¡Holas!... Hoy estoy súper feliz, porque como ven ando estrenando historia. Como les comenté días pasados, venía trabajando en algo y creo que es momento que salga a luz; además de que últimamente no he hecho más que leer libros de éste tipo y tengo que sacar todo eso de mi sistema XDD!... Espero le guste y se entretengan un rato con ella…

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ENGAÑAR AL DUQUE.

By: Kagome-inu1982.

Summary: La joven Kagome Higurashi ésta a punto de hacer su debut en sociedad y sueña con conocer al hombre de vida y casarse con él, es por eso que acepta encantada la oferta de Inuyasha Taisho, el duque de Lancaster. Pero ¿tomó la decisión correcta?, ¿qué sucederá cuando el duque no sea quién diga ser? Un gran problema caerá sobre ella, al mismo tiempo que el amor, la pasión y el deseo buscaran hacerla sucumbir.

Cap. 1: El duque

La vida en el pueblo era bastante tranquila, era un lugar calmado, donde los pocos habitantes que habían, convivían en total armonía. Sus paisajes eran hermosos, bellas praderas, hermosos ríos, flores de las más hermosas tonalidad; era un lugar de ensueño, pero era un lugar olvidado. La gente de hoy en día, no le interesaba un bello campo de flores, sino un paseo en lujosos carruajes por Hyde Park o si querían ver plantas podían acercarse a los jardines de Vauxhall; la mayoría de las personas se la pasaban en Londres y sobre todo para las dos Temporadas, esas épocas donde la nobleza se desplazaba de sus casas de campo hacia la urbe londinense, para asistir a fiestas, presentar a sus hijas en oferta matrimonial y esperar conseguir la mejor unión.

Ese era el ideal de toda joven, ser presentada en sociedad y cazar a un buen esposo. Para eso educaban a toda señorita, para que fuera las esposas perfectas y adecuadas. Y para eso sería presentada Kagome éste año. Sin embargo ella quería mucho más, ella quería amar a alguien, no solo ser vendida a quién ofreciera más por ella. Kagome quería vivir un amor como el que vivieran sus padres, su padre había amado a su madre con pasión, sin haberle importado que la familia de ella no fuera de la nobleza, la había querido por lo que era y eso mismo quería ella.

- Kagome, levántate tenemos cita con la modista… - dos perfectos toques en su puerta la despertaron, se movió un poco entre las sabanas de su cama y luego se sentó – Apresúrate, no podemos llegar tarde… - su hermana entró en su habitación, caminando como si se tratara de una reina.

- Lo sé Kikyo, dame unos minutos y estaré lista – se levantó de la cama aún con los ojos entrecerrados y se encerró en el cuarto de baño, allí se mojó su rostro con el agua helada de la palangana.

- Solo apresúrate o me iré sin ti…

- Ya lo sé… - contestó exasperada, no le gustaba mucho ir con la modista y menos si su hermana insistía en madrugar para hacerlo.

- Haz lo que quieras – dijo Kikyo antes de marcharse y dejarla sola.

Pero como no quería aguantar un sermón más, se organizó con rapidez y en media hora estuvo en la puerta de su casa. Su hermana estaba allí, colocándose el par de guantes que le tendía el mayordomo y un sombrero que cubriera su rostro del sol. Ella siempre era pulcra y refinada, una perfecta dama, como se esperaba de la hija de un vizconde y la viuda de otro.

- Hasta que por fin llegas – dio media vuelta y caminó con su cabeza en alto para salir de la casa e ir hasta el calesín tirado por dos caballos, que esperaba en la puerta

- Adiós señor Darby – se despidió del mayordomo, no sin antes tomar los guantes y el sombrero que le tendía

- Hasta luego Milady…

Una vez se subió al carruaje, se sentó frente a su hermana y comenzó a colocarse los guantes y el sombrero para cubrirse del sol, se suponía que la nobleza no debería tener la piel tostada por los rayos del sol, se consideraba de impuros.

- Nunca conseguirás un esposo si te comportas de esa manera – dijo con reproche su hermana, ¿y ahora que había hecho?

