Finalmente ha llegado el dia en que puedo subir esta historia!

Este es uno de mis proyectos de fic largos que tenia pendiente y que ha tenido historia, cuando lo escribi por primera vez hace 4 años, no me convencio como iba quedando y lo borre XDD y comence a pensar en otra forma de narrar la aventura, asi como tite cambio el piloto al capi 1 XDDDD cuando lo hice, paso el problema de mi notebook y se me perdio todo, por lo que fue empezar de CERO...again! U.U

Este fic lo tenia en mente antes de que terminase lo de Aizen asi que no esperen a Tsukigay y cia o que Ichigo haya perdido sus poderes, vale?

Sin mas que decir, Bleach y sus personajes son de Tite Kubo... menos los personajes nuevos y la trama, son mios.

Unmei.

Capitulo 1: La nueva generación.

-¡Te patearemos el trasero!

-¿Esa es la forma de hablarle a una mujer?

-¡Acaben con ella!

Sólo pasaron dos minutos y toda la pandilla fue derrotada… ¡Por una chica!

La muchacha era una adolescente, una estudiante de 15 años. Tenía su cabello liso, le rozaba la cintura y era de color naranja, un intenso naranja claro que lo tenía recogido en una cola de caballo por debajo de su cuello y algo desordenado, parecía que no le daba muchos cuidados. Sus ojos eran plateados como dos lunas llenas, que en estos momentos, reflejaban enojo por aquella intromisión de un grupo de pandilleros idiotas. El tono de su piel era blanco como el algodón y su cuerpo, a pesar de su edad, estaba bien desarrollado, de grandes atributos.

Vestía el uniforme de la escuela de Karakura, falda gris y una blusa blanca que la tenía desabrochada, mostrando una negra pollera con el nombre de una banda de rock que le encantaba. También el uniforme venía con un lazo rojo y grueso, pero ella odiaba usarlo, le apretaba el cuello. Usaba unas calcetas grises hasta las rodillas y unas zapatillas blancas.

-Y que sea la última vez que me fastidien cuando voy a clases. – Murmuraba fastidiaba mientras caminaba nuevamente hacía su escuela, revelando que en su cuello colgaba un collar de oro que terminaba en una estrella.

Cuando estaba ya a espaldas de ellos, uno de esos brabucones aprovecho la oportunidad para ponerse de pie y atacarla por la espalda. Ella se sorprende mucho y gira su cabeza con rapidez, lo percibió, pero era tarde para esquivarlo, por lo que sólo le quedaba cerrar sus ojos y esperar el golpe. Para su buena suerte… el ataque no llego.

Una especie de piedra pequeña golpeó la nuca de aquel muchacho, consiguiendo que callera al suelo inconsciente. Ella alza su cabeza y ve nada menos que a unos gemelos, una chica que le sonreía con su mano alzada a nivel de su rostro y aun chico serio que alzaba sus anteojos.

-Buenos días Ikary-chan.

-Como siempre, metiéndote en problemas. – Dijo el muchacho.

-Yo no tengo la culpa… los problemas me buscan a mí.

-Si, como no… ¿Tan mala eres para buscar excusas?

-¡Hey! – Se quejo alzando una ceja.

-No comiencen a pelear. – Hablo la gemela del chico. – Que se nos hará tarde.


-Llegaron justo a tiempo.

-Hola Bunny. – Saludo Ikary con una sonrisa.

-De nuevo con el cabello despeinado… y se supone que eres la hija de una modelo.

-No tengo la culpa de que los pandilleros me acosen.

-¿De nuevo? – Ve a los gemelos. – Supongo que llegaron por la puerta grande, en una elegante entrada.

-La salvamos justo a tiempo. – Dijo la muchacha con una amplia sonrisa.

-Más bien, fui yo el que lo hizo Miryuu, tú sólo estabas de sobra.

-No fastidies hermano.

-Y aquí se acerca una pelea entre Miryuu y Konryuu, los Ishida peleadores. – Ataco Ikary con una sonrisa de burla.

