Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen. Son todo creación de J.K.R . Sólo la situación insólita salió de mi cabeza.

EPILOGO

Severus miró la pequeña cajita que tenía en sus manos con nerviosismos sin saber si dejarlo sobre la mesa o guardarlo en un bolsillo del interior de su túnica. Tan sólo faltaba cinco minutos para que Hermione viniera a su casa para, definitivamente, mudarse con él. Hacía dos años que ella había terminado el colegio pero no habían dejado de salir juntos. Al principio se había hecho un tanto dificultoso puesto que él pasaba la mayor parte del año en el colegio mientras que ella estudiaba para convertirse en auror junto a sus amigos y no podían verse muy seguido pero durante las vacaciones ella se mudaba a su casa y pasaban todos los días juntos. Salvo que, esta vez, cuando ella se instalara, no se marcharía al finalizar el verano.

Si se ponía a pesar en todo lo que había sucedido ese tiempo que habían pasado juntos, él mismo se asombraba de las cosas que había hecho. La primera y más importante había sido sobrevivir a una cena que reunía a Potter, casi todos los Weasley y, para redondear la escena y hacerla más penosa, a Dumbledore. Pero lo había logrado y sin insultar en voz alta a nadie. Además, había aprendido a demostrarle a Hermione cuánto la quería sin parecer un maldito cursi empalagoso. De vez en cuando había algún que otro problema de celos, especialmente porque uno de los mayores de los Weasley, no sabría decir cuál porque todos eran medianamente parecidos y de poca importancia, andaba detrás de Hermione. Ella le había asegurado que el pelirrojo no tenía ninguna intención oculta con ella pero él estaba seguro que muy ocultas no eran sus intenciones; por el contrario, eran bastantes obvias. Pero Hermione era suya y pobre de aquel que osara quitársela.

Guardó la cajita dentro de su túnica y se encaminó hacia la sala para leer un libro mientras esperaba pero le resultó imposible concentrarse. Mucho más cuando se dio cuenta que ella estaba retrasada. ¿Se habría arrepentido? No, no lo creía porque había estado muy emocionada con la ida. ¿Y si su padre la había obligado a quedarse en la casa? Porque había conocido al señor Granger y podía asegurar que la idea de que él saliera con su hija no le había gustado demasiado. Pero por muchos fundamentos que tuviera esa idea tampoco la creía como para explicar el retraso de Hermione ya que sabía que ella no dudaría en enfrentarse a su padre si le llegaba a decir una cosa así.

Entonces la única opción que le quedaba era esperar. Esperar. Esperar y esperar.

Pero a él no le gustaba esperar así que su mente no tardó en hacerle recodar cosas en las que hacía tiempo que no pensaba: su otro "yo". Pero ya no pensaba en ese momento como algo mal ni le inspiraba lanzar insulto a diestra y siniestra. Ahora sonreía. Porque había guardado un secreto que a nunca nadie le había confesado, ni siquiera a Hermione: la última conversación que habían tenido ambos.

Flashback

Dumbledore se había marchado dejándolos solos en su despacho para que pudieran hablar con tranquilidad. Miró a su otro "yo" que simplemente mantenía la vista en el suelo como si este fuera lo más interesante del mundo.

—Cuídala—le musitó sin levantar la vista.

El profesor Snape lo contempló con seriedad sin querer alterar la expresión de su rostro.

—Eso no tiene que importarte—le respondió él.

Su otro yo alzó la vista hacia él y Severus pudo comprobar como sus ojos estaban brillosos. Algo en su interior se quebró pero aún así él se forzó a mantener su máscara de frialdad. Sabía que el orgullo del joven, su propio orgullo, estaba por el suelo. Al demonio con todo aquello. Después de todo eran la misma persona.

—Me importa porque la amo—confesó su otro "yo"—La amo… demasiado. Y creo que entiendes perfectamente lo que siento. Siempre pensé que Lily sería la única pero… Hermione es tan…

—Única—completó el profesor Snape por él.

—Exacto. Y creo que de esta situación ya no te puedes salvar. Estás metido tan a fondo en lo que sientes por ella que es demasiado tarde para andar arruinando las cosas sin que la culpa te corroa.

—¿De qué rayos hablas?

—Me contó lo que le dijiste ayer. ¿En realidad seré tan imbécil? Tengo una mujer que me ama y la hecho para que se aleje de mi.—negó con la cabeza—No me entiendo.

Severus miró a su otro "yo" con seriedad. Sabía que tenía razón. Él mismo no se comprendía.

—La cuidaré—le aseguró finalmente.

—Lo sé. Porque, si después de todo somos la misma persona, sé que yo lo haría.

Fin del flashback

Severus escuchó cuando ella entró a la casa y se apresuró a ir a su encuentro. Traía su baúl y cuatro maletas y unas cuantas cajas de varios tamaños levitando detrás de ella.

—Nuevamente te estás tomando demasiadas libertades—le dijo él con seriedad al ver todo aquello—¿Acaso crees que podremos entrar nosotros en la casa o tendremos que dormir sobre todas esas cosas?

—No son tantas cosas—le dijo ella mientras hacía que todo aquello se apoyara en el suelo—Y eso que no traje todos mis libros porque…

—Porque sino tendríamos que alquilar un departamento para que podamos ir a dormir—terminó él.

—No seas exagerado— se quejó ella mientras se acercaba a besarlo suavemente.

Pero Severus había pasado demasiado tiempo sin ella como para querer solamente un mero y superficial beso, así que tomándola por la cintura la atrajo hacia él y la besó profundamente hasta conseguir robarle un pequeño gemido. Luego, se apartó y le sonrió de manera triunfante con su aire de superioridad. Adoraba provocarla de aquel modo porque después, al fin y al cabo, siempre recibía una recompensa por eso.

Hermione, agitada, intentaba calmar los latidos de su corazón mientras tomaba lugar en un sillón de la sala.

—¿Ya has acabado?—preguntó él.

Ella lo miró con confusión.

—¿He acabado con qué?—inquirió.

—¿Ya puedes respirar bien?

—Sí—respondió tajante al ver que él no hacía nada para mostrarse con ese aire de superioridad por lograr afectarla de aquel modo.

—Bueno, entonces llegó el momento adecuado.

—¿El momento para qué?

—Para hacer esto—dijo mientras se arrodillaba delante de ella y sacaba una pequeña cajita que, al abrirla, mostraba un añillo de compromiso.

Hermione abrió inmensamente los ojos, al igual que la boca. Su expresión era la viva imagen del asombro.

—¿Quieres casarte conmigo?

Hermione, jamás en su loca vida habría imaginado a Severus Snape haciendo aquello. ¿Él, arrodillándose delante de ella para pedirle matrimonio? ¿En qué universo alternativo se había metido? Tuvo ganas de saltar sobre él, decirle cosas empalagosas mientras llenaba de besos su rostro pero sólo atinó a asentir con la cabeza mientras lo abrazaba e intentaba no llorar de la emoción.

Ella no pudo ver la sonrisa de suficiencia que puso él, una sonrisa que rozaba mucho la felicidad. Después de todo, él era Severus Snape y siempre conseguía lo que se proponía. ¿Y qué mejor modo de cuidarla sino haciéndola su esposa?

Tal vez, la redención por todo lo malo que él había hecho había llegado y tenía el nombre de Hermione Granger… pronto, Hermione Snape.