CAPÍTULO 8. BAILE DE NAVIDAD.

El gran comedor ya estaba lleno de gente, los campeones esperaban listos para entrar con sus parejas prendidas de sus brazos.

Hermione no podía recordar un momento más gracioso que la expresión de sorpresa y asombro que había puesto Harry al reconocerla y verla bajar por la escalinata hacía el vestíbulo donde Viktor la esperaba.

Antes de que ella terminara de bajar él ya la había alcanzado y había tomado su mano.

Las puertas se abrieron, una gran luz blanca los cegó por un momento.

Se escucharon aplausos y los asistentes prorrumpieron en gritos de apoyo y emoción.

Lo único a lo que Hermione estaba atenta era a la expresión de cierto pelirrojo que había localizado casi al fondo del salón.

Ginny tenía razón, su atuendo lo había dejado frío.

La castaña se había enfundado en un bonito vestido color rosa, con pliegues de tela vaporosa en tonos un poco más oscuros que el que predominaba. Era largo y un tanto ceñido, se notaban a la perfección sus formas femeninas sin que la tela se le ajustara como una segunda piel.

Hermione brillaba con un esplendor interno y singular. Las chicas no hacían nada por disimular su asombro cuando la reconocían y los chicos la miraban con la boca abierta. Pero solo le importaba lo que pudiera pensar o sentir una sola persona.

Cuando las cuatro parejas habían terminado su recorrido alrededor del gran comedor y habían tomado sus posiciones para bailar, Viktor se tomó el atrevimiento de besar la mejilla de la chica y esta le agradeció con una amplia sonrisa. La música sonó y, aunque algunos sin ritmo, comenzaron a bailar. Hermione se sentía flotar, como si estuviera bailando en el aire.

Hasta que un recuerdo le llegó de la nada, como si fuera una imagen borrosa, como si la hubiera visto en un sueño.

Fue como si la realidad se adentrara a la fantasía, como si se unieran de pronto para que ella pudiera comprenderlo.

Meses atrás, cuando había tropezado con Viktor por los pasillos, el primer contacto que habían tenido, había soñado que bailaba con alguien en un palacio de hielo y nieve, todo era de un color blanco brillante, justo como en ese momento, vivir de pronto algo que ya había vivido, fue una sensación extraña que hasta le provocó un pequeño mareo, pero como Krum la sostenía, nadie lo notó, salvo él.

-¿Estás bien?- le preguntó algo ansioso.

-Sí, perdona, no es nada, es que no estoy acostumbrada a los tacones.- contestó con una sonrisa tímida.

-Si quieres puedes subirte a mis pies, yo te llevo.

-No es necesario, estaré bien, gracias.

Viktor era tan amable, no se merecía que lo dejara a la media noche.

-Viktor, antes de que esta noche avance más, hay algo que debo decirte.

-¿Pasa algo malo?

-No lo sé, tal vez lo que tengo que decirte lo sea… ¿podemos ir afuera por favor?- Claro que era malo, pero no podía decírselo ahí.

-Sí, claro, vamos.- le dijo con el seño fruncido y en tono serio.

Él le tomó la cintura y la guió entre la gran maraña de estudiantes que bailaban.

Mientras caminaban a la salida, Hermione buscó entre toda la gente, pero no pudo encontrar a Draco por ninguna parte. Solo lo había visto unos segundos mientras abrían el baile, su miraba había sido algo fría, seguramente se había molestado por que su pareja era Viktor Krum.

Siguió buscando, esta vez al chico pelirrojo, fue difícil, pero por fin lo encontró, sentado en una de las mesas, junto a Harry. El moreno, por lo menos se divertía viendo a los demás bailar, pero Ron tenía cara de pocos amigos y estaba a punto de comenzar a echar humo por las orejas, por lo menos, no había utilizado a Viktor en vano, antes de volverse para dejar de verlo, notó que Ron ponía sus ojos en ella con una mirada mezclada de dolor e ira.