Miryuu y Konryuu Ishida, gemelos y de 16 años. Ambos eran de ojos color verde esmeralda, heredado por el lado de su madre y el color de cabello era azul oscuro, la muchacha lo tenía ondulado y hasta la cintura, a diferencia de Ikary, se veía muy bien cuidado, en una elegante trenza y con un flequillo en el lado derecho de su frente. Konryuu, en cambio, lo tenía corto, el mismo peinado que su padre y usaba gafas, a diferencia de su hermana, que usaba lentes de contacto por ser un poco vanidosa.

Bunny Sado era una muchacha de 16 años. Su piel era morena, cabello negro hasta los codos y alborotado, adornado con un cintillo rojo y sus ojos eran negros oscuros, como la misma noche, con los parpados pintados levemente con sombra de color azul claro y sus labios, estaban pintados de color moka chino. Debajo de su falda, tenía una calza gris ya que no le gustaba mucho el hecho de que sean cortas y por sentir frío.

Las clases dieron inicio.

Para Ikary, las clases eran aburridas, preferiría tener su codo izquierdo apoyado en la mesa para que su mano sostenga la cabeza y así, poder ver por cuanto tiempo quiera el paisaje que le mostraba la ventana. Veía con una expresión de fastidio, apenas pasaron 15 minutos y ya quería volver a su casa.

Ya hay otro de esas cosas repugnantes. Pensó con su vista clavada en un extraño ser con una calavera en su cabeza y un agujero en donde debería estar en su pecho. Los podía ver desde pequeña, así que la verdad ya no le importaba mucho, era algo tan normal en su vida. Pero últimamente estaba viendo muchos de ellos y cerca de los lugares donde acostumbraba estar… y en verdad eso ya era un fastidio.

No era la única, sus tías y abuelo también los veía y le explicaron que se llamaban Hollow, que una vez fueron almas humanas, pero que terminaron en esa forma por culpa de otros. Ella les pregunto como sabían tantos, pero nunca se lo dijeron, parecía que querían ocultarle cosas importantes, relacionadas con ella…

Y con sus padres.

Cerró sus ojos, pensó de nuevo en su padre.

Y eso la fastidiaba.

¿Eh?

Fue rápido, en menos de un segundo, pero ella podía jurar que había visto una oscura silueta masculina saltando por los aires, a grandes pasos y con unas extrañas ropas negras. Cerró sus ojos y al abrirlos, ya no había nada más.

Fue mi imaginación.

Una tiza golpeó su frente.

-¡Kurosaki-san, deje de estar fantaseando en mi clase!

-Sí, sí… - Gruño fastidiada ante la risa de sus compañeros.

Olvide decirles…

Su nombre completo es Kurosaki Ikary.


Las clases finalmente acabaron, era el momento favorito de Ikary. Ella recogía sus cosas, estaba lista para irse a cenar en casa de su abuelo y tías (Ella vivía sola, pero preferiría cenar en compañía). Sus amigos la esperaban en la puerta y juntos partieron.

-Ikary, arréglate más. – Le pedía Miryuu al momento que se ponía detrás de ella, dispuesta a quitarle su moño. – Si tienes un bonito cabello.

-Deja mi pelo en paz. – Apartándose y la mira molesta. – ¿De qué me sirve que me arregle si a mitad de camino, seré atacada por más idiotas?

-Aburrida. – Se quejaba inflando sus cachetes. – ¿cómo vas a conquistar a un chico con esa apariencia y actitud de ogro?

-No digas ridiculeces, no necesito un hombre en mi vida.

-¿Acaso eres lesbiana? – Fue el cruel comentario de Konryuu.

-¡Maldito hijo de…! – Extira sus brazos, dispuesta a atacarla. – ¡Te matare!

-Ya tengo que irme. – Bunny hablo antes de que se iniciara el homicidio. – Me voy a mi trabajo. – Alzando su mano.

-Nos vemos mañana. – Se despidió Konryuu, alzando su mano un poco indiferente.

-Cuidado en el camino. – Siguió su gemela.

-Sí alguien te hace algo, avisa y yo le rompo la cara. – Le prometió Ikary.

-Gracias. – Sonriendo. – Nos vemos mañana. – Dijo para luego irse corriendo.

-Tenemos nosotros que asistir a una fiesta de sociedad con nuestros padres. – Recordó Miryuu tomando a su hermano del brazo. – Es una especie de fiesta entre doctores poderosos, así que nos apresuramos o seremos regañados.

