El cisne es un ave fiel, que ama y muere por amor. El cuervo es cruel y habita en la oscuridad... ¿qué tan imposible es que un ave tan noble se enamore de una tan oscura? Bella Swan espera encontrar la respuesta... Edward Cullen espera por ella.


Alas en los pies

_Bien Isabella… otra vez!_

Suspiré relajando mis hombros.

Amanda estaba loca, bueno… no, en realidad ella era algo excéntrica y exigente, lo cual no me molestaba, porque en realidad si había algo que una buena bailarina debía tener era disciplina… y ella sin duda la impartía.

Tomé la barra de madera que corría a lo largo de la pared espejada y la utilicé para ayudar mi equilibrio, me paré en las puntas de mis pies, arqueando mi pie y estiré mi mano izquierda lo más que pude sobre mi cabeza, todo mi cuerpo estaba estirado en su suma extensión. En esta posición levanté mi pie izquierdo deslizando la planta por toda mi pierna hasta mi rodilla y en un solo movimiento fluido la alcé perpendicular a mi cuerpo… todo esto haciendo equilibrio con un solo pie en punta que sostenía todo mi peso.

Dolía…

Sentía mi muslo estirarse por el esfuerzo, pero era lo que debía lograr… que tuviera resistencia.

_Sube, sube, sube…_ Amanda caminaba a mi lado elegantemente con su maillot negro ajustado al cuerpo y una castañuela en su mano derecha. _Mentón arriba…_ estiró su mano para colocarla debajo de mi mentón y acomodarlo unos centímetros más arriba.

Obedecí su mandato y fui subiendo despacio y lentamente mi pierna izquierda hasta que mi talón estaba solo un poco más arriba que mi mejilla izquierda. Sostuve mi talón con mi mano estirada y esperé con los dientes apretados que Amanda hiciera su cuenta regresiva.

_Seis, cinco… resiste… cuatro, tres… dos… uno_ odiaba el ruido de la castañuela marcando el ritmo.

Haciendo un movimiento regresivo bajé mi pierna con elegancia parándome en mis dos puntas, sintiendo en seguida el alivio en mis piernas. Mi pecho se expandía por mi respiración agitada, que no era por agotamiento… sino por la dureza del ejercicio de resistencia.

_Excelente Isabella… lo lograste_

_Gracias Amanda_ susurré haciendo estiramiento con mis piernas sobre la barra.

_Recuerda posicionar muy bien los pies para lograr lo que hiciste recién, no eres una principiante y a estas alturas deberías estar lográndolo sin siquiera tomarte de la barra… pero supongo que hay tiempo para corregir eso._

Asentí. Amada era muy dura a veces, no solo con su exigencia sino también con su manera de pensar y decir las cosas. Pero volvemos a lo mismo… esa era su manera de dar disciplina y yo la respetaba.

_Muy bien muchachas!_ ella se alejó de mí y aplaudió al resto de las bailarinas que estaban dispersas por el gran salón de baile haciendo ejercicios de estiramiento _el lunes que viene tendremos la visita de Marcus para saber los papeles de la producción de este año… espero que estén a la altura. Son las mejores de Seattle y tal vez de toda la costa oeste, deben comportarse como tales… _

Caminé hasta donde el resto de mis compañeros estaban escuchando atentamente a Amanda y me topé con la mirada de Demetri, que alzó una ceja. Suprimí una sonrisa y rodé los ojos, cuando llegué hasta él me senté a su lado y bebí agua de la botella que me ofrecía.

_Está por demás histérica hoy_ susurró en mi oído mientras ambos mirábamos a Amanda que seguía hablando. _¿crees que está en sus días?... mierda, ¿crees que Amanda aún tienes esos días?_

Casi escupo el agua por lo que clavé mi codo en sus costillas haciéndolo sisear.

Amanda era una mujer madura, de al menos unos cuarenta, su cuerpo seguía siendo la de una mujer de veinte, pero su rostro era la de una recta y estricta profesora, esa mujer nunca sonreía… y estaba segura de que había sida criada por militares del ejército, por su modo de hablar tan estructurado y tenso. Tenía ese rictus siempre presente, Dem lo llamaba "palo en el culo"… yo lo llamaba, solterona de cuarenta con una manada de gatos en casa.

Las clases con ella habían comenzado desde mi pubertad, mi madre había decidido, por mi bien, enviarme a la escuela de Ballet "Alas en los pies" para poder tener un poco más de control con mi equilibrio… lo que nunca se imaginó fue que allí explotaría un talento que más que adquirido, parecía ser natural. Claro, natural luego de pasar mi etapa de patosa.

