Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen. Son todo creación de J.K.R . Sólo la situación insólita salió de mi cabeza.

Capítulo 1

No era fácil estar enamorada de su profesor de Pociones. ¿Pero acaso ella había tenido la culpa? No. Simplemente había sucedido y ni siquiera podía especificar el momento en que todo inició. Tal vez fue porque él era el único que no la alagaba y siempre le pedía que diera más de sí mediante palabras hirientes y críticas despectivas. O tal vez por esos profundos ojos que cuando la miraban fijamente le aceleraban el corazón de tal modo que ella creía que zumbaba en vez de latir. La cuestión era esa, estaba perdidamente enamorada de Severus (en su mente siempre lo llamaba por su nombre) pero él parecía no notarla dentro de los centenares de alumnos que tenía. Era por eso que siempre intentaba sobresalir más en su clase que en el resto, que cada vez que lo tenía cerca se estremecía del placer y no podía hacer más que tartamudear incoherencias. Por desgracia, no eran demasiados los momentos en que estaba a su lado si no era cuando él se aproximaba a vigilar su caldero. Pero eso iba a cambiar. Estaba decidida a intentar, al menos, tenerlo durante unos momentos para ella sola cuando se ganara un castigo.

Decidida a poner en práctica su plan se encaminó a las mazmorras. Sus amigos la encontraron por el camino y se fue charlando con ellos tranquilamente. Después de todo, tenía que actuar como si nada malo estuviera a punto de pasar.

Ocupó su usual lugar, al lado de Neville, quien la saludó algo nervioso y más distraído de lo usual.

-¿Te encuentras bien?- le preguntó ella preocupada.

-¿Eh? Sí, sí… Sólo…- Miró hacia atrás y viendo que Snape acaba de entrar se apresuró a decir- Nada.

-SILENCIO- rugió el hombre mientras entraba con su capa ondeando detrás de él- Hoy realizarnos una simple poción conocida como "cazabobos" ¿Alguien sabe de qué se trata?

Hermione alzó la mano inmediatamente pero él la ignoró.

-¿Nadie?- inquirió el profesor-Es lamentable. Son el último año. Mucho de ustedes re-cursan y ni siquiera pueden decirme de qué se trata esta simple poción… Cinco puntos menos a Griffyndor por ignorantes.

Los de Slytherin, con quien compartían clase, rieron divertidos.

-Yo lo sé, profesor- se arriesgó a decir Hermione.

Snape volteó los ojos hacia ella e inmediatamente se sintió ruborizar. ¡Qué lindos ojos que tenía!

Concéntrate, se dijo a sí misma.

-Vaya, señorita Granger, ni cinco minutos han pasado y usted ya está abriendo su bocaza… ¿A caso alguien le dijo que dijera algo? No, nadie. Así que guárdese sus molestos comentarios para cuando alguien se los pida.

Hermione, en vez de sentirse insultada, sonrió. ¡Le sonrió a Severus Snape!

-La poción cazabobos es conocida por hacer que aquellas personas que la beban o la toquen padezcan de idiotez momentánea- le contestó mirándolo desafiante por primera vez-Los efectos pueden durar alrededor de cuatro a cinco horas, todo depende de la persona.

-¿Qué le acabo de decir, Ganger?- escupió las palabras Snape mirándola furioso- Veinte puntos menos por no poder mantener la boca cerrada.

-Sabe, profesor- siguió diciendo ella ante la mirada asombrada de todos los alumnos de ambas casas- hay veces que pienso que muchos alumnos la beben constantemente. Especialmente los de Slytherin.

-¡Castigada por dos semanas!- gritó Snape y cuando escuchó la risa de los de Griffyndor seguido por los insultos de los Slytherin añadió-¡SILENCIO!

La orden fue cumplida inmediatamente. Todo el salón quedó sumido en un profundo silencio que nadie se atrevió a romper. Incluso Hermione hizo caso que no cabía de la felicidad al haber conseguido lo que quería. ¡Dos semanas completas al lado de su querido profesor!

-Señorita Granger, no quiero más interrupciones suyas en esta clase- le ordenó Snape- Si llego a escuchar cualquier otra palabra suya, estará castigada el resto del año. ¿Ha entendido?

Hermione asintió tratando de colocar en su rostro la mejor expresión de aflicción que pudo.

Snape dejó las instrucciones anotadas en la pizarra y se sentó al lado de su escritorio mientras corregía unos cuantos desastrosos trabajos de primer año. Pero de vez en cuando, sin que nadie lo viera, levantaba la mirada hacia cierta jovencita que ese día lo había asombrado desafiándolo frente a toda la clase. ¿Qué rayos le sucedía? Granger no era de las alumnas que buscasen motivos para perjudicar sus notas y menos hasta el punto de quedar castigada.

