Primero que nada toda esta idea se me ocurrió de una forma muy estúpida. En una fiesta (de aquí de México mi tierra bonita) me di cuenta algo, primero que nada, sé bailar (milagro XD) y que la verdad, puede que bailáramos de forma no tan santa que digamos pero era entre amigas y con límites. Pero el punto era dejarte llevar por la música, y moverte a su son. Y una amiga que también es medio tímida, me dijo que le daba pena, era obsceno bla bla bla. Pero después de una buena canción y persuasión estaba igual que todas, porque el punto es bailar. La letra qué importa. Y cuando me di cuenta de que bailábamos un poco, no mucho, pegadas, entre nosotras me salió la inspiración para esto. La verdad para mí, el reggaetón no es mi género favorito, es para bailarse nada más.

Disclaimer, no soy dueña de K-On.

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Si no le contesto. Si no le contesto. ~

La música, el calor de la pista de baile, la cercanía entre sus cuerpos. Las pocas copas que se había tomado, quizás todo eso fue la mezcla perfecta para tal resultado. Lo único que era obvio era el hecho de que ambas se atraían una a la otra. Sus miradas nos se separaban, movían sus cuerpos al ritmo de la música en completa sincronía, aunque. Ambas parecían competir entre sí, ¿quién lograba ser la mejor en tal competencia que a simple vista sería inocente? Movían sus caderas al ritmo, sus brazos y movimientos de las piernas eran a su gusto. Sus miradas tenían una sombra de un deseo algo desconocido para ambas, sus movimientos de sus extremidades eran para atraer, encantar, y capturar a su compañera. Las miradas que se dedicaban eran místicas, lujuriosas, ardientes del deseo de ver cada vez más. Se acercaban, se alejaban.

Si no le contesto se desespera, piensa que con otra estoy. Haciendo lo que hacía ella. Como tu maquinea cuando en la mía estoy. Mujer no quiero más peleas. No más peleas. ~

El sudor hacía que su piel brillara con diferente efecto. La castaña tenía un brillo dorado, que combinaba con su piel ligeramente bronceada, su cautivante sonrisa, su diadema amarilla y obviamente con el aura que desprendía, una luz completamente embriagante como la de un ámbar. Sus shorts negros mostraban sus torneadas piernas, que aunque eran algo cortas, estaba en buenas condiciones sin lugar a dudas. Llevaba una blusa de algodón de manga larga que le habían cortados las mangas, dejaba ver un poco de sus caderas, y su bien formado abdomen, un chaleco negro con detalles dorados que imitaban un reloj de bolsillo daba el toque final, aparte de sus converse.

En cambio la pelinegra brillaba como una perla, misteriosa, romántica, y en cierta forma algo peligrosa. Llevaba un vestido color vino, le llegaba ligeramente más arriba que las rodillas, llevaba un collar largo plateado, que, si lo combinabas con el escote de su vestido, mostraban y presumían los atributos con los que fue dotada. Y un cinturón negro grueso con una hebilla plateada que se balanceaba en sus agraciadas caderas. A cada movimiento ese cinturón se movía, hacia que la castaña se tuviera que contener para no babear ante tal privilegiada vista.

El calor entre ellas, la sensación de éctasis producida por la canción y su baile, las ponía a ambas en un estado de delirio por el puro ¿placer?

Tú te sentías bien segura. Bien segura de mi amor. Se te olvidó que nadie manda en su corazón. Ahora me pide amor y ya no tengo. En el tiempo que me pediste se murió. ~

Era raro, no se hablaban, difícilmente un par de palabras. Ni siquiera eran preguntas personales, simplemente cantaban la letra de las canciones que pasaban. No eran canciones en un idioma que reconocieran, mucho menos sabía siquiera que significaban. Simplemente imitaban las palabras que escuchaban. Sin saber siquiera que andaban diciendo.

Ambas habían llegado ahí por diferentes razones, la castaña se encontraba ahí al ser invitada por su amiga. La rubia más rica que esa persona haya conocido, Kotobuki Tsumugi. Mientras que la pelinegra llegó a esa fiesta por el hecho de que el lugar fue recomendado por su amiga Yui Hirasawa. Aunque, honestamente, ninguna de las dos se imaginó que terminaría en esa situación, una de ellas simplemente era muy tímida, y según ella hace unos instantes no sabía bailar siquiera. La otra que bailaba junto a ella estaba acostumbrada a las fiestas comunes de su querido Japón, varias canciones que se pudieran cantar y demás, todo calmado, y divertido en su mayoría.

