Mentiras en el viento
Prefacio

Un par de años había pasado desde que Freddie Benson había engañado a Samantha Puckett, o Sam como prefería ser llamada. Muchos pensaron que estaba loco por hacerle eso a una chica tan hermosa, otros lo alabaron por su temple y coraje, después de todo ella no era un hueso fácil de roer y mucho menos de engañar. Sin embargo, muchas personas creían que se merecía todas sus desgracias, puesto que desde ese día, dejó de ser una persona grata en Ridgeway.

Amigos de su ex novia lo golpeaban cada vez que tenía oportunidad, además Carly tampoco no veía la hora de que él desapareciera y su amiga pudiera descansar al fin. Sin embargo, no dejo de sentirse preocupada, después de tanto tiempo y tantos días, noches y semanas ignorándolo. Los primeros días no le importó, Freddie ya había faltado antes por el desinterés y los golpes recibidos. Pero, al notar que no volvía comenzó a preocuparse, para su sorpresa él regreso como si nada hubiese ocurrido.

Freddie había sufrido un cambio de personalidad notable, paso de ser un niño ñoño a un chico guapo, actualmente no quedaba nada de eso. En ocasiones, Carly lo observaba en clase, se sorprendía de ver la poca importancia que le daba a su apariencia. Su cabello sucio y desarreglado, su ropa arrugada y zapatos sucios. La verdad era que estaba en su peor momento. A partir de eso, la morena descubrió que algo andaba mal y decidió investigar las cosas a fondo, después de todo fue su amigo alguna vez.

Los primeros meses no tuvo mucho éxito, en ocasiones esperaba al castaño hasta altas horas de la noche, pero nunca lograba coincidir con él. Solo después de un tiempo, su hermano Spencer le dijo que él ya no vivía allí, se había mudado un año atrás. ¿Dónde estaba ella que no había notado eso? ¿Estaba tan molesta con él y con el mundo que no había visto lo evidente? ¿Era por eso que ya no coincidía con él? Y la pregunta más importante, ella tenía una duda que no la dejaba dormir… Si Freddie había engañado a Sam, ¿Por qué no solo admitirlo y dejar que todo pase, en vez de deprimirse?

Eran tantas cosas que la hicieron dudar y regañarse un par de veces, no podía olvidar que ese chico había engañado a su mejor amiga, a su hermana. A Carly le había costado tanto levantarla de ese estado de ánimo tan deprimente, tanto que se dedicaba a diario a decirle que estaría bien, que nunca le volverían a dañar. Sin embargo, ella solo pensaba en la venganza y vaya que lo había logrado.

"Carly había despertado muy temprano ese día, tenía una especie de ansiedad que no había logrado quitarse desde esa madrugada. La noche anterior había sido la fiesta en casa de Pete, Sam no había podido llegar porque peleó con su madre. Freddie por otro lado, decidió acompañarle, no quería estar sola en una fiesta llena de chicos que no conocía. Esa noche, ella estaba tan emocionada porque su hermano le había permitido asistir a una fiesta de adultos. ¡Claro! Siempre y cuando su acompañante sea Freddie, Sam o Gibby.

-Freddie, está fiesta es una locura… no he parado de bailar –gritaba Carly por sobre la música.

-La verdad… yo no me siento muy bien. Me quiero ir, Carly, por favor… -pedía el castaño con la voz entrecortada, pero la morena le resto importancia, tal vez se había emborrachado.

Pero a Carly le paso algo por alto, algo que le iba a costar mucho tiempo entender.

-No te preocupes, solo estaremos un rato más y volveremos –dijo ella antes de desaparecer entre la multitud.

Una hora más tarde ella no fue capaz de encontrarlo, se permitió pensar que había regresado al apartamento por su malestar. Carly estaba algo molesta con Freddie por haberla dejado, pero lo dejo pasar, solo por ser su primera fiesta.

Después de darse un baño para luego bajar las escaleras, se encuentra con su amiga Sam llorando. En pocas ocasiones la había visto de esa forma, es que ella era tan fuerte y reservada con sus sentimientos, que era difícil. Carly corrió hasta el lugar donde se encontraba la rubia y la abrazó.

