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Capítulo 6: Un acto desvergonzado

Hermione se encontraba sentada en la biblioteca. Ya era mediodía. Su clase de Herbología acababa de terminar, y como no sentía muy hambrienta decidió saltarse el almuerzo a favor de ir nuevamente a la biblioteca. La clase de Herbología había sido refrescantemente tranquila, por lo menos nadie había intentado hechizarla. Desde aquel pequeño rumor sobre ella y Riddle los demás habían intentado hechizarla a cada instante, lo que estaba lentamente comenzando a fastidiarla. Incluso con sus reflejos entrenados por la guerra algunas de esas maldiciones habían superado sus defensas, como resultado había estado cojeando desde que esa maldición traba-piernas la había alcanzado después del desayuno. Herbología había resultado un buen descanso, pues sus compañeros Gryffindor habían estado demasiado distraídos mientras recolectaban las espinas del cactus español maldito. Y aunque los estudiantes de Hufflepuff eran mejores en Herbología, claramente no apreciaban a Riddle como el resto porque ninguno había intentado hechizarla. O quizás solamente no consideraban los hechizos como una manera de molestarla. Porque, honestamente, eran igual de desagradables que las otras casas. Por ejemplo, aparte de la profesora Sato, nadie había hablado con ella durante la clase. Pero, ¿Qué le importaba si ellos le hablaban o no? No los necesitaba, incluso prefería que todo fuera de esta forma. Ella se iría de todas formas de este lugar, ¿así que para qué molestarse con esta gente?

Eso la regresaba nuevamente a su problema principal: regresar a su tiempo. Sin importar lo gigantesca que esta biblioteca pareciera ser, no tenía ningún libro con la información que necesitaba. Hermione nunca lo había creído posible, pero estaba empezando a odiar la biblioteca. Hasta ahora había gastado cada momento libre allí pero no había encontrado nada ni siquiera remotamente útil. Existían tantos libros que trataban sobre el viaje en el tiempo que no podía creer que todos eran completamente inservibles. Pero lo eran. Incluso había releído algunos, pero eso no mejoró su contenido. Así que ella decidió que sería mejor buscar información sobre las Reliquias de la Muerte. Pero para su horror, esos libros eran incluso peor que los del viaje en el tiempo. El cuento de las Reliquias de la Muerte era un mito. Y eso definía los libros en los que en los que se encontraba: estaban todos repletos de cuentos de hadas. A Luna le habrían encantado.

La información que pudo reunir entre toda esa porquería se refería principalmente al cómo encontrarlas. Pero el problema era que Hermione no necesitaba encontrarlas, ya sabía dónde se encontraba cada una. La Varita de Sauco estaba con Grindelwald, la familia Potter tenía en su posición la Capa de invisibilidad y la Piedra de la resurrección era parte del anillo Gaunt que Riddle tenía actualmente en su dedo.

Lo que ella necesitaba no eran concejos en cómo encontrar las reliquias, sino información sobre los poderes de la Varita de Sauco. Y aunque la mayor información que se puede encontrar es sobre la varita, ningún libro hablaba su habilidad de viajar por el tiempo. Hermione no había esperado encontrar instrucciones paso a paso de cómo activar el modo "viaje en el tiempo" del a varita, pero al menos había esperado encontrar alguna pista. Pero no había nada, ni sobre la reliquia ni sobre los distintos métodos del viaje en el tiempo. Su investigación había alcanzado un punto muerto. ¿Cómo debería proceder ahora? Obviamente la biblioteca no tenía ninguna utilidad. Necesitaba a alguien que tuviera amplios conocimientos sobre magia, sobre la esencia de la magia.

Todavía tenía la opción de ir al ministerio, pensó Hermione. Hablar con alguien del Departamento de Misterios. Pero en el mismo instante en el que pensó en poner un pie dentro de ese departamento la invadió una sensación nauseabunda.

¿Entonces a quién recurrir? Había alguien que siempre había estado disponible para auxiliarla, hasta su muerte claro. ¡Dumbledore! Él es el mago más poderoso con vida. Hermione anhelaba poder decirle todo porque él siempre había sido capaz de resolver todos los problemas. O eso había parecido. Dumbledore no la conocía en ésta época, ¿Por qué tendría que confiar en ella? Y además, ¿Confiaba en él? ¿Confiaba en que él haría lo mejor para ella?

Dumbledore y las Reliquias de la Muerte…

Hermione sabía que él en algún punto en el tiempo había estado obsesionado con ella. Quería encontrarlas y usar la Piedra de Resurrección. Así que probablemente había investigado sobre el tema. ¿Cuándo había sido? Hermione se reclinó sobre su mesa, la cual era la más oculta de la biblioteca. Quizás podría encontrar algo en esa dirección. Sus dedos recorrieron el lomo del último libro que había leído.

Tan solo se tenía que deslizar dentro de su oficina y quizás, si tenía suerte, Dumbledore había tenido mayor éxito en encontrar información sobre las reliquias que ella.

Hermione miró su reloj. Un cuarto para la una. En este momento tenía que dirigirse a su siguiente clase, Aritmancia. Otra clase que le gustaba, igual a Herbología. En primer lugar no había Slytherins, lo que significaba que Riddle no estaría allí. Además, aparte de ella, solo había Revenclaws en la clase, quienes eran solo chicos. Así que no tendría que lidiar con un grupo vengativo compuesto por las fanáticas de Riddle. Hermione caminó hacia la salida de la biblioteca.

—Señorita DeCerto, usted no debería pasar tanto de su preciado tiempo leyendo esos libros antiguos. —la bibliotecaria, Srta. Peters, reprendió amablemente. Su mirada estaba posada con preocupación sobre Hermione.

—Está en lo cierto, Srta. Peters. —Hermione le sonrió. —Pero hay tanto que hacer, todavía no me he adaptado a la carga académica de Hogwarts.

—ya veo. Pero realmente no deberías sobrecargarte. Hay otras cosas aparte del estudio. ¿Hum? No olvides disfrutar la vida. —la Srta. Peters le giñó el ojo.

Hermione le sonrió otra vez. —No lo olvidaré, no se preocupe.

Después de eso abandonó la biblioteca.

"No olvides disfrutar la vida. No olvides disfrutar la vida. ¡Disfruta la vida!"

"¿Cómo?"

En algún punto en el tiempo había sabido cómo hacerlo, pero mucho antes en el tiempo, cuando ella todavía era la inocente Hermione. Ya no. Ahora lo único que había en su vida eran las misiones. Conseguir los Horcruxes… matar a Voldemort… regresar a su época…

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Riddle se encontraba sentado en el suelo, apoyando su espalda en el librero que se encontraba detrás de él. Normalmente no se sometería a si mismo en una posición tan indigna pero en esos momentos le daba lo mismo. Además era hora de almuerzo por lo cual era bastante improbable que algún estudiante lo viera así. En realidad no sabía por qué continuaba intentándolo. Ninguno de esos libros era de gran ayuda. Lo que hacía que Slughorn fuera la mejor idea disponible. Podría preguntarle en la siguiente reunión. Tendría eso sique manejar el tema con precaución para que Slughorn no empezara a sospechar. Pero después de todo, el profesor le tenía gran aprecio, Riddle solamente tendría que usar su encanto y su poderes de persuasión y Slughorn le diría todo,

Riddle recorrió ausentemente el inicio de la cicatriz que marcaba su antebrazo izquierdo y subía hasta alcanzar su brazo. Esa cicatriz era un recordatorio constante de lo que estaba combatiendo: debilidad. Después de un rato se puso de pie.

