Quería a John, Sherlock se dio cuenta mientras ambos volvían a Baker Street.

No estaba seguro de en qué manera, pero definitivamente le deseaba. Quería que le tocase, quería sentir su piel… lo caliente que estaba. Definitivamente quería besarle de nuevo, besarle bien esta vez, descubrir su sabor y como encajaban juntos.

¿Sería John dominante como otras veces? Había tenido mucho autocontrol hasta ahora, reacio a aprovecharse, siempre poniendo fin a todo. Cuidando a Sherlock, muy, muy cuidadoso. Tan irritante, frustrante, desquiciantemente cuidadoso.

Sherlock se preguntaba qué haría falta para romper ese control. ¿Habría un punto en el que John estallaría y aceptaría que la atracción era mutua, finalmente consiguiendo lo que quería?

Tembló ante ese pensamiento. Siempre había necesitado estar al mando, nunca le había gustado que le dijesen lo que tenía que hacer, lo odiaba, pero pensar en John perdiendo sus ataduras, dejándose llevar por lo que quiera que esto fuese y simplemente tomándole. Bien, este pensamiento era mucho más interesante de lo que Sherlock podría haber imaginado nunca.

Decidió que dejaría a John marcar el paso, que era injusto forzarle. John lo había hecho tan bien ese día, siendo sus ojos, dejándole trabajar, haciéndole completo. John era importante, John era necesario, John era esencial. Las manos enguantadas de Sherlock se agarraron con fuerza al borde del asiento.


Guárdate las manos, John se repetía mentalmente mientras el taxi se hacía camino entre el tráfico de Londres.

No habían cruzado una palabra desde que abandonaron la morgue, pero esto no era el amigable silencio habitual; era cualquier cosa menos eso. Sherlock estaba contento con él hoy, John lo sabía. Sintió un gran alivio cuando Sherlock resolvió el caso, sabiendo que no le había decepcionado, que había hecho suficiente para permitirle trabajar.

Pero no había alivio en el aire ahora. Este era uno de los "momentos" de Sherlock; El post-caso, el subidón de adrenalina, el corazón acelerado… La diferencia era que no solo John era consciente de ello ahora. Miró a la izquierda, a las manos de Sherlock mientras se asían fuerte al asiento. Ciertamente no era solo John esta vez.

Mientras le observaba, el brazo que más cerca estaba de él se alzó, y la mano contraria de Sherlock se movió al otro lado y despacio, centímetro a centímetro, dedo por dedo, se sacó el guante, su mano derecha pálida y desnuda mientras la destapaba. Deliberadamente, Sherlock estiró el brazo y reposó la mano palma arriba, en el asiento entre los dos.

No era la misma mano que se había colado en el pantalón de su pijama cuando se había despertado esa mañana, pensó John. Cómo alguien con el gran intelecto de Sherlock podía pensar que alguien podía seguir durmiendo durante el pequeño festín a tientas iba más allá de la comprensión de John. Realmente era tan inocente como decía.

Había sido una forma inesperada de despertar y se había quedado ahí, sabiendo exactamente de quien eran los largos dedos que se deslizaban ligeramente sobre su vello púbico, provocando que su sangre se concentrase en un solo punto y muy rápidamente. Se había preguntado en un principio que debía hacer, descartando inmediatamente las primeras tres ideas que se le pasaron por al cabeza. La cuarta posibilidad tuvo su mérito, la consideró seriamente con la parte de su cerebro que no se había bloqueado repitiendo "la mano de Sherlock, la mano de Sherlock" en bucle, pero finalmente decidió simplemente esperar y dejar explorara a Sherlock, considerando cómo de lejos llegaría.

Solo cuando parecía haberse quedado bloqueado y no saber que hacer, a John le dio pena y fingió su despertar, resignándose a una ducha. Por lo menos no tendría que ser fría, pensó. Desde la semana anterior, cuando Sherlock había insistido que no le importaba lo que se le pasase a John por la cabeza, no se molestó en reprimir sus fantasías.

