DISCLAIMER: PERSONAJES PERTENECEN A JK ROWLING. LA TRAMA ES MÍA.

Dedicado a: moondram, alexamalfoy97, MagdalenaReybel , Arelii Malfoy Hutcherson, .HR, Hermy Evans Black, Isabella876, Lui Nott, Karean, Negrilu, RbBlack, Serena Princesita Hale, Annie Thompson, VianWeasley20, Chiara Polairix Edelstein, Tecupi, MSC2, anguiiMalfoydark y Kirisuke.

Al grupo Dramione: Historias de amor que debieron ser contadas y a El club de las desinspiradas.

A Karen que siempre me amenaza con una chancla para que actualice.

A mi hermano, que hoy cumple años. ¡Muchas felicidades! 3

A las amigas que volvieron y a las que no regresaron.

A mi Roble, él sabe quién es, ¡Gracias por todo!

A Karean que siempre me apresura.

Al anónimo que me presiono.

A Betty, sé fuerte.

Lamento MUCHISIMO la tardanza. ¡No tiene perdón, lo sé!

¡Perdonen por la gran tardanza! Espero que disfruten el capitulo :)

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Tiene sus ojos, Draco

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"Y de repente pasa, algo se acciona, y en ese momento sabes que las cosas van a cambiar y han cambiado. Y a partir de ahí nada volverá a ser lo mismo..." –Federico Moccia.

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Capitulo 10.

Habían pasado más de diez minutos desde que se lo dijo. Draco miró la capa negra que estaba al lado de su cama, casi parecía palpitar como un corazón; después dirigió su vista hacia la pelirroja que parecía aún en shock por la noticia. Él había esperado que rompiera en lágrimas o le lanzará un par de maldiciones por no salvarla a ella también pero fue peor: la chica se había recostado un poco más y tenía la mira fija en el techo.

—Soy una idiota, ¿verdad? —el rubio no dijo nada pero Ginny supo interpretar el silencio—. Quería hacer algo.. quería..

—Ayudar a Potter.

La pelirroja no quiso decir su nombre por miedo a que el chico la mirara mal pero al ver que no hacía nada –ni siquiera al menos alguna mueca de celos- siguió hablando:

—La espada la uso Harry para rescatarme en mi primer año.

No le iba a decir que se sabía de memoria como era la espada; la había soñado muchísimas veces en toda su adolescencia hasta ahora. Draco asintió levemente.

—Fue estúpido.

Ginny negó con la cabeza.

Es una maldita guerra hecha por razones estúpidas, yo solo quiero que ya acabe.

Sí, era una maldita guerra. Draco ahora se fijo en su ventana que estaba totalmente oscura porque solo mostraba el lago. Una maldita guerra que se estaba comiendo lentamente a todos los que él quería, a sus padres y a la chica que quería. Sus padres estaban con el mago más tenebroso de todos los tiempos y con él, nunca se sabe cuando vivirás o morirás. Hermione estaba con Potter y Weasley pero su rostro estaba en todas partes por los carteles de se busca. Cada vez que miraba uno no podía soportar como el corazón se le moría de mortificación, su amistad con Potter era como un veneno que ella no quito a tiempo.

¿Qué iba a saber él sobre la amistad? Lo único bueno en su vida había sido Hermione pero le fue arrebatada.

Los dos se quedaron en silencio por varios minutos, era uno incómodo y pesado porque los dos estaban sumidos en sus pensamientos.

La pelirroja pensó nuevamente con dolor en Harry. No había día que no pensará en él con culpa y dolor. ¿Qué pensara de ella cuando sepa lo suyo con Draco? ¿La perdonará algún día? Además, ¿Dónde estaría en ese momento? Le habían llegado rumores de que posiblemente estuviera en Rumania buscando la forma de derrotar al que no debe ser nombrado o en Asia, buscando apoyo pero entre menos supiera.. mejor.

—Va a tener un bebé—murmuró aún sin voltear a verlo. Draco no respondió pero aún así ella siguió: —. Tonks, tu prima—le dijo para que supiera de quien hablaba. A pesar de lo lejos que estaban, sintió como se tensaba—. Ella va a tener un bebé. Me enteré hace un par de días.

Draco ahora entendía todo.

—No quiero que viva así el bebé, lleno de miedo y que sienta este tipo de dolor. No quiero ¿entiendes?

Iba a tener otro familiar.. y él no sabía nada.

La miró un instante antes de asentir y pasarle otra poción.

—Te dará energías—le explicó antes de traerle la capa—. Te necesito en este momento.

La pelirroja lo tragó con mucho esfuerzo porque estaba muy espesa.

—Te tengo que llevar a la Sala de Menesteres—le dijo como única respuesta.

Ginny no pudo evitar confiar plenamente en él.

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PRESENTE.

—¡Eres una estúpida! ¡Una hija de p...!—decía Astoria mientras intentaba agarrar el rostro de su ahora enemiga: Samantha, la mujer que le estaba robando a su hija. Samantha se cruzó de brazos y una sonrisa maquiavélica surcó en sus labios rojos.

—¿Sabes?—empezó a acercarse poco a poco a ella, ignorando lo que le advertía Charlie y su suegro. Miraba con cierta superioridad a su rival: Astoria. Pero la persona que realmente era capaz de hacerle perder el caso era Draco Malfoy. Como buena abogada tenía que conocer de todo de sus clientes y hasta de sus posibles enemigos. Charlie fue una gran fuente de información en todo lo respectivos la familia Malfoy—. Al menos a mí, me quiere mi prometido y..

No pudo alcanzar a decir nada porque el puño de Astoria cayó en su nariz haciendo que tambaleara hacia atrás. Los flashes se dispararon más que nunca y rápidamente Fleur creó un escudo para evitar que se siguiera oyendo la pelea.

—Por favor, váyanse—suplicó Arthur con paciencia—. Están haciendo un escándalo y...

—No nos puede estar haciendo esto—gritó Draco, para hacerse oír entre los rabiosos casi gruñidos que su esposa lanzaba ya que Samantha se había parado dispuesta a devolvérsela con gusto—Y usted—dijo apuntando sin ningún pudor y con toda la rabia que sentía intentaba por todos los medios no temblar—. Toca a mi esposa y la mato.

Entonces sintió como una varita se encajaba detrás de su cabeza. Un escalofrió recorrió por todo su cuerpo: adrenalina pero ignoro la sensación y rápidamente dio una mirada para entonces saber quien estaba detrás de él.

—San Potter viene a salvar el día—murmuró para después soltar una risa tensa. Todos lo estaban. Parecía que nadie respiraba a causa de que estaban los paparazzis mágicos—. ¿Puedes decirle a Weasley que si le toca una sola puta mano a mi hija lo aniquilo?—le soltó.

Harry miró fijamente a Charlie y a Samantha.

—¿Ya los demandaron?—preguntó con la quijada apretada. Ginny giró el rostro, incapaz de soportar la mirada verde de Astoria fija en ella y un solo sentimiento la embargó: culpa.

—Lo sabías todo Ginevra—le escupió Astoria, agarrando la mano de su esposo. Él la sintió tensarse más, si se podía—. Me viste ese maldito día y no me dijiste nada—le encajó más su mirada si se podía; y además, intentó por todos los cielos no romper a llorar del coraje e impotencia.

No, ella sabía que harían todo lo posible para que ganaran ese caso pero no era ilusa: todas las probabilidades iban en contra de ellos solo por su pasado; uno que los dos trataron de borrar un millón de veces. Astoria se soltó suavemente del agarre de Draco y ahora miró a Harry.

—No puedes hacernos esto—le incriminó. Pudo percibir solo por un momento un brillo sospechoso en sus ojos y ya no más, el rostro del héroe más grande del mundo mágico lucía serio y sin mostrar emociones—. Es nuestra hija. Nuestra.

—¿Se llaman Ronald y Hermione Weasley?—preguntó Samantha, cruzándose de brazos. Aun podía verse su herida casi palpitante en su rostro que su prometido había intentado quitar—. Si no se llaman así, entonces no es suya.

Ser madre es algo más que solo dar luz, maldita—le gritó, rabiosa—Te odio— pero no solo miro a Samantha, observo a los pocos Weasley que estaban ahí—. Los odio porque quieren quitarme a mi hija.

Samantha aunque tenía una sonrisa, no pudo evitar que poco a poco cayera. No solo la de ella; cerca de ahí, se encontraba Fleur Weasley quien la juzgaba con la mirada.

—Ella es nuestra—su acento francés había desaparecido casi en su totalidad a pesar de que lo hablaba con sus hijas casi todos los días cuando estaban en casa; era una mezcla rara de inglés y francés. La mujer rubia se cruzo de brazos.

