Recorrió con su mano los pálidos y huesudos omóplatos. Acarició con la yema de los dedos su columna vertebral. Siguió su camino hasta el final de la cintura provocando un leve gemido de ella, luego murmuró adormilada perdida en el mundo de los sueños. Ichigo continuó con su juego de acariciarla suavemente mientras ella dormía, alisó la manta que le cubría la mitad de su cuerpo y le dio un leve beso en su cuello.

Su respiración era tranquila y silenciosa, a veces tan silenciosa que Ichigo temía que hubiera dejado de respirar sin más. Alguna que otra vez la había despertado solo para asegurarse de que seguía ahí con él, ella le gritaba o le pegaba pero daba igual si eso significaba que ella aún estaba en la cama con él. Era lo único que importaba.

Estas cosas evidentemente no se las decía, se las guardaba para él y se excusaba diciéndole que no podía dormir y que solo quería molestarla.

Él no podía dormir, ni siquiera después de hacer el amor. Él clasificaba las misiones según una escala de sueño, si la misión no era importante se dormía en nada, si lo era, se dormía en un par de horas, si la misión era muy, muy, muy importante, las horas en las que podría dormir eran desconocidas.

Esas misiones que acarreaban sangre, pérdidas, terror y un final inconcluso.

No iba a ir solo, Hirako le acompañaría y aunque a veces sus palabras eran desesperantes, las discusiones con él le entretenían de vez en cuando y hacia que todo esa situación fuero más amena.

Había pensado levantarla y despedirse, pero nunca lo hacía. Con los años, él había cambiado. El puesto de capitán le había hecho más gruñón, serio, obstinado, cabezota y hasta su ego había subido, lo admitía.

Pero también había perdido en muchas cosas la vergüenza con Rukia. Como en hablar de sexo abiertamente o…no solo hablarlo.

Ella también había cambiado un poco. El tiempo había traído madurez y terquedad. También había triado otras cosas, pero esas eran más difíciles de mostrar con palabras.

Como cuando se levantaba, se vestía silenciosamente, cogía su zampakuto y se dirigía a la puerta.

Y entonces cuando se giraba y observaba a Rukia pensado si a lo mejor esta era la última vez que la vería.

Era así con casi todas las misiones y sabía que ella también lo hacía cuando ella tenía una.

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Cambios–Capitulo XXIV: Cambios. [EPÍLOGO]

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=Un par de meses después=

Ichigo dejó de tamborilear los dedos en la mesa para alzar la cabeza y fijar su atención en Rukia, la cual, como cada vez que tenía una pila de papeleo en su mesa, fingía que no existía el pelinaranja. Ichigo la estuvo analizando de arriba abajo como si fuera un problema sin resolver, hasta que al final, decidió hablar.

—¿Has pensado en lo que te dije?

—No—. Contestó ella sin parar de escribir.

Ichigo puso los ojos en blanco.

—Ya. ¿Y cuándo lo harás?

Rukia no supo que responder pero paró de escribir, sacó su cabeza del interminable papeleo e intentó matarle con la mirada.

—¿Por qué siempre eliges los peores momentos para pedirme cosas o preguntarme por temas que sabes perfectamente que aún no he pensado?

—¿Sinceramente?— Preguntó Ichigo volviendo a tamborilear los dedos en la mesa.

—Sinceramente.

—¿Prometes no enfadarte?

—No. Me enfadaré. Lo sabes.

—Cuando te pido o te pregunto cosas cuando estás ocupada te estreso tanto con solo respirar, que respondes "Sí" a todo con tal de deshacerte de mí enseguida.

—Eso es muy rastrero —Contestó ella con cara de pocos amigos.

—Lo es. —Sonrió— Pero funciona.

Rukia dejó la pluma en el escritorio y juntó sus manos, era su forma de mantener las manos ocupadas para no estrangular a Ichigo con ellas.

—He dicho que no. No lo he pensado. Y aunque te quedes aquí todo el santo día seguiré sin pensarlo. —Y dicho esto, volvió a lo suyo.

El pelinaranja soltó un gran suspiro pero no siguió con la discusión, sabía que si lo haría la pluma de Rukia terminaría en su ojo, como ya había pasado antes.