Incluso si Slughorn no sabía nada, Riddle todavía lo iba a hacer. No había forma de que él pudiera fallar. Prácticamente conocía totalmente el encantamiento original, el procedimiento y los ingredientes necesarios. Al menos para esa parte la estúpida biblioteca había sido útil. Bueno, le había costado dos años reunir toda esa información, pues había estado bien oculta entre los libros de la biblioteca de Hogwarts. En realidad no le sorprendería si él fuera el primero en considerar la creación de más de uno. Era un genio después de todo.

Riddle empezó a caminar por un corredor cuando escuchó un suave suspiro proveniente de una de las mesas. Él frunció el ceño. Quizás no estaba tan solo como había pensado en un principio. Luego se asomó por el costado de un librero y miró hacia la mesa que se encontraba en la esquina. Se sorprendió de ver a DeCerto sentada allí. Ella estaba inclinada sobre un libro que se veía muy antiguo. Lucía frustrada e incluso aparentemente furiosa con el libro que había estado leyendo.

"¿Quizás es demasiado estúpida para entender el lenguaje escrito de los humanos?"

No, Riddle sabía desde el duelo que tuvieron que DeCerto no era estúpida. Y su rendimiento en clases también era bastante bueno. En realidad, pensando en ello, su desempeño había estado aumentando últimamente. ¿Ella había necesitado un poco de tiempo para adaptarse a Hogwarts o se había estado conteniendo antes? ¡Estúpida chica! Habían muchas cosas sobre ella que no tenían sentido. Él tenía que averiguar la verdad sobre ella. Su forma esquiva era frustrante y molesta.

DeCerto se apoyó en el respaldo de su silla y su actitud era obviamente contemplativa. Quizás debía ir hacia ella y forzarla a decirle la verdad. ¿Por qué no? No había nadie más allí, ningún testigo. Vio como DeCerto revisaba su reloj, un reloj de pulsera que tenía una apariencia muy tonta. Luego ella se puso de pie, blandió su varita para que los libros que se encontraban en su mesa regresaran a sus estantes y después salió de la biblioteca.

Riddle dejó su escondite ubicado detrás de uno de los estantes, y se dirigió hacia la mesa que la Gryffindor había ocupado momentos antes. Sus dedos revolotearon por sobre la superficie de la mesa cuando pasó a su lado. Caminó hacia el contenedor que se encontraba detrás de la mesa. Había visto uno de los libros descartados volando en esa dirección. Él revisó el estante y, sin duda, en el lado izquierdo se encontraba el viejo y polvoroso tomo que DeCerto había estado leyendo. Sin demora tomó el libro y lo sacó de su lugar, girándolo para poder leer su título: Fabulas y Mitos de la antigüedad. Con el ceño fruncido abrió el libro, las páginas de pergamino eran amarillentas y frágiles, y además la escritura estaba desgastada y era difícil de leer. Él revisó el título de algunos de los capítulos; "La fábula de la esposa del tejedor y el Rey Dragón", "La flor de la Sabiduría", "El presente de la sirena para el pobre Chico del Establo".

¿Qué era eso? ¿Un libro de cuentos de hadas? ¿Por qué DeCerto estaba leyendo eso? Ella no le parecía el tipo de chicas que andaban leyendo cuentos para niños. Él recordó la expresión frustrada que tenían sus ojos cuando ella miraba el libro. Ella había estado buscando algo, y ese algo ciertamente no era una tierna y agradable historia para dormir. Riddle cerró el libro y miró su cubierta café de cuero. No, definitivamente había algo más en este libro. Él fue arrancado de sus cavilaciones cuando su mirada recayó sobre el reloj de pared ubicado no muy lejos. ¿Cómo se hizo tan tarde? Estaba apunto de estar atrasado para su siguiente clase. Él realmente odiaba llegar atrasado.

"¡Maldita DeCerto!". Dejó rápidamente la biblioteca, pero no sin antes registrar el libro para poder llevarlo consigo.

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—En serio, DeCerto. ¿No te es posible mantener un poco más ordenas tus cosas?

Hermione se despertó debido al desagradable sonido de la voz quejosa de Lucia. Abrió sus ojos y vio como Lucia se acercaba y pateaba enojada su baúl. La tapa del baúl se cerró sonoramente eliminando todo rastro de soñolencia de Hermione. Ella se sentó en su cama y miró con enojo a la otra chica. En realidad Hermione no era una persona desordenada. No, en realidad prefería tener un cuarto limpio y ordenado, pero aquí no ponía ningún esfuerzo en limpiar su espacio en el dormitorio. Quizás eso se debía a que el desorden molestaba a sus compañeras, quienes no habían sido muy amables con ella últimamente, o quizás también podría ser una forma estúpida de sabotaje hacia las inspecciones de Legifer. En realidad Hermione no estaba segura de la causa.

—¿Por qué? No sabía que te molestaba. —Le dijo a Lucia con voz dulzona y tierna.

La otra chica la miró de forma malvada por unos momentos y luego se giró ignorando a Hermione por completo. Hermione se encogió de hombros, después se puso de pie y caminó hacia el baño. A medida que cerraba la puerta pudo escuchar cómo Lucia le susurraba a Rose:

—¿Escuchaste eso? En serio, ¿Quién se cree ella que es?

Hermione cerró la puerta con pestillo y caminó hacia el lavadero. Se inclinó y observó su reflejo en el espejo. Su pelo estaba más despeinado de lo acostumbrado, lo que nunca había pensado posible, y su rostro estaba bastante pálido. Hermione suspiró.

—Buenos días para ti también.

Después de asearse, se sacó la camiseta con la cual había dormido, para poder así mirar el corte en su hombro izquierdo que había recibido en aquella legendaria clase de DCLAO. Se removió el vendaje y se estremeció mientras retiraba un poco de la sangre seca. La herida, incluso después de una semana, se veía fresca y dolorosa. Aparentemente las pociones y lociones que Madame Dulan había usado para sanarla no estaban funcionando como es debido. Probablemente la maldición que Riddle había usado impedía que la herida fuera sanada por medios mágicos.

"¡Ese bastardo!"

Bueno, lo único que queda es dejar que la herida sane por medios naturales. Si estaba en lo cierto sobre el hechizo que él había usado, cualquier intento de sanación mágico tendría únicamente por efecto el empeoramiento del corte. Así que Hermione no estaba dispuesta a ir a la Enfermería y correr ese riesgo. Además de todas formas no necesitaba la ayuda de madame Dulan. Ella sabía perfectamente cómo cuidar una herida como esa. Era una suerte que Riddle no alcanzara su brazo derecho. Hermione agitó si varita y conjuró de la nada gaza blanca, después de otra vuelta de su varita la tela se enrolló con firmeza en su hombro. Luego ella se puso su uniforme y dejó el baño. Las otras ya habían bajado a desayunar y no habían sentido la necesidad de esperarla. Que sorpresa.