George se acerco pero le habló a Malfoy.

—Largo, Malfoy— le increpó.

Draco sonrió casi sardónico. Hace unos días era el tío alegre feliz de la vida y ahora se había convertido en una persona cobarde y ruin pero algo le había enseñado la vida a base de dolores y angustias: pelea por lo que quieres. Su mente recreó las caras de sus hijos, sonrientes y felices en su mansión. Por nada del mundo se iban a ir de él.

—Oblígame.

George no se dejo aunque apretó fuertemente la mandíbula y le temblaba la mano, deseosa de sacar la varita y lanzarle un par de imperdonables, así que dio un par de pasos hacia atrás para así recibir la mano de su padre, intentando tranquilizarlo.

Draco vio como la pelirroja no decía nada. "Te odio", intentó decirle con la mirada. "Me odias porque tiempo atrás te utilice para llegar a Hermione. ¿Sabes qué? No me arrepiento."

—Vamos todos a la casa de Ron, por favor.—dijo Arthur Weasley, intentando tranquilizar –en vano- el ambiente.

Astoria fijo su mirada ahora en su esposo; había empalidecido notablemente.

—¿No podemos ir a otra parte? — preguntó, incomoda. Samantha sonrió casi burlona.

—¿Tienes miedo de que tu esposo recuerde momentos felices?

Era demasiado; la rubia saco su varita y rápidamente ya había llegado a su cuello en donde la otra mujer tragaba con pesadez. Pudo detectar un destello de miedo.

—Astoria está bien—le hablo Draco desde su oído; era casi como un mantra que la tranquilizaba—. No pasará nada.

Pero la rubia aún no lo miraba de hecho, aún temblaba de furia. Más Weasley se congregaban en el lugar y el ministro Gerald Hotts se asomaba entre ellos sin intervenir porque no había pasado a mayores, sabía el asunto que traían esas dos familias y no podía inmiscuirse.

—¿Abuelo, qué pasa? —preguntó Lily, llegando rápidamente hacia él. Sus ojos marrones miraron inquisitivamente a los Malfoy para después dirigirlos hacia sus padres—. ¿Qué sucede?

James corrió hacia ella y la agarró por los hombros al ver las señas que le daba su madre.

—Tú y yo nos vamos de aquí—dijo agarrándola por los hombros pero al instante la pelirroja se quito soltar.

Lily miró nuevamente pidiéndole una explicación y todos se quedaron en silencio.

—¿Pelearan enfrente de ella? ¿De la pobre Lily Potter? —siguió Samantha picándole sin importar que estaban todos los Weasley ahí que ahora empezaron a mirarla extrañada. Ginny apretó fuertemente sus puños; si antes empezaba a sentir la mala vibra de la prometida de su hermano ahora tenía ganas de partirle la cara.

—No metas a mi hija—masculló Harry antes que ella. Ginny lo miró agradecido para después mirar a su hermano.

—Controla a tu prometida Charlie—murmuró furiosa.

Bill apretó los hombros de su esposa, intentando que dejara de temblar para así, alejarse e irse con James y Lily.

—Ustedes no se quedan aquí—dijo Bill, acercándose por primera vez a ellos, al igual que Albus.

—¡No está Rose por ningún lado!

Albus no pudo evitar sonar alarmado. El evento se había tratado de sus tíos y aunque la chica le dijo sobre alejarse de ella, no pudo evitar hacerlo cuando estaba pasando por algo así pero al escuchar el nombre de su hija, rápidamente los dos Malfoy giraron el rostro.

—Ya está en Hogwarts, Potter—dijo fríamente Draco. Harry le dirigió una mirada enturbiada; no le gustaba cuando metían a sus hijos en cosas que ellos no tenían nada que ver pero era lo contrario: el rubio lo detestaba porque le caía bien a pesar de que era la réplica de su padre y que estuviera preocupado por su hija, le hacía pensar que no todos los Weasley eran mierda.

Albus se quedó callado, él había pensado que le había ocurrido algo horrible y que por eso estaban los paparazzis mágicos hechos unos locos cuando en realidad era porque estaban teniendo una discusión.. ¿Y si tenía razón Lyssander? Miró fijamente al papá de Rose: lucía imponente con sus duras facciones y su traje. Además sus ojos grises eran igual de fríos que los de Scorpius.. ¿Había amado realmente a su tía?

—Entren por Merlín—dijo Molly Weasley furiosa—. ¿O quieren perder a su niña más rápido?

Los Malfoy fueron los primero en entrar, sin saber lo que los paparazzis habían desatado en Hogwarts.

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Nuevamente, unos tacones resonaban por un pasillo de San Mungo pero esta vez, eran presurosos y con cierto toque que hacía que cualquiera volteara a ver qué pasaba. Alguien ahí conocía perfectamente quien era la que pasaba. Liz Febresse sonrió pero al ver que Victoire no se paraba a saludarla y más que tenia de un ojo su rímel corrido se preocupó. Y mucho. No era secreto para nadie que la rubia era muy estricta con su imagen. Así que dejo hablando a otro enfermero y siguió a su amiga.

Si es que se le podía decir que era su amiga.

Su relación con Victoire Weasley siempre había sido muy difícil desde Hogwarts; aunque la chica rubia la había mirado con burla en sus primeros años; cuando se supo que Liz sentía algo por Ted Lupin –era el chico más popular en aquel entonces-, rápidamente estuvo en la mirada de Victoire. Para Liz fue algo pequeño, ni siquiera se había enamorado de él pero la rubia se tomo como un reto superarla en todo y aunque fuera una Hufflepuff, supo tomarla por los cuernos sin ninguna pena. La chica recuerda casi con humor como la mayoría de su casa se acercaba a ella y le preguntaba: "¿Cómo no te miedo competir con Victoire Weasley?" "¡Su padre tiene sangre de hombre-lobo! ¡Tal vez ella lo tiene! ¿No has visto su mirada?" Pero por alguna extraña –muy, muy extraña- no le temía. A veces sí, se sentía intimidada por su gran belleza veela pero de inteligencia; ella misma le ganaba.

Aunque no le gustara Ted, le encantaba hablar con él para hacerla rabiar pero todo cambio cuando se encontraron en la universidad de Medimagia, lo único que pudo decir fue un "Oh no" pero todo lo contrario a lo que había pensado, la rubia había madurado –un poco, ya que a veces le gustaba pasear con Ted en su cara- y era excelente compañera en los laboratorios. Su relación había crecido lo suficiente en esos años para que al menos, se hablaran cordialmente y no mencionarán mucho sus peleas en el pasado.

Así que en ese momento la siguió y sentía que perdía su orgullo cada vez que le hablaba y la chica no volteaba a verla.

—¡Maldita sea! —murmuró.

Cuando por fin pudo alcanzarla –nunca fue muy atlética, Victoire siempre le ganaba en rubia estaba sacando de su casillero su mochila. Eso la inquieto mucho más.

—¡Victoire! ¿Estás bien? — pero la chica simplemente cerró su casillero y la empujo al salir—. Respóndeme, maldita sea—la agarró por un hombro y aunque eso la tomo por sorpresa, rápidamente Victoire saco su varita. Liz la dejo con lentitud y su rostro demostraba lo decepcionada que estaba de ella; así que no la detuvo cuando se fue corriendo.

Tal vez no eran tan amigas como pensaba.

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Al despertarse esa mañana; lo primero que vio Lucy fueron los grandes ojos azules de Dominique viéndola fijamente. La pelirroja rápidamente se medio levanto aunque eso la haya mareado.

—Tranquila Lucy, no te haré daño— le dijo con una pequeña sonrisa. Débil pero fue una. Dominique aún era demasiado fría con sus sentimientos; parecía que no tenía ninguna debilidad.

"Por ahora no me quieres dañar", pensó Lucy mirando casi con miedo sus largas uñas. Un pensamiento recorrió por su mente, preguntándose si ayer habría encajado esas mismas uñas por toda la espalda de Lyssander..

Se detuvo. No podía romper a llorar en ese momento o decirle un par de cosas a su prima; al menos en ese momento no.

Por mientras, Dominique sintió que algo había cambiado. No solo Lily la miraba extraño si no que ahora Lucy. La pelirroja se había exaltado con solo verla, nunca se habían llevado de maravillas pero tampoco le era indiferente. Ninguno de sus primos o familia le era indiferente; aunque estaba..

—¡Acabas de aparecer como si nada mientras despertaba! Hasta a mi me daría miedo—dijo Roxanne con una sonrisa, intentando que el ambiente se apaciguara un poco. Había visto como Lucy miró en esos minutos a Dominique, como si no pudiera reconocerla a pesar de que vivieron prácticamente juntas.

