Advertencia: Posible OoC, posible violación al canon y, también posible, AU... producto de la mandrágora que he estado fumando de manera ilícita entre clases.

Nota Inicial y permanente: De vez en cuando se me da por escribir rápido, secuestrar letras o hacer cambios aberrantes y dejar tiradas comas de más =S (Es porque no tengo una beta ni el tiempo deseado para editar el capítulo) por ello, una disculpa, Word no es del todo útil en ortografía y yo no soy tan paciente como para leerlo más de dos veces =/

Disclaimer: K on! No me pertenece y ha sido tomado sin el ánimo de lucro ;)


"¿Cómo ha estado?" Mugi te estaba esperando en el recibidor del colegio el siguiente Lunes, ansiosa por saber si podría seguir con su plan de torturarte con una palabra o si debía resignarse a no poder consolar a Ritsu.

"Hola, Mugi-chan," la saludaste mientras te cambiabas el calzado.

"Él no me ha querido decir nada, pero sé que eres esa chica…" te clavo la mirada ligeramente indignada, como si le debieras una explicación.

Empezaste a caminar como si no le hubieras escuchado, tenías esa costumbre cuando Ritsu molestaba demasiado, era más sencillo ignorarle que molestarte por su causa. Ciertamente tenías otras cosas más importantes en que pensar.

No parecía haberse dado por vencida, aún sabiendo que la respuesta que esperaba era demasiado positiva para su causa. Te siguió – ella y su propio sequito- hasta tu salón, las expresiones de sus admiradoras te sacaban de tus casillas pero era el precio a pagar por hablar con la princesa Kotobuki.

De repente apareció Yui, detrás de ella estaban tres personas que lograbas reconocer de reojo, un par de coletas llamaron tu atención.

"Mio-chan, ¡Tenías razón!" aseguro cuando estuviste cerca, tomo a la más pequeña de sus acompañantes y la puso frente a ti, "Le vienen perfecto las orejas." Sonrió alegremente mientras se las colocaba sin su permiso, la sensación te lleno por completo, no era algo que realmente extrañaras pero, sin duda, era bonito revivirlo.

"Hirasawa-sempai," se quejo ella luchando por quitarse el ridículo accesorio.

Te reíste de la escena que se estaban montando a mitad del pasillo. Al parecer era la primera vez que lo hacías genuinamente porque todo el mundo se sorprendió.

"Azusa-chan, no luches contra ello, que le surgirán más ganas de pegártelas a la cabeza," le aconsejaste. La chica palideció cuando le hablaste, dudabas que en esta realidad fueras un ejemplo a seguir ya que no estabas familiarizada con la música. Detrás de Yui, su hermana y Jun-chan abrieron más los ojos, paralizadas por ser su amiga una de las personas a las que te dirigiste.

"No te olvides que aún tienes algo que hablar conmigo," se entrometió Mugi, por un segundo te olvidaste de que se hallaba detrás de ti.

Le miraste para darle a entender que lo harías después y entraste al aula, la campana sonó cuando lo hiciste, evitando que siguiera con sus exigencias.

¿Cómo le explicarías que la cita estuvo bien pero que no podrías repetirla?


Miraste por la ventana y te perdiste discretamente entre tus pensamientos, recuerdos y más preguntas que hacían un torbellino en ella. Existían muchos motivos para estar confundida, encabezando la lista por el deseo de Ritsu, esa estúpida idea de volverse chico para lograr convertirse en tu príncipe azul, ¿Cómo deshacerlo?, peor aún, ¿Deseabas hacerlo?

Eso sin contar el que tu padre se había opuesto a que le siguieras viendo.

No habría sido tan grave si días antes no hubieras estado alegando sobre tu amiga Ritsu o si tu madre no hubiera dicho emocionada que tenías una cita ese día con un chico llamado así, de otra manera él no habría recordado tu pasado cerca de aquel niño problema. Sin agregar que la noche anterior entraste con una chaqueta de chico a casa, horas después de tu toque de queda- del que no tenías ningún conocimiento- y con una vestimenta poco adecuada.

