¡Buenas a toda/os! Como ya os imaginaréis, mi cabeza ha vuelto a hacer de las suyas y aquí traigo una nueva historia.
Para que os podáis situar, os diré que nuestro trío dorado está en séptimo curso en Hogwarts y Voldemort no ha aparecido, por lo que ni siquiera piensan en él.

Obligatorio Disclaimer: Esta maravillosa historia como es Harry Potter por desgracia no me pertenece a mí (quién pudiera!) Si no que ha sido creada por J.K. Rowling y yo simplemente he vuelto locos a sus personajes.

Sin más preabulos, aquí os ofrezco el primer capítulo de mi nuevo fic, el cual espero tenga éxito y os guste tanto leerlo como a mí me ha gustado escribirlo (que creedme, no ha sido poco)


Vacaciones mágicas en Bahikki.

I-¡Viaje de fin de curso!

—¡Nos ha tocado! –Blaise Zabini comenzó a bailar ridículamente frente a los ojos de Draco Malfoy y Theodore Nott. -¡Nos vamos a Hawaii!

Draco puso los ojos en blanco.

—Está amañado, Blaise. Por supuesto que nos ha tocado.

Zabini no escuchó a su amigo y comenzó a dar saltitos por toda la habitación.

Theodore ahogó una carcajada. Estaba bien ver a Zabini con ese grado de hiperactividad alguna vez. Con todos los exámenes, el pobre chico parecía a punto de caer en depresión pero por suerte, el viaje de fin de curso había llegado ya y ellos habían sido unos de los pocos seleccionados para pasar diez días en las islas Bahikki de Hawaii. Las islas en sí no estaban muy pobladas, y en especial la que los recibiría solía albergar algunos muggles en temporada alta, pero no estarían en su zona.

—Hay algo que me preocupa más que ir o no ir –Draco frunció el ceño y se sentó en su cama. –Quién nos va a acompañar.

—¿Te refieres a profesores? –Theo fingió no haber entendido el tono de desprecio que sin duda quería decir "hijos de muggles".

—Esa es otra. No necesitamos a un anciano de quinientos años y con camisas de flores persiguiéndonos por toda la isla mientras demuestra su ineptitud.

Theo sonrió ante la imagen.

—¿De veras crees que Dumbledore vendría?

—No, la verdad es que no. Pero prefiero al viejo antes que algunos… alumnos.

Theo suspiró. No le apetecía ponerse a discutir sobre la pureza de sangre en ese momento. Draco lo leyó en su rostro y suspiró, relajándose un poco. Tampoco él quería ninguna disputa cuando estaba a punto de irse al viaje de fin de curso que llevaba años esperando.

—Al menos no viene Weasley. –Murmuró antes de levantarse y comenzar a preparar el baúl para las vacaciones.


Ron hizo un puchero, el séptimo de la mañana.

—¡No es justo, quiero ir!

Harry lo miró con empatía.

—Ron, también nosotros queremos que vengas… Créeme, si pudiéramos hacer algo para que pudieras venir…

—¡Huelga, chicos! –Propuso.

Hermione sonrió y se colocó frente a él.

—Ron… si nos metiéramos en problemas, como una huelga, es posible que no nos dejaran ir a nosotros tampoco… -Expuso la chica.

Por su parte, el pelirrojo bufó sin más respuesta y miró al techo de la sala común, contrariado.
En el sorteo su nombre había aparecido junto al de su hermana, pero como de costumbre, sus padres no podían permitirse algo así y él tenía que aguantar los diez días en Hogwarts sin sus dos amigos.

Aun así Ron no les reprochaba nada a sus padres, ellos hacían lo que podían y no podía culparles.

Hermione y Harry estaban felices a la vez que tristes. Querían ir a las islas y al mismo tiempo querían hacerlo con su mejor amigo. ¿Por qué era tan difícil?

El ruido de la puerta de la sala de Gryffindor los distrajo un momento. Todos estaban en ese momento en sus habitaciones haciendo las maletas o llorando porque en el sorteo mágico su nombre no había aparecido.

