Disclaimer:

Los personajes, trama y detalles originales de Bleach son propiedad Tite Kubo, Shūeisha y Shōnen Jump (Manga), Noriyuki Abe, Pierrot y TV Tokyo (Anime)

Advertencias:

La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, o contenido de índole sexual en determinado momento, además de uso de lenguaje vulgar. Queda a discreción del lector el contenido.

Notas introductorias:

El primer fic de Bleach que leí, fue AiHime y después de eso creo que no veo ni el manga ni el anime del mismo modo, pero lo importante no es eso, sino lo que pretendo con este fic: un AiHime que tenga AiHina… y un poco de UlquiHime, solo un poco.

Puede no ser la novena maravilla del mundo, pero es todo un reto para mí.

Espero les agrade, por perverso que pueda llegar a ser.


Flores en botón

Si la inocencia en el hombre es algo negativo, en la mujer es la esencia de la vida.

-Soren Kierkegaard-


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La flor bajo la piel

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—¿Puedo pasar?

Aizen miró de soslayo, Gin permanecía en el vano de la puerta abierta pero evidentemente dentro de la habitación blanca, tan blanca como el resto de las cosas en aquel mundo árido que había elegido para dirigir el curso de sus planes.

El shinigami que llegaba, comprendió lo inútil de la pregunta y se limitó a cerrar por dentro importándole poco el sentido de privacidad que implicaba un baño para deshacerse de toda la arena que se llegaba a adherir a sus formas espirituales. No obstante, el líder de los Espada restó importancia al hecho y decidió permanecer en el agua por un rato más, dándose el lujo incluso de cerrar los ojos.

Gin se acercó, silencioso en sus pasos, pero aún hablando. Necesitaba estar con alguien, algo que no se podía hacer resto de los moradores de aquél inmenso complejo militar, por llamar de algún modo al tipo de construcción que era Las Noches, y por ello había optado por ir a hacer esa visita.

—Me estaba preguntando— dijo encontrando asiento en un banco largo — ¿Es posible que permitas que vaya con los Espada a buscar a los Vasto Lorde?

—Lo siento, no.

Gin presentía eso, era tal vez la cuarta o quinta vez que le planteaba la idea para librarse del tedio que representaba quedarse en sus aposentos hasta que surgiera algo qué hacer. No podía vivir entrenando en solitario y tampoco era viable hacerlo con un Hollow de rango menor porque los mataba sin mucho esfuerzo.

Aburrido como estaba, se dejó ir hacia atrás recostándose a lo largo de la banca. Listo para escuchar el sermón que sería lo más parecido a una conversación que tendría.

—Es preciso que los Espada demuestren de manera práctica lo que se puede hacer por ellos, si va un shinigami solo tendríamos enfrentamientos sin sentido y pérdidas innecesarias.

Y era también, la cuarta o quinta vez que Aizen le explicaba los motivos con notable paciencia sin demeritar la cortesía. Sabía que el shinigami se aburría, no había papeleo que hacer, no había inspecciones que realizar, no había nada más que la sensación de que en Hueco Mundo el tiempo se arrastraba para avanzar y el mayor pasatiempo que había encontrado Gin hasta el momento, era contabilizar arrancar. Por absurdo que pareció la idea en un principio, la idea de numerarlos y clasificarlos había sido suya y el resultado había sido interesante y motivador.

—La paciencia es una virtud— agregó Aizen luego de unos momentos en los que creyó que su compañero se había quedado dormido.

—Pero no nos encontramos en un lugar donde sea precisamente la virtud alguna de las cualidades reinantes.

—¿Es un reproche?

—No. Es una observación de lo evidente.

—La virtud es, Gin, algo diferente a la concepción que se tiene en la Sociedad de Almas, que la restringe a la razón recta. En su forma más pura, la virtud es la excelencia añadida para llegar a la perfección.

Gin guardó silencio tras las palabras que contrariaban su percepción inicial de Hueco Mundo, aunque no convenciéndolo totalmente de la veracidad de las mismas. Si bien su elección libre había sido seguir a Aizen, encontraba bastante lúgubres los motivos tras los cuales se llegaba a la creación de un Hollow y sus posteriores evoluciones hasta los arrancar, o los Espada, concretamente.