Seguir con el tema de que Rukia se fuera a vivir con él tendría que volver a dejarse para más adelante. No sabía por qué le insistía, a estas alturas parecía ya una costumbre en la que le pedía que se pensara lo de irse a vivir juntos cada vez que pasaba un tiempo, luego ella negaba, y luego él volvía a preguntar. Prácticamente ella casi vivía en su casa, se quedaba a dormir casi todas las noches en las que él no se iba de misión con los de su escuadrón. Pero entonces cada vez que le pillaba en un buen momento para tener "la conversación" ella salía con lo de que eso Byakuya no lo aprobaría, eso sería llegar a algo muy serio, y que no era para tanto y blah blah blah…

Tsk, y luego era ella la que le soltaba que él tenía fobia al compromiso.

No es que la tuviera, es que estaban perfectamente tal y como estaban. Y llevaban así muchos años, más de los que un ser humano podría vivir. Pero allí en el Sereitei las relaciones tampoco podían ser muy "humanas" si eras un shinigami, y no cualquier shinigami. Si uno de los dos era un capitán muy importante y valorado positivamente en su escuadrón y el otro era un subcapitán muy apreciado por todos, entonces la relación era aún menos humana.

Apenas se veían, pero lo llevaban bien. Él se iba de misiones, ella también, él tenía que reclutar a nuevos shinigamis cada año, ella siempre tenía papeleo, mataban hollows y cuando tenían tiempo libre disfrutaban de su tiempo solos, pero lo que casi nunca fallaba, es que compartían el mismo lecho por las noches.

Decidió rendirse por hoy y dejarla tranquila.

—En fin…te veo esta noche.

—Te veo esta noche. —Respondió ella sin parar de revisar su nuevo informe.

Cuando salió del escuadrón 13 vislumbró a lo lejos a "La asociación de Mujeres locas shinigamis" como aún le seguía llamando él. Estaban molestando a los nuevos reclutas de este año, por lo visto dos de ellos eran muy populares entre las mujeres y las "locas" ya querían sacarles cotilleos de las aventurillas que tenían. Y es que para desgracia del Sereitei, la revista de la asociación había alcanzado un gran boom en su número de ventas con los años, así que en vez de encerrarlas en un manicomio (como haría él sin dudar) las alababan. Decidió alejarse de allí antes de que lo vieran.

Mientras se dirigía al bar, recordó amargamente como fueron esas horribles semanas, no importó cuantos meses lo llevaran en secreto al final todo salió a la luz y luego vino lo peor: persecuciones, cámaras, cotilleos, traiciones, escondites, órdenes de alejamiento, etc. Lo mejor era olvidarlo todo con una cerveza.

Cuando llegó al bar, Hirako ya estaba contando otra vez el éxito de nuestra última misión conjunta de hace meses. Fue un gran éxito a pesar de lo grave que llegó a ser, sin embargo aunque yo solo quería olvidarlo Hirako se encargaba de fardar de ello una y otra vez.

—¡Entonces vi como el Vasto Lord fue directo hacía mí y entonces…!

—No fue directo hacia a ti, no sé por qué sigues contando tu propia versión de la historia. —Interrumpió Ichigo haciéndose un hueco en la mesa a la vez que le daba un codazo al capitán rubio.

—¡Ichigo¡ ¡Estaba contándole nuestra misión de cuando encontramos la guarida de varios Vasto Lords!

—Si…igual que ayer y antes de ayer. —Contestó Kira con aburrimiento.

—Y el mes pasado… —Continuó Hisagi en el mismo estado.

—De hecho, creo recordar que nada más llegar de la misión apareció en mi casa ensangrentado para contármelo. —recordó Renji.

Ichigo rodó los ojos, siempre que se iban de misión conjunta le hacía lo mismo, si todo había ido bien claro.

—Tranquilo Ichigo…todos sabemos que el Vasto Lord se tropezó. —Le molestó Renji riendo entre dientes.

Los demás de la mesa siguieron la risa de Renji menos Hirako e Ichigo. La verdad era la de siempre, Ichigo sacó su Bankai y pudo con ellos, aunque no fue fácil. Sin embargo no le gustaba hablar mucho de las misiones en las que había habido pérdidas, porque las hubo y de eso no le gustaba fardar.