Todos los Weasley-Potter se volvieron muy unidos por las causas de la Guerra; a pesar de ser la familia más famosa de Inglaterra, aún tenían sus cicatrices latiendo como cualquier otra familia que haya sufrido la pérdida de algún familiar pero en ellos ocurrió un detalle extraño y particular: además de volverlos unidos los eclosiono a una pequeña burbuja de ser prácticamente inseparables en cualquier momento. A pesar de que eran las personas más populares que pudo tener Hogwarts ya que caían a la admiración que tenían otras personas, no sentían la confianza de juntarse con otras personas.

Ese era el detalle de que los hacía ser mejores amigos de los unos a los otros; nunca sabían quien venía solo por la fama de ellos; la única excepción fueron los Scamander, quienes sufrían casi lo mismo. Además Luna Scamander era demasiada cercana a los Weasley como para dejar que sus hijos pasarán largos tiempos en la Madriguera.

Lucy asintió rápidamente. No debería sentirse intimidada o triste por la mirada de hielo de su prima; tenía que ser firme con su propósito: tener a Lyssander Scamander. O al menos intentar ser su amiga; ya que todos esos años se quedaba muda con solo verlo en el pasillo. Además, tenía en mente que su prima no le ayudaba nada al rubio. Los dos eran igual de oscuros, chicos que necesitaban una luz a donde guiarse; simplemente se andaba topando contra la pared en busca de ella.

Y fue ahí, donde se dio cuenta que se encontraban no solo Roxanne y Dominique, sino que también Louis. Lily no estaba; aunque creía que tenía mucho que ver en lo que le quería hablar McGonagall. Ayer no le pudo decir nada porque al parecer ninguna de las dos tenía el humor para platicar.

Los chicos Weasley habían descubierto el método de subirse al cuarto de las chicas pero solo lo utilizaban cuando tenían que tener junta familiar y eso era exactamente lo que estaba pasando pero que estuvieran ahí, en la mañana, no era presagio de algo bueno.

—¿Qué paso? —preguntó y al ver el rostro contrariado de Roxanne, Louis habló por ella:

—Mejor hablamos cuando lleguen todos—respondió con una sonrisa que intentó ser tranquilizadora; pero el pelirrojo lucía un tanto trastornado. Dominique se había sentado junto a él, en una cama enfrente de la chica y lo había empezó a abrazar para intentar confortarlo.

Los Weasley no dijeron nada más hasta que llegaron casi trotando Fred, Lorcan y Lyssander. Antes de que pudiera Lucy lanzarle una mirada a Roxanne observó a Lyssander con su pijama desigual; lucía totalmente gracioso con su cara de dormido. A pesar de que habían crecido juntos, el rubio siempre se las ingeniaba que para el desayuno o antes de que se despertara ella –ya que a veces hacían pijamadas entre todos- él ya estaba pulcramente arreglado.

Pero no tenía ni siquiera ánimos para admirar su aspecto, el rostro de Louis era casi preocupante y que Dominique le estuviera reconfortando era algo que decir.

—Ya estamos todos—dijo Lucy, llamando la atención de todos. Se acomodó en la cama antes de volver a hablar, ignorando que su rostro casi se ponía rojo al sentir la mirada de Lyssander Scamander puesta en ella—. ¿Podemos hablar de por qué nos reunieron? —Al ver que Louis seguía sin hablar, insistió—. ¿Tiene algo que ver con el asunto de James, Al y Lily? ¿El de ayer en el Comedor?

El pelirrojo asintió. Él no había heredado casi nada de la sangre de su madre, ni siquiera quiso aprender francés como sus hermanas.

—Sí, tiene mucho que ver— la mayoría suspiró y se acomodaron donde pudieron. Lucy se preguntó si Dominique había corrido a sus demás compañeras ya que aún era temprano pero tampoco tan tarde, -aunque sus compañeras solo hubieran huido con solo verla en la puerta—. Hoy instalaron un monumento afuera de la casa de los tíos Ron y Hermione.

Lorcan se puso un poco incómodo y miro a su hermano; a pesar de que eran cercanos a los Weasley no compartían mucho el sentimiento de esa pérdida porque nunca los pudieron conocer. Lo único que los dos lamentaban era que su madre siempre se ponía llorosa al tocar ese tema y más Lyssander. Además, fue él quien oyó la plática de sus padres hace un tiempo atrás en el que hablaban del sacrificio que hicieron por Rosebud Malfoy –O Weasley-. Lyssander miró por algunos momentos a Dominique casi de reojo, la chica había parado de darle masajes circulares en la espalda a su hermano menor y le había agarrado la mano fuertemente.

Se sorprendió que Dominique Weasley pudiera tener ese tipo de contacto sentimental sin furia de por medio.

Por mientras, los demás lucieron trastocados.

—¿Por qué nadie nos dijo nada? —preguntó casi sin voz Fred. Roxanne se había estirado por completo en una cama y se había apoyado en la cabecera; ese año había empezado realmente extraño.

—Pobre Rosie—murmuró la morena pero aún así, captó la atención de todos.

Lorcan rápidamente se puso de pie a una velocidad casi increíble; como si ese nombre fuera un interruptor en su cabeza. Lucía furioso.

—Si van a empezar a hablar de Malfoy, entonces me largo—le escupió. La morena no lució para nada ofendida, tenía otras cosas mejores que pensar que en las rabietas del Scamander.

—Entonces lárgate.

El rubio aspiró aire, como si no fuera suficiente en el que había y le dirigió una mirada a todos los que estaban ahí, ninguno se la regresó. Todos estaban demasiado ocupados con sus propios pensamientos como para ponerle atención. Al parecer el único que se la estaba dando era su propio gemelo.

—Vámonos Lyss— le increpó pero al ver que ni se movía, lo miró con una ceja alzada—. No estarás aún enojado ¿o sí?

Lyssander le volvió una mirada totalmente helada que hizo que el corazón de Lucy corriera a más de un kilometro y que Dominique lo mirará casi extrañada.

Al parecer, como si le hubiera respondido, Lorcan lo miró ofendido y después nuevamente a todos.

—La protegen como si fuera suya- susurró casi impávido—. Después de que la hayan ignorado, molestado todos estos años.. ¿la protegen?- hasta quiso empezar a reír y hasta se le escapo alguna que otra carcajada. Sus cabellos se alborotaron más si se podía—. El punto acá es a ver si ella los perdona..

Y salió.

Dejando en la habitación un ambiente casi doloroso. Él dijo en voz alta lo que casi ninguno se atrevía y quería hacer. A pesar de ser Gryffindors eran lo demasiado orgullosos como para hacerlo. Al parecer, el único que había intentado acercarse a Rose fue Albus.. ¿Lo logró? ¿Ella lo perdono? ..

—Los Malfoy fueron— dijo Louis con los ojos casi llenos de lágrimas. No soltaría ninguna, su padre le había enseñado ser fuerte por sus hermanas a pesar de que ellas eran mayores que él-. Pelearon contra nuestras familias y.. bueno. Ya saben cómo es el Profeta y exageraron todo.

—Que raro—lanzó Roxanne intentando aliviar el ambiente. No lo logró así que rápidamente eliminó su sonrisa.

Sabía lo que pasaría a continuación. La voz de Lyssander nuevamente salió de la nada como en el tren, diciendo algo que los descolocó pero sabían que era una verdad terriblemente absoluta.

Hogwarts no perdona.

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Rose nunca lloraba enfrente de alguien en el que no confía en lo absoluto y Minerva McGonagall era una de ellas. Ni siquiera cuando Binns le mencionó el tema de sus padres lloró. La única excepción en toda su vida había sido con Albus Potter; la mirada que le dio ese día en el que se había disculpado le tocó en el corazón tan profundamente que fácilmente olvidó años de miradas largas.

Pero en ese momento, las lágrimas querían ganarle; aunque no se dejaría fácilmente. Ahí, en la oficina de McGonagall sentía un agujero crecía en su interior, como una ansiedad crecía lentamente. Había visto como sus padres estaban discutiendo con los Weasley; lucían totalmente desconsolados. Su madre Astoria la había mirado como si fuera la última vez que la vería.

No era estúpida, había escuchado los "susurros" -ya que casi se gritaban- que se intercambiaron sus tíos Weasley con sus padres; no le habían gustado para nada y no pudo decir nada porque su tía Ginny casi la arrastró hacia McGonagall. Rose pensó que nunca había estado tan quieta en su vida; lo único que había hecho los últimos minutos era mirar por la ventana de la oficina de la directora McGonagall. La vieja maestra solo había estado revolviendo unos papeles durante un buen rato aunque la chica podía ver que intentaba disimular el temblor de sus manos.

