¡Hola!

Chicas y chicos… bueno esta es una historia que se la dedico con mucho cariño a mi querido LUNATICO por su constante apoyo y sus palabras de aliento que me dan ánimos para seguir escribiendo.

Espero que te guste…

Disfrútalo.

GIRATIEMPOS

Su corazón latía lentamente, sus ojos estaban marchitos, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas manchando su pálido rostro. Le dolía el pecho, le costaba respirar. Su alma y corazón estaban rotos y nadie nunca podría unir sus piezas, cada fragmento de ellos estaba vuelto polvo cósmico en el infinito universo.

Apretó sus puños blancos y débiles. Ya no aguantaba mas, no quería seguir en aquella agonizante vida, si a eso lo que ella hacia se llamaba vivir. Sin embargo tenía una poderosa razón para seguir viviendo. Una razón que nadie le podría arrebatar y que le daba las fuerzas para continuar.

Un hermoso niño dormía sobres una cómoda cama mientras ella acariciaba su rubia cabellera cariñosamente y con una lentitud pasmosa disfrutando aquel momento.

Aunque sus vidas estaba llena de lujos y miles de galones en sus cuentas. Aun teniendo la joya más cara y el vestido más elegante digno de una diosa el cual podía ser la envidad de cualquier bruja. Y aunque ella fuera Hermione Malfoy. La bruja más inteligentes había pisado Hogwarts desde Rowena Ravenclaw, aun siendo una heroína de guerra y con una maravillosa carrera, un trabajo envidiable y su propia bibliografía en cada librería o biblioteca en los hogares de cualquier bruja o mago con conocimiento en la magia. Ella era profundamente desdichada, y la culpa la tenía el. Su esposo. Ese hombre frio y arrogante con el cual se veía obligada a todas las noches a compartir su cama. Con quien tendría que compartir sus días y noches el resto de su vida.

Hermione suspiro y le dio un corto beso en la pequeña y rubia cabecita de su hijo. Se levanto de la mullida cama y camino hasta un pequeño estante lleno de cuentos infantiles. Coloco el libro de cuentos en su lugar y se quedo parada frentes a los libros perdida en sus pensamientos y en el infierno que era su vida. Ella aun era joven tenía solo 22 años y un hijo de ocho años. Si había tenido a su pequeño Abraxas cuando solo tenía 15 años. Aun recuerda aquella noche cuando tenía 14 años y comenzaba a explorar su sexualidad de la manera menos digna y vergonzosa que pudo haber existido. Ella quien se creía correcta, recta, siempre en cumplimiento de las normas y reglas las cuales había roto de una forma catastróficas aquella noche en que se celebro el bailé de los tres magos. A pesar de ir en compañía de hombre mas cotizado en aquel baile, y aunque se sintió flotar en una nube sintiéndose en cuento de hadas, esos en los cuales no creía hasta en ese momento. Y en los que ahora no creía fervientemente.

Aquella noche de bailes, risas y felicidad, se había empañado gracias a cabezonería de Ron y sus celos irracionales. Él lo había arruinado todo. Y su noche se había visto derrumbada.

Sola al pie de una escalera llorando había tomado la decisión de regresar a gran salón y olvidarse de todo, se soltaría el moño. Y así lo había hecho, bailo como nunca, reía y disfrutaba con todos aquellos alocados jóvenes. Y fue la primera vez que tomo una copa de licor. No fue aquel ponche que estaban dispersos por las mesas alrededor de la pista de baile. Si no uno que tomaban los alumnos a escondida de los profesores. Whiskey de fuego, ese fue el malévolo y engañoso veneno que la llevo a vivir aquella tortura.

Había perdido el control de sí misma, el licor la había hecho sentir cosas que no sentía, la había hecho sentir feliz, eufórica y capaz de hacer lo imaginable. Y ese fue su error querer hacer lo imaginable. El día siguiente comprendió la gravedad de su error al amanecer completamente desnuda siendo sujetada posesivamente por un joven rubio con el mismo tono de cabello que su hijo. Había perdido su virginidad a causa de una borrachera, se había sentido sucia, espantosamente sucia y decepcionada de sí misma.

Con lágrimas en los ojos se había levantado de aquel piso en aquel viejo salón polvoriento lleno de trastes. La vergüenza la sumía en las peores de las depresiones nunca antes sentidas por ella. Y fue en ese momento cuando trataba con rabia cubrir su desnudes que lo vio y se vio reflejada en sus ojos fríos y como el hielo que estremeció su cuerpo. Y ese fue el comienzo de una guerra y la venganza de él.

Ahora ella estaba allí aun sufriendo por aquel error, por querer ser diferente por una noche. Querer ser libres de sus propias reglas que la cohibían y la hacían vivir en la soledad, porque aunque Harry y Ron fueran sus amigos, aun así ella se había sentido sola. Se sentía sola.

La puerta blanca e imponente de la habitación de su hijo fue abierta lentamente por una mujer alta con expresión fría pero con ojos cálidos. Su aristocrático porte era igual o más digno que el de una reina. Si esa mujer que la miraba mientras negaba la cabeza lentamente al ver su estado era nada más y nada menos que su suegra, Narcisa Malfoy.

Con pasos lentos, espalda derecha y cabeza erguida Narcisa se acerco a su nuera y puso su mano un poco arrugada a causa de los años en el rostro marchito de Hermione quien desvió la mirada avergonzada por su actitud.

Cuando se entero dos meses después de aquella fatídica fiesta de su embarazo sintió que su mundo se abría a sus pies. Había sentido cada unos de los síntomas, había sufrido en silencio su desdicha, hasta que llego ella. Un día soleado despejando las nubes oscuras que se habían adueñados de sus días condenándola a un invierno que aun sufría con más intensidad. Aquel día durante la clases de defensa contra las artes oscura había sido interrumpida por ella, con su porte orgulloso acompañada de su profesora favorita Macgonadall, cuando Narcisa solito que la acompañara toda la clase se había quedado estupefacta incluyendo a su hijo quien no se digno a mirarlo en ningún momento. Al principio se había sentido confundida y temerosa, no entendía porque aquella rubia mujer solicitaba hablar con ella, ni que era lo que quería, sin embargo lamentablemente no tardo en descubrirlo.

Minerva las había dejado solas frente al lago donde una mesita con dos sillas las esperaba.

Y fue en ese momento que comprendió aque se debía su actual estado de salud. Y no izo más que llorar desdichada viendo como aquel futuro maravilloso con el cual soñaba días atrás, días que desaparecía para siempre frente a sus ojos. Con sus ilusiones destrozadas Narcisa la había abrazado y le había ofrecido su protección. Y aun a pesar de la guerra y el secreto de su hijo alejado de ella y protegido por su abuela lejos de todo aquel mal de sufrimiento logro o creyó lograr salir de toda aquella oscuridad que la rodeaba, pero había sido una ilusa, su sufrimiento apenas comenzaba con su casamiento con Draco, aquel casamiento impuesto por el mismísimo Lucios Malfoy quien al igual que Narcisa habían ofrecido su ayuda en secreto y protegido a su hijo cuando ella no podía por obvias razones.

