Capitulo 11: Le pertenezco a las estrellas.

Volvía a amanecer en Canterlot, los rayos del sol recibían a los que volvían a su ciudad natal, los trabajos de limpieza duraron toda la noche, por fin volvía la paz a Equestria, después de cinco años de guerra civil. Yo me desperté a duras penas, mi cuerpo estaba absolutamente adolorido por la batalla que tuve con Rot Clock, estaba totalmente vendado y mi armadura estaba sucia con la sangre seca de los muertos de la batalla. Me levanté y me metí a la ducha, la noche fue bastante calurosa y además el agua caliente ayudaría a relajar mis tensos músculos.

Después de darme un largo baño que me relajo hasta el pelo (de hecho, más parecía bajo los efectos de alguna droga alucinógena en lugar de ser un simple comandante que se acababa de duchar). Me sequé rápidamente y estaba a punto de ponerme la armadura cuando, con el olor a sudor, sangre y viseras me hizo apartarme de la idea de ponerme ese traje. Recordé mi traje de gala, y aunque no suelo acostumbrar vestirme formal (la armadura, aunque pesada, siempre se me hizo más cómoda de llevar), tuve que tomar el uniforme de tela y ponérmelo, me vi detenidamente en el espejo…

- Hey… no está mal… hasta me hace ver más alto y más delgado.

Reí de buena gana por mi comentario, hasta que una sirvienta se asomo a mi puerta.

- ¿Comandante, está ocupado?

- No, no… puedes pasar.

- Las princesas me mandaron a despertarlo y a avisarle que el desayuno está servido.

- Ok, muchas gracias – le respondí con una sonrisa.

La criada se retiro mientras yo tomaba mi espada (limpia, por supuesto) y la puse en su funda. Baje por las escaleras y llegue hasta el comedor real, ahí estaba Luna y Celestia, Luna preparándose para ir a dormir y Celestia relevando a su hermana en el trono.

- Buenos días sus majestades.

- Buenos días comandante, ¿ha dormido usted bien?

- Mucho, muchas gracias su majestad.

Me senté en la mesa, tome un poco de café sin azúcar, unos panqueques y un trozo de pie de manzana. Luego de acabar mi desayuno me retire del comedor, agradeciendo la comida. Me iba a retirar a mis habitaciones para seguir durmiendo, pero cuando iba caminando en medio cerca de los jardines del palacio una voz muy familiar me detuvo.

- Black, detente por favor...

Yo paré en seco, un hielo recorrió toda mi espalda, pero trate de mantener una cara impasible, me di vuelta y ahí estaba Luna.

- Black… tenemos que hablar...

- Su majestad… creo que todo lo que tuvimos que decirnos ya quedo dicho, ahora si me disculpa…

- Lo siento…

Mi cuerpo volvió a quedar congelado… volví a ser una estatua de piedra fría.

- ¿Perdón?

- Que… que lo siento… bien, ya lo dije…

- Pero… ¿de qué está arrepentida su majestad?

- Pues… de todo lo que te dije, de cómo te trate… básicamente de todo lo que ocurrió.

Luna comenzó a llorar, mirando directamente el suelo…

- Yo… yo no sé que me ocurrió… la idea… la idea de perderte me torturaba... quizás fue por eso que… que dije todo eso… pero este tiempo teniéndote tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, el verte luchando en la batalla… cada golpe que recibías era como si yo lo recibiera al mismo tiempo, cada vez que ponías tu vida en peligro me torturaba… y me hacía cada vez más querer intervenir y sacarte de allí… pero mi hermana logró calmarme, recuerdo sus palabras perfectamente, me dijo "si lo amas, déjalo ir… y si no vuelve es porque nunca fue tuyo"… y aunque me costo, lo hice, asique, Black, lo que decidas hacer ahora… es solo tu decisión y no te voy a impedir nada.