En su camino al Gran Comedor alguien a sus espaldas le lanzó la maldición paralizadora. Pero Hermione estaba preparada, utilizando en contra hechizo sin demora. Se volteó y vio un grupo de chicas de quinto año de Ravenclaw y Gryffindor ocultas tras una esquina. Todo eso se estaba volviendo repetitivo. Pero en realidad no podía entender el cómo sus propios compañeros de casa escogían aliarse con Riddle. Él era el futuro Señor Oscuro por todos los cielos. Hermione sacudió su cabeza y reanudó su camino hacia el Gran Comedor.

Al llegar allí su mirada recayó inmediatamente sobre la mesa de Slytherin. Vio a Riddle sentado en su lugar habitual, él sostenía una copa elegantemente con una de sus manos y leía tranquilamente El Profeta. Él detuvo su lectura y la observó. Una sonrisa ladeada se empezó a formar en sus labios mientras la estudiaba. Ella le envió una mirada enojada y luego se giró, tomando un lugar en la mesa de Gryffindor entre Lupin y Longbottom.

—Buenos días Hermione. —Lupin la saludó.

—Buenos días. —Hermione contestó con poco entusiasmo mientras se estiraba para alcanzar un baso de jugo naranjo.

—¿lista para enfrentar un nuevo día repleto de nuevas e interesantes clases? —Longbottom preguntó mientras la codeaba suavemente en uno de sus lados.

Hermione lo miró y frunció el ceño, pero no le otorgó a su pregunta una respuesta.

—¿qué pasa? —Longbottom le preguntó mientras esparcía mantequilla en una tostada.

Hermione suspiró. —Legifer.

—Oh. —Longbottom le dio palmaditas compasivas en la espalda. —Seh, ella es una bruja maligna.

Hermione no pudo evitar reíste de su acertada descripción de la mujer. —¡Pero si ni siquiera estás en su clase!

—¡Cierto! ¿Simplemente tengo suerte de que soy un chico, no?

En ese momento las lechuzas llegaron con la entrega del correo matutino. Para sorpresa de Hermione dos lechuzas aterrizaron frente a ella.

—Oh, mira tienes cartas, Hermione. —-Weasley dijo de forma innecesaria desde el otro lado de la mesa.

—¿Así que hoy te dedicas a indicar lo obvio? —Lupin le preguntó.

Hermione recibió las cartas de las lechuzas y les ofreció un poco de tocino. Ellas lo tomaron, ulularon suavemente y luego volaron lejos. Hermione tomó la primera carta y la leyó.

Querida Srta. DeCerto;

Su detención tendrá lugar hoy a las 7 p.m. Nos encontraremos en la puerta principal. Por favor prepárese para estar unas horas en el exterior.

Amablemente,

Profesor McGray

—¿Sobre qué es? —Longbottom preguntó a su lado.

—Mi detención con McGray. —Hermione murmuró.

Lanzó una mirada a la mesa de Slytherin y pudo ver a Riddle, quién también leía una carta. Así que probablemente pasarían su detención juntos. Que confortable. Hermione alcanzó su segunda carta, el sobre estaba hecho de pergamino verde. Al interior decía:

Querida Srta. DeCerto:

Con esta carta me gustaría invitarla a un pequeño Club que he establecido hace unos años atrás. Muchos de sus compañeros ya se han unido y estaría encantado de que usted se nos uniera. Espero obtener una respuesta positiva en nuestra siguiente clases del lunes.

Sinceramente,

Profesor H.E.F. Slughorn

¿Una invitación al Club Slug? Hermione estaba confundida. ¿Por qué la invitó? Levantó su mirada hacia la mesa de profesores. Slughorn estaba sentado allí hablando animadamente con Merrythought. Cuando se dio cuenta que ella lo estaba mirando le sonrió y la saludó con la mano. ¿Por qué él quería que se uniera al Club Slug? Después de todo, ella había atacado a su estudiante favorito. Hermione sabía que al profesor le agradaba mucho Riddle.

—¿Quién te escribió? —Weasley preguntó desde el otro lado de la mesa.

—En serio, ¿tienen que ser tan chismosos? —Lupin reprendió a los otros dos chicos.

—Está bien, Amarys. —Hermione le dijo a Lupin. —Es una carta del profesor Slughorn. Aparentemente quiere invitarme a un Club.

—Oh, el Club Slug. —Longbottom dijo emocionado.

—¿Qué? —Hermione se hizo la ignorante, pues se suponía que ella no conocía ese nombre.

—Es un Club fundado por Slughorn. Todos los alumnos que son provenientes de familias importantes y reconocidas, o que tienen parientes famosos, son miembros. En verdad me gustaría ir. Dicen que las fiestas son geniales.

—¿Familias importantes y reconocidas? ¿Entonces por qué me invitó? —Hermione preguntó.

—Bueno, él también invita a estudiantes brillantes, ¿no es así? —Dijo Longbottom.

—Entonces no es ninguna sorpresa que no te invitara. —Weasley le disparó a Longbottom y luego se giró hacia Hermione y dijo. —Por supuesto que él te va a querer en el Club. Eres brillante. Justo como Lupin, él también es un miembro.

Hermione miró a Lupin. —¿En serio?

—Seh. —Contestó humildemente.

—¿Así que piensan que debería unirme? —cuestionó, por dentro estaba pensando si tenía otra opción sin atraer miradas sospechosas sobre su persona.

—¡Claro!

—¿Por qué no?

—Hermione, no veo por qué no deberías.

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Hermione al entrar al salón de clases, de Encantamientos y Hechizos para el cuidado del hogar, se dirigió a su mesa. Allí intentó ignorar las miradas hostiles que el resto de las estudiantes le enviaban. En este punto ya estaba increíblemente irritada por como se comportaban. En verdad deseaba maldecir a esas estúpidas chicas, "Con la maldición Cruciatus, y luego me reiré maniáticamente y me convertiré en la siguiente Dama Oscura".

Realmente necesitaba encontrar la forma de regresar a casa, o uno de estos días iba a explotar por todo el sarcasmo acumulado. Se sentó en su puesto al lado de Lucia y Rose, quienes hacían todo lo posible por estar lejos de ella.

"No es como si tuviera la plaga".

Hermione todavía pensaba que ellas no deberían excluirla por hechizar a Riddle, deberían estar entregándole una medalla de oro. Sus pensamientos negativos fueron iluminados cuando su profesora menos favorita entró al salón de clases.

—¡Buenos días clase! —La voz fuerte de Legifer les dio la bienvenida.

Ese día vestía otro de sus atuendos intachables, una falda lisa y negra junto a una blusa blanca debajo de su túnica exterior negra. Su pelo negro estaba peinado de forma ordenada y perfecta. Toda su perfección mareaba a Hermione.

—Hoy día no vamos a tener una clase práctica. —Declaró Legifer. Nadie se atrevió a quejarse sucede en las otras clases. —Será una clase sobre los deberes y el comportamiento adecuado que se espera de las brujas amas de casa.

