Hola Hola! ¿Qué tal?
Me apetecía crear algo nuevo, así que me estreno por primera vez con esta pareja!

Quiero aclarar que los personajes son propiedad y creación de J.K. Rowling, autora del gran Harry Potter ;)


Convivencia matrimonial

I- Boda imperfecta

El gran mago carraspeó de nuevo y procedió a decir las palabras que marcarían el resto de su vida:

―Draco Lucius Malfoy… ¿Acepta a la señorita Greengrass para amarla y respetarla en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte llegue a sus vidas, separándolos?

El joven Draco miró al suelo, con la mirada perdida y una mueca indefinible en el rostro. ¡Todavía podía salir corriendo! No tardaría mucho en poder recorrer los jardines de Malfoy Manor y llegar hasta la verja principal, por la que podía escapar y no volver a ver a ninguno de los presentes nunca más.

Sí, bueno… pero ya que pretendía salir, lo ideal sería con la cabeza pegada al cuerpo y eso sí que no lo lograría si huía corriendo en ese momento. Frunció el ceño y tomó aire una última vez como soltero en su vida.

―Acepto. –Su voz grave cortó la tensión que podía respirarse en el ambiente. Todos habían creído por un momento que Draco Malfoy, el heredero de la dinastía que había declarado mil veces que él no sería tratado y juntado como ganado, diría que le dejaran en paz de una máldita vez y saldría caminando tranquilamente.

Su padre, Lucius sonrió confiadamente y apoyó su mano en el hombro de Narcissa. Ya estaba todo hecho.

Los ojos grises de Draco se alzaron y se posaron en los negros de Astoria durante un segundo y al instante los apartó, como si el simple roce de sus miradas ya le molestara. Si hubiera seguido mirándola se hubiera percatado del temblor en los labios rosados de la chica y de la firme determinación de no darle gusto a nadie por controlar su vida.

―Astoria Anne Greengrass… ¿Acepta al señor Malfoy para amarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte llegue a sus vidas, separándolos?

Astoria se quedó callada mientras sus labios se apretaban y la señora Alice Greengrass se tensó, deseando con toda su alma que su hija simplemente aceptara, sin tener que montar ninguna escena.

―¿Después quedo libre? –Preguntó Astoria como quien pregunta el tiempo.

Todos los invitados la miraron boquiabiertos y un murmullo recorrió rápidamente a todos los presentes.

Christopher Greengrass miró con severidad a su hija y ella captó el mensaje.

―Astoria Anne Greengrass… ¿Aceptas al señor…?

Astoria se giró de nuevo al mago.

―No le he pedido que me repita la pregunta, es más no he tenido ocasión de responder. ¿Ni siquiera eso voy a poder elegir por mí misma? ¿Ni siquiera cómo dar el estúpido "sí, acepto"?

Christopher observó cómo la gente se ponía aún más nerviosa y la forma en la que juzgaban a su hija. Ya podía imaginarse a todo el mundo levantando el dedo para señalar en todas las fiestas. Se acercó aún más para hablar, pero alguien le interrumpió:

―Bueno Greengrass. No hace falta que montes el pollo ahora, sólo dilo y podremos comenzar nuestro feliz matrimonio. –Dijo con ironía Draco, que ya se estaba impacientando.

―¿Tú no estás de acuerdo? –Astoria miró a su novio, sorprendida. –Pensaba que el enlace te…

―¿Me gustaba? –Draco rió, por primera vez le daba igual lo que sus padres estuvieran murmurando y el color mortalmente pálido en el rostro de Narcissa. -¿Acaso crees que llevo diecinueve años esperando ansioso el compromiso?

Astoria estaba aún más asombrada. Jamás en toda su vida había estado a solas con Draco, por lo que no tenía ni idea de lo que pensaba al respecto de casarse con ella. Según sus padres, tanto él como Lucius y Narcissa estaban muy emocionados. Pero al final todo eran mentiras. Más y más mentiras.

