Disclaimer:

Los personajes, detalles y trama original de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto.

Advertencias:

La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, o incluso sexual en determinado momento. Además del uso de vocabulario vulgar –muy vulgar-. Queda a discreción del lector el contenido.

Notas introductorias:

Otro intento de AU (Alternative Universe/ Universo alternativo) con otro intento de trama seudo-romántica con mucho, mucho drama. Y como soy yo quien lo escribe, no esperen miel sobre hojuelas.

Ya sin hacerla más cansada, corto mis líneas y les dejo la versión de lo que pasaron "los villanos de la rosa".

Permiso expreso de Pao-chan (Higurashi Fanfiction Studios) para el uso de la trama propuesta para Universo Alternativo de su fic "Rosa de dos aromas", le agradezco me permita el uso y los invito a leerlo (aunque les puedo asegurar que si no lo han hecho no importa XD), lo mismo que "El zorro y la princesa", igualmente ambientado en la trama de "Rosa de dos aromas" solo que la redacción corre a cargo de El Gran Kaiosama y usa la pareja Naruto&Hinata. (¡Larga vida al fenómeno de la Rosa!)

¿No saben de qué va?

Pues habrá SasuSaku, ItaSaku, NaruHina y SasuKarin… o algo así.

Dedicatorias:

Para la campaña El valor de los extras; no son los protagonistas, pero tienen una historia que contar. (más información en mi perfil)


Una rosa sin aroma

Si había rosas de dos aromas, también había rosas que no tenían nada.

Era Karin más bien como una flor maltratada que se aferra a su propia belleza para que no sientan la carencia de su esencia.

Un poco de importancia

Subió el volumen del reproductor de música que tenía en la mano mientras empezaba el ejercicio en el cuadernillo: "se toma como cadena principal la de mayor longitud, de modo que contenga el mayor número de sustituyentes" repetía mentalmente entre los estridentes sonidos de la batería que se escuchaba desde los audífonos y los gritos de la sala del departamento.

"Los sustituyentes son un etilo en posición tres y dos metilos en dos y cuatro"

Tan solo esperaba su turno y realmente no sentía algún miedo o inquietud con respecto a la oleada de regaños que venía empezando desde hacía una hora en que su prima había regresado de la escuela con las boletas de calificaciones en mano. Estaba tranquila porque de cualquier forma, ella jamás le había levantado la mano si bien se soltaba a gritarle como si no hubiera un mañana usando todas las groserías que se habían inventado y las que no… quizás debería escribir un libro sobre ellas para ampliar el vocabulario de algunas personas con dientes de tiburón y de cuyo nombre prefería no acordarse.

Y tal como lo había pensado, pasó.

— ¡Karin! ¡Hija de puta ven aquí ya mismo o voy por ti!

La poderosa voz de la mujer que la llamaba superó, y con mucho, el magnífico solo de guitarra eléctrica que en ese momento se ejecutaba en el pequeño aparato que se quitó y guardó en un cajón del escritorio que dividía las dos camas individuales que había en la habitación. Caminó sin mucha prisa, tampoco era perro como para correr cuando le gritaba pero optó por hacerlo de inmediato porque si esa mujer se ponía violenta algo podía romper.

— ¡Explica que carajos es esto! —le recriminó dejando violentamente sobre la mesa del comedor lo que naturalmente era la boleta de calificaciones del semestre donde sin necesidad de mirar sabía que marcaba tres materias de nueve como reprobadas. Por respuesta la pelirroja se encogió de hombros causando más ira en la de por sí ya irritada muchacha que estaba al frente suyo.

— ¡Di algo cabrona!

— ¿Qué te puedo decir Tayuya que no sea lo obvio? Las reprobé, punto.

La mayor de las chicas de llevó una mano al rostro y apartó unos mechones de cabello rosa intenso.

— ¿Cuánto carajos va a costar cada examen especial?

—Doscientos ryo cada uno.

—Mierda.

Un incómodo silencio de hizo en la pequeña estancia tan solo interrumpido un momento por el ruido de la batidora en la cocina donde la tercer chica del departamento cumplía con su deber de los jueves de preparar la cena.

