Disclaimer: Los personajes pertenecen a la excelente escritora JK Rowling, yo solo juego con ellos ;) .

Summary: Draco Malfoy es el soltero de oro del mundo mágico. Un engreído insoportable, caprichoso, mujeriego y narcisista, con matrícula de honor en mojar las bragas de la población femenina. Su nuevo capricho ya tiene nombre y apellido: Hermione Granger.


La chica del pañuelo verde

Capítulo uno:

End of summer.

"Cuando algo va mal… siempre puede empeorar"

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-.-.-.-.-.-.-

Dicen que el amor de verano es fugaz, pero a veces, lo que comienza como una aventura puede terminar en algo serio. Un simple viaje a la playa es todo lo que se necesita para despejar nuestras mentes, abrirnos el corazón y escribir un nuevo fin para una vieja historia. Están aquellos que se queman con el calor, sólo quieren olvidar y empezar de cero. Mientras que hay otros que quieren que cada instante dure eternamente.

Aunque estamos de acuerdo en una cosa, el bronceado desaparece, los fuegos artificiales se apagan y todos acabamos hartos de la arena en los zapatos… Pero el final del verano es el inicio de una nueva temporada.

Una nueva temporada para renacer y volver a empezar, para algunos es la oportunidad de volver a pasar página y para otros es la sorpresa de ver algo florecer.

Tenemos el lujo de poder diseñar nuestras propias vidas.

La chica del pañuelo verde.

-.-.-.-.-.-.-

Suspiró. Ya había acabado.

Hizo clic en la X de la esquina superior derecha, acto seguido, apareció en el centro de la pantalla una ventana rectangular y volvió hacer clic pero esta vez en guardar, el documento que acababa de escribir se cerró y apareció frente a ella su fondo pantalla. Hermione miró la imagen durante unos segundos perdida en sus pensamientos.

Ron tenía una enorme sonrisa de chocolate y con su mano derecha, en la que tenía un helado de cucurucho del mismo sabor que el de sus labios, restregaba la bola sobre la cara de la morena. Ésta aparecía con los ojos fuertemente cerrados riendo e intentaba apartar la mano del pelirrojo con las suyas.

Parecía que hacía años de aquella foto, pero en realidad, no hacía más de dos semanas. Hermione sonrió con cariño al recordar los momentos que había vivido con Ron ese último mes, pero solo eso, no había ningún sentimiento oculto de ningún tipo, ni nostalgia, ni dolor, ni amor, ni nada, solo cariño, como el que se le tiene a un buen amigo. La morena bufó. Si hubieran seguido siendo solo amigos, ahora no tendrían una relación tan incómoda.

Tras la caída de Voldemort, Ron y Hermione decidieron no dar otro paso en su relación. Ninguno se arrepentía del beso que compartieron durante la batalla, pero ambos estuvieron de acuerdo en que fue por necesidad. Estaban en guerra, no sabían si saldrían vivos de ella, y necesitaban decirse de algún modo que se querían, y ahí es donde entra la escena del beso. Por lo que siguieron con su perfecta relación de amistad junto con Harry, el trio de oro. Después de diez años, sin que nadie lo planease comparten un beso en una salida y se enredan. Acababan de comenzar sus vacaciones, por lo que dos días después de aquello, ambos se fugaron sin avisar a nadie a un pequeño pueblo del sur de España del mundo muggle.

Pero no todo fue como esperaron. Hermione y Ron disfrutaron de su tiempo juntos, por lo menos, de todos aquellos momentos en los que no se tiraban los trastos a la cabeza. No eran compatibles. La morena no soportaba su constante comportamiento infantil con su falta de razonamiento y lógica, que le hacía pensar en ocasiones que estaba veraneando con un niño de cuatro años, en vez de lo que realmente era, una escapada romántica. Y al pelirrojo no le gustaba lo metomentodo y marimandona que era, aunque él sabía que ella en Hogwarts ya era así, tras pasar casi un mes 24 horas juntos, llegó a molestarle demasiado su comportamiento. En conclusión, sus caracteres chocaban, por lo que todo acabó en desastre. Un amor de verano, una simple aventura que no acabó bien.