Miraba ahora a la mano que llacía palma arriba, como ofreciéndose. El experimento en tacto había sido un éxito y Sherlock estaba claramente preparado para más. La pregunta era… ¿Para cuánto más?


Sherlock esperó, su mano quedándose fría y expuesta para ver si John aceptaba su invitación. Esto no era forzar, era solo ofrecer. No era para nada lo mismo.

¿Entendería John lo que quería decir? ¿Lo que estaba pidiendo? Como podría, si ni siquiera Sherlock mismo lo entendía. Solo sabía que quería más. Más información, mas conexión…Mas John.

Sus pensamientos se disiparon cuando una mano caliente se cerró entre sus dedos y el calor parecía escalar por su brazo. El tacto era un sentido inusual, decidió. Menos consistente que aquellos en los que decidía fiarse. ¿Cómo era posible que se aferrase al brazo de John y fuese solo para guiarse, que cerrara los brazos alrededor de John hasta en la cama, y solo fuese reconfortante y en este momento, con solo sus manos en contacto, se sintiese tan desnudo?

Rompió el silencio. "¿John?" Su voz no sonaba muy normal.

"Sherlock." La voz de John también sonaba rara, muy baja, tensa de algún modo.

Sherlock consideró como formular su petición de la mejor manera, abandonando su elocuencia habitual por un simple "¿Vestíbulo?"

Escuchó a John tomar aire y los dedos entre los suyos se contrajeron de forma abrupta, relajándose después.

"No puedo," contestó John. "No puedo besarte así, aun no, no hasta que estés seguro."

Sherlock rechinó los dientes. ¿Por qué demonios estaba tan atraído por alguien tan desesperante?

"No pongas esa cara," le dijo John. "No lo digo en el mismo sentido que tu." Su pulgar trazaba círculos en el dorso de la mano de Sherlock. "Puedo intentar explicártelo pero honestamente, dudo que seas capaz de entenderlo."

Sherlock se giró y tomó una actitud atenta, con una ceja levantada. Esto podía ser interesante.

John suspiró. "Besarse es…puede ser," corrigió. "Una experiencia muy íntima." Hubo un silencio, solo el calor de la mano de John y su pulgar moviéndose rítmicamente sobre el dorso de la mano del detective.

"Con casi todo lo demás te puedes distanciar," continuó. "Puede sonarte raro ahora, pero a veces necesitas hacerlo, dar un paso atrás en tu cabeza. A veces prolongar las cosas para que no se acaben tan rápido, para que no lleguen tan rápido; es mejor si esperas. Gratificación con retraso, ¿Me sigues?"

Sherlock asintió, aunque le parecía raro estar discutiendo algo como esto. Nunca había tenido este tipo de conversación con nadie antes.

"Besar no es igual," dijo John. "Por lo menos, no para mí," añadió. "Es muy personal, estás ahí, en ese momento, con esa persona. Estáis conectados."

Sherlock sintió su atención agudizarse con esa palabra, que tantas veces había utilizado en su cabeza en relación con John.

"Lo personal que es, lo íntimo, dependen de a quien estas besando y de tus emociones hacia ellos," continuó John. "Probablemente podría besar a cualquier otro y no sería tan importante."

Sherlock frunció el ceño. No quería que John besase a nadie más. Realmente no quería que John estuviese conectado con nadie más.

John apretó su mano un poco más. "Tranquilo, solo lo estoy explicando," dijo. "No voy a besar a nadie más." Hizo una pausa, pensativo. "Espera… ¿No estaba eso en tu lista de esta mañana de cosas que debías deducir?" preguntó, pero no esperó a una respuesta. "Bueno, no quiero a nadie más, así que puedes quitar esa."

Su pulgar volvió a trazar los círculos pesadamente. "Pero besarte a ti, Sherlock…" tragó. "Besarte sería lo más importante que me haya pasado." Sherlock tachó otra opción más de su lista de la mañana.