Al instante, una joven pelirroja entró como un rayo y con una brillante sonrisa.

—Ronald, ¡haz las maletas porque nos vamos a Bahikki!

El pelirrojo soltó un gruñido parecido al de un perro al enfadarse y miró sarcástico a su hermana.

—No es el mejor momento para hacer bromas, Ginny.

La sonrisa de la chica no mermó un ápice.

—No es una broma tonto, mamá acaba de mandarme una lechuza con la noticia. –Con ilusión, le tendió la carta que había recibido hacía unos minutos y comenzó a dar pequeños saltitos en el sitio. –¡Parece que van a ser las vacaciones que deseábamos! –Con el rabillo del ojo miró a Harry, que estaba tan contento con la noticia como su propio amigo y rápidamente, sintió los brazos de Hermione abrazándola.

—¡Va a ser genial! –Gritó la morena.

Ron se levantó, esperanzado y deseando fervientemente que no fuera una broma lo que leía rápidamente.

—¿Qué quiere decir que Fred y George se encargan de todo? –Musitó leyendo las palabras de su madre.

—Creo que han sido ellos los que han conseguido convencer a mamá y a papá y además nos han pagado el viaje.

Al pelirrojo se le desencajó la mandíbula.

—¿Qué Fred y George qué?

Harry lo interrumpió a la vez que le quitaba la carta de las manos y se la guardaba en un bolsillo.

—Vamos Ron, esto es lo que querías. ¿No? Ya les pedirás explicaciones en otro momento.

Ron miró una vez más al suelo confuso y cuando levantó la cabeza de nuevo, en su cara nació una sonrisa estúpida.

—¡Nos vamos a las Bahikki!


Dubledore cruzó el claro y se puso en el centro, siendo rodeado por el círculo de casi todos los alumnos de Hogwarts.

—Chicos, habéis sido elegidos por vuestro relativo buen comportamiento y logros académicos este año, aparte de por haber llevado cursos enteros rezando por ser elegidos para el viaje de fin de curso… ¡Y lo habéis conseguido!

La barba blanca se meció con el viento y Hermione apretó con una mano el baúl rojo y con la otra el brazo de Ginny, la cual soltaba pequeños quejidos cada vez que Granger apretaba más de la cuenta.

—Son los nervios. –se disculpaba una y otra vez la morena al recibir un pisotón de su amiga.

—Ahora –indicó el anciano director con una sonrisa pícara. –Pasaréis por aquí para acceder a los trasladores que os llevarán a las famosas islas Bahikki.

Una tanda de aplausos acompañó al Albus que seguía sonriendo como si fuera él el elegido para ir a Hawaii.

—Los monitores y profesores que os acompañarán, estarán ahí una hora después de vuestra llegada, así que se espera de vosotros que os repartáis por las cabañas junto a los demás alumnos. Teniendo en cuenta. –Matizó. –Que no es correcto que los chicos y las chicas compartan cabaña. –Hizo una oportuna pausa. –Aunque más bien no es correcto que los profesores se percaten de que lo hacéis.

Nuevo pisotón por parte de Ginny al ver su brazo convertido en un juguete moldeable de su amiga.

Theo y Blaise cruzaron una mirada cómplice.

—Apuesto lo que quieras a que ligo más que tú. –Musitó Blaise.

—Vienes el último día de clase… con la minifalda rosa de Pansy. –Le propuso Theo sonriendo.

Sus manos se unieron en señal de trato y una sonrisa socarrona se instaló en los labios de Blaise.

—Nott, ve depilándote esas piernas peluditas que tienes porque vas a ser la Slytherin más sexy de la promoción.

—¿Dónde están Crabbe y Goyle? –Preguntó Draco en un susurro a Pansy Parkinson unos cuantos alumnos más a la derecha.

La Slytherin miró entre la gente y no les vio, y hay que entender que era difícil no verles.

-Se habrán perdido.

Draco bufó. Eran tontos hasta para eso.