Hermione sintió cómo una jaqueca comenzaba a desarrollarse en sus sienes. Quizás lo mejor que pudo haber hecho habría sido quedarse en cama y aceptar la detención correspondiente como hombre… o mejor dicho, como una bruja ama de casa. Soltó una pequeña risilla ante el pensamiento. Legifer le envió una mirada mortífera, pero por suerte, no dijo nada.

Por la siguiente hora y media Hermione intentó pasar el tiempo soñando despierta. Pero en ocasiones tenía que realmente esforzarse para bloquear la voz persistente y aguda de Legifer, que contenía un sinfín de elementos ofensivas en su discurso.

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—¡Buena suerte Hermione! —Weasley gritó mientras ella dejaba la Sala Común de Gryffindor.

Hermione pensó que realmente necesitaba buena suerte mientras se dirigía a su detención con McGray. No es que le tuviera miedo al profesor, no, en realidad lo que la perturbaba era la compañía. Estaba bastante segura de que se encontraría con Riddle en la entrada. Y al terminar de bajar las escaleras comprobó que su suposición no estaba errada, pues Riddle se encontraba apoyado casualmente en la pared junto a la entrada. Él tenía sus brazos entrecruzados frente a su pecho y parecía bastante molesto vestía una capa gruesa y botas pesadas. Así que iba preparado para pasar unas horas afuera como McGray había escribo. Enojada, Hermione tuvo nuevamente que admitir lo atractivo que se veía. Caminó hacia él pero lo ignoró, deteniéndose a unos cuantos pasos. Riddle le envió una mirada agresiva pero no habló. ¿Qué mierda lo tenía tan molesto? Ella le frunció el ceño, después de todo era su culpa que el profesor les diera esa detención. Nunca se hubieran metido en ese lío si no fuera porque él la atacó durante la clase de DCLAO. Hermione escuchó a alguien acercarse y se volteó a ver quién era, McGray estaba caminando hacia ellos.

—Buenas tardes, Srta. DeCerto, Sr. Riddle. —Saludó, el profesor vestía una capa similar a la de Riddle, pero la suya era café en vez de negra.

Después de observarlos comentó: —Veo que se han preparado para un poco de actividad exterior. Hoy vamos a adentrarnos en el Bosque Prohibido. La profesora Sato me pidió que le consiguiera unas cuantas bellotas de sangre frescas. Ustedes van a acompañarme.

Riddle asintió cortantemente. —Sí profesor.

Hermione se preguntó por qué tantas detenciones se realizaban en el Bosque Prohibido, después de todo, el lugar estaba prohibido por alguna buena razón.

Pero ella también asintió y dijo cortésmente: —Por supuesto, señor.

—Bien, bien. ¡Ahora síganme!

McGray se giró hacia la Entrada principal y la abrió. Caminó hacia afuera y Hermione y Riddle se quedaron sin otra opción más que seguirlo. En el momento en que salió el frio aire de otoño la rodeó. En ese momento se alegró de haber comprado una acogedora y gruesa capa de invierno en el Callejón Diagon.

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Riddle estaba cabreado. Realmente tenía mejores cosas que hacer con su tiempo en vez de desperdiciarlo en esa estúpida detención. Esperó a McGray junto a la Entrada Principal. Pero todavía no podía creer que le había dado detención, habían pasado años desde la última vez que le habían dado una. Él era siempre muy cauteloso para que ningún profesor descubriera sus andares o las infracciones de sus seguidores. Simplemente Tom Riddle no recibía detenciones, pero ahora estaba parado allí.

"¿Y de quién es la culpa?" Se preguntó a si mismo.

Levantó la mirada cuando escuchó a alguien acercarse. Era DeCerto. Si nivel de enojo se elevó unas cuantos centímetros. Su cabello era un ridículo desastre desordenado como siempre y, notó molesto, ella también vestía una pesada capa negra. No muy a la moda pero práctica. Él no conocía ninguna otra chica en Hogwarts que ignorara su sentido de la moda a esos extremos. De cierta forma le gustaba cómo DeCerto no se arreglaba como las otras chicas, esas muñecas a la moda resultaban bastante cansadoras. De repente Riddle se sintió muy enfadado de que existiera algo que le agradara sobre DeCerto. La observó agresivamente y su mirada se intensificó cuando ella se atrevió a fruncirle el ceño. DeCerto se salvó de ser hechizada gracias a McGray quien se acercaba a ellos. El profesor los saludó y luego anunció que la detención se llevaría a cabo en el Bosque Prohibido. Riddle no estaba sorprendido porque se había esperado algo como esto. Observó a DeCerto quien se encontraba a su lado y se sorprendió de ver que ella no parecía asustada ante el prospecto de ir al Bosque. Pero en realidad, gracia a él, nadie le dirigía la palabra, así que quizás no sabía nada sobre el Bosque Prohibido.

Riddle siguió al profesor fuera del castillo. A medida que se acercaban al borde del castillo el profesor dijo: —Ustedes se van a quedar cerca de mi cuando nos adentremos al bosque, ¿entendido? Nada de merodear solos. Este es un lugar peligroso.

Riddle suprimió una sonrisa sarcástica que intentaba formarse en su rostro. Miró el lado donde DeCerto caminaba junto él, ella todavía no lucía asustada. Riddle frunció el ceño, ¿quizás era su deber debería cambiar eso?

—¿Es cierto que hay centauros dentro del bosque? —Miró a McGray inocentemente. Sabía que los centauros eran altamente temidos por los magos.

—Sí, esta en lo cierto Sr. Riddle. En realidad hay toda una colonia viviendo dentro del Bosque Prohibido. —Respondió McGray.

Riddle miró triunfante a DeCerto. De seguro ahora esa chica estúpida ahora estaba aterrorizada ante la idea de tener que adentrarse al bosque. Gran fue su sorpresa al encontrarla todavía caminando tranquilamente a su lado. No parecía que le importaran los centauros en absoluto.

—¿Qué tan profundo nos vamos a adentrar para encontrarlas semillas? —Preguntó a continuación.

—No estoy seguro. Pero creo que no iremos muy lejos. —McGray respondió de modo tranquilizador y DeCerto sonrió burlesca. Riddle se sintió disgustado interiormente, ahora parecía que él tenía miedo de adentrarse en aquel lugar.

Hermione estaba consciente de lo que intentaba hacer Riddle. Quería asustarla. "Señor, yo no estoy asustada de dar un pequeña caminada dentro del oscuro y aterrador bosque." En ese momento alcanzaron los límites el Bosque Prohibido y McGray se giró hacia ellos para decirles:

—Ahora déjenme repetir, y que les quede claro; No se van a ir a caminar por su cuenta. Es muy fácil perderse en este bosque.

"Mejor, querrás decir, es fácil conseguir que te coman". Hermione no necesitaba otro discurso sobre lo peligroso que era el Bosque Prohibido. Realmente ella se había enfrentado a cosas peores, mucho peores. McGray reanudó su caminata hacia el bosque, con Riddle y Hermione siguiéndolo de cerca. Hermione respiró profundo, el aire estaba húmedo y tenía un olor fuerte gracias a tierra y la madera en descomposición. El ruido de sus pasos eran suavizados gracias a las muchas capas de viejas hojas en el suelo. A Hermione le gustaba el bosque. Por los últimos dos años había vivido prácticamente todo el tiempo en busques. Pues Harry, Ron y ella preferían instalar su carpa en lugares solitarios y aislados. Había sido demasiado peligroso para ellos correr el riesgo de ser vistos cerca de lugares poblados, así que generalmente de aparecían en lugares apartados. En aquellos sectores en algunas ocasiones podían sentir la extra sensación de estar seguros. Incluso si ese sentimiento no había sido nada más que una ilusión, a Hermione de todas formas le gustaba mucho estar en el el bosque. Los tres caminaron en silencio por unos minutos. McGray al frente, Hermione en el medio y Riddle al final. Luego Hermione vio que McGray se detenía y examinaba algo en el suelo.