―Creía qué… -Astoria compuso una mueca lo más irónica posible, algo que con su vestido blanco con encaje y volantes por doquier y su rostro ahora maquillado y "dulcificado" estaba casi fuera de lugar. –Y bueno… supongo que tú también tenías una idea así…

Astoria se quedó mirando fijamente al chico. Era guapo, eso era innegable, pero seguía siendo un Malfoy y eso no podía cambiarse. Seguía siendo la causa por la que desde niña tenía que aprender a comportarse "como una señorita" cuando en realidad quería ir y pegarse y ensuciarse con los otro niños. Draco era la razón por la que no había podido salir con ningún chico en su adolescencia porque "no era bueno que se enamorase de alguien con quien no se casaría" y era la maldita razón de que en ese preciso instante, con tan sólo diecisiete años estuviera casándose y tirando por tierra todo el resto de su vida para convertirse en "una esposa ejemplar y de alta sociedad".

Tenía que irse, no, no podía quedarse ahí. Giró su rostro y se dispuso a irse, pero ni siquiera había dado un paso cuando sintió la mano de su padre aferrándose a su brazo.

―De esto depende todo, Astoria. Haz algo por primera vez en tu vida que nos sirva de algo. –El susurro era frío e inexpresivo.

¿Por primera vez en su vida? ¿Qué les sirviera de algo?
¿Por qué tenían que venderla a ella justo después de haber transportado a Daphne a la familia Winsteck?

El brazo de su padre intensificó el apretón, obligándola a recordar caóticas situaciones en su casa. Su familia en ruinas, sus padres en la calle, todas las familias de sangre pura dándoles la espalda…

Con un movimiento ágil y elegante, se apartó de su padre y volvió a su lugar, con Draco.

Él la miró cautelosamente. No le disgustaba la idea de que ella también fuera una rebelde, aunque por lo que había demostrado… con más agallas que él.
O simplemente más estúpida. ¿Quién sabía?
La observó cautelosamente, estaba asustada y eso era evidente, pero aun así una nube de orgullo planeaba sobre su cabeza. Aceptaría el matrimonio pero dejaría completamente claro que la decisión la había tomado ella y que si hubiera querido, hubiera salido pitando enseguida.

―Acepto quedar unida a este… a este hombre. –Masculló.

Por fin los invitados suspiraron aliviados. Todos habían temido que esa boda quedara simplemente en intento, pero por fin se había saldado.
Astoria y Draco se miraron una última vez antes de escuchar las siguientes palabras.

―Puedes besar a la novia. –Sentenció el mago que oficiaba la boda.

Draco se giró, realmente tensó, pero sólo alcanzó a ver los largos tirabuzones negros de Astoria, enredados en un moño, bajar las pequeñas escaleras y abandonar el jardín de los Malfoy. Dejándolo una vez más en evidencia sin haberlo pretendido.


Si algo les gusta a los Malfoy es destacar por encima de los demás magos de sangre limpia. Les gusta tener siempre lo mejor, los mejores carros, las mejores casas, las mejores obras de arte… el mejor hijo al que poder casar con la primera (y mejor) histérica que pase…

Oh sí, ser un Malfoy era lo mejor que podía desear.
Siempre y cuando tu "mujer" no te haya abandonado durante el banquete y lleve más de dos horas desaparecida.

Draco ya había buscado a Astoria en cada rincón del jardín y acababa de entrar ceremoniosamente en la mansión. Debía de estar por allí…

Llevaba un traje realmente caro que había sido diseñado para él especialmente en París, para ser lucido en la boda del heredero Malfoy con la pequeña de los Greengrass. ¡Ni siquiera le habían dado la primogénita, no!

Pasó revisión por todas las habitaciones de invitados y en ninguna encontró ni rastro de la morena Greengrasss. ¿Habría desaparecido?
Draco rezaba porque así fuera cuando un golpe lo sobresaltó. Venía de la planta de arriba, dónde curiosamente estaba… ¿Su habitación?