Luna comenzaba a retirarse, pero antes siquiera de que diera un paso tome a Luna de una de sus patas, la di vuelta y la bese… hace mucho que no la besaba con tanta intensidad, con tanta entrega, le daba comprensión, amor y absoluta entrega en ese beso, me importo poco (por o decir nada) que estuviéramos a la vista y paciencia de cualquiera que pasara. Luego de eso, la vi directamente a los ojos y aún recuperando aire le dije…

- Luna… no hay absolutamente nada que perdonar… te amo… siempre ha sido así y siempre lo será… tú fuiste la que me inspiro para pelear y para triunfar… lo pasado es pasado y las palabras se las lleva el viento… pero mi amor por ti jamás va a cambiar… de eso no dudes nunca.

Luego de eso, nos abrazamos, ya todo había quedado atrás, lo importante era mirar el futuro…

Luna se fue a sus habitaciones para poder dormir, yo salí del castillo para poder recorrer la ciudad, los habitantes volvían a sus casas, la ciudad se estaba limpiando y el comercio volvía a activarse después de dos días de inactividad por órdenes directas de las princesas. Yo seguía caminando por entre la gente, pero hubo algo que me extraño, una larga fila con ponys de tierra, unicornios y pegasos, muchos vestidos de negro y llorando, no me puse a la fila, seguí mi camino en paralelo a ella hasta que llegue al final, era la morgue de la ciudad, un gran edifico blanco sin ventanas, en la entrada habían dos ponys que revisaban enormes listas y permitían pasar a aquellos que al parecer estaban en la lista, luego de una hora dentro, los que habían entrado salían con un ataúd de madera y se retiraban… eran los cadáveres de los muertos en la última batalla. Mi corazón se estremecía con los llantos de las madres, de las esposas, las parejas, las hijas, las hermanas, llorando a sus seres queridos, y una sensación que no había experimentado en toda la guerra comenzó a aplastarme el pecho… la culpa me invadía… saber que no solo fui testigo de esa masacre, sino que participe en ella. Me retire cabizbajo y sin pronunciar palabra, salí de la ciudad y me interne en un bosque cercano, necesitaba meditar algunas cosas y ordenar mi mente, pero una voz familiar me interrumpió de nuevo…

- Buenos días chico…

- ¿Y ahora que deseas?

- ¿Esa es forma de recibirme?

- Recuerda nuestro trato…

- Si… sobre eso… creo que he cambiado de opinión…

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Que es hora de que yo tome el control…

Un dolor de cabeza impresionante comenzó a torturarme, era como tener recibir cientos de golpes en mi cabeza, tome mi cabeza con mis patas delanteras como si con eso lograra aliviar el dolor…

- ¡¿Pero qué mierda haces?

- Te lo advertí… yo no me conformo fácilmente, y después de la última batalla eso significa menos diversión para mi… y esa idea no me gusta mucho, ¿sabes?

Caí con mi rostro al suelo, aún tomándome la cabeza, comencé a retorcerme en el suelo por el dolor, comencé a sangra por mis narices y boca, sabía que no resistiría mucho…

- ¡Ah!... ¡de-detente!... ¡ten-tengo un tra-to para ti!

- Te escucho…

- Dame sólo esta última noche… a la medianoche puedes tomar el control de mi… pero dame esta última noche.

- ¿Y para qué quieres esta última noche?

- Hoy es la Gran Cena de la victoria… debo presentarme allí, además… necesito hablar con alguien…

- ¿Quieres tener unas últimas palabras con tu noviecita eh?

- ¡No hables así de Luna!

- Mmm… está bien, trato hecho, puedes seguir así hasta las 11:59:59, después de eso… pasas a ser mío.

- Está bien... es un trato.

La voz de mi cabeza se vuelve a apagar y el dolor deja de torturarme, escupo el resto de sangre de mi boca y me levanto, aún débil por el inmenso dolor. Debía pensar en algo y rápido, no podía dejar que este demonio sediento de sangre fuese liberado y comenzará a destruir y matar por placer… y por sobre todas las cosas… no podía permitirle que le hiciera daño a Luna.

Decidí pasar mi tarde retirado en un viejo santuario a las afueras de Canterlot, estaba abandonado y a medio derrumbar, era una de las ruinas de las sectas de los ponys paganos. En su altar figuraba el símbolo del sol negro hecho de piedra, y en la pared habían tres runas. Yo me senté en medio del santuario y comencé a hablar con la nada.

