Disclaimer:

Los personajes, trama y detalles originales de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, Shūeisha y Shūkan Shōnen Jump (manga), Hayato Date, Pierrot y TV Tokyo (anime).

Advertencias:

Basado en la obra del manga, con ligeras influencias del anime.

La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, o contenido de índole sexual en determinado momento, además de uso de lenguaje vulgar. Queda a discreción del lector el contenido.

Notas introductorias:

La idea de un ANBU como tal, siempre me ha parecido mucho más oscura que lo que se representa a primera vista. Siguiendo la línea propuesta por Kishimoto, los ANBU son los que hacen las cosas feas, siempre a la sombra. ¿O realmente pensaban que Konoha rechaza las misiones de secuestro, tortura y asesinato?

Dedicatorias:

Para la campaña "El amor no lo es todo"


ANBU

Bueno no es suficiente, los ANBU primordialmente son asesinos.


Solicitud 012131

Hyūga Neji

Registro: 012587

Se reunió con el grupo a las cinco en punto. Era una hora muerta, no era de día ni de noche, una madrugada perfecta cuando la luna desciende pero el sol no se asoma. Una mañana gris por la transición de luces, fría, solitaria y muy silenciosa. Neji no había podido dormir bien, pero no era una relación directa con los nervios, o no lo entendía así, había sido más como una negación total y absoluta de su cuerpo a descansar cuando podría empezar el examen mucho antes de lo previsto.

Si se pudiera llamar examen. No estaba realmente seguro de cómo procedería.

En la casa Hyūga había muchos miembros que pertenecían a la élite ANBU, pero ninguno hablaba de ello, tenían prohibido entrar o salir con el uniforme puesto o claramente visible, tampoco les era permitido hacer comentarios, y tal vez era una regla general para todos los miembros del escuadrón el que no les fuera permitido, pero tampoco lo sabía.

Contadas ocasiones los había visto por la calle, sin embargo, había sucedido en situaciones bajo ataque a la villa, nunca caminando tranquilamente de la puerta a la torre de la Hokage, de entregar reportes a cenar terminada la misión. Para una persona que no era ninja ni siquiera existían, para un novato, era como irreal, un cuento sin importancia, porque ¿Quién quiere vivir a la sombra negándose al placer de la fama y la gloria?

Solo los más avanzados en la profesión empezaban a acariciar la idea, pero únicamente unos cuantos eran señalados directamente por el maestro Hokage en turno.

Y había llegado su momento.

Hasta antes de recibir el citatorio no había presentado inclinación alguna sobre su porvenir inmediato. Le gustaba entrenar, superarse, pero de ahí a saber exactamente si quería servir a un cuerpo específico no le había pasado por la mente con mucha importancia, ya con el papel en mano, replanteó su situación y lo aceptó, pues no le perjudicaba en lo mínimo, no tenía planes estropeados y de cualquier modo, negarse no era una opción.

Había acudido a hacerse los exámenes médicos como le fue ordenado, odiaba las batas de hospital pero tampoco había para elegir, salvo si la quería verde menta o rosa pálido. Ahí mismo le habían teñido una marca en el brazo con tinta hena, eso era una solución para la uniformidad que debía tener con el resto de los compañeros durante el periodo de prueba, si lo aceptaban, le harían el tatuaje de verdad, si no, lo tendría de recuerdo por unos días antes de que desapareciese.

Sincronizados de extraña manera, todos tocaron tierra al mismo tiempo. Únicamente inclinaron la cabeza a modo de saludo unos con otros, notó que uno de ellos hacia un movimiento extra recorriendo a los presentes, seguramente contándolos para saber si estaban completos. En ese momento a Neji se le antojó que si uno llegara segundos después de que todos conformaron ese cuadro en el claro del bosque, sería… escandaloso.

Naturalmente que fue detrás de la comitiva, nadie le había dado indicaciones y tal vez no se las darían y todo debería guiarse con un sensible sentido de conexiones lógicas, esperadas en alguien que aspira a formar parte de un grupo élite.

Recorrieron lo que le parecieron los kilómetros más largos de su vida, la falta de sueño aún no le hacía efecto, ni tampoco la marcha sin descanso, Maito Gai tenía que ver en esa resistencia inhumana pero jamás lo reconocería en voz alta.