Subió corriendo y en el suelo encontró a su nueva "mujer". Acababa de derramar un perfume en el suelo de la habitación de Draco Malfoy y estaba intentando recogerlo patéticamente con su varita.

―Es perfume mágico. No puedes recuperarlo.

Astoria alzó la vista, sobresaltada. No lo había oído. Con un rápido conjuro logró rescatar el frasco, pero el líquido rosado seguía en el suelo y el perfume se propagaba por toda la habitación.

―¿Qué haces aquí? –Reclamó Draco, pero al instante su mirada se posó en la maleta que estaba junto a ella. Se marchaba.

Astoria se levantó, orgullosa y guardó un par de zapatos que había en el suelo dentro de la maleta. Su elfina se había ocupado de ordenar todas sus cosas en el dormitorio Malfoy. El que ahora compartiría con él.

―Intento irme, así que cierra la boca y los dos saldremos ganando.

Se había cambiado de ropa, ahora llevaba un vestido sencillo y en ese momento se estaba arrancando las pinzas que tenía en el pelo, las sacaba casi con furia, deshaciendo el trabajado moño y dejando su cabello caer por toda su espalda, como una cortina negra.

―No puedes irte. Estamos casados.

Ella se giró y sus ojos negros lo desafiaron a detenerla.

Y él aceptó el desafío.

―No vas a detenerme.

―Y tú no vas a ridiculizarme otra vez.

Astoria abrió la boca y la cerró al instante, como pensando lo que quería decir.

―Pues tú no vas a decirme lo que puedo y no puedo hacer. No soy uno de tus juguetes, Malfoy, no puedes obligarme a estar contigo.

Para sorpresa de la joven, Draco se rió cínicamente.

―Como ya te he dicho antes, Astoria… No tengo ningún interés en tener que convivir contigo y… "compartir nuestras vidas". Pero es lo que hay. Si no te gusta, podías haberte ido durante la ceremonia, ahora no lo harás.

La joven se mordió la lengua, quería pegarle, lanzarle un maleficio, gritarle que era un cobarde por no luchar por su propia libertad, pero en el fondo sabía que tenía razón y que él odiaba casi tanto como ella esa situación.

Cuando ella se relajó, una pizca de algo parecido a la amabilidad apareció en el rostro de Draco.

―Encontraremos la manera de librarnos el uno del otro, no te preocupes… No será "hasta que la muerte llegue a nuestras vidas"

Astoria se relajó aún más. Tal vez era cierto y podría volver a su vida lo antes posible…
Con un suspiro se sentó en la cama, dispuesta a reflexionar, pero la voz de Draco la sacó de sus pensamientos. Sonaba dura, más que de costumbre.

―Pero dejemos claro que no vas a dormir aquí. Esta es mi habitación.

Si alguien humilla a un Malfoy, será humillado después.

Astoria lo miró y todo rastro de simpatía por él desapareció. Con toda la dignidad de la que fue capaz se levantó y se dispuso a irse, pero antes de abandonar la sala no pudo evitar ser desagradable una vez más. Ella nunca podía evitarlo.

―¿Crees que te voy a comer, Malfoy?

Una sonrisa se extendió por su rostro, su sonrisa más cínica.

Tras esas palabras, la chica se fue, dejándolo sólo de nuevo.

Bueno… Sólo con el aroma de su perfume.


Y hasta aquí el primer capítulo, en el que estos dos se han casado… y no parece que se quieran mucho ehh! Aunque voy a decir lo que todas pensamos:
Astoria: ¿¡De qué te quejaaaas! Jajaja
Espero vuestras opiniones y así sabré si es mejor que siga escribiendo o esta historia pasa a ser una más en ff… Vosotros me lo diréis ;)

Un beso a todos!