Ser capitán no era solo recibir alabanzas y bromas de los demás shinigamis, tampoco era solo llevar el papeleo y asistir a las reuniones. Existía el verdadero trabajo de ser Capitán, para él era como llevar hombres a la victoria o a la muerte. Muertes con las que tenía que lidiar para no dejarse afectar o soltar discursos a los demás participantes de la misión para que no se vinieran abajo, pero tampoco tenía que venirse él abajo.

Ya no era ese chiquillo que mataba hollows en el barrio de Karakura, creció y cambió.

Y ahora estaba obligado a irse kilómetros de distancia de la chica que aún le hacía mantener los pies en la tierra. La única de hecho. Y es que ser Shinigami después de haber sido humano también consistía en lidiar con la soledad. Algunos amigos suyos eran seres sobrenaturales como él que aún seguían viviendo y luchando contra hollows, su familia mismo luchaba contra hollows, otros sin embargo hacía tiempo que habían muerto. Algunos muertos en batalla. Otros habían formado una familia, como Ishida, que había sido padre o su hermana pequeña que estaba en estado. Habían pasado bastantes años.

Esa era la vida, la vida de shinigami.

A veces soñaba con el día en que atravesó el portal de las almas den la tienda de Urahara para convertirse en un Shinigami completo y dejar atrás su vida humana. Recordaba a Rukia a su lado preguntándole una y otra vez si de verdad estaba seguro de dar ese paso. A veces daba el paso, otras veces no. Y entonces es cuando soñaba con una vida distinta, universidad, trabajo, amigos, tener una familia, vivir y morir. Era interesante soñar con aquello, pero tampoco valía la pena ¿De qué servía vivir esa vida de humanos si no podía protegerlos de los seres que podían arrebatársela? ¿Cómo podía vivir una vida tranquila siendo humano sabiendo que en cualquier momento un hollow atravesaría la pared de su casa y mataría a sus hermanas o incluso a sus supuestos hijos? Eso mismo pensó el día que atravesó el portal.

Es lo que le hacía seguir adelante cuando veía tanta muerte a su alrededor. O incluso cuando miraba a Rukia por las noches antes de marcharse.

Miró a sus compañeros shinigamis que aún seguían en la mesa tomando sake y riéndose de los reclutas novatos de ese año. La mayoría eran capitanes, hasta Renji. Aunque la vida de capitán fuera estresante, solitaria y dura, siempre habían momentos como estos en los que se dan las gracias por seguir vivo.

000

Al salir todos del ver Ichigo llamó a Rukia. Después de dos llamadas, supo que se había vuelto a quedar dormida en el despacho, como siempre le pasaba. Habían discutido tanto sobre las extralimitaciones de ella en el trabajo que ya era inútil seguir.

Y efectivamente, cuando abrió la puerta ahí se encontraba Rukia, soltando baba sobre uno de los expedientes de los novatos. Una de sus manos colgaba fuera del escritorio por lo que había soltado la pluma y había una pequeña mancha de tinta negra en el suelo de madera, la otra estaba siendo usada de almohada por la cabeza de Rukia. Ichigo en vez de despertarla se acercó a ella y se arrodilló a su lado, siempre le había gustado verla dormir. Le besó la frente y apartó el mechón de Rukia a un lado para poder verle mejor su expresión al dormir, no fruncía el ceño ni tampoco tenía esa expresión de estrés acumulado que le veía cada día. Cuando Rukia dormía, tenía una expresión tranquila y serena que al pelinaranja le encantaría contemplar siempre, porque sabía que en cuanto se levantará el mundo de las misiones y de los informes la esperaban.

Cuando pasaron un par de minutos, la expresión serena de Rukia cambió de repente. Su cuerpo empezó a temblar, sus ojos se apretaron con fuerza y se mordió el labio inferior. Ichigo la cogió por los hombros y la zarandeó para que se despertara. Rukia solo repetía su nombre.

—Es solo un sueño… —Susurró Ichigo mientras le acariciaba las mejillas. —Es solo un sueño Rukia.

Minutos después, o horas, no lo supo con exactitud, Rukia pareció tranquilizarse y abrió los ojos. Estaban rojos.