Entonces nuevamente recordó el grito de su madre Astoria y como parecía discutir contra todos sus tíos. A pesar de que eran apenas dos contra casi todos los Weasley, nunca la había visto tan grande como ahora.

Y entonces, por primera vez en todo el rato, McGonagall se detuvo y la miró fijamente.

—¿Sabes? — empezó rápidamente, como si se fuera a arrepentir—. Tienes los ojos de tu madre.

Rose sonrió irónicamente.

—Creo que me lo han dicho.

La directora frunció el ceño.

—Fácilmente podría castigarle por eso señorita Malfoy—la reprendió al instante pero en ese momento a la pelirroja no le importaba mucho. Sí: a ella le importaban mucho sus notas pero en lo único que podía pensar era en la mirada de su madre, como intentando decirle algo—. ¿Sabe algo? —Preguntó ajustándose sus lentes—. No debería molestarse mucho por los problemas de los adultos.

La pelirroja frunció el ceño más no dijo nada. Si Harry Potter no se hubiera inmiscuido en problemas de adultos quien sabe como seria el futuro de hoy en día. La vieja directora lucía cansada; como si tuviera muchas cosas sobre su espalda –además de tener una de las mejores escuelas mágicas a su cargo-. Pero no solo era eso; era como si supiera algo pero que no quería decir.. O no podía decir.

—Tiene razón—dijo después de un rato.

McGonagall sacudió la cabeza.

—Al menos el señor Draco Malfoy no le ha pegado eso de ser soberbio y has heredado la sutileza de tu madre.

No dijo cuál madre aunque sabía que por mucho prefería a Hermione, su padre Draco le había contado que les pasaban muchísimas cosas solo por ser algo de su tío. No le importo mucho ya que Hermione era su madre pero Astoria.. ella era diferente. Fue quien la crió, la que la arrulló por la noche; y a veces sentía que la olvidaban un poco.

—Gracias profesora—murmuró.

—¿Un té? —preguntó después de algunos segundos en silencio. La chica se pregunto porque la retenía; ¿no debería estar explicándole que había pasado allá? La pelirroja negó con la cabeza—. Me haré un té para mí.

Una taza apareció y una cuchara giraba adentro de ella; el agua poco a poco se oscurecía.

—De pequeña fue el primer hechizo que aprendí: como hacer té—empezó McGonagall sin mirarla, descolocando a la chica—. Desde que lo probé casi a los siete años me gustaba ir a casa de mi abuela a tomar un poco. ¡Mi madre no me dejaba! — aunque una sonrisa quería aparecer; recordó que era una directora estricta. No quería darle favoritismos a nadie pero sabía que la chica estaba totalmente perturbada en ese momento—. Cuando llegue a Hogwarts no sabía hacer mucho ¿sabe? Y cuando un profesor me pregunto qué, qué sabía hacer –no sabía que era sarcasmo- yo le respondí que un té. Desde ese momento; en algunas clases él me pedía hacer té cuando fallaba.. ¿Tienes alguna idea de quién era el profesor?

La pelirroja negó con la cabeza; mirándola absorta.

—Albus Dumbledore.

Y antes de que pudiera aunque sea reír, la directora vio su reloj.

—Creo que la buscan señorita Malfoy.

Se levanto y abrió la puerta; era un claro signo de que tenía que irse. Así que se fue, un tanto poco animada por todo lo que había pasado en la ceremonia pero la descolocó el comentario de la profesora.

—Lo del té.. véalo como lo quiera ver, señorita.

Y cerró la puerta.

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Kary Fandor miró a la lejanía como sus dos amigas se acercaban lentamente. La chica suspiró mientras se deshacía de su peinado para dejarlo libre; empezaba a hacer viento y le empezaba a dar frío.

Cuando llegaron, se dio cuenta que Karen Wendel traía el Profeta en su mano.

—¿Lo supiste?—preguntó mientras se sentaba junto a ella; al otro lado se sentó su otra mejor amiga Eve Adams. Por un momento el cabello rubio le reflejó la luz del día a pesar de que lo tenía recogido.

Kary negó y agarró el periódico.

—Todo el mundo lo sabe—empezó Eve cruzando de brazos; Karen observó que la mirada de su amiga rubia había palidecido por un momento—. Nunca entenderé como amas estar por acá, no pasa nadie.

Y era cierto. Kary amaba pasar tiempo en uno de los jardines interiores de Hogwarts pero raramente pasaba alguien por ahí. Solo se sentaba en uno de los bancos junto a un pequeño árbol y así estaba por horas.

Kary la ignoró y más la mirada de Karen preocupada en ella cuando empezó a leer el periódico:

ESCÁNDALO EN MONUMENTO DE GUERRA.

Por aniversario de la muerte de Ronald y Hermione Weasley, el gran héroe del mundo mágico Harry James Potter decidió hacer un monumento junto a la casa donde vivieron sus últimos días y que se encuentra en Godric's Hallow. La ceremonia de hoy fue a temprana hora y todo fue planeado para que fuera un evento que nos conmoviera a todos; objetivo que se logró con satisfacción. Hizo que el público en general le saliera lágrimas de emoción.

La familia Potter lucio su participación muy activa: Los hijos del gran héroe se juntaron con sus tíos en la primera fila mientras que Harry y Ginevra Potter estuvieron junto al actual ministro de Magia en la tarima a lado del monumeto.

Pero la ceremonia fue arruinada gracias a que al final; la familia Malfoy empezó a hacer un alboroto de tal tamaño que la familia más querida por todos, la Weasley, tuvieron que intervenir antes que los Aurores encargados del evento. Testigos informan que Draco Malfoy famoso ex-mortifago atacó a Harry James Potter.

Hasta ahora; ninguno de la familia Weasley ha confirmado nada.

Esperamos más información que se dará hasta el ejemplar de mañana..

—¿Esto es enserio?—preguntó Kary frunciendo el ceño e intentaba por todos los medios no voltear hacia Eve pero su amiga Karen no fue nada discreta.

—Todo el mundo habla de ello y al parecer buscan a los Malfoy para hacerlos enmendar su error—contó, poniendo énfasis en error y después rodó los ojos—. Nadie ha visto a ningún Weasley o Potter para preguntar. Cuando llegaron todas las lechuzas; ninguno se encontraba en el Gran Comedor.

Karen notó que Eve apretaba sus puños y que sus perfectas mejillas se teñían de rojo.

—Rosebud no tiene nada que ver en los errores de sus padres—soltó y ya no dijo nada más.

No era noticia vieja entre Karen y Kary que Eve le había agarrado cariño a la Malfoy desde que la ayudo en ese incidente y porque habían estado juntas por dos años en Pociones. Aunque la rubia negará por todos los vientos que se llevaran -Rosebud también lo niega-; saben que le importa.

Karen boqueó un poco; intentando consolar a la rubia pero sabía que no podría decir nada o si no, se ganaría una típica reprimenda de Eve "¡No somos amigas!"

Pero Kary le ganó:

—Longbottom y Thomas no dejaran que le hagan nada—dijo como para sí misma pero cuando sintió que su amiga se relajó, por fin pudo dirigirle aunque sea una mirada de reojo.

No era algo que fuera secreto: todos sabían que ese trío era inseparable desde el primer año, además para ojos de Kary, Seamus Thomas había crecido mucho ese verano.

—Y el otro Malfoy..—empezó Karen arrugando la nariz—. No me importa que le pase pero sus guaruras no dejaran que le pase nada—dijo encogiéndose de hombros, resignada.

Una de las víctimas preferidas de Scorpius Malfoy era Karen; una Hufflepuff en todo su esplendor. Además, su complexión delgada y débil no ayudaba mucho. Lucía un pelirrojo que podría pasarse fácilmente por una Weasley y sus ojos eran unos marrones fuertes.

Kary puso su brazo alrededor de Karen para reconfortarla y Eve bufó.

—Ojalá que lo ataquen en el baño—murmuró. Las dos la miraron extrañadas antes de que empezaran a reírse sacándole una sonrisa a la rubia.

Las tres se quedaron ahí por un buen rato, disfrutando de un buen momento juntas e ignorando lo que se venía en el futuro.

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Scorpius acarició la cadera de Alessandra mientras sonreía levemente. La chica se revolvió un poco incomoda pero aún así no soltó ni un poco de su agarre. Esa mañana los dos se encontraban en un sillón casi oculto de la Sala Común de Slythein. Los chicos lucían tranquilos aunque por dentro, cada uno tenía su propia disputa: El Malfoy no podía evitar preguntarse de que quería hablar la directora con los Potter y Rose, debía ser sobre héroes de Guerra pero algo muy grueso porque no llamo a todos, simplemente a los hijos del trío dorado, el legendario grupo que derrotó al señor Oscuro.

