The First Time

I

Las cosas con Rachel esta vez son distintas. Más fáciles. Finn no es de los que suelen pensar demasiado, pero cuando se trata de Rachel no puede evitarlo. Y él nota que las cosas han cambiado. Han crecido. Han madurado (bueno, él no tanto, pero igual hace a la diferencia). Ambos confían más en el otro. No hay tantos celos, ni tantos planteos infantiles. Y, francamente, él se siente muy orgulloso de eso. Ya ni siquiera le importa cuando los demás chicos le dicen que es un dominado cuando él prefiere salir con ella a quedarse en su casa jugando videojuegos y comiendo estupideces. Primero porque no es un dominado y segundo porque Rachel es su mejor amiga, además de ser su novia, y no hay nada que Finn disfrute más que pasar el tiempo con ella. Nunca se ha sentido tan conectado con alguien como con Rachel, y Finn la ama más de lo que puede decir. Lo que realmente ha cambiado, sin dudas, es el aspecto físico de su relación. Finn siempre ha sido precavido con eso, siempre ha intentado respetarla lo más posible. Pero últimamente se le hace casi imposible contener sus impulsos, sobretodo porque Rachel no parece querer contener los de ella. Finn cree que, tal vez, el futuro incierto de su relación esté generando este cambio en Rachel. Es casi como si ella quisiera sacarle provecho a cada segundo, y él realmente no tiene queja alguna.

- ¿Qué estás haciendo ahora?- inquiere la voz de ella desde el otro lado del teléfono.

- Nada, realmente.- responde él, recostándose en su propia cama y mirando hacia el techo.

- Bueno… el ensayo terminó. Si quieres puedo pasar por tu casa en diez minutos.- murmura Rachel, y Finn apenas puede oírla por sobre el sonido de la gente hablando alrededor de ella.

- ¡Claro que quiero! Tal vez puedes ayudarme con el proyecto de Física, porque no entiendo nada…

- Sí, Finn, te ayudaré con el proyecto.- dice ella, antes de cortar, y su voz está llena de sarcasmo y de algo que Finn no puede definir del todo pero… ¡Dios! Es lo más sexy que ha oído en su vida. Ese simple contacto con Rachel lo deja tan… anonadado, que no se da cuenta de que cuanto tiempo ha pasado recostado allí mirando al techo hasta que no oye el pequeño y conocido golpecito en la puerta de su habitación. Apenas él se incorpora y abre la puerta, los brazos de Rachel lo rodean con fuerza del cuello, y sus dulces labios se presionan contra los de él.

- Hola…- murmura ella, en un suspiro, y Finn sabe entonces que ella lo extrañó tanto como él la extrañó.

- Hola.- responde él, abrazándola por la cintura y caminando lentamente hasta la cama y sentándose en el borde. Rachel se sienta delicadamente en su falda, dándole un beso en la mejilla y relajándose en sus brazos.- ¿Cansada?

- Fue un día largo.- murmura, besándolo otra vez en los labios, esta vez separándolos con su propia lengua, soltando un pequeño suspiro de satisfacción en cuanto las manos de Finn le acarician una de sus piernas. Finn sonríe porque, francamente, su pollera es increíblemente corta. Tan corta que no le cuesta nada acariciarle los muslos. Rachel se mueve en su falda, generando más fricción, haciendo que las caderas de Finn se acerquen más a las propias inconcientemente. Ella no opone resistencia. No se queja. No parece molestarle la mano de Finn que le está acariciando el trasero por debajo de la pollera o la evidente erección que crece en sus pantalones. Finn cree que, por el contrario, ella realmente lo está disfrutando. Cuando Rachel toma una de sus manos en la propia y lo guía hasta uno de sus senos, Finn sabe que todas sus teorías sin ciertas.

II

Se siente estúpido. Usado. Como si le hubieran lanzado un balde de agua congelada sobre los hombros, empapándolo. Cree que puede oír a Rachel llorar a lo lejos, y eso es en realidad lo que hace que un par de lágrimas se le escurran por las mejillas.

- Me voy… me voy a casa, Finn.- anuncia ella, con la voz quebrada, apareciéndose en la cocina con sus ojos llorosos y sus zapatos en una mano. Finn no dice nada. no puede decirle nada. no quiere gritarle o descargarse con ella porque, después de todo, es Rachel. Y él sabe que está arrepentida de lo que acaba de decirle. Ella se acerca tentativamente y le acaricia una de las mejillas, limpiándole el rastro de las lágrimas.- Lo siento muchísimo Finn. Yo no quería…

- Rach…

- No, Finn, escucha. ¿Todo lo que dije antes? Todo es verdad. Yo te amo, ¿está bien? Eres el amor de mi vida. Y quiero hacer esto contigo. Pero entiendo… entiendo que ahora estés enfadado conmigo. Esta noche fue increíble y yo… la arruiné por completo. Y tu no te mereces eso, realmente no te lo mereces. Así que voy a irme ahora, ¿está bien? Nos vemos… nos vemos después.- le dice ella, conteniendo las lágrimas, y él tiene que contener el impulso de pedirle que no se vaya. Es extraño como, a veces, Rachel es el remedio y la enfermedad al mismo tiempo.