—¿Rukia? —La llamó Ichigo al ver que ella no se movía. Al segundo la shinigami se abrazó a él con fuerza, tanta fuerza que le clavó las uñas en la espalda. Ichigo gruñó pero no dijo nada, solo la abrazó con la misma fuerza.

El chico no encontraba las palabras adecuadas para tranquilizarla, más bien estaba un poco incómodo y no sabía que más decir. No sabía cómo consolarla que no fuera seguir con el abrazo. Pero podía entenderla, él soñaba con sus compañeros de batalla muriéndose o en su familia, muchas veces el protagonista era Aizen, se levantaba con sudores y temblando.

—A veces sueños con que te mueres…en una misión.

Las palabras de Rukia le calaron hondo en el pecho. La conocía a la perfección, decir algo así, tan íntimo y personal no era propio de ella, era evidente que estaba sensible, otro estado que tampoco mostraba tan abiertamente. Él la entendía pero hablarlo no servía de nada, porque eran shinigamis y vivían siendo la muerte y luchando contra la muerte. No podía decirle a Rukia que no iría a más misiones porque esa era su vida, la de él y la de ella. La abrazó más contra su pecho deseando poder decirle que no hará más misiones con tal de que ella pueda dormir mejor. Pero sabe que no lo hará.

Por un segundo pensó en decirle "No voy a morir" pero no le salían las palabras porque hasta él lo dudaba. Cuanto más éxito como capitán más aventuras suicidas enfrentaba. ¿Qué podía decirle?

—Yo también sueño a veces con que mueres. —Admitió él por fin.

Rukia cerró los ojos y volvió a abrazarle.

—Pero cada día que pasa, al superar las misiones…me noto más fuerte. —No sabía cómo seguir con lo que había empezado a decir pero quería tranquilizarla como fuera. —Y cuanto más fuerte me siento, más siento que puedo…protegerte.

Rukia suspiró contra su hombro y se separó para mirarle a los ojos. Luego sonrió tristemente.

—Tawake…sabes que no me gusta que me protejan.

—Y ya sabes que yo nunca te hago caso. —Respondió Ichigo sonriendo de lado, acto seguido le dio un pequeño beso en los labios, estaban mojados por las lágrimas, se apartó un poco y con el pulgar secó el reguero de lágrimas de la cara de la shinigami que le dejaba hacer sin rechistar. Luego siguió besándola en los labios, para luego pasar a sus mejillas y posteriormente a su cuello.

Lo suyo no era ser delicado, pero esta vez intentó ir lento para intentar calmar a Rukia un poco más. Ella empezó a soltar suspiros profundos que llenaban los oídos de Ichigo, incitándole a continuar como lo estaba haciendo. Volvieron a abrazarse con fuerza y compartir un largo y profundo beso.

La ambiente volvió a estar tenso cuando él noto como la subcapitana aflojaba su abrazo de repente y bajó la cabeza. No parecía que tuviera ganas de continuar, más bien estaba perdida en otros pensamientos.

Mostrar tanta intranquilidad por la seguridad de Ichigo era impropio de Rukia. Ichigo no era sentimental precisamente, pero cuando debía de serlo algo lograba sacar. Cogió la barbilla de Rukia para obligarle a mirarle, le dio un beso en la nariz y se perdió en sus ojos.

¿Cómo decirle que ella era la razón por la que él siempre quería volver sano y salvo de las misiones?

Acercó su rostro al de ella, recorrió el fino cuello de la chica hasta llegar a su oído. Y pronunció esas palabras que solo a ella le permitía escuchar.

Rukia cerró los ojos con fuerza e hizo que el abrazo fuera más fuerte. Ella intentó decirle lo de siempre "Yo a ti también", pero tenía miedo de que si habría la boca, empezaría a llorar. Las imágenes de ese sueño aún la hacían temblar.

Ichigo que aún seguía con sus labios pegados al oído de Rukia, fue bajando lentamente hasta llegar a su hombro, apartó el uniforme dejándolo al descubierto y lo mordió suavemente. No quería seguir hablando.

Rukia suspiró y el nombre del capitán se escapó de sus labios. El pelinaranja siguió dando pequeños mordiscos por el hombro de la morena, luego atacó su cuello acariciándolo con la lengua. El cuerpo de Rukia parecía que por fin se había conseguido relajar del miedo y ahora se entregaba de lleno a los movimientos de Ichigo. Este la cogió de la cintura y la sentó en la mesa.