Amanda le habló de mi potencial a mi madre y ella decidió colocarme en clases extras para poder o deshacerse de mí o perfeccionar mi talento, yo lo tomé gustosa… eso me había dado muchas satisfacciones y seguía dándomelas, a demás que me hacía feliz. En casa no me extrañarían cuando luego de mi perfeccionamiento en la academia fuera a probar suerte a la academia Tourant de Paris, donde soñaba quedarme y llegar a lo más alto que pudiera.

Puse todo mi empeño en ello y hoy por hoy, era con 21 años, la bailarina de ballet más reconocida de la "costa oeste" según Amanda.

_Bien Swan… ¿qué haces ahora?_

En algún momento, Amanda había terminado con su perorata y nos había dejado libre. Tomé mi bolso del suelo y fui hasta los vestidores a cambiarme por mis simples jeans desgastados y mi camiseta blanca de tirantes, completando mi atuendo con un abrigo de lana suave del mismo color y un par de ballerinas negras.

Salí del vestidor y me encontré con mi amigo esperándome como siempre,

_Tengo que ir a mi departamento, Ángela y yo tenemos que terminar un trabajo para presentar mañana._

_Nena… ven el sábado a tomar algo al café de Dante, es el cumpleaños de Alice, no quieres que piense que no te importa ¿no?_

_Lo sé Dem, pero ella sabe mis obligaciones, no puedo ir, tengo que sacar esta materia y luego de hacer puedo distraerme un rato…_

_Te exiges mucho Bella…_ murmuró llegando a su auto. _No haces más que estudiar, ballet, estudiar, ballet… ¿Cuándo despejas tu mente?_ me subí en el asiento del acompañante sonriendo mientras recordaba mi noche de sábado cuando Rose y Ángela me exigieron salir, una noche muy particular.

_El sábado me divertí, mis tacones de doce centímetros que Rose me obligó a usar casi me matan y bailé mucho…_

_Si… digamos que eso sin una conquista no vale_ rió él mientras salía del aparcamiento, me puse a buscar música en su I pod _ ¿conociste a alguien?_

_Sabes que no me interesa en estos momentos tener una relación, pero sí… conocí a alguien_ me mordí el labio mientras recordaba el pálido rostro del joven de ojos verdes y cabello cobrizo revuelto _fue una situación particular, pero…_ alcé los hombros _fue lindo mientras duró._

_¿Y no me dirás cómo es, su nombre o al menos cómo se conocieron? ¿te sacó a bailar? ¿te invitó un trago?_

Negué con la cabeza y un escalofrío me recorrió cuando recordé cómo lo conocí, lo que me llevó a preguntarme cómo estaría. ¿Habría curado sus heridas? ¿Se habrá encontrado con esos matones que lo golpearon? ¿Esa amiga suya lo habrá cuidado bien?

_Se llama Edward, no me sacó a bailar ni me invitó un trago._ Dem me miró un momento con el ceño fruncido _él… estaba en un callejón pidiendo ayuda_

_¿Qué?_ Dem frenó el auto mientras se orillaba a un lado de cualquier calle. Se acomodó en su asiento mirándome con el enojo brillando en sus ojos –Isabella… ¿qué pasó?_

Agggh… odiaba cuando me llamaba por mi nombre, odiaba cuando todo el mundo lo hacía.

_Eso… que él estaba pidiendo ayuda porque algunos tipos de mala muerte lo estaban golpeando, yo… vi todo y cuando ellos se fueron corrí a ver cómo estaba el hombre y ahí lo conocí_ Demetri me miraba con detenimiento, seguramente esperando que le relatara cualquier catástrofe posterior _lo ayudé prestándole mi teléfono para hacer una llamada e intercambiamos algunas palabras… solo eso, luego una amiga llegó por él y se fue._

_¿No llamaste a la policía?_

_No… él no lo quiso y a mí no me pareció necesario._

_Mira… tu madre llega a enterarse que andas por callejones oscuros dándotelas de valiente y corajuda…_ arrancó nuevamente a la calle.

_Pero no se enterará, tú eres el único que sabe esto…_ dije apresuradamente. _y no se lo dirás_ Dem me miró solo para rodar sus ojos.

Mi madre… Eso era un caso aparte.

