¡Hola! Como ya les había mencionado, aquí termina ésta historia =) Éste capitulo es cortito, más que nada una conclusión.

Como siempre, les quiero agradecer a todos y todas quienes han leído y comentado esta historia, ustedes saben que me alegran la vida =D


**30**

Depositó los últimos documentos enviados por tesorería, en los archivadores correspondientes, junto al librero en la oficina del director. Procuró recoger la carpeta con las agencias de construcción mágica, que se ocuparía de la línea de chimeneas en las estaciones en Inglaterra… Algo estaba ocurriendo allí.

Draco entrecerró los ojos ligeramente, mirando de soslayo a Mèdard. Estaba demasiado silencioso y eso podía significar una sola palabra: "Truculento". Casi podía escuchar a su brillante mente planificar alguna barbarie, carente de sensibilidad y consideración, después de todo, el hombre tenía al pobre Smith a un paso del despido.

Pero… no era nada que el rubio no hubiese visto ya.

Cerró la gaveta y evitando un suspiró de impaciencia, caminó hasta el escritorio del director. Toda su concentración parecía estar en alguna maquiavélica planificación y Draco sabía que se lo contaría tarde o temprano.

-Necesito que salgas del Departamento durante tú hora de almuerzo.- tarjó sobre un pergamino y entonces se lo entregó a Draco. ¡Ah!, sí. Allí estaban esas misteriosas intenciones.

-¿Necesita algo?- entrecerró ligeramente los ojos. –Sabe que Harry viene a buscarme a esa hora.- escuchó un escueto "ajá". –¿Necesita hablar con él?-

-Sólo un pequeño intercambio de palabras.-

-Director.- ¿sobre qué?, ¿para qué? El hombre simplemente lo miró. –Está bien, pero no lo atormente innecesariamente.-

-Claro que no.- sonrió con un incipiente gesto de malicia, tan conocido.

-¿Por cuánto tiempo?- Mèdard hizo un gesto como de "indefinidamente". Sólo por esta vez lo aceparía. Tampoco podía dejar que el hombre simplemente lo manipulara a su conveniencia. -¿Quiere que vaya a algún lugar en especial?- el moreno lo miró y algo se iluminó en sus ojos. Mierda.

-Ve a registro de migración.- sonrió y esta vez la sonrisa se hizo visiblemente astuta. –Podrías aprovechar de tomar nota de cómo van las cosas con esos pasantes escoceses, con ese chico asistente de Brunhild… ese que siempre se asoma por aquí…-

-O'Driscoll…- ¡Oh!, ya sabía qué estaba maquinando esa mente perversa. Asegurarse de que Harry estuviese firmemente atrapado entre las manos de Draco y de paso, propiciar la aceptación de la perra de Brunhild a través del interés de su asistente.

-Y deja que ella te vea. Háblale sobre alguna cosa interesante de ser necesario.- gesto de manos, como desestimando el hecho.

-Bien.- no pudo más que suspirar y esperar que Maxime no le dijera a Harry nada irreparable.

Antes de salir, el rubio escuchó un claro "Excelente". Y seguramente ahora estaría tachando algún punto dentro de su muy elaborado y brillante plan de conquista mundial.

¡Todos somos simples peones!, y a su pesar, medio sonrió.

**31**

-Hola…- entró con una amplia sonrisa, pero se tensó en cuanto vio a Mèdard sentado en la silla del rubio. Revisando un libro que seguramente había tomado del estante a sus espaldas.

-Draco no se encuentra.-

-Bien.-

-Auror…- fue llamado antes de emprender la retirada. Apretó los labios. No quería hablar con ese sujeto. No quería tener que tratar nada con él. –Espere un momento.- y le indicó la silla que tenía en frente.

-¿Qué?- suspiró todo lo audible posible, para que se fuera percatando que no lo hacía por gusto. De todas formas se sentó.