-¿Qué sucede, amiga? ¿Qué está pasando? –Preguntó con desespero, no quería pensar lo que ya estaba pensando.

Pero Sam en vez de responderle solo pudo sollozar, cada vez era más fuerte, ella estaba rota. Con las manos temblorosas, Sam buscaba desesperadamente algo en su PeraPhone. Su rostro se tornaba cada vez más doloroso y la morena no lograba entenderla, hasta que le entregó su teléfono. Había fotos de Freddie desnudo, en su cuarto y con una chica que ni conocía; la mayoría de esas fotos eran comprometedoras en todo sentido y que no valen la pena describir. Carly se sintió asqueada y entendió de una vez por todo el malestar de su amiga.

-Me engañó… el muy maldito me engaño –gritaba la rubia con dolor.

Sin embargo, eso no fue lo peor que pudo pasar ese día. Freddie apareció horas después con semblante cansado y algo confundido. Ninguno pudo creer su descaro, Carly estaba segura que su amiga tampoco y lo pudieron notar todos con la semejante paliza que ella le propino. Cuando él pudo preguntar qué le pasaba, no pudo quedar más sorprendido ante la respuesta.

-¿Qué me pasa? Solo un maldito descarado pregunta eso… te odio, Fredward Benson… te odio por acostarte con esa mujer –gritaba la rubia entre sollozos. -¿Cómo puedes aparecerte con tu cara bien lavada después de eso? ¿Cómo pudiste engañarme así?

Freddie estaba en shock.

-¿Qué estás diciendo? Amanecí en mi cama, desayuné con mi madre y… -Sam lo había callado con una cachetada.

-Desaparece, no te quiero ver más nunca en mi vida… -gritó Sam empujándolo. –Te juro que me las pagaras…"

Ahora, Carly estaba caminando por los pasillos de la escuela. No tenía ni idea de por qué recordaba ese día, pero poco le dio importancia. Entró a los vestidores y mientras buscaba su uniforme de educación física las escuchó, escuchó algo que la dejaría impactada para toda su vida y no existiría tiempo para retractarse de lo sucedido.

Freddie
Mi nombre es Fredward Benson, o mejor conocido como Freddie Perdedor Benson, ya ni sabía porque me llamaban de muchas formas. Tengo dieciocho años y vivo en un pequeño cuarto alquilado desde hace meses, era lo único que me podía costear. Vivía entre ratas y cucarachas, que eso era la parte menos grotesca de mi nueva vida; tenía unos vecinos de cuidado, vendedores de drogas y jefe de pandillas. Aunque mis vecinos eran mi menor preocupación, lo que de verdad importaba era la desesperante necesidad de comer.

Durante las noches trabajaba con el dueño de estos apartamentos, él me brindaba techo a cambio de limpiar los pasillos, no estaba mal. Cuando la vida gira por completo, invirtiendo los papeles y mostrándote una nueva realidad, no tenías tiempo de pensar en el dolor, ni siquiera de llorar a tu madre, lo cual era mi caso. Mi madre, Marissa Benson, se había casado con un John Miller un año atrás. Nunca me agrado ese tipo y creo no haberme equivocado ya que, cuando murió, no lo pensó dos veces para dejarme en la calle.

Por momentos pensaba en pedirle ayuda a Carly o a Spencer, pero nadie me hablaba y tenían razones de sobra para no hacerlo. Yo siempre me llenaba la boca al decir que era un caballero, que iba a esperar al amor de mi vida para entregarme por completo; esa fue mi realidad con Sam cuando era mi novia. Pero no sé en qué momento arruiné mi vida, me acosté con otra y lo peor es que no me acuerdo de eso. Sin embargo, hay fotos que lo comprueban.

-Benson, en el piso diez hay una mancha –gritó David desde la sala.

Suspiré cansinamente y me dejé de pensamientos cursis sobre el pasado, el deber me llama. No me puedo quejar de esta vida, podría estar peor, viviendo debajo de un puente o algo así. Tomé una mopa del armario y busqué un balde en la cocina, lo llené de agua y me encaminé hacia las escaleras. Todo eso era rutinario, algo sin sentido para muchos, pero que significaba mi nueva vida. A veces, los vecinos del lugar me daban un poco de comida y juro que esos días eran como el cielo para mí.