—¿Otra vez aquí? —Sonrió Rukia maliciosamente—Empieza a ser una tradición

Él también sonrió maliciosamente.

—Es una tradición.

Y es que durante esos años lo habían hecho miles de veces en el despacho de ella y si no en el de él. El trabajo no iba a impedir que les robaran esos momentos, así que las circunstancias les impedían encontrar un instante a solas, ellos lo crearían.

Sus bocas se encontraron para luego dar paso a sus lenguas. Rukia pasó sus manos por los fuertes brazos, tantos años siendo capitán habían elaborado un cuerpo digno de ver, de tocar y de sentir. Ella se había criado entre hombres prácticamente y todos los días veía a los shinigamis luchar con el pecho descubierto, pero cuando recorría sus manos por el torso del Kurosaki su corazón palpitaba. Solo él le producía esas sensaciones.

Ichigo no pensaba, solo se dedicaba a desnudarla deshaciendo el obi y palpar sus pechos. Sus respiraciones empezaron a volverse irregulares, Rukia ya no podía evitar gemir ante los toques de Ichigo que cada vez eran más intensos, sobre todo cuando fueron bajando y bajando hasta tocar el punto sensible. Las piernas de ella se transformaron en gelatina y arqueó el cuerpo hacía atrás haciendo que los dedos de Ichigo se adentraran más en ella. Este no aguantó más, situó su cadera entre sus muslos y entró en su interior. Los dos soltaron un suspiro profundo. Se relajaron un par de segundos, disfrutando de la cercanía del otro. Ojala pudiera durar eso durante más tiempo. Luego con ganas de más, se adentraron en el baile de caderas y de besos por todo el cuerpo, escuchando los gemidos del otro y no queriendo escuchar nada más.

000

A Rukia le gustaba quedarse abrazada a Ichigo después de hacer el amor, le gustaba su calidez y sentir como la abrazaba con ternura. Era extraño. Las palabras les ponían nerviosos pero los gestos como esos eran más fáciles de llevar. No se ponía nerviosa, tampoco tenía que pensar en cómo responder, solo se dejaba hacer, solo seguían sus instintos.

Con mucha pesadez se levantó de la cama, le costó apartarse del calor de Ichigo pero era hora de volver otra vez al mundo real. A noche cuando terminaron en su despacho, fueron a la casa de él, comieron algo y luego lo hicieron dos veces más. El sexo era algo que también había cambiado en sus vidas, ahora se conocían más y tenían menos vergüenza en experimentar otras cosas, pero lo que de verdad amaba Rukia era la forma en la que él le miraba mientras compartían besos y caricias.

A ella le gustaba más observarle dormir. Se giró y lo vio ahí acostado, respirando tranquilamente. Uno de sus brazos abrazaba la almohada mientras que el otro estaba estirado en el colchón, era el brazo que la había estado abrazando toda la noche. Se dijo mentalmente que no podía pasarse toda la mañana mirándolo (ojalá, pero no podía) así que se levantó, se colocó la yukata que tenía guardado en uno de los armarios de Ichigo y se fue a la ducha.

Esa semana a ella le tocaba salir a hacer una misión que le había encargado Ukitake en el mundo humano, por lo visto habían detectado una zona por los alrededores de Tokio donde una gran cantidad de Hollows de nivel superior habían aparecido de la nada, y eso no era normal, alguien debía de haberles de llevado allí o haber abierto un portal. En fin, más trabajo lleno de investigaciones y luchas.

Cuando salió de la ducha ya aseada y peinada, se encontró a Ichigo en la mesa de la cocina. Tenía cara de haberse acabado de levantar hace nada pero también parecía que la hubiera estado esperando.

—Buenos días. ¿Misión?

—Sí, me han mandado un mensaje esta mañana, la misión se ha adelantado y salimos esta tarde. —Contestó ella sin darle importancia y abriendo la nevera para buscar algo de desayuno.

—No tengo nada que hacer, ya sabes que puedo…

—Tienes mucho que hacer. —Le interrumpió ella aún con la cabeza metida en la nevera.

Él puso los ojos en blanco.

—Si tuviera a alguien como tú en el escuadrón mi papeleo se reduciría al 80%.