-Querida Lucios te espera. –le susurro Narcisa posando un suave beso en la frente de la castaña que asintió lentamente susurrando un gracias. –Pero antes ve y lava tu rostro no es correcto que Lucios te ve con esos signos de debilidad. – le aconsejo ante otro asentimiento por parte de Hermione.

Narcisa suspiro cuando la vio abandonar la habitación con pasos pausados mostrando ese porte elegante que ella misma se había encargado de perfeccionar. Para ella Hermione era como una hija, desde aquella vez que la había visto desecha frente el lago de Hogwarts. Al principio había estado furiosa, indignada por lo que había hecho su hijo al mezclar su sangre con una impura. Pero aquellos pensamientos desaparecieron cuando vio la hermosa joven quebrarse frente a ella. Al ver sus ojos inúndense de lágrimas y desesperación. Y la compadeció desde lo profundo de su corazón. Un cariño inexplicable se adueño de su corazón al verla sola desampara, pero lo que más le había sorprendido fue la fuerza y voluntad para hacerse cargo ella sola de aquella situación, aunque debía admitir que había sentido un miedo aterrados al enterarse de lo que había hecho su hijo, sentía miedo de la sociedad, de lo que dirían y de la deshonra que significarían asociar a su familia a una impura. Una hija de muggle. Pero un instinto en ella y las palabras de Hermione jurando no hablar y ni revelar el nombre del padre de su hijo, la determinación en sus ojos desesperado la habían tocado, y por ello le ofreció su protección y le enseño los hechizo para proteger su embarazo de cualquier ojo humano o criatura mágica. Ella le obsequio una elfa para que la ayudara le dio el dinero para que pudiera cubrir su embarazo y las necesidades tanto de ella como el de su nieto. Aunque le fue difícil convencerla al fin ella había accedido a tomar lo que le ofrecía, y por meses ella mandaba regulares sumas de dinero para la castaña quien le notificaba con la misma regularidad el progreso de su gestación. Y siete meses después macío su pequeño y primer nieto y para su sorpresa era la misma imagen de su hijo que aun no enteraba que no era padre. Pero a Lucios no se lo pudo seguir ocultando, el había revisado el albor genealógico casualmente descubriendo una nueva rama. La rama de su nieto Abraxas. Aun siente como su cuerpo se estremece al recordar el basilisco que se había vuelto su marido a enterarse de la situación.

En aquel momento estaba en el comienzo de una nueva guerra y el tubo que apoyarla en la decisión de resguardar a su nieto, aunque él lo hizo por motivos diferentes. Sin embargo al igual que ella se encariñado con la madre de su nieto con tan solo verla y conocerla, no había duda para nadie que Lucios miraba a trabes de los ojos de su nieto y nuera. Pero a pesar de que Hermione fuera aceptado por ellos, aun así Draco no la aceptaba. La lastimaba cada vez que podía, y ella estaba segura que Hermione lo había aprendido amar en silencio, ese silencio que desgarraba su alma y llenaban sus ojos de lágrimas.

Narcisa beso la frente de su nieto, el pequeño Abraxas era igual físicamente que su hijo cuando tenía su edad, su mismo tono de piel, sus mismos gestos, su mismo cabello, sus mismos ojos, aunque tenían aquel brillo de curiosidad que poseía Hermione cuando miraba o le interesaba algo. Y sobre todo esa inteligencia y principios que le había inculcado Hermione que hacían al niño tan perfecto e enigmático para el mundo mágico que caía a sus pies con tan solo sonreír con esa sonrisa encantadora. Lo único que lamentaba era la resistencia de Draco por conocer a su esposa, por darse una oportunidad. Solo esperaba que cuando el notara lo que realmente valía Hermione no fuera demasiado tarde.

Lucios se encontraba en su despacho su cabello caía ambos lados de su rostro como cortinas rubias. Con sus ojos fijos en una carpeta con documentos de sus tantas empresas y el rendimiento de cada una de estas.

En pocos minutos como todos los meses se reunirían todos los ejecutivos de sus empresas en la sala de juntas que estaba en su mansión. Miro el reloj de arena con el seño levemente fruncido recogiendo lentamente los documentos para guardarlo en una carpeta negra de cuero.

Tomo un trago de whisky preparándose para discutir con la mayoría de ineptos que trabajaban para él y con esos pensamientos se dirigió a la sala circular de juntas con pasos lentos por los largos pasillos de la mansión.

Cuando finalizo la guerra hacia ya cuatro años su posición se había visto en grabes problemas, aunque la orden estaba de su lado gracias a su perspicacia e inteligencia al tomar el lado correcto, aunque la decisión fue tomada impulsado por su nieto, el necesitaba protegerlo en aquel entonces por eso se había unido a el viejo chiflado de Dumbledore. Y el desgraciado había muerto, pero para su suerte la vieja amargada de Macgonadall y Lupin estaban al tanto junto a Harry Potter y su nuera de su lealtad y a su causa.

En fin el hecho fue que mejor decisión no pudo haber tomado, por ello ahora se regocijaba de su posición social. No había ninguna familia noble en Gran Bretaña que se pudiera comparar en poder y riquezas como la de él. Con la guerra muchas de las familias habían tenido que sobornar a funcionarios del ministerio para comprar su libertad o en algunos casos desviar las sospechas sobre ellos. Unos no habían corrido con tal suerte y se encontraban encerrados en las maléficas e enloquecedoras torres de hazkaban sin títulos, prestigios o riquezas. Aun le agradecía a Merlín por ellas y aun poseían incluso más de lo que poseían en aquellas épocas, y todo aunque le costaba admitirlo era gracias a ella quien limpio su apellido al casarse con descerebrado de su hijo. Al menos tenía el consuelo que cuando muriera todo podría ser controlado por su nieto, con el paso que lo llevaba Hermione no dudaba de las capacidades que tendría el pequeño en futuro, no había duda que era digno de potar orgullosamente su apellido. Con un gran suspiro entro en sala circular, idea de Hermione que le gustaba vigilar cualquier reacción de los ejecutivos o inversionistas. Muy astuto de su parte.

Cuando entro con su porte imponente, sus túnicas limpias e impecables que daba ese toque aristocrático el cual poseía cada uno de su familia. Miro a los presentes y se dirigió a su lugar donde lo esperaba su hijo de pie junto a todos sus empleados y socios.

Sin poder evitarlo su seño se frunció. Un puesto vacio eso fue lo que le molesto. Miro interrogante al resto de los presentes en busca de una respuesta pero ninguno de estos la poseía. No se molesto en mirar a Draco el nunca tenía ni la mas mínima idea en donde se encontraba su esposa.

Lucios tomo asiento en su lugar y miro su reloj de bolsillo. Aun faltaban dos minutos para las ocho.

Tras un cordial saludo se dispuso a esperar por Hermione que no tardo en llegar justo cuando las manecillas del reloj marcaban las ocho y punto.

Con su porte elegante vistiendo un vestido rojo ajustado a desde sus pechos hasta la cintura con una delicada caída hasta su rodillas, unos zapatos completamente altos que le daban mas estatura hacia resaltar aun mas su figura cubiertas de curvas moldeadas perfectamente. Su rostro acorazonado era maquillado levemente, sus ojos mostraban esa chispa de inteligencia y astucia que atemorizaba e excitaba a la mayoría de los presentes que lucían sus mejores trajes para impresiónala a ella y no a Lucios el cual estaba completamente enterado de ese hecho. Los risos de Hermione que una vez fueron indefinidos e indomable, ahora eran suaves rulos que caían como cascadas doradas por su espalda hasta su cintura sujetado por unos pequeños ganchos de mariposa hechos de rubís al igual que sus largos sarcillos y su delicada gargantilla que caía suavemente hasta el valle de sus senos exhibiéndose a trabes de su poco recatado escote en forma de ve.