—Miren esto. —Exclamó y levantó su mano.

Hermione vio que sus denos estaban cubiertos con algo que se parecía a la sangre.

—Creo que el Roble de sangre está cerca de aquí, mantengan sus bien ojos abiertos.

El bosque era especialmente denso en ese sector. Los arboles estaban tan juntos que aparentaban ser una pared impenetrable. Pero McGray empezó a buscar su camino alrededor. Hermione lo siguió y lanzó una mirada hacia atrás donde estaba Riddle. Él parecía estar más molesto que al inicio de la incursión.

"Probablemente cree que no es digno de él el tener que caminar sobre todo este desastre". Pensó Hermione mientras se abría paso entremedio de las ramas. Unos pocos pasos más y logró atravesar todos esos arboles y arbustos, encontrándose a sí misma parada al borde de un claro. En el medio del claro se podía ver un impresionante árbol viejo. Era completamente negro y su tronco tenía un metro de diámetro. Aunque era mediados de Agosto no había ni una sola hoja en aquellas ramas. El árbol se veía muerto como si estuviera en lo más crudo del invierno. Hermione podía ver gracias a la luz de luna que un líquido viscoso bajaba por su madera oscura. Ella caminó hacia el árbol donde McGray se encontraba de pie. Riddle, quien recién había llegado a l claro, la siguió.

—Este es realmente un espécimen impresionante. —Dijo McGray.

Hermione levantó su mano y la apoyó en tronco como una leve caricia. Luego miró su mano y vio que su palma se encontraba cubierta de algo que se veía como la sangre.

—Sí, profesor. Hemos sido realmente afortunados de encontrarlo. —dijo con vos suave.

—Sí, lo somos. —McGray acordó con ella mientras buscaba algo en su bolso.

De allí sacó dos pequeñas bolsas y le pasó una a cada uno.

—Tengan, miren el suelo alrededor del árbol y recojan las bellotas caídas. La profesora Sato va a estar muy agradecida si le conseguimos unas cuantas. La cascara de las bellotas de sangre es un ingrediente principal de la poción reabastecedora de sangre.

Hermione aceptó la bolsa y vio que Riddle hacía lo mismo a regañadientes. Luego empezaron a recorrer el área y recogieron las bellotas caídas. Después de un tiempo Hermione había recogido una buena cantidad de esas pequeñas nueces. Cuando se volvió a agachar para recoger uno más escuchó un suave ruido sordo. Levantó su mirada y vio a un thestral que había aterrizado en el claro. El animal olisqueó el aire y miró con curiosidad a los tres intrusos que invadían su territorio.

Los thestral eran, a opinión de Hermione, unas criaturas que no eran bonitas. Se veían como caballos, pero el toque reptil en sus cuerpos, hacía que en quienes los observaban surgiera la sensación de que algo no estaba bien con esas criaturas. La piel gris que recubría su cuerpo los hacía verse más como un esqueleto que una criatura viva.

Hermione observó al thestral que acababa de aterrizar dólar sus alas. Ciertamente no era ninguna belleza pero como todos los de su especie, irradiaba cierta aura de dignidad. Desde la primera vez que había visto su primer thestral le habían encantado. Aunque, por supuesto, no le gustaban las circunstancias que habían hecho posible para ella el verlos. Pero esos animales en sí mismos eran algo fascinante.

—¡DeCerto, cuidado! Un thestral acaba de aterrizar frente a ti. —McGray le advirtió.

Hermione miró detrás de ella. Unos pocos metros más allá se encontraba su profesor. Obviamente él podía ver el animal y había intentado advertirla de su presencia. Por supuesto, él no sospechaba que ella también era capaz de verlo. Hermione lanzó una mirada a Riddle y casi salta al que él tenía su mirada fija en ella. Estaba bastante segura de que él también podía ver el animal. Después de todo había matado a su propio padre. Así que él había visto la muerte que le permitiría ver los thestrals. ¿Pero por qué su mirada estaba fija en ella? Hermione se volteó hacia el animal y caminó en su dirección.

—Señorita DeCerto, deténgase. ¡Está caminando en su dirección! —McGray le volvió a advertir.

Hermione miró hacia atrás y dijo suavemente: —Lo sé. Puedo verlo.

El animal no se había movido y ahora estaba examinando a Hermione con sus ojos vigilantes. Ella lo alcanzó en unos pocos pasos, observó que era un thestral bastante grande.

—¡Hola! —saludó con voz suave a la criatura caballuna.

Extendió su mano hacia la criatura. El thestral en un principio retrocedió unos centímetros, pero al final su curiosidad le dominó y olisqueó la mano de Hermione, quien sonrió al ver la acción. Gentilmente tocó el cuello de la criatura y lo acarició. La piel del thestral era suave y tibia al tacto. Hermione se preguntó como estas gentiles criaturas, tan llenas de vida, podían ser vistas como presagios de muerte en el mundo mágico. El animal bajó su cabeza y, ligeramente, golpeo con su hocico la mano izquierda de Hermione. Luego empezó a lamer la palma de su mano. Ella miró abajo y vio que su mano todavía estaba cubierta por aquella sustancia roja del momento en que había tocado el tronco del árbol. El roble de sangre era obviamente la razón por la cual el thestral estaba aquí. Hermione se rió suavemente cuando la lengua escurridiza y de punta bifurcada se deslizó sobre su piel.

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"¡Que estúpida detención!" Se quejaba mentalmente Riddle mientras recorría el pequeño claro en busca de bellotas caídas. En serio, si él hubiese querido desperdiciar su tiempo, pudo haber escogido hablar con una de aquellas chicas insoportables que disfrutaban idolatrarlo. Observó brevemente a DeCerto, quien también se encontraba recolectando bellotas. Bueno, ella ciertamente no era una de esas chicas. Incluso ella podría ser la única chica e todo Hogwarts sin estar prendada de él. En ese instante decidió que ella era un caso extraño. Lo que más le molestaba, era que ella todavía no daba ni la más mínima señal de estar asustada por estar dentro del Bosque Prohibido. Eso podría haber hecho esta situación un poco más entretenida. Pero no, ella estaba caminando por entre los arboles como si fuera cosa de todos los días. E incluso parecía disfrutarlo. Riddle deseó estar a solas con ella, de esa forma podría someterla a la cruciatus.