Hermione cerró con un golpe seco su portátil y disfrutó de la puesta de sol. Hundió sus manos y pies en la cálida arena y se relajó escuchando las olas del mar al romperse en la orilla. Le encantaba aquel lugar. Lástima que fuera el último día que pasaría allí. No habría cosa que quisiera más Hermione en ese momento que quedarse en esa postura eternamente, pero tenía que volver a la realidad. Agarró todas sus cosas, y mirando por última vez al mar, comenzó a caminar en dirección a la habitación de hotel en la que le esperaba Ron.

Hermione ingresó en la habitación y vio a Ron terminando de hacer su maleta. Éste levanto la cabeza y sus miradas se quedaron la una en la otra por lo que parecieron horas, hecho que puso nervioso al pelirrojo que se ruborizó hasta las orejas.

-Estoy acabando. Dame diez minutos.

Hermione simplemente asintió. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Ninguno estaba cómodo en presencia del otro.

-Te esperaré en recepción.

Ron vio a la chica dirigirse a la salida, y habló antes de que saliera.

-¿Hiciste lo que tenías que hacer?.

La morena no había querido decirle a dónde o qué iba hacer, y eso lo inquietó un poco. Hacía dos días que dejaron las cosas claras, y desde entonces, existía una fuerza superior a ellos entre los dos que les impedía que fueran de nuevo los mejores amigos.

-Sí.

-Vale. – Carraspeó el chico tras unos minutos de silencio.

-Estoy abajo.


Hermione cliqueó en Ir a bandeja de entrada, para comprobar su correo. Tenía e-mails de Harry, Luna y Ginny. Los tres preguntándole donde se había metido, los dos primeros parecían preocupados, la pelirroja tenía instintos asesinos con su mensaje escrito con amor, como se despedía al final de éste .Se dispuso a responder a cada uno de ellos diciéndoles que se encontraba bien, que sentía mucho haberlos preocupado, que ya estaba en su apartamento, y que el lunes cuando se vieran en el Ministerios les contaría todo.

No pasaron ni dos horas cuando su teléfono sonó.

-¿Sí?.

-Yo tenía una amiga llamada Hermione Granger. – Rugió una voz femenina desde la otra línea.

-Hola Ginny.

-Hola Ginny. – Dijo imitando el timbre de voz de Hermione. - ¿Eso es lo único que piensas decir?.

-Sigues teniendo una amiga llamada Hermione Granger.

La pelirroja bufó, provocando que la morena rodara los ojos.

-¿Dónde has estado?. ¿Con quién has estado?. ¿Por qué no has avisado?. ¡Explícate!. ¡Nos has tenido muy preocupados Hermione!. – Vociferó Ginny.

Hermione tuvo que apartarse el auricular de la oreja por miedo a quedarse sorda. Tener a una de tus mejores amigas, hermana de tu ex–aventura gritándote no era como ella quería pasar sus últimos días de descanso antes de retomar el trabajo. Esto empezaba a parecerle un culebrón.

-Por saber de ti. Me he rebajado a hablar con Harry. ¡Y él tampoco sabía nada!. –Sentenció la chica.

Hermione se sintió peor de lo que ya lo hacía. Si su amiga había tenido que hablar con Harry, significaba que había estado muy preocupada. Ellos tuvieron una relación de más de cinco años, pero todo acabó de malas maneras, y Ginny se juró jamás volverle hablar.

- ¿¡Me estás escuchando!.

-Como si fuera posible no hacerlo.

-¡Pues habla!.

-Te lo contaré todo. Sabes que lo haré. Pero, por favor. Espera al lunes, y lo hacemos en persona. Estoy agotada.

La pelirroja pareció barajar su respuesta por unos segundos antes de responder.

-Contéstame solo a una pregunta.

Hermione se dio por vencida.

-Está bien.

-¿Estuviste con mi hermano?.

-Sí.

Silenció. Eso fue lo que se escuchaba tras la afirmación de la morena. Hermione quiso terminar la conversación antes de que la cosa empeorara. Presentía que si no lo hacía iba a terminar discutiendo con su amiga.

-Nos vemos el lunes Ginny. Adiós.


Lunes. Ya era lunes. Y Hermione llegaba tarde. Algo no muy propio de la siempre responsable con el trabajo Hermione Granger. La morena entró con paso acelerado en el Departamento de Regulación de Criaturas Mágicas del Ministerio, Departamento en el que trabajaba. Y se dirigió directamente a su despacho dándole un breve saludo a su secretaria.

