Era una noche muy animada, como tantas otras en el Night Club Konoha. Estaba en el camerino mientras su única amiga en aquel lugar le daba los últimos retoques de maquillaje. Tocaron la puerta avisándole que ya había llegado la hora de su número.

-Sal y déjalos sin respiración – le dijo Ino picándole el ojo. Aquella no noche no les tocaba bailar juntas, la aparición de Ino sería después del intermedio, la estrella de la noche. A ella por su parte le tocaba abrir show, literalmente le había rogado a Jiraiya que la dejara primero para poder regresar a su casa y terminar su practica de Derecho Administrativo.

A paso calmado salió del camerino, encaminándose a la escalera.

Escuchó como la presentaban y seguido de ello empezaban los gritos de los hombres.

-Y ahora nos acompaña nuestra hermosa Perla!

Aquel era su nombre para el trabajo, no le gustaba la idea de que la gente la reconociera. Inhaló y exhaló profundamente, su timidez debía quedarse allí. Lo harás bien se dijo dándose ánimos. Llevaba puesto una pequeña chaquetita blanca brillante muy ajustada, que apenas tapaba poco más de su generoso busto, tapando su intimidad unos panties de mismo color que la chaqueta y unas sandalias plateadas de unas 10 pulgadas de alto.

La música empezó a sonar, Careless Whisper de George Michael, una canción lenta pero sensual que la mantendría bailando durante cinco minutos. Los aplausos no se hicieron esperar cuando apareció bajando por el tubo dando suaves vueltas y abriendo las piernas al llegar al piso.

Los leves cambios del ritmo de la canción le marcaban el momento de seguir en su rutina que ya estaba por finalizar, tras haber hecho un escultural y erótica posición en el piso se sostuvo del tubo bajando y subiendo moviendo sensualmente sus caderas, de espaldas y luego frente al público para luego sostenerse con firmeza y levantar las piernas agarrándose sólo de ellas para inclinarse hacia atrás cuando la música llegaba a su fin.

Los sonoros aplausos no se hicieron esperar. Aquel era un club refinado y popular donde era mejor no entrar si no se tenía suficiente dinero, por eso había decidido trabajar allí, que solía ser frecuentado por empresarios y negociantes de todas las edades, sería muy difícil que unos de sus compañeros de la universidad descubriera aquel lugar. Inclinándose de forma atractiva recogió un bollo de billetes del suelo, pero no buscó más. Ella no soportaba que la tocasen aquellos hombres que iban a ese lugar buscando la belleza y juventud de las mujeres que allí trabajaban. Por eso no se acercaba a que le pusieran los billetes en su mínimo vestuario como tantas otras.

Sasuke no creía lo que había visto, de hecho necesitó concentrarse en la figura que bailaba en el escenario para confirmar su reciente descubrimiento. Siguió tomando de su copa mientras conversaba con Gaara, quien no le había hecho ningún comentario respecto a la atención que le prestaba a la bailarina, porque él también embobado mirándole. Perla recordó que la habían llamado, su rostro mostró una sonrisa arrogante. Nunca imaginó encontrársela en un lugar como aquel, mucho menos en aquel trabajo. Hinata, la tímida y mojigata de la clase, en realidad trabajaba en un club nocturno. Interesante.

Su hermano mayor por fin llegó, empezaron a debatir sobre el siguiente movimiento que llevarían a cabo para realizar su venganza personal, destruyendo su mayor competencia, que, como Gaara había investigado, estaba relacionada con asuntos ilegales. Perfecto. Ahora sólo había que investigarlo todo a fondo para así destruirlos hasta el último peldaño.

Hinata llegó al pequeño apartamento que compartía con su amiga Ino. Aunque hubiese preferido un lugar más grande, era lo mejor que habían podido conseguir en aquel tranquilo lugar. Su primera parada fue al lado, donde se izaba una amplia casa de dos pisos. Tocó suavemente la puerta que fue abierta por una amable señora.