III

Él encuentra la pequeña carta en el interior de su mochila, y ni siquiera se pregunta como llegó allí o de quién es… porque lo sabe sólo al verla.

"Lamento mucho no poder estar en el juego esta noche. De veras que si. Sé que no hemos hablado mucho en los últimos días, y lo entiendo. Pero debes saber, Finn, que creo en ti, que darás todo de ti para que esto salga bien. Y si las cosas no salen bien… sabes que puedes contar conmigo. Lo resolveremos juntos.

Te ama…

Rachel.

Pd: Tú eres el Tony para mi María. Y cada canción que cante esta noche… será para ti."

IV

Él no puede evitar llorar. Sabe que está en el medio del vestuario y que, a pesar de que está solo, cualquiera podría entrar ahí en cualquier momento y verlo llorando por una carta de su novia. No le importa. Se deja caer en el banco metálico, con el pequeño papel entre sus manos, aferrándose a eso como si se tratara de Rachel misma. Tal vez si lo hubiera visto antes del partido las cosas habrían sido distintas. Deja la cartita a un lado y se mete bajo el frío agua de la ducha, aún con su uniforme puesto. Golpea la pared con fuerza, con saña, intentando descargar toda su furia. Sólo sale de allí porque tiene que ir a verla, porque ella es la solución para todo. Porque él es el Tony de su María… y en este momento la necesita más que a nadie.

V

Sabe que las flores son de Finn aún antes de que Tina se lo diga. Aún antes de leer la pequeña nota que, con su desgarbada letra, dice: "Rómpete una pierna. Te amo. Finn". Y de repente… sus nervios desaparecen, y las estúpidas inseguridades que antes la aterrorizaban se evaporan en el aire.

- Tony y María eran almas gemelas. A pesar de todo, se encontraron el uno al otro. Yo se lo que se siente… y tu también.- le dice a Blaine, mientras ambos se preparan para salir a escena. No sabe si Blaine la entiende o no, pero en el fondo no le importa. Ella tiene a Finn, que es su única certeza. Ella no le estaba mintiendo. Sexo o no, él es el Tony de su María. Y Rachel sale al escenario pensando en él porque, en momentos como esos, es en lo único que puede pensar.

VI

- Te amo más de lo que puedo decirte.- le murmura él, besándola en los labios mientras sus cuerpos se entrelazan debajo de las sábanas, y ella ni siquiera se atreve a contestar porque teme decir algo estúpido porque, francamente, siente demasiadas cosas como para decirlas de una sola vez.

- ¿Finn…?- murmura después de un momento, y él se incorpora para mirarla.- Estoy lista.- le dice, acariciándole las mejillas, y puede ver como él traga saliva de forma nerviosa. Separa sus piernas, invitándolo a colocarse a allí, y él obedece.

- Te amo.- repite él, por centésima vez, mientras ella lo ayuda a acomodarse. Ambos contienen la respiración mientras él ingresa lentamente en ella, y Rachel hunde su frente en el cuello de Finn, intentando no ceder ante el dolor.

- ¿Rachel? ¿Quieres que… quieres que me detenga?

- No… solo dame un segundo.- dice ella, respirando lentamente. Y entonces, cuando abre los ojos y ve la mirada de Finn clavada en la propia… el dolor desaparece. Ella realmente lo ama y… allí están, allí está él. Se mueve tentativamente, sintiéndolo, y Finn mueve sus caderas tal vez inconscientemente.

- No pares.- le dice ella, tal vez bruscamente, pero él obedece. Comienza a moverse de forma lenta, casi tentativa, como temiendo por lo que puede llegar a pasar.- Más… más fuerte, Finn.- dice ella, con la poca respiración que tiene, moviéndose un poco al compás. Lo siente temblar y es… es lo más increíble que ha sentido jamás. Realmente son uno. Cada movimiento de Finn se siente como propio.

- Rach…- murmura él, casi en un gruñido, y ella no puede evitar suspirar también porque es lo más sexy que ha escuchado en su vida. Sus labios se encuentran, y sus besos son entrecortados, porque a ambos les cuesta un poco respirar. Y entonces Finn se deja ir, diciendo su nombre una última vez, sosteniéndose con sus brazos para no caer sobre ella y aplastarla.

- Lo siento… lo siento…- se disculpa, sin mirarla, y Rachel lo toma de las mejillas.

- Finn… eso fue increíble.- le murmura, besándolo directamente en sus labios.

- Pero tu no… quiero decir que no…

- Nadie lo hace en la primera vez.- lo consuela ella, invitándolo a recostarse a su lado. Finn se desliza de ella con cuidado, y sólo entonces Rachel vuelve a sentir una leve punzada de dolor. Se recuesta sobre el pecho de él, mirándolo directamente a los ojos.

- Te amo.- le murmura él, acariciándole el cabello. Rachel sonríe, y un par de lágrimas quieren escaparse de sus ojos.