Mientras, Alessandra no podía quitarse de encima las dudas acerca de la familia de su novio. Ella nunca tuvo ninguna pregunta acerca de ello aunque Scorpius era renuente en invitarlos a la mansión -aunque también era porque sus padres eran enemigos- y también hablarles de su familia. Alessandra siempre lo tomó que se avergonzaba del pasado de su padre pero ahora presentia que era algo más; y tenía mucho que ver con Rose. Siempre había presentido que era adoptada o algo así, no tenía ningún rasgo parecido en los Malfoy, ni siquiera en la familia Greengrass había algún pelirrojo, aunque todo el mundo no le tomaba enserio ya que la chica con su personalidad podía simplemente tomar una peluca rubia y fingir ser un Malfoy -aunque no tenia que fingir, ella era una ¿no?-.

Alessandra suspiró, pasando su dedo suavemente en el pecho de su chico. Scorpius había actuado como si nada después de cuando le grito en el Gran Comedor y ella le había seguido la corriente; lo tomo como una forma de disculpa, sabia lo orgulloso que era él.

Miró su rostro; era anguloso y se podía apreciar que no contaba con ninguna imperfección que tenían todos a esa edad además su pelo lucía revuelto esa mañana y su ceño estaba más fruncido que últimamente. Alessandra cerró sus ojos azules; tal vez era lo que más odiaba de ella misma, no estaba orgullosa de tenerlos aun y cuando todo el mundo se fijará en ellos primero.

¿Y cómo no? Eran enormes.

Desgraciadamente habían sido herencia de su padre, Theodore Nott, el hombre imperturbable de negocios que solo le daba dinero a su madre para que se fuera de compras y ya no dijera nada más. A ella solo le dirigía una mueca y siempre trataba de hablarle pero él mismo se cerraba; era algo extraño. Es como si ella misma le recordará a alguien a su padre.

Sintió como la respiración de su novio se acompasaba y no pudo evitar sonreír ante ello; Scorpius la había convertido sin querer una débil chica ante sus sentimientos. Su madre le había enseñado casi toda su vida que el amor es la destrucción de uno mismo pero Alessandra sabía que no, podía mirar a Scorpius y saber que el amor era la salvación.

Y esperaba ser ella la salvación de él.

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Lorcan y Lyssander son gemelos; eso nadie puede dudarlo.

Desde pequeños, habían sido inculcados a lo que era bueno y a lo que era malo, como cualquiera otra infancia.. ¿Qué fue lo diferente? Venir de una madre internacionalmente famosa. A Lorcan siempre le frustró que a su madre le valiera poco o nada las presentaciones oficiales, las entrevistas; hasta una vez le preguntaron si podían hacer un documental de como era su familia en un día normal a lo que ella había negado rotundamente.

Mientras que a Lyssander, siempre le preocupaba que su familia estuviera separada. Al parecer, una forma de huir de los paparazzis mágicos o de la gente que siempre los saluda en la calle es irse de viaje a lugares inhóspitos; a veces eran tan peligrosos que sus padres siempre los dejaban en la Madriguera casi todo un verano (Hablaban tres veces a la semana por red Flu pero solo cuando estaban en un hotel fijo).

Rolf había tomado ese miedo de Lyssander como algo pasajero de su niñez; pero no tomo en cuenta -nadie lo hubiera pensado- que él y su hermano se separarían en Hogwarts. No solo por las casas si no porque sus metas habían chocado horriblemente los primeros días: la gran decepción de Lorcan que su hermano no hubiera estado en Gryffindor, el horror de Lyssander al ver la frialdad de su propio gemelo al ver que no había quedado en Gryffindor donde a palabras de Lorcan: "Es el lugar en donde todas las buenas personas y famosas, entran"

El miedo de Lorcan siempre ha estado presente: el que nadie lo reconozca; el olvido mientras que el miedo de Lyssander se estaba empezando a cumplir: la separación de su familia.

Por más que Lorcan intentó acercarse a su hermano -años más tarde cabe aclarar- y que Luna haya hasta casi llorado porque se reconciliaran, no lo logró.

El corazón de Lyssander se había congelado; para poder soportar cualquier decepción y dolor en su vida.

Pero no toda coraza es impenetrable; hasta ahora, la única persona que podía conocer sus puntos débiles no era su hermano gemelo o sus padres; si no la propia Dominique Weasley. Lorcan no hacía nada cuando la rubia se metía con su hermano; él tenía que aprender, ¿no? Aunque de vez en cuando lo ayudaba -la chica no lo molestaba tanto, solo cuando quiere algo- pero solo se gana la frialdad en su mirada.

A veces.. solo a veces.. Lorcan se pregunta si alguna vez, su hermano quitará su coraza o si habrá alguien que podrá ayudarlo.

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El chico solo había recibido un "ven" de mensaje y rápidamente había volado hacia la casa que compartía con su novia. Debían ser los únicos de los chicos de la familia Weasley que usaban aparatos muggles.

Teddy amaba todo de Victoire; le había importado un comino todos esos años en los que sus amigos hablaban mal de su chica porque a pesar de que ella era bellísima, era odiada por muchos: por su actitud a veces déspota. ¿Era el único que veía su verdadera belleza? Nada tenía que ver su cabello rubio y sus grandes ojos azules.

Era ella; era la Victoire que le asustaban los truenos y las tormentas, era la Victoire que le asustaban los gusanos quemadores casi tanto como la tía Ginny odiaba a los escorpiones. Se había enamorado de la pequeña niña que se enrojecía hasta la raíz al encontrárselo en la Madriguera; la chica que se había tatuado junto a él, una luna en su espalda por sus padres. La que paso su propio cumpleaños a lado del retrete donde él vomitaba las cantidades industriales de alcohol que había ingerido la noche anterior.

La misma que aún lloraba por sus tíos caídos.

Así que Teddy se acerco poco a poco a su chica quien estaba acostada en la cama. Sin decir nada más, se quito sus zapatos, se adentró a la cama y la abrazó por detrás. Pudo sentir con regocijo como la rubia temblaba ante su toque, le encantaba saber que Victoire lo quería. Ella apretó fuertemente las manos de él que reposaban tiernamente en su vientre.

Estuvieron así en esa posición, sin decir nada más casi por una hora hasta que la rubia con voz triste habló:

—Hoy vinieron tío Rolf y tía Luna al trabajo—murmuró volteando hacia él y enterrando la nariz en el dulce cuello de Teddy. Él la abrazó un poco más fuerte si se podía.

—¿A ver a los Longbottom?

Victoire no respondió; fue una pregunta estúpida y lo sabía. Era un secreto de familia que solo se decía cuando se graduaban de Hogwarts. Solos ellos y Molly sabían. Aunque por cierto..

—¿Has sabido algo de Molly?

Teddy suspiró.

—Su última carta fue en Paris pero de ahí, nada.

Molly Weasley ll hace pocos años se había escapado de la familia. Al parecer, estaba harta de la presión que con llevaba tener un famoso apellido y que todos lamieran sus pies por donde caminaba; además, esperaban muchísimo sobre ella. Molly nunca fue la chica prodigio, Percy lo intentó pero falló estrepitosamente muchas veces y eso los llevo a tener grandes discusiones: El tío Percy había deseado que la chica entrará al Ministerio en Derechos Mágicos pero ella había deseado otra cosa; pintar. Enloqueció y desde entonces, nadie había visto a la pelirroja otra vez.

Nadie sabe como la chica ha estado viajando por el viejo continente y además pasando desapercibida. Victoire tiene la teoría de que toma poción multi-jugos pero Teddy lo descartó porque la pelirroja nunca fue buena en pociones. Fue triste ver como Percy y Audrey buscaron por todo el Londres Mágico a su hija; pero lo que dio más tristeza es que nunca pudieron entender el porqué. Y al parecer, jamás lo harán porque ellos no entienden lo que es tener un peso constante en su espalda, uno que ni siquiera hiciste nada para tenerlo; era demasiado dolor para cualquiera de ellos y siendo tan jóvenes.

Una que otra vez, Molly les manda una postal; ya que por ser los mayores fueron los más unidos alguna vez pero Teddy quiso hacer lo correcto y les contó a sus tíos sobre las postales y que les contaría después donde estaba. La pelirroja se enteró y ahora mucho menos les mandaba.

Era la mejor amiga de Victoire, un pedazo de ella que nunca se recuperaría si no volvía.

