Y después de un largo receso para esta historia, RPG ha vuelto. Esta historia me entusiasma mucho, e incluso estoy pensando en hacerla independiente junto con "El Manifiesto", pero ya veremos. Entre tanto, los dejo con otro episodio en esta gran batalla por el Santo Grial.


RPG – Parte V.

—¿Cómo se supone que debería llamarte? No puedo estarte diciendo Saber, a leguas se nota que no es tu nombre.

No puedo evitarlo. Soy una persona naturalmente amable y lancé ese comentario mientras que mi guardián compartía conmigo esa tarde de martes en la azotea de mi edificio, donde tendía la ropa aún húmeda que había traído recientemente de la lavandería.

—¿Qué tal "Ben"? Es un nombre sencillo.

—Muy bien, Ben. Dime, ¿exactamente qué hacías tú allá de dónde vienes?

Su barba se curvó junto con su sonrisa mientras miraba los edificios y la universidad a la distancia.

—Hacía muchas cosas. Era algo así como un filósofo, también soy maestro y recientemente me había convertido en cónsul.

—¿Todos los maestros por allá usan tan bien una espada?

—Digamos que es un accesorio de trabajo.

—¿Y eso de mover las cosas con la mente? Seamos honestos, no es con un discurso con lo que vamos a ganar este juego, es con esas increíbles habilidades que tienes. Ojalá yo pudiera ser así de bueno… aunque viéndolo bien, eso significaría tener una vida muy agitada. Una vida como la que Haruhi quisiera tener.

—¿Y no es lo que tú quieres?

—¿Bromeas? Estoy a punto de ser padre. Ya que este ridículo y peligroso juego haya iniciado es un problema, quiero que mi hijo o hija crezca fuera de peligros.

—Eso fue muy convincente, pero no es la respuesta a la pregunta que te hice: ¿No es eso lo que tú quieres?

No. No podría serlo. ¿Por qué? Muy sencillo: yo renuncié a todo eso al terminar la secundaria. Me hice el firme propósito de abandonar las locuras y las fantasías sobre seres especiales, sobrenaturales, venidos de otros mundos, capaces de cambiar el rostro de la tierra en un abrir y cerrar de ojos. Eso es para niños, y se supone que yo ya soy un adulto, haber transmitido mis genes a otra generación lo demuestra. No sé con qué grado de pasión expuse ese punto, pero lejos de convencer a mi interlocutor de mi punto, una sonrisa condescendiente iba iluminando su cara mientras se acercaba al cesto de ropa, donde llevaba mi equipo para kendo, y tomó el bokken.

—Es muy curioso que lo pongas en esos términos, Kyon. Lo digo porque la gran mayoría mataría por la vida que tienes, y más allá de eso… porque el único que está evitando de disfrutes la gran aventura que tú tienes por vida eres tú mismo. Mis maestros me educaron desde que era un niño pequeño, y una de las enseñanzas más valiosas que me dieron era precisamente esa: sin importar cuantos años pasen, el corazón y el espíritu deben ser iguales a los de un niño, sino habrás empezado a morir antes de descubrir tu verdadero potencial.


A diferencia de lo que normalmente ocurre con las personas ordinarias, el alivio para mí no era que llegará el viernes y con él el fin de semana. Oh, claro que no, y era porque representaba la llegada del domingo y el enloquecedor juego de rol. Entre tanto, ese viernes salí de la biblioteca luego de despedirme de Langdon y bajando las escaleras de la misma, Saber esperaba pacientemente recargado en un muro a un costado. Los estudiantes no tenían mucho interés en él en realidad, no era el único caucásico en los terrenos del campus.

Esta vez, sin embargo, no se quedó a esperarme fuera del dojo como siempre, en su lugar, entró conmigo y se sentó junto con otros visitantes mientras que yo comenzaba a practicar mis formas ya debidamente ataviado con un hakama y el bokken. Sentí algo de vergüenza. No me malinterpreten, creo que tenemos una de las más ricas culturas en lo que a espadas y artes marciales corresponde, pero yo había visto a ese hombre hacer un uso más que magistral de una espada en días anteriores, y mi nivel me pareció muy bajo en comparación.

Así, dejé de prestar atención a él en poco tiempo y comencé a concentrarme en mis propios movimientos, dejando de lado todo lo que pasaba en el mundo, alcanzando por momentos la esperada paz que sólo una buena ejecución de un arte marcial te puede dar.