Para estas horas, tu castigo apenas llevaba diez horas de haber empezado, con ellas aún te quedaban dos meses más.

Lo que era peor, cada vez que su sonrisa traviesa retornaba como nítido recuerdo, tu corazón se aceleraba y no sabías si era por Ella o ÉL. La duda se estaba volviendo insostenible, debías averiguarlo, debías saber cómo actuar. Sin embargo, algo no encajaba, sabías que te faltaba una pieza y por mucho que taladraras tu memoria, no se presentaba.


"Aquí tienes," fue lo primero que dijiste cuando te reuniste con Mugi en el viejo y abandonado salón del Keon-bu. Extendiste el abrigo que Ritsu te había prestado el día anterior, conseguiste sacarlo de casa con ayuda de tu madre, Mugi se regodeo con el suave aroma que expedía la prenda. Sentiste ganas de arrebatárselo pero no había otra forma de hacérselo llegar.

Las otras chicas estaban ahí, Yui aún miraba con fascinación las orejas de gato posadas firmemente sobre la pobre kohai- a la que no había soltado desde que descubrió eso- jugueteaba con las puntas y después se regocijaba sometiéndola a otro abrazo. Sawako-chan te miraba con recelo desde una esquina al tiempo que disfrutaba un poco de té, cortesía del club que se dedicaba a ello- si, Mugi tenía sus influencias en la escuela- y, por último y a tu pesar, Mugi se estaba embriagando con la chaqueta.

"Mi padre me ha castigado así que no puedo devolvérselo en persona, así que me preguntaba si podrías…"

"¡Sí!" contesto sin esperar a que terminaras.

"… decirle que ayer me la pase estupendamente pero que no se podrá repetir," te pesaba siquiera pensarlo.

"¿Qué? ¡¿Estás loca?" salió de sus fantasías para recriminarte, te sorprendió, pensaste que agradecería la oportunidad de estar con él. "No has visto lo feliz que se ha puesto, ¡No puedes dejarlo así como así!"

"Eso deberías habérselo dicho cuando me hacía la vida infeliz en el instituto," soltaste, no lo decías enojada, ni siquiera llevaba una emoción tus palabras. Ése no era tu pasado, no te dolía en lo absoluto, preferías conservar los verdaderos recuerdos y la activa participación de cierta persona castaña. "Además de que tiene un historial censurable," añadiste.

"Eso no es cierto," estabas siendo testigo de otra de las facetas de Mugi que no conocías, se molestaba con cada palabra. "Él es un buen chico, un poco tonto pero bueno" le defendió, algo dentro de ti te hizo ver que en verdad le amaba, eso mismo en algún profundo lugar de tu interior te hizo sentir celos.

El ambiente se tenso, un silencio inescrutable invadió el lugar.

"La cita ha ido de maravilla," declaraste, la rubia elevo la mirada, "Una película de terror, ha sido sucio de tu parte pero agradable, él es todo lo que no esperaba y al mismo tiempo, lo que ya sabía que era" por tu rostro resbalaban las pruebas de tu honestidad, "Ha sido como volver a vivir una vida que creía perdida."

"Eres una persona extraña Mio Akiyama," sentenció Mugi con la clara intención de dejar de fingir que era tu amiga y mostrándose como tu enemiga de amores, "Eres incomprensible pero interesante, todo ese mundo que te has inventado me maravilla pero el que hagas sufrir a Ricchan no te lo justifico, no te lo perdono." Tomo la chaqueta del joven en cuestión y salió del salón.

Mugi quería mucho más a Ritsu de lo que te imaginabas, lo tenías claro, inclusive desde tu verdadera realidad, sólo que aquí estaba mucho más dispuesta a intervenir por ello.

"Aunque no va a acorde a tus expectativas, ¿por qué no aceptas que lo amas?" la intervención de Sawako se hizo esperar pero llego.

La pregunta te afecto el semblante tanto como el pensamiento, podrías seguir engañándote si así lo deseabas, no obstante, al final ya todos los que te rodeaban sabían mejor que tú lo que tu corazón anhelaba y, aún con ello, todavía no eras capaz de contestar la interrogativa que te acaban de plantear.