-Buenas noches señores. – hablo con su voz melodiosa tomando asiento al lado izquierdo de Lucios ya que el derecho era ocupado por Draco que la había ignorado desde en preciso momento que se adentro en la sala, aunque el rubio si se había tomado la molestia de verla, quien en su sano juicio no la miraría, Hermione simplemente era una diosa que había surgido como un cisne después de haber sido un patito feo.

Sin embargo he de resaltar que todas las miradas de aquel lugar no eran dirigidas a ella con los mismos sentimientos, habían mirada de envía ya que no era la única mujer presente, había miradas de recelos, celos, miedo, lujuria, odio, admiración, cariño y orgullo. La última le pertenecía nada más y nada menos que a Lucios Malfoy.

-Bien caballeros como todos los meses discutiremos los nuevos proyectos y los que se están elaborando junto a todos los balances de las empresas. –todos los presentes comenzaron a remover sus papeles. Hermione se mantenía tranquila con su carpeta abierta, ya se sabía de memoria cada balance y estadística de todos los temas a tratar en aquella reunión, aunque lo de ella estaba más enfocado en las leyes con las que se regían los negocios de la familia. Ella maneja todas las partes legales y su palabra valía tanto como la del mismísimo Lucios incluyendo Draco.

Las discusiones no se hicieron esperar y Hermione no tardo en escribir frenéticamente sobre un libreta con los posibles acuerdos o las mejores daciones en cuanto al marco legar y económico. Lucios solo intervenía en pocas ocasiones, Draco era el que llevaba las riendas de la reunión. El se ocupaba de la economía de todas las empresas. El ambiente era tenso.

Hermione no había abierto su boca roja atrayente como lo prohibido. Draco mantenía su seño fruncido oyendo la opinión de uno de los negocios de uno de los inversionistas italianos reunidos aquella noche mirando de reojo a Hermione que solo se limitaba a escribir, todos esperaban expectantes a que ella diera su opinión incluyéndole.

Hermione se mantenía en silencio analizando todo. La discusión siguió media hora más, ya eran las nueve y cuarenta. Ahora estaba exponiendo su punto de vista Sabine antiguo compañero de casa de Draco. Aunque este fue interrumpido por Pankinso padre acompañado de su hija como asistente personar.

La pluma de agila adornada con pequeñas lagrimas de cristal de Hermione dejo de moverse frenéticamente sobre el blanco pergamino deteniéndose con suavidad y la coloco sobre el tintero color rojo. Un silencio sepulcral se izo y la tención se podía cortar con un cuchillo. Todos estaban expectantes a lo que podía ocurrir en ese momento.

Hermione le dio su libreta a Lucios que la tomo en silencio, todos miraron como fruncía el seño con cada línea que leía. El mago suspiro mientras Hermione se recostó se su asiento cruzando sus piernas un poco alejada de la mesa con una pose sensual mientras con una mano se acomodaba un riso rebelde detrás de su oreja.

-Por favor continúen. – por primera vez en aquella reunión la cantarina y firme voz de Hermione se dejo escuchar como un tintino. Tomo una copa de agua frente a ella y tomo el líquido lentamente ante la atenta mirada algunos miembros que tragaron grueso ante tal acto. Pansy retomo la palabra, quería quedar bien ante Lucios. Su familia no estaba en buen estado económico y la única forma de recuperar la vieja gloria era con la asociación que le ofrecía el patriarca Malfoy, pero Hermione era la trama, había estado trabajando durante meses en ese proyecto y su padre confiaba en ella.

Reviso los documentos que tenía en sus manos y levanto de su silla, mostrando su elegante túnica verde olivo con bordados hindú, la tela caía a la perfección resaltando su figura y belleza. Dio a cada uno de los miembros de aquella junta una copia de proyecto.

Hermione seguía impasible, Lucios le había enseñado a mantenerse siempre en silencio porque ella era el depredador mas no la presa. Y como una serpiente se mantuvo enrollada esperando el momento de lanzar su picada. Ya había analizado cada una de las propuesta hasta hora y había escrito la pro y contra de cada una de ellas en la pequeña libreta que mantenía Lucios entre sus manos. Miro a su flamante marido, vestido con una túnica azul con negro, su mirada seguía cada movimiento de Pansy, siempre era sí, no lo ocultaba y eso le dolía, pero ese dolor estaba oculto en lo más profundo de su corazón, debía pensar con la cabeza fría. Y dejar a Draco a un lado.

Pansy se detuvo insumisamente frente a Draco y Lucios solo levanto su ceja mientras Hermione se mantenía aun en silencio, la verdad era que el admiraba el temple de acero de su nuera.

Pansy le dio el Lucios su capeta y este la tomo sin mirar a la morena, aunque la joven era de su mismo circulo social y la estaba viendo desde que era una pequeña mocosa a él no le agradaba mucho, había algo en la joven de cuidado.

Pansy le dio el de Hermione sonriendo falsamente, Hermione no se inmuto siguió con la misma expresión seria y angelical mirando a los presentes.

Una vez que Pansy termino tomo el valor para explicar el contenido de aquel proyecto, sus procedimientos, la presupuesto que se debía inyectar y sobre todo la ganancia que obtendría todos si el proyecto era todo un existo.

Lo morena explicaba cada uno de los procesos mostrándose confiada y desplazándose al redor de la mesa en forma insinuante.

-Es una empresa muy rentable, los beneficios nos abrirán una nueva puerta en esta área… por años mi familia a controlado gran parte de esta empresas, ahora mi proposición es extender a los países más cercanos… -las palabras de Pansy murieron ante un estornudo de una sonroja Hermione que hojeaba con vista de arcón el proyecto ignorando olímpicamente su explicación como hacía casi siempre. Pansy se detuvo y miro a Hermione que volvía a estornudad. Sabine a su lado le ofreció un pañuelo que la castaña recibió gustosamente, Pansy retomo su palabra. Siendo interrumpida una vez más por Hermione a la cual ignoro olímpicamente hasta que esta saco su varita ante la mirada de atenta de todos. Hermione solo toco con la punta de su varita la copia del proyecto.

-¿Ocurre algo señora Malfoy?. – pregunto Pansy apretando los puños lentamente.

Tomo aire y sonrió tranquilamente. Esa sonrisa angelical que ponía a los presentes nerviosos y que delataba que algo no iba bien con algunos de sus proyectos.

-En realidad, mi estimada Pankinso debo informarle que soy alérgica a las azucenas, no es mi intensión ofenderla, pero creo que no debería darle ese aroma a los documentos que me entregue en un futuro… y en cuanto a su proyecto, me temo que no estoy de acuerdo con la mayoría de los pasos tanto en el marco económico como legal. La importación entre pueblos mágicos es algo muy común y sobre todo muy benefactorio para nuestras empresas y asociados, sin embargo el producto a exportar creo que no está en las condiciones de ser lanzado al mercado antes de darle una promoción adecuada y sobre todo ponerlo a pruebas antes de empaparnos de todos estos procedimientos. Debo felicitarla por su empeño se ve que le ha puesto mucho empeño en su trabajo, aun así creo que aun no es suficiente y que debe trabajar mucho más en el.