Estereotipos existen muchos; todos pensaban que Victoire triunfaría en el mundo de la moda tanto mágica como muggle pero en lo contrario a lo que mucho creyeron, está en estudios de Medimagia mientras que Teddy estudia leyes. Él está decidido a quitar las leyes racistas que impiden que los hombres lobos tengan trabajos. Inconscientemente, deslizó su dedo sobre la espalda de la rubia, donde se encontraba el tatuaje de la luna.

—Mencionaron a Rose.

Crash. ¿Ese había sido su corazón? Porque era lo que siempre se escuchaba cuando Teddy oía ese nombre. La rubia pudo ver como los ojos de su novio se achicaban pero no soltó ni una lágrima; ni se pusieron húmedos.

—No la perdonaré Teddy—habló de nuevo y no pudo evitar que sus ojos azules se llenarán de lágrimas. Su rostro se transformo totalmente—. No lo haré.

"Algún día lo harás", pensó besando su cabeza rubia y dejando que la chica llorará en él.

"Yo sé que sí."

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A pesar de que la casa tenía algunas partes quemadas, fueron a la parte de la sala donde ya estaba reconstruido. A Draco le dio un giro en su corazón al ver la habitación, estaba exactamente como lo recordaba, fue ahí donde todo en su relación se fue en picada y pensar que nuevamente visitaba ese lugar pero ahora sin ella.. era doloroso.

—Bill llévate a los niños a Hogwarts, por favor. Búscales su auror—le suplicó Molly, sentándose en un sillón, cansada.

El pelirrojo asintió sin decir nada más, sabía lo que le causaba a su madre ese lugar asi que agarró suavemente a sus sobrinos y ellos en silencio, lo siguieron a la parte de atrás para que no los vieran los paparazzis su huida.

Mientras tanto, Arthur Weasley se acercó junto a esposa y le agarró fuertemente la mano. Molly cerró los ojos con dolor, aún podía oír la voz de su hijo quejándose porque no había comido, la fresca risa de su yerna y los pequeños tambaleantes pasos de Rosie por la casa. Aún podía verlos en el sillón enfrente de ella posando para una foto familiar –que ahora se encontraba en su habitación en la Madriguera-. ¿Charlie y Samantha no captaron lo que Harry les quiso mostrar con el evento? Que no solo lastimaban a la familia removiendo una herida que aun no se sanaba si no que la quitaban a su propia sobrina la felicidad que le trajeron los mismos Malfoy.

Molly miró ahora a su nueva yerna que estaba siendo atendida por Fleur y Charlie por el golpe que le dio –merecidamente, aunque le duela a Charlie- la esposa de Malfoy. Después fijo sus ojos marrones en ellos, lucían sus rostros como de granito aunque podía ver ciertas irregularidades: Draco Malfoy golpeaba mucho el suelo con su zapato, casi nervioso mientras que su esposa Astoria se tocaba muchas veces el pelo y miraba a su alrededor continuamente; fue así como capto su mirada y lo único que encontró fue hielo. El hielo más frío que pudo haber sentido.

Y la comprendía.

Que el destino le haya quitado a dos de sus hijos fue lo más duro que pudo haber atravesado en la vida.. y ahora Astoria miraba impotente cómo se la querían quitar ciertas personas, casi intrusas en su vida.

—¿Van a hablar con nosotros o no? —preguntó con hastío Astoria, llamando rápidamente la atención de Samantha quien sonrió levemente aunque determinada a que toda esa discusión se terminara.

—¿Para qué quieres hablar? ¿De persuadirnos? La respuesta es no, obviamente—rodó los ojos la mujer castaña. Draco tragó grueso, la mujer es la mismísima muerte.

Además aunque los odiará Nott y Zabinni eran excelentes abogados y de una gran firma –hechas por ellos, claro-. Y tenía a la mitad del mundo mágico en su contra.. sus posibilidades de ganar en el juicio eran muy bajas.

—¿Qué ganarías? —le preguntó Draco, mirándola directamente con toda su atención en ella.

Samantha chasqueó la lengua y el rubio sonrió.

—¿Tu qué crees? Tener a la familia unida para que ya no haya..

—No—la interrumpió, extrañando a todos—. Dije, ¿qué ganarías tú? ¿Dinero? ¿Fama?

—Ella no me quiere por mi fama, Malfoy—masculló Charlie, abrazando protectoramente a su prometida, sin embargo muchos notaron su titubeo.

Draco rió amargamente.

—Es abogada querido Weasley, con un caso de este tamaño que incluye a la familia más querida por el mundo junto con el famosísimo héroe que hasta lo conocen debajo de las piedras..es oro puro.

Silencio, el más impoluto silencio.

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Alice corrió, importándole un comino que su pequeña trenza se deshiciera. Su cabello rubio cenizo le golpeaba contra su rostro y ella trataba lo posible para que no impidiera su vista; hasta casi arrollaba a uno que otro alumno de lo rápido que iba. Cuando llego al Gran Comedor, dirigió su mirada castaña en el lugar donde siempre se sentaban y Seamus no se encontraba ahí. "¡Diablos!" Era su última esperanza; su amigo no había estado ni en la Sala Común.

Algunos que andaban en búsqueda de los Malfoy vieron a la chica empalidecer notablemente.

—¡Abbott!

Alice se maldijo así misma al ver a varios Ravenclaw acercándose hacia ella. Se dio cuenta que la mejor amiga de Valerie Smith, la archi-enemiga de su amiga pelirroja, se encontraba como cabecilla de ese grupo.

—¡¿Dónde se encuentra Malfoy?!—gritó, llamando la atención de los pocos que no la miraban. La rubia miró que la mayoría del Gran Comedor la observaban. En el centro de la mesa de Gryffindor no estaban los Weasley; ni siquiera los Potter que ya debieron de haber llegado junto a Rose.

Y Alice cuando estuvo a punto de irse, casi corriendo, una mano la detuvo. Era un chico alto de Hufflepuff.

—¿Dónde está Malfoy?—le escupió—. Sé buena y no te haremos nada. Puedes recompensar todos tus años como traidora..

—¿Traidora? —preguntó Alice; alguno que otro la miró extrañado. La chica había hablado con una inusitada dureza. Creían que habían agarrado a la más débil del trío—. ¿Disculpa? ¿Por ser amiga de Rose?

El Hufflepuff apretó más su agarre. Al parecer odiaba como estaba siendo tratado.

—¿Qué no lo sabes? Tu amiguita es una maldita mortífaga.

Y con una fuerza que nadie vio venir, Alice pudo soltarse.

—A ver idiota, Rose no es una mortífaga e infórmate mejor si tanto te crees santo; Draco Malfoy fue librado de todos sus cargos porque era y es inocente.

Algunos rieron mientras que otros miraron incrédulos a la chica. ¿Cómo pudo decir eso? Ya bastante se estaba embarrando en el lodo defendiendo a una Malfoy como para defender a otro. Aún así, Alice por dentro intentaba todo lo posible para no sonrojarse. Sabía que estaba diciendo toda la verdad, sus abuelos se lo dijeron pero en los medios de ese tiempo nadie creyó esa historia. Al parecer, solo es contado casi como una leyenda, como si fuera imposible que alguien nunca estuviera realmente en el bando de los mortífagos.

—Te tragarás tus palabras, Abbott—y cuando sacó su varita, la rubia ya había sacado la suya. Antes de que ocurriera algo más, una mano morena agarró con firmeza la de Alice. La chica supo con exactitud de quién era y aún así, no pudo evitar que su corazón latiera a una velocidad que no creía capaz.

—¿Querías disparar a mi amiga? —la voz casi ronca de Seamus hizo que algunos se estremecieran hasta la mirada casi fría –marca Malfoy claro está—. Si tienes algún problema, dínoslo Steven.

El Hufflepuff tenía nombre.

—Nuestro problema.. —empezó mirando a su alrededor quienes asentían a sus palabras—. Es Malfoy, se metió con héroes de guerra. Un detalle que nadie de su familia es.

Alice tuvo que agarrar su mano para morderla. Estaba casi temblando de las carcajadas que le venían. "¡Si supiera el bocón!"

—¿Mi cara tiene algo de gracioso? —Bueno.. Steven no era agraciado del rostro—. ¿Por qué te ríes más…?

Y alguien le tocó la espalda. Steven volteó y se encontró la mirada de cierto Ravenclaw, al parecer un chico llamado Jake.

—¿Sabes algo? —preguntó lentamente y cuando se dio cuenta que ya muchos lo miraban, dijo con una sonrisa—. Se te han escapado.

Cuando Steven volteó, rojo de la furia y humillación se dio cuenta que Seamus y Alice ya no estaban ahí.