Esto era completamente diferente.

Si no le contesto se desespera, piensa que con otra estoy. Haciendo lo que hacía ella. Como tu maquinea cuando en la mía estoy. Mujer no quiero más peleas. No más peleas. ~

El ritmo, la voz del cantante, hacía que quisieran moverse al son de la canción. De una forma seductiva, atrevida, picante. Y no eran las únicas, varias chicas se juntaron con sus amigas y bailaron de la misma forma, los hombres solo miraban y un par bailaban con las demás. Aunque, si era entre hombres y mujeres, las chicas tenían un límite de la intensidad a la que podían llegar. Mientras que con sus amigas no habían límites. Tan siquiera no se habían estipulado ninguno. Aunque la danza entre esas dos era algo mucho más fuerte que algo entre "amigas" tomando en cuenta el hecho de que ni siquiera sabían sus nombres.

Ni que eso fuera necesario de todas formas. Su forma de bailar tan siquiera dejaba como en claro como era su verdadera actitud. Era como si estuvieran en una burbuja, un mundo privado, no había nadie más a su excepción.

La pelinegra de profundos ojos que parecían un huracán listo para desatarse al bailar prefería llevarse sus manos en ocasiones hacía sus cabellos. En esas ocasiones movía sus caderas y su espalda al ritmo de la canción de forma que sus curvas fueran lo que más se notara en tal movimiento. Su boca se curvaba en una sonrisa gatuna, misteriosa, agresiva, seductora. Mientras miraba hacía la castaña, con sus ojos ligeramente menos abiertos, no mucha diferencia, pero la castaña notaba ese cambio con facilidad. La pelinegra parecía bailar y mostrar sus movimientos que se le venían a la mente sin ser practicados jamás, con un poco de distancia. Tentando a su compañera a acercarse. Diciendo a su presa que venga, más y más cerca, ya que ella no lo haría.

La castaña se acercaba, y bailaba utilizando en su mayoría movimientos de la cadera, rozando la pálida piel de la pelinegra, dándole una sensación increíble, pero no en la cantidad suficiente. Esos roses solo dejaban la piel de la pelinegra en fuego. Deseando cada vez a la castaña de profundos ojos dorados más cerca. Las piernas de la castaña eran su arma secreta por así decirse, las movía con gran ritmo, cuando la canción le daba la sensación de pedirlo (no es como si entendiera que decía la canción.) Seguía moviendo sus caderas y si piernas yéndose cada vez más abajo, sin dejar de mirar a su compañera de tal extraña pasión, con una mueca de orgullo y ligero tanteo. Para volver a pararse con una gran facilidad, sin perder el ritmo, y de paso pegarse un poco hacía la pelinegra cuya reacción fue enrojecer. Ya que pudo sentir sus latidos, su firme abdomen, todo. Aunque continuaba con su danza de todas formas decidida a ser la ganador en tal competencia.

Las amigas que las habían traído a ese lugar habían desaparecido de sus mentes, lo que les interesaba era seguir bailando, junto con esa persona que tanto las cambiaba. Una a la otra. Y obviamente esa era solo una canción de las muchas que iban a tocar, ya que la canción fue interrumpida y cambiada con otro ritmo. Que las dos no tardaron en adaptársele.

Este ritmo era más lento, pero no por eso mucho menos seductor que él anterior. La voz de los cantantes era diferente.

Tienes un cuerpo brutal (woo oh oohh) ~

Esta vez la castaña tomó el control total, puede que la pelinegra siguiera el ritmo. Pero estaba completamente a su merced.

