Mi nueva vida

Vegeta no cambiaba y las palabras y advertencias de Yamcha estaban en mi cabeza más que nunca. Y él, estaba más que nunca en mi puerta, lanzando miradas asesinas a Vegeta y mensajes para mi.

No quería verle.

Mi barriga empezó a crecer de manera desmesurada, cada vez tenía menos fuerzas y un día cuando no pude más le planté cara al príncipe.

Se acabó. Tu asistenta personal deja su trabajo en su cuarto mes de embarazo.

Vale.

¿Qué? - Pregunté sorprendida. - ¿Eso es todo?

Eres una humana débil, me sorprende que puedas llevar un hijo mío y estar como si nada.

Perdona pero yo tengo una fortaleza intachable.

¡Ja!

Si Chichi a podido con un hijo de Goku que es más fuerte... - La vena de su frente se veía a estas alturas más que sus ojos. - Yo seguro que podré.

¿Insinuas que Kakarotto es más fuerte que yo, que soy el príncipe?

Él mató a Freezer después de todo.

¡Cállate mujer...! - Apretó los puños. - Eres una impertinente.

Y tu un impresentable.

Me agarró de la muñeca y me apretó contra él. "Estoy cansado de estos juegos, mujer". Y ese tono que puso, esas palabras tan cerca de mi, su mirada... me derretí y me acerqué a él todo cuando pude, quedando mi boca a escasos centímetros de la suya.

Le besé... notaba en mi barriga como se endurecía con mis besos.

Aparta.

Estás tan deseando com yo de esto. - Y volví a besarle, llevando una de mis manos a su entrepierna y acariciando por encima de su pantalón.

No sigas.

Tu boca dice eso pero tu cuerpo me pide otra cosa.

Estás en ese estado. - Y ahí me aparté y lo miré a la cara, incredula.

¿Estás preocupado por que esté embarazada?

Llevas a mi sangre ahí, es mi heredero.

¿Te preocupas por el bebé? - Me emocioné.

Él es un guerrero, y de una raza poderosa y orgullosa, no un bebé.

Ahora, Vegeta, es un bebé, como cualquier humano.

Es hijo mio, cualquiera no tiene ese privilegio.

Imposible razonar con él. Me aparté de mala gana y me fui de la habitación, Me subí a mi cuarto y me puse a leer.

Por la noche cuando todos dormían me levanté de la cama, me cambié de ropa y me puse un camisón de seda, de tirantes finos con un escote de vertigo. Privilegios de que el pecho me estaba creciendo aún más.

Salí de mi habitación, andé por el pasillo y me acerqué a su puerta "vamos Bulma, no pierdas la oprtunidad por miedo al fracaso" y abrí. Estaba dormido. Fui hasta su casa y me metí en ella, abrazándole por detrás y notando como todo su cuerpo se tensaba ante mi tacto.

Vegeta... - Susurré en su oído mientras con mis manos subía por su pecho. Él estaba estático.

No decía nada, así que con una de mis manos palpé la cintura de su pantalón y metí la mano dentro, tocando la reciente erección que poco a poco crecía cada vez más.

Me agarró la mano, la quitó de él y se dio la vuelta tan rápido que casi no me di ni cuenta. Y cuando menos lo esperé lo tenía entre mis piernas agarrando mis muñecas por encima de mi cabeza.

Mujer... no juegues conmigo.

Yo no...

Tiró de mi ropa con una de sus manos, rompiéndola en pedazos y me dejó desnuda frente a él. Me observó, como cuando inspeccionas algo que deseas poseer. Soltó su agarré y juntó ambos pechos, los pasó por su cara y me dio mordiscos que me estaban matando de ganas por más.

Se quitó su ropa, yo abracé su cintura con mis piernas y sin más preámbulos me embistió. Salvaje, animal, sin besos ni caricias, de una manera tan propia de él... sin sentimiento alguno. Sólo deseo carnal, primitivo y animal.

Agarró mi cuello, echando parte de su cuerpo en mi con cada embestida, echando su cabeza hacía atrás, poniendo su pulgar en mi boca, que recogía con mis labios y mordisqueaba.

Con su otra mano agarraba mi cadera haciendo penetraciones cada vez más profundas y rápidas.

Buscaba saciarse, correrse, satisfacerse, le importaba poco o nada yo misma. Seguía siendo él, con y sin niño no cambiaba.