Después de las actividades del club de literatura, de las cuales no te pudiste librar porque tus miembros te raptaron cuando salías de tu aula al finalizar la jornada académica, no te urgía realmente llegar a casa. Te esperaba tu madre con una sonrisita cómplice y tu padre con su entrecejo fruncido por tu cita ilícita con un chico problema.

Me pregunto si haría el mismo escándalo siendo Ritsu una chica, pensaste, la idea te sorprendió pero no tuviste tiempo para profundizar en la nueva duda, tu móvil estaba vibrando en tu bolsillo. Era un mensaje, el número no estaba registrado en la agenda y eso no evito que reconocieras los dígitos, era Ritsu.

"¿A qué se debe tanta seriedad?" leías en tu pantalla, de pronto una sonrisa se dibujo en ti. Levantaste la mirada y unos bellos ojos ocre la contestaron, mostrando su alegría sin necesidad de ver el resto de su cara.

Empezaste a caminar hacia él, portando un amago de tus sentimientos, no era lo mismo verle a él en lugar de a ella, sin embargo, la reacción era igual. Tu corazón se acelero con el primer paso, sentiste tus mejillas mucho más cálidas, en cualquier momento te darías cuenta de que eso que percibías en tu interior ya lo habías vivido antes y lo mucho que le refrenaste, lo mucho que evitaste recordar que lo sentías…

"Mio, te estaba esperando," la voz de tu padre hizo que tu corazón cayera hasta tus pies, perdiendo el hilo de la fantasía y regresándote a la realidad.

Ritsu perdió la sonrisa cuando vio que no te acercabas más, te pregunto con los ojos qué sucedía y fuiste tan cobarde que rehuiste de ellos.

Seguiste a tu padre hasta el auto y al entrar en él, pudiste ver por el retrovisor como Mugi se le acercaba con el suéter mientras él no abandonaba el intento de que le volvieras a mirar tal como lo habías hecho segundos atrás.

"Hoy las actividades del club han durado más, ¿no?" pregunto el señor Akiyama quitado de la pena, fingiendo indiferencia ante tu dolida actitud.

"No era necesario que esperaras por mí, podía caminar a casa," respondiste secamente.

"Hacía mucho que no te recogía en la escuela, desde que los bravucones te dejaron en paz," el mensaje quedo claro y eso no menguaba el coraje que sentías.

El camino a casa se convirtió en un silencio casi palpable.

Estabas aún enfadada cuando te encerraste en tu recamara después de la cena. Tus padres tenían una especie de pacto para no interrumpir tu castigo, así que el tema quedo completamente cerrado al quererte amparar con ella. Bien lo había dicho Ritsu, ella no recordaba quién era o no te habría dejado salir con él.

Mientras tanto tu padre tenía por misión tratarte exactamente igual pero con un toque más autoritario y paranoico, pues al siquiera acercarte a la puerta él ya estaba fulminándote con la mirada, siendo presa de tu propia casa.

Fue así como el único escape de todo eso era quedarte en tu cuarto, enojada con el comportamiento de tu padre, que ahora era un ser celoso y, lo que ahora consideraba actos delictivos, en su tiempo y realidad, describía como acciones graciosas.

Te recostaste en la cama, evitando pensar en todo. Abandonando las comparaciones, los recuerdos, las diferencias… sólo limitándote a imaginar la sonrisa alegre que provocaba la tuya, aquella energía contagiosa, los mismos ojos castaños, el mismo espíritu.

Exactamente el origen y final de tus problemas.

En algún punto de tus pensamientos, un sonido pausado entorpeció el hilo que llevaban, eso sin considerar el susto que suscito la primera vez que le oíste. Esperaste algunos segundos para ver su procedencia, lo siguiente te parecía una escena cliché de cualquier película romántica y, aún así, lo seguiste considerando tierno.

Abriste la ventana y asomaste parte de tu cuerpo para ver sus ojos vivarachos rogar porque fuera tu habitación la que estaba atacando.

"Déjalo ya," pediste, no tenías noción de la hora así que no sabías si tus padres ya estaban dormidos o si en cualquier momento saldrían para reñirlo.