Reneé Dwyer Swan era mi "dulce" madre. Interesada desde que tengo uso de razón en que, todo lo que ella o su familia haga destaque ante la vista de los demás, preocupada por el qué dirán y por la imagen positiva de la familia Swan, para resguardar el buen nombre y el patrimonio económico del que tanto hace alarde. Ella dueña de una pequeña fortuna heredada de su abuelo, el viejo Alejo Dwyer, que comandaba una de las grandes industrias madereras de la zona de Washington. Y mi padre, el pez gordo de este matrimonio, accionista mayoritario de una de las empresas más fructíferas de Seattle dedicado al diseño y armado de yates, uno de los más prestigiosos de la costa oeste.

Y yo, Isabella Marie Swan… hija única de este matrimonio ahora divorciado. Testigo de prologadas y calurosas discusiones a lo largo de mi vida, que me habían llevado a cobijarme en la serenidad y la libertad que el ballet me daba. Decidí independizarme, a pesar de la negación rotunda de mi madre, a los 18 años, con la bendición de mi padre, que me había ayudado a adquirir un departamento en el centro de Seattle, que compartía con mi mejor amiga y casi hermana, Ángela Weber.

Estábamos ambas cursando la carrera de diseño gráfico, de hecho fue en la universidad donde nos habíamos conocido y donde ya no pudimos separarnos. Ella solía preguntarme, ¿por qué alguien con tanto talento como yo y con el éxito seguro en el ballet, tenía que estudiar una carrera? Y por supuesto yo le respondía lo que cientos de veces había oído de mi padre, "el baile no es una carrera segura, es riesgosa y suele estar marcada por el talento, el azar y la suerte… debes tener siempre bajo la manga, guardado algo seguro"

Y tenía razón, mi padre tenía razón.

Yo era una bailarina nata, según mis amigos y mis profesores de baile, había nacido con alas en los pies y que exigiéndome y entrenándome con esfuerzo y perseverancia, algún día llegaría muy lejos. Estaba contando con eso, porque luego de espectáculo que el mejor director de obras de la ciudad, Marcus Volterra, iba a realizar en unos meses, estaba pensando viajar a Paris a buscar mi sueño…

Muy pronto Isabella, muy pronto…

_Hey… ¿pájaros en la cabeza?_ los dedos de Demetri tronaron frente a mi rostro haciéndome espabilar en un segundo _wauu… estaba comenzando a pensar que salir a las burdas y bajas calles de Seattle el sábado a la noche para hacer lo que el bajo mundo habitualmente conoce "mover las cachas", te habían hecho perder un poco de cerebro._

_Ja ja_ dije sarcástica sin una pizca de humor mirando por la ventanilla _la salida fue buena, la compañía también… creo que probaré salir alguna otra vez, si me acompañas_

_Ah-ah señorita_ Dem negaba con su dedo índice sobre el volante _acompáñame a Dante´s hoy, te hace falta un poco más de ambiente sofisticado y pulcro nena…_

Sonreí extasiada… Demetri podía ser un poco exasperante a veces con sus gustos, los cuales casi siempre lo llevaba a tener largas discusiones con Ángela, que era una chica simple, de familia sencilla y gustos sencillos, algo con lo que me sentía más cómoda que con la excentricidad de Dem. Pero él… era de todas formas mi amigo y lo amaba… siempre tenía que ceder.

_Iré a Dante´s si algún día tu me acompañas al club con las chicas… vamos precioso, tu belleza, ni tu estilo no se esfumarán si te mezclas con gente común_ sonreí con sarcasmo.

Él rió y negó con la cabeza… no tenía que hacer gran esfuerzo por hacerlo flaquear, yo era su debilidad.

_Hecho princesa_

Llegué a casa con deseos de tomarme una muy larga y suculenta ducha para después ponerme todas las pilas y ponerme a terminar el trabajo de Edición que con Ángela estábamos haciendo para la Universidad. Tenía que estar al día con mis clases para poder conformar a mi padre y al mismo tiempo estar en forma con el ballet para tener a mi madre con una sonrisa fija en su rostro y eso, era sumamente extenuante. Pero en ninguno de los dos lugares tenía que fallar, el ballet era mi vida y lo hacía no solo por mi madre, sino también por mí, adoraba sentirme libre y hacer arte con mis pies, y por otra parte… el diseño era algo que me completaba, a demás mi padre se enorgullecía de la carrera que había elegido y eso de mantenerlo feliz era algo que a mí misma me hacía feliz.