- La persona que me quiera, me querrá como sea – contestó Kagome desviando su mirada a la vista que ofrecía la ventanilla.

- No digas tonterías, mi padre se revolcara en su tumba con oírte decir eso… - prefirió no decir nada, no quería discutir una vez más.

La dichosa visita a la modista era sagrada para Kikyo, al menos una vez por mes, y lo era ahora mucha más, pues la temporada de Londres estaba a un par de meses de comenzar y los dos años de luto de Kikyo habían terminado hace un par de meses; además esa sería la primera temporada de Kagome en Londres, sería presentada en sociedad a sus dieciocho años, hubiera sido antes tal y como Kikyo fue presentada a sus diecisiete, pero como Kikyo estaba de luto y no podía ir a la Temporada y ella no permitía que fuera en compañía de nadie, tuvo que esperar un año más.

Era por ello que iban a la modista, Kikyo quería vestidos para la presentación de Kagome y por supuesto, para su gran regreso a Londres, tal y como decía ella.

Para cuando llegaron al pueblo, el sitio estaba bastante concurrido, la plaza estaba llena de personas, las tiendas que había estaban abiertas y personas entraban y salían de los sitios.

A su pueblo no iban muchas personas distinguidas, su familia y otra que quedaba más al norte, eran los únicos nobles que vivían cerca, claro que también vivían personas con dinero, pero Kikyo decía que si no poseían un titulo no valían la pena; cosa que a Kagome le parecía una tontería, las personas eran personas, tener o no un titulo no influía demasiado para ella, pero a Kikyo no le importaba su opinión; era por eso no le permitía tener mucho contacto con las personas y era por lo mismo que ansiaba ir a Londres.

Había estado allí una vez, cuando Kikyo fue presentada en sociedad, pero no le permitían salir en las noches como a su hermana. Así que le tocaba conformarse con las conversaciones que escuchaba al otro día en el salón de la casa, muy poco para su curiosidad…

Una vez el carruaje se detuvo frente a la tienda de la modista, Kikyo la apuró para que se bajara y caminara en línea recta hasta la tienda. Adentro fueron recibidas de inmediato por una de las ayudantes de la modista.

- Lady Melbourne – saludó la joven, haciendo honor titulo al del difunto esposo de Kikyo – Lady Kagome – saludó con otra inclinación - Madame Farantino, las recibirá en un momento.

La modista era una emigrante francesa, había trabajado en Londres varios años, pero luego se había retirado a su pueblo para descansar de la ajetreada ciudad.

- Lady Kikyo, Lady Kagome, que placer tenerlas nuevamente por aquí, creo que vienen a ver sus diseños – dijo la mujer bastante feliz – Si me acompañan por aquí…

La visita con madame Farantino estuvo tan tediosa como siempre, sin embargo Kagome acató todo lo que le dijeron y se probó cuanta cosa sugirió su hermana. Afortunadamente le permitieron elegir con que quedarse y con que no. Para cuando salieron, Kagome estaba famélica y sólo quería llegar a casa y deleitarse con los bocadillos de Kaede.

- Lady Kikyo – la aludida se giró de inmediato hacia la voz - ¿Cómo han estado?

- Muy bien señora Velmont – saludó Kikyo a la regordeta mujer, esposa de un hacendado bastante acaudalado de la región, Kagome la imitó haciendo un pequeño saludo con su cabeza – ¿Y usted?

- Muy bien querida.

- Si nos disculpa mi hermana tiene un clase que atender – se desligó de la mujer con habilidad.

- Por supuesto, escuché que Lady Kagome hará su debut en Londres, mucha suerte querida.

- Muchas gracias señora Velmont

- Si nos disculpa – se despidió Kikyo, llevándosela consigo.

- Si no te cae bien, por qué la tratas tan cortésmente – le dijo Kagome, subiendo al carruaje.

- Por educación, pero no estoy para hablar con la esposa de un burgués – dijo despectivamente. El esposo de la señora Velmont tenía bastante dinero, todo gracias a sus inversiones en la industria manufacturera, pero no tenía un titulo y no era un terrateniente, todo un pecado entre la nobleza.