—Alumnos de sexto pasen por aquí. –McGonagall apareció por entre los alumnos y fue conduciéndolos hasta los trasladores que había bajo la colina.

Ginny se unió a Luna y se despidió sonriente de sus amigos y hermano.

-¡Nos vemos en la playa! –Exclamó antes de darse la vuelta para seguir a la subdirectora.

Los alumnos de séptimo se quedaron quietos hasta que Dumbledore ordenó que comenzaran a moverse y a repartirse por los trasladores.

—Hufflepuff y Ravenclaw por aquí, junto a mí… -Gritaba para que todos los alumnos lo oyeran. –Slytherin y Griffindor, con el señor Flitwick por favor…

Hermione comenzó a moverse hacia adelante sin poder contener una sonrisa.

—Me encanta ir a la playa. –Comentó a sus dos amigos mientras intentaba agarrar el brazo de Harry, que hábilmente lo apartó temiendo acabar con el brazo roto o arrancado. La sonrisa no se borró hasta que no vio con quién les había tocado en el traslador…

La noble casa de Salazar Slytherin. ¡Qué novedad!

Los alumnos intentaban mantenerse junto a sus compañeros, pero el profesor Flitwick los empujaba para que hubiera más sitio en los trasladores ya de por sí apretados.

Un fuerte tirón de Hermione la hizo chocarse con Draco Malfoy, que cómo si le hubieran quemado se apartó rápidamente.

—¿Te dejan venir, Granger? ¿Vas a ser la mascota? –Se mofó el rubio.

—No, lo siento. Me dijeron que no podía igualar tus talentos como hurón.

Malfoy se mordió la lengua y compuso una media sonrisa. Granger siempre conseguía picarle dónde más le dolía y eso mismo estaba pensando ella.

—Espero que tu cabaña esté muy lejos de la mía, no podría soportar el olor a muggle chamuscado por el sol.

Hermione frunció el ceño y fue a contestar, pero de pronto dos enormes moles la empujaron y salió despedida hacia atrás.

—Hemos llegado. ¡Por fin! –Crabbe jadeaba por la carrera y Goyle llevaba un bocadillo medio mordisqueado, por lo que alternaba mordisco con disculpas.—Freiamof fe el flaro fera fel fampo de fuidifh.

Draco los miró con una mezcla de fascinación por mostrar tan poca inteligencia y cautela por no ser salpicado por las migas de Goyle.

—Theo, te cambio el sitio. –Musitó mirando a su amigo, pero éste estaba bastante ocupado cotorreando con Blaise sobre apuestas en las que Theo entraría al baño de las chicas con una peluca rosa.

Justo en el centro del círculo formado por leones y serpientes, Flitwick apareció e intentó hacerse oír, pero nadie le hizo caso hasta que agarró el traslador (una chancla amarilla) y se lo tiró a la cabeza a Goyle, el cual perdió el bocadillo y soltó un sonoro grito.

Todos guardaron silencio de pronto y el profesor cogió la chancleta y la colocó de nuevo en el centro.

—Agarradla todos, faltan… ¡Diez segundos!

Apresurados, todos aplastaron al pequeño profesor y agarraron desesperados la mugrosa zapatilla.

—Crabbe, Goyle. ¡Vamos, idiotas! –El grito de Malfoy se levantó entre la multitud y Hermione se agarró aún más fuerte a la chancla, sabiendo que si Crabbe y Goyle volvían abalanzarse sobre ella no llegaría viva a las islas vacacionales.

Los dos gigantones se miraron confusos y a la vez hicieron la misma pregunta.

—¿Vamos qué?

Al instante, el traslador reaccionó y el suelo desapareció a los pies de Hermione, que sentía a Draco a su lado. Habían perdido a Crabbe y Goyle por el camino y ahora ambos eran empujados entre sí por los demás.

Había demasiadas personas en el traslador y todos se apretaban entre ellos intentando hacerse un pequeño hueco.

Draco quedó literalmente pegado a Hermione y ella intentó hablar, pero un ruido sordo ahogaba sus palabras.