La práctica terminó. Era de noche ya y los alumnos se marchaban dejando el dojo solo, me despedí de mi instructor que se fue hacia los vestidores dejándonos a Saber y a mí ahí, e instándome a que practicara más, según sus exactas palabras, había talento en mí, y se me dedicaba lo suficiente podría hacerme atleta olímpico. Agradecí sus palabras de cumplido, aunque me pareció que eran algo exageradas.

Minutos después regresé de los vestidores ya ataviado en ropa deportiva, y al salir me encontré con Saber estaba sentado al centro de dojo y parecía meditar.

—El venerable hombre que te instruye en la espada tiene mucha razón—. Comenzó sin abrir los ojos. —Existe un enorme potencial en ti, Kyon. ¿Por qué no me muestras un poco de ese talento?

—¿Qué tienes en mente?— Pregunté viéndolo levantarse y tomando un bokken.

Su ropa destelló un momento y nuevamente estaba metido en el traje beige, caminó al centro del dojo, puso su mano izquierda en la espalda y con la derecha sujetó la espada de madera apuntando hacia el suelo.

El tipo de esgrima que Ben practicaba era distinto al kendo, pero pensé que sería divertido e ilustrativo ver como se desenvolvía. Lo alcancé y me puse en guardia. Un instante después arqueé una ceja con desconcierto. Él tenía los ojos cerrados.

—Ataca—. Indicó.

—Abre los ojos.

—No lo creo… te tengo una propuesta: si logras conectar un golpe, te enseñaré a usar la espada tal como yo lo hago.

Entonces mis dos cejas se arquearon. ¿Estaba hablando en serio?, ¿quería enseñarme a usar el estoque? Sería una oportunidad única en la vida… le dije que estaba de acuerdo y comencé a rodearlo, teniendo buen cuidado de no hacer el menor ruido mientras me movía. Él seguía sin abrir los ojos, sin mover el sable de madera, como si estuviera completamente solo, apenas si se notaba su respiración.

En lugar de lanzar un mandoble, decidí iniciar con una estocada hacia su columna a la altura de sus omóplatos, y por supuesto, fui lo suficientemente ingenuo para pensar que un ataque así daría resultados. Ben apenas si tuvo que mover su tronco unos centímetros a su derecha, pero ni su postura o actitud relajada cambiaron… no tuvo siquiera que volverse hacia mí. De inmediato traté de alcanzarlo en el mismo movimiento, pero el espadachín se agachó apenas lo suficiente para que el bokken pasara unos milímetros por arriba de su cabeza, era como sí supiera de antemano donde pasaría la hoja de madera.

Intenté llegar a su riñón derecho desde abajo, y esta vez si fue su bokken el que se plantó en el camino del mío, haciendo un ruido contundente y muy escandaloso ahora que sólo estábamos nosotros dos. Sin vacilar intenté hacer un movimiento hacia su pierna justo desde donde nuestras armas chocaron, por supuesto, el ataque fue infructuoso y la madera chocó directamente contra la duela, mientras que Ben daba un paso hacia su izquierda completamente indiferente a mis intentos por alcanzarlo.

—Deja de pensar en nada. Sólo permite que la espada elija el mejor camino para llegar a su objetivo, no la distraigas tratando de hacer tú su trabajo.

Ben no había terminado de decir esa frase cuando tiré un fuerte mandoble directo a su cabeza, pero como era de esperarse, siguiendo el movimiento natural de su mano armada volvió a bloquear el ataque, al rechazarme intenté llegar a su costado dando un giro completo sobre mis talones, y con la misma calma por parte de él, mi espada se encontró con la suya. Era imposible. La espada de Ben, sólo guiada por su intuición constituía una fortaleza impenetrable, incluso llegué a pensar que de alguna forma estaba haciendo trampa, quizás podía ver a través de sus propios párpados, aunque eso no explicaba como era que sabía donde atacaría aún dándome la espalda y sin siquiera girar un poco su cabeza hacia mí.

Me detuve agitado, aún con el sable en alto mientras lo veía de espaldas a mí, en una postura completamente relajada, y reflexioné sobre sus palabras. Dejar que la espada elija el camino…

—De eso exactamente es de lo que hablaba—. Dijo satisfecho.