"Habla… más nada se escucha; pero, ¿qué importa? ¡Hablan sus ojos; les responderé!…Soy demasiado atrevido." Conocías el dialogo, lo habías recitado algunas semanas atrás.

"Ay de mí,"contestaste, era inevitable pensar que así era que debió ser.

"Habla. ¡Oh! ¡Habla otra vez ángel resplandeciente!…"

"Cállate, o mi padre podría escucharte," le indicaste mirando por un momento la puerta y como la oscuridad en las rendijas no parecía inmutarse.

"Sólo quería hablar contigo, Tsumugi- sama me dijo que tenía que hacerlo," era buena su intención pero quizá no la hora más oportuna para hacerlo. "Salta, prometo atraparte," tu respuesta fue negativa, por mucho que quisieras escucharlo no estabas dispuesta a romperte un hueso en el intento. "Entonces subiré yo," te amenazo, su rostro mostro tenacidad y sus ojos buscaban la mejor ruta.

Aún con su altura y la fuerza que prometía su estado de chico, te parecía igual de estúpido.

"Espera, ¡bajaré!" aquello se definía perfectamente como lo más arriesgado que habías hecho en toda tu vida, estabas arrojándote de tu ventana, en un segundo piso mientras cubrías el castigo que te impusieron tus padres potencialmente despiertos y sumamente cerca.

Apenas cogiste lo primero que encontraste para resguardarte del frío y te lanzaste al vacio, donde, afortunadamente te esperaba tu Romeo con los brazos extendidos.

… Las cosas no salieron según lo planeado, por lo tanto quedaste incómodamente sobre él sin omitir que el ruido fue considerable.

"Espero ser un buen cojín," se burlo entre jadeos, con la poca luz que brindaba la luna y otra poca añadida por el farol de la calle, lograste ver su sonrojo y sus ojos mirando todo menos a ti, quizá porque le estabas mostrando mucho más de ti de lo que esperaba ver.

"L-lo siento."

"No importa," se levanto en un salto tan sólo para ayudarte a hacerlo, "Por lo menos no he dejado que te hicieras daño… Ahora vámonos," sugirió él.

"¿A dónde?"

"Lejos de tu padre," rió avergonzadamente sin soltar tu mano nunca.

Te sentiste cual Julieta bajo las circunstancias en las que estabas, rebosante de felicidad pero culpable internamente aunque aún no te enterabas.

Caminaron unos metros, apenas para entrar al parque y sentarse entre unos arbustos, la oscuridad era su mejor camuflaje ante los ojos que pudieran asomarse.

"No quisiera que me acusaran de secuestro," se limito a decir cuando tu rostro mostro curiosidad al no llevarte más lejos. "Siento haber sido tan osado, te castigaran aún más si se enteran pero no podía dejar de verte hoy."

"Ya me encargaré yo de eso mañana," contestaste en el esfuerzo de tranquilizarlo.

La gélida brisa demostraba que la noche ya estaba bastante entrada, llevaban sentados unos pocos minutos y el silencio se había profundizado, apenas mirándose el uno al otro y haciendo amagos en sus labios sin ser capaces de soltar una palabra más. No sabías que decir y parecía que Ritsu se había bloqueado al declarar abiertamente su ansiedad por ti, sus manos seguían sujetas, tal vez porque eso las protegía del frío o porque así querían dejarlas, tu mente no lo tenía claro.

"Has recitado perfectamente los diálogos de Romeo," comentaste al final.

"Cumplí un sueño más hoy," sus ojos parecieron brincar en sus cuencas cuando te escucho decir eso, "Siempre has estado en el club de literatura y pensé… pensé que si algún día tuviera la oportunidad de decirlas sería al pie de tu ventana, así que las aprendí hace tiempo." Otra confesión que hizo dar a tu corazón un vuelco un tanto agresivo.

"Me ha encantado escucharlo de tus labios," dijiste, "No elegiría a nadie mejor para el papel… Con tu cabello rebelde y melodiosa entonación," ahora eras tú quién sonreía como si no hubiera un mañana. "Siempre debió ser así," lo sabías desde el momento mismo en que les otorgaron los papeles.