_¿Comiste algo Bells?_ Ángela estaba haciendo sus famosos eclairs rellenos y Dios… era una tentación, algo a lo que una bailarina de ballet tenía prohibido caer. Pero se veían tan ricos… ¿Por qué mi amiga tenía que hacerme esto? Ella sabía muy bien las exigencias que yo trataba de seguir al pie de la letra.

Pero… Dios, ella estaba sonriendo mientras mis ojos literalmente comían el eclair puesto en un platito de porcelana junto a una taza de té.

_He… ¿Bella?_ la muy… sonreía _tienes algo aquí, mira… en la comisura de tu labio_ señaló con su dedo una esquina de su boca. _A ver…_ tomó una servilleta de papel y vino a limpiar mi boca!...

_Ángie!... que eres maldita he?_ de un manotazo la alejé de mí mientras ella se partía de la risa, fui hasta el precioso y perfecto eclair y con la mirada entrecerrada de Amanda en mi mente me lo engullí… literalmente.

Delicioso.

Valla… mejor salía de esa cocina, sino Dem iba a notar al alzarme en sus brazos en clases, los gramos de más.

Pasamos toda la noche haciendo el trabajo de diseño,el profesor Lombardi nos había encargado hacer un catalogo digno de una agencia de publicidad y estaba con mi cabeza enteramente puesto en eso.

_Me parece mejor la otra gama de colores para la presentación, quizá el gris es muy apagado…_ Ángela jugaba con el mouse,

_Es un color neutro… ¿probamos con el verde?_

Iba a cambiar la gama con Ps cuando el sonido de mi celular me sobresaltó.

_Mierda_ siseé, _seguro que es Dem… insiste que salgamos a Dante´s el sábado y luego de este trabajo debemos estudiar_ mascullé mirando la pantalla tratando de recuperar la concentración.

_¿Quieres que lo mande a freír papas?_ rió Ángela arremangándose los puños de su jersey.

_Por favor… todo tuyo_ reí señalando mi bolso colgado del perchero junto a la puerta. Mi amiga me miró con una sonrisa perversa y fue en busca de mi teléfono, una de las cosas que amaba de Ángela era sus riñas con Demetri… eran tan cómicas.

Ángela y Demitri definitivamente no hacían buenas migas, se toleraban, más no se amaban. Ángela era un angelito de alas blancas y virginales que al mismo tiempo era como mi hermana, teníamos gustos parecidos, pensábamos igual y nuestra forma de ser era la misma, ella era mi alter ego. Sin ir más lejos, el departamento lo habíamos decorado entre las dos y había quedado increíble, con un aire romántico y naif… era nuestro hogar y éramos nosotras mismas, donde nos identificábamos la una con la otra.

En cambio Dem… eres un demonio andante, que cuchicheaba en mi oído sobre mi hombro, queriendo incitarme a pasar la línea que yo misma me había impuesto. Era liberal, arrogante y todo un don Juan, sin embargo era mi amigo y mi pareja de baile. Mi madre lo amaba, ¿cómo no?... él era parte de "nuestro" mundo, según ella. Y si lo era… los padres de Dem eran prestigiosos abogados que tenían éxito en Washington.

Eso era enseguida un atenuante para simpatizar a mi madre.

_¿Hola? Soy Ángela… ¿Quién habla?_ Ángie contestó mi celular con gesto aburrido, pero luego de un segundo se envaró y volteó a mirarme _he… si, es el celular de ella_ su voz vaciló. _Eh si, ella está aquí… dame un segundo_

Tapó el auricular con su mano.

_No es Demetri, es otro hombre, no sé…quiere hablar contigo_

Bueno, era mi celular… duh. Tal vez sería alguien departe de mi padre o algún compañero de la universidad. Dejé el mouse y me levanté para alcanzar el teléfono de la mano de Ángela.

_¿Hola? Habla Bella_ esperé unos segundos pero nadie contestaba, fruncí el ceño y suspiré _¿hola?... ¿quién es?_ me estaba exasperando, podía oír la respiración del otro lado, diablos.

_Bien, si no quieres hablar adiós y deja de molestar_

_Maldición!_ escuché del otro lado antes de que la llamada terminara. Habían cortado.

Miré mi celular con la boca abierta… ¿quién había sido? Luego de un segundo que tardé en salir del trance busqué en mi celular las llamadas recibidas y en la última llamada entrante salía "número desconocido".

_¿Quién era?_ preguntó Ángela atenta a mi desconcierto a mi lado.