- Si quieres convivir con el rey, te equivocaste de pueblo querida, el único noble cerca está a millas de aquí – la mirada que le lanzó Kikyo hubiera podido helar a cualquiera, mas sin embargo Kagome la ignoró y miró por la ventana.

- No seas impertinente, soy la hija de un vizconde y mi madre era hija de un conde – dijo con un tono de superioridad – Y como si fuera poco, mi esposo era un vizconde, y esos burgueses sólo quieren acabar con la nobleza y apoderarse de todo.

- No me parece absurdo, no se puede subsistir toda una vida labrando la tierra, si no te adaptas a los cambios desapareces – dijo, robándose la última frase de algo que había leído recientemente.

- Esas ideas te las metió tu madre…

Sin quererlo las palabras de Kikyo enfadaron a Kagome, su hermana aprovechaba cada oportunidad para recordarle que su madre había sido la hija de un conde y que la de ella la simple hija de uno de esos "Burgueses", eso ya lo sabía, pero no le importaba, a su padre no le había importado eso.

Ahí había otro dato, Kikyo y Kagome no eran hermanas. Eran hijas del mismo padre, pero de madres diferentes. El papá de las jóvenes había enviudado y años más tarde se había casado con la madre de Kagome. Eso era algo que Kikyo jamás había tolerado.

Finalmente y para alegría de Kagome, el carruaje se detuvo frente a la casa y ella bajó de inmediato. Adentro el mayordomo recibió sus guantes y el sombrero y se dirigió de inmediato a la zona de las cocinas, a esa hora Kaede estaría por allí.

- Sabes que no tienes que estar aquí – le dijo Kaede una vez atravesó el umbral de la entrada.

- Lo sé Kaede, pero Kikyo seguro irá a tomar su siesta – dijo con sorna – Y cuando se despierte me acosara como una loca, ¿puedo ayudarte en algo? – se acercó a la mesada, donde la mujer cortaba unas verduras.

- No, no es necesario – dijo la mujer echando las verduras a una olla hirviente.

- ¡Kaede… no sabes el revuelo que hay en el pueblo! – la chica que ayudaba a Kaede en las cocinas entró atropelladamente por la puerta del servicio.

- Cálmate muchacha – le dijo Kaede limpiando sus manos con una trapo, para mirar a la joven - ¿Qué sucedió? – preguntó y Kagome esperó intrigada.

- Estaba comprando las cosas que me pediste – dejó la canasta en la mesa y comenzó a mover sus manos mientras hablaba – Cuando llegó un majestuoso carruaje, lacado en negro y oro y con el dibujo de una rosa en sus puertas; se detuvo en la posada del pueblo y solicitó varias habitaciones

- ¿Y quién es? – se adelantó Kagome a preguntar, no muchos nobles pasaban por su pueblo.

- ¡Un duque!... El duque de…Lansa…Lanps… ¡Lancaster! – vociferó en cuanto lo recordó.

- ¿Y qué hace un duque en este sitio? – preguntó Kaede volviendo a su trabajo.

- Nadie sabe, al parecer está viajando sin rumbo alguno, quién sabe, tal vez y este buscando esposa… - sonrió con coquetería.

- Sí… deja de hacerte ilusiones muchacha – le dijo la anciana – Ya deja de hablar tonterías y ponte a trabajar

La joven viró sus ojos e hizo lo que se le ordenó. Por su lado Kagome salió de la cocina pensativa.

- Estoy pensando en cambiar un par de vestidos – esa tarde a la hora del té, Kikyo hablaba tanto como de costumbre, nada interesante, claro. Ella solo hablaba sobre vestidos y cotilleos del pueblo y eso que decía no interesarle el pueblo –…Esa joven está embarazada, a nadie debería permitírsele ese tipo de indiscreciones… - Kagome asintió y siguió bordando la tontería que Kikyo le había puesto - …Oh y si…

- ¿Sabes?... Me enteré de que hay un noble visitando el pueblo – decidió hablar Kagome, estaba segura que moriría si Kikyo mencionaba algo más.