La mirada de Riddle se posó en el oscuro cielo de la noche. Entrecerró sus ojos y sus ceja se fruncieron cuando vio una masa oscura que parecía dirigirse al claro. Su mano se dirigió hacia su varita. Después de unos momentos pudo reconocer a la masa negra como un thestral. Así que soltó su varita, los thestral no eran criaturas peligrosas. Bastante feas, sí, pero no peligrosas. La criatura aterrizó en el claro, a tan solo unos metros frente a DeCerto. Una sonrisa malvada se formó en su rostro, era muy probable que la detención se pusiera interesante de ahora en adelante. Solo aquellos que han visto a alguien morir pueden ver un thestral. Riddle no sabía si DeCerto sería capaz de ver el animal, pero ella provenía de una zona de guerra en Francia, así que era bastante probable que pudiera verlo. De todas formas, estaba bastante seguro de que ella no estaría feliz con la presencia del thestral.

—¡DeCerto, cuidado! Un thestral acaba de aterrizar frente a ti. —Escuchó a McGray decir.

DeCerto miró a McGray. Ella no contestó a su advertencia. Pero para la inmensa desilusión de Riddle, ella no se veía asustada en lo más mínimo. La chica se giró nuevamente hacia el thestral y caminó hacia él. Era claro que DeCerto podía verlo, concluyó Riddle.

Él escuchó a McGray repetir nuevamente una advertencia innecesaria. En esta ocasión DeCerto le contestó con voz suave: —Lo sé. Puedo verlo.

Riddle observó a DeCerto acercarse al thestral. Sus pasos no eran inseguros, por el contrario, ella parecía bastante confiada. Cuando alcanzó a la criatura le ofreció su mano y luego empezó a acariciarlo. Riddle podía ver su rostro, ella estaba mirando al animal con serenidad. Como si se estuviera rencontrando con un viejo conocido después de un buen tiempo. Pero también podía ver tristeza brillando en esos ojos. Él estaba sorprendido de lo cambiada que se veía DeCerto, y deseaba saber desesperadamente que había causado que DeCerto fuera capaz de ver el animal. ¿A quién vio morir? Riddle podía sentir su enojo crecer otra vez, detestaba no saber las cosas. Y hasta ahora DeCerto había sido capaz de esconder sus secretos de él con maestría.

—¡Señorita DeCerto!

Hermione sintió que alguien tomaba su brazo. Se giró, dando la espalda al thestral y vio al profesor McGray de pie a su lado. Al tener su atención él la arrastró lejos de la criatura.

—¡eso ha sido suficiente! —McGray dijo severo.

La llevó hasta el lugar donde se encontraba Riddle. Hermione miró al otro y no se sorprendió de encontrarlo observándola malvadamente.

—Ya es tarde. Creo que deberíamos regresar al castillo. —McGray anunció.

—Sí, profesor. —Riddle dijo con su voz más educada y cortés.

Hermione rodó sus ojos al escucharlo. ¿Acaso ese gilipollas nunca dejaba de jugar a ser la mascota de los profesores? Merlín, eso era demasiado incluso para ella. Realizaron el camino de regreso en silencio. Hermione se sintió un poco triste al dejar los terrenos del bosque atrás, pues realmente no quería regresar al castillo. Hogwarts le gustaba, pero odiaba los habitantes que tenía actualmente.

Cuando alcanzaron las gigantescas puertas del castillo McGray dijo; —Aunque hoy fuera una noche muy exitosa, confío en no tener que volver a repetirla. Espero que ustedes dos no vuelvan a hacer algo como el incidente de nuestra última clase de Defensa.

—No profesor. —Riddle parecía avergonzado de sí mismo. Y una vez más Hermione admiró sus habilidades de actuación.

—Esta bien. Ahora tengo que llevar éstas. —McGray levantó la bolsa de bellotas—. Al invernadero. Señor Riddle, confío que va a acompañar a la señorita DeCerto a su sala común.

Hermione frunció el ceño al escuchar al profesor. ¿Se trataba de otra de las costumbres de los cuarenta? ¿Dónde una chica era incapaz de encontrar por si sola el camino de regreso a su propio dormitorio?

—Eso no será necesario, profesor McGray. —Dijo Hermione— Estoy segura de que puedo encontrar mi camino de regreso sin problemas.

—No, no. Señorita DeCerto. —McGray la reprendió. —Es realmente tarde. No quiero que esté merodeando por los pasillos sola. Además el señor Riddle es un prefecto, así que estoy seguro de que no le va a molestar.

—Por supuesto que no, señor. —Riddle contestó.

Hermione suspiró. McGray no lo escuchó, pero Riddle que se encontraba justo a su lado lo hizo, de eso estaba segura pero no le importaba. Realmente no quería estar a solas con Riddle. Lo último que quería era que el intentara extraerle información otra vez. Pero no podía ver alguna forma de librarse de la situación. Así que nuevamente se encontró a sí misma bastante sola con cierto señor Riddle. Ellos caminaban lado a lado hacia la sala común de Gryffindor. Hermione se sentía muy estresada, su mano derecha temblaba, lista para liberar su varita.

—¿Por qué tan tensa, DeCerto? —Riddle le envió una sonrisa ladeada.

Hermione no contestó. No deseaba provocarlo de ninguna forma, pero al mismo tiempo era consiente de que si le contestaba iba a ser incapaz de no insultarlo. Así que la mejor solución era no hablar en absoluto. Ella lo miró y vio que todavía le estaba sonriendo satisfecho de sí mismo. Estaba segura que él sabía cómo esa sonrisa la molestaba aún más.

—¿Disfrutaste nuestro pequeño paseo por el Bosque Prohibido? —Riddle continuó conversando. —Fue, después de todo, tu culpa el que tengamos que realizarlo.

Ya había sido suficiente, Hermione sintió su odio burbujear dentro de su cuerpo. —¿Mi culpa? —Le gritó enojada. —Tú me atacaste en ese duelo. Lo único que hice fue defenderme. Y luego enviaste todas esas arpías detrás de mí.

—¿De qué estas hablando? —Riddle la miró fingiendo sorpresa. —Tú me atacaste viciosamente. Y en realidad es tu culpa de que toda la escuela te odie ahora.

Hermione frunció el ceño pero no le contestó. Era claro que él intentaba enojarla. Riddle la miró y se rió, Hermione podía ver que su enojo le entretenía. Se giró y se alejó de él. ¿Por qué la maldita sala común estaba tan lejos?

La próxima vez que Riddle habló, todo signo de burla había desaparecido de su voz, la cual era nuevamente fría y amenazadora. —Ahora, ¿Vas a decirme finalmente qué es lo que estás ocultando?

Hermione lo miró fijamente. Allí estaba nuevamente ese brillo malicioso en sus ojos, y al verlo, ella tragó duro.

—Todavía no sé qué quieres de mí. —Logró susurrar.

Riddle sujetó su muñeca con brusquedad, ella siseó de dolor cuando él la giró con fuerza para que quedaran enfrentados cara a cara.

—No juegues conmigo, DeCerto.

Él sujetó su otra muñeca, dejándola sin oportunidad de apartarse o desfundar su varita. Ella estaba aterrada. Él utilizó su altura para dominarla y sujetarla en su lugar mientras no dejaba de mirarla intensamente. Hermione era incapaz de mirar otra cosa que no fueran esos demandantes ojos. Había unos trazos de rojo en esos magnéticos ojos grises, pero ella esperaba que solo fuera un efecto de la luz. Ahora estaba temblando y sabía que él podía sentirlo a través de su agarre.