-Adiós gemelos, cuídense. – Se despidió moviendo su mano, viéndolos partir.

Una vez sola, lanzo un hondo suspiro y se encamino hacía la casa de su abuelo. Su abuelo era dueño de una pequeña clínica, pero eso no significaba que no tenía éxito, era reconocido como uno de los mejores médicos, con excelentes niveles de conocimiento y habilidades, él podría abrir un hospital enorme y tener éxito rotundo, pero a él le gustaba lo simple. Además, si se dedicaba a eso, tendría menos tiempo para su familia y eso era importante para él.

Una de sus tías era entrenadora de futbol y profesora de gimnasia en su misma escuela (ironía, por suerte, no era su maestra… sería muy vergonzoso). Su otra tía enseñaba en la universidad, en la carrera de gastronomía y tenía una pastelería en que la ayudaba ella algunas veces los fines de semana y también su prometido, su tío Jinta, se casarían a finales del otro mes y ella sería nada menos que la dama de honor…

De seguro Miryuu (Que también lo era, junto a Bunny, su madre y su tía) no parara de sacarle fotos, ya que pocas veces luce "elegante". No es que odie los vestidos o faldas, pero pocas veces los usaba…o no se veía presentable por estar peleando en muchas peleas callejeras por culpa de idiotas que querían derrotarla para quitarle el título de "Reina de la Calle"… ¡Ni siquiera sabía como había conseguido ese título! Pero luego descubrió que había derrotado al antiguo Rey, eso significaba "destronarlo" y ella pasaba a ser la nueva gobernante. Si hubiese sabido que eso pasaría, no lo habría golpeado ante medio mundo por haberle querido robar su billetera.

Ya estaba frente a la casa. Estaba por tocar el pomo de la puerta, pero decide detenerse y respirar hondo, necesitaba prepararse para lo que vendría. Abrió la puerta y entró.

-Ya estoy en casa. – Aviso con los ojos cerrados, sin mover un musculo.

Y sucedió lo que temía, un gran hombre de cabello negro se apareció volando por los aires y la abraza por el cuello, casi estampándola a la pared y con tanta fuerza que casi la ahoga.

-Hola abuelo. – Saludo apenas, su tono de voz no se podía oír por aquella prisión.

Una zapatilla de casa salió volando, golpeando a aquel hombre en la cabeza tan fuerte que esté cayó al suelo adolorido. Se apareció una muchacha pelinegra y de brazos cruzados, sus ojos eran del mismo color y se veía que estaba molesto ante el comportamiento del hombre que era nada menos que…

-Viejo, deja en paz a Ikary, casi la matas.

-Karin-chan, no seas malo con tu padre.

-¡Ya no soy una niña para que me pongas el chan! – Le grito, pisándole la cabeza con su zapatilla.

-Para los ojos de papi, siempre serás mi niña… ¡Y prevalece así de santa! – Le ordeno, poniéndose de pie de golpe y señalándola con el dedo índice.

-Cierra el pico. – Le ordeno apartándolo para luego ver a su sobrina. – ¿Todo bien?

-Si tía Karin. – Le aseguro con una sonrisa de gratitud por haberla salvado. Se quito los zapatos y se coloco unas pantuflas de color amarillo.

-Ikary-chan. – Su otra tía, una mujer de cabello castaño claro, mismo color que sus ojos, se acercó a la aludida y la abraza con ternura. – Bienvenida, ¿Cómo estuvo la escuela?

-Muy bien tía Yuzu… aunque aburridas, ¿No me puedo salir?

-No. – Le dijeron todos a la vez.

-Maldición. – Gruño por lo bajo.

-La mesa estará lista en unos momentos. Puedes esperar en el comedor.

-Gracias, tengo que hacer unos deberes. – Caminando con su bolso.

Se sentó en uno de los sillones individuales que poseía la familia. Estaba por abrir su mochila, pero sus ojos de inmediato se alzaron, viendo una fotografía en particular, la misma que estaba en su casa, sobre la chimenea y la misma que estaba en el cuarto de su madre y en la suya.

En esa fotografía estaban sus padres.

