Capítulo 7

Era un silencio algo extraño, era entre cómodo e incómodo. Incomodo al ser un par de desconocidos que se acababan de ver, apenas cruzar unas palabras y enviado misión. Y era cómodo... Porque sí, parecía que su compañía era todo lo que necesitaban, nada más, nada menos. Ninguno de los dos intentó romper ese silencio, solo saltaban de rama en rama, avanzando hacia su destino. Naruto volteo a verla, ella hizo lo mismo, por un segundo sus miradas chocaron, y algo cálido invadió sus estómagos.

-¿de dónde eres?- preguntó mientras volvía la vista al frente.

-de muy lejos- respondió con voz seca.

-¿a qué has venido a la aldea?- volvió a preguntar, desde hacía tiempo era raro que él intentara iniciar una conversación.

-no tengo por qué responder- se notaba que no quería hablar, aunque en realidad era todo lo contrario, pero ese no era el lugar ni el momento.

Comenzó a acelerar el paso, dejando a Naruto atrás.

-no te adelantes- le dijo siguiéndole el paso, esta vez con su fría voz de siempre.

-tú no te quedes atrás- fue lo único que respondió para de ahí, ya no decir nada más. El tampoco intento seguir la conversación, no de nuevo.

Después de un par de horas se detuvieron para descansar. La aldea estaba a un día y medio y lo mejor era ir a paso tranquilo. Por suerte el lugar que eligieron para descansar era cerca de un lago.

-¿A dónde vas?- preguntó autoritario cuando la vio alejarse.

-al lago- la mirada que le daba solo contenía una pregunta.

¿A qué?

-quiero mojarme el rostro, ¿vale? No tuve una buena noche, así que déjame en paz- y sin dar mayor explicación siguió su camino.

Era verdad, no había pasado muy bien la noche. Estuvo en vela pensando en aquella chica que ahora era la prometida del rubio, se pasó pensando en que estarían haciendo y la única forma de poder estar ella y su conciencia en el mismo espacio era entrenando, así que cuando ya no aguanto más aquel cuestionamiento se levantó de la cama y fue a una zona de entrenamiento. Cuando se había dado cuenta de que aún tenía una misión que realizar salió corriendo de la zona. Iba tarde. Ahora que recordaba, tenía que hablar muy seriamente con Tsunade, ese día solo le había dicho que tenía una misión, su primera misión en mucho tiempo, solo le dijo que tendría un compañero y que debía convivir con él lo más que pudiese, era como un especie de castigo por dejar la aldea. Fue un gran castigo. No sabía cómo le haría para sobrevivir los siguientes meses viviendo bajo el mismo techo con Naruto. No lo sabía.

Cuando llegó al lago se mojó el rostro con el agua fría y se quedó viendo a la nada por un momento. Después de un par de segundos sin parpadear suspiro sonora y profundamente.

-¿Qué rayos te cruzó por la cabeza abuela Tsunade?- se preguntó. Cuando regresara, destrozaría la oficina de la rubia. Y lo disfrutaría.

Después de estar un par de minutos frente al lago, decidió regresar. Cuando volvió al campamento, este ya estaba montado, lo único que faltaba para que durmiera era su bolsa de dormir.

-¿dormiremos tan temprano?- preguntó extrañada.

-si dormimos temprano, despertaremos temprano, y es lo que haremos- respondió el oji-azul sin siquiera voltear a verla.

-de acuerdo- extendió su bolsa de dormir y se acostó en ella –descansa, Naruto-kun- era lo que quería decir, pero sabía que no podía. No debía.

-¡ey, despierta!- le gritó Naruto al oído de la aun dormida "Hikari".

-cinco minutos más, sensei- pidió entre sueños la morena.

-sí que tiene el sueño pesado- se dijo –mmmmm… que tal si…- se le había ocurrido una especie de solución, pero no sabía si funcionaria –oye…- se acercó a su oído –el desayuno está listo- apenas termino esa frase, ella se incorporó.