—¿De dónde eres? —demandó con su voz fría como el hielo que no toleraba ninguna resistencia. —¿Qué es lo que quieres en este lugar?

Era aterrorizante, pero Hermione sabía que no podía rendirse ahora. —Y… Soy de Francia. —Dijo tartamudeando tímidamente. —Soy una refugiada…

Riddle retorció sus brazos dolorosamente mientras ordenaba: —No me digas esas patrañas, ¡Di la verdad!

Hermione sollozó ante sus palabras y el dolor en sus muñecas. Estaba segura de que le saldrían hematomas más tarde, por lo fuerte que la estaba sujetando. Pero antes de que él pudiera hacer algo más. Se escucharon voces acercándose por el pasillo. Hermione sintió una oleada de alivio cuando las voces se volvieron más y más fuertes. Alguien caminaba en su dirección. Riddle giró la cabeza y estaba mirando hacia la dirección de la cual provenían las voces. Hermione pudo ver cómo se formaba un furioso ceño fruncido entre sus cejas. Claramente no estaba feliz con aquellos intrusos que interferían con su interrogatorio. Pero Hermione no podía estar más aliviada.

Ahora Hermione podía reconocer que quienes se acercaban eran chicas, quizás dos o tres. Cuando ellas estaban a tan solo unos metros de distancia se sobresaltó al ver al súbita sonrisa malvada que Riddle le envió. Luego retrocedió algunos pasos hasta que golpeó la pared detrás de él con su espalda. En todo el proceso se preocupó de arrastrar a Hermione consigo. En el momento en que las voces de las chicas estaban muy cerca, Riddle exclamó:

—DeCerto, por favor detente ahora. NO VOY a tener una cita contigo.

Hermione lo miró incrédula. Aunque su voz había sonado muy severa (con la cantidad justa de indignación y aprehensión), él le estaba sonriendo. Ella escuchó cómo las voces se detenían, pero no se atrevió a mirar hacia la esquina, por la cual las chicas iban a aparecer en cualquier momento. Se escucharon unos cuantos pasos y una inhalación brusca de aire le informó que las chicas podían verlos de pie en el corredor. Lanzó una mirada en su dirección y pudo ver a tres chicas, eran de Gryffindor y quizás de cuarto o quinto año.

Hermione sabía perfectamente cómo toda esta situación lucía para ellas. Allí estaba ella, la nueva chica demente, una conocida acosadora del popular y atractivo prefecto de Slytherin, a solas con su victima en un corredor solitario. Riddle esta ahora con su espalda presionada contra pared y tenía una mirada de conmocionada plasmada en sus ojos grises. Oh, él era un actor maravillosamente convincente. Todavía sujetaba con fuerza sus muñecas, pero tenía sus brazos apoyados contra la pared, por lo cual parecía que era ella quien lo estaba sujetando.

Él apartó su rostro conmocionado de ella y observó a las tres chicas que estaban de pie en el corredor. Hermione también las observó y pudo ver la forma furiosa en que ellas la miraban.

"Genial." Pensó. "¡Ahora piensan que lo estoy acosando!"

Sintió como Riddle aflojaba el agarre en sus muñecas e instintivamente retrocedió algunos pasos. Sabía que ese movimiento no la ayudaría a convencerlas de su inocencia, pero simplemente no lo pudo evitar.

—Mira, DeCerto. —escuchó a Riddle decir con voz tranquilizadora. —Lo siento, ¿entiendes? Pero no quiero salir contigo. Por favor, acéptalo.

Hermione se sintió enferma ante la aparente honestidad de su aseveración. Era una gran mentira pero sabía lo convincente que era. No había ninguna forma de que esas Gryffindor no le creyeran.

—¿Está todo bien? —escuchó a una de las chicas preguntar con recelo.

Riddle se giró hacia ella y la miró con alivio y dijo con voz un tanto avergonzada: —Um… Si. —luego les sonrió y Hermione se sintió enferma al ver como las tres chicas se sonrojaban.

—solo estaba caminando hacia mi sala común. —Continuó Riddle.

Luego se alejó unos cuantos pasos de Hermione y caminó hacia las chicas.

—Yo…. Eeh, simplemente me iré, ¿está bien? —Les dijo.

—¿Quieres que te hagamos compañía? —La chica con cabello negro y largo preguntó mientras miraba a Hermione con ferocidad.

Riddle se rió atractivamente y replicó, todavía sonando avergonzado: —No, no. Eso no es necesario.

Luego miró a Hermione inseguro. Ella sabía como las chicas iban a ver esto y malinterpretarlo. Y, por supuesto, esa era la única razón por la cual Riddle lo hizo en primer lugar. Antes de irse Riddle les deseó las buenas noches e ignoró completamente a Hermione.

Hermione se quedó en medio del corredor y miró fijamente la espalda de Riddle mientras se alejaba. Estaba muda de asombro ante su audaz comportamiento. ¿Cómo se podía mirar en el espejo después de comportarse así? Nunca había conocido a alguien tan astuto y manipulador. Ni siquiera Voldemort de su tiempo actuaba de esa forma. Nunca se abría rebajado a sí mismo a algo como eso. No es que él fuera de mayor integridad moral que Tom Riddle, para nada, pero por lo menos nunca había hecho una artimaña como esa.

Hermione tuvo que detener su cadena de pensamientos cuando una voz chillona le gritó: —¿Tú perra repugnante, cómo te atreves a hacer algo como eso?

Ella se giró hacia las tres chicas que todavía se encontraban en el pasillo. Una de ellas tenía el cabello negro y largo, la otra era rubia y la última tenía su pelo castaño y corto. Hermione estaba segura que esas chicas normalmente eran dulces y amigables, e incluso en otras circunstancias podrían haber sido las cuatro amigas. Pero ahora las tres tenían expresiones similares en sus bonitos rostros que expresaban desde rabia y furia, hasta disgusto e indignación. Todos esos sentimientos hostiles dirigidos a su persona. Hermione se preguntó brevemente que debía hacer ahora. Explicarles a esas chicas que en primer lugar todo ese embrollo era culpa de Riddle sería tiempo perdido. Nunca le creerían. ¿Así que quizás regresar a la sala común sería la mejor opción?

—Oye, ¡puta!, ¡Te estoy hablando! —la rubia le gritó.

Nuevamente estaba sorprendida por las palabrotas que aquellas estudiantes conocían. "¿Qué tendría que decir Legifer sobre esto si las escuchara?" pensó tontamente. Quizás otorgarles puntos a sus casas por insultarla. Hermione soltó unas pequeñas risitas.

—¿Escucharon eso? ¡Se está riendo! ¡Mujerzuela loca! —la rubia le susurró indignada a sus amigas y luego se dirigió agresivamente a Hermione. —Mantén tus manos lejos de Tom. Él no te quiere. Si continuas de esta forma vas a obtener tu merecido, ¿entendiste?

Hermione las miró con su rostro carente de toda expresión. Eso era absurdo. Esas chicas realmente estaban defendiendo a Tom Riddle. ¿Cómo podían ser tan ciegas? Pero bueno, él todavía no era el Señor Oscuro. Además, si Hermione no supiera que él era un cretino mentiroso, ella también creería cada una de las palabras que salen de su boca.