-Sólo me gustaría hablar con usted.-

-¿Sobre qué?-

-Sobre su interés por Draco.- el hombre hizo una larga pausa, mirándolo. Harry casi podía estar seguro que Mèdard tenía la intención de hacer todo un monologo de la situación. Pero si el cretino pretendía algo como alejarlo del rubio o amenazarlo y que él se quedara quieto escuchando, se estaba equivocando de persona.

-Esto no tiene nada que ver con usted.-

-En eso se equivoca. Cualquier cosa que tenga que ver él, tiene que ver conmigo. Independientemente de cómo lo haya tratado yo a usted.-

-¿Qué quiere decir?- frunció las cejas.

-Que tenga cuidado con él, porque si me entero que le ha hecho algo… se las arreglará conmigo y a mí me importa muy poco que sea El Salvador, amigo del Ministro.-

-Nadie quiere hacerle daño.- se inclinó sobre el respaldo del asiento. Sin comprender el rumbo que estaba tomando la conversación.

-¿Esta seguro, auror?- el hombre lucía implacablemente serio. Formal y prudente, nada de su prepotencia o su desconsideración inicial. Se estaba dirigiendo a él, con toda su atención e intención posible. Era algo serio. Harry no supo si alegrarse o sentirse preocupado.

-Por supuesto.-

-Pues entonces está equivocado y no se ha dado cuenta que Draco sigue siendo un Malfoy.- tomó entre sus manos un elegante bolígrafo del lapicero sobre el escritorio. Lo hizo rodar por sus dedos.

-Claro que lo sé.-

-No, no lo ha hecho. Porque si Draco se ha mantenido seguro dentro de este Departamento es porque la mayoría de la gente que trabaja aquí, no participó de las guerras contra Voldemort.- lo miró aún con gesto imperturbable. –Yo soy galo, Brunhild es teutona y así como Doyle y Cooper, hay muchos británicos no relacionados con la guerra.-

Harry asintió y miró al hombre. Realmente era como ver a Snape, en alguno de sus arranques de paternalismo por alguno de sus estudiantes de Slytherin. Era como verlo en sexto año, cuando Draco tuvo que realizar esa estúpida misión. Serio e impasible, firme e insondable. Determinado. Extrañamente protector. Era verdad. Ahí no había afecto romántico o pasional, había algo mucho más curtido y logrado, como el cariño por la familia o un amigo de infancia. Quizás como el afecto que él siente por Ron. Y lamentablemente no puede sentirse enojado por eso.

-Soy serio.-comentó dejando las defensas y las malas intenciones a un lado.

-Eso está bien, pero para mí no es suficiente. Quizás dentro del departamento y en el mundo muggle sea todo muy agradable y normal, como tú lo esperas. Pero fuera de aquí, en el Ministerio y el mundo mágico, será distinto.- Harry asintió.

-Usted realmente se preocupa por él.- no era una pregunta.

-Por supuesto. Ha sido mi asistente por siete años, retribuyo su dedicación, confianza y lealtad.-

Frunció los labios. "Dedicación", era más de lo que él mismo había visto este mes y medio. Ellos ya habían sobre pasado la simple "confianza" de jefe y asistente y la "lealtad"… no quería pensar en quién gozaba de más "lealtad" por parte del rubio. Pero ese tema debía ser saldado ya, o se volvería loco… y él no era conocido por ser especialmente equilibrado, sino pregúntenselo a Voldemort y Cia. Ah, sí, esta muerto.

-Sé en lo que me estoy involucrando.- dijo invocando a su seguridad Griffindor. –Y le aseguro que puedo cuidar de Draco.- ¡El era El Héroe! "El" "Héroe". ¿Se dan cuenta de las mayúsculas? Esas cosas se daban por sentadas.

-Bien.- el hombre asintió y parecía conforme con sus palabras.

Harry dejó que el silencio se prolongara un instante, indeciso, vacilante en si debía preguntar. Si sería oportuno. Si no sería un "impertinente", como le decía Draco. Pero por su sanidad mental, debía hacerlo.