Relajé igualmente mi postura y cerré los ojos. Dejaría que la espada me guiara.

A ciegas tiré el primer golpe, oportunamente bloqueado por Ben, sin embargo, dejé la frustración a un lado y continúe atacándolo. Un par de minutos después sudaba copiosamente mientras atacaba con entusiasmo al espadachín, me había olvidado de todo lo aprendido en el dojo, de todas las teorías y técnicas que había conocido o imaginado antes, dejé que la espada fuera libre, y con ello yo mismo me sentí libre.

Pero aún a pesar de lo bien que la estábamos pasando (ambos, pude escuchar que en algún momento Saber rió), debía concluir el encuentro… y convertí mi mano izquierda en cómplice de mi espada. Golpeé varias veces el sable de mi contrincante, y en el último de ellos, lancé el corte con mi brazo izquierdo que viajó en paralelo con la hoja de madera. Ben retiró la propia cuando sintió el primer impacto, y dio cuenta de mis intenciones cuando el dorso de mi mano chocó con su clavícula con suavidad. Había conseguido conectar el golpe.

Ambos abrimos entonces los ojos y pude ver su tupida barba formando una amplia sonrisa.

—¿Qué fue eso?— Pregunté mientras recuperaba el aliento.

—Eso, Kyon, es La Fuerza.


El sábado por la tarde terminaba con una charla con Haruhi. Había terminado con anticipación todas mis tareas, trabajos y demás pendientes y la tarde la había pasado en compañía de mi sirviente, que había cumplido cabalmente su promesa de enseñarme algunos movimientos con la espada. Aun cuando era distinto el camino que él recorría, como similitud encontré que también en sus enseñanzas había una gran cantidad de filosofía e introspección, y había más meditación que formas y aprender movimientos. A sabiendas de que la acción comenzaría como en ocasiones anteriores apenas el domingo comenzara, dije a Saber que dormiría desde las seis, y desapareció respetuosamente por el resto de la tarde. Cinco minutos antes de la media noche tocó mi hombro y ambos implementamos el plan que habíamos practicado anteriormente.

Salimos del bloque de apartamentos a la mitad de la noche, yo vestía ropa obscura para pasar desapercibido, mientras que él llevaba su atuendo de motociclista, y nos dirigimos a zonas poco céntricas de la ciudad (entre las cuales se consideraban los propios terrenos de la universidad), esto porque habíamos llegado también al entendimiento con los otros miembros de la brigada y los invitados, que evitaríamos en la medida de lo posible la presencia de personas ajenas al juego, principalmente para evitar que alguien resultará lastimado accidentalmente.

—Entonces, la estrategia sería…

—Atacar—. Respondí al cuestionamiento de Saber, que andaba cauteloso entre las callejuelas de una zona poco transitada de la ciudad, donde sólo nos topábamos con eventuales fiesteros que en la mayoría de los casos no parecían superar los veinte de edad ni una hipotética prueba de alcoholemia. —¿Puedes sentir alguna presencia?

—Ya que lo mencionas, sí—. Señaló hacia un edificio de cuatro plantas, con la más baja de ellas ocupada por un centro nocturno de corte gótico que dejaba salir estridentes acordes de black metal.

No fue un gran problema colarnos dentro de aquella sórdida agitación, donde una población mayormente joven bailaba al compás de la música, algunas parejas y hasta pequeños grupos se distraían en sesiones de besos al amparo de los vapores del alcohol y sin lugar a dudas otras sustancias, y una pequeña cantidad de gente charlaba a gritos en la barra al fondo del lugar.

—Será mejor que charles con tu amiga antes de comenzar—. Dijo Ben señalándome con la barbilla hacia una de las ventanas de aquel salón tan pobremente iluminado.

—¿Y tú qué harás?— Pregunté.

—Tomar un trago, por supuesto—. Dijo yendo hacia la barra.

Yo seguí su consejo y caminé lentamente hacia donde Saber me había indicado. Fue muy grande mi desconcierto. Observando por el amplio ventanal, como deseando escaparse aunque fuera un poco de todo aquel ruido, una chica miraba hacia el cielo. Estaba enfundada en ropa más bien casual, pero que al ser negra venía muy acorde con el ambiente, su figura era espectacular y una pequeña comitiva de muchachos giraban en torno a ella como pequeños satélites, recibiendo como única recompensa la indiferencia de ella. Su larga cabellera color caramelo, suelta, más no desarreglada, evidenciaban su identidad.