Ahora le parecía tonto el por qué de todo aquello, estaba enamorada de Malfoy y lo que Ron hiciera o dejara de hacer no tenía importancia, sin embargo había decidido herirlo, lastimar su ego, demostrarle que cualquier otro chico podía ver lo que ella valía. ¿En qué momento esas cosas se habían vuelto tan importantes para ella?

Atravesaron la puerta del vestíbulo, pero se detuvieron hasta llegar al pie de las escaleras que llevaban al primer piso.

-¿Te parece bien aquí?- Preguntó Viktor.

-Eso creo.- Hermione no era capaz de verlo a los ojos, ni siquiera a la cara, no podía confesar su crimen. Viktor tomó su mentón con la mano y se lo empujó suavemente hacía arriba, para que ella lo mirara. Los ojos del castaño destilaban ternura y confusión.

-Sea lo que sea, puedes decírmelo.

-No te gustará.

-Pruébame.- tomó las manos de la chica entre las suyas y le sonrió.

Cada acción que Krum tenía para con ella, cada roce amable y todas sus tretas para darle confianza la hacían sentir horrible.

-No merezco tus atenciones, Viktor.- No era justo que él se esforzara tanto por ella y menos cuando estaba a punto de herirlo.

-¿Por qué te ves tan culpable? ¿Por qué siento que lo que diga o haga para que estés mejor te pone peor?

-Porque lo soy, soy un gusano, te estoy haciendo algo horrible y no te lo mereces.- Comenzó a perder el control, la verdad se estaba escapando de su boca.

-No eres…-Hermione puso uno de sus dedos sobre los labios del muchacho para callarlo.

-Lo soy y si tienes dudas entonces escucha esto. Cuando el reloj marque las doce voy a dejarte solo en plano baile, cuando den las doce me reuniré en este pasillo con otro chico, un chico con el que no debería estar, pero es con el que quiero estar y tú no te lo mereces, no mereces que te cambie por alguien más porque eres perfecto y todas las chicas de aquí quieren estar contigo, seguramente hay alguien mejor para ti que yo y aquí estoy quitándole su oportunidad, usándote para darle celos a alguien más y ese alguien más ni siquiera es por quien te voy a dejar, ya ni siquiera me gusta y aún así quise hacerle daño.

Hermione rompió a llorar, su cuerpo dejo de tener fuerza para sostenerla, así que se sentó en la escalera. Se imaginaba el daño que habían causado sus palabras y si Viktor hubiera decidido dejarla ahí y marcharse ella no lo culparía, pero se le olvidaba que estaba con un caballero.

Krum se arrodilló frente a ella y volvió a levantarle la barbilla.

-Agradezco tu sinceridad.

Un sollozo se atoró en la garganta de la chica.

-¿No me escuchaste?…yo te…

-Escuche con claridad y te agradezco que me digas la verdad. No puedo negarlo, esto me duele un poco, pero por lo menos no me haces crear falsas expectativas. Ya estaba planeando invitarte a mi país en las próximas vacaciones.

-Perdóname, eres un chico increíble y no te mereces que te haya hecho esto. Te lo dije, soy un gusano.

-Los gusanos se escabullen, tú me enfrentaste, dijiste la verdad.

Hermione volvió a bajar el rostro.

-Vamos, ya no te sientas mal, yo voy a superar esto, te prometo que no estoy enojado y que espero que ese otro chico sea digno de ti, porque eres una chica muy bonita e inteligente y vales más de lo que crees.

-Eso no es verdad. Solo lo dices para que no me sienta peor.

-¿Qué no lees revistas de chismes? Esas publicaciones siempre dicen que yo solo salgo con chicas guapas, son revistas serias y nunca mienten, si no confías en mí, puedes confiar en ellos.

Ambos sonrieron.

-Por lo menos ya te hice reír.

-Pero sigo sintiendo que soy una persona horrible.

-¿Te sentirías mejor si pudieras compensármelo?

-Ojala existiera una manera.

-La hay y solo tú puedes hacerlo.