John seguía hablando, pero su voz provenía de un ángulo distinto: debía de tener la cabeza agachada. "He pensado en besarte millones de veces," dijo. "Dios, incluso lo he soñado. Recurrentemente." Parecía enfadado consigo mismo. "Pero estoy orgulloso de no haberlo hecho. Sé que habíamos acordado probar esto," levantó sus manos unidas para ilustrar lo que decía. "Sé que quieres explorar el sentido del tacto, investigar la posibilidad de una relación física conmigo y estoy contento con eso," aclaró la garganta. "Más que contento," añadió.

"Pero hasta que saques una conclusión, necesito protegerme un poco. Porque no quiero tener que dejarte si decides que esto no es para ti. ¿Lo entiendes, Sherlock? No quiero hacer nada que me haga imposible quedarme."

Llegado este punto, Sherlock se dio cuenta de que su contribución a la conversación hasta el momento había sido el nombre de John y un lugar de encuentro. Parecía hora de dar algo mas de si.

"¿Y besar está por encima del límite?" preguntó dudoso.

"Podría estarlo," confirmó John.

"Cualquier otra cosa está bien?·

"Todo lo demás debería estar bien."

Sherlock pensó en aquello. Era difícil, en verdad, entender la perspectiva de John. Parecía ir en contra de la típica progresión sexual que Sherlock comprendía. Sin embargo, debía admitir que el nivel de conocimiento de John excedía el suyo. Si así era como John se sentía, suponía que debería aceptarlo.

"Mira, lo dejo a tu elección, vale?" John interrumpió sus pensamientos. "Me puedes besar cuando estés seguro," continuó. "Tan pronto como tengas detalles suficientes, si tu conclusión es que deseas estar conmigo en una relación, entonces bien, hazlo."

"Pero Sherlock," añadió. "Te estoy pidiendo esto como amigo, no te apures a tomar la decisión. Sé que siempre quieres saberlo todo, y siempre tiene que ser ahora o pronto contigo pero por favor, por mi bien. Espera a estar seguro, ¿Vale?"

Parte del cerebro de Sherlock había estado trazando la ruta del taxi, anotando cada giro del viaje y sabía que estaban casi en casa.

"Está bien," aceptó a regañadientes, suspirando de nuevo. "Solo quería que me besases, eso es todo," añadió, consciente de que sonaba petulante.

Hubo una ráfaga de movimientos, una mano a un lado de su mandíbula y la presión de algo justo bajo su oreja. El roce de unos labios, un pequeño mordisco. Sherlock se quedó sin aliento por sorpresa y algo más…anticipación.

John se retiró, pero no muy lejos, sus palabras calientes contra el cuello de Sherlock. "Oh, te besaré, Sherlock. No tengo ningún problema en besarte," dijo. "Te besaré en el lugar que quieras." Sus dientes rozaron la oreja de Sherlock. "Excepto en los labios," añadió.

El taxi paró en Baker Street y John le pagó al taxista mientras Sherlock abría la puerta y salía. Cuando John pisó la acera, Sherlock tomó su mano y la colocó sobre la hebilla de su cinturón. Lo suficientemente alto para ser decente, pero lo suficientemente bajo para dejar claro lo que quería. "¿En cualquier sitio?" preguntó con una ceja alzada, como invitación.

John tropezó mientras cerraba la puerta del taxi, pero se equilibró enseguida, deslizando su otra mano bajo el abrigo de Sherlock hacia su espalda, apretando las manos para aguantar el abdomen de Sherlock entre ellas. "Dios, si," susurró.


La mente de John daba vueltas mientras le soltaba y se giraba hacia la puerta principal. ¿Acababa de acceder a hacerle a Sherlock su primera felación? Ciertamente, eso parecía.

Se preguntaba si Sherlock estaría preparado para tal intensidad, pero se desprendió del pensamiento rápidamente. Por lo menos ahora tenía la experiencia del masaje, y si se había sentido confiado para hacer la sugerencia, John decidió que respetaría la decisión. Después de todo, John era humano… la oportunidad de poner sus manos, de poner su boca en Sherlock era una oportunidad que no podía resistir más, no cuando se la habían ofrecido tan libremente, tan ávidamente incluso.