- Yo también te amo.- le contesta, estirando una de sus manos para acariciarle la mejilla. Finn se gira de tal forma que quedan recostados uno al lado del otro, con sus frentes chocándose. Ella ve como los ojos de él van cerrándose de a poco, cediendo ante el cansancio, y cree que tal vez los suyos también están cerrándose. Se acomoda en sus brazos, dejando que el cuerpo de Finn la envuelva y sus piernas se entrelacen debajo de las sábanas. El suelo es incómodo, pero no le importa. Está demasiado feliz como para quejarse.

- No puedo creer que lo hicimos.- dice él, antes de quedarse dormido, y ella suelta una risita porque, siendo honestos, ella tampoco puede creerlo.- Buenas noches.- agrega él, y Rachel cree que es una de las cosas más hermosas que ha oído jamás. De hecho… no le molestaría escucha esas palabras todas las noches.

VII

Su estómago ruge, pidiendo ser alimentado, y sólo entonces Finn abre los ojos. No le cuesta mucho recordar adonde está. Sobretodo porque lo primero que ve al abrir los ojos son los brillantes ojos de Rachel mirándolo bajo la luz de la primera mañana.

- Buen día.- murmura ella, con una media sonrisa. Finn también sonríe. Por mil razones. Le primera que se le ocurre es que Rachel tiene las marcas de la almohada en una de sus mejillas y es lo más tierno que él hha visto.

- ¿Cómo te sientes?- pregunta él, acariciándole el cabello.

- Fantástico. Lo de anoche fue perfecto, Finn.- le dice ella, acercándose más a él, y Finn no puede evitar sonrojarse cuando siente sus cuerpos desnudos rozándose debajo de las sábanas.

- Tu estuviste perfecta.- murmura él, incorporándose y apoyándose en uno de sus codos para poder besarla. Rachel sonríe contra sus labios, pasando sus suaves dedos por su cabello. El estómago de Finn vuelve a rugir, y Rachel suelta una risita.

- ¿Porqué no te preparo algo de desayunar mientras tu acomodas este lio?- le propone ella, y Finn intenta oculta la decepción de su rostro porque, en realidad, él esperaba que pudieran quedarse allí por el resto de la eternidad. Rachel parece notarlo de todas maneras, porque vuelve a besarlo de lleno en los labios, y se despega sólo para murmurarle un "podemos continuar con esto después". Finn la ve incorporarse lentamente, echándole un vistazo a su pequeño cuerpo desnudo antes de que ella se coloque su playera. Rachel se arrodilla a su lado, besándolo otra vez.- ¿Finn? Dije "acomodar", ¿sabes? No "desarmar".- enfatiza, y él cree que Rachel está intentando matarlo porque, realmente, todo junto es demasiado. Los recuerdos de la noche anterior y el sonido de sus pies descalzos sobre la alfombra. O la bellísima postal que Rachel compone cuando, calada sólo en su propia playera, le prepara el desayuno y canta una de las canciones del musical. Finn se sienta en la mesa a contemplarla, sin decir una palabra, y de vez en cuando ella lo mira sobre su hombro y le regala una sonrisa.

- Lamento haberte gritado anoche.- le murmura el, mientras ella le sirve el desayuno. Rachel le acaricia el cabello dulcemente y lo besa en la mejilla.

- Es mi trabajo, Finn. No sería buena en mi trabajo si sólo te acompañara en los buenos momentos.- dice ella, tomándole la mano sobre la mesa, mientras comienza a comerse su propio desayuno.- ¿Te das cuenta que no es sólo la primera vez en que hacemos el amor?- agrega ella, y Finn frunce el ceño, sin entender.- Es también la primera vez que dormimos juntos y que despertamos juntos y que desayunamos juntos… es mucho más que eso, ¿no?- le explica, limpiándole con su pulgar las gotas de jarabe que se le escurrieron a él por el mentón, sonriéndole brillantemente.

- Es mucho más que eso.- repite él, porque Rachel tiene la razón. Y Finn la ama cuando tiene la razón. Y cuando se equivoca. Cuando pide perdón. En definitiva, Finn la ama todo el tiempo.- Te amo.- le dice, sin darse cuenta, pero sin sonrojarse tampoco. Rachel se incorpora entonces y camina hasta él, sentándose en su falda, con sus piernas a cada lado de la cintura del muchacho, y Finn siente que toda la sangre de su cuerpo corre hasta sus boxers cuando se da cuenta de que ella no está usando ropa interior.

- Yo te amo más.- murmura ella antes de besarlo, apoyando sus palmas en su pecho, acariciándolo. Finn no quiere discutirle. Sólo se limita a sonreír y besarla, sin preocuparse demasiado por su desayuno. La carga en brazos y la lleva hasta el pequeño estar, recostándola sobre las cobijas que él acomodó unos momentos antes. Ella sonríe y lo besa y, antes de que se den cuenta, ambos están desnudos de nuevo. Finn sabe entonces que hará lo que sea para poder tenerla en su vida por el resto de sus días.