Tal como esperaba, solo pararon hasta la noche, se quedó quieto, moviendo los ojos de un lado a otro, esperando que alguien le dijera algo, lo que fuera; la repartición de tareas para el campamento, cualquier cosa, aún si eso significaba que él como novato tenía que hacerse cargo de todo. Pero el silencio continuaba, era como si aquellos sostuvieran una conversación en un canal al que él no estaba conectado.

"No hagas preguntas estúpidas, no eres estudiante de academia, te dirán lo que te tengan que decir…" se repetía mentalmente cayendo en cuenta de que no habría un campamento, los ANBU no existían, no debían dar ni la mínima señal de su presencia en cualquier lugar, una fogata los pondría en mira enemiga con suma facilidad, ni hablar de perder tiempo con tiendas o menesteres de ese tipo.

Acomodándose donde pudo y con la capa negra como única división entre la fría intemperie y su cuerpo se decidió a descansar… o intentarlo.

Ninguno decía absolutamente nada, ni un solo ruido, ni siquiera un quejido por el camino o cuando menos el tronar de las articulaciones al estirar la espalda. Nada.

Cerró los ojos pero no pudo quedarse dormido, la máscara mantenía caliente su rostro pero dificultaba la respiración, estaba seguro de que tenía la nariz perlada por sudor, no se la quitó porque nadie lo hizo, y si le aceptaban formalmente, entonces tendría que acostumbrarse de cualquier modo. Su largo cabello lo había trenzado y con un henge sencillo le había cambiado el color a un negro brillante. Por la mañana, cuando hizo la prueba, no pudo evitar recordar a Lee cuando lo conoció… solo por el peinado. Y a propósito de ello, el silencio continuaba, abrió los ojos, todo estaba exactamente igual.

Quería dormir un poco, no sabía cuánto iba a durar esa marcha, aguantaría con poco sueño unos tres días, pero con seguridad su nivel iba a bajar, las consecuencias de ello serían inaceptables, porque si bien, ser ingresado a ANBU no encabezaba su lista de sueños y metas, el fracaso crearía una mancha difícil de borrar en su consciencia.

Volvió a cerrar los ojos.

Empezó a sentir preocupación, él tenía el sueño ligeramente pesado, un defecto contra el que había luchado incontables años obteniendo un mínimo de mejora, y si ellos se empeñaban en su silencio no tendría idea de en qué momento reanudarían la marcha. Por costumbre se podía levantar poco antes de amanecer, pero nada le garantizaba que el camino se retomara en ese momento.

Afinó el oído, al menor movimiento reaccionaría.

Ni siquiera se escuchaban las respiraciones; el ulular lejano de una lechuza, la hojas meciéndose, el murmullo del viento entre los árboles, era todo.

No durmió nada y no se arrepintió de ello.

Mucho antes de amanecer, entre las cuatro y las cinco de la madrugada todos se pusieron de pie en un movimiento, sacudieron un poco la ropa y saltaron a la copa de los árboles. Uno de ellos sacó un sobre de papel, lo abrió y vació el contenido al suelo. Un polvo gris pardo formó una nube que se disipo en cuestión de segundos, luego todos se movieron, pero Neji se sintió confundido, iban de regreso sobre el mismo camino, estaba completamente seguro que ese era el sitio por el que había pasado el día anterior.

Pero no dijo nada, él era un novato en prueba y no iba a cuestionar los métodos de un escuadrón élite.

Se movían como una silenciosa parvada de pájaros, al menor movimiento de la cabeza del grupo todos seguían el camino aunque fuera una variación de ángulo mínima.

La ruta cambió cerca de la mitad del trayecto que habían recorrido el día antes, y marcharon al este en camino perpendicular hasta que de nuevo la noche los alcanzó.

Las indicaciones seguían sin discutirse, el silencio se volvía pesado, era como ir solo, pues incluso sus niveles de chakra iban bajos, solo cuatro sombras.

El clima era frío, los demás se habían quitado las capas tal vez para agilizar el paso, no estaba seguro, a él le daba igual ir con o sin ella, pero en esos momentos preferiría llevarla puesta, los hombros descubiertos tenían su fino vello erizado. No le gustaba tampoco la ropa ajustada que, además, era demasiado delgada. Extrañaba su campera, y extrañaba tener el pelo suelto porque la trenza le empezaba a picar el cuero cabelludo.

Fueron dos días en que sus nervios seguían en punta con ese silencio absoluto. Él podía mantenerlo, nunca había sido particularmente hablador, pero estaba más habituado a escuchar, a tener un constante parloteo de Gai, Lee o Tenten. Ya caía la tarde del tercer día cuando finalmente pudo distinguir las techumbres de una pequeña aldea rodeada de campos de cebada. Sabía de su existencia por cartas geográficas, pero nunca antes había estado en ese lugar. Siguió detrás sin aflojar el paso, ese era el destino, estaba seguro.