-¿Puedo preguntarle algo?-

-Claro.-

-Sé que usted y Draco tuvieron algo hace algún tiempo…- el hombre asintió. –quizás a estas alturas sea una estupidez, pero sólo quiero estar seguro…-

-Pregunta.-

-¿Ahora no sucede nada… de nada? ¿En Glasgow, Draco y usted no…?-

-Oh. No. Nada.- medio sonrió, en un gesto pequeño y reservado. –Es verdad que compartimos algo, pero eso fue hace bastante tiempo y la verdad es que no me interesan los hombres.- Harry asintió. Una exhalación de satisfacción salió de sus labios. ¿Aliviado? ¡Sí! –Fue una simple experimentación de mi parte y digamos que para Draco fue una liberación de tensiones.-

-¿Entonces no hubieron sentimientos involucrados?- Mèdard alzó ligeramente las cejas y se lo quedó mirando.

Harry simplemente esperó, sintiendo nerviosamente cómo esos ojos lo taladraban y parecían escrutar su interior, como lo hiciera Dumbledore alguna vez. Pestañeó y trató de identificar si había alguna sutil muestra de legeremancia en las intenciones del hombre. Pero no, sólo lo estaba asesinando con sus ojos negros. ¿Para qué se quería a Snape, si había un Mèdard esperando en un futuro cercano? Tenerlos a ambos juntos, en una misma habitación, seguramente provocaría algún tipo de desencaje astronómico. Como esos sismos que movían el eje de la tierra… o un hoyo negro… o que un volcán hiciera erupción… o una nube de langostas… Una calamidad de proporciones épicas.

-No, no lo hubieron.-

-Bien.- Uhm. Respondida la pregunta, ya no sabía qué más decir. …Y ahora es cuando venía el silencio incómodo. En qué forros se metía, por Merlín. Aunque gente bizarra había en todos lados.

-Me gustaría contarte algo…- escuchó de pronto. Mèdard lucía meditabundo y ligeramente relajado. Como si lo más difícil ya hubiese pasado. –Pero me gustaría que no saliera de aquí.-

-Claro…- "qué suspenso", pensó, pero evitó hacer algún gesto.

-Quizás ya lo hayas oído y no es algo que me enorgullezca, pero desde hace años tengo una familia en el mundo muggle.- Harry elevó las cejas, no esperaba ese tipo de confesión. Algo tan importante y comprometedor.

-Yo… no lo sabía…- mintió. Claro que lo sabía, pero él no era nadie para estar juzgando la inmoral y descarada doble vida de un sinvergüenza como el director.

-Me casé con Cecille cuando era muy joven, la conocí cuando ella hacía una pasantía en Francia.- continuó. –Pensé que era perfecta, pero con el tiempo me di cuenta que no era para mi. No nos complementábamos y todo se fue disolviendo lentamente. Yo le había propuesto divorciarnos, pero era la hija del… en ese entonces, secretario del Wizengamont. Ella no podía pasar por un divorcio. Era impensado. Y ahora… simplemente nos toleramos.- meditó unos instantes, como si ordenara sus pensamientos. –Entonces conocí a Hanna, hace unos diez años. Yo estaba haciendo unos negocios con una empresa de telecomunicaciones muggle y simplemente ocurrió… Ella es mi familia ahora.- asintió y Harry sentía que entre tanto cotilleo, le faltaba una buena taza de té y unas masitas. –Entiendo que ésta Comunidad Mágica ha pasado por situaciones de represión y carencias fuertes, pero más allá de eso, la gente aún vive de las apariencias, de prejuicios e hipocresía. No me gustaría que Draco pasara por algo así.- Mèdard apretó ligeramente los labios. –Por el desamor, el engaño, la amargura… o por cualquier tristeza.-

-Lo entiendo.-

-Él está solo.- Harry asintió gallardamente. –Es capaz, tenaz y autosuficiente, pero… y seguro me estrangularía si supiera que te lo estoy diciendo, pero necesita sentirse seguro con alguien. Necesita la certeza que perdió hace años, sin sus padres, sin un verdadero apoyo.-

Protección. El moreno se estremeció, eso había sido lo que Draco había buscado en Mèdard. Sentirse protegido. Recobrar aquello que había perdido cuando era niño y adolescente. Una figura paterna, un amigo cercano e incuestionable, un pilar de apoyo, de seguridad, de pertenencia.