Nada más ingresar en la habitación, lo primero que vio fue su rostro en el espejo que tenía frente a la puerta, justo en la pared encima de su escritorio. Suspiró.

-Gracias humedad. Siempre quise parecerme al Rey León. – Dijo mirando los cristales empañados.

Se dirigió a su cómoda silla de trabajo, y esparció sobre su escritorio los documentos que tenía que revisar.

Bien. Empecemos. Pensó.

Pero no lo hizo.

Hermione levantó la cabeza sobresaltada cuando escuchó que su puerta se abría con un golpe seco. Se quedó mirando a Ginny, que cerrando con un poco más de cuidado la puerta, ingresó en su despecho y dejó caer una revista sobre su escritorio.

Oh no. Pensó en respuesta a su pensamiento anterior.

-¿Puedes explicarme lo que pone ahí?. – Preguntó mientras se acomodaba en una de las sillas frente a la morena.

-Hola Ginny. ¿Cómo estás?. Yo muy bien. Gracias por preguntar. – Hermione acabó de hablar con una espléndida falsa sonrisa.

La pelirroja la miró con exasperación.

-¿Y bien?.

Hermione suspiró.

-¿No tienes trabajo que hacer?. – Preguntó mientras ojeaba la revista que había traído la ex-Gryffindor.

-Trabajar día a día es la opción fácil. A mí me gustan los retos.

La morena sonrió negando con la cabeza. Ginny nunca cambiaria.

-Está bien. ¿Qué quieres saber Reina Cotilla?.

-Yo no soy cotilla. Solo me gusta estar informada. – Respondió con un mohín.

-Perdón por la insinuación. –Ironizó.

Ginny se inclinó sobre la mesa y pasó algunas páginas hasta llegar a la que quería, luego señaló la de la derecha.

-Podrías empezar por ahí. – Hermione se quedó mirando lo escrito en la página señalada. - ¡Entiéndeme!. Me tienes confusa. – La acusó. – Desapareces un mes. No avisas a nadie de tu paradero. Vuelves, y me dices que has estado con mi hermano. He estado asimilando estos días el que tú seas mi cuñada, porque que quieres que te diga Hermione, nadie esperaba que acabarais juntos, al menos no desde que estuviste saliendo por dos años con aquel chico, ¿cómo se llamaba?, bueno da igual. – La morena alzó una ceja. – Ésta mañana antes de venir al Ministerio, paso a comprar la revista muggle en la que trabajas y me encuentro eso. – Volvió a señalar la página.- ¿Es un amor de verano lo que tuviste con mi hermano o has visto algo florecer junto a él?.

Hermione miró la columna que ella misma había escrito durante la tarde del último día de sus vacaciones en España. Aún recordaba la sensación de arena entres sus dedos.

La morena tenía su vida dividida entre el mundo mágico y el mundo muggle. Trabajaba en el Departamento de Regulación de las Criaturas Mágicas del Ministerio y vivía en el mundo mágico, pero también pasaba muchos días entre muggles y trabajaba escribiendo en una revista muggle sobre relaciones sentimentales. Un tema muy extenso y complejo sobre el que ella no tenía mucha experiencia, ya que solo había tenido una relación de dos años y una aventura recientemente, pero siempre que escribía algo era referido a lo que ella estaba viviendo o alguna de sus amigas en ese momento. Fue algo espontáneo. Le dieron la oportunidad, y sin pensárselo mucho la tomó. Era una forma de mantenerse unida al mundo muggle, una excusa más para poder visitarlo más seguido. Era lo que tenía ser hija de muggles y ser criada entre dos mundos, tenía un pedacito de cada uno en su corazón, y no quería cortar ningún lazo.

Hermione escribía en la revista bajo un seudónimo La chica del pañuelo verde, ¿por qué ese nombre?, realmente no tiene ninguna explicación, simplemente necesitaba uno, y ese fue el elegido entre una lista por las chicas y ella. Ginny y Luna eran las únicas que sabían sobre este trabajo, ni si quiere les contó a sus padres.

-Lo que tuve con tu hermano fue un amor de verano.

-El más breve de la historia. – añadió Ginny.