Estaba un hombre de 17 años, cabello naranja claro e intenso, como el de ella y tenía unos ojos marrones, parecían dos bombones de chocolates, pero sólo en apariencia eran dulces, ya que por la forma en que te miraba, parecía ser un hombre serio, menos para su familia, amigos cercanos y la persona que él amaba, quien era la mujer que estaba a su lado. Su cabello también era naranjo, pero más oscuro, liso y largo hasta la cintura con algunos flequillos sueltos a nivel de sus mejillas y unos preciosos ojos grises, los mismos que tenían Ikary. Usaban el uniforme de su escuela y estaban a un mes de graduarse…

Y dentro de su madre, llevaba cuatro meses de embarazo.

Lanzo un suspiro con los ojos cerrados, los abrió y de nuevo vio la foto, pero especialmente al hombre que era su padre.

-¿Por qué nos abandonaste?

La cena se llevo a cabo después de una media hora. Ambos comían animadamente, de vez el cuando Karin golpeaba a Isshin cuando este hacía una "estupidez". Había risas y un ambiente agradable.

Ahora era hora de irse.

-Gracias por la comida, esta deliciosa.

-Me alegra que te guste Ikary-chan. – Yuzu se pone de pie y recoge los platos. – Espera a probar el postre, es algo en lo que estoy trabajando para la pastelería.

-Que sea para llevar, se hace tarde, así que lo comeré en casa.

-¿Estás segura? – Karin se puso de pie un poco preocupada. – Puedes quedarte a dormir.

-Muchas gracias, pero no, tengo que terminar de lavar la loza y pasar la aspiradora y prefiero hacerlo antes de que sea más tarde.

-Ten cuidado en el camino. – Le pidió su abuelo al momento que Yuzu le entregaba una pequeña caja blanca en donde estaba el pedazo de pastel. – O no tendré el valor de ver a mi estúpido hijo cuando regrese.

-No deberías preocuparte, después de todo, él abandono a su mujer y a su hija. – Le dijo seriamente y poniéndose los zapatos. – Nos vemos mañana, como siempre. – Se despidió con una sonrisa leve y se fue.

-Papá, no entiendo el por qué le tenemos que ocultar las cosas. – Fue la queja de Karin, posando sus manos en sus caderas. – Ya han pasado 16 años.

-Fue la decisión de su madre… así ella sufriría menos por Ichigo y la entiendo, es mejor no arrastrarla a ese mismo "costal" en el que esta Orihime-chan.


Ikary caminaba por las oscuras y casi vacías calles de Karakura. A esas horas había poca actividad, sólo andaban algunos ladrones o pandilleros, pero no se preocupaba, tenía confianza de su fuerza y sabía que podría con ellos sin siquiera sudar.

-Me pregunto si tengo para mi desayuno y almuerzo… si no, tendré que pasar a comprar mañana. – Se decía en murmullos.

Un sonido particular despertó todos sus sentidos. Era una especie de lamento o el gruñido de un animal salvaje.

Decidió pasarlo de alto, pero lo había oído por segunda vez y fue cubierta por una enorme sombra oscura. Ella se volteo por unos minutos y descubrió que era nada menos que uno de esas enormes criaturas llamadas Hollow. Decidió girar de nuevo su cabeza y seguir adelante, pensando que si lo ignoraba, él se iría, pero no fue así, estuvo como cinco minutos siguiéndola y eso no hacía más que asustarla, aún así, quiso seguir con su plan, era la única forma que se le ocurría de poder deshacerse de ese bicho raro.

Tenía la habilidad de ver cosas que no son normales, pero no poderes destructores.

-Tú. – La sangre se le congeló, ¿Esas cosas hablaban? – Se que puedes verme, tienes un gran poder espiritual.

¿Gran poder espiritual? No es así, ella sólo puede verlos, nada más.

-Eso es perfecto… porque tengo tanta hambre. Disfrutare tanto el comerte.

Ikary abrió sus ojos de golpe, asustándose más al momento que esa bestia iba a atacarla para matarla de un golpe, pero ella logro esquivarlo a tiempo, dando un salto hacía delante. Cayó al suelo con la punta de los pies, luego pierde el equilibrio, su caja de pastel sale volando y ahora termina rodando por el suelo, llenándose de raspones, pero no fue un obstáculo para ponerse de pie y correr lejos de ese ser.