Avanzaron a máxima discreción directo a la casa más grande y se introdujeron desde el patio de servicio, pasando por entre las sábanas recién lavadas hasta el almacén que tenía la puerta abierta.

Dentro de aquél lugar todo era oscuridad, como se guardaban ahí los granos no podían permitir que el sol pasara, Neji decidió activar su byakugan y solo pudo ver a los ninjas dispersarse dejando solo al que ya había reconocido como líder, él también se esfumó entre las sombras.

Pasaron tal vez dos horas, se quedó quieto, apenas respirando. De pronto, la puerta se abrió con un pesado chirrido, entraron nueve personas, aparentemente todos comerciantes a juzgar por sus ropas, todos hombres, ocho tenían entre veinticinco y treinta años, uno era un anciano que se apoyaba en un bastón de madera nudosa.

—La decisión está tomada, hemos elegido a Sho-san — dijo el viejo dirigiéndose al único ANBU visible. Uno de los hombres se adelantó al capitán, este solo asintió extendiendo la mano. La persona llamada Sho decididamente entregó la suya con la palma hacia arriba, donde le fueron trazados algunos símbolos con tinta.

—Espero que con esto la deuda quede saldada, Sho es un buen hijo pero nunca podría administrar la granja, su hermano no es tan noble, pero es más hábil en los negocios, cometió un error, estaba borracho...

—No hay necesidad de dar explicaciones, padre— dijo Sho interrumpiendo al anciano —. No creo que le importe.

El ANBU sacó un pergamino y lo desenrolló sobre el suelo, luego volvió a extender su mano y otro hombre se acercó extendiendo también la suya para recibir los símbolos pertinentes.

Después hizo de nuevo un juego de sellos.

En ese instante, Neji supo que se trataba de una preparación para invocación, los dos hombres habían quedado marcados para responder cuando el pergamino fuera activado.

El capitán desapareció, y con él, los demás ninjas se retiraron también.

Seguía sin comprender el objetivo de la misión, tal vez era una negociación de alto riesgo, solo llamarían a los hombres hasta que estuvieran en el punto de encuentro, si las cosas se ponían feas, entonces simplemente los desaparecerían y ellos huirían por su cuenta. Era razonable e innegablemente práctico.

No pasaron la noche en aquella aldea, descansaron un rato en el bosque pero la marcha se volvió más rápida, más pesada.

El siguiente pueblo se encontró a otros dos días de distancia, la empresa predominante era una cervecería pequeña que, sin embargo, gozaba de gran popularidad aún con la renuente demanda del producto a la sombra del tradicional sake.

Abordaron la fábrica por una de las cubas donde se maceraba el almidón, hacía mucho calor, y el olor no era especialmente agradable. Usando la ventana, entraron a una de las naves, en la parte superior había lo que parecía ser una oficina.

Ya habían detectado que dentro se encontraban algunas personas, y un equipo de ninjas conformado por tres elementos, esconderse no era una opción, muy seguramente también habían sido ubicados, así que entraron sin intentar ocultarse. Aparentemente, los ninjas que estaban presentes no esperaban un equipo ANBU.

Neji se colocó justo detrás del líder nuevamente con su técnica ocular activada.

— ¿No vendrán? Era de esperarse, un maldito cobarde como él jamás daría la cara.

El líder negó con la cabeza sacando el pergamino de entre su capa, mordió su pulgar para hacerlo sangrar y hacer efectivo el jutsu, al momento, el hombre llamado Sho apareció frente a ellos junto con la otra persona que habían marcado.

—Traigan a Mena.

Una joven entró a la habitación escoltada por otros dos ninjas, quienes a diferencia de los tres que estaban originalmente, si era visible su banda: Iwa.

— ¿Quién es?— le preguntó el hombre que parecía dirigir el grupo de la cervecería.

La muchacha levantó la mirada, estaba aterrada, su cuerpo empezó a temblar y aunque se puso pálida casi enseguida, fue capaz de mantenerse en pie. Neji inspeccionó todo a detalle, se dio cuenta pues, que uno de los ANBU con los que había llegado, había desplegado un genjutsu de muy alta precisión, de tal manera que su movimiento de manos quedaba oculto a la vista de los demás y se extendía hasta otro compañero que, a su vez, hacía otros sellos.