_No lo sé_ susurré aún pensando en lo que había escuchado, ese "maldición" me había resultado remotamente familiar. _¿Te dio algún nombre?_

_No… solo preguntó si era tu teléfono y si estabas tú_

Suspiré tratando de no darle mayor importancia al asunto, cualquiera que fuera, si necesitaba hablarme iba a tener que llamarme de nuevo y esta vez si o si hablar.

Caminamos de nuevo a la mesa y dejé mi celular sobre ella a un lado de mi laptop. Pero no habían pasado ni dos minutos que volvió a sonar de nuevo.

_¿Qué diablos?_ tomé el celular exasperada y sin mirar la pantalla si quiera, contesté de la peor manera. _¡¿Quién mierda eres y por qué me llamas?... que ganas de perder el tiempo haciéndole perder el tiempo a los demás, maldito idiot…_

_Isabella!_

Me paralicé en cuanto oí la voz.

_Madre_ susurré pasmada.

_Pero… ¿Qué maneras son esas de atender el teléfono niña?, ¿a caso no te enseñamos educación?_ la voz de mi madre parecía escandalizada, rodé los ojos… como si nunca hubiese dicho una maldición.

_Lo siento, es que antes habían llamado por molestar, ¿cómo estas mamá?_

_Bien, gracias. ¿Cómo va tu entrenamiento?_

Eso era lo primero que preguntaba _Bien, estamos ensayando mucho y todo va por buen camino_

_Qué bien!_ masculló con entusiasmo _¿sabes? Me encontré con Demetri el otro día, fui a casa de su madre a tomar el té. Cada vez me sorprende más ese joven y habla tan bien de ti. Se ve que te quiere mucho…_

_Si…_ podía ver por dónde venía el comentario de mi madre _yo también lo quiero mucho, es mi mejor amigo_ miré a Ángela y la vi haciendo arcadas ficticias, adivinando de quién estaba hablando mi madre. No pude evitar sonreír.

_Mamá… estamos haciendo un trabajo para la Universidad con Ángela. Si quieres paso mañana por casa a tomar el té…_ con los años había aprendido a complacerla sin sacrificar mucho.

_Oh… bueno, entonces te dejo seguir con eso_ dijo con desdén _solo llamaba para avisarte que nos ha llegado una invitación para el sábado. La comisión de la fundación "Abrázanos" organizó una gala a beneficio y pienso concurrir con tu compañía. Ya sabes que tu presencia puede beneficiarte… a demás hay alguien que deseo que conozcas, es el hijo del presidente de una importante compañía manufacturera, ya verás…_rodé los ojos, algo que hacía mucho cuando se trataba de mi madre _mañana podemos gastar la tarde para ir a comprar los vestidos ¿quieres? Tarde de madre e hija…_ canturreó sin pizca de gracia.

_¿Mañana madre? Voy a estar ocupada en la uni en la tarde_ teníamos que entregar el proyecto!

Escuché un bufido exasperante al otro lado de la línea _Está bien, a ver… ¿cuándo tienes un momento libre? Isabella, con la excusa de la universidad ya no tienes tiempo para tu madre…_

_Pasado mañana, lo prometo_ dije sin dejarla terminar. Pasado mañana era jueves y había prometido a mi padre pasar a su oficina a buscarlo para ir a desayunar juntos, así que perfectamente podía ir de allí a ver a mi madre o encontrarnos en la boutique que ella propusiera.

_Bien, a las nueve te pasaré a buscar donde me digas y nos vamos a ver los últimos modelos de Balenciaga… o tal vez te sentaría bien un Dolche & Gabbana_

_Mamá_ mascullé cerrando los ojos. Por eso mi padre y ella no congeniaban, ella tenía esa manía de querer controlar todo lo que esté a su alcance y eso… me hacía querer estar aún más alejada de ella. _Me pondré lo que me gusté sea de la casa que sea, ya lo sabes ¿no?_

_Veremos_ dijo ante mi reticencia, ella me conocía, podía acceder a algunas de sus ideas… pero no siempre _ Nos vemos Isabella, espero que seas puntual… chao!_

_Adiós mamá_ rodé los ojos por enésima vez.

Cuando volteé Ángela me estaba mirando con una sonrisa en su rostro,

_Chitón!_ dije haciendo un cierre en mi boca _ni una sola palabra_

Ella bien sabía que mi madre era insufrible.

_Soy una tumba_ dijo solemnemente. En el mundo en que según mi madre pertenecíamos, Ángela era mi piedra de toque.


Continuamos... sospechas de quien llamó por telefono? mmm...

Gracias por leer!