—¿Asahina?

No me respondió, en su lugar me obsequió con una hermosa sonrisa, de esas que das a quien has esperado por largo tiempo.

—¿Bailas conmigo?— Preguntó tomándome con delicadeza de la mano y llevándome hacia la pista.

Había algo diferente en ella… con seguridad, tal como Nagato nos había explicado, una parte de su sirviente debía estar influenciado su personalidad, y podía percibir que era algo obscuro, siniestro, aunque no lograba ver a totalidad de qué se trataba. Me quedé por unos minutos acompañándola, viéndola bailar y regocijarse en la admiración de los chicos y la envidia de las chicas, hasta que no pude mantener más aquella extraña pantomima.

—Sabes a qué vinimos, ¿verdad?— Dije obteniendo otra extraña sonrisa de ella.

—¿Quieres ir a un lugar más privado?— Me respondió acercándoseme de más, y dejándome percibir el aroma del alcohol en su aliento.

—Por supuesto.

Busqué a Saber con la vista, pero no estaba más en la barra, así que me dejé guiar por la viajera del tiempo escaleras arriba, entre los obscuros corredores del edificio, hasta llegar a la parte más alta, en el cuarto piso y un poco más allá, donde estaba la discreta puerta que llevaba a la azotea. Asahina la abrió sin dudar y yo la seguí, sintiendo nuevamente el frío de aquella noche estrellada y de brisa sutil.


—Veo que tú también encontraste con quien bailar—. Exclamo Saber al vernos llegar y levantando lo que estaba seguro que era un vaso con whisky.

—Sí, así es, pero ¿dónde está tu pareja?— Le dije sintiendo como la jovencita que robó corazones minutos antes soltaba mi mano y caminaba hacia otra parte del techo.

—Ah, lo nuestro no es tan físico como la danza… es más bien un asunto intelectual.

Mi guardián apuró de un sorbo su trago y depositó cuidadosamente el vaso sobre la baranda, separándose un metro de la misma y tomando el mango de su arma al mismo tiempo que su ropa resplandecía, dejándolo enfundado en el traje marfil y marrón, como siempre con esa enigmática y confiada sonrisa. Miré al mismo punto que él, viendo que Asahina no estaba ya sola.

A su lado estaba un hombre más bien alto y vestido de jeans y sudadera cerrada, y su cabeza estaba oculta bajo la capucha de la misma, mientras que sus bolsillos ocultaban sus manos. No me fue posible en absoluto ver un sólo rasgo de su rostro.

—Llegó el momento—. Dijo Asahina con aquella voz lúgubre tan ajena a ella. —Ataca, Rider.

La luz manada por el atuendo del sirviente duró sólo un instante, y la ropa casual fue sustituida por un uniforme militar antiguo, europeo, quizás del siglo XVIII, con capa, capucha y todo, desenvainando una espada claymore con la que en sólo un segundo había arremetido contra Saber. La hoja azul de luz de mi sirviente destelló tras un fuerte chirrido, chocando con el acero del otro guerrero, dejando a ambos trabados mientras que las hojas arrojaban chispas alrededor.

Fue Rider el que provocó la separación con un potente empujón, haciendo que Ben caminata hacia atrás algunos pasos, pero teniendo que volver al combate de inmediato, pues el enigmático guerrero encapuchado era rápido y sus ataques estaban cargados de ira. Por algunos segundos presenciamos un combate de espadas simplemente épico. Rider incluso fue capaz de alcanzar a Saber con la hoja de su espada en el brazo, y mi guardián notó sorprendido que la manga de su traje se había quemado en el lugar de la incisión y que la cortada en su piel se había cauterizado al instante, como si la espada estuviera al rojo vivo.

Sonriente y aparentemente motivado por el nivel de su contrincante, Saber cargó esta vez, haciendo que la luz de su sable fuera difícil de seguir, y dejando el efecto de los fugaces fuegos pirotécnicos, al quedar en mis ojos la marca de su trayectoria en la obscuridad.

Podía escuchar la respiración agitada de Saber a la distancia, estaba mostrando superioridad en relación con su adversario, que al verse disminuido extrajo un hacha de combate de entre sus ropas, revitalizando la contienda, aunque el resultado no varió mucho en realidad.