La distancia entre sus rostros se acortaba con cada respiración, parecían dos imanes de poca potencia por la lentitud con la que estaban uniendo, el cálido aliento de Ritsu te acariciaba cuando estabas a escasos milímetros de sus labios y, cuando era palpable el beso algo entre los arbustos se movió.

"¡Kyaa!" Saltaste a él nuevamente, resguardándote en su pecho y aferrándote a sus brazos. Todos esos años de ver películas de terror a su lado sacaron tus peores temores en el instante menos adecuado, sentiste un hueco en el estómago al notar que había sido el aire y un caprichoso golpe contra las hojas lo que te desvió de culminar aquella escena.

"Podrás haber cambiado mucho pero algo en lo que Mio jamás cambiara será en lo cobarde" sonrió acariciando con ternura tus cabello. "Siempre que te asustabas yo estaba ahí, pero jamás me acercaba, sí lo hacía te ponías mucho peor…" he ahí su reputación de bravucón y la mala imagen de tu padre hacía él. "La primera vez que te hable, lloraste tanto que me suspendieron por tres días porque pensaron que te había hecho daño- ahora que lo pienso, mirarte ansiosamente desde mi lugar y llegar sorpresivamente no fue la mejor manera…"

"Esto se escuchara excepcionalmente raro pero sólo es hipotético," comentaste haciendo que te brindase toda su atención. "Si te dijera que alguna vez fuiste chica…"

Le contaste de la manera más extraña como había sido tu vida hasta la semana pasada, mostrándole como en tu verdadera vida él era una pieza importante de la misma. En momentos parecía asombrado, en otros incrédulo inclusive anonadado, como si considerase la posibilidad de que fuera cierto.

"No dudaré jamás que posees una estupenda imaginación," fue su reacción interrumpiendo tu elaborado recuento de los hechos.

"Claro que no has cambiado casi nada," dijiste poco después de ver entorpecida tu explicación.

"Aunque… he de confesar que suena maravilloso, toda una vida llena de beneficios, estar ahí siempre…" aquel brillo se apago al recordar la forma en que habían logrado reunirse por esta vez .

Busco tu rostro con una mano, levantándolo sutilmente para que su propósito fuera completado, lo viste venir y no hiciste absolutamente nada, lo deseabas también. Su aliento volvió a golpear con su calidez tu piel helada, el contacto volvió esa suave respiración en una corriente que fue capaz de calentar tu cuerpo completamente. Era algo nuevo y hermoso tanto como doloroso.

Lo apartaste como quien no quiere la cosa, te había robado tu primer beso e inducido a la culpa, lo habías guardando tantos años pensando que lo obtendría cuando lo mereciese.

Separaste tus parpados ensimismada en la tormenta de sentimientos, una lágrima se coló entre ellos volviendo menos nítido el desazón que presentaba tu contraparte mostrando el mismo tono opaco que ocupo los ojos de tu mejor amiga el mismo día en que tu infierno comenzó, aún cuando su deseo más profundo se convirtió en una realidad, seguía sintiéndose infeliz, era algo que podrías jurar.

Ya habías pasado por esto antes, esa sensación de obligarle a ser algo que no podría sólo por ti, para estar ahí contigo, para serte útil.

"Y ahora que soy chico, ¿Es suficiente para que me quieras?" la pregunta clave llego tan abruptamente como jamás lo habrías imaginado. Parecía tomarlo a broma pero sus orbes decían lo contrario, como si muy dentro de él, estuviera la niña que lloraba frente a tus ojos y a la cual ignoraste en su capricho.

"No," fuiste sincera, aún faltaba algo. "Siempre te he querido, allá, incluso aquí desde que me privaste de ver esas escenas de terror, en esencia sigues siendo ella pero no, no te puedo querer aún más…"

No parecía ofendido, en realidad parecía conforme con tu explicación.

"Es hora de que vuelvas," se limito a decir apenas mirando a la Luna que se asomaba.

"¿Eso es todo? ¿No quieres saber por qué?" tu voz salió ligeramente indignada.