Su mano derecha se cerró alrededor de la muñeca de Sherlock y tiró de él rápidamente hacia la puerta, la mano izquierda buscando las llaves en el bolsillo.

Fue en este punto cuando Sherlock se paró en seco y puso su mano sobre la de John, que justo encajaba la llave en la cerradura. "Espera, John," le dijo. "Alguien está aquí."

Antes de que John tuviera siquiera la oportunidad de girarse a mirar, Sherlock gruñó, y se inclinó hacia delante hasta que su frente golpeó la puerta.

"Buenas tardes," la voz de Mycroft llegó desde detrás. John se giró. El mayor de los Holmes sonreía educadamente, pero había una nota extraña en él, no estaba contento.

Sherlock habló sin moverse. "¿A qué se debe el desagrado de esta visita en el peor de los momentos?" preguntó, con lo que John entendió como una mala educación entendible.

"¿Entramos?" Sugirió Mycroft, haciendo un gesto hacia la puerta. John miró a Sherlock, quien parecía extremadamente harto, luego giró la llave y les guio al interior.

Los dos hermanos se sentaron uno frente a otro en las butacas, ocupados en una batalla de pensamientos silenciosos mientras John iba de un lado para otro preparando el té. Cuando todos tuvieron sus tazas, la habitación se quedó en silencio. John se inclinó contra la mesa, decidiendo quedarse al margen lo máximo posible.

Finalmente, Mycroft habló. "¿Crees que estas siendo completamente razonable?" preguntó, dirigiendo sus palabras hacia su hermano. "Hace solo una semana, estabas feliz de que Moriarty te subestimase y ahora, aquí estáis ambos," su mirada de desaprobación se movió hacia John. "Atrayendo su atención deliberadamente."

Sherlock torció el labio, pero se negó a comentar.

"Ha resuelto el caso, ¿Sabes?" Apuntó John. "Dos asesinos de sangre fría fuera de las calles."

Mycroft no parecía impresionado y se giró de nuevo hacia Sherlock. "¿Tienes intención de seguir poniéndote en peligro?" preguntó. "¿De jugar al detective ciego de nuevo hasta que Moriarty haga otro intento de pararte? Un intento que John no podrá prevenir esta vez."

"¿Y qué quieres que haga?" demandó Sherlock irritado. "¿Sentarme hasta que mi cerebro se pudra del todo?"

"Espero que me dejes hacer mi trabajo, para que sea seguro que tu vuelvas a hacer el tuyo," le dijo Mycroft. "Tengo a gente buena trabajando en el caso Moriarty. No será una amenaza por siempre."

"No tienes a nadie tan bueno como Sherlock," John alzó la voz. "Deberías dejarle ayudar si quieres atrapar a ese psicópata. Probablemente sea el único que pueda."

Los labios de Sherlock se torcieron en una media sonrisa, pero Mycroft se puso en pie con gesto frío. "Me sorprendes, John," dijo. "Me sorprendes mucho."

Balanceó su paraguas hacia delante y hacia atrás antes de apoyarse en él. "Había pensado que…dados tus sentimientos," había un cierto toque de desdén en su voz, "Estarías más interesado en proteger a Sherlock y menos dispuesto a animarle a ponerse en situaciones peligrosas y potencialmente mortales." Miró a John por encima de la nariz, tomando ventaja de su altura. "Confieso que estoy decepcionado," añadió.

John miró a Sherlock, cuyos labios formaban una fina línea. Mycroft mostraba un claro ejemplo del Síndrome del Hermano Mayor. Quería a Sherlock, pero no le respetaba realmente. Reconocía el intelecto de su hermano y era feliz utilizándolo cuando la ocasión se presentaba, pero todavía le trataba como un niño, lo que por supuesto hacía a Sherlock comportarse de forma más infantil aún.