El Slytherin pegó un manotazo a Theo, el chico de su lado, para intentar separarse de Granger pero sólo consiguió acercarse más y ella pudo leer una maldición en sus labios.

—¡Soltad! –El grito provenía de uno de los alumnos de Gryffindor más acostumbrados a usar trasladores, Dean Thomas.

Todos soltaron más o menos a la vez y cuando abrieron los ojos ya no estaban en los terrenos de los alrededores de Hogwarts, sino que había arena blanca y suave bajo sus pies.

Harry sentía un fuerte dolor en la cabeza, se había golpeado con Parvati que en ese momento estaba llorando desconsolada.

—Lo siento Parvati, no quería…

Pero la chica ignoró olímpicamente al joven Potter y siguió sollozando mientras murmuraba histéricamente "Lavendeeeeeeeeeer"

Era la primera vez que se separaban en siete años y todo ese tiempo habían planeado el viaje, pero en el momento de la selección, la joven rubia no había sido elegida y ahora Patil no tenía ni a su hermana ni a su mejor amiga.

Hermione se levantó trabajosamente y observó a su lado a Draco Malfoy que se había quedado tendido boca arriba disfrutando de la suavidad de la arena.

Cuando el chico por fin abrió los ojos esperando ver un cielo azul, palmeras y chicas guapas en bikini, lo primero que encontró fue a una despeinada (más que de costumbre) Hermione Granger llena de arena.

—¡Dios mío! ¡He viajado miles de kilómetros junto a Hermione Granger! Espero que no se me haya pegado nada de su sangre impura, acabaría con mi dinastía… sería un gran golpe para mi madre y una deshonra para mi padre. –Comentó fingiendo aflicción.

Hermione lo miró sarcásticamente cuando el chico se levantó y comenzó a sacudirse la arena.

—Tranquilo, ya eras una deshonra mucho antes, Malfoy. –Al ver que él la miraba socarronamente, procedió a actuar como él había hecho unos segundos antes. -¿Qué pasa? ¿Por qué me miras? ¿Tengo orejas peludas? ¡Me has pegado tus orejas, hurón!

Draco soltó una pequeña carcajada burlona.

—No había querido comentarte lo de tu exceso de pelo en sitios anormales, pero ya que lo mencionas tú misma… el bigote también lo tienes…

Hermione le cortó en rodajas con una sola mirada.

—Hazte con una buena sombrilla, Malfoy. No queremos dañar esa delicada piel blanca y…

Draco abrió la boca para interrumpirla pero un grito vino desde lejos. Era Luna Lovegood.

—Hermione, Draco… ¡Cuidado con los hidropollos! –El grito llegó retardado y ambos chicos se miraron confusos. ¿Qué estaba queriendo decir con hidropollos?

—¿Hidro qué? –Comenzó Malfoy pero…

Un segundo después una gran ola los derribó cubriéndolos completamente de agua y arrastrándolos por la arena.

—¡Joder…! –Gritó el chico y Hermione, sin motivo alguno (aparte de que un pez plateado nadaba en sus bolsillos, Draco y ella había quedado como estúpidos por igual y que estaba de vacaciones con Malfoy en las islas Bahikki) empezó a reírse.

El muchacho rubio se levantó por fin, chorreando agua por todas partes y arrastrando su baúl. Le lanzó una mirada de hielo a Hermione que no consiguió disminuir su risa y se dio la vuelta buscando una cabaña para él y sus amigos en esa isla.

Hermione no podía asegurarlo porque estaba de espaldas a ella, pero habría apostado a que Draco también sonreía…


¡Ya está! Es un poco corto, pero no quería revelar más de lo necesario en este primer capítulo ;)

Tanto si os ha gustado como si no, me gustaría que me dejaseis un review y así podré cosechar los resultados de mi esfuerzo.

Nos vemos en la próxima actualización, que espero, sea pronto y ojalá mi fic os haya sacado al menos una sonrisa.

Saludos.