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Cuando Lorcan salió, no pudo evitar que algo creciera dentro de él: una angustia palpable y que esperaba que tuviera fin.

No pudo evitar rememorar las miradas de todos.. ¿Realmente creían que ella podría perdonarlos? Ni siquiera lo intentaban. No los entendía a pesar de que crecieron juntos.. La ignoraron, algunos la habían despreciado no solo en silencio si no que se lo dijeron, ¿qué había cambiado? ¿Que los Potter ahora supieran?

Lorcan miró por última vez las escaleras que conducían a las habitaciones de las chicas de Gryffindor; ahora podía ver que tan perdida estaba la familia Weasley.

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—Scorpius..

Silencio. Utah Zabinni se removió incomodo; en una situación normal hubiera odiado despertar al rubio de su sueño -y además con Alessandra presente-. pero lo ocurrido lo ameritaba. Así que juntando fuerzas, lo sacudió.. al gran príncipe de las serpientes.

—Despierta Malfoy—sacudió más y después de un par de minutos pudo ver como el chico volteaba su rostro para fulminarlo con sus ojos grises.

—Alessandra está aquí—siseó, furioso—. Di lo que quieres y vete.

El moreno se cruzó de brazos y lo miró con una mueca; se había esperado esa reacción pero aún así le irritaba. Malfoy había estado con él desde sus primeros días en Hogwarts junto a Harold Goyle, lo conocía casi a la perfección.

Casi.

Porque cada cabeza es un mundo.. él mismo guardaba los secretos de su familia al igual que también Harold guardaba los de la suya pero Malfoy.. Parecía que guardaba más, mucho más. Nunca pudo saber que era pero no podía ir a su mansión para al menos darse una idea, con solo ver su rostro Draco Malfoy patearía su trasero para fuera.

—Tienes problemas—le dijo, con discreción. Había alguno que otro Slytherin que ignoraba eso de la propia pirámide social de la casa y les gustaba llamarlos mortífagos y cosas peores—. Ven conmigo.

Scorpius se fijó en la seriedad con la que su amigo hablaba, podía notar que ni siquiera le sonreía burlonamente o mostraba sus grandes dientes que le encantaba presumir. Así que suspirando y con delicadeza, soltó el agarre de Alessandra y siguió a Utah a la habitación. Cuando llegaron, Harold también estaba y tenía El profeta en sus manos; él también se mostraba serio.

Al dárselo y leerlo, Scorpius no pudo evitar que su corazón latiera dolorosamente.

Sus padres.. Estaban en un gran aprieto..

Rose.

Porque.. Hogwarts nunca perdona.

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La chica le dio una buena calada a su cigarrillo y después dejo salir todo el humo con gracia; su acompañante no pudo evitar hacer muecas.

—Odio que fumes—le dijo con sinceridad. Ella lo miró a los ojos, el chico a su lado sonrió y tomó un poco más de su bebida—. A mí también me afecta, ¿sabes? Por estar alado de ti, me llega el humo y..

—Bla, bla, bla—canturreó la chica con sarcasmo y lo miró de reojo nuevamente mientras apagaba su cigarrillo en el cenicero de la mesa; entonces se dio cuenta que él, de repente, había empalidecido notablemente. Sin decir nada su acompañante hizo una seña y vio lo que lo había afectado..

"SE BUSCA:

Se llama Molly Rachel Weasley-Jones y ha estado perdida por alrededor de dos años. ."

En la foto del cartel se podía ver a una chica con un cabello rojo hasta debajo de sus hombros, sus ojos azules brillaban a pesar de que era una foto.

—Debería dejar de afectarte David—le dijo bruscamente. El chico notó que ella había endurecido su rostro.

—Me afecta porque tus padres te aman y no saben nada..

—Sobre todo mi padre—murmuró Molly, arrancando el afiche.

David, su amigo desde sus años en Hogwarts sabia todos los problemas que ella tenía con su padre además de toda su fama por su apellido.

Y fue por eso que ella se escapo. Por ello y mucho más.

¿Y él? Él simplemente no podía dejarla ir.

—Molls, créeme. Pusieron carteles en prácticamente todo el mundo..

La pelirroja sabía que era cierto; Audrey Jones nunca se rendiría. Era la persona más terca que había conocido en toda su maldita vida. Clavó sus ojos azules en los castaños de David Humble y después rápidamente en sus labios, los mismos que hace pocos días besó con desenfreno.

Y con el puro recuerdo sintió como un escalofrío paso por todo su cuerpo; aunque por fuera, aun seguía mostrando su rostro imperturbable. David era prácticamente su mejor amigo desde el primer año en Hogwarts. Una de la razones porque las que se abrió rápidamente a él fue porque es hijo de muggles; así que fue la primera persona que no la recibió con alabaciones por su apellido. Además, David siempre se había distinguido por ser pequeño y tímido; y para su sorpresa, quedo en Hufflepuff mientras que ella, para su desgracia, quedó en Gryffindor. La maldición Weasley no hizo una excepción con Molly.

Y desde entonces, a pesar de que eran de distintas casas se volvieron inseparables -hasta que en tercer grado una rubia se lo trato de quitar y fue ahí cuando se dio cuenta de sus sentimientos por él, pero eso era harina en otro costal. Molly odiaba pensar en eso; en sus sentimientos acerca de la gente y más si son amorosas. Ella nunca tuvo un novio oficial mientras que David tuvo una que otra, pero nunca duraba más de una semana con la chica. Todas fueron pelirrojas.

—Como si no lo supiera—dijo agarrando un mechón oscuro de su propio cabello. En esos dos años; habían viajado por todo el mundo y ella se lo había tenido que encantar porque con su color natural rápidamente la hubieran reconocido. Habían sobrevivido a base de trabajos en restaurantes o hasta de cartero -por parte de David-. Molly aunque siempre fue rebelde, amaba que le dieran el empleo por su persuasión no por su apellido.

Los dos se quedaron por unos instantes en silencio; no era tenso, al contrario, era reconfortante después de años de conocerse. David dio un tragó a su bebida.

—¡Disculpe señor Ralph!—habló el castaño; alzando su voz para que se escuchará hasta la barra. No funcionó, al parecer el hombre con el que quería hablar estaba muy distraído hablando animadamente con un cliente.

Molly arrugó el ceño y no pudo evitar hacer una pequeña mueca.

—¡Ponga su trasero por acá!—le gritó. Nadie del pequeño lugar volteó hacia ella, la mayoría estaba acostumbrado a su forma de tratar. El dueño del bar Ralph, volteó hacia ella, irritado; tenía una barriga voluminosa y su barba era casi como la de un chivo.

—Podrías ser más educada querida Rachel—le chistó. Molly sonrió de lado; los tres sabían perfectamente que no podría serlo. Ralph y todos los habitantes de ese pequeño adentro de la casi nada de Holanda los conocían como los forasteros Fred y Rachel.

David rodó los ojos.

—Disculpa—le dijo, llamado por fin la atención de Ralph.

El viejo barrigón sonrió levemente al ver a tal singular pareja que llamó rápidamente la atención del pueblo por lo distintos que eran entre sí: Rachel, la pelinegra en la que todos los muchachos del pueblo temían poner sus ojos; en fin era hermosa con sus llamativos ojos azules mientras que Fred era el acompañante que muy poco se le veía despegado de ella... o ella despegada de él. Todo el mundo los tomaba como un "algo" y además cualquier insolente que se le acercara a la chica, Fred rápidamente los ahuyentaría con una mirada. Nunca había que subestimarlo a pesar de que su rostro era de alguien tímido y en realidad, despedía bondad por todas partes.

—Mande mi querido Fred—le sonrió—. ¿Lo de siempre?

—Por supuesto.

Molly reprimió una sonrisa. David tenía la costumbre de que cada día, Ralph le leyera las noticias internaciones, la pelirroja sabía que era para sentirse de un modo al pendiente de Londres ya que estaba muy lejos de su familia.

No había día que no se sintiera culpable de haberlo alejado de todos ellos.

Así que sin chistar, bebió un poco de lo que tenía.

—La economía subirá mucho estos días, mucho más en Francia—rió y su barriga tembló un poco. A David le recordó un poco a Santa Claus pero de repente, el ceño de Ralph se fruncio—. Al parecer hay problemas con Harry James Potter.

Molly no pudo evitar cerrar sus ojos levemente; sabía que tenia la mirada penetrante de David encima de ella. No dejaría que ni un poco de sus sentimientos por su familia reluciera.

—¿Qué tipo de problemas?—preguntó David en un murmullo; casi nervioso. No había dejado de observar a Molly.

Hubo un momento de silencio en el que la pelirroja sintió que explotaría en cualquier momento pero la respuesta de Ralph la dejó sin aliento:

—De los grandes.