Hermione hizo una mueca y se dispuso a contarle lo ocurrido durante ese mes, y lo incomoda que su relación era en la actualidad. Ginny la estuvo escuchando durante una hora sin interrumpir, y justo cuando acabó de hablar, alguien llamó a la puerta.

-Señorita Weasley, su jefe lleva buscándola desde hace rato. – Dijo una mujer mayor con mirada preocupada.

Ginny bufó.

Inoportuno. – masculló frunciendo el ceño.

-Enseguida irá. Gracias Magda. – Sonrió Hermione en su dirección.

-Lo juro. Este tío vivirá por y para tocar los cojones de por vida. – Sentenció la pelirroja mientras se alisaba la falda que llevaba puesta. – Por cierto. Tengo noticias jugosas para ti. Agárrate a donde puedas.

Hermione no dudó de las palabras de su amiga, y se agarró con determinación a su escritorio.

-Dispara. – Siseó mirándola seriamente.

-Nuestra Luna está saliendo con Theodore Nott.

Primer cañonazo. Muerta en el acto.

-¿Y..? . – Siempre había un 'Y'.

-Hoy empieza a trabajar en el Departamento de Misterios, Draco Malfoy.

El segundo cañonazo la remató.


Luna trabajaba con su padre en El Quisquilloso, y todos los días que podía, se acercaba hasta el Ministerio para comer con Ginny y Hermione. Y éste lunes, fue uno de ellos. La rubia estaba ansiosa por saber dónde se había metido la morena, y ésta no tardo en contarle todo lo ocurrido con Ron. Luna se entristeció mucho al saber que todo acabó mal, pero la animó a seguir buscando a su chico, así como ella lo había hecho. La rubia afirmó ser muy feliz junto a Theo, como ella lo llamaba.

Hermione aun no podía creer que esos dos anduvieran juntos. Se le hacía demasiado extraño. Pero su amiga irradiaba felicidad al hablar de él, por lo que la morena pronto acepto que si ellos se querían, era lo correcto. Luna les contó cómo se habían conocido. Por lo visto, ambos frecuentaban la misma cafetería algunas mañanas antes de ir al trabajo. Un día, ésta estaba abarrotada, por lo que nuestra extrovertida amiga, que ya se había fijado que el ex-Slytherin iba mucho por allí, al verlo sentado solo en una mesa para dos, se acercó a él y le preguntó si podía acompañarlo, éste se sorprendió porque ella le hablara, pero no se negó, y desde entonces no se han separado. Luna decía que fue amor tras la primera conversación.

Estaban terminando de comer, cuando apareció por la puerta Theo. A la rubia se le iluminaron los ojos y se dirigió dando saltitos hacia el chico que la esperaba con los brazos abiertos.

Hermione se frotó la frente mientras observaba como se hacían ojitos el uno al otro. Eso demostraba que siempre había alguien reservado para cada persona. Sin importar lo rara que pudiese ser la persona en cuestión. Una lástima que ella no pudiera encontrar a ese alguien.

-Me voy a casa a ponerme de mal humor. – Comunicó como despedida la morena.

Ginny y ella solo trabajaban de mañana en el Ministerio, muy rara vez el día completo, por lo que tras comer podía irse a su casa. Y eso es lo que planeaba Hermione. Irse a casa y hundirse en su mullido sofá a comer helado mientras veía una comedia romántica. Algo muy muggle.

-Oye, ¿cancelo mi cita de esta noche y nos juntamos tú y yo?.

-Ginny. No voy a suicidarme. Solo romperé algunos platos y me acostaré. - Bromeó la morena.

Pero la pelirroja no sonrió como ella esperaba.

-Ginny. Ve, y diviértete por las dos. – Dijo Hermione mientras recogía sus cosas.

-¿Segura?. – Preguntó.

-Segura.

Hermione se despidió de Luna y Nott, felicitándoles por su reciente romance, y abandonó la cafetería.

Pocos minutos después, la morena iba caminando distraídamente por la avenida cercana a su apartamento, cuando lo vio.

Un Marlboro en su boca, las gafas de sol cubriéndole los ojos. Tenía aire de duro, aunque no lo necesitaba. Sonreía en su dirección. Una sonrisa preciosa, a pesar de que no sean muchos los que han tenido la suerte de poder apreciarla.