"Es suficiente con que lo sepas tú," guiño un ojo, acto seguido te escolto hasta a la puerta de tu hogar. Lo viste aún con la inquisitiva en las pupilas, él se inclino apenas sólo para darte un beso en la frente.

"Descansa bella damisela," fueron sus últimas palabras antes de desaparecer.

¿Cómo lo sabía?, fue tu primer pensamiento después de salir del trance.


Olvidaste por completo poner la alarma en tu celular, así que cuando despertaste sólo tuviste tiempo para vestirte, coger tu bolso y salir corriendo a la escuela. Te parecía absurdo que te volviera a pasar lo mismo en tan poco tiempo pero repasando la noche anterior, consideraste que pudo haber sido peor.

Tu celular empezó a sonar poco antes de llegar al colegio, cuando viste su número lo primero que vino a tu mente fue que quizá su momento de madurez había pasado y quería que le explicases porque no le correspondías de la forma que él quería. No lo podías atender ahora, tu mente estaba en tu puntualidad y su próximo paso a la historia.

Te quejaste de la poca coherencia en los castigos de tu padre, sólo irte a recoger era conveniente, tal vez no pasaba por su mente la posibilidad de que podrías fugarte en la mañana. Sin embargo, algo no cuadraba, ni tu madre ni tu padre te despidieron en la mañana como lo llevaban haciendo estos días…

La vaga ilusión lleno tu mente pero decidiste ahuyentarla sacudiendo la cabeza, quizá no tan valiente ante la posible decepción.

Casi te arrojaste a tu lugar cuando la última campanada termino, respirando agitadamente, era tal tu prisa que los pequeños cambios te pasaron desapercibidos aún cuando todo el pasillo seguía repleto de ellos.

"Buen día Mio-chan," te saludo Mugi desde su asiento con su típica sonrisa afable. Eso te recordó que debías agradecerle por lo del día anterior…

Un segundo, ¿su asiento?... La miraste confundida, pocas sillas más cerca Yui sonrió mientras movía la mano fervientemente y Nodoka la calmaba porque Yamanaka-sensei no tardaba en entrar al aula.

Te giraste bruscamente en búsqueda de la más importante, unos bancos por detrás de ti.

¡Zaz!

El golpe en tu lugar hizo que el alma se te escapara por unos instantes.

"¡Podrías por lo menos contestar tu celular y decirme que no me ibas a esperar!" fue su inmediato reproche, sin aguardar que recuperaras el aliento.

"R-ritsu e-eres tú," dijiste apenas en un susurro.

"Tainaka-san, la clase ya inicio haz el favor de sentarte en tu lugar," señalo Sawako suspirando ya antes de entrar.

Una punzada de culpabilidad te ataco cuando viste a la pobre chica ir hasta su silla luchando con el poco espacio y unas estorbosas muletas.

"Lo siento," articulaste con los labios cuando te vio, ella sólo cruzo los brazos sobre su pecho y torció los labios. Sabías que no estaba realmente enojada cuando lo hizo.

La clase termino sin contratiempos, las chicas bombardeaban con atenciones a Ritsu, todas incluyendo Sawa-chan se portaban amables con ella. No parecía incomodarle en lo absoluto aunque cambiaba su gesto si la mirabas con insistente preocupación.

En algún momento tendrías que disculparte por todo, desde la caída hasta asuntos que tenían pendientes desde hacía mucho tiempo.

"La práctica queda cancelada, ¿no es así?" dijo a regañadientes Azusa al llegar al salón del club.

"Azu-nyan, Ricchan está lastimada," la regaño Yui inmediatamente, como si no pudiera creer su falta de tacto.

"No lo decía por eso, sino porque Mio-senpai ha dejado su bajo," explico la pequeña ya siendo cubierta por los brazos de la castaña.

Era cierto te habías olvidado de tu bajo, aunque no recordabas haberlo visto en casa.

"Si hubieras contestado tu celular ahora lo tendrías contigo," dijo con un atisbo de maldad Ritsu.

"¿Cuántas veces tendré que decir que lo siento?" le preguntaste por segunda vez.