¿Qué otra cosa podría decir de mí?

¡Oh! ¡Ya recuerdo! No estoy interesado mucho en mi futuro, mis calificaciones habían bajado mucho y ya ninguna universidad me tomaría en cuenta. ¿Cómo en dos años pude arruinar mi vida, perder a la mujer que amo, a mis amigos y a mi madre? Porque no cabe dudas que su muerte fuera mi culpa. No pude cuidarla y tampoco defenderla.

Suspiré de nuevo antes de comenzar con el suave vaivén en el piso, tenía pocos meses y ya era un experto. Sonreí con amargura al recordar mis antiguas ambiciones, quería ser un ingeniero y formar una familia, con ella.

-Hola, Freddie. Un gusto volver a oírte –me saludó una chica que vivía allí.

A Britany la conocí hace poco, es una excelente conversadora y gran persona. Detestaba saber que personas como ella, tenían que sufrir de ceguera, no se lo merecía.

-Brit, un gusto verte… he terminado y tengo que estudiar –dije con una sonrisa en mi rostro.

-No mientas, Freddie. La última vez que estudiaste fue hace dos años –dijo con sorna, tenía razón.

-No empieces –advertí divertido-, la verdad es que estoy algo cansado. Nos vemos luego.

-Hasta pronto… -se limitó a responder, al parecer quería decirme algo, pero no estaba de ánimos.

Llegué nuevamente a mi cuarto y me eché en mi cama, bueno… si eso se puede llamar cama. Cerré mis ojos e ignoré el gruñir de mi estomago, moría de hambre. En conclusión, mi vida era un completo desastre, pero al menos estaba vivo.

En la mañana, apenas si pude llegar al segundo periodo. Me había quedado dormido y no era para menos, se había formado una revuelta en el primer piso y tuve que limpiarlo. Mientras caminaba hacia mi clase, me encontré con algunos de mis antiguos amigos, todos y cada uno de ellos tenían en sus rostros muecas de asco. Yo en cambio, giré los ojos y decidí ignorarlos.

Pero antes de entrar al salón, la vi. La única persona que podía hacerme llorar, reír, vivir o desear morir en menos de un segundo. Me detuve abruptamente mientras sentía mi corazón latir desesperadamente, ella caminaba con una sonrisa en el rostro junto a Carly. Ambas me observaron con asco, pero no vi venir las palabras de Sam.

-Benson, ¿a que no adivinas lo que hice anoche? –preguntó con una hermosa sonrisa en el rostro.

-No… no lo sé –susurré confundido.

-Me la pase de maravilla con un hombre que si me merece –susurró acercándose a mí.

Mi pecho se contrajo dolorosamente y cerré los ojos antes de girarme y seguir con mi camino. No estaba de ánimos para esto, ya no. Aunque debo admitir que había algo diferente en Carly.

-Señor Benson, ¿nos acompaña o se quedará allí? –La voz de mi profesor en turno me trajo a la realidad.

-Me voy… -dije lo suficientemente fuerte como para que me escuchara.

A eso me refería, ella lograba esas reacciones en mí. Me merecía todo porque yo era el único culpable de mi destino. Cuando estaba a punto de salir, escuché una voz que me dejo helado.

-Freddie… tengo que hablar contigo…

Me giré y sus ojos chocolates chocaron con los míos. ¿Y ahora qué?


MENTIRAS EN EL VIENTO NACE DE UN SUEÑO QUE TUVE HACE DÍAS, LES JURO QUE NO PUDE ESCRIBIR OTRA COSA PORQUE TENÍA ESTE CAPITULO EN MI MENTE. POR OTRO LADO, ESPERO QUE REALMENTE SEA DE SU AGRADO, ESPERARÉ SUS COMENTARIOS YA SEAN BUENOS O MALOS.

GRACIAS POR TODO

DISFRUTEN

BESOS