Ella lo miró embelesada. ¿Aquel hombre de porte atractivo y seguro, era el mismo chico que conoció años atrás?. Hermione no podía creerlo. Lo escaneó sin ningún pudor. Su pelo rubio platino estaba peinado hacia atrás como lo había llevado durante sus primeros años en Hogwarts, sus rasgos eran masculinos y marcados, y su tez pálida resplandecía por el color de su gabardina negra. Hermione nunca lo diría en voz alta, pero siempre había sentido debilidad por los hombres vestidos de negro.

En el justo momento en el que sus miradas se cruzaron – literalmente, porque el chico no se había quitado las gafas - el cigarrillo, ya consumido, cayó al suelo, empujado por un movimiento preciso y elegante de sus dedos.

Presumido. Pensó.

Él no dejó de mirarla. Hermione se sintió de pronto nerviosa, y rápidamente apartó sus ojos. Aunque no le viera los ojos, podía sentir la fuerza de la mirada del ojigris sobre ella. Con un simple asentimiento de cabeza en su dirección como saludo, Hermione retomó su camino con paso tembloroso.

-No piensas hablarle a un viejo amigo.- Habló una voz que conocía muy bien, aunque más atrayente de lo que recordaba.

Ella se volvió hacia él sorprendida. Draco Malfoy se acercaba a Hermione con paso decidido.

-No sabía que así lo querías.- Respondió Hermione cuando se recuperó de la impresión.

-Granger, siempre tan complaciente.- Dijo burlón, mientras se retiraba las gafas.

Hermione tuvo que tragar en seco al mirar directamente a sus ojos metálicos.

Es Malfoy. ¡Por Merlín!. Se abofeteó mentalmente. ¡Compórtate!. Se recriminó.

-Creía que entre tú y yo no había ningún tipo de lazo. No vi necesario acercarme a entablar una conversación. –Dijo mordaz.

-Entiendo. – Sonrió arrogante.

Hermione sabía leer entre líneas. Malfoy no era tonto, sabía muy bien lo que decía. El rubio había notado perfectamente desde que sus miradas se cruzaron que ella había quedado impresionada al verlo, y que además, se había puesto nerviosa. La morena apretó los puños junto a su cadera.

-¿Por qué tienes que ser tan pedante?.

El aludido alzo las cejas de forma arrogante como lo había visto hacer años atrás, y si vacilar, cortó la poco distancia que lo separaba de la chica. Hermione mordió su labio inferior.

¡Aléjate de él!. Pensó, y automáticamente retrocedió un paso.

-¿Huyendo, Granger?. – Preguntó divertido el rubio.

Hermione bufó, y en un parpadeo, Malfoy había vuelto a acortar la distancia entre los dos.

El aroma tan masculino que desprendía invadía todos los sentidos de Hermione. Draco extendió el brazo y le acarició un mechón de pelo. La chica tragó en seco y sintió sus mejillas colorearse de rojo. ¿Qué le estaba pasando?. El rubio la miraba intensamente. Sus cuerpos no se rozaban en ningún otro lugar, pero ella habría jurado que podía sentirlo con todos los poros de su piel.

-¿Cómo has estado, Granger?. –Preguntó el rubio.

Hermione no pudo evitar pensar que había cambiado mucho desde sus años en Hogwarts. No solo por el físico, eso era evidente. Sino, por la forma de comportarse. Él jamás habría entablado una conversación con ella a no ser que fuera para insultarla. La guerra los había cambiado a todos.

La morena no lo había vuelvo a ver desde el juicio que hubo tras la guerra. Nunca se había cruzado con él, solo había visto un par de fotos en El Profeta, pero aquellas imágenes no le hacían justicia. En persona imponía más. Y de un día para otro comienza a trabajar en el Ministerio. Hermione tenía entendido que trabaja en su mansión, llevando el negocio familiar ya que su padre estaba en Azkaban.

-No me puedo quejar. ¿Y qué hay de ti, Malfoy?.

-Tampoco puedo quejarme. – Dijo encogiéndose de hombros. – ¿Tuviste tu final feliz con la comadreja?. – Preguntó con las cejas alzadas.

Hermione frunció el ceño tras escuchar el apelativo con el que se dirigió a Ron. Algunas cosas nunca cambian. Tampoco podíamos pedir milagros. Se dijo con ironía.