—Eso lo dices porque te ayudé una vez…no pienso hacerlo más.

Ichigo rio entre dientes, se cruzó de brazos y la observó comer con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Oye…

—¿Qué?

—¿Has pensado en ser mi subcapitana algún día?

Lo soltó sin más. Sí, como casi siempre. Como lo de irse a vivir con él, como lo de colarse en sus misiones sin más, etc. A ella le dio un vuelco el corazón y casi tira el desayuno por la boca, pero se contuvo y tragó con fuerza para que no se notara como le había afectado esa pregunta.

—No.

—¿Por qué no?

—Porque si lo fuera me pasaría todo el día encerrada en tu despacho haciendo papeleo.

—¿No te seduce la idea de "todo el día encerrado en mi despacho"? —Soltó otra vez, estaba claro que la forma de que Ichigo le dijera ese tipo de cosas era decirlas sin usar el cerebro demasiado. Claro que la seducía, pero no iba a admitirlo. No, ahora.

—No me seduce la idea de "más papeleo". Tienes una ciudad de edificios de papel y el otro día descubrí que tienes más escondidos en el baño.

—Eh. —Dijo indignado. —Yo no soy quien los pone ahí.

—¡Pero lo permites!

—¡No me grites!

—¡Agh! ¡Siempre igual! —Dijo levantándose y saliendo de la cocina dando un portazo.

Sin despedirse como casi siempre.

000

Rangiku dejó el vasito de sake en la mesa.

—Rangiku-san, creía que hoy estarías haciendo informes. ¿No te pegó la bronca Toshiro-kun el otro día por no tener los expedientes de los nuevos reclutas? —preguntó Hinamori mirando a la rubia con una sonrisa nerviosa.

—Que le den. Los he escondido en el baño, están sin rellenar así que la bronca me la voy a llevar igual si los entrego o no. —Contestó la rubia agitando la mano.

Rukia dejó salir un bufido sin sorprenderle lo del baño. Se estaba volviendo una moda.

Había salido a comer con la Asociación, a primera hora de la tarde saldría a Tokio y quería despejarse un poco con las mujeres shinigami. Bueno más bien ella las oía hablar y se reía, pero era suficiente para evadirse un poco.

Vio como Isane reprendía a Rangiku por su comportamiento y como las demás hablaban de la nueva revista que saldría el mes siguiente, elegían las fotos que pondrían y estaban pensando en poner cámaras en los baños masculinos. Evidentemente no por disfrutar de las vistas sino porque siempre sacaban algo positivo, como chantajear.

Cuando terminó su ramen se despidió de las mujeres con la mano y salió del bar.

Suspiró y miró a su alrededor. Recordó hace un par de años, cuando se sentó allí un día y hablaron de que Byakuya le estaba buscando prometido, del gigoló y de las miradas que le echaba Ichigo de vez en cuando en el otro lado del bar. A Renji haciendo tonterías con Kira y Hisagi y el resto de shinigamis que siempre veía haciendo los tontos y riéndose con ellos. Se quedó pensando en aquella época en la que cada vez veía menos a Ichigo porque este aún se estaba formando como un shinigami de verdad, como subía su éxito en las misiones y también entre las chicas. Se recordó a ella melancólica meditando en que antes el pelinaranja no sabía hacer nada sin ella y luego había cambiado y ya no la necesitaba.

Luego todo cambió. Y luego volvió a cambiar. Se preguntaba si luego las cosas volverían a hacerlo, y como lo harían ¿a mal? ¿A peor? ¿El tiempo les daría menos momentos íntimos? ¿Menos instantes en los que podían hablar hasta altas horas de la madrugada, discutir como niños y arreglar las discusiones con besos? ¿Y si no tendrían tiempo ni para arreglarlo? Iban a la cascada una vez al mes cuando antes iban dos veces por semana, y luego una, y luego cada dos semanas. Tampoco veía mucho a Renji pero este siempre se pasaba por su escuadrón para comer con ella.

—Si te quedas parada en medio de la calle al final no te irás a Tokio. —Contestó Ichigo a su espalda.

Rukia se giró para encontrarse al capitán venir directo hacia ella.

—¿Qué haces aquí?

—Quería venir a comer contigo pero se me ha hecho tarde. He estado hablando con Ukitake, me voy contigo.

