Pensaba que… te habías ido." Respondió ella en voz baja. Levantó los ojos cuando Draco se metió en la cama y la obligó a tumbarse otra vez a su lado, repartiendo bien las mantas. "De pronto sentí frío…" explicó ella.

El sonrió y le besó el cabello.

"No pienso irme otra vez."

Hermione asintió contra su pecho, cerrando los ojos y pensando que, definitivamente, había caído rendida a los pies de Draco Malfoy y que ya no había vuelta atrás. Y quizá Trelawney había dudado de ella, de su Visión y de que no tuviera Ojo Interior, pero Hermione sabía con quién quería estar el resto de su vida y con quién la iba a pasar.

Y lo mejor, sabía que era mutuo.

Siempre había sido así.

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EWE.

Hannah y Neville se casaron dos años más tarde, convertido ya en un joven y prometedor Auror. Dieron con el Mortífago que había asesinado a Catherine Abbott. Sin embargo, no quiso dejar de ser Auror inmediatamente, ya que en el fondo, Neville sabía que atrapar a uno era su motivo principal, pero no era tampoco el único ni era más importante. La ceremonia la ofició el mismísimo Ministro de Magia, pero solo asistieron los ancianos miembros de la familia de Neville, los pocos miembros de la Primera Orden que estaban vivos, la pequeña y modesta familia Abbott, todos los miembros del Ejército de Dumbledore y sus mejores amigos en Gryffindor y Hufflepuff. Y sobre todo: sus padres.

La boda fue cerca de Leeds, de donde Augusta procedía y donde había llevado a Frank muchos veranos.

La primera vez que Hannah vio a Alice Longbottom, sus ojos se llenaron de lágrimas, y no pudo parar cuando recibió de ella un envoltorio de chicle. Hannah no supo qué significaba, pero lo guardó en el bolsillo. No se dio cuenta de que Neville sí había visto ese gesto de su chica y cuando le miró, no entendió cómo podía mirarla tan intensamente, si tenía los ojos enrojecidos de las lágrimas y ganas de sonarse la nariz.

Al año de la Batalla de Hogwarts, Neville fue a ver a Molly Weasley y le agradeció que le hiciera justicia a sus padres cuando asesinó a Bellatrix, y no perdiera la fuerza a pesar de que había acabado de perder a su hijo Fred. Le confesó que aunque había soñado con hacer eso él personalmente, nunca se había querido dejar vencer por el odio y la venganza.

Hermione vio a los Malfoy unos seis meses después. Ambos no fueron capaces de mirarla a los ojos, aceptando el hecho de que todo el mundo elitista que habían alardeado había resultado ser toda una patraña. Utilizados, humillados y torturados por un mestizo, esa mentira de su vida les había demostrado que no había vencedores en todo esto. Draco era adulto y responsable de sus decisiones y les comunicó que pensaba casarse con ella tan pronto como ella quisiera. Draco, criado en una familia donde los matrimonios son tempranos, se hubiera casado antes de cumplir los 20. Cualquier esperanza que tuvieran los Greengrass quedó reducida a escombros. Hermione supo que él había estado trabajando reparando los retratos de Hogwarts y el dinero que obtuvo era para ayudar en la reparación de la Biblioteca. Fueron Lucius y Narcissa, en un gesto final de buena fe, quienes donaron una generosa cantidad para que el lugar más amado de quien hacía feliz a su hijo, volviera a recuperar su esplendor.

Ron no puso el grito en el cielo cuando se enteró de la relación de Hermione con Malfoy. Amenazó con asesinarle, "sin rencores" si él se atrevía a hacer sufrir a Hermione.

Malfoy vio el Árbol de los Black donde su rama estaba enlazada a la de Hermione y comprendió que no había sido el primer mago en caer a los pies de alguien que era hijo de Muggles. Conoció a su tía y supo que eso había sido también parte de ser sangre limpia y ya había estado escrito antes de que él naciera.

Las guerras no le hacen a uno grandioso. Aprender de ellas y enmendar los errores, sí.

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Lo sé, imposible, puro fanFICTION pero es mi headcanon y me lo f_llo como quiero.

Dry pidió dramione con filete. Espero que no haya quedado muy antiTOS para la versión ffnet. En todo caso, en este punto de vida fandomera, soy incapaz de tragar un dramione amor-odio. Dudo que Hermione postDH se vaya a dejar seducir por un Draco "voy a hacerte mía" en plan stalker ni nada de eso. Por tanto, posiblemente haya sido el dramione más poco popular de la historia, pero en fin.

Patronus: Tonks cambió su (desconocido) patronus por el de "una criatura enorme de cuatro patas" (insinuando un hombre lobo, por Remus). Harry al principio tomó su ciervo como un "caballo", que resultó ser el Ginny. Lily y James compartían patronus, como cierva y ciervo. Snape tenía una cierva por Lily.

Hermione tiene una nutria, que es de la familia de los hurones. Será estirar mucho porque parece que la nutria se refiere a St. Ottery y a "Weasel" por Ron. Pero oye, ¡que Rowling!Barty!Moody hubiera elegido transformar a Draco en una carpa o un jilguero y no en un puñetero hurón!

Sé también que JKR confirmó que "ningún Mortífago" (salvo Snape) es capaz de crear un Patronus, ni tampoco Draco ("no es magia que se enseña en Hogwarts") Aquí he puesto como que Draco aprendió el Encantamiento Patronus al estar en las filas de Voldemort, para mantener alejados a los Dementores. Recordad que Draco no es ningún idiota, aprendió el Encantamiento Proteico, nivel EXTASIS, en 6º. Ahora, que lo de que Snape y Lily, o James y Harry tengan mismo Patronus, no lo sé porque la idea era que cada Patronus es único. Quizá la muerte es la que hace que el Patronus cambie (ej: como Tonks cuando murió Sirius) En todo caso, me dio la gana poner nutrias a los dos. Es el "frinc" de Dry, ella juzgará.

¿Cómo collons entra el EWE aquí?: El fic lo ideé partiendo de una cosa: en el momento en el que Draco decide "echarse atrás" y obedecer lo esperado (es decir, ir de divino por la vida, a la larga casándose con la "Gringas" © Dryadeh & HanNottie) es cuando entonces el EWE sucedería, tendrá un Scorpius igual que él y Ron y Hermione definitivamente acabarían juntos y tendrán a sus dos críos.

Cuando Draco decide que seguirá (mi "headcanon", o sea, este fic) su instinto (es decir, aceptar que desde hace tiempo siente algo por Hermione), entonces esto ya es un AU y el EWE es… el EWE.

Astoria: no hay descripción física (hehe ¡no hay nada!) de ella, ni tan siquiera de Daphne, si no me equivoco. En el DH la interpreta la Jade, así que me he valido para poner que a Draco le van las morenas (Pansy también lo era en las pelis) Otro minipunto semicanon para el dramione. Me gusta pensar que Astoria guarda "algo" de parecido físico con Hermione y es así como él supera de mala gana su amor frustrado por Hermione ;)

Oficialmente, el tercer longfic más largo que termino (cuarto si contamos el todavía WIP). Gracias por leer. Hasta pronto.