-Mi vida privada no te incumbe, Malfoy.

-Me tomare eso como un no. – Respondió con una sonrisa pedante.

Estúpido engreído.

-Ven a tomar un café conmigo, y hablamos. – Propuso Malfoy, aunque sonó más como una orden.

Hermione frunció el ceño. Era obvio que este Malfoy no era el que conoció en la escuela, pero tampoco creyó que cuando volvieran a verse querría tomar un café con ella, como si fueran íntimos amigos.

-¿De qué quieres hablar?. – Preguntó perspicaz.

El chico pareció pensarlo por un momento.

-Podríamos hacerlo sobre lo bien que te han sentado los años. – Soltó con descaró el rubio enviando una elocuente mirada a sus senos.

Hermione se sonrojó tanto que creía firmemente que los tomates maduros le tendrían envidia. Con un movimiento brusco, cruzó los brazos sobre su pecho, gesto que hizo reír al chico.

Genial. Ahora soy su bufón personal.

Y es que la morena nunca había visto sonreír tan seguido a Draco Malfoy, al menos no con crueldad o despotismo como solía hacerlo, y el que él estuviera siendo tan natural a su alrededor la confundía de una forma abrumadora. Además, de que jamás pensó en tener una conversación civilizada con Draco Malfoy. Bueno, si es que se le puede llamar civilizado a aquello.

Una melodía interrumpió los pensamientos de la chica. Draco sacó con elegancia un pequeño móvil de su gabardina, y sin mirar el identificador, se lo llevo a la oreja.

-Hombre . Ya me conoces, siempre estoy liado.- Susurró sensualmente. – Sí. Vale, sí. A las 7. – Con un elegante movimiento de muñeca apartó la manga de su gabardina y miró su carísimo y elegante reloj – Mejor quedamos a las 6 y media. Vale. Nos vemos. Adiós.

Guardó el móvil en su bolsillo, y miró de nuevo a la chica que tenía frente a él.

-Lo siento, es una amiga que está enferma.

Hermione tenía la mandíbula desencajada. Antes de que sonara el maldito móvil la morena estaba teniendo una batalla interna con sus hormonas. Pero después de lo que había oído, su cuerpo le gritaba que le pateara los huevos. Se sentía humillada. Había estado coqueteando con ella hacía solo unos minutos, y tiene el descaro de hacer planes con otra en su cara. Esto era más de lo que una ex–Gryffindor podía soportar.

-¿Has quedado con otra delante mía?.

Mierda. Acababa de dejarse en evidencia. Ahora parecería que le importaba lo que hiciera o no con su vida.

-Está enferma. – Dijo con naturalidad.

-Sí, claro. Y tú vas a curarla con tu pene mágico.

Doble mierda. Su dignidad estaba a cero… y descendiendo.

Draco alzó una ceja con expresión divertida. Hermione tuvo que recordarse que estaban discutiendo para que no flaqueara su expresión de incredulidad.

-¿Estarías dispuesta a calentar ésta noche mi cama?. – Preguntó sin tapujos.

-¡P-por supuesto que no!. – Le gritó indignada.

-Lo suponía. – Suspiró teatralmente. Imbécil. – Tengo que irme Granger. Hay una amiga enferma que necesita de mis cuidados.

Hermione se quedó viendo como el rubio se marchaba, y hasta que no lo vio desaparecer por un desvío a la derecha, no apartó la mirada. La morena frustrada, pegó una patada a una piedra que había en el camino, haciéndose daño en en el acto.

-Mierda. – Masculló entre dientes mientras sobaba su pie derecho sobre el calzado.

Vale, genial. ¿Qué pasará después?. ¿Me atropellará un autobús?. Pensó sarcástica.


Continuara...


Aquí les traigo mi último trabajo. ¿Qué les pareció?.

Lo único escrito por mi hasta ahora es un OneShot Dramione que les invito a leer 'Emociones en el baño', lo encontraran en mi perfil ;). ¡Denme su opinión!. Acepto críticas, y son bienvenidas todas vuestras recomendaciones.

Si os ha merecido la pena la lectura y quieren conocer el desarrollo de esta trama déjenme un review. Me harán muy feliz. :)

Eishel.