Deja de mirarla, se ordenó.

Pero la verdad era que le costaba tanto trabajo hacerlo. Si no fuera porque en esa clase había ciento de adolescentes impertinentes y malcriados la hubiera callado con un beso… ¿A quien quería engañar? Jamás haría tal cosa ni si estuviera solo a su lado, cosa que sucedería cuando cumpliera su castigo. ¿Por qué la había castigado? ¿Por qué, tan sólo, no le había bajado muchos puntos? No quería ni pensar en la posibilidad de haberlo hecho tan sólo porque deseaba tenerla a su lado a solas al menos por unos momentos disfrutando secretamente de su compañía.

La clase transcurrió con relativa normalidad. Ella realizó correctamente la poción y él gritó e insultó como siempre a sus alumnos o sea que gritó e insultó a los de Griffyndor sin miramientos. Cuando llegó el final pidió que dejaran una muestra sobre su escritorio. Todos así lo hicieron pero los últimos fueron Neville y Hermione.

-Apúrense, ¿O creen que tengo todo el día?- les gruñó.

Hermione, sin mirarlo, dejó con cuidado el frasquito al lado de los demás. Neville, en su nerviosismo, se tropezó con sus propios pies al acercarse y cayó sobre el escritorio rompiendo y derramando todos los frascos. Severus se apartó precipitadamente para no ser tocado por la poción mientras le gritaba a Neville.

-¡¿PERO QUÉ HA HECHO?

-Lo… lo siento… pro…

Pero antes de terminar de hablar miró hacia sus manos que estaban embardunadas de las diferentes pociones y su rostro se puso blanco. Severus tarde se dio cuenta de lo que iba a suceder. El muchacho soltó una carcajada que retumbó en el salón y se levantó de prisa tambaleándose, sacó su varita y apuntó aquella mezcla pegajosa.

-¡No!- le advirtió Snape.

Confringo! ¡Mimblewiiimbleee!- gritó Neville que en ese momento se tambaleo y en vez de lanzar el hechizo contra la mesa, éste salió disparado contra Snape.

Severus no alcanzó a reaccionar a tiempo y se preparó para recibir el primer rayo contra él pero no fue así. Hermione se apresuró a colocarse delante de él.

Protego Totalum!- gritó ella.

El hechizo rebotó contra Neville pero ya había perdido intensidad así que sólo lo dejó inconsciente. Pero el segundo venía. Snape, sintiéndose ofendido por haber sido salvado por ella, la apartó haciendo romper el hechizo protector recibiendo de lleno el segundo encantamiento.

-¡Profesor!- gritó Hermione mientras corría hacia él que había caído de espalda al suelo.

Cuando Severus abrió los ojos, lo primero que vio fue el rostro de Hermione preocupado, luego sintió las manos de ella en su rostro y, finalmente, sintió que su cabeza se partía de dolor.

Gimió mientras se llevaba una mano a su frente para intentar contener de algún modo aquel punzante malestar.

-¿Se encuentra bien, profesor?- preguntó Hermione.

-Sí, Granger- gruñó él-Ahora apártese y déjeme levantarme.

Ella se apartó rápidamente algo ruborizada. Severus intentó levantarse ayudándose con sus manos apoyadas en el suelo. Intentó que su rostro permaneciera impasible pero estaba seguro que hizo una o dos muecas ya que vio a Hermione morderse el labio y hacer un pequeño movimiento para adelantarse a ayudarlo. Afortunadamente no lo hizo. Ya se había humillado lo suficiente a sí mismo como para seguir con lo mismo.

-¿El señor Longbottom sigue inconsciente?- preguntó.

-Sí, profesor.- contestó ella.

-Cuídelo durante unos momentos. Yo iré a buscar al director.

Hermione asintió pero él no la pudo ver porque ya había cruzado el umbral de la puerta para marcharse. Se acercó a Neville y le rozó el rostro con la punta de sus dedos con cuidado.

-Neville- lo llamó pero él no despertó.

Suspirando, se sentó a su lado. Alzó la vista hacia la pared que tenía enfrente y fue ahí cuando lo vio. Un muchacho delgado, de cabello oscuro llegándole hasta la altura de los hombros, de unos diecisiete años y esos ojos negros que reconocería en cualquier lado porque eran los que tanto amaba y que la hacían temblar… Contuvo la respiración abriendo inmensamente los ojos. ¡No podía ser verdad!

Se levantó rápidamente.

-¿Quién eres?- preguntó.

El muchacho, que parecía estar bastante desconcertado, la observó de arriba abajo.

-Yo soy Severus Snape, ¿Y tu?- inquirió él con esa altanería a la cual ella ya estaba acostumbrada.