Enfermo

Las gotitas resbalaban por sus manos mientras tarareaba una canción infantil de su tierra. Se paso las manos por el rostro para apartar el flequillo que le impedía la visión de esa escena tan maravillosa, al hacerlo mancho su rostro del mismo liquido carmesí que manchaba la nieve, sus manos y su ropa.

No había pasado demasiado tiempo desde que aquello que estaba entre sus manos aun se movía, respiraba y gritaba, no había tardado demasiado en silenciarle. Paseo su vista por todo el cuerpo enfrente suya, la cabeza ladeada con una expresión de terror en el rostro y los ojos abiertos, un brazo a algunos metros de ellos y por supuesto lo que más diversión le había causado el gran corte en el estomago que dejaba ver las vísceras de su víctima saliendo.

Metió la mano en el estomago tirando del intestino como un niño tirando de una cuerda en un juego. El interior del chico quedo completamente vacío, con las vísceras aun unidas repartidas por la nieve a su alrededor.

Giro la cabeza cogiendo el cuchillo que estaba a su lado y lo llevo al cuello del rubio con movimientos lentos empezó a cortar la carne y los músculos hasta llegar al cuello donde tuvo que sujetar la cabeza y partir el cuello por sí mismo.

Una vez la cabeza estuvo separada del cuerpo la miro fascinado, la expresión de dolor se había grabado, la sangre cayendo por uno de sus ojos que colgaba solo por un hilo, su lengua medio cortada dentro de su boca. Sin dejar de tararear la canción abrió la caja y metió dentro la cabeza. Con la misma en brazos y con un envoltorio propio de un regalo se dirigió a casa, era hora de descansar.

Toris llevaba todo el día con una sensación de angustia que no sabía de dónde venía, iba de un lado a otro tratando de tranquilizarse, manteniéndose siempre ocupado, pero el mal presentimiento no se iba. El sonido de la puerta le saco de sus pensamientos, se apresuro a recibir a quien hubiese entrado pero se detuvo en seco al ver a Iván cubierto totalmente de sangre.

-Señor Iván… ¿Por qué está cubierto de sangre?-pregunto con miedo- ¿No está herido verdad?

A pesar de que estar en esa casa no era lo que quería no podía evitar preocuparse si alguien llegaba manchado de sangre, aunque esa persona fuese Iván. Sin embargo no le respondió y solo camino hacia el tendiéndole la caja.

-Es un regalo para ti Toris- el lituano le miro con los ojos abiertos, ¿regalo?

- A… ¿A qué debo esto Señor Iván?-pregunto sintiendo como la sensación que le había estado carcomiendo todo el día aumentaba de intensidad.

-Es solo una muestra de afecto da, para recordarte que quiero que estés siempre aquí da.

La sonrisa infantil del ruso contrastaba con su aspecto. Con manos temblorosas quito el lazo del paquete y retiro el envoltorio, un olor raro llego hasta su nariz, como si algo empezase a pudrirse. Con lentitud abrió la caja y al instante la soltó dando un grito escalofriante.

El grito del lituano había resonado por todos lados, Eduard y Raivis se apresuraron al encuentro de su hermano con temor de que hubiese pasado algo, le encontraron en la entrada con Rusia frente a él sonriendo. Lituania había caído al suelo de la impresión cubriéndose la boca sin poder apartar la vista de la caja. La cabeza de Polonia, de su amigo de toda la vida, casi su hermano estaba dentro de ese trozo de cartón.

Levanto su vista incrédulo, ahora comprendía la sangre de su vestimenta, Iván le había matado, y no solo eso, también descuartizado. El pánico se apodero de él cuando el rubio se acerco agachándose hasta quedar a su altura y manchándole la mejilla de sangre.

-Recuerda que siempre estarás conmigo da, y si alguien intenta impedirlo se añadirá a mi colección de cabezas da. Tu eres solo mío Toris, mío y de nadie más.

Fin