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Flor de melocotón

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La flor que siempre será una niña

La teniente Momo Hinamori era poco frecuente de ver en las reuniones de la Asociación de mujeres shinigami. Aunque siempre era invitada, pocas veces se daba un tiempo para asistir, y cuando lo hacía, permanecía en el sitio más apartado, apenas dando a notar su presencia. Incluso la estoica Nemu Kurotsuchi proporcionaba más aportes que ella.

Aquella mañana, luego de los saludos formales, se dio apertura al tema principal de aquella reunión, consistente en el compendio y selección de fotografías para la primera edición del calendario "Hot Soul". Desde ahí se hizo notorio el rubor de la joven, con el simple anuncio y un título que se auto explicaba, su imaginación se había hecho cargo de lo demás.

A medida que las ideas fueron surgiendo y los nombres fueron apareciendo con las sugerencias de cómo conseguir la fotografía, aunque el involucrado no estuviera de acuerdo, la sensación de desmayo empezó a surgir como un mareo leve.

Nadie lo había notado, tanto como en general no se daban cuenta de que estaba ahí sino hasta el momento de firmar la minuta. No obstante, la expresión de su rostro pasó de rojo a pálido, como el papel limpio, cuando se mencionó que podrían darle el cálido mes de mayo al capitán Sōsuke Aizen, dejándole una ambientación con cometas koinobori. *

—¡Sí! ¡Es perfecto para mayo!— exclamó alguien, Momo no supo quién porque a partir de ese momento ya escuchaba todo igual, como un chillido agudo y enloquecedor — ¡Con su expresión dulce de "quiero que seas la madre de mis hijos"!

—Yo sí tendría hijos suyos, o al menos lo dejaría intentarlo todo lo que quisiera.

Mientras la mayoría se reía de la ocurrencia, a la teniente Matsumoto giró la vista hacia ella, ya sospechaba que estaba incómoda, pero no esperaba que el tema de su capitán la llevara al borde del desmayo.

—Tranquila— le dijo —. El capitán Aizen no lo haría.

—¿Hablamos de sexo o de la fotografía para el calendario?

La pregunta la había hecho Kiyone Kotetsu, lo que hizo sonrojar a su hermana. No obstante, nadie se animó a responder.

—El capitán no tiene ninguna relación íntima conocida— dijo la capitana Unohana —. Como la mayoría de las personas en su posición, se vuelve difícil equilibrar los aspectos de una vida personal y las tareas que le son encomendadas.

—Con todo respeto— insistió Kiyone —, eso no tiene que ver ni con una ni con otra cosa.

Las chicas rieron, inclusive la capitana.

—No son bien vistas las relaciones extra matrimoniales— agregó, aún con la sonrisa —. Siendo capitán, aunque quisiera hacerlo, difícilmente se arriesgaría a exponer su imagen, y con ello, la de todo el Seireitei.

—Como debería hacer cualquier hombre que se precie de serlo— dijo Nanao Ise recibiendo el apoyo de otras chicas con un asentimiento, aunque ninguna hizo comentarios para añadir.

Hubo un instante de silencio casi solemne que solo se vio interrumpido por la presidenta de la asociación, quien hasta ese momento se había mantenido entretenida con un caramelo, ajena o ignorando las bromas de tinte sexual.

Sus ojos grandes y brillantes, las mejillas sonrosadas más como un detalle común de su apariencia aniñada que por vergüenza debido al tema que, de hecho, ella había instigado, y la boca pequeña curvada en una apenas perceptible sonrisa debieron de anticipar a la teniente Hinamori de lo que venía.

—Yo pensé que eras la novia de Ai-chan— dijo.

Momo contuvo un jadeo, como si la hubieran acusado de robar una reliquia, se apresuró a negar con la cabeza porque su lengua se había atorado en la garganta.

—¡Qué inapropiado!— exclamó con sumo trabajo.

—En absoluto— interrumpió la capitana Unohana —. Que un capitán y su teniente tengan una relación personal, incluso fortalece el sentido de identidad de la división.

—Pero es que yo no— tartamudeó la joven, sintiendo que iba a romper a llorar —… no quiero… no puedo…

Isane Kotetsu puso la mano sobre su hombro.

—Déjalo, no importa.

Pero la teniente Matsumoto sonrió con picardía lanzándose para abrazarla.

—¡Tu secreto está a salvo aquí!

—¡¿Qué secreto?!— chilló.

Algunas de las chicas rieron de nuevo.

—Ya déjenla en paz— dijo la capitana Unohana, zanjando el tema.