- ¿En serio?... – preguntó intrigada, lo que dio pie para que Kagome hablara más - ¿Quién?

- Un duque – Elevó sus hombros con indiferencia – Es posible que solo este de paso, pero al parecer es muy rico, dicen que vino en un hermoso carruaje…

- Mmmm, tal vez deba conseguir un par de tocados mas, debería bajar al pueblo.

- Si… Porque como los que mandamos a hacer con la modista no son suficientes – musitó Kagome con sarcasmo.

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- ¿No podías venir tu sola? – refunfuñó mientras caminaba tras Kikyo, cargando una caja con tocados, como si en verdad los necesitaran; ella solo caminaba alrededor de la única posada con qué contaba el pueblo, exhibiéndose, para así captar la atención de un noble.

- Una señorita no sale sola al pueblo – le dijo mientras observaba tras la vitrina de una librería; eso era el colmo, Kikyo ni leía.

- ¿Cuándo tiempo más vamos a quedarnos a fingir que estamos de compras? – preguntó exasperada.

- Deja de quejarte, además no somos las únicas…

Eso era cierto, el sector estaba más concurrido que de costumbre. Todas las personas caminaban de aquí para allá, mirando disimuladamente hacia las puertas de la posada, esperando captar al duque. Eso era absurdo, no era Dios.

- Señorita Kikyo – Ambas jóvenes voltearon a mirar al aludido, un hombre de avanzada edad, las saludó con absoluta educación – Es un placer verlas esta tarde…

- Señor…

Kagome imitó la reverencia de su hermana, para el famoso baronet, el otro noble que vivía cerca al pueblo. El hombre intercambio unas palabras con Kikyo, quién contestó con amabilidad. Ella simplemente los miraba, nunca hablaban de nada más que él clima.

- ¿Y qué lo trae por aquí? – preguntó Kikyo.

- Vengo a tratar unos temas con el duque de Lancaster, tengo unas tierras colindantes a su casa al sur de Inglaterra y quiero vendérselas – los ojos de Kikyo se iluminaron – Daré una pequeña reunión, algo bastante sencillo, sería un honor que usted y su hermana se presentaran…

- Por supuesto, allá estaremos señor…

- Bien, me despido… Que tengan buena tarde – hizo una reverencia y dio un beso en la muñeca de Kikyo, antes de marcharse al interior de la posada.

- Vámonos, tenemos que buscar un vestido para mi… - Kagome suspiró y la siguió con paso cansino – Apresúrate, vamos, vamos…

Esa semana fue una locura total, no había mucha gente distinguida en el pueblo. El señor Onigumo, era el otro noble que vivía cerca, era un baronet, el titulo de más bajo rango, pero su hermana decía que era lo único que valía la pena. El resto de personas eran burgueses bastantes acaudalados, y un par de militares retirados que habían sido importantes en su momento, los demás no tenían demasiada importancia. Pero aún así estas pocas personas, estuvieron de un lado a otro. El sastre nunca tuvo tanto trabajo, la tienda de telas nunca estuvo más llena. Y todo por la celebración que daría el barón, para recibir al duque de Lancaster.

- Aprieta bien Kagome – le ordenó Kikyo; las doncellas de ambas estaban de permiso, por lo tanto a ella le tocaba lidiar con su hermana.

- No cierra más – dijo halando las cintas del vestido - ¿Acaso quieres morir por cortarte la respiración? – amarró las cintas y se acomodó sus cabellos, Kaede los había peinado en una coleta en lo alto y con unos mechones cayendo sobre sus hombros.

- ¿Estás lista? – Kagome asintió y Kikyo le dio una mirada despectiva – Vámonos…

Ambas salieron de la casa, donde un carruaje tirado por cuatro caballos blancos las esperaba. Era el antiguo carruaje de su padre, Kikyo sólo lo usaba para éste tipo de eventos, que por cierto no eran tantos.

- ¿Cómo crees que sea? – preguntó Kagome, nunca había conocido a muchos nobles, salvo los amigos de su padre que visitaban de vez en cuando, pero ninguno era un duque.