En un movimiento rapidísimo, Saber desarmó a Rider del hacha y colocó una potente patada en su pecho. Saltó en horizontal con el sable de luz en su espalda e hizo un movimiento rápido mientras se cruzaba en el camino del encapuchado, justo a la altura de su cuello.

La capucha voló humeante dejando a Rider estático, mientras yo trataba de asimilar lo que acababa de ver… Saber justo acababa de decapitar a Rider… o al menos eso creí.

Poco me faltó para el desmayo al ver a Rider moverse con toda naturalidad, recuperar el hacha previamente perdida y caminar sin reparo sobre su propia capucha, que sorprendentemente estaba vacía… entonces no es que siguiera con vida luego de ser inmolado por Saber… era que desde el principio la cabeza no estuvo ahí…

Aprovechando el estupor en el que incluso mi sirviente había caído, Rider libró la distancia entre ambos en un santiamén y rompió su guardia en otro, siendo él quien recetó el golpe esta vez, haciendo que Ben se fuera de espaldas hacia la baranda y cayera al vacío, saltando luego en su persecución, mientras que Asahina y yo corríamos hasta el borde por el cual ambos habían saltado.

Al llegar vimos la última parte de un combate aéreo que concluyó con Saber cayendo de pie cual gato en la acera y con Rider estrellándose con un auto aparcado cuyo toldo cedió bajo su peso, despedazando los vidrios y activando la ruidosa alarma antirrobos del mismo. El descabezado bajó sin dar mínima muestra de dolor (que de todas formas no podría expresar sin un rostro que ver), y poniéndose en guarda, listo para el segundo asalto.

Saber, consciente como yo del alboroto que se había generado y el peligro de los transeúntes, retrocedió un poco, mientras que Asahina y yo comenzamos a correr escaleras abajo.

Un grupo de motociclistas ebrios gritaba en excitación esperando a que los contendientes volvieran al diálogo armado, grupo al cual me aproximé, pues a pesar de su apariencia ruda y malos modales, también podían resultar heridos o peor si no nos movíamos… sabía que iba a meterme en un problema, pero podría reparar el daño luego. Aprovechando la distracción de uno de los motociclistas, tomé su moto, que por motivos ajenos a mi entendimiento mantenía encendida, e ignorando sus reclamos me dirigí accidentadamente hacia Saber. Sin necesidad de volverse hacia mí para confirmar mi llegada, saltó hacia el vehículo, y a cerca de cien kilómetros por hora comenzamos a recorrer las calladas calles de la ciudad.

—Debemos volver por Asahina—. Dije mientras me acostumbraba a la sensación de conducir aquella bicicleta con esteroides.

—No creo que ella tenga problemas de transporte.

—¿Quieres conducir esta cosa?

—Eh… dada la actual coyuntura, Kyon… creo que lo mejor sería que siguieras conduciendo tú… yo tal vez deba ocuparme de otra situación entre tanto…

No me atreví a despegar los ojos del camino dada mi parca experiencia conduciendo una motocicleta, así que me limité a escuchar los sonidos ambientales… por la hora que era, se escuchaba apenas algún auto a la distancia y el barullo de algunos negocios de veinticuatro horas, incluso los cascos del caballo que se acercaba al galope… un momento… ¿cascos?

De la acera a mi izquierda nos interceptó un negro equino de un salto, dando un relinchido demasiado alto y tenebroso para ignorarlo. Montado en él, por supuesto, Rider, con Asahina asida a su cintura, aún pareciendo demasiado sonriente y ajena a la situación.

Saber volvió a encender su estoque y como pudo se las arregló para ponerse parcialmente de pie en la parte posterior de la motocicleta, desencadenando una nueva batalla de espadas con el jinete, cuyo caballo noté con sorpresa que sin problemas corría a la par de nuestro vehículo.

Traté de no pensar en el combate y como ponía mi vida y la de Asahina en riesgo, y me concentré en el destino… ya lo había pensado, y estábamos muy cerca de él: el templo Kiyomizu kannon, en la universidad…

RPG – Parte V.

Fin.


Haré todo lo humanamente posible para dar continuidad a este relato cuanto antes, ¡no se olviden de dejarme su opinión!

¡Hasta la actualización!