Esto explicaba por qué la señora Hudson había mencionado a John que el alquiler ya estaba pagado y por qué siempre que utilizaba el cajero automático parecía que el balance no cambiaba nunca. También explicaba por qué Sherlock estaba tan poco acostumbrado a los elogios, pese a tener un hermano que se preocupaba por él. Mycroft era feliz protegiendo y cuidando a su hermano, pero no le gustaba que tomase sus propias decisiones.

John se irguió un poco más, su postura cambiando junto con su actitud hasta que el hombre haciendo frente a Mycroft era el soldado que conoció el primer día.

"Entiendo que quieres lo mejor para Sherlock," dijo. "Y reconozco que me apoyaste en el hospital y desde ese momento porque asumiste que mis prioridades eran las mismas que las tuyas."

Aguantó la mirada a Mycroft mientras hablaba, y su voz era potente. "Seré muchas cosas para tu hermano, y no es un secreto que quiero ser más, pero no soy su guardián." Echó una mirada rápida a Sherlock, que estaba descolocado.

"Si intento evitar que Sherlock haga lo que más quiere, si no dejo que sea el hombre que és, mejor que le dispare yo mismo," dijo de forma cortante. "Si a eso le llamas amor, mejor guárdatelo."

Ambos hermanos Holmes mostraban similares expresiones de sorpresa, y ambos cambiaron la cara cuando Mycroft se giró para enfrentarle de nuevo. Se le ocurrió a John que Mycroft no tenía que molestarse en ese momento, pero que quizá Sherlock había recobrado la vista y no lo había admitido… Realmente, era la típica cosa que Sherlock haría, mientras Mycroft estuviese preocupado. John negó con la cabeza a los dos.

Mycroft se sentó de nuevo, su mirada alternando entre los dos, y John se dio cuenta de que el ligero temblor de la mano de Sherlock parecía reclamarle. Se reclinó sobre el reposabrazos, el brazo de Sherlock rodeándole enseguida.

Después de unos minutos, Mycroft asintió y se levantó de nuevo. "Muy bien," dijo. "¿Es esto lo que quieres, Sherlock?"

John sintió la mano en su cadera apretarse.

"Lo es," respondió Sherlock, y John tuvo el sentimiento familiar de que se comunicaba más de lo que se estaba diciendo.

"Enviaré a Anthea por aquí en un rato," les dijo Mycroft. "Os pondrá al día sobre la situación actual."

John hizo el amago de levantarse pero la mano de Sherlock le apretó y se volvió a sentar suavemente.

Mycroft levantó una ceja. "No te levantes, John," dijo. "Ya sé dónde está la salida." Su mirada pasó sobre los dos. "Os veré pronto," añadió antes de partir.

El piso se quedó en silencio después de que se marchase y John se giró para mirar a Sherlock, cuya expresión era de lo más inusual. Una sonrisa crecía lentamente y John se topó con que se movía, ya que Sherlock usó ambos brazos para tirar de él, deslizándole hacia la butaca hasta que acabaron con Sherlock estirado y John tumbado sobre él boca arriba.

Gruñó por sorpresa y Sherlock ajustó su posición, su brazo izquierdo extendiéndose sobre el pecho de John para sujetarlo y la otra mano deslizándose hacia abajo, bajo la cintura de los vaqueros. La posición recordaba a cómo se habían despertado aquella mañana. Arqueó la espalda ante la sensación y la voz de Sherlock se oía grave y ronca.

"John," decía la voz. "John, si hay algo que quieras…" John cerró los ojos cuando sintió los labios de Sherlock rozar su cuello. "Si hay algo que hayas….imaginado…" Los labios se movieron hacia arriba y los dientes de Sherlock atraparon el lóbulo de su oreja. "Cualquier cosa que pueda hacer por ti…" El cuerpo de John tembló al completo y se agarró a los brazos de la butaca para ponerse derecho.

La mano de Sherlock se deslizó hacia arriba y comenzó a desabrochar su cinturón. "Ahora sería un buen momento…" susurró.