"Déjame pensar," su rostro se volvió inescrutable. "Las palabras no son suficiente," se refirió a su corazón, mientras dramatizaba con su muleta como lo habías herido.

"Quizá pueda hacer algo para recompensarlo," sugeriste.

"Interesante propuesta, tendré que analizarla," ahí estaba, jugando de nuevo tan sólo esperando por el momento indicado. "Entonces cumple mi deseo," te expreso entre susurros.

"Con todos lo que te he cumplido estos días, me pregunto cuántos deseos tienes todavía," exclamaste. No te comprendió y no hizo falta después de asentirle.

Queriéndolo o no, estabas lista para ello. Al fin habías descubierto la razón por la que los pasados días sucedieron…

"Oficial," gruño Ritsu.

"Mande capitán," respondió Yui dejando brevemente su misión de abrazar a la Koihai, irguiéndose y saludando con la mano en la frente.

"Coge tu arma que esto se ha vuelto una trinchera," la escena carecía de sentido alguno pero eso no quitaba lo gracioso de verlas jugando a que soportes en verdad eran armas.

Tras unos minutos de absurdos sonidos y susurros de muerte, Mugi decidió que era verdaderamente divertido y se unió a ello, fingiendo que las bolsitas de té eran granadas.

El resto negaban para sí, salvo tú que estabas viendo la esencia pura de tu deseo, aquello por lo que habías sufrido días de confusión, Ritsu lucía perfectamente feliz así, siendo ella, sin absolutamente nada que la obligara a cambiar.

Una de tus comisuras se rindió al fin y supiste que estabas perdida, también entraste a la guerra que se llevaba a cabo en la pequeña habitación.


Antes de que rompieran algo, Sawa-chan las corrió del salón, un poco frustrada por no obtener su té vespertino y en su lugar cubrirlo con una jugarreta a la que no entendía ni quería hacerlo, un poco aliviada debido a que la salud de la baterista no se vio afectada con la lesión en la pierna.

Se ofreció para acercarlas a su casa pero antes de que Ritsu hiciera relucir su pereza, tú te negaste tajantemente, querías hablar seriamente ahora sobre su deseo.

"Bien, hasta mañana," se despidió abordando su auto y perdiéndose a la distancia.

"Podríamos acompañarlas, si quieren," se ofreció Mugi.

"Quizá llegar a comer pastel," añadió Yui ligeramente más emocionada.

"Otro día quizá," respondiste. A tu lado unos ojos de color ocre estaban fulminándote, primero la alejaste de la comodidad de ir en auto y ahora la privabas de comer golosinas, sin embargo, seguiste abusando de tu suerte. "Nos vemos mañana."

Las chicas asintieron y se dispersaron poco a poco, mientras tanto tú eras sometida al silencio más sepulcral que pudieras haber sentido, pensando que en algún momento lo llenaría con algún estúpido comentario o sus quejas pero no lo hizo, siguió bajo su taciturna actitud.

Le quitaste su mochila y la llevaste tú apenas obteniendo un breve choque de miradas, te sentiste ansiosa, quedaban pocas calles para llegar a su casa y no querías que todo quedara para mañana, suficientes años habían pasado.

"Siento lo de ayer," dijiste al fin.

"Si, debiste ir más atenta al camino," sabías que confundiría las situaciones.

Sonreíste tontamente, "Ahora bien, ¿Podrías decirme tu deseo o quieres que actué por mi propia cuenta para cumplirlo?" Sonó mejor cuando lo recitaste en tu cabeza, ahora sólo incrementaste la ansiedad que venías acumulando desde la noche anterior.

"Sorpréndeme," te reto apenas iluminándose un poco.

Tus mejillas pronto obtuvieron un brillo escarlata y apartaste la mirada, el temor lleno tu ser, aún pensando que lo que estabas haciendo era lo correcto.

"¡Hablan sus ojos; les responderé!…Soy demasiado atrevida." Se burlo de la manera en que jamás se te hubiera ocurrido.

"Suena incluso mejor que ayer," respondiste.