- Que debo hacer… no sé como vencerlo… pero tampoco le puedo permitir que le haga daño a Luna o a cualquier otro ser… que voy a hacer…

Mi frustración es tanta que caigo en el suelo y ocultando mi rostro comienzo a llorar…

- ¡Dioses… si están allí… vengan a ayudar a este siervo suyo!

La tierra de repente comienza a temblar, el símbolo del altar se comienza a iluminar y de las runas surgen tres rayos distintos, todos incidiendo en el centro del símbolo. Yo levanto mi mirada para ver el espectáculo, de la luz se forma una figura similar, y de ella surge una espada completamente negra y un pequeño pergamino. Me acerco a la espada con el pergamino, la espada parecía recién afilada, luego tomo el pergamino y lo desenrollo para leerlo.

Hijo nuestro:

Lo que debas hacer… hazlo hoy.

Lo que debas decir… dilo hoy.

Lo que debas pagar… págalo hoy.

Si te debes de reconciliar con alguien… ve y reconcíliate.

Si debes ayudar a alguien… ve y ayúdalo.

Si debes de obtener el perdón de alguien… ve y arrepiéntete.

Si debes de confesar algo… ve y confiésate.

Porque si antes de la media noche tu llama no se apaga.

Te volverás malvado y sangre correrá por tus cascos.

Harás daño incluso a quienes más amas.

Así que tomaras esa espada y acabaras contigo si deseas mantener el bien en tu corazón.

Tu sangre lavara tus faltas y borrara el mal de tu corazón y de tu espíritu.

Y serás recibido en el paraíso del cielo y vivirás en paz por la eternidad.

Me derrumbe al leer la carta…

- Yo… ¿suicidarme?... no… debe de haber otra forma… ¡debe de haber otra forma!

Lloré amargamente hasta que una figura blanquísima bajo desde el cielo… brillaba con la intensidad del sol pero el aire que la rodeaba era fresco. Era parecido a un pegaso, pero cuando se puso al lado mío vi que era también un unicornio… era en realidad más familiar de lo que podría parecerme… era Twilight. Ella me dio una mirada reconfortante y me acaricio los cabellos.

- Black… tú sabes que este es el único camino.

- Pero… no deseo morir… pero tampoco hacerle daño a Luna.

- Lo sé… todos hemos visto tu amor increíble hacia la princesa… pero si de verdad la amas debes protegerla de todo mal, incluso del que vive dentro de ti… dime… ¿la amas?

- ¿Amarla?... no… no la amo… la venero como mi diosa. Es mi musa… la razón de levantarme todas las mañanas… la razón por la que sufrí, pelee y gané… es mi todo y mi nada… es mi vida y mi muerte… es mi cordura y mi locura… sin ella no podría vivir de la misma forma… la necesito más que al aire que respiro. El solo hecho de verla… de escuchar su voz… me llena de felicidad.

- Entonces… si la amas tanto… debes protegerla… juraste protegerla… todas las estrellas del firmamento te vimos… le juraste lealtad, obediencia, protección y amor eterno… ¿o me equivoco?

- No… estás en lo cierto.

- Entonces… prueba tu amor… sacrifica tu propia existencia en pos de protegerla.

- Pero no quiero dejarla sola…

- No la dejaras sola… ya tenemos un plan para ti…

- Dime cual es.

- Cada cosa a su tiempo… ya sabes que hacer… ahora es tu decisión.

Twilight comenzó a desaparecer en el aire. Volví a quedar sólo, ya era tarde y la hora de la cena se acercaba. Me armé de valor y me fui al palacio… con la espada negra en mi cinto.

Las horas pasaron y la noche se elevo en Equestria, comenzaban a llegar los invitados a la cena. Ministros, nobles, militares de alto mando y burgueses, todos invitados, todos llenando la recepción, hablando de cosas sin una verdadera importancia.