-Hoy has llegado temprano Hinata-chan- le dijo sonriendo amablemente, ella tendría por lo menos 65 años-

-Hai, Chiyo-oba-sama, tengo que terminar una práctica de Derecho-

La anciana la guió hasta la habitación donde descansaba el pequeño Inoue, el hijo de Ino; lo observó tiernamente mientras lo tomaba en brazos, poseía el pelo rubio opaco de su madre y sus ahora cerrados ojos eran de un negro penetrante, herencia de su padre. Tenía apenas tres añitos y era un niño muy inteligente, al que Ino se dedicaba con todo el amor de una madre, haciéndolo todo por él.

Chiyo había sido un salvavidas para ella y para Ino cuando dos años atrás habían llegado a vivir en esa vecindad. Ambas habían empezado a trabajar en el club para poder pagar la renta del lugar, aunque habrían conseguido mucho más dinero si no solo bailasen, ninguna estaba dispuesta a perder de tal modo su dignidad. La señora, que era dueña de una pequeña floristería a unas cuadras donde Ino también trabajaría en la mañana, se ofreció a cuidar al pequeño cuando se enteró de su situación, siendo de gran apoyo para ambas.

Aunque sabía que ella no tenía necesidad económica alguna, pues Hinata tenía por entendido que además de la tienda sus nietos (a los que nunca había visto) también le daban soporte económico, cuidaba a Inoue por el pago de darle solo medio salario a una orgullosa Ino que no había aceptado su ayuda gratuita.

Al llegar a la casa fue a dejar al dormilón en su habitación. Se dio una ducha rápida antes de entrar al aposento en que ella y su amiga dormían; el apartamento tenía sólo dos habitaciones y lo mejor era darle su privacidad al pequeño. Luego de colocarse una holgada bata azul cielo que le llegaba hasta las rodillas y a los codos, se dedicó del todo a revisar los detalles de su trabajo de Derecho Administrativo. Estaba becada en la Todai, por lo que debía hacer todo a la perfección.

El tiempo le pasó desapercibido y apenas notó la hora que era cuando Ino llegó.

-Hina-chan!- le dijo cariñosamente la rubia abrazándola. Sobresaltándola.- No deberías seguir despierta – comentó la rubia frunciendo el entrecejo - ¿Cuántas veces lo has revisado?

-Ino…- Un leve sonrojo cubría sus mejillas- E-es que yo necesito que esté perfecto…- Dijo avergonzada la peliazul-

La rubia estalló a carcajadas, era increíble como aquella chica podía encarnar a la sensual Perla y ser en persona más tímida que un caracol. Fue a la habitación de su hijo y le dio un tierno beso en la mejilla. Él era su luz, su todo.

Tras ducharse obligó a la peliazul a entrar a la cama, sabiendo que le hacía un favor, pues desde que tocó la cama quedó totalmente dormida.

Era una noche lluviosa, los truenos resonaban. Hinata recordaba perfectamente como primo Neji había entrado desesperado a su habitación sin tocar siquiera la puerta, gesto muy impropio de él.

-Hinata-sama, debemos irnos de inmediato!- le dijo tomándola de la mano

-Qué sucede Neji-nii-san?- le preguntó sobresaltado, era la primera vez que veía a su primo tan desesperado

-Confíe en mí, sígame- Salieron de la lujosa mansión sin abordar siquiera un vehículo, y lo hicieron por salida del servicio como si fueran unos ladrones. Neji sostenía firmemente su mano mientras corría y le explicaba apresuradamente la situación. Demasiada información y muy poco tiempo para asimilarla.

- ¿Recuerda a Sai, el joven chofer? Tenía una novia, la dejaré allí..-

-¿Tenía? ¿Por qué vamos allí?- Preguntó grave mientras tomaban un taxi teniendo ya sus ropas empapadas.

-Hinata-sama necesito que sea fuerte para lo que le diré- ella asintió, esforzándose por asimilar la situación- Sus padres y su hermana, también Sai que los llevaba al aeropuerto han muerto- Hinata abrió ampliamente los ojos antes de caer desmayada-

-Hina... Hinata.. ¡Hinata!