- Seguro será educado y muy adinerado – dijo mirando por la ventana – Pero no te hagas ilusiones y más te vale que te comportes - Ante las cortantes palabras, Kagome decidió que no hablaría más.

En pocos minutos estuvieron en la casa del barón, la casa estaba ricamente decorada desde la entrada. Jamás se había visto tanta pompa en su pueblo. En la entrada de la casa una lacayo las ayudó a bajar, el barón esperaba en la puerta, recibiendo a los invitados; en cuanto las vio llegar las saludó con amabilidad, al menos a Kikyo.

- Disfruten la velada… - nos dijo para continuar recibiendo el resto de la gente.

Adentro del salón todo está bien dispuesto, había un pequeño grupo de músicos amenizando la reunión. Y los pocos invitados que ocupaban el salón hablaban entre ellos. El tema era el duque.

Había transcurrido media hora desde que ellas llegaran, cuando finalmente se anunció la llegada del duque. Las personas viraron sus cabezas hacia el recién llegado, el salón quedó en silencio mientras miraban al mencionado duque entrar al salón.

- Vaya… - Kagome miró a su hermana y descubrió el interés bailando en sus ojos. Cuando Kagome lo miró, entendió el porqué.

Nunca antes había visto a un hombre así. Bueno, nunca antes se había interesado por alguien, pero en cuanto lo vio sintió sus mejillas caldearse y una profunda vergüenza. El duque era alto, con una figura imponente, joven y guapo. Tenía unos cabellos castaños claros, peinados a la moda, sus ropas eran elegantísimas, vestía de negro, con una camisa de color blanco de fondo y un pañuelo gris atado con elegancia a su cuello. Pero aparte de todo ello, sus ojos color dorado, la dejaron deslumbrada, sus rasgos refinados eran demasiado atractivos.

Para cuando las presentaciones comenzaron, Kagome se puso nerviosa, sentía que todo su conjunto estaba fuera de lugar. Pero para cuando lo tuvo enfrente logró olvidarse de aquello.

- Lady Kikyo, viuda del vizconde Melbourne y Lady Kagome su hermana – presentó el barón con una sonrisa – Señoritas, Su excelencia Inuyasha Taisho, duque de Lancaster…

- Es un placer conocerlas – con completa educación, tomó la mano de Kikyo y depositó un beso, luego fue el turno de Kagome, quién hizo una reverencia – Espero que luego me concedan el honor de bailar con ustedes…

- Por supuesto Su excelencia – contestó Kikyo con una extraña sonrisa en su rostro, Kagome pudo notar cierta diversión en su mirada.

- ¿Y usted milady? – Kagome no pudo evitar sonrojarse, cuando el posó sus ojos en ella.

- Claro que sí, Su excelencia – recordó el tratamiento de cortesía – Será un honor…

- Su excelencia, ahora si me permite le presentaré a… - luego de despedirse ambos se marcharon dejando a las jóvenes solas.

- Pensé que jamás volvería ver al duque de Lancaster – musitó Kikyo para ella misma, por lo que Kagome no escuchó.

- ¿En qué piensas? – preguntó al verla aún sonriendo con malicia.

- Nada que te importe – contestó antes de girar e irse con otras personas.

- Genial… - musitó Kagome, pero esta vez no fue tras ella, prefirió salir a la terraza de la casa y tomar un poco de aire. No iba a muchos bailes, pues aún no era presentada en Londres, pero el pueblo era otra cosa y se le permitía asistir a un par de eventos ocasionales.

Adentró de la casa, el baile comenzó unos minutos después. Kagome pensó en regresar, le había prometido un baile al duque. Aunque ahora que lo meditaba, pensaba que tal vez lo había dicho por cortesía, así que prefirió quedarse en la terraza.

- Vuelvo en un momento, voy a tomar aire…

Kagome se giró en redondo al escuchar la voz del recién llegado. El duque salía a la terraza y en cuanto la vio sonrió con cortesía.