Yo me escabullí por detrás y subí a mi habitación. Me di un baño para quitarme el sudo y la sangre pegadas a la piel. Una vez de haber terminado, tome un pequeño trozo de tela y la moje, tome mi armadura y la limpie por todas partes, también la puse bajo el chorro de agua y luego con otro trozo de tela la sequé, me vestí con la armadura y baje hasta la recepción y trate de integrarme con los demás. Hablé algunas pocas palabras con distintos personajes, pero no prestaba mucha atención a lo que decían… tenía cosas más importantes en que pensar.

Finalmente nos hicieron pasar, a mi me situaron con los demás militares, comimos y conversamos, pero tampoco recuerdo mucho de todo lo que se habló.

Después de la comida nos llevaron a los jardines reales, donde se daría un pequeño concierto sinfónico. En el preludio a la presentación, pude divisar a Luna, me acerque donde estaba ella, que estaba hablando con un ministro.

- Disculpe, señor ministro, pero debo darle esto a la princesa – le dije, mostrándole un pergamino.

- No hay problema comandante.

- Muchas gracias, señor ministro.

Le entregué el pergamino a Luna y antes de irme le susurré unas últimas palabras al oído.

- Léelo cuando estés sola…

Entramos al pequeño anfiteatro del jardín, me senté cerca de un pasillo. La orquesta comenzó a tocar, pero yo no prestaba atención a la música. Sentía hielo en el estomago y fuego en el pecho, mire a la luna en el cielo, y por sus posición deduje que eran alrededor de las 23:27. Con la excusa de un dolor de estomago, me retire del anfiteatro y me encamine hacia una parte del jardín, lo suficientemente alejada del anfiteatro como para no perturbar la paz de los demás. Eran alrededor de las 23:40 cuando Luna llegó.

- Lo siento si te he hecho esperar… pero prácticamente he tenido que escapar de ese concierto.

- No importa… Luna… debo hablar algo contigo.

Luna se acerca hacia donde estoy, ambos estábamos al lado del lago donde nos dimos nuestro primer beso.

- Luna… ¿recuerdas este lugar?

- Como no recordarlo… acá nos besamos por primera vez.

- Exacto… ¿recuerdas lo que te dije acá?

- Como si estuviera escrito…

- ¿Recuerdas que jure protegerte de todos los males que pudieran hacerte daño?

- Claro… ¿por qué lo preguntas?

- Luna… mírame a los ojos…

Acerco mi rostro al de ella, para que pudiera verme directamente a los ojos.

- ¿Los ves?

- Si… claro que los veo…

- ¿Ves algo extraño en ellos?... ¿algo que quizás no recuerdes de la primera vez que me viste?

- Si… tu ojo izquierdo… es de distinto color a tu ojo derecho…

- Exacto…

- ¿Y?... ¿cuál es el problema?

- Ese es el problema…

- No te comprendo…

- Luna… estoy maldito… ¿qué no lo ves?... mi ojo izquierdo representa la maldad que habita en mi… la sed de sangre de la que se alimenta mi demonio interior… mientras que mi ojo derecho representa la poca pureza que me queda… pureza que se alimenta del amor y la devoción que te tengo… Luna… yo juré protegerte y amarte para toda la eternidad… espero que me perdones… pero esto lo hago por tu bien… para protegerte… y porque te amo más que a nada en el mundo…

Después de decir estas palabras, saco la espada negra de su funda y con un solo movimiento la clavo directamente en mi vientre. La fría hoja de acero se clava directamente en mi cuerpo, el cual no opone resistencia al avance de la espada. El dolor es inmediato, comienzo a derramar un hilo de sangre por mi boca y caigo sobre el césped. Luna se queda viendo pasmada, pero se acerca a mí, como tratando de salvarme, toma mi rostro y hace que la vea directamente a los ojos, de sus hermoso ojos comienzan a brotar lágrimas, pero para mí eran gotas de agua pura y cristalina.

- ¡No!... ¡¿por-por qué haces esto?