-¡genial! Después de tres d…- Naruto la miró entre sorprendido y confundido ¿Quién la haría pasar tres días sin comida?

Cuando Hinata se dio cuenta de donde estaba cambio su posición, se levantó y dobló su bolsa de dormir.

-disculpa, ¿Qué hora es?- preguntó.

-casi las seis- respondió el rubio.

-de acuerdo, sigamos- sugirió, mientras tanto, Naruto se preguntaba como a los diez segundos de haber despertado actuaba como si estuviese despierta desde hace horas.

No le tomó importancia y tomó su mochila, aun les esperaba medio día de viaje.

Cuando finalmente llegaron a una aldea el atardecer se asomaba y ambos se encontraban realmente agotados después de tanto tiempo andando. Se sorprendieron de lo deprimente que lucía aquel lugar. La mayoría de las casas eran demasiado viejas y los locales que veían a su paso tenían muy pocas cosas. Ese lugar le recordó a Naruto su primera misión real en el país de las Olas.

-Buenas tardes- fue el saludo de un anciano hombre.

-buenas tardes- respondieron ambos.

-síganme- el anciano comenzó a caminar y ellos, un poco dudosos, lo siguieron.

Cuando llegaron a una casa aparentemente deshabitada el anciano los invitó a entrar. Naruto se sorprendió de lo antigua que lucía, las paredes algo cuarteadas, la mayoría de los muebles se veían viejos y algunas de las tablas del piso rechinaban, pero cuando vio la reacción de su compañera le desconcertó un poco que ella parecía tranquila, como si ese lugar fuera de lo más normal.

-esta será su casa- de nuevo, ambos lo miraron confundidos –aun no me he presentado, soy Jiiruko Harike, el jefe de esta aldea- se presentó –fui yo quien los contrató- aclaró. Naruto y Hikari, instantáneamente lo saludaron al estilo militar.

-¿Qué debemos hacer exactamente?- quiso saber Hikari.

-me han llegado noticias que mi aldea es atacada por personas que no quieren que prosperemos como país, están en cualquier lado, incluso dentro de la policía- advirtió –ahí es donde están ustedes. Lo que quiero es que investiguen quienes son los que causan todas estas cosas, y cuando los tengan a todos puedan aprenderlos la verdadera justicia- el anciano golpeó el escritorio con el puño -¿podrán hacerlo?- preguntó.

-claro que sí- respondió la chica, sonriendo.

-por favor, no intenten hacerlo por ustedes mismos, o el resto de ellos se darán cuenta y se esconderán- pidió el anciano, ellos asintieron nuevamente.

-como las ratas- pensó Naruto instantáneamente.

–lamento tener que darles esta casa tan humilde, pero…- Hikari negó con la cabeza.

-está bien, estaremos bien- afirmó, dándole una gran sonrisa al anciano.

Cuando Jiiruko salió de la casa, Hikari inmediatamente comenzó a desempacar, mientras Naruto la observaba.

-¿estas segura que está bien?- le pregunto, aun dudando de aquella reacción.

-sí- afirmó ella.

-pudimos hacer escogido un lugar mejor, como un hotel, por ejemplo- ella negó dándole la espalda.

-el señor Jiiruko fue muy amable en dejarnos quedar aquí, dándonos este lugar a pesar de la situación de su pueblo… de su país- volteó a verlo, directo a los ojos. Su mirada era de determinación. –Venimos a ayudarlo, no a tener comodidades- se alejó hacia otra habitación.

Naruto se sintió mal de lo que había dicho, pero por alguna razón lo había dicho. Sus palabras no fueron por el mismo, sino porque por alguna extraña razón, quería que ella estuviera cómoda más que nadie.