-No es suficiente. –Pansy mostraba incredulidad.

-No… no lo es. Aunque no está de más seguir escuchándola. Y si me permite el atrevimiento quiero ir corrigiéndola en todos esos puntos que no ha cubierto. No hay duda que los perfumes que pretende lanzar son muy innovadores y más este que ha puesto en mi capeta. Aunque no sea muy agradable para mí y mi salud. El mercado a que nos vamos a enfrentar es muy competitivo y la verdad no queremos movernos sin antes estar seguros de liderar esa área. No somos la primera empresa a que tenido esa y idea y usted no es la primera que la expone en una junta señorita Pankinso, por ello va estar a su disposición la información expuesta por otros ejecutivos para que mejore el proyecto. Ahora por favor continúe.

Y fue en ese mismo momento quela guerra entre las dos mujeres se dio a conocer abiertamente, aunque Hermione había tenido razón ese proyecto aun no estaba terminado. Draco trato de ayudar a su amante. El no podida hacer nada contra Hermione y su padre y más de la mitad de la junta directiva, Hermione siempre había sido una mujer de temer y siempre tenía la razón, ella aprendido de su padre al igual que él, y aunque en algunas beses el solía ser mas ambicioso que ella, ella nunca pisaba en terrenos dudosos, lo de ella era la seguridad del capital al igual que lo legal, solo él solía arriesgarse. La junta procedió con algunas intervenciones de Hermione y Lucios, Draco se mantenía al margen. El solo asentía cuando se hacia los votos.

La reunión llego a su fin a las pocas horas, Narcisa como buena anfitriona ofreció un refrigerio a todos los señores presentes. Hermione charlaba con todos amablemente, siempre sonriendo y haciendo sonreír los presentes.

Y como todos las reuniones Draco desapareció y no hacía falta preguntar en donde estaba y con quien, siempre ocurría lo mismo, y Hermione trataba de disimular lo mejor que podía aquella humillación. La mayoría de la comunidad mágica estaba enterada de las andanzas del rubio, para nadie era un secreto que Draco Malfoy le era infiel a su esposa y sobre toda que la odiaba. Hermione tomo un trago de champan burbujeante dejando que el liquido recorriera su garganta, cerro sus ojos sintiendo aquel amargo sabor en su lengua, y sonrió abriendo sus ojos brillosos deslumbrando como siempre a los hombres que habían visto aquel acto de sensualidad. Narcisa no tardo en hacerse notar apareció con aquel instrumento curioso para muchos. Y se lo entrego a Hermione que sostuvo un poco incomodad, por las ocurrencias de Narcisa.

-No creo poder hacerlo. -Le susurro un poco nerviosa tomando asiento a un lado del piano e donde se sentó Narcisa, muy poco habían visto aquel dúo. Hermione tomo su instrumento esperando que Narcisa comenzara a interpretar la melodía que debía seguir. Y las notas del piano no tardo en inundar todo el lugar eran notas algo tristes, pero hermosas, los dedos de la dama se desplazaban con delicadeza creando aquella maravillosa música dándole entrada a Hermione que suspiro y comenzó a entonar aquella música en un nuevo nivel.

Draco desvestía frenéticamente a Pansy sin abandonar su boca, la necesitaba en ese momento, siempre la necesitaba el la quería, y siempre recurría a ella en busca de consuelo, odiaba su vida, la odiaba a ella más que a nadie. Ella le había quitado su libertad, ella le había quitado sus sueños, su lugar en la empresa y en su casa. Ella era la adoración de su madre y el orgullo de su padre. A él lo habían hecho a un lado, aunque su madre lo seguía apoyando y aconsejándolo, cuidándolo con el mismo esmero, ya no era lo mismo. Hermione y su hijo se llevaban toda la atención, siempre la veían a ella, en cualquiera reunión social, en la empresa, en las calles hasta en un restauran no la dejaban de ver con admiración, respecto.

Ella era una heroína nacional, y la mujer que le había regresado el honor a su familia con su mera presencia entre ellos. Pero toda esa perfección no era más que un camuflaje, el conocía su verdadero yo. Y la odiaba por no ser todo aquello que aparentaba ser. Ella no era perfecta. Y fue ese momento que aquel sonido llego a sus oídos atormentarlo, acusándolo. No pudo evitar frenarse, dejo de besar a Pansy y se recostó su cabeza de su pecho agitado y desnudo apretándola en un fuerte brazo.

-¿Es ella verdad?. – pregunto Pansy, ella sabía que Draco la odiaba con todo su ser, pero detrás de tanto odio había algo más. Ella lo sabia pero nunca preguntaría el porqué, ella estaba consciente de todos las virtudes de Hermione, y eso hacía que ella la odiara cada vez con más intensidad, ella tenía todo lo que ella deseo poseer y lo obtuvo de la forma más baja, embarazándose a un siendo una adolecente de Draco Malfoy. Sin duda fue una movida inteligente, aunque arriesgada en aquel tiempo.

Draco se alejo de Pansy y arreglos su ropa mirando a la morena que hacía lo mismo. Sin mirarla Draco salió de aquella habitación siguiendo el sonido triste hasta el gran salón y allí la vio, bajo la luz de la luna con aquel flamante vestido rojo, su cabello cayendo en suaves rulos aun lado de su rostro dejando uno de sus hombros cremosos descubiertos, sus labios estaban un poco separados y sus dedos se movían con maestrías por las cuerdas de aquel hermoso instrumento. Cada nota era tocada con pasión, con dulzura, trasmitiendo una melancolía que atravesaba su coraza, y eso le asusto, le temió y se indigno con el mismo. Ella no tenía el derecho de poder crear algo tan hermoso y ofrecérselos a todos aquellos ineptos que la rodeaban con miradas lujuriosas. Todo lo de ella era suyo, el era su dueño, su verdugo. Sus manos no tardaron en hacerse puños. No podía tolerar que ella hiciera eso, exhibirse de aquella forma, la odiaba tanto. La luz de la luna le daba un toque angelical y eso le causo asco, ella no tenia porque verse así de inalcanzable. Ella era una trepadora que lo había embaucado para hacerse de su apellido y riquezas, y sus padres eran unos ilusos por creerle y tragarse todo aquel teatro.

Poco a poco las notas del chelo que tocaba majestuosamente Hermione fueron quedando en silencio, sus notas fueron llevadas por el viento danzante. La pasión y tristeza de su música moría en el silencio de aquella sala, la soledad volvía a apoderarse de su corazón. Poco a poco se puso de pie con su instrumento a un lado. Su madre le había enseñado a tocar desde que era una niña. Tenía el talento, la pasión y sobre todo el amor por la música y aquel hermoso instrumento color blanco con cuerdas doradas cortesía de la extravagante Narcisa.