-Si existe algo con lo que pueda reparar este error, créeme lo haría.

-Entonces ¿Me permitirías besarte?

Los ojos de Hermione se abrieron como platos de la sorpresa, eso era algo con lo que no contaba para nada. Le parecía un precio muy bajo y a la vez muy alto para pagar esa deuda.

-Yo…no estoy segura, es demasiado sencillo para un error tan grande.

-Bueno, con eso es suficiente para mí, agradezco que me digas que no sientes lo mismo por mí, pero al menos de esta manera no pasaré mis días pensando en que habría pasado si te hubiera robado un beso. Eso si será una verdadera tortura.

-Bien.- Ella conocía esa tortura y no quería hacerlo pasar por más dolor.

Hermione cerró los ojos y giró su rostro hacía él, pero no pudo relajarse.

Los segundos pasaron lentamente, sin que ninguno de los dos se moviera, hasta que en un suave movimiento, la muchacha fue sintiendo como él se iba acercando, sin embargo no se dirigió a sus labios, si no a su mejilla, donde depositó un tierno beso. La envolvió en un abrazo y mientras jugaba con un mechón de su cabello, le explicó.

-No puedo. No así. Si un día lo consigo, será porque así lo quieras, no por que quieras compensarme. Con que hayas aceptado es más que satisfactorio por ahora.- Se separó de ella y le tendió la mano.- Es poco el tiempo que me queda contigo, si no te molesta, prefiero aprovecharlo en la pista de baile.

Ella tomó su mano y una ligera lágrima de cariño resbaló por su mejilla, Viktor era un gran chico, un buen amigo y agradecía poder contar con él en aquellos momentos. Lamentaba no sentirse enamorada o atraída hacía él, todo sería más sencillo, no dudaría en su elección.

Volvieron a entrar en el gran comedor, al tiempo que una nueva canción comenzaba a sonar, el Búlgaro no perdió tiempo, la arrastró hasta la pista y no la dejó ni respirar, bailaron y bailaron y bailaron. Resultaba muy fácil divertirse en su compañía, incluso llegó a olvidar por un momento observar las reacciones de Ron, hasta que sintió la garganta seca y Viktor sugirió que fueran a buscar un vaso de refrescante ponche. Mientras se alejaban de la pista y se acercaban a las mesas, ella le seguía tomada de su mano, buscando al pelirrojo con la mirada, cosa que resultó sencilla, había solo una mesa ocupada en todo el salón. Los únicos chicos que no estaban sacándole brillo al suelo, eran sus dos amigos.

-Espera Viktor.- tiro ligeramente de su mano. Él se detuvo y se giró para mirarla sin soltarla.

-¿Si?

Ella señaló con la cabeza en dirección a Harry y Ron.

-Son mis amigos, ¿Te molesta si te espero aquí?

-¿Por qué no les invitas a venir con nosotros? Mientras traigo las bebidas.

-Buena idea, Gracias.- Sonrió. Por un segundo pensó que era una buena idea, recordaba que incluso Ron deseaba un autógrafo de Viktor y Harry era siempre muy cordial.

Se acercó a los muchachos y se sentó junto a Harry, entonces se dio cuenta de lo cansada y acalorada que se sentía.

-¿Hace calor, no?

Harry la miro con una sonrisa picara, contento de que la chica estuviera disfrutando, parecía entender lo bien que se sentía, que se divertía. Ron se cruzó de brazos y no volteó a verla.

-Viktor fue a traer ponche, ¿Quieren venir con nosotros?

El moreno parecía a punto de responder cuando el chico Weasley se giro a verla, con expresión enfadada y le contestó en tono burlesco.

-No, no queremos ir con ustedes.

Un pinchazo de satisfacción hinchó su corazón, al final, esa parte del plan había resultado más que bien. Hermione no dejó su papel.

-¿Qué diablos te sucede Ron?

Una acalorada discusión sobre los motivos que Viktor podría tener para estar ahí esa noche con ella, se inició, haciendo que ambos se gritaran cosas que en realidad no sentían.