Mientras Naruto pensaba en el porqué de sus palabras. Hinata, o mejor dicho, Hikari tuvo que ir al baño a lavarse el rostro. Sus mejillas estaban demasiado sonrojadas y necesitaba echar agua fría en el rostro. Se observó en el espejo cuarteado frente a ella, hasta que por fin obtuvo el tono que quería. Suspiró aliviada. ¿Por qué aun no podía dejar de sonrojarse al hablar con él? ¿Por qué no podía cambiar con él?

-porque aun lo amas- fue la sencilla respuesta de su subconsciente. Volvió a suspirar, definitivamente, sería una larga misión.

La mañana siguiente llegó y Hikari salió de la casa para buscar provisiones, ese día quería hacerle el desayuno a Naruto. Se había dado cuenta que ya no había posibilidad de poder estar con el rubio, él se había comprometido, ella no se robaría el prometido de alguien por mucho que le doliera, pero en esa misión, esos meses de misión, quería tratarlo como la pareja de casados que nunca serian.

Caminó por la estrecha calle hasta llegar a lo que parecía un mercado. Las amas de casa que pasaban por ahí intentaban regatear con los vendedores, pero ellos no cedían a su precio por ninguna circunstancia. Tras comprar algunas provisiones a precios realmente elevados para lo que eran y volvió a la casa. Naruto parecía que ya había despertado y la vio preparar la comida sin decirle absolutamente nada.

-según lo que dijo Tsunade-sama- habló Naruto –debemos hacernos pasar por una pareja de recién casados, quienes se mudan aquí… no sé cómo unos recién casados creerían que este lugar para tener una familia… -

-yo lo haría, si algún día me casara- le contestó Hikari, picando algunos vegetales.

Naruto la observó desde la puerta de la pequeña cocina, que estaba prácticamente conectada con la sala y el comedor. Sólo era la cocina-sala-comedor, un baño y una habitación, todo junto en sólo dos pisos. Naruto no pudo evitar pensar inmediatamente en su antiguo departamento, donde vivía antes de tener lo suficiente como para poder mudarse.

-la comida estará lista en un momento- la voz de la chica lo despertó de su ensoñación, dándose cuenta que la estaba viendo fijamente mientras pensaba ¿Cuánto tiempo había estado ahí parado?

Se sentó en la pequeña mesa del "comedor" y siguió observándola cocinar, no podía siquiera simular ver a otra dirección. Hikari sabía que la veía, estaba ligeramente nerviosa al sentir su penetrante mirada, le afectaba demasiado.

-¡auch!- en un ligero descuido se había hecho un corte en el dedo.

Sólo escuchó la silla caer y, antes de darse cuenta, Naruto estaba al lado suyo, viendo la cortada como si hubiese perdido el dedo. No le dio tiempo de reaccionar y se llevó su dedo a la boca.

-¿Q…Qué estás…?- cuando Naruto se dio cuenta de lo que estaba haciendo se alejó de ella.

-yo… debo irme- salió antes de que Hikari pudiera detenerlo, dejándola en medio de la habitación, viendo fijamente por donde se había ido, preguntándose porque se comportó así con una "extraña".

Naruto también se preguntaba lo mismo, sólo que su duda era más profunda. Con cualquier otra persona estaba seguro que habría pensado que era torpe, incluso con sus compañeras de años de entrenamiento, pero… ella le hacía sentir algo, algo distinto pero a la vez tan conocido… ella transmitía la misma aura que Hinata. Pero era imposible. Hinata se había ido, se había ido quizás para siempre, quizás para nunca volver a verlo. Y eso era lo que más le dolía, ese pensamiento era el que le hacía imposible perdonarla.

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Bueno, finalmente mi momento de iluminación llegó… creo. Aquí está la continuación, tan esperada por todos, incluso por mí. Últimamente prefiero publicar los domingos, pero quería que, apenas saliera el último punto del escrito, la leyeran. Sé que la han extrañado y creo que seria demasiado tiempo esperar hasta el domingo.

Namikaze Hanoko fuera…