Los aplausos no tardaron en llegar, Narcisa se coloco aun lado de ella y sonrieron a la audiencia agradeciéndoles por su atención. Y fue en ese momento que sus ojos marrones chocaron con aquel glaciar. Draco estaba allí en la entrada de salón con una Pansy aun arreglándose su túnica. Ella sabía que estaban haciendo, no había que ser adivino para saberlo. Su corazón ya no podía más. Aun así sabiendo todo aquello mantuvo su cabeza erguida mostrándose imperturbable. No le daría el gusto de verla dolida. Ella era una mujer fuerte y no se dejaría vencer. Pasara lo que pasara ella siempre se mantendría bajo control y no dejaría que ese pal la derrumbara. Lo aria por ella y su hijo que se merecía a lo mejor de sí misma.

Poco a poco los magos se fueron retirando dejando solo a la familia reunida en hall tomando una tasita de té.

Narcisa y Lucios estaban sentados en el mueble más grande frente a la chimenea, Hermione y Draco uno sentado frente al otro a unos cuantos metros de distancia. Hermione leía un libro como siempre. Draco estaba seguro que no había libro en la biblioteca de la mansión que Hermione no fuera leído ya. Siempre era lo mismo, la misma rutina después de esas largas reuniones. Tomo un poco mas de aquel te relajante y decidió marcharse a la casa de unas de sus amantes, después de todo no quería acostarse al lado de una mujer tan frígida como ella, sin embargo algo le llamo la atención, un gesto de dolor tomo las armoniosas facciones de Hermione, vio como sus ojos se desenfocaban y como el libro caía sobre la alfombra importada de Francia. El cuerpo de ella se doblo y comenzó a toser, aquello era algo normar, siempre había querido saber porque ella tenía aquel repentino ataque, pero no le daría el gusto de que ella viera su curiosidad.

Se quedo unos minutos más para ver que sucedía. Vio como su madre corría ayudarla angustiada como siempre y como Hermione le regalaba aquella sonrisa tranquilizadora que le crispaban los nervios. ¡Merlín! como la odiaba y como deseaba su muerte para obtener la libertad que tanto deseaba. Su padre se puso de pie y él lo siguió con la mirada viendo como tomaba una copa de agua que aparecía en la mesita de cristal en medio de los muebles. Y a tocarla vio como algo salía de su mano y caía sobre el agua que se torno unos segundos azul para luego pasar aun dorado, aquel cambio del agua era casi imperceptibles, la primera vez que había visto aquel liquido y se dio cuenta de lo que su padre estaba haciendo. La envenenaba, el la estaba matando lentamente, en algunas ocasiones se sintió mal por ello, quiso pedirle a su padre que se detuviera, pero deseaba su libertad. Y Hermione ya no era necesaria, tenían lo que deseaban, tenían un imperio económico nunca antes visto en el mundo mágico, tenían prestigio, honor, la admiración de toda la población mágica, un heredero a parte de él muy poderoso que sin duda dejaría su apellido en alto cuando se convirtiera en un hombre. La sangre para el ya no era un problema, su hijo era mestizo y su esposa sangre sucia, ¿y eso qué?. Todos las familias sangre puras tenían impuros entre ellos.

Miro como Hermione se llevaba la copa a los labios rojos, por un momento quiso levantarse e impedir que siguiera bebiendo de ese liquido que la mataba lentamente. Pero no pudo o quizás no quiso solo miro como lo bebía sujetando la copa con sus manos temblorosas.

-Hermione es mejor que subas a descansar mañana será un día muy ajetreado. – le aconsejo Narcisa ayudándola a ponerse de pie. Draco solo la miraba sin mostrar signo de querer ayudarla, Hermione lo miro por unos segundos y Draco sintió de nuevo la ira correr por su venas, odiaba aquella mirada, aquella mirada que querían trasmitirle algo que él no deseaba saber.

-Buenas noches. – fueron sus únicas palabras perdidas en el silencio incomodo del hall.

Todos la miraron desaparecer por el pasillo. Draco vio a su padre mirando la copa fijamente y un arranque de ira o furia la lanzo contra las llamas de la chimenea que se alzaron con más ímpetu.

Draco no se perturbo, y no opino como siempre, se puso de pie ante la atenta mirada de sus padres y se dispuso a salir con su sonrisa burlona en sus labios, se sentía bien después de haberla visto sufrir.

-Draco. – el suave susurro de Narcisa izo que Draco se detuviera y la mirara. –no lo hagas. – le suplico. – no vallas con esas mujeres, no esta noche hijo. –la mirada de Narcisa mostraba desesperación pero Draco solo sonrió y negó con la cabeza. El era libre por las noches.

-No me puedes pedir que me quede a respirar el mismo aire que ella, sabes que la odio madre.

-Draco.

-No me pidas imposibles. Déjame ser libre, déjame olvidar que ella existe. Por esta noche no quiero compartir la cama con ella.

-Es tu obligación. Ella es tu esposa. - le recordó Lucios mirando fijamente los ojos de su hijo que negaba con la cabeza.

- No padre, ella nunca será mi esposa… no importa lo que diga un maldito papel, algún día me librare de ella. Y ese día será el más feliz de mi vida. –se mantuvo sereno sin saber que odiaría más que nada aquella libertad que ahora deseaba con tanto fervor.

-No sabes lo que dices. –fueron las palabras de Lucios que remonto su lugar en el mullido mueble de espaldar alto dándole la espalda a su hijo.

-Oh claro si que lo sé. –susurro volviendo puño sus manos, manteniendo esa sonrisa retorcida adornando sus delgados labios.

-Tanto odio hijo mío, ¿porque la odias tanto?. –los ojos de Narcisa se volvieron cristalinos al ver la maldad en los ojos de su hijo. Si tan solo el supiera que sus deseos no tardarían en cumplirse.

-Por pretender algo que no es. Por amarrarme a ella. Por aprovecharse de nuestro apellido…- enumero Draco con sus dedos uno de los tantos defectos que él veía en su esposa y que el resto ignoraba.

-Te engañas a ti mismo y lo sabes. Hermione no necesitaba nuestras riquezas para salir adelante, la herencia de sus padres es una fortuna Draco y lo sabes. Ella no toca ni un solo galón de la cuenta familiar solo tomo lo que se gana con su trabajo., nunca había conocido alguien como ella, honesta, honrada, leal…

-¡Lo vez madre!, esa son las patrañas que oigo día tras días, sus muchas virtudes. ¡Están ciegos!.- y como un remolino de viento desapareció de aquel lugar. La odiaba cada día más.

Draco esa noche no llego a dormir, ni la siguiente noche.

Cuando se digno a parecer era más de las una de la madrugada, apareció en su habitación ojeroso cansado de todas aquellas fiestas a las que había acudido. Miro su cama y allí estaba su pesadilla durmiendo plácidamente. Su olor a vainilla inundaba todo la habitación. Camino hasta la cama con pasos temblorosos gracias a los litros de alcor en su organismo, se sentó torpemente a la orilla de la cama y detallo su rostro. Suspiro y puso sus manos sobre su mejilla tibia, toda ella era fuego, todo ella seducía a los hombres que posaban sus ojos sobre su cuerpo. Puso su mano sobre su cabello suave, ese era su mayor atractivo. Lo olio como siempre lo hacia inconscientemente cuando dormía y amanecía abrazado a ella. Claro que el siempre era el primero en despertar. Pero aquella imagen se le vino a la cabeza, aquella escena que lo había llenado de ira días atrás, aun podía recordarla sonriéndole amplia mente a Nott mientras este tomaba un mechón de su cabello resplandeciente bajo la luz del sol. Con ira saco la varita de su túnica y con maldad sonrió cortando su cabello, nadie volvería a tocar sus risos. Nadie que no fuera él en silencio de las noches.