Por fin despertó dándose cuenta de que tenía las mejillas empapadas y estaba aferrada a su rubia amiga, que en ese momento la abrazaba acariciándole el pelo. Se deshizo en llanto, había vuelto a soñar con aquella cruel noche hace tres años. Una vez se calmó le pidió disculpas a su amiga mientras se preparaba para irse a la universidad. Se puso una ajustada musculosa negra sobre la cual vistió un abrigo crema, jeans pescadores y sandalias negras bajas. Su largo pelo azul suelto hasta la cintura.

Fue a la cocina donde una laboriosa Ino ya le había preparado el desayuno. La miró pensando en lo importante que ella era, de no haber sido por su buen corazón y disposición se habría hundido. Aunque el novio de Ino también había muerto dejándola embarazada, ella acató al pie de la letra las recomendaciones de Neji, dejando Kyushu para irse a Kyoto, abandonando a su vez a sus padres con una sola petición: No me busquen. Hinata había tenido que cambiarse el apellido para que aquel hombre no pudiese encontrarla.

El pequeño Inoue corría hacia ella, que lo tomó en brazos regalándole una sincera sonrisa.

-Ya te vas tía Hinata? – Le dijo el pequeño que tenía en brazos

-Hai, he de llegar a la universidad – Dejándolo en el suelo. El niño corrió inmediatamente a las piernas de su joven madre que se agachó para estar a su altura, y lo abrazó cargándolo también.

Al igual que su madre el niño era muy vivo, por la mañana se la pasaba corriendo de un lado a otro.

-Me casaré con una mujer como Oca-san!- Hinata e Ino se estallaron de la risa, desde que había pasado un día en la tienda con su madre a la que un joven le dijo que sería una excelente esposa, Inoue no dejaba de repetir eso.

-Será mejor que me vaya, nos vemos Ino, Inoue!-

-Adiós Hina-chan, suerte con tu presentación!- Le dijo su fiel amiga

-Adiós tía Hinata, suerte con tu presentación!-Le dijo Inoue que ya casi cumplía cuatro años imitando a su madre.

Sin más Hinata enfiló camino a la universidad, a la que llegaba tras caminar unas siente cuadras, vio a lo lejos el resplandor del sol contra el pelo rubio de Naruto e inmediatamente un leve rubor cubrió sus mejillas. Él caminaba con un grupo de amigos pero ella no tenía ojos para nadie más. Desde que lo había conocido lo miraba de lejos. Tan feliz, alegre, animado… parecía que siempre todo iría bien y era por él que tenía fuerzas para seguir adelante.

-Me sorprende que te sonrojes solo por mirar al dobe, Perla- Hinata miró rápidamente hacia su costado, donde una morocho de profundos ojos negros la observaba como escarbara a través de ella. Uchiha Sasuke-

- Na-nani? – No podía ser. No podía creer que alguien hubiese descubierto su secreto.

El joven se acercó a ella invadiendo su espacio personal, su rostro debía estar color granate porque lo sentía increíblemente caliente. Sasuke agarró uno de los largos mechones de su pelo entre sus dedos soltándolo suavemente.

-¿Qu-que qui-quie-quieres? – Dijo sin poder evitar el tartamudeo-

-Que seas mi esclava – Y supo que hablaba en serio por su mirada. Como también supo que si se negaba su vida en la universidad se iría al traste, el rubio de los hermosos ojos azules se enteraría y dejaría de hablarle, quizás hasta llegara a odiarla.

-Ha-hai…- Dijo bajando la mirada y haciendo un esfuerzo sobre humano para aguantar los deseos de llorar.

Genial eso era lo único que le faltaba.

Sasuke dio un paso atrás y ella sintió cómo le colocaba algo en una mano. Un móvil.

-Procura responder siempre, y estar disponible cuando te necesite- dijo el Uchiha encaminándose a una moto negra que estaba parqueada a pocos metros. Una vez se montó miró por el retrovisor cómo la peliazul le observaba expectante. Y sonrió. Sí, ya tenía una nueva mucama.