—A ver cómo le haces Karin, yo no tengo dinero para pagar tus pendejadas.

Diciendo eso Tayuya se encaminó a la puerta, tomó una vieja chaqueta de imitación de cuero color rosa apagado y salió con un bien marcado golpe que pudo haber derribado el marco de madera esmaltaba en verde.

— ¿Regresará para la cena? — preguntó una chica de larga cabellera negra asomando la cabeza desde donde estaba.

—Ni idea Kin, pero igual guárdale algo.

Karin regresó a la habitación compartida que tenía sin cerrar la puerta y se volvió a colocar los audífonos. Con algo de dinero que tenía podía pagar uno de los exámenes de regularización, los otros ya se las arreglaría, tenía una semana y media para solucionar eso.

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Las oficinas de control escolar cerraban a las dos de la tarde, para eso faltaba media hora y aún estaba esperando a que llegara el autobús, se sentía algo idiota ahí parada tratando de ocultar con un libro de historia una mancha de café en la blusa blanca del uniforme.

Ni una miserable señal del transporte público urbano.

Se acomodó la montura de las gafas y recargó su peso sobre una pierna ladeando así su cadera e inevitablemente sonriendo sutilmente porque, alabada sea la justicia del mundo, en el último año su cuerpo se había terminado de formar, superando finalmente la torturante pubertad de pecho plano y tiempo en que la falda necesitaba de tirantes al no haber algo que la mantuviera en su lugar, y a eso sumado su cabello crespo y las monturas negras "mírame a la fuerza", realmente la relegaban a un sitio poco apreciable en la escala social de la escuela.

Curiosos los cambios de perspectiva que se podían tener cuando se cambiaba el enfoque de interés, el cabello rojo seguía sin ser ni suave, ni sedoso, ni manejable y las gafas seguían siendo las mismas que había usado desde que inició su vida en la gran urbe de Konoha hacía ya algunos años, pero un par de senos de generosa envergadura y la cintura ya diferenciada visualmente de la cadera la hicieron pasar de "sosa" a "salvajemente sexy"

Montón de idiotas.

Y precisamente un montón de idiotas eran los que se acercaban en un viejo auto cuya marca, a ignorancia en el tema automotriz, no pudo identificar, la música del interior cimbraba el vehículo dejando solo a su paso algún impacto sónico que amenazaba con romper los cristales opacos apenas sujetos del marco oxidado.

Se orillaron al frente suyo justo cuando el semáforo cambiaba de rojo a verde, la ventanilla del copiloto se bajo definiendo con más claridad el tema de grungre que sonaba en ese momento.

Levantó la mirada al cielo en obvio ademán de ignorar lo que fuera que le fueran a decir.

—Tanto tiempo Karin.

La voz le causó un evidente respingo y por acto de inercia sus ojos rojizos bajaron a ver directo a los negros del chico que la llamaba. Perdió la voz, humillantemente había perdido la voz. Se aferró al condenado libro que llevaba pidiendo desesperadamente que la mancha marrón no se notara en absoluto. El vehículo que se encontraba detrás del que la había interceptado comenzó a hacer sonar su claxon para que avanzara.

—Sasuke-kun.

Para su desgracia al conductor también lo conocía y no tardó en hacerse notar.

— ¡Hey, remolacha!

— ¡Imbécil, no me digas así!

—El jefe pregunta si vienes con nosotros.

— ¡No! ¡Ni que fuera puta cualquiera! ¡Lárguense!

— ¿Puta cualquiera? Huy, ahora resulta que eres puta exclusiva.

Se cabreaba con facilidad, eso cualquiera que la conociera lo sabía, pero no pasaba de gritarle a la gente hasta quedar afónica, cosa que sencillamente parecía imposible. Pero por él, por ese sujeto con dientes de tiburón haría una sana excepción.

Se encaminó al auto para rodear el cofre hasta quedar frente al conductor que no bajaba su vidrio, pero a través del polvo de este distinguía perfectamente esa sonrisa desigual burlarse de ella. Solo él podía sacarla de sus casillas tan rápido y por él haría una soberana idiotez.