-¿Qué mierda se supone que debo hacer? Dudo que una patada de karate acabe con esa cosa. – Decía fastidiada consigo misma por lo débil que era para encargarse de esas cosas.

Se llaman Hollow, les gusta alimentarse entre ellos o de almas con poderes espirituales altos, todo para ser más fuertes y por su apetito sin fin.

Las palabras de su abuelo Isshin invadía sus pensamientos, recordando ese día en que tenía sólo 6 años y vio uno por primera vez, se había asustado tanto que no salía de la casa de su abuelo.

La única forma de que ellos sean libres, es siendo asesinados por una Zanpakutoh, porque ellas pueden purificarlos y volverlos al ciclo de las almas, renaciendo nuevamente.

¿Zanpakutoh? Preguntó la inocente Ikary aferrada en su brazo.

Las Zanpakutoh, son las espadas que son poseídas por los Shinigamis.

-¡Se acabo el juego del escondite! – Aquel Hollow uso sus manos para golpear con fuerza el piso, causando que su mano hiciera un agujero y el impacto logra que Ikary gritase al mismo momento que volvía a salir disparada por los aires, pero antes de tocar suelo, la otra mano la atrapo con tanta fuerza que creyó que terminaría muerta en miles de pedazos. Su boca no paraba de soltar un grito.

¿Voy a morir así?

No puedo morir… o mamá llorara…

Que alguien… no…

¡ME REHUSÓ A MORIR!

Dejo de sentir presión en su cuerpo.

El brazo de aquel Hollow había sido separado de su cuerpo, los dedos ya no tenían fuerza por lo que soltaron a la chica y está sólo estaba con los ojos abiertos mientras caía al suelo sentada. No paraba de toser y de preguntarse lo que había pasado.

-Eres un Hollow horripilante… mira que atacar a una mujer en la noche.

Ikary alzo su cabeza al oír esa voz. Sintió que alguien dio un paso a su derecha y descubre que había un joven de apariencia joven, sospechaba que estaba en años de adolescencia como ella. Su cabello era de color rojo intenso, lo tenía hasta el nivel de su cuello y liso, con una blanca banda rodeando su frente. Tenía unos oscuros ojos violáceos que miraban a aquel Hollow con una frialdad que aterraba, incluso Ikary podía sentir el frío como tocar un cubo de hielo. Su piel estaba blanca, era alto y su musculatura estaba bien desarrollada, parecía que ese joven era un atleta. Lo que llamo más la atención de Ikary no era su apariencia o su musculatura increíble para un adolescente, al contrario, era nada menos que su vestimenta: un kimono y una hakama, ambos negros y en sus manos, sostenía nada menos que una espada.

¿Shinigami?

-¡Maldito mocoso! – Gritaba el Hollow adolorido, con una chorrada de sangre saliendo. A pesar de sus juramentos de amenaza y el volumen, que la chica podía jurar que era capaz de romper un cristal, aquel joven seguía inexpresivo, con su espada lista. – ¡¿Quién mierda te crees que eres?

-Mi nombre es Kuchiki Tsukishiro… Shinigami.

Los Shinigamis son seres que visten de negro… y tienen el deber de mantener el equilibrio de las almas. Si ves a un Shinigami cerca de ti, no temas, porque ellos te protegerán de esos Hollow.

-¡Maldito Shinigami, voy a matarte! – Alzando su otra mano.

Para la sorpresa de esa criatura y de Ikary, ese Shinigami de nombre Tsukishiro ya no estaba frente a él, ahora estaba detrás, dándole la espalda.

-¿Y bien? – Pregunto el Shinigami al momento que envainaba su espada. – ¿Hasta cuando piensas seguir de pie? – Gira un poco su rostro, revelando que sus ojos estaban más fríos, parecía un hombre horripilante. – ¿Qué no ves que estas muerto?

Al momento que hizo esa última pregunta, el Hollow se partió en miles de pedazos y cae al suelo. Ikary veía como esos pedazos se iban evaporando con los ojos aún desorbitados, había pasado por tantas cosas.

-Tú… ¿Eres un Shinigami? – Viendo al joven al mismo tiempo que se ponía de pie.

- ¿Puedes verme? – Pregunto Tsukishiro realmente sorprendido e interesado.