—Y esta virtud tuya…

Aizen sonrió de medio lado, Gin lo notó e interrumpió su pregunta.

—Discúlpame, sigue por favor— dijo Aizen girando el rostro para verle y no seguir dándole la espalda como había estado sucediendo.

—No tiene importancia.

—Claro que la tiene, si alguno de mis camaradas no está convencido de mis objetivos, su voluntad no puede considerarse aliada.

—Solo quería saber ¿Cómo diferenciarías entre el exceso y el defecto de la virtud?

Aquél llamado rey de Hueco Mundo volvió a cerrar los ojos. El vapor del agua caliente disminuía, llevaba ya largo rato sumido en aquél lugar sin recibir novedad hasta la aparición de ese allegado suyo con quien había iniciado una curiosa conversación. Una última vez se incorporó un poco, en esta ocasión para salir completamente dejando que el agua adherida a su piel resbalara por la misma con lentitud, pero antes de animarse a dejar completamente la bañera levantó la mirada al cielo raso de la habitación que se encontraba más alto de lo normal en un cuarto de baño.

—Por la razón. Mientras exista la razón en los motivos y no se pierda de vista el objetivo original, seguirá siendo virtud, sea cual sea la esencia de la misma.

—Entonces, la virtud de los Espada…

—Es precisamente esa que los convirtió en Hollow.

Gin lo meditó.

—Disculpa— dijo Aizen haciendo que Gin se moviera ligeramente a la derecha, contra la pared, para permitirle sacar su ropa.

—Tal vez, para pasar el rato, podrías hacerte cargo de Wonderweiss, se encuentra bastante aturdido.

—Idiota.

— ¿Perdona?

—Idiota, está idiota, no aturdido.

Aizen sonrió mientras ajustaba el obi.

—Respeto Gin, respeto a tus camaradas ante todo— agregó de buen humor acomodándose el cabello húmedo con una mano.

Dirigió sus pasos a la salida dejando al otro shinigami en aquella habitación cálida, con el vapor despejándose lentamente, condensándose en el techo y bajando parsimoniosamente por las paredes. De la filosofía de la virtud saltó inmediatamente al tema del agua. Si los Hollow y Arrancar fuera de Las Noches sabían que ahí, en la fortaleza, el líquido era constante tal vez habría más de un revuelo, pues como toda alma, aparte de energía espiritual el agua representaba una fuente importante de su subsistencia.

El agua: el origen de la vida y la esencia de la muerte.

Se levantó bruscamente para marcharse de ahí, el ocio le hacía pensar más de la cuenta en cosas que no venían al caso, y meditar sobre las cuestiones gnoseológicas y metafísicas de Las Noches y sus moradores cansaba tras un rato.

Decidió bajar un par de niveles, no estaba seguro si eso era, pero al menos lo que a sus ojos era un jardín de cuarzo podía ser un sitio más agradable para pasar el resto de tiempo libre que tenía, lo que por desgracia hasta la fecha fijada para la batalla final, era demasiado.

A partir de esa ocasión, no volvió a meter el tema, solo curioseaba en los rincones, hurgaba en salones y usando su autoridad se daba el lujo de indagar en los detalles de la existencia de los Arrancar.*

Pasó tal vez un mes o una semana, no tenía idea, su sentido de percepción del tiempo estaba estropeado, todo era lento y agónico, cuando de pronto llegó…

Se encontraba al otro lado de la fortaleza y la curiosidad por atravesar los pasillos lo picaba con ansias, solo que estaba el inconveniente Ulquiorra Cifer asignado como guardián, así que para entrar a la torre debía solicitar el permiso de Aizen, dando él la autorización, poco podía hacer el estoico Espada para impedirle el paso o interferir en su curiosidad.

Buscó en la sala de reuniones, le encontró tal como había quedado tras la última reunión y pensó entonces que era bastante extraña esa inmovilidad que llegaba a tener en ocasiones. Nadie podría permanecer por mucho tiempo sin hacer algo en particular.