Con toda la fuerza que pudo juntar golpeo la ventanilla haciendo pedazos el cristal.

El chico albino pisó el acelerador casi llevándose el brazo de la pelirroja a no ser porque ella lo sacó apenas y a tiempo. Suigetsu sacó la cabeza por el hueco.

— ¡Cabrona loca!

— ¡Cabeza de tiburón mal parido!

— ¡Yo si sé tomar café!

Los silbidos de los autos ahora iban para ella que volteó a verse la blusa, en su afán de arrancarle la cabeza al chico había bajado el libro que la protegía de la vergüenza. Profirió un potente grito de rabia ahí parada en medio de la calle con los autos bordeándola y pasándole a gritar desde "estorbo" hasta otras cosas que no sabía si eran insultos también o muestras de compasión a lo estúpida que se veía ahí haciendo rabieta.

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Se recogió el cabello en una coleta baja, tenía demasiado calor como para tener la melena suelta, pero había optado por quedarse con el sweater puesto aún con el sofocante clima de la tarde de verano. Toqueteaba con las uñas la barra de acrílico imitación barata de mármol blanco de la barra de atención al alumnado intentando llamar la atención de alguien que la atendiera.

Un hombre de cabello plateado y largo a la altura de los hombros se acercó, su gafete indicaba: "Mizuki" como nombre y su rango parecía ser de secretario académico.

—La secretarias han salido ya, regresa a las cuatro cuando termine su descanso. — le dijo secamente apenas mirándola y más concentrado en mantener sus ojos fijos en los ventanales vigilando, como si esperara algo.

—Si ya sé, solo se me hizo un poco tarde, pero no puedo regresar al rato, entro a trabajar.

— ¿Ah sí? — preguntó sarcásticamente el otro, y es por experiencia sabía que "trabajo" era igual a horas ininterrumpidas de videojuegos o "chat". Karin entendió en seguida, no tenía tiempo para explicar a gente necia que, en su caso, en serio entraba a trabajar y recurrió una de las técnicas que había aprendido a hacer con el par de adquisiciones que las hormonas causaron en su cuerpo llegada la adolescencia.

—Mizuki-sensei. — dijo melosamente humedeciéndose los labios a la vez que sus gafas despedían un brillo ligeramente tétrico.

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Seis en punto, no le había dado tiempo de cambiarse apenas terminó con Mizuki y este le imprimiera el recibo de pago del examen de regularización de Química corrió al banco atascado de gente antes de que cerraran y tuviera que esperar al otro día en la mañana. Pero al menos esperaba que el uniforme de colegiala le diera un bono extra para causar la impresión de que en verdad necesitaba el trabajo... otra vez. Se frotó los nudillos vendados por el golpe que había dado al cristal, afortunadamente por ser de un vehículo, dicho cristal estada diseñado para fragmentarse en pedazos pequeños con un impacto y por eso no se había cortado, pero sentía el ardor aun recorrerle la piel.

Tal y como hacía cada que necesitaba dinero, llegó al restaurante y se presentó en el vestíbulo sintiéndose entonces un poco cohibida. El lugar había crecido bastante desde la última vez que había estado ahí, e incluso la categoría de la clientela se mostraba superior. En un diván al frente suyo se encontraba una pareja conversando en voz baja, sus atuendos les daba la finta de empresarios ricos, e incluso hasta el otro lado donde estaba ella podía oler perfectamente el costoso perfume de la dama. Aspiró discretamente llenándose las fosas nasales de una embriagante combinación de gardenias y rosas.

Sonaba idiota, pero en cuanto juntara lo suficiente se compraría una botella de perfume original y no cien mililitros de las esencias que vendían a granel y que de momento era lo único que podía pagar.

Un hombre cercano a los cuarenta años junto con una chica de veinte y fracción aparecieron desde el pasillo, ella se presentó como Ayame y llevó a la pareja hasta su mesa, él se acercó a la colegiala que también aguardaba.

—Tanto tiempo Karin ¿Eh?

—Sí.

—Es increíble que tenga corazón para recibirte.