Tomo el cabello entre sus manos y lo alzo dejando que los rayos de la luna se reflejaran en el. Lo llevo a su nariz y lo olio. Y se odio así mismo por tal debilidad. Camino hacia el barcón que daba asía el jardín y miro por última vez aquellos risos perfectos que su madre se empeñaba en siempre peinar. Y con un conjuro los volvió polvo dorado que fue arrastrado por el viento. Sonrió unos minutos hasta que cayó de rodillas. Sentía que iba a enloquecer con aquel sentimiento que oprimía su pecho. Una sensación que siempre sentía cuando le hacía daño.

Draco no recuerda cuantos minutos estuvo allí de rodillas o cuando regreso a su cama. Solo era consciente aquel vacio junto a él. Algo incomodo coloco su mano comprobando si era real aquella sensación. Y lo comprobó, ella no estaba a su lado. Si poder evitarlo abrió sus ojos rápidamente y se sentó en la cama mirando el lugar en donde debía estar ella. El siempre se levantaba primero. Busco con el seño fruncido a su esposa… miro el reloj cucú sobre la chimenea las agujas apuntaban las seis, una hora muy temprano para que ella despertara, normalmente lo hacía a las 6 y media.

Se levanto furioso. Ya no quería estar en esa maldita cama. Se puso de pie y se dirigió al baño con rapidez. Era lunes y su día laborar daría comienzo en unos minutos. Sin embargo una imagen en el barcón atrajo su atención. Era ella recibiendo los primeros rayos del sol cubierta solo con un corto y sencillo camisón color melocotón que apenas alcanzaba a cubrir su redondo trasero. Pero eso no fue lo que le molesto en aquella imagen que le daba la espalda. Lo que le molesto fue aquel temblor en los hombros de ella, sabía que significaba lo había visto muchas beses. Dio unos pasos más y pudo escuchar su ahogados sollozos y fue cuando descubrió el motivo al ver como ella se pasaba la mano por su corto cabello, la verdad lo había cortado mas de lo que pretendía hacerlo, estaba un poco mas arriba de sus hombros dejando resaltar mas su largo y terso cuello, sus risos destellaban mas con los primeros rayos de sol dándole una especie de luz que lo dejo anonado por uno segundos hasta que escucho su susurro.

-¿Por qué Draco?, ¿por qué te empeñas en seguir dañándome…?-

El se mantuvo en silencio mirándola manteniéndose en silencio pensado que ella hablaba con el viento. Pero algo dentro de él se sentía caer un abismo al percibir aquella amargura en su voz, aquel dolor que lo desarmaba en algunas ocasiones.

-¿Acaso no te basta con todos estos años de sufrimiento?, ¿cuando me vas a perdonar…?

Las lágrimas seguían manchando su rostro y Draco permanecían aun en silencio.

-¿Que mas quieres de mi Draco?, si no estás dejando nada. Destruiste a la ingenua Hermione, aquella que la guerra no pudo destruir a pesar de los muchos moltifagos que lo intentaron… que ironías no… un solo hombre podía torturarme sin recurrir alguna maldición de tortura.

Draco seguía mirando a Hermione en silencio y ella seguía sin girarse a verla escuchándola en silencio con su mirada fría posado en su cuerpo.

-En ocasiones deseo con todas mis fuerzas nunca haber ido a ese estúpido baile, pero me retracto al ver la cara sonriente de mi hijo…

Draco quiso corregirla, ya que ese hijo no era solo de ella.

-…Pero cuando lo veo con la carita triste como el sábado que te esperaba para cantar su cumpleaños siento que mi odio asía a ti crece cada vez con más intensidad.

Draco se quedo paralizado, no había recordado el cumpleaños de su hijo, todo el fin de semana sentía que algo iba mal, que necesitaba recordar algo, pero con tantos litros de alcor y orgasmos era difícil tener un pensamiento coherente. Pero lo que retumbo en sus oídos fueron aquellas últimas palabras si ninguna emoción.

Hermione se giro lentamente dejando ver su rostro pálido y sus ojos llorosos manchando sus mejillas sonrosadas por el llanto. Abrió sus manos y dejo que el viento se llevara aquellas partículas doradas que una vez había sido su cabello. Y lo miro a los ojo y Draco se estremeció con aquella mirada, aquella mirada que nunca había visto en ella, esa mirada que lo hiso hundirse aun mas en aquella odiosa sensación que no lo dejaba pensar y fue ahí que todo se volvió blanco y negro.

-Te odio más de lo una vez llegar a pensar que odiaría a alguien.

Sus palabras resonaban como ecos en la mente de Draco que aun se mantenía paralizado frente a ella. Pero se recupero rápidamente sonriendo engreídamente.

-Hermione… Hermione… a caso crees que yo no te odio. Si cada minuto de mi vida siento que desprecio cada vez mas tu sola presencia me hace sentir asco… te repudio con todo mi ser…

-Quiero el divorcio.

Pronuncio Hermione tranquilamente sin dejarse perturbarse por aquellas palabras hirientes.

Antes aquellas palabras Draco abrió sus ojos sorprendido por lo que acaba de oír, sintió como su corazón se paralizaba y su cuerpo se quedaba inmóvil antes que pudiera unir una palabra Hermione hablo nuevamente.

-Hable con tu padre, y buscaremos algún detalle en nuestro documentos para lograr la separación. No quiero estar unida a ti en ningún aspecto. –Hermione pasó por un lado de Draco que aun estaba en shock manteniendo su cabeza en alto orgullosa de haber tenido por fin el valor de dejarlo ir.

Draco no estaba seguro cuanto tiempo estuvo parado allí como una estatua, nunca había sentido su corazón latir con tanta intensidad, nunca había sentido aquel sentimiento con más fuerza. Y entonces despertó lleno de ira. Ella era suya, siempre lo seria, aunque detestara tenerla siempre a su lado, compartir su cama y su espacio con ella, aun así el era su dueño.

El sol estaba un poco más elevado en los cielos ya no solo tocaban las copas de los arboles si no que ahora se fritaban entre sus ramas para llegar a las pequeñas flores que crecían en el jardín.

Se adentro en su habitación y miro allí adornando su cuello con una delicada gargantilla que él no recordaba habérsela regalado. La tomo de brazo y la izo girar con un movimiento brusco, ella ya estaba lista para ir a trabajar como todos los días.

-¿Crees que te puedes deshacer de mi?. –susurro peligrosamente Draco a escasos centímetros del rostro de Hermione mirándola con furia contenida.

-Nuestro matrimonio nunca funciono Draco y lo que más ansías es tu libertad y yo te la ofrezco. Ya no estoy depuesta a seguir siendo el hazme reír de toda la comunidad magia por tus acciones Draco. –Hermione forcejo para separase de él, aunque su contacto era frio su piel… su mano la quemaba.

-Me vale una mierda la comunidad mágica y sus chismes. No te daré el divorcio eso nunca lo tendrás. –Draco apretó con más fuerza su agarre, no le permitiría que huyera de él.