— ¿Kyōka Suigetsu?— preguntó acerándose despacio tras no recibir respuesta a su llamado. Aizen levantó los ojos encontrándose con Gin, tenía cierto aire ausente en su constantemente apacible expresión y ni siquiera se molestó en ocultar lo que generalmente no dejaba a la vista, pues él, su teniente, ya lo había visto en otras ocasiones.

En la muñeca derecha, apenas perceptible en la blanca piel una marca casi traslúcida, un borde definido pero débil, algo que, solamente quien estuviera demasiado cerca todo el tiempo podría notarlo. Por eso solo él la conocía, una flor en capullo, pequeña, no mayor al tamaño de una uña.

Tōsen por obvias razones tampoco sabía de ella.

—No, soy yo— respondió al cabo de un rato regresando a ser el mismo que se mostraba siempre.

—Esa humana.

—¿Inoue Orihime?

Gin ladeó la cabeza.

—Hasta donde sé, aquí nadie más puede calificar con ese adjetivo— bromeó consiguiendo una pequeña sonrisa del llamado rey.

—Tienes razón, lo siento.

—Quería saber si…

—No— respondió caminando a la salida seguido por un confundido Gin.

—¡Pero si ni siquiera terminé de hablar!

—No Gin, no puedes verla.

—¡Pero…!

—Tu presencia— interrumpió deteniéndose un momento, girando el rostro para verle —, le resultaría agradable, y no es esa la idea, no por el momento.

El shinigami no comprendía ¿Acaso era eso un cumplido? ¿Se estaba burlando? ¿Qué demonios había querido decir?

—Deja que Ulquiorra haga su trabajo.

Molestarle era una posibilidad, pero no una muy grande, incluso estaba resignado a que no le respondiera, pero de verdad tenía curiosidad, podía mantenerla prisionera y ya, pero en cambio había dado instrucciones específicas al Espada para el proceder con ella, había dejado explícito su deseo de romperla, deshacer su voluntad y unirla a ellos más allá de la farsa en el interés de sus excepcionales poderes.

Aizen se lo había dicho, aunque extraños y particularmente poderosos, inútiles a sus propósitos.

Únicamente quería por capricho ver cómo ella confundía sus lealtades, cómo dudaba, cómo se aferraba a él de la misma insana manera en que lo hizo ella.

—¿Por qué…? — Gin no terminó la pregunta a propósito, esperaba que el otro adivinara, sin embargo, no lo hizo, porque no le dio gana o porque había sido muy vaga la pauta.

Sacando su sonrisa cínica se animó a seguir, se le ocurrió algo simple, curioso y ridículo tanto como posible, porque no era un dios, estaba ligado a caprichos, a deseos.

—Tú solo hiciste un buen trabajo con la teniente Hinamori ¿Crees que Ulquiorra lo haría mejor? ¿Quebrar niñas lindas?

Descaradamente lo había dicho, fuera de ojos indiscretos, en una incómoda conversación empujada por su exceso de tiempo libre.

Aizen volvió a detenerse.

¿Le respondería?

No, nunca tocaban temas personales.

—¿Acaso consideras linda esa ingenuidad sobre la realidad?

—¿Ingenuidad?

—Ingenuidad, inocencia, inexperiencia… pureza ¿Qué es un ser puro? Es un ser que no ha sido tocado, que no comprende nada porque nada conoce y todo ignora, un ser que no tiene existencia ni valor.

Gin no avanzó detrás de él como lo habría hecho en otras ocasiones ¿Había percibido rencor? Aizen estaba lleno de eso y más, pero nunca lo dejaba relucir por una obstinada necesidad de apariencias con su retorcido humor templado que pocas veces interpretaba incorrectamente.

Miró el muro tras el cual se podría distinguir la torre de la cautiva.

Juraba que Kurosaki Ichigo no tardaría en lanzarse por cualquier medio al rescate de su amiga, pero hasta entonces, el tiempo en Las Noches le pertenecía.


Comentarios y aclaraciones:

*Bueno, de alguna forma tenía que saber todo lo de los omakes de la Enciclopedia Arrancar, no encuentro alguna actividad que pudiera hacer en un sitio enorme, vacío, donde la gente no es muy amistosa como para pasar el rato con amigos. Además, es evidente que todo lo hacían los arrancar.

En fin.

¡Gracias por leer!