El resto de la reunión paso con relativa tranquilidad, terminaron la lista de los 12 elegidos para representar a cada mes, pero la teniente Hinamori salió de la habitación justo cuando se le asignó como la responsable de obtener la fotografía de su capitán.

La idea le parecía vulgar, fuera de lugar. Simplemente no era capaz de imaginar que alguien fuese capaz de fotografiarlo por sorpresa, y menos aún, a él accediendo a algo tan absurdamente infantil.

Sí, esa era la palabra: infantil.

El sentimiento de ofensa que sentía por tal sugerencia, se sobreponía a la vergüenza que la había hecho pasar la teniente y presidenta de la asociación, claramente sin mala fe, pero aún así dolorosamente vergonzoso porque implicaba que incluso personas que no pertenecían a su división podían ver claramente sus sentimientos.

"Mi secreto está a salvo", repitió para sus adentros con tristeza mientras mantenía el paso apresurado de vuelta al cuartel de su división. Con todo y que tenía el día libre, prefería regresar ahí que permanecer más tiempo con las chicas.

Hacía un tiempo que no se sentía cómoda con ellas. Las quería a todas, algunas habían sido amigas durante su periodo en la academia, pero tras la graduación, con los caminos tan diferentes que habían tomado sus vidas, era como si una brecha se hubiera abierto y se agrandara con el tiempo.

Nunca comprendería su humor, su facilidad para participar en cualquier actividad por absurda que pareciera. Se sentía fuera de lugar, y de alguna forma tenía el presentimiento de que sólo la seguían invitando por compromiso a la amistad que un día tuvieron, porque no recordaba haber hecho nada especialmente importante para la asociación.

"Quizás debería dejar de ir", pensó.

—¿Hinamori-kun?

Respingó al escuchar su nombre y al ver a su capitán frente a ella no pudo evitar el agachar la mirada.

—Pero si es tu día libre ¿qué haces aquí?

—Nada… solo que…

Cerró los ojos al sentir que se acercaba quedando a unos dos pasos de distancia, tragó saliva, jamás haría algo que pusiera en riesgo su solemne imagen.

—Creí que ibas a estar en la reunión de la Asociación de mujeres shinigami.

Momo suspiró.

—No es una reunión seria— dijo —. Quieren hacer algo muy vergonzoso.

—¿Vergonzoso?

La teniente sacudió la cabeza, no era su intención decírselo.

—¿Ya almorzaste? Yo voy a eso, acompáñame.

La joven asintió mansamente y caminó a su lado. Y aunque no tenía la intención de romper el código de silencio de la asociación, acabó por contarle de forma muy general la idea del calendario, reservándose los comentarios y el nombre mismo del proyecto. Le vio dibujar una sonrisa que, para cuando le explicó que le habían asignado tomar una fotografía suya, se convirtió en una carcajada.

—Ya veo, entonces eso es lo que te parece vergonzoso ¿Qué harás al respecto, Hinamori-kun? ¿Planeas espiarme en mi casa?

Momo enrojeció por completo.

—¡Por supuesto que no! ¡Jamás haría algo parecido!

El capitán levantó las manos para calmarla, en su impulso, la joven se había levantado bruscamente.

—Era una broma.

Entonces, la teniente se percató de su reacción exagerada y súbitamente regresó a su sitio.

—Discúlpeme… es que no entiendo a las chicas… creo que se aburren de mí.

Quedaron en silencio un instante, hasta que el capitán suspiró.

—¿Quieres tomar la foto aquí?— preguntó de pronto —No voy a hacer nada indecoroso, te lo advierto, pero por una foto no pasa nada.

Ella se quedó pasmada, sintiendo cómo el rubor volvía a sus mejillas.

—¿Disculpe?

—Creo que te ayudaría mucho a estrechar tu relación con las otras chicas. Además, pasas tanto tiempo aquí, que de seguro piensan que son un tipo de esclavista, así que, si coopero un poco, también podría ganar algo de simpatía.

Parpadeó varias veces, como si con eso pudiera despejarse de la ilusión que creía estar viviendo. Miró directamente a los ojos de su capitán, apacibles, sinceros. Estaba esperando una respuesta, pero ella no sabía qué decir.

—Yo… no… nunca haría algo que lo expusiera, a usted o a su reputación — respondió.

Hubo un brillo en sus ojos que no supo cómo interpretar, como si esperara esa respuesta y saber que había acertado la llenó de felicidad.


Comentarios y aclaraciones:

*Las cometas koinobori son más parecidas a mangas de viento, tradicionalmente con forma de carpas (el pez), y normalmente se reservan para el festival de los niños el 5 de mayo (niños varones, las niñas lo celebran el 3 de marzo).

¡Feliz 2018!

¡Gracias por leer!