Que todo hombre desearía tocar (woo oh oohh) Sexy movimiento oh oh ~

Con sus manos rozo ligeramente los costados de le chica de ojos grises, en ocasiones ni siquiera hico contacto con su piel. Sus piernas y caderas se movían con gran facilidad, esa canción la hico reaccionar de una forma extrañamente dominante. Disfrutando ver como se enrojecía de una forma tan linda esa chica. Y la castaña en sí parecía que iba a explotar de pura felicidad. Como incluso en una ocasión un gemido se escapó de entre sus labios. Ante oír tal gemido la castaña sonrió de oreja a oreja y continuó bailando. No entendía porque estaba tan contenta, pero estaba segura que se debía a esa chica tan adorable que estaba frente a ella. Era bonita, tenía una voz que le hacía que una sensación de electricidad recorriera su espalda.

Y tu perfume combino con el viento. Que rico huele. Tienes un cuerpo brutal (woo oh oohh) ~

La chica de shorts por un pequeño instante poso su rostro cerca de su cuello, y en oreja tiernamente le murmuro con un tono coqueto:

-Ritsu, Tainaka Ritsu, un gusto.-su tono era completamente seductor, al terminar la frase le dio una pequeña mordida juguetona a la oreja de la pelinegra. Dejándola en shock, y completamente roja como un tomate.

Su reacción fue tartamudear sin control su respuesta:

-Mio, Akiyama Mio.

Mio. Que bello nombre.-pensó Ritsu.

-¿Quieres continuar bailando?-al decirle la frase comenzó a moverse de nuevo. Invitando a Mio a continuar,

-Sí.

Y en efecto ambas continuaron bailando, en diferentes canciones cierta persona tenía el control. A veces Mio era la que dominaba sobre la joven más pequeña que ella, atrayendo, provocando a su compañera o era Ritsu la que la volvía loca con sus roces que dejaban a la chica de ojos grises deseando más y más.

Así se la pasaron por varias horas hasta que en una canción apareció un chico. Era de esperarse que eso iba a suceder tomando en cuenta que ninguna de las dos estaba nada mal, pero a Ritsu no le agradó su presencia. Ya que fue directamente hacía Mio, que parecía más incómoda que contenta. Y ese chico no parecía desaprovechar ninguna ocasión para pegársele más. El cuerpo de la chica de ojos dorados hervía de una extraña sensación de enojo. Sentía como sus manos se transformaban en puños.

Hasta que Ritsu no pudo soportarlo más. Estaba tan pegado y vio claramente como Mio lo trató de apartar.

En ese instante tomó acción. Con su antebrazo le dio un golpe en el pecho con fuerza suficiente para que terminara en el suelo, con cariño y cierta posesividad acomodó su brazo alrededor de la cintura de la pelinegra que parecía estarle agradecida.

-Vete.-su voz sonó agresiva y dura. Sus ojos tenían un brillo peligroso y mortal. Parecía estar lista para pelear contra alguien visiblemente más grande que ella en cualquier instante.

El chico de mala gana se fue con su orgullo herido más que nada. Ritsu estaba orgullosa de sí misma al haber logrado defender a Mio, que por alguna razón ya sentía la necesidad de protegerla. Volteo hacía Mio que estaba visiblemente agradecida y avergonzada:

-¿Quieres descansar un rato?

La pelinegra respondió asintiendo con la cabeza y Ritsu sin quitar su brazo de la cintura de Mio la dirigió hacía unas cuantas mesas que estaba cerca de la entrada. Y se sentaron decididas a descansar y conocerse mejor.

Aunque en una sección algo exclusiva del lugar donde se podía ver todo lo que sucedía abajo se encontraba una rubia y una chica de ojos chocolate, una se apoyaba en el hombro de su amiga de forma casual, sin dejar caer todo su peso en su hombro. La chica de ojos chocolate decía con una voz ligeramente infantil y emocionada:

-¡Tenías razón Mugi-chan!

La rubia de ojos tan azules como el mar le respondió con la misma cantidad de emoción:

-Calma, esto apenas comienza.-su sonrisa era expectante y misteriosa, quien diría que podía obtener tanta diversión al conocer a esa chica de ojos chocolate y alma inocente. Ahora no necesitaría de su yuri googles para nada.

Bueno las pocas partes de canciones que utilicé son: Plan B-sino le contesto, y Wisin y Yandel-Sexy Movimiento. Y bueno, en este fic no va a aparecer Azusa porque es como si tomara lugar en la primera temporada de la serie.