¿De qué manera podía Ron admitir que estaba celoso? De ninguna. Ni siquiera él podía darse cuenta de que ese sentimiento se llamaba así.

Algunas parejas iban dejando el gran comedor poco a poco. Las brujas de Macbeth habían anunciado que se tomarían unos minutos de descanso y mientras unas pistas grabadas sonaban en el fondo, pero no eran tan animadas, así que algunos aprovechaban la interrupción para buscar rincones discretos en la soledad del resto del castillo o sus terrenos. Faltaban 5 minutos para la media noche.

Hermione y Ron seguían su discusión por el vestíbulo hasta las escaleras del primer piso, durante esos minutos Harry se había ausentado, pues le incomodaba quedar siempre en medio de sus peleas. La castaña no se había percatado de que cierto muchacho rubio no perdía detalle de sus movimientos, a pesar de los desesperados e insinuantes intentos de su acompañante por obtener un poco de su atención.

-¡Entonces ya sabes cuál es la solución! –Gritó con lagrimas de irá corriendo por sus ojos.

-¿¡Ah sí y cual es!?- preguntó sarcásticamente.

-¡En el próximo baile ten el valor de invitarme antes de que alguien más lo haga y no como tu último recurso!

-¿Qué? ¡Pero si ni siquiera estábamos hablando de eso!

El pelirrojo ya estaba dándose media vuelta y comenzando a subir la escalera para alejarse de ahí, cuando la escuchó lanzar su golpe final.

-¡Arruinas todo Ron Weasley!

Esas palabras le hirieron, eran como un reto y él lo aceptó. Se dio media vuelta y caminó con paso firme y decidido, guiado por la rabia. Se plantó delante de la chica y la tomó con fuerza del hombro, sin suavidad o delicadeza, como si tomará a una niña que ha sido insolente y debe aprender la lección por la fuerza.

Las campanadas del reloj comenzaron a repicar.

-Arruino todo. Bien. Entonces dime porque es que estás tan molesta porque no te elegí, de no haberlo hecho no le habrías dicho a Krum que sí, de no haber sido por mí, no estarías aquí con él.

Había un fuego oscuro en los ojos del muchacho que la asustaban.

-¡Suéltame! Me estás lastimando, ¡Ay!

En un rápido movimiento que no tuvo oportunidad de anticipar sintió como tiraban de ella y la envolvían en un medio abrazo, no necesito ver para saber de quién se trataba, su calor y su aroma eran inconfundibles. Escondió la cabeza en su pecho, buscando algo de alivio y protección.

-Pidió que la soltaras, imbécil.

El lugar se quedó en completo silencio. Draco Malfoy defendía a la sangre sucia Granger y ella le abrazaba. Las respiraciones estaban contenidas, nadie emitía un solo ruido.

-Aléjate de ella Malfoy.- Demandó el chico Weasley

Harry regresaba en ese momento.

-Hermione, ven, no te hará daño.

Ron comenzó a sentir miedo, miedo de que Malfoy la lastimara.

-¡No te permitiré lastimarla, idiota!

Al tiempo que gritaba impactaba su puño en el rostro del rubio. Hermione era lanzada y atrapada por Harry. Malfoy y Ron caían al suelo mientras lanzaban golpes el uno al otro.

Antes de unirse a la pelea Harry quería calmar un poco a Hermione, pero esta se safó de él para intentar detener la pelea.

-¡Basta Ron, déjalo ya!

La castaña quedó un momento en medio de la zona de golpes al separarlos, mientras intentaba alejar un poco más a Malfoy, recibió el último golpe justo en el labio, por parte de un aturdido Ron. Unos segundos después el cuerpo de profesores se hizo presente.

Sin embargo la atención de todos estaba en Draco y Hermione que se miraban y tocaban sus rostros examinando los daños y como si con esos leves roces intentaran sanarse, pero sobre todo con ternura…con amor.