"Tendrías que contestarme, ¿sabes? Hubieras sido una pésima Julieta," comento con total naturalidad.

"Me falta un balcón y un mejor interlocutor," contestaste.

"Pones a prueba mi gallardía," blandió su muleta en señal de tu ofensa.

"Deja ya de ser el caballero que no eres," gruñiste con repentina exasperación. Aquello fue un golpe directo, cruel pero sincero. "Ritsu," su nombre salió roto entre tus labios, ella perdió la sonrisa que con tanto trabajo le habías sacado.

"Se hace tarde," repuso en voz baja, apagada.

"Aún no me pides tu deseo," insististe.

"Hay que luchar por ellos, ¿no?" cogió tus mismas palabras y te las restregó, te lo merecías por tu poco tacto.

Le bloqueaste el paso dubitativa pero con asomo de determinación, la miraste a los ojos y como si no existiera otra ocasión acunaste su rostro entre tus manos y la atrajiste hacía ti, dándole el tiempo mínimo para que entendiese lo que sucedería.

Tus labios cercaron los suyos, impidiéndoles que dejaran salir palabras, le robaste el aire para prohibirle suspirar en ese momento. Aunque ya no era tu primer beso, lo sentiste como el verdadero sin creer lo poderoso de tu impulso y sin querer pensar que pasaría después de él.


"…Yo no quiero un príncipe," dijo Ritsu un poco asqueada, rodaste los ojos creyendo que quizá era algo joven como para entender, "Yo quiero a Mio-chan," siguió.

"Pues yo no quiero a Ricchan, porque no es un niño," exclamaste, pasando muy por alto como tu mejor amiga mordía su labio para evitar que las lágrimas brotaran de sus rosados ojos y continuaste prestando más atención a lo que comías.

"Entonces, sí yo fuera chico, ¿Mio me querría más?" pregunto insistentemente la pequeña Ricchan con el nudo presente en cada sílaba.

La ignoraste con justa razón, ni tomándote la molestia en sacarla del error.

"Desearé ser un chico," se animo con su tonto pensamiento, "Me convertiré en el digno caballero que merece Mio."

"No digas tonterías Ritsu, eso no haría que te quisiera más…" salió por tu boca. Porque realmente sería imposible amarte más de lo que ya hago, se formó en tu mente.

Nunca quisiste un príncipe azul ni mucho menos, era algo que se encontraba en cuentos y se desteñían pronto en su misma fantasía. Tampoco quería ser la princesa, eso lo sabías muy bien, mucho menos que Ritsu tratara de volverse un caballero.

En el mismísimo instante que ella deseo serlo, tú anhelaste dejar de ser la damisela en peligro que ella necesitaba para cubrir su absurdo sueño.

Deseaste ser valiente, tanto como para poder resistir gritar su nombre cuando te asustabas, tanto como para no llorar mientras la abrazabas, tanto como para no necesitar ser rescatada. Deseabas ser tan valiente sencillamente para que ella pudiera mostrarse por una vez vulnerable contigo y no al revés.


Nota Final.

Como siempre yo y mis finales que no me parecen suficiente.

Sinceramente deje cosas sin decir porque se toman a consideración de quién lee, a mi me parece particularmente un final muy corto, algo abierto pero feliz.

Y me gustaría explicar ligeramente que Mio paso de su realidad a la otra porque deseaba borrar esa amargura en Ritsu, ya lo dije, reprimió sus propios sentimientos para que su amiga dejara de obligarse a ser lo que Mio necesitaba (Vamos, Ritsu por si sola ya lo era) La única manera de que esto sucediera era ver que su vida, la una sin la otra (o decir, sin el otro) no era realmente tan buena como Ricchan se la imaginaba.

Cabe destacar que Mio tuvo la oportunidad de quedarse con Ritsu male y vivir siendo la misma o volver y cumplir su objetivo, por esta ocasión, siendo ella lo que Ritsu necesitaba.

Hasta yo me he confundido con mi explicación pero quería decirlo xD

En fin, se agradecen todos los reviews y que me sigan leyendo ^^

Ya nos veremos pronto por aquí con un One-shot (No, no el que acabo de subir, otro)