La chica parpadeó perpleja.

—¿Te ha vuelto a dejar?

—Tsk, pues claro —Respondió él encogiéndose de hombros.

—¿No tienes nuevos reclutas de los que encargarte?

—Lo he hecho. —Sonrió satisfecho. —Están toooooodos ocupados. Rukia alzó una ceja, algo le daba mala espina. Tras investigar durante un par de segundos la expresión de Ichigo pilló enseguida lo que quería decir.

—¿Haciendo papeleo?

—Haciendo papeleo. —Afirmó.

—¡Por Kami! ¿Y eso te parece bien? ¿Te parece correcto hacer eso? ¡Tú! ¡Eres capitán! —gritó exasperada. Él también le gritó y ella le gritó aún más fuerte, la gente pasaba por la calle ya ni se sorprendía de sus problemas, siempre estaban igual. Siempre tenían discusiones sobre sus maneras de dirigir su escuadrón y que no podía darle sus responsabilidades a otros y demás.

Un par de gritos después, él pasó por su lado y se dispuso a ir directo al portal donde los llevaría a Tokio. Ella le siguió detrás.

—¿Vas a estar toda la misión enfadada?

—Cuenta con ello. —Contestó cruzándose de brazos.

Era increíble, pensó él. Un día estaban tan bien, en una situación "romántica", preocupaciones por su bien estar, queriendo estar juntos, disfrutando del sexo y luego a tomar todo por saco y a sus peleas.

Cuando alzó la cabeza vislumbró el portal que los llevaría al mundo humano. Aún no había llegado nadie, seguramente los estarían esperando al otro lado. No había ningún shinigami más que ellos en ese momento.

—Hay cosas que no cambian. —Pensó él en voz alta. Luego se dio cuenta que Rukia se había parado de repente. —¿Qué pasa? ¿Te ha dado hoy por pararte en medio de la calle?

La expresión de ella se había transformado en otra muy distinta. Ya no tenía el ceño fruncido pero si parecía un poco… ¿triste?

—Es lo que has dicho…que hay cosas que nunca cambian.

—¿Por qué lo dices? —preguntó él en un tono más suave. Aunque en el fondo sabía a lo que ella se refería.

—No sé…por todo.

No sabía que decirle. Bueno podía optar por seguir andando y dejar el tema. Al final y al cabo no sabía que responderle, eran cosas que él también pensaba. A noche intentó decirle algo para tranquilizarla y no supo dónde encontrar las palabras. No eran solo respuestas que ella buscaba, él también quería saber si siempre estarían así.

—Yo creo que no. —Dijo por fin. Al final optó por hablar de lo único que se le ocurría hacer, dejar de pensar y decir en voz alta lo que a él también le gustaría escuchar. Así que se acercó a ella hasta que solo un par de metros los separaban. —Yo creo que hay cosas que no cambiarán nunca pase lo que pase. Como nosotros Rukia. —Levantó la mano y acto seguido cerró el puño, como cogiendo algo invisible en el aire.

La shinigami abrió mucho los ojos y su mente viajó a un recuerdo de alguien muy parecido a Ichigo. Kaien hizo un lo mismo una vez. Levantó los ojos esperando que su subconsciente no le traicionara y que su antiguo superior no se hubiera teletransportado ahí de la nada.

Así que alzó sus ojos violetas…Y ahí estaba, esa sonrisa que le encantaba ver en Ichigo.

—Tenemos un vínculo. No quiero que lo olvides. —su voz era suave, pensó Rukia. Como cuando se levantaban juntos cada mañana y él le daba los buenos días con esa vocecita de paz absoluta. —Y que por mucho tiempo que pase, por muchas cosas que pasemos y por muchas peleas a las que nos debamos enfrentar…poseemos un vínculo inquebrantable.

Rukia intentó moverse, abrir la boca y contestarle, decirle que ella también siente lo mismo. Pero no podía, en su mente volaban las palabras de Ichigo, palabras que viajaron por su cabeza, por cada parte de su cuerpo hasta llegarle a lo más profundo de todo sus ser. Vio que el pelinaranja se acercaba a ella, la cogió de la cara y la besó.

—Te lo dije una vez y te lo repetiré las veces que haga falta. Yo estoy contigo y tú estás conmigo. Y no quiero que eso cambie.