… Ese era trabajo para El Salvador. ¡Ja!

-Así que lamento haber sido tan hosco contigo.- Harry elevó las cejas.

-Fue por eso…-

-He mantenido a varios cretinos a raya de la misma forma.- Harry no pudo evitar soltar una carcajada y esa versión mejorada de Snape, le respondió con una sonrisa completa.

-No hay problema, pero supongo que ahora será un poco más agradable venir por aquí.-

-Oh, no puedo prometerte nada…- su gesto se volvió ligeramente malicioso. –pero lo intentaré.-

-Bien.-

-Por cierto, Draco fue a registro. Necesitaba hablar con ese chico O'Driscoll sobre los pasantes escoceses.- ¡Ah!, ¡la vida!, así como te daba dulce, también te propinaba un mordisco en el culo. Harry tensó la mandíbula.

-Bien. Voy por él.- se levantó como resorte. Celosillo.

-Dile que puede regresar hasta las tres.- Mèdard miró a Harry y asintió quedamente. –Supongo que sí lo he explotado un poco…- ambos sonrieron apenas. Así que el hombre sí lo había escuchado quejarse.

-Gracias.-

-No es nada.-

Harry se alejó con una sonrisa en la cara. Seguro que no se encontraba con un suegro más duro de roer que Mèdard. Pero todos los seres queridos del rubio parecían responder a una cualidad: difíciles. Y sobre protectores. Y malas pulgas. Y estirados pedantes. Peeero, el que quiere celeste… (*)

-Excelente.- musitó después de unos momentos.

Mèdard sonrió con una de esos gestos que hacían temblar a su joven y prometedor asistente. Potter era un pequeño hombre crédulo, que ahora defendería a Draco con capa y espada. No pudo darle mejor prospecto a su protegido… Si el auror supiera que Cecille era una pobre chica tonta que lo había ayudado a escalar en el Ministerio Inglés y Hanna había sido convenientemente "despachada" a los límites de su vida.

Esto no podía ser más que Excelente. Y ahora que el pobre auror parecía estar en "buenos términos" con él, podría vigilarlo de cerca. Así se lo pensaría dos veces antes de hacer e incluso de pensar, algo malo para Draco. Apelar a su sentido de la caballerosidad y nobleza, había sido la treta más básica que había maquinado alguna vez en su vida. A ese tipo de hombres les encantaban las doncellas en desgracia. Hilarante. Draco lo mataría si se enteraba de eso.

**32**

Sábado.

Sin seguimientos o celosas persecuciones de ningún tipo. Un característico sonido de "Bip" electrónico, le indicó que su selección había sido aceptada. Mnh, de todos los aparatejos existentes, Draco tenía uno de los más modernos. Seguro era japonés. De esos que tenían jueguitos y hasta podías tener video llamadas. Un sangre pura con semejante pedazo de objeto muggle. Revuélcate Lucius Malfoy, extraña y traumática "figura paterna". Escalofrío.

… Y entre tanta aplicación, encontrarle el Bluetooth había sido una odisea.

-¿Qué haces con mi celular?- sintió al rubio suspirar a su lado, descansando lánguidamente entre el desorden de las sábanas y el cobertor. Harry no pudo contenerse y se inclinó para besarlo suavemente.

-Ingreso mi número y cambio un par de cosas.-

-¿En mí teléfono?- se desperezó, estirando su cuerpo como un sensual gato, suavecito, adorable y devorable. –¿No quieres venirte a vivir a mi casa, invadir mi armario y la gaveta de mi baño, también?-

-Tentador, pero mejor nos vamos con calma…- rió. Con la misma parsimonia del momento, Draco se acercó hasta él y comenzó a besar su brazo, deslizando sus labios y acariciando su piel con la punta de la nariz.