Hermione sacudió su cabeza y dijo calmadamente. —Lo que tú digas. —Luego pasó a las chicas y caminó hacia la sala común de Gryffindor.

Al atravesar el retrato de la Dama Gorda pudo ver que la sala común estaba repleta. Los estudiantes estaban sentados por todos lados, en las sillas o en los sofás, haciendo sus deberes o simplemente conversando. Como quería estar sola, se dirigió a su dormitorio.

—Oye, Hermione, ¿Cómo estuvo la detención? —Una voz la llamó a sus espaldas. Hermione se giró y vio a Longbottom. Aparentemente él estaba en medio de una partida de ajedrez con Weasley.

—Adorable. —Dijo con sarcasmo.

—¿Tan mal, eh? Dijo con una sonrisa ladeada.

—…Me voy a la cama. —realmente deseaba abandonar la sala común.

No quería estar allí cuando esas tres chicas llegaran, y se dispusieran a agregar un nuevo rumor sobre la demente chica que se dedicaba a acosar inocentes y atractivos prefectos. Al entrar al dormitorio se sintió aliviada de encontrarlo vacío, sabía que no apreciaría la compañía en ese preciso instante.

Se sacó la ropa para ponerse su piyama y después de cepillarse los dientes se metió a su cama y cerró las cortinas a su alrededor. Por unos momentos consideró colocar un hechizo de alarma en su cama. Después de todo no esperaba que el comportamiento de sus compañeras de cuarto mejorara después de la nueva mentira que Riddle había creado sobre ella. Suspiró y movió su varita para crear un hechizo de alarma pequeño. Toda esta situación le recordaba levemente a su cuarto año, en ese tiempo también habían rumores desagradables sobre ella. Ese había sido el año del Torneo de los tres magos, y la estúpida baca de Skeeter había escrito en el Profeta que ella era la novia de Harry, pero que al mismo tiempo lo estaba engañando con nadie menos que Victor Krum. Oh, como las chicas la habían odiado esos meses. Un día había despertado para encontrarse con que todas sus cosas habían sido transformadas en una pila de insectos muertos. Todavía se preguntaba cómo lo habían logrado siendo estudiantes de cuarto año. Así que ese pequeño hechizo de alarma era más que necesario, pensó mientras bostezaba sonoramente y se recostaba en su cama.

Hermione sintió un malestar familiar en su estómago mientras pensaba en la gente de su época. Se preguntó vagamente que había pasado con sus antiguas compañeras de cuarto. Después de que abandonó Hogwarts dos años atrás jamás las había vuelto a ver. Solo quedaba esperar que estuvieran bien. Todas las cosas horribles que había tenido que vivir todavía no sucedían, pero para ella todos esos recuerdos eran igual de reales que el mundo en el cual ahora vivía. Necesitaba terminar esta pesadilla lo más rápido posible antes de perder realmente la cabeza. Tiene que haber una forma de regresar al futuro. "La oficina de Dumbledore". Pensó antes de dormirse. "Debe de haber encontrado información sobre las Reliquias de la muerte".

¿Cuántos? —Él gritó por sobre el ruido de los hechizos que se acercaban.

Hermione se inclinó hacia un costado para poder ver mejor sus alrededores. —¡Puedo ver al menos cinco! —Le gritó.

Ellos estaban actualmente en el viejo edificio del ministerio de Magia, sentados en un corredor de los pisos superiores. Ese edificio había albergado el Ministerio hasta ser abandonado a fines de 1960. Después de eso el ministerio se había movido a un edificio nuevo y más grande. El viejo edificio había sido usado desde entonces como una especie de museo. Como era un prestigioso y antiguo lugar de la historia mágica, Hermione estaba convencida que Voldemort lo había usado para ocultar uno de sus Horcruxes. Esa era la razón por la cual Harry, Ron, Neville y ella se habían infiltrado allí. En alguna parte debía estar oculta la Daga de Gryffindor.

Una maldición golpeó fuertemente el pilar y pedazos de roca cayeron a su alrededor.

¡Tenemos que movernos! —Hermione gritó.

Neville asintió y luego ambos abandonaron su lugar de protección y atacaron a los mortífagos. Hermione no tenía ni la más mínima idea de cómo los habían encontrado, pero esperaba que Harry y Ron no se encontraran con algunos de ellos mientras ella y Neville se las arreglaban para incapacitar a los mortífagos sin salir muy heridos. Hermione envió un aturdidor hacia un mortífago y lo vio desplomarse.

Okay, ¡Vámonos! —Neville dijo mientras caminaba por sobre uno de los cuerpos en el suelo.

Neville caminó hacia Hermione y ella vio como el mortífago que había goleado con el aturdidor se estaba poniendo nuevamente de pie. Él estaba detrás de Neville así que este no podía ver el peligro al que se enfrentaba. Hermione gritó y le indicó que regresara a su posición anterior. Pero era demasiado tarde. El mortífago ya le había enviado una maldición. Una luz roja brillante se apresuró hacia Neville y Hermione pudo escuchar un fuerte crujido cuando ésta chocó con su pecho. En el momento en que el cuerpo de Neville golpeó el sueño ella envió su propia maldición al mortífago y esta cayó al suelo inmóvil.

Hermione corrió hacia la caída forma de Neville, arrodillándose junto a él. Sangre fluía libremente desde una gigantesca herida en su pecho. Él gemía y sollozaba de dolor. Hermione retiró su camisa, jadeando al ver cuan herido realmente estaba su amigo. Su torax estaba abierto de par en par, e incluso se podían ver fragmentos de hueso roto en distintos sectores. Sangre oscura fluía del horrible agujero en su pecho. Y Hermione sabía que no había nada que ella pudiera hacer. Neville iba a morir.

Lo sujetó en sus brazos mientras él batallaba contra su destino. Pero en esa ocasión no podía ganar. Sus gemidos se volvían cada vez menos audibles y disminuyeron hasta que su respiración se detuvo. Hermione temblaba y lloraba mientras repetía una oración una y otra vez:

¡Lo siento! ¡Lo siento!

Era su culpa que él estuviera muerto, de nadie más…


¡Espero que tuvieran unas muy buenas navidades y un feliz año nuevo! :) Después de todos los compromisos familiares, morir con el calor del verano y noches de insomnio por el calor, ¡les traigo un nuevo capítulo de la traducción! Espero que lo disfruten de la misma manera que yo lo he disfrutado todas las veces que lo eh leído xD. El capítulo no esté revisado, así que puede tener uno que otro error... Todavía estoy atrasada (u.u), ¡pero de apoco me pondré al día! antes siempre tenía parte del capítulo siguiente traducido antes de publicar el actual, así que espero lograr eso pronto y tener un ritmo más constante...

¡El otro día sumé todas las páginas que llevaba traducidas y me dio el pequeño (?) número de 114! Casi muero, y tan solo llevaba 7 de las 20 paginas que tiene esta capítulo... xD. Ultima Ratio es MUY largo :P ¡mucho que disfrutar!

Nos leemos pronto, gracias a quienes comentaron. Me gusta contestarles los reviews, pero realmente no recuerdo cual comentario contesté y cual no...