- Luna…no… no tenía opción…

- Pero…

- No… si seguía viviendo… este demonio mío comenzaría a crecer… iba a tomar el control de mi cuerpo… Lu-Luna… mi espíritu está manchado con la vida de aquellos que asesine… mi mente esta corrompida por las imágenes de la muerte y la destrucción… y mi corazón está invadido por el mal. Tú fuiste el último reducto de pureza y cordura que me quedó… en mi última batalla tú fuiste el último reducto de esperanza que me quedaba y mi única razón para vencer… pero con todo lo que hecho… estoy manchado… y este ser maligno que se quiere apoderar de mi tomaría el control y no podría hacer nada para detenerlo… es por eso que esta es mi victoria final… he vencido a mi mal interior con mi propia sangre… ahora… soy digno siquiera de mirarte a los ojos…

- Black… por favor… no me dejes sola… te amo… te necesito… sin ti no sé que voy a hacer…

- Luna… yo jamás voy a dejarte… no podría hacerlo… no podría vivir tranquilo ni el infierno ni en el paraíso sabiendo que te he dejado sola… Luna… yo voy a estar contigo siempre… aunque no me veas… aunque no me escuches… aunque no me puedas tocar… yo estaré ahí… para darte fuerzas, para acompañarte cuando te sientas sola, para protegerte de toda maldad y oscuridad que quiera atacarte, para consolarte en tus penas, para escuchar tus problemas, para celebrar tus alegrías y, por sobre todas las cosas, para amarte más allá de lo material… allá en lo metafísico y en lo espiritual, allá donde un te amo significa un compromiso para siempre… y donde un beso sea la máxima expresión de la pureza de nuestro amor.

Luna solo podía limitarse a sollozar y a dejar caer sus lágrimas sobre mí… pero no sabía si lloraba por la enorme tristeza que sentía de verme morir… o por las palabras que le recitaba con mis últimas fuerzas.

- Luna… pero antes de partir… sólo desea llevarme una cosa al más allá…

- Dime…. pide lo que quieras y se te será dado…

- Lo único que deseo… lo único que atesorare para toda la eternidad… es un último beso… concédeme eso, diosa mía, y podré morir feliz.

Luna sonrió ante tal petición, y aún llorando acerco su rostro al mío, cerramos nuestros ojos y en un último acto de amor, nos besamos, fue un beso largo y lento… la luz de la luna nos iluminaba por completo y las estrellas del cielo se hicieron más brillantes que nunca. Los minutos que duro el beso me parecieron años… décadas… siglos y milenios… deseaba que nunca se acabara, que nunca más nos pudiéramos separar. Luego de separar nuestros rostros, yo sólo sonreí, me acerque al oído de Luna y con mi último aliento le susurré unas últimas palabras…

- Ahora… le pertenezco a las estrellas…

Pude ver en espíritu como las puertas del paraíso se abrían para mi… los dioses y sus ángeles me salían a recibir… mis ojos terrenales sólo contemplaron el hermoso rostro de la princesa de la noche y de mi cuerpo se fue el último aliento que me quedaba, cerré mis ojos y mi corazón dejo de latir, mi sangre manchaba toda mi armadura y mi vientre, la espada seguía firme en mi vientre y yo simplemente deje caer mi cabeza, dejando que con ella se fuera mi vida. Luna solo abrazo el que alguna vez fuera mi cuerpo, lo tenía muy firmemente abrazado y aún lloraba. Volando se acerco su hermana que al parecer lo había visto todo. Se acerco a su hermana y la abrazo con una de sus alas, y acercando su rostro y también entre lágrimas, le habló a su hermana…

- Luna… lo siento tanto… pero él ha sacrificado su propia vida para protegerte… vi que su amor era puro y santo… de seguro nuestro padre lo recibirá en su reino como un hijo más…

- No importa Tia… sé que él no me dejo…

Y aún llorando, pero con una sonrisa en su rostro, elevo su mirada al firmamento nocturno…

- Se que él ahora está con las estrellas…

Y así era… tenía razón… yo estaba ahí, observándola, cuadrado como en mis días de joven soldado, ahora tenía un nueva misión, acompañarla y protegerla hasta el día en que el tiempo mismo muera… ahora estaba haciendo vigía en la eterna Guardia Nocturna, haciendo guardia sobre los luceros de la noche… y sé que mi amor y mi fidelidad hacia ella no iban a morir… si no que durarían… para toda la eternidad.

FIN.