Poco después se vació dentro de mi. No le importó que yo no acabara, salió de mi y se dio la vuelta en el colchón y miró por la ventana.

Los días pasaron y yo evitaba verle. Me sentía humillada y maltratada psicologicamente. Mi barriga crecía y con ello el bebé.

El tiempo se pasó volando y cuando me quise dar cuenta estaba de parto corriendo al hospital en brazos de Vegeta.

Aunque no sin antes discutir un poco más.

No pienso llevarte a ningún lado así.

Vegeta, estoy de parto, y un coche tardaría más y no pienso aguantar ni un minuto más así.

No soy un recadero.

Voy a parir a tu hijo, maldita sea. - Otra contracción me hizo doblarme de dolor y chillar, a lo que Vegeta me miró. Me acerqué a él, le cogí del cuello de la camiseta y mirándole a los ojos le dije muy seria. - Escúchame, vas a llevarme al Hospital si no quieres que este sea el último día de tu miserable vida. No pieso tener a mi hijo en casa, quiero profesionales.

Y ante mi sorpresa sonrió, me cogió en brazos y mientras veía a mis padres subirse al coche para llegar al hospital, yo me iba de camino volando con él.

El parto fue bien, di a luz a un hermoso niño con un mechón lila al que llamé Trunks. Vegeta no cambió, al revés, se mantenía más distante de mi y sólo se preocupaba del bebé y de que todo estuviera bien. Repitiendo más de una vez que "iba a ser un gran guerrero" lleno de orgullo. Una parte de mi tenía cierta emoción de verle así.

Sin embargo las cosas nunca son fáciles con Vegeta. La relación con él era cada vez mas extraña. No mostraba sentimientos, sólo me buscaba y accedía a mis encuentros si tenía algo sexual. A veces lo veía estar cerca de Trunks pero cuando se daba cuenta de que yo estaba ahí enseguida cambiaba y se volvía hostil y grosero o directamente se iba.

Se iba más a menudo de casa, aparecía a los días, a las semanas, se obsesionaba más aún con entrenar día si y noche a veces también. Y uno de esos días discutimos.

Eres un maldito egoista que no le importa ni su hijo, sólo buscas entrenar, poder, y comer. No te preocupas por nosotros.

No te confundas mujer, tener un hijo mio no te hace especial para mi.

¿Y tu hijo?

El debe ser un guerrero, tratarlo como lo tratas tu sólo hara que crezca débil y sea un inutil humano. Tiene que aprender la importancia de la lucha desde la cuna.

¿Pero tu te oyes? ¡Que es un bebé!

Pronto podré entrenarlo y será un orgullo para su especie.

No vas a convertir a mi hijo en un luchador desde niño. - Dejé a baby Trunks en la cuna. - Tiene derecho a tener una infancia, una vida, que el decida que quiere hacer cuando sea mayor.

Es mi hijo y un saiyan, no puedes evotar la realidad. Querrá luchar. De momento te permito que lo alimentes.

¿Qué me lo permites? Pero es que soy su madre, tengo el mismo derecho si no más que tu de cuidarlo y criarlo. - Me enfadé viendo por donde iba la conversación. - ¿Eso soy para ti? ¿Una niñera?

Eres un medio para un fin.

Mira Vegeta... Estoy harta. Se acabó. Vete de aquí, fuera de mi vida. Con mi hijo me basta.

Deberías estar orgullosa.

Estoy orgullosa de mi hijo, no de ti. De ti estoy necesitada, necesitada por sentirme querida, amada, satisfecha, admirada... que es como un hombre estaria de la madre de su hijo.

No me vengas con estupideces que yo no soy un humano romanticón y ridículo.

No, tu eres un simio inutil que no vale para nada mas que para pelear como si fuera un pollo sin cabeza. Eres lo peor que me ha pasado en la vida. Lo único que te agradezco es a mi hijo y rezo por que no se parezca a ti.

Vi como Vegeta se tensaba, cerraba los puños y pegaba un puñetazo en la pared, rompiendo el marco de la puerta. Salió de la habitación y me quedé sola, llorando, mientras oía de fondo a Trunks llorar y me hizo salir de mi estado para ir a cogerlo.

Esta era mi nueva vida, la vida en la que Vegeta iba y venía saliendo por el balcón, pensando en que cualquier día me abandonaría a mi y a Trunks y nos dejaría solos.

Varios días pasaban, y vegeta no aparecía...

Fin.