-¡¿Qué demonios quieres de mi Draco?. ¡Habla..,! –grito enojada tratando de alejarse de el. No soportaba que la tocara. Ya no quería tenerlo cerca.

-Quiero…

-¡¿Sí que quieres Malfoy?. – Hermione lo miro a los ojos. Esos ojos eran un torrente de pensamientos y deseos que la mareaban.

Draco no respondió a la pregunta de Hermione. Y era porque no tenía la respuesta, a pesar de su odio hacia ella. El sabia que esa no era la respuesta.

-Suéltame. –exigió Hermione sintiendo aquel perfume barato en el cuerpo de Draco de las prostitutas por las cuales había abandonado su hijo el día de su cumpleaños. Y a ella.

-¡No!.

-No quiero seguir discutiendo… te puedes quedar con la habitación yo me iré a otro lugar no quiero seguir causándote asco al acostarte a mi lado.

Draco quedo desconcertado de nuevo. En todos los años de casado con Hermione ella nunca había sugerido dormir en habitaciones separadas a pesar de sus muchas infidelidades. Hermione aprovecho el desconcierto de Draco y soltó de su agarre y se alejo de el unos pasos.

-Tú no te iras de esta habitación a ninguna otra. -Estallo furioso.

-Y no lo haré porque abandonare la mansión junto con mi hijo. –lo enfrento valiente como la leona que era dándole honor a su casa y la leona que llevaba dentro.

-Eso nunca sucederá, el es mi hijo y un Malfoy nunca sale de la mansión al menos que su padre lo autorice, y me niego rotundamente hacerlo. –Draco seguía furioso. Sentía que el mundo se derrumbaba a sus pies y no entendía el porqué. O quizás no quería ver la verdad frente a sus ojos.

-Entonces tendremos que recurrir a la ley. –le amenazo Hermione, ella era parte de los legisladora del ministerio de magia. Conocía la ley del mundo mágico de cabo a rabo. Y tenía los medios y contactos para ganar la custodia de su hijo.

-No estoy dispuesto a formar un escándalo y hundir nuestro apellido y reputación por tu capricho. –se apego a un pobre argumento que no venia al caso cuando él era el que ensuciaba su apellido con sus salidas nocturnas.

-¡Capricho!. –la incrédula se pudo ver claramente en los ojos de Hermione.

-¿Es que acaso no les?. –se burlo abiertamente de ella eliminando la distancia que los separaba aprisionándola entre sus brazos absorbiendo aquel olor a vainilla que le fascinaba.

-¡Suéltame! –exigió furiosa, ella no quería que la tocara.

-No hasta que te quedes bien claro que tú de aquí no te mueves.

-Aun no es suficiente no es cierto… tu mente retorcida no puede dejar de regocijarse con mi desdicha a tu lado, porque sabes algo Draco soy muy desdichada.

-Ese siempre ha sido la idea por obligarme a estar a tu lado. Querías permanecer amarrada a mi no es cierto, quería posición y poder. Bien aquí lo tienes. Pero no es gratis Hermione.

-¡Poder dices!, yo poseo poder. Prestigio, honor esas son cosas de las que careces Malfoy. Ahora suéltame no me gustaría dejarlo plantado por perder mi tiempo hablando algo que ya he decidido. –ordeno tratando de soltarse de su agarre.

-¿Con quien te vas a ver?. –pregunto tensando su mandibular a la vez que sus pupilas eran adornadas con un aro rojizo a causa de la furia que se apoderaba de su cuerpo.

-Ese no es tu problema. Ahora suélteme de una maldita vez. –Hermione lo vio a los ojos enfurecida. No quería permanecer ni un minuto más entre sus brazos.

-No hasta que me digas quien es el. ¿Acaso es tu amante? –se aventuro a preguntar, y aunque le costara admitirlo algo dentro de su pecho exploto y un sentimiento que conocía muy bien se intensifico casi ahogándolo.

-Acaso alguna vez yo te he preguntado cuál es tu amante en turno. –le respondió secamente manteniendo una risa burlona en su rostro aunque aun se podía ver en sus ojos la furia contenida.

-¿Celosa?.

-Es que acaso no oíste cuando te dije que te odio Malfoy. ¿Crees que te celaría?.

-¿Quién es él?, ¿es tu amante? –Draco no iba a seguir cayendo en aquel juego que trataba de desviar lo que realmente quería saber.

-¡Sí!.

Ninguno de los dos podría decir como ocurrió aquello o que sentimiento los domino en ese momento. Draco la miro con sus ojos enrojecido a causa de la furia que lo dominaba en ese momento. Hermione se mantenía tirada sobre la alfombra en el centro de su habitación con la cara hacia bajo y su cabello ahora corto cayendo sobre su rostro mientras su mano derecha temblaba sobre su mejilla roja.

Draco dio un paso hacia atrás, nunca él le había levantado la mano. Nunca se había atrevido o tenido el valor de herirle de aquella forma, pero la furia domino y no fue capaz de razonar. Que ella le escupiera a la cara que tenía un amante le hacía perder la cordura. Ella era de suya, lo era desde que tenía 14 años y lo seguiría siendo por el resto de su vida.

Hermione aun no despertaba de su shock, no podía asimilar que Draco la fuera bofeteado. Sintió con un sabor metálico inundaba su boca y se colaba por su barbilla. Se limpio aun en silencio y miro lo que era, su sangre la sangre que el despreciaba tanto.

-Era lo único que te hacía falta para causarme más daño. –susurro en una voz fantasmal sin míralo aun.

-Tú me obligaste. –se defendió mirándola sin percatarse que detrás de el un niño con sus mismos ojos había presenciado como la golpeaba.

Hermione rio con una voz fría y hueca y miro a Draco a los ojos. Con esos ojos vacios que agitaban a Draco de una forma que no tardo en reconocer, él le temía a esos ojos. Esos ojos que no mostraban ningún sentimiento hacia el.

-Y debo imaginar que todos estos años de sufrimiento y tus constantes infidelidades que no te molesta en esconder tambien fueron obligadas por mí. Tambien debo suponer que me olvidares que eras padre y que no asistieras al cumpleaños de "mi hijo" fue que te obligue a ello. O mejor que me cortaras el cabello y me agredieras tanto verbal como físicamente fue porque yo te obligue a ello. Es eso lo que me tratas de decir Malfoy. –Hermione lo miro fijamente

-¿Quien es tu amante?.

Draco ignoro los reclamos de Hermione, en ese momento lo único que quería saber con quién le era infiel Hermione. Mataría al muy maldito.

-Nunca lo sabrás. –le respondió firme mirándolo con odio en su mirada.

-¿Lo amas?. – no pudo evitar hacer aquella pregunta. Ni siquiera se dio cuenta cuando las pronuncio. Quizás quien quería saber esa respuesta era su desbocado corazón que latía dolorosamente en su pecho.

-Más que nada en este mundo. – la respuesta de Hermione hundió a Draco por unos agonizante minutos en el abismo de dolor. Un dolor que nunca había sentido. Un dolor que no podía controlar la creciente ira que trataba de tomar de nuevo el control de su cuerpo.