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Antes de que pudiera decir algo, Rose después de que haya pasado por un recodo del pasillo, sintió como unos brazos la apresaban fuertemente.

—Gracias a Merlín que estás bien.

Pudo observar su cabellera rubia y atrás de ella, se encontraba Seamus quien la miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—¿Nadie te toco, verdad? —le disparó y la pelirroja pudo observar un destello de preocupación y la chica le hizo señas para que se acercará; así agarrándole con fuerza la mano aún abrazada de la rubia.

Los tres se quedaron en silencio. Alice intentaba por todos los medios no llorar de lo difícil que estaba la situación, temía mucho por su amiga. Sabía que ella se podría defender muy bien de cualquier estúpido que se le acercara pero, ¿Podría con todo Hogwarts?

Seamus apretó fuertemente la mandíbula; él protegería a sus amigas a cualquier precio.

—Lo resolveremos Rose—la chica asintió y se apretó más a ellos—. Juntos.

Nuevamente, Rose sentía que podía ser invencible.

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PASADO

Hermione despertó al oír el grito de Harry.

—¿Harry? ¿Harry? ¡Harry! —había ido hacia él y realmente asustada sujetaba su rostro para que despertara. Su amigo no paraba de temblar y sudaba a grandes cantidades a pesar del frío infernal que hacía—. ¡Despierta por favor! —le gritó ahora.

Aún y cuando le gritaba, Harry no paraba de temblar y gritaba también de vez en cuando. De un momento a otro sus ojos se abrieron.

—¿Harry? —Hermione inmediatamente se abrazó a él; apretándolo fuertemente en contra de ella. Sentía como la respiración de su amigo se iba acompasando y relajando; llenándola de un gran alivio. El chico no dijo nada, simplemente se soltó de los brazos de su amiga y fue a su baúl a buscar otra camisa—. ¿Harry? ¿Estás..?

—Saldré un rato—le dijo un poco cortante.

La chica asintió sin decir nada más; sabía que su amigo aún no la perdonaba el haberse "liado" con el enemigo así que con dolor, lo vio irse de la tienda.

Mientras tanto, Harry se limpió alguna que otra lágrima. Había soñado que Ginny se encontraba besando a Draco Malfoy. Dio una última mirada a la tienda, la pesadilla había quitado los pequeños avances que Hermione avanzó con él. Comprendía su amigo más que nunca: jamás de los jamases perdonaría a Ginny si ella tuviera algo con Malfoy.

Jamás.

Y con ese pensamiento, se sentó en un árbol, dispuesto a olvidar por unas horas que estaba en una guerra y que él solo era un chico con el corazón roto por la traición de sus mejores amigos.

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Batallaron para salir de la Sala Común de Slytherin porque ya había amanecido y estaban alguno que otro alumno afuera de las habitaciones; pero con la capa oscura y él a lado nadie osó dirigir la mirada.

Cuando llegaron a la puerta de la Sala de Menesteres, Draco la miró fijamente.

—Tienes que irte y lo sabes.

La pelirroja asintió y lo abrazó fuertemente; estaba dispuesta a besarlo pero el rubio con –algo- delicadeza la rechazó. Le dolió más de lo que esperaba.

Y aunque le dirigió una rápida mirada antes de irse, Ginny se la guardo para ella y aún la podía recordar años después: su rubio cabello pegándosele en el rostro, sus ropas desarregladas y con sus ojos grises llenos de un sentimiento que la embargo muy dentro de ella.

Desesperanza.

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PRESENTE

Rose sintió como su amigo se tensaba y entonces dirigió su mirada hacia el objeto que Seamus observaba tan atento… era Scorpius. La chica sintió como su corazón se detenía.

—¿Se te ofrece algo, Malfoy? —preguntó rápidamente Seamus y Alice volteó hacia ellos con el ceño fruncido—. ¿No ves que estamos ocupados?

Scorpius apretó fuertemente la mandíbula, furioso con él.

—Nada que te importa.

Seamus rió rápidamente.

—Todo lo que tenga que ver con ellas, me importa.

Alice sintió como algo caliente reconfortaba su corazón y miró con inmenso cariño a su amigo mientras que Rose lo miró con una ceja alzada pero en su mirada se veía lo orgullosa que estaba de su amigo. La pelirroja le dio un par de palmaditas en el brazo que tenia libre y le sonrió a Seamus directamente.

—Si quieren espérenme en el otro pasillo, no hay ningun problema.

Seamus no podía hacer nada pero realmente no quería dejar a Rose sola con él. Y más con Hogwarts intentando hacerles algo por lo sucedido pero si alguien pudiera defenderla sería Scorpius.

—Solo un rato—dijo fulminando al rubio con la mirada y así, agarrar de la mano a Alice y llevársela por un momento.

Los dos se quedaron en silencio hasta la socarrona voz del rubio sonó:

—¿Cuándo le dirá? — preguntó y Rose rodó los ojos; cruzándose de brazos.

—¿Qué es lo que pasa? — le dijo directamente. El rubio suspiró agarrando su cabello, todo estaba pasando más rápido de lo que pensaba. Encajó sus ojos grises en los marrones de ella. Eran grandes y lo que había de especial en ellos era el brillo y la expresión que la chica le ponía.

—Mi padre nunca golpearía al señor Potter.

La pelirroja negó con la cabeza para después, darle la espalda; aunque odiaba que le hicieran eso, el rubio aguantó por momentos. La chica aún lucía su vestido de color negro que se le veía muy bien. Scorpius tragó en grueso.

—Lo sé—murmuró la chica—. Pero nadie nos creería.

—¿Acaso a la chica de hielo le importa lo que piensen los demás? —picó el rubio ganándose una mirada de un perfecto ejemplo de porque se ganó ese título—. Así sonaste.

—Lo decía por mis amigos, no quiero nadie los dañe.

Scorpius sintió una pequeña preocupación por Alessandra y Utah pero sabía que se las podrían arreglar.

—No les pasará nada, Hielito.

La chica arqueó una ceja.

—¿Hielito? —pregunto con una risita irónica pero entonces nuevamente se puso seria—. ¿Qué haremos Scorpius? ¿Tendremos que cuidarnos las espaldas?

Él suspiró.

—Sí y mucho.

—Tenemos que hacer algo—insistió—. Tenemos que ayudar a Papá.

Scorpius se ahorró el típico comentario de "Él no es tu papá, es el mío" pero ahora, todo era distinto. Era una situación grave.

—¿Y cómo crees que tú, Hielito, que lo podemos ayudar? — dijo con fastidio. La pelirroja resopló por su actitud negativa—. Los Potter no nos pueden ayudar.

—¿Y por qué no? — Rose ignoró el pequeño dolor en su corazón al recrear el rostro de Albus en la noche, cuando lo rechazó. La cara de Lily furiosa y la de comprendimiento de James. ¿Había hecho algo irreparable?

—Es todo Hogwarts.

Rose se encogió de hombros.

—Ellos son los hijos de Harry Potter.

Se vería completamente hipócrita hablarles de un favor después de cómo los trato el otro día pero lo valía si eso garantizaba la seguridad de sus amigos y de Scorpius. De solo imaginar el rostro de Scorpius mientras lo maltrataban le causa una gran punzada de dolor.

El rubio nuevamente suspiro.

—Como quieras—dijo únicamente.

Los dos se quedaron en silencio y Rose lo miró, sus ojos grises la observaban y pudo notar como su corazón palpitaba de un modo tan diferente pero a la vez, familiar. ¿Qué le estaba sucediendo?

Scorpius podía ver todas las pecas de la chica, sus ojos cafés lo miraban con curiosidad y un brillo que él no pudo identificar; estaba tentado a sonreírle.

Cuando los dos se acercaban poco a poco inconscientemente y antes de que pudieran estar lo suficientemente cerca, una mano agarró el cuello de Rose.

—Así te quería ver.

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FIN DEL CAPITULO 10.

¡Hola! Lamento muchísimo la tardanza y agradezco de todo corazón que aún sigan aquí a pesar de lo lenta que soy. Vale mucho para mí :)

Daré ciertos avisos:

Die in your arms será eliminada PARA VOLVER A SER PUBLICADA ya editada y por el momento está siendo publicada en Wattpad. Si quieren el link mándenme un MP.

¡Ahora sí! Ya pude usar el ask y ya me pueden preguntar cuando quieran; desde apurarme hasta pedirme adelantos.

También en facebook me pueden encontrar como Lily Jean M. :)

Lamento mucho las líneas negras, no sé como quitarlas :( si alguien sabe, es bienvenido!

-MarieJ97.