- Hace calor… - comenzó él, tratando de entablar conversación – El salón está más lleno de lo que creí…

- Usted debe estar acostumbrado – sonrió y fijo su vista al frente, sin siquiera mirarlo de reojo – Creo que voy a regresar… - dijo cuando recordó, que era una indiscreción estar a solas con una caballero y sin compañía.

- Yo igual, además usted prometió bailar conmigo…

- Eh…

- No se va a negar ahora ¿o sí? – elevó una ceja y su sonrisa hizo ruborizar a Kagome.

No estaba acostumbrada al baile, conocía los pasos de las contradanzas, cuadrillas y el vals, se los habían enseñado, pero como en el pueblo no se hacían bailes, casi no lo practicaba. Afortunadamente consiguió acoplarse al duque y bailar un vals perfectamente.

- Me recuerda su nombre, milady… - dijo con una sonrisa.

- Kagome…

- Hermoso nombre, muy acorde para usted – la aludida se sonrojó y desvió su mirada; al momento que lo hizo se topó con la mirada de su hermana, al contrario de esperar el reproche, la encontró bastante ¿complacida?

- ¿Todo bien? – preguntó él, que pareció notar su turbación.

- Sí – sonrió y evitó la mirada de Kikyo - ¿Y que lo trae por nuestro pueblo?, si perdona la indiscreción

- Voy de paso, vine a hablar con el barón y luego me dirijo a la casa Lancaster.

- Se dirige a Lancashire, pero si no estoy mal, queda en otra dirección – dijo reflexionándolo un momento, pero estaba casi segura de qué la famosa casa Lancaster quedaba hacia el norte, no al sur.

- Veo que sabe geografía – dijo el duque – Exacto, pero debo atender unos negocios y luego irme allá

- Ya veo… - no pudo decir nada más, el vals terminó y ambos se alejaron haciendo una reverencia.

El resto de la noche no tuvo novedad alguna, Kagome bailó un par cuadrillas y contradanzas, pero no volvió a cruzarse con el duque. Para cuando salieron de la fiesta ya era pasada la media noche.

- ¿Te divertiste? – preguntó Kagome, tratando de romper el silencio en el coche.

- Te vi salir de la terraza con el duque y bailar con él, no me gustó lo de la terraza, por lo demás te llevaste bien…

- Nos topamos por casualidad.

- Bueno nadie lo notó, porque o sino las personas dirían que quieres atrapar al duque, o ¿eso es lo que quieres?

- ¿Qué? – le miró indignada, pero el coche se detuvo y Kikyo bajó – Oye, dime de nuevo eso…

- Escucha Kagome, no quiero indiscreciones – le dijo una vez estuvieron dentro – Aún no te presentas en sociedad y ese no es para ti querida…

- No fui yo la que coqueteó todo la noche con el duque, más bien diría que eres tú la que quiere meterse en su cam… - la mano de Kikyo cruzó por su cara antes de que pudiera terminar.

- No te atrevas a insultarme y ya te lo dije compórtate, porque ese hombre sólo querrá jugar contigo… - le dijo antes de marcharse a su cuarto.

Kagome quedó en medio de la entrada de la casa, con una mano en su mejilla y sus ojos cargados de lágrimas. Tomó un poco de aire y luego de reponerse caminó hasta su cuarto con paso calmado; una vez se llegó, se cambió y se metió a su cama con rapidez, no se dejaría afectar por esas palabras, ni aunque fueran verdad…

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Bueno, ese fue el primer capítulo, desde ya Kikyo no cae nada bien… jajajaja XDD!...

Quiero comentarles una cosa de importancia. Como ven la historia ésta ambientada en el periodo de la Regencia. Es esencial que sepan que los TITULOS NOBILIARIOS (duques, marqueses, condes, vizcondes, etc.) que vaya usando en la historia, son verdaderos, éstas personas de verdad existieron, obviamente no tienen nada que ver con lo que sucederá en la historia, sólo los tomé para darles un toque de realismo.

¡Bien!, creo que eso es todo, la próxima semana nos veremos con el nuevo capítulo, dejen sus comentarios, sugerencias y demás… Les mando un abrazo… Nos vemos!