Analizó rápidamente la intención para ser capaz de reaccionar a lo que fuera que se tuviera planeado, el jutsu del segundo usuario estaba dirigido hacia la chica, era un trabajo muy fino y sutil, y con toda seguridad solo él podría notarlo gracias al byakugan.

—Vamos hija ¿Cual de estos dos perros se atrevió a ultrajarte?

Neji parpadeó reaccionando ante el diálogo.

¿Uno de los dos había violado a la chica? Su mente empezó a trabajar rápido, debió ser el hermano, el viejo lo había dicho en el almacén, dijo que cometió un error y debía pagarse una deuda.

La joven que no se animaba a dar su veredicto.

—Él…— tartamudeo señalando a Sho.

— ¿Estás segura?

—Sí.. es él...

—Que el otro se largue — demandó el viejo.

El líder ANBU hizo desaparecer al acompañante de Sho y desenfundó su ninjatō entregándoselo a al miembro a prueba del escuadrón. Rápidamente, los ninjas de Iwa se acercaron a examinar a Sho, evidentemente revisando que no fuera un reemplazo o tuviera alguna trampa, dándose por satisfechos permitieron al ninja proceder. Nadie tuvo que explicarle nada, con el arma en la mano hizo un corte limpio. La cabeza rodó.

Uno de los escoltas de la muchacha tomó la cabeza y se la entregó al dueño de la cervecería.

—Pueden llevarse el cuerpo, que su padre le de un buen entierro al bastardo, se lo he prometido.

El ANBU volvió a asentir, hizo un juego de sellos y el cadáver desapareció en una nube de humo dejando en su lugar un charco de sangre.

Neji miraba como hechizado la mancha roja expandirse, recorriendo las juntas de las tablas de madera humedeciéndola lentamente, rehusándose a mirar en los ojos de los hombres y de la propia chica la sádica satisfacción de la deuda cobrada con la vida de quien, a ojos de la familia, no era tan valioso…

Tan solo había sido una mera pieza, la moneda de cambio en caso de "accidentes", como si la vida de ese hombre no valiera lo mismo que la de aquél que en verdad había cometido la falta, una cabeza de ganado con ropa y derecho a vivir dentro de la casa.

La sangre que recorría el piso nadie se apresuró a limpiarla para mantener la marca de lo que había ocurrido en verdad, y se quedó también en sus ojos, impregnada en su alma, penetrando a su corazón con lentitud exasperante, con tal poder hechizante y enfermo que los cinco días hasta los muros de Konoha pasaron en un par de saltos.

Sin una palabra.

Sin un solo ruido, las presencias a su alrededor simplemente no existían para él, y se sentía infinitamente más pesado que cuando salió, la máscara lo estaba asfixiando, le faltaba el aire, y solo supo que era libre de irse cuando todos se dispersaron en el mismo punto donde se habían reunido días antes.

Se cubrió con la capa y entró al barrio arrastrándose entre la sombras de la madrugada hasta su habitación, confiado en que nadie le había visto, sin encender las luces se encerró en el cuarto de baño plantándose frente al espejo, sentía que ya no podía respirar, notó que las manos le estaban temblando, o al menos empezaron a hacerlo cuando las llevó hasta la máscara para desprenderla, sentía los dedos fríos y débiles, tanto que no la pudo quitar con facilidad, o como si aquella pieza blanca se hubiera fusionado a su piel, quitársela le costó infinitamente más que ponérsela.

Un poco de aire fresco tocó su piel sudada exaltando cada poro…

Y por primera vez desde que recibió el llamado a ANBU, sintió un escalofrío, sintió por primera vez que ser un ANBU era más grande que una máscara…

Sintió que el eco de su pasado le iba a dejar sordo.

Al quitar la máscara bajó la vista, cerró los ojos y evocó en su mente el recuerdo de su propio padre. Las palabras de Hiashi y las de Sho.

Respiró profundo sintiéndose extraño al abrir la boca para algo que no fuera comer o beber, la saliva espesa, los labios resecos, deseó escuchar su propia voz, cualquier sonido que matara el silencio al que fue sometido.

—Está bien…

El sonido ronco, ajeno, casi extraño de su nuevo yo finalmente apareció en esa habitación, tal vez para hacer residencia permanente.

Solicitud 012131 ACEPTADA


Comentarios y aclaraciones:

Un capítulo por cada uno de los once de Konoha.

No esperen nada dulce.

¡Gracias por leer!