-Tonto.- sonrió. De una u otra forma, Harry terminó acostándose a su lado. -¿Qué le cambiaste?-

-Una odiosa canción de llamada…- el rubio suspiró.

-Deja de obsesionarte…- el moreno levantó la mano y comenzó a peinar sus rubios cabellos. Enterrando los dedos entre las hebras, deslizándolas hacia la nuca, depositando el sedoso pelo tras su oreja de terciopelo.

-Lo sé.- suspiró. Ese tema ya era ridículo, sentir celos de alguien que ya no tenía nada que ver ahí. Que incluso le agradaba… ¡un poquito!, pero le agradaba. –Lo siento, no debí hacerlo.- sostuvo el aparato entre los dedos. –Para algunas personas es algo muy personal.-

-Está bien. Solo tengo un par de números, no hay nada importante o que deba esconder.- se inclinó hacia el moreno y besó su barbilla. Draco todavía lucía somnoliento y aletargado. -¿Qué canción es esa?-

El moreno suspiró y pensó mandar a la mierda al teléfono y todo lo demás. No existía, ni existiría jamás en el mundo, algo mejor que eso. Despertar con Draco a su lado, un sábado a media mañana, disfrutando de la modorra y de la floja calidez de la compañía. Besos, caricias, suaves mimos, roces incitantes y sensual descaro. Tentación. Preámbulo.

-Ya verás cuando yo te llame…-

-Misterioso…- el rubio sonrió, con los ojos cerrados. Parecía dispuesto a dormirse de nuevo.

-Sabes,- Harry susurró contra su oído, sintiendo cómo Draco se estremecía frente al roce de sus labios contra su oreja. De verdad eran zonas muy sensibles para el rubio. Sonrió. –si lo pienso… creo que debió existir un sentimiento previo en mí, algo viejo y escondido. Algo que pasó en Hogwarts, tal vez. No sé. Algo que siempre estuvo ahí.- besó el pabellón de su oreja y descendió los labios hasta tu lóbulo. –Y es como si algo durante este mes me hubiese hecho click en la cabeza. Una epifanía.-

-¿Tú crees?- pestañeó lentamente, –que nuestra pretérita furia infantil nos predestinó…-

-No es tan descabellado…- lo abrazó protectoramente y continuó adorando su oído. El rubio casi ronroneaba.

-Nadie ha dicho que sea descabellado… hay muchos… dichos sobre eso…- suspiró y algo más despierto, buscó la boca del moreno. –Odio y amor…-

Harry sonrió dentro del beso… todo gracias a una horrenda misión de seguimiento y a un ridículo anónimo, que no tenía nada de terrorista.

**33**

El domingo, mientras Draco se pasea por los pasillos del supermercado y compra el pedido del mes, escucharía una canción saliendo del bolsillo de su chaqueta. Cuando abra el teléfono verá un "Harry =P llamando…" y la foto del moreno moviéndose un poco más arriba. La foto era de ambos, del sábado, mientras Draco dormía.

Rodó los ojos. Una cursilería de primer grado.

Nunca sabré la causa, porque nunca te mostrarás,

vamos, ámame ahora,

vamos, ámame ahora.

Carnaval llegó a mi pueblo el día de hoy,

las luces brillantes de la rueda de la fortuna,

caen en las callejuelas,

y yo aquí en mi puerta, esperándote.

The Cardigans – Carnaval.

-Hola…-

¡Fin!


Notas aclaratorias:

"El que quiere celeste" que le cueste (*): Si quieres algo, ¡debes ponerle empeño! Y digan si Potter no le puso muucho empeño =D

Como verán desde el inicio sabía que no añadiría un lemon, creo que mi creatividad porno, se me atrofió. Espero que no los defraude =)

Y sí, la canción del final dio título a este fic. Lo sé, es una ñoñería =D. Debo decir que The Cardigans es una banda que me gusta un montón… aunque el primer álbum era alegre hasta la desesperación. Se me calló el carnet de nuevo XD

¿Comentarios? =)