-¿Para eso quieres el divorcio para irte con el no es así? – siseo como una serpiente tomando a Hermione por sus brazos con fuerza desmedida poniéndola de pie.

-Yo no lo fuera dicho mejor.

-¡No!. Hermione tu me perteneces no dejare que ningún maldito de ponga la mano encima, ¡tú eres mía!, lo entiendes. Nunca te iras de esta casa.¡ Nunca te llevaras a mi hijo de la mansión!. –le grito a la cara sacudiéndola fieramente.

-¿Qué demonios quieres de mi Draco?. ¿Cuánto más quieres que sufra?. ¿Cuánto más quieres humillarme?. –pregunto desesperada. Ya no aguataba más aquella situación. Ya no tenía fuerzas para continúan frente a él mostrando esa fortaleza que era más que un fachada para cubrir a su destruido corazón.

-Dime quien es el. Y lo matare ahora mismo. –susurro peligrosamente sobre su oído, causándole un miedo aterrador a Hermione.

-Aunque lo supieras nunca podrías matarlo. –le aseguro

-¡Dime su nombre!. –grito sacudiéndola con más fuerza apretando su agarre sobre sus brazos clavando sus uñas en su bronceada piel.

-¿Draco que demonios estás haciendo?. –pregunto Lucios desde la puerta viendo como su hijo sacudía a su nuera con violencia desmedida algo sorprendido.

-No se meta padre este un problema entre mi mujer y yo. – Draco no se güiro al ver a su padre. Quizás si lo fuera hecho no se fuera atrevido a continúan dañando a su esposa de aquella forma.

-¡No soy tu mujer y quítame las manos de encima!. –grito Hermione forcejeando de nuevo.

-Lo eres Hermione, eres mi esposa, eres mía lo entiendes. Y te prohíbo que pongas un solo pie fuera de esta mansión. –le amenazo en forma posesiva, en otro tiempo quizás unos años atrás Hermione se fuera sentido feliz que la reclamara como suya, pero este ya no era caso.

-Tú no puedes prohibirme nada.

-¡Cállate por una maldita vez en tu vida sangre sucia!. –hacia tanto tiempo que no la llamaba así. Se arrepintió de haber pronunciado aquellas palabras en el momento que las dijo al ver el rostro pálido de Hermione. La había lastimado.

-¡Draco!. –la voz de Narcisa perpleja izo que Draco se girara para ordenarlas a sus padres una vez por todas dejaran de meterse en su relación con Hermione. Pero esos ojos igualas a los de él, con la misma chispa y astucia que Hermione lo veían fijamente dolidos.

-Abraxas. –susurro y el niño dio un paso hacia atrás asustado.

Hermione miro a su hijo lamentándose que los haya visto discutir.

Draco aflojo el agarre de Hermione que no tardo en separase de él.

-La golpeaste Draco, te atreviste a levantarle la mano. –Narcisa miraba a su hijo aun perpleja acusándola con la mirada mientras abrazaba a su nieto tembloroso.

-Madre yo.

-No hay escusas para lo que has hecho Draco, creí que había hecho de ti un caballero, pero me equivoque estrepitosamente. –La decepción era palpable en el rostro de Narcisa-

-Draco te espero en mi despacho media hora. –Lucios salió de la habitación en silencio, había visto el moretón en el rostro de Hermione y su barbilla con un hilo de sangre, y lo peor de caso era que Draco lo había hecho delante de su propio hijo. La relación entre ellos, si fue que alguna vez la hubo había tocado fondo. Había llegado la hora de intervenir antes que alguno de los dos tratara de matar al otro.

Draco se metió al baño abrió el grifo y se metió bajo la regadera. Apuño sus manos con fuerza. Hermione tenía un amante. Y él lo sabía hasta ese momento, había sido un maldito cuernudo en todo ese tiempo y él ni enterado. Aunque él era infiel con todas las letras en mayúsculas, aun así el nunca se lo había escupido a la cara. El se lo demostraba. Sin embargo no estaba seguro de aguantar si algún día ella llegara a demostrárselo.

Pero aquellas palabras lo atormentaba más que la confirmación de su adulterio…

Te odio más de lo una vez llegar a pensar que odiaría a alguien.

Esa corta oración retumbaba en su cerebro. Ella lo odiaba y ese era el mismo sentimiento que él le profesaba. Pero aun así no entendía porque sentía esa opresión en el pecho.

¿Acaso era dolor lo que sentía?

Y si era eso…

¿Porque lo sentía?

Miro su mano derecha, con ella la había golpeado, aunque ese nunca fue su intensión. Aun así la ira había nublado su mente y el solo reacciono dejándose llevar por sus emociones.

Su hijo le había visto, el siempre se había cuidado de que su hijo nunca lo viera insultándola. Y lo peor del caso era que lo había oído llamarla sangre sucia. Estaba seguro que en futuro no muy lejano lo odiaría por ello. Y eso aumentaba el dolor en su pecho. Todo estaba mal, todo le estaba saliendo mal.

Narcisa peinaba las cortos rizos de Hermione que lloraba en silenció frente al espejo, ella no sabía que decir para darle consuelo, todas sus frases para tranquilizarla estaban desgatadas por las miles de veces que se las había dicho. Su nieto tocaba el violín en la terraza de su habitación. Como siempre Hermione se había refugiado en la habitación de su hijo. Le dolía ver lo que su hijo le había hecho a la castaña. La lastimaba tanto y ella un así seguía firme por su Abraxas, no se hundía en la desesperación. Hermione amaba a Draco y por ello le aguantaba cada una de sus amantes, se tragaba su dolor y la humillación que le causaban sus actos que no trataba de ocultar ante la sociedad denigrándola como mujer.

-Le pedí el divorcio y le dije que me marcharía junto con Abraxas. –susurro Hermione con la mirada perdida en el barcón donde continuaba su hijo tocando el violín.

Narcisa dejo de peinar el cabello de Hermione por unos cortos segundos para continuar luego tras un suspiro. Ella se espera algo así, solo que nunca pensó que Hermione tardara tanto en decidirse. Eso era lo mejor para ellos y el niño.

-El se negó, no quiere dejarme rehacer mi vida. – la voz de Hermione se quebró y sus ojos se inundaron de lagrimas de nuevo.

-Lucios lo solucionara no te preocupes. –Narcisa puso unos ganchitos sobre el cabello de Hermione, su hijo le había cortado el cabello con magia oscura y nunca más le volvería a crecer. Eso había sido muy cruel de su parte.

Hermione asintió y miro Abraxas que se dirigía hasta ella con el seño fruncido ofreciéndole un pañuelo para que limpiara sus lágrimas.

-Yo siempre te protegeré y amare madre. –susurro el niño abrazando a Hermione que no pudo contener el llanto por más tiempo las palabras de su hijo le brindaban nuevas fuerzas. – Lo prometo. No te hará más daño. - Narcisa se estremeció al ver el rostro de su nieto, odio puro odio fue lo que vio en el. El lado Malfoy había florecido en el corazón del pequeño Abraxas para proteger a su madre.

Continuara…

N/A:

Hola de nuevo… ¿y bien que tal esta? ¿Les ha gustado…?

Dime Lunático ¿te gustado el primer capítulo de la historia…?

Espero sus comentarios chicos…

Besos…

YUUKI KUCHIKI