La condujo hasta la cocina. El Ichiraku, era un lugar de lujo, del tipo de sitios en los que se reúne gente importante a hablar de cosas realmente poco importantes, quizás debió ser más apropiado que llegara por la puerta de atrás, con las fachas que llevaba parecía la muchacha de la limpieza… aunque en realidad eso era, la encargada de la limpieza de la cocina.

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Ayame entró a la cocina soltando un bufido de cansancio, se desató el delantal ceñido a la cintura y se dejó caer en una silla que había por ahí.

—Mucha gente el día de hoy. — dijo la mayor queriendo cortar el incómodo silencio que se había formado entre las dos chicas

—En realidad fue un día tranquilo.

—… Con todo y sigues calladita como siempre, me sorprende que Naruto-kun se queje de que hablas mucho.

— ¿Naruto Uzumaki? ¿El chico zorro? — Ayame por respuesta frunció un poco el ceño ante el calificativo del rubio hiperactivo consumidor número uno del local.

—No lo vuelvas a llamar así.

La pelirroja terminó de enjuagar la última pieza de la loza que había usado el último cliente, limpio la barra, secó el agua que se le había desbordado de la tarja, se quitó el delantal y lo dejó colgado en el perchero cerca de la puerta de atrás.

—Buenas noches. — cortó en seco sintiendo la hostilidad de la camarera, y por esa misma puerta de servicio salió a la calle a lo que sería ya cerca de las once de la noche. Sin duda el Ichiraku era un sitio muy activo. Pero solo sería empleo de vacaciones.

Tomó la avenida principal que siempre estaba mejor iluminada aunque eso significada necesariamente tomar el trayecto largo y caminar más hasta la parada del autobús de regreso al edificio departamental. No estaba en sus planes morir degollada, ser asaltada o violada en una de las calles secundarias que acortaban el camino.

Aunque ahora que lo pensaba, sintiendo el ronroneo de un auto en marcha lenta detrás de ella, la luz no era precisamente un artilugio mágico que alejaba ladrones y psicópatas. Pero nadie amedrentaba a Karin, movió los dedos de la mano haciéndolos tronar un poco y se giró sobre sus talones para plantarle la cara al tipo.

—Suigetsu va a quedarse callado esta vez. — dijo un parcialmente alcoholizado Sasuke.

—Ven con nosotros, tengo una propuesta para ti que no podrás rechazar.

—No me voy a acostar con los tres.

— ¡Ni que estuviera tan urgido! — gritó desde dentro un apenas consiente Suigetsu, esta vez iba en el asiento de atrás, el conductor era un muchacho bastante alto, tanto que su cabeza, podía jurar, levantaba el capote de lámina corroída.

— ¡Maldita sea! ¡Cállate! — le gritó bastante irritado el chico de los ojos oscuros. Ella arqueo una ceja, no le gustaba por donde se iba el asunto.

—Mira, ¿cuánto ganas? — le preguntó una vez que el albino hubo acatado la orden del jefe.

—Las vacaciones pasadas casi me matan dos veces, dos. — respondía la pelirroja aún enfadada por los altercados.

Y de nuevo el chico de rara sonrisa se carcajeo mientras el joven copiloto sonrió despectivamente.

—Mínimo trescientos diarios si vienes con nosotros. — le soltó de golpe en cuanto la chica les dio la espalda para seguir su camino.

— ¿Por qué yo? — preguntó sintiendo un agradable calor en el pecho, casi sintiendo que tenía algo especial y por eso, entre tantas chicas la había escogido a ella.

—Eres una zorra. — masculló de tajo el moreno ocasionando una nueva risa del de atrás.

— ¡Y no te lo dije yo remolacha! — No se giró, apresuró el paso seguida de cerca por el auto, pero no iba a llorar, tantas veces le habían dicho esas palabras que en algún momento dejaron de doler.

—Y eso te hace precisamente importante a mis propósitos.

Se detuvo.

Importante.

Ella era importante.

Ella importante para Sasuke Uchiha…


Comentarios y aclaraciones:

Lista mi escuálida introducción, son solo como dos días antes de donde empieza "Rosa de dos aromas", a ver si les agrada esta perspectiva (repito, si no lo leyeron, no hay problema)

De cualquier forma:

¡Gracias por leer!.