Al final la chica no aguanto más, entrelazó las manos de su shinigami con las suyas y le dio otro beso. Sin importar si cualquiera pasaba por ahí, sin importar si su hermano o las mujeres shinigamis estaban cerca. Podía aparecer ahora otra gran guerra que ella no se separaría. Ahora tenía la certeza de que si a pesar del tiempo que había pasado él seguía sintiendo lo mismo por ella, no debía de dudar más. Su vínculo se hacía más y más fuerte.

¿Quién sabe? Puede que todo fuera bien en el futuro. Puede que al final Ichigo logre convencer a Rukia para que se vayan a vivir juntos. A lo mejor con el tiempo ella se convierte en su subcapitana. Quizá puedan reunirse con todos sus amigos en el mundo humano como antes, ir a alguna fiesta de la asociación y reír todos juntos. Quizá sus amigos también se trasladen al mundo shinigami con el tiempo. Incluso aún había esperanza de que Byakuya aceptara a Ichigo en las reuniones familiares sin pelearse. El futuro no debía de ser siempre tan negro como todos los dioses de la muerte lo pintaban.

Aún podían confiar en que algún día la paz duraría más que la guerra, y que la esperanza de una vida sin la sombra de la muerte acechándoles en cada batalla fuera cada vez más grande.

Ichigo le tendió la mano y ella la aceptó.

—Me alegro de que decidieras quedarte en este mundo. —dijo ella por fin.

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[Fin de CAMBIOS]

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Bueno, esto es… el final.

Definitivamente esto… ha terminado.

Creo que esto me está costado más de lo que me imaginaba.

Primero del todo siento la tardanza por este epílogo que pone punto final a la historia. Las cosas se me complicaron a principio de año después de haber publicado el anterior capítulo y decidí ocuparme primero de esos problemas, por desgracia he tardado un poco, pero como la historia ya estaba muy avanzada y con todo resuelto pensé que lo más difícil ya estaba hecho. Sin embargo soy la primera en sentir pena.

¿Cómo surgió esta historia?

Bueno quiero contaros un poco como salió esta idea del fanfic. Para empezar yo no sé qué me pasa que todos los fics los empiezo a altas hora de las madrugada XDDD, este fic lo empecé un día de verano a las 6 de la mañana después de intentar dormir toda la noche, supongo que estaría cavilando cómo hacer el fic. Pegué un salto de la cama y me fui directa al ordenador.

Me acuerdo de que entraba al fandom de Bleach y veía que todos los fanfics buenos ya los había leído y releído millones de veces, fics que empezaban bien y de una forma interesante pero que luego los abandonaban al tercer capítulo, recuerdo que buscaba una historia parecida a la que tenía en mente y no la encontraba. Mi manera de escribir y de pensar también había cambiado considerablemente, así que pensé ¿Y si la escribo? ¿Y si me trabajo a Ichigo y a Rukia ya mayores, maduros pero dentro de su IC, en esta historia y en este momento? Trabajé un par de capítulos y hablé con mi beta Kaoru240 que SIEMPRE me ha apoyado y me animó.

Aun no me creo que esta historia haya gustado a tanta gente, me sorprendió que el primer capítulo gustara tanto y me alegro que mis esfuerzos hayan servido para que la gente pase un buen rato leyendo fanfic.

Quiero agradecerle a toda esa gente que me ha dejado reviews, me ha leído, me ha animado a continuar y que le haya gustado.

Ahora mismo estoy trabajando en un fanfic de LOS JUEGOS DEL HAMBRE, si alguien ha leído los libros espero que le guste mi fic que aún esta en proceso.

POR CIERTO, aprovecho para hacer publicidad de un blog que estoy escribiendo junto a otra autora de fanfiction llamada Napilut, para ayudar a los escritores de fanfics a evolucionar, hacemos entrevistas a betareaders y autores de fics por si alguien quiere aportar algo ^^.

www . aprendiendoaescribirfanfiction . com

Y ya sabéis podéis encontrar este fic en mi wordpress:

ww w. unmundosininspiracion. wordpress . com

Una vez más, gracias por seguir mi fic.

Si os